Mis queridisimas pacientes

Continúan mis visitas donde a través de Silvia, tengo el placer de conocer a Blanca y a su hija Sandra.

Después de atender a Raquel, transexual de ensueño donde tuvimos el placer de protagonizar un excelente polvazo fui a visitar a Silvia peluquera y esteticista.

Hoy es sábado y aún no acabo mi jornada laboral.

_Buenos días Silvia.

_Hola Antonio, espera un momento que estoy atendiendo a Blanca. Está en el salón de masajes. Asimismo ella quiere hablar contigo. Necesita un tratamiento su hija Sandra que la tiene en cama. Ella necesita también ponerse unas inyecciones.

Echa el cierre de la puerta si no te importa. Ya es casi la 1.30 p.m.

Cerré la puerta como me dijo y me puse a hojear unos periódicos. A los pocos minutos salía Blanca. En compañía de Silvia.

_Buenas tardes me dijo Blanca.

_Buenas tardes Blanca. Ya me ha comentado Silvia que tiene a su hija en cama y necesita ponerse unas inyecciones. Así es Antonio. Yo también necesito de sus servicios. Vivo aquí a la vuelta, anótese mi dirección y cuando atienda a Silvia pase por casa ¿por favor? Por supuesto Blanca, enseguida pasaré a atenderlas.

_Una vez salió Blanca del establecimiento Silvia echó el cierre a la puerta.

Vamos al cuarto de masajes ¿por favor? Enseguida Silvia.

_Silvia, me dio la caja de las inyecciones. Unas ampollas de vitaminas de 4 ml, a días alternos. Poniéndote esta aún te queda 5 en el envase. Silvia es una de mis pacientes preferidas, rubia, estatura media y algo rellenita. He tenido ocasión otras veces de admirarla desnuda cuando le he puesto algún enema que otro. Tiene un cuerpo bien cuidado como esteticista que es y sobre todo unos lindos senos. Nos tenemos gran confianza.

Ya con la inyección preparada se recostó sobre la camilla de masajes y procedió a bajarse el pantalón blanco junto con la mini braguita. Yo me dispuse a darle con el algodón mojado en alcohol. ¿En que cachetito? En el lado izquierdo ¿por favor? Como guste la señorita. Le di con el algodón en la zona a inyectar e introduje la aguja. Lentamente le administré el contenido de la jeringa dándole de nuevo en el punto de la inyección. Listo Silvia. Me permití subirle la braguita junto con el pantalón. Gracias tesoro me dijo. Se levantó de la camilla y quedamos en vernos el lunes de nuevo.

No se te olvide ir a casa de Blanca. Enseguida Silvia. Yo tengo una mina contigo ya que me proporcionas excelentes pacientes. Te aprecio mucho Antonio y eres un excelente amigo y practicante.

Gracias Silvia. Voy enseguida a casa de Blanca.

Chao.

Llego a casa de Blanca.

_Adelante Antonio. Pasamos al salón y me entregó los inyectables para su hija Sandra.

Me dispuse a prepararle la inyección. Le habían recetado 8 ampollas de 5 ml., intramuscular profunda. Me dispuse a preparar la inyección. Mientras ella pasó al dormitorio de su hija Sandra.

Una vez preparé la inyección toqué a la puerta de la alcoba.

_Pasa Antonio.

Hola Sandra.

_Buenas tardes Antonio.

¿Qué tal te encuentras? Bastante fastidiada. Tengo fiebre y mi madre me acaba de aplicar un supositorio.

Sandra es una jovencita de 19 años, morena y como todas las jovencitas con bonito cuerpo como pude comprobar.

Blanca le dijo, vuélvete nena. Vale mamá. Su madre le bajó las ropas de cama y ella se echó el short hacia abajo observando un bello traserito blanco como la leche.

Apliqué el algodón con el alcohol sobre la nalga derecha y le dije que se mantuviera relajada. Introduje la aguja. ¡Ay! Tranquila Sandra. Vamos nena no seas quejita; luego me tiene que inyectar Antonio tus mismas inyecciones.

Lentamente le fui aplicando el contenido de la jeringa. ¿Mami, como duele?

Enseguida termino Sandra. Estas inyecciones hay que ponerlas lentamente.

Ya está Sandra. Le puse el algodón en la nalguita y le dije: puedes cubrirte.

Se cubrió con las ropas de cama y su madre le dijo: ahora descansa. Luego te prepararé algo caliente. Me despedí de ella y salí en compañía de su madre de la habitación.

Pasé con Blanca a su alcoba. Ella iba vestida con ropa de calle. Tiene 42 años y un de talla normal. 1.65 de estatura. Media melena, pelo negro y bonitas piernas cuando se sentó en la cama. Llevaba puestas unas bonitas medias y unos zapatos de tacón alto.

