Mis profesores de travestismo (2)
Continuacion de mi iniciación en el travestismo...
Después de ese viernes con Juanjo no pude dejar de pensar en él en todo el fin de semana, y en lo que habíamos echo en su baño. No me masturbe, no quería volver hacerlo hasta que el me follara.
Llegado el lunes, fui a su casa después de la escuela, estaba muy nervioso esta vez, me daba vergüenza verle a la cara después de lo que habíamos echo. Pero Juanjo me recibió con total naturalidad, me hizo pasar a su cocina donde me convido un vaso de jugo y me dijo que esperaríamos a una amiga suya que también vendría a la clase. Yo me puse muy nervioso, no me animaría a vestirme con las ropas de la otra vez si había alguien más, aunque yo por las dudas había llevado ropa en un bolso. Pero Juanjo luego añadió que su amiga era una chica como yo, pero más grande, lo que me dio a entender que se trataba de una travesti, y eso me tranquilizó un poco pero no del todo. Mientras esperábamos Juanjo me pregunto acerca de cómo me había sentido después de lo del viernes, pero refiriéndose únicamente a la clase de gimnasia, me pregunto se había quedado dolorido y cosas por el estilo, como si nada hubiéramos hecho en su baño.
Tocaron el timbre y ambos fuimos a abrir, era su amiga, una mujer de 1,70(bastante más alta que yo que solo media 1,50), delgada, tenia una cola muy linda, y unos senos algo grandes, eran operados. Su piel era blanca aunque algo bronceada, su pelo largo y negro, era muy bonita de cara pero con unos sutiles rasgos masculinos que la delataban como travesti, pero que no la afeaban para nada, tenia 30 años. Su vos era suave y muy femenina. Juanjo nos presento, a ella la llamaremos Valeria. Estaba vestida con un pantalón ajustado que marcaba bien su cola, y llevaba un suéter ya que estábamos en época invernal. Juanjo nos dijo que podíamos ir a cambiarnos, Valeria me tomó de la mano y me condujo a una habitación en el piso de arriba, que enseguida note que debía de ser la habitación de una chica adolescente. Ni bien entramos me hizo sentar en el borde de la cama junto a ella, me llamó Lucía, y me dijo que Juanjo le había contado acerca de lo que había echo con él. Me asuste mucho al saber que Juanjo lo había contado, pero supuse que solo se lo había contado a ella, así que me relajé un poco. Me dijo que Juanjo le había pedido que hiciese de mi una mujercita, osea, maquillarme y arreglarme para verme lo mas femenina posible. Ella me preguntaba si me había gustado mamársela y si de verdad quería ser una nena, yo con mucha timidez y vergüenza dije que si a todas sus preguntas. Eso le puso muy contenta y me condujo a una silla que tenia una mesa y un espejo, y comenzó a sacar de una de sus bolsas varios cosméticos femeninos. Valeria me cayó bien, era simpática y muy femenina, además era muy educada al hablar. Primero me tomo las manos y me dijo que para la próxima me las limara, eso podría hacerlo en mi casa sin problemas. Luego se fijo en mi pelo, me aconsejo usar crema de enjuague, así estaría más suave y tendría mas brillo. Le hizo unos pequeños retoques en las puntas para que quede más femenino, aunque muy sutiles para que no los notasen los demás. Mientras arreglaba mi pelo aproveche para interrogarla, lo primero que pregunte era de quien era la habitación en la que estábamos. Me dijo que de Belén, la hija de 13 años de Juanjo. Belén vivía con su madre desde los 3 años porque Juanjo estaba divorciado, y solo dormía ahí los fines de semana. Cuando terminó con mi pelo pasó al maquillaje, me levantó las pestañas, me hizo una delgada línea de sombra sobre los ojos, mucho rubor en las mejillas y finalmente me pinto los labios de un rojo claro, que mas bien destacaba mis labios sin que parezcan pintados. Mientras hacia esto seguí interrogándola, esta vez acerca de su relación con Juanjo. Me dijo que se habían conocido hacia 5 años por Internet, y desde entonces eran amigos y amantes. Hacia 2 años que le daba clases de gimnasia en su casa, todos los lunes, miércoles y viernes, y después de cada clase siempre se acostaban juntos. Me contó además que hacia tiempo que Juanjo fantaseaba con estar con una travesti así de jovencita como yo, ella dijo que no era celosa, con Juanjo eran amigos, no pareja, de hecho Juanjo solía tener parejas mujeres de vez en cuando.
Terminado el maquillaje me mire al espejo, el cambio era increíble, ahora nadie podía decir que yo fuese Lucio, excepto alguien que me conociese y pudiese ver el parecido. Ella tomo su ropa y dijo que iría a cambiarse al baño, yo me vestí igual que la vez anterior con las ropas que estaban sobre la cama. Valeria vino por mi, ella llevaba una calza toda negra que le llegaba hasta los tobillo y no se le veía bulto en la entrepierna, lo que me hizo darme cuenta de que a mi si se me veía, pero ella me dijo que lo dejara así, que a Juanjo le gustaria. Además de la calza ella vestía una remera ajustada con un cierre en el escote que lo llevaba abierto dejando ver parte de sus senos. Juanjo nos esperaba en la habitación que servia de gimnasio, no dijo nada al verme, se comportó como si yo siempre hubiese sido Lucía y eso me hizo sentir bien. Esa vez hicimos una rutina diferente a la que habíamos echo el viernes, esta era más femenina, pues trabajábamos mucho el muslo y los músculos de la cola, de echo eran el tipo de ejercicio que las mujeres hacían en el gimnasio. A mi me encantó, además Juanjo nos trataba a las dos como mujeres, y se refería a mi como Lucía.
Ya casi terminando Juanjo nos indico hacer un ejercicio que consistía en estar en cuatro patas y levantar una de las piernas una y otra vez, para ejercitar los muslos. Valeria salió diciendo que iría al baño, y ni bien salio, Juanjo, que se encontraba tras de mi, puso su mano en mi cola. Yo apreté la cola pues me sorprendió sentir su mano, estaba acariciándome el ano por sobre la calza, presionaba con sus dedos sobre mi ano. Me preguntaba si la salida de Valeria había estado planeada por ambos. Juanjo siguió acariciando mi ano por casi un minuto, yo me había quedado completamente quieta y callada, y me había excitado. Pero al cabo de un minuto se detuvo, me dijo que hiciera 10 repeticiones más y que ya habría terminado por hoy. ¿Por qué se había detenido? Me pregunté, quizás después de todo Valeria sí había ido al baño y lo de Juanjo había sido algo espontáneo. Cuando hube terminado el ejercicio entró Valeria, Juanjo nos indico que elongáramos y luego nos dijo que podíamos bañarnos si queríamos, ambas aceptamos. Valeria me condujo al baño de arriba donde yo se la había mamado a Juanjo, me dijo que primero me bañaría yo y que ella esperaría en el pasillo. Me bañe ansiosa pensando en si esta vez Juanjo me follaría. Vi una crema de enjuague entre otros productos de baño y aproveche para usarla como me había aconsejado Valeria. Cuando terminé me coloqué un toallón en la cabeza como las mujeres, cosa que había practicado cuando me encontraba sola en casa, y otro toallón cubriendo mi pecho y mi entrepierna. Abrí la puerta del baño con timidez, Valeria estaba junto a ala puerta jugando con su celular y llevaba una bolsa llena de ropa en la mano. Al verme abrir la puerta entró en el baño. Saco algo de su bolsa y dijo que quería ver si necesitaba depilarme, yo no hice nada, entonces me aclaró que quería que me quitara el toallón. Yo con timidez y vergüenza me lo quité. Ella tenía una maquinita de depilación en la mano y se acerco a mi pene, yo tenía muy pocos pelos que cubrían mi ingle, venia teniendo una pubertad tardía. Valeria solo toco mi polla para moverla y así poder depilarme mejor, sin ninguna insinuación morbosa. Cuando hubo terminado me toque y sentí lo suave que me había quedado la piel, como si nunca hubiese tenido pelo allí. Luego me dio una lima para uñas, me dijo que fuese a la habitación y la esperara mientras ella se bañaba, y que aprovechase el tiempo limándome las uñas, que yo las tenia cortas pero desparejas. Me dijo que Juanjo se encontraba abajo y que me quedara tranquila de que estaría sola. Antes de salir del baño añadió que había una sorpresa para mí sobre la cama, que era un regalo de Juanjo, todo esto lo dijo con una sonrisa en el rostro. Yo muy ansiosa fui a la habitación, estaba segura de que seria ropa de mujer ¿pero de que tipo? Ni bien entré vi una bolsa sobre la cama, y quedé muy sorprendida al ver lo que había en ella. Era un clásico disfraz de colegiala, muy erótico. Además había una tanga blanca, unas medias de red blancas, una coleta para el pelo roja, que hacia juego con la pollerita escocesa, y unos zapatitos negros de taco bajo y ancho. El regalo me puso muy contenta, ahora si estaba segura que Juanjo me follaría ese día. Sin perder un segundo comencé a vestirme, al verme al espejo quedé fascinada, la ropa me quedaba bárbara. La camisa era corta, dejando ver mi ombligo y tenia unas extensiones para hacerle un nudo por delante. Solo faltaba el maquillaje, que se me había ido al bañarme, y volvería a ser Lucia. Cuando Valeria entro en la habitación yo aun no había terminado de limarme las uñas. Se quedo quieta mirándome con la boca abierta, le gusto mucho como me veía y me halago acerca de lo linda que me veía hasta que me puse colorada. Ella se había puesto las ropas que tenia al llegar. Lo primero que hizo fue quitarme la tolla del pelo y al ver que no estaba del todo seco aun me lo termino de secar con un secador de pelo que había sobre la cama. Ya con mi pelo seco y las uñas limadas procedió a pintármelas con un esmalte rojo, el mismo rojo de la pollera. Luego de nuevo levanto mis pestañas, esta vez me puso una capa mas densa y gruesa de sombra, mucho rubor y un lápiz labial de un rojo mas intenso, parecido al rojo de la pollera, pues esa era la idea, que los colores combinaran. Recogió mi pelo bien fuerte atrás y ya estaba completa, era Lucia, mas linda que nunca.
Valeria me tomo la mano, me sentó junto a ella en la cama, se puso seria y me preguntó si estaba segura de seguir. Me dijo que ahora ella se iría y me dejaría sola con Juanjo para que me desvirgara, osea, para que me follara. Yo le dije que si, ella insistió en que si estaba segura de querer ser una nena, le respondí que sí, que desde hacía mucho fantaseaba con ser follada por un hombre, y que no me había sentido mas cómoda en mi vida hasta ese día en que dos personas me habían tratado como a una chica con total naturalidad. Ella se emociono y me beso las manos, quería abrasarme pero no quería estropear mi maquillaje. Salió de la habitación para avisarle a Juanjo que ya estaba lista, al volver traía una soga roja en la mano, me dijo que Juanjo quería que tuviese las manos atadas. Ella nuevamente se sentó junto a mí y me dijo que Juanjo era un buen hombre, que me trataría bien y se preocuparía por darme placer y por que me sienta a gusto con el. Me dijo que si o si usara lubricante, aunque Juanjo no se olvidaría. Por ultimo me dio unas breves lecciones para caminar con tacos pues me venia costando. Y estaba lista, Valeria tomo la soga, yo extendí mis manos por adelante y ella comenzó a enrollar la soga en mis muñecas, muy prolijamente para que se vea bien, la soga era muy larga, a pesar de haberle dado varias vueltas sobraba metro y medio de cada extremidad. Ella estaba muy contenta, yo algo nerviosa. Me dijo que Juanjo me esperaría en su habitación, yo debía acompañara a Valeria a la puerta para luego cerrar por dentro y estaría sola, con Juanjo. Me ayudó a bajar las escaleras pues yo tenia las manos atadas y los zapatos con taco. En la puerta me beso las manos muy sonriente, yo cerré y deje las llaves en una mesita, luego me dirigí a la escalera y me tome unos segundos para reflexionar. Me veía como una chica, estaba en una casa sola con un hombre bastante mayor, que me esperaba para follarme y que yo quería que me follara. Comencé a excitarme, pero también a ponerme nerviosa. Subí muy lentamente la escalera tomándome de la baranda para no caerme. Ya estaba arriba, solo me quedaban cuatro metros a la habitación. Sentía la tanga metida en mi raya, eso me excitaba, la soga estaba cubierta por una tela suave, era obvio que estaba echa para estas ocasiones. Ya estaba frente a la puerta, tenía miedo y nervios, pero estaba ansiosa también. Toqué la puerta que se encontraba cerrada, y oí la voz de Juanjo diciéndome que entrara.
Era una habitación cuadrada de 4x4mts aproximadamente, las paredes eran celestes, el piso de parqué, la puerta se encontraba a medio metro de la pared izquierda, sobre la que había un armario de madera muy grande. Había otros dos pequeños muebles en las paredes adyacentes, con algunas cosas desparramadas por arriba. La cama tenía la cabecera apuntando a la pared opuesta al armario. Era una cama de madera con sabanas rojas, y a sus pies estaba Juanjo, parado, totalmente desnudo con su polla erecta, sus manos detrás de el, y había un almohadón a sus pies.
Juanjo era un hombre de 1,80 aproximadamente, pelo negro corto, ojos marrones oscuros, piel bronceada y si bien era delgado tenia sus músculos bien marcados, al igual que sus abdominales. Su polla media 17x4, yo no sabia la medida exacta aun pero sabia su tamaño de haberlo visto. Su rostro era atractivo y estaba bien afeitado.
Entre casi temblando de nervios, cerré la puerta suavemente y apunté mi vista a Juanjo, el sonreía y su entrepierna estaba levemente inclinada hacia delante. Yo sin dudarlo comencé a caminar hacia él. No quería verme insegura o dubitativa, eso hubiera roto el glamour del momento. Ni bien llegue a el me arrodille sobre el almohadón, tome su polla con mis manos atadas y la moví a un costado para besar sus huevos y su falo por debajo. Le di un buen chupón que a Juanjo le hizo suspirar, así hice por un rato, mamando sus huevos y dándole besos en el falo mientras le masturbaba suavemente. Fue subiendo por su falo, puse su polla mirando hacia mí, abrí bien mi boca y me la introduje lo más que pude, luego apreté mis labios sobre su polla y comencé un delicioso movimiento hacia atrás y adelante con mi cabeza. Por dentro la acariciaba con mi lengua, su polla estaba que hervía de calor, y mi me gustaba tanto sentirla en mi boca que comencé a segregar mucha saliva, tanta que esta se escapaba se mi boca y corría por mi mentón. Con mis manos atadas acariciaba sus huevos y la parte del falo que no entraba en mi boca. Estuve así un par de minutos hasta que el puso una mano por detrás mi cabeza acompañando mis movimientos. Podía oírlo respirar agitado y jadear de vez en cuando. Yo estaba muy excitada, mi pene se había erectado y luchaba por zafarse de la tanga, yo quería correrla para darle lugar pero no quería soltar su polla, así que finalmente moviendo mis piernas mi pene logró salirse por arriba, quedando apretado entre mi vientre y la tanga. De golpe Juanjo me empujo hacia su polla metiendo ésta hasta el fondo