Le preparé la inyección. 6 ampollas del mismo antibiótico que su hija. Me dijo que trabaja como asesora fiscal. Separada. Su hija se dedica a estudiar empresariales.

Al ver la inyección lista, seguidamente se subió la bata colocándose en la cama. Se giró hacia mí y me dijo: cuando quieras Antonio; al bajarse la braguita descubrí un bonito tatuaje.

Vaya, ¿eres adicta a los tatuajes? Un caprichito mío y de mi ex marido. Perdona mi indiscreción por preguntarte Blanca. No tiene importancia.

Le froté con el algodón sobre la nalga izquierda e introduje la aguja. ¿Ha dolido? Al contrario, fui administrándole el inyectable lentamente. Ahora sí que duele Antonio. Con razón mi hija se quejaba, pero en fin hay que hacer caso a la doctora. Terminé de inyectarla y le di suavemente con el algodón en la zona del pinchazo.

Ya estás lista. Gracias Antonio. Se echó la braguita hacia arriba incorporándose de la cama.

_Antonio, muchas gracias. De nada Blanca. Recuerda que debes pasarte a la noche de nuevo. Así lo haré descuide.

Tuvo la delicadeza de acompañarme hasta la puerta.

Hasta la noche pues. Hasta luego Antonio y gracias de nuevo.

Ya era hora de comer por lo que me fui al restaurante donde suelo ir todos los días. Está enfrente del consultorio. Lo regenta unas amistades de mi pueblo.

Hacen un menú muy completo y todo cocinado como en casa.

Acabando de comer prácticamente vino la señora que me hace las faenas de limpieza en casa y en el consultorio.

Hola Bea, ¿Qué tal Antonio? Bien gracias. ¿Te apetece tomar algo? Un café ¿por favor? Yo también pedí uno solo y me quedé un rato leyendo la prensa. Ella marchó a hacerme la limpieza del consultorio.

A los pocos minutos entré al consultorio a repasar las fichas de clientes. Abriría más tarde. Sobre las 5 p.m.

Bea me dijo que tenía a su hija en cama. Si podía acercarme a inyectarla. Por supuesto Bea. Voy a llamarla para decirle que vas para allá.

Su hija se llama Mabel, tiene 19 años y ellas son de origen colombiano. Llevan algún tiempo por acá. Mabel estudia y ayuda a su madre en las faenas de casa.

Es una chiquita encantadora al igual que Bea su madre.

Bea tiene 38 años y está separada. Me la recomendaron unas amistades y afortunadamente es de total confianza. Es mediana de estatura y más bien gordita. A veces también le pongo inyecciones por dolencias de espalda.

Cuando llegué a casa de Bea, como es lógico Mabel salió a abrirme.

Adelante Antonio. Buenas tardes.

Buenas tardes Mabel. ¿Qué te ocurre? Me encuentro algo constipada y fui esta mañana a visitarme al consultorio. Me han mandado unas ampollas. Aquí tienes la caja. Me las han puesto otras veces. Pasamos a su dormitorio y despojándose de la bata, se metió en cama. Llevaba un sugestivo camisón y unas lindas braguitas haciendo juego. Ella es alta y de piel morena. Muy bonita por cierto.

Antes de prepararle la inyección me dijo:

_Antonio, ¿puedes aplicarme un enema? Pues me siento algo estreñida. En el armario de baño hay peritas de goma. O si lo prefieres también tengo irrigador.

Vale voy a preparártelo. Abrí el grifo de agua caliente y puse en el irrigador como ¼ de litro. Comprobando la temperatura del agua pasé a la habitación y colgué el irrigador sobre un soporte de la cama.

Me puse unos guantes de látex y le dije que se colocara de costado sobre el lado izquierdo. Se sacó la braguita pudiendo obtener una vista impresionante de su coñito y ese agujerito del culo. Tomé lubricante y me lo puse en el dedo.

Ella separó sus nalguitas y le dije que se relajara. Sobre ese lindo agujerito puse unas gotas de lubricante y acto seguido le introduje el dedo suavemente.

¿Estás bien? Sí Antonio. Luego le dije se pusiera de rodillas en la cama y le puse un almohadón bajo su vientre. Introduje la cánula previamente lubricada y despacito observaba como el agua bajaba lentamente por la goma transparente del irrigador.

Eres una buena paciente Mabel. Procuro serlo Antonio. Ya estamos terminando no empujes. Cuando escapaban algunas gotitas por su recto me dijo; sácame la cánula ¿por favor? Debo evacuar. Enseguida Mabel.

Pasó rápida al baño a evacuar. Salió del baño muy sonriente pudiendo admirar de nuevo su lindo cuerpo y con las braguitas que se le transparentaban unos lindos pelitos rizaditos de su coño.

Luego de aplicarle el enema me dispuse a preparar la inyección. Tomé la cajita metálica donde guardo las jeringas y las agujas esterilizadas.

Me dispuse a prepararle la inyección a Mabel. Ella estaba de nuevo en la camita y se había cubierto con las sábanas. Cuando quieras nena, descúbrete de nuevo. Enseguida Antonio.

Se colocó boca abajo echándose esa linda braguita por debajo de su rico culito.

Donde la ponemos, donde quieras. Opté por ponerla en la nalguita izquierda.

Relájate nena. Froté ese lindo culito con algodón mojado en alcohol e introduje la aguja. Delicadamente le administré el inyectable lentamente. Madre mía ¿Cómo duele? Lo comprendo Mabel. Terminé de inyectarla y le puse el algodón en el punto de la inyección. Me permití subirle la braguita. Puedes volverte.

Gracias Antonio. Mañana serán las restantes. 2 ampollas al día. Conforme Mabel. Voy para el consultorio. Quédate acostada,

Hasta mañana pues Mabel. Chao Antonio y gracias.

Una vez en el consultorio Bea ya había terminado. Tenía en la sala de espera a Clara. Le di a Bea las llaves de casa y le comenté que también le administré un enema a su querida hija Mabel. Ya sé Antonio, me comentó algo.

_Antonio, luego te dejo las llaves en el restaurante si no te localizo aquí. Conforme Bea. Hasta luego.

Clara, ¿pasa por favor? ¿Cómo te encuentras? Algo mejor Antonio. La que está en cama es mi compañera de piso Elena. Está algo constipada y tiene un tratamiento de inyectables. Yo cerraré la oficina dentro de un rato. Si te parece bien cuando me inyectes pasamos por casa.

Por supuesto Clara.

Antes voy a cerrar la puerta de fuera y echar la persiana. Luego salimos por la puerta que da al portal. Conforme Antonio.

Una vez hecho esto entré por la puerta interior. Cogí los inyectables de Clara y me dispuse a prepararle la segunda ampolla de su tratamiento. Herví las jeringuillas y las agujas y ella pasó detrás del biombo.

Clara tiene 30 años, y nos conocemos desde hace algún tiempo, ya que trabaja de administrativa en una autoescuela de enfrente del consultorio. Es separada desde hace algo más de un año. Una agradable chica de estatura media y bonito cuerpo.

Pasé a inyectarla y se había recostado en la camilla. Con el pantalón bajado por debajo de su bonito trasero y unas sugestivas braguitas en color rojo.

_Antonio, me toca el cachete derecho, conforme Clara. Tomé el algodón con alcohol y froté la nalga derecha, introduje la aguja y lentamente le administré la inyección. Volví a darle con el algodón y le dije: servida la señorita.

Gracias Antonio, eres un primor aplicando inyecciones. Tiré la aguja empleada y ella se colocó la braguita en su sitio. Se levantó de la camilla y se colocó bien puestos los pantalones vaqueros.

Tomé mi maletín y salimos por la puerta interior. Vive a dos o tres calles de casa por lo que fuimos andando tranquilamente.

Por fin llegamos a su casa. Me encontraba algo cansado y aún no terminaba la jornada de sábado.

Elena, tiene 32 años y es funcionaria. Hacía tiempo que no nos veíamos.

¿Qué tal Elena? Ya ves Antonio, con un fuerte enfriamiento y tengo inyecciones para rato. Me han recetado 10 ampollitas que tiene la caja y la poca gracia que me hacen las agujas.

Clara, intervino.

Elena, tú como siempre algo miedosilla, pero no te preocupes que Antonio, es excelente en su trabajo. En plan de broma dijo ¿todo lo haces así? Vamos Clara no exageres ¿por favor?

Elena, le dije, ¿tienes fiebre? Me acabo de poner el termómetro hace unos minutos. Me he puesto un supositorio. Otra cosa te metería yo, pensé para mis adentros.

Clara fue a cambiarse a su dormitorio y yo me dispuse a preparar el inyectable a Elena.

Con la inyección preparada, le dije vamos descúbrete para inyectarte. Hizo un mohín y se echó las ropas de cama por debajo, colocándose de costado. Se bajó el pantalón de pijama mostrándome su buen culito.

Ve con cuidado ¿por favor? Tranquila, relájate. Le di con el algodón y alcohol en la nalgota izquierda. No te muevas, perdona Antonio. Le clavé la aguja y le pregunté: ¿dolió? No, le fui administrando el contenido de la jeringa. Esto si duele, ¡madre mía! Una vez terminada la inyección apliqué el algodón de nuevo en la nalguita y me permití subirle el pantalón.

Ya estás chiquilla. Gracias Antonio. No te olvides que debes venir mañana domingo. Por supuesto Elena. A mejorarte.

Clara ya estaba cambiada con ropa de casa y nos despedimos hasta el día siguiente.

Salí en dirección a casa de Eva y Raquel, mis transexuales de ensueño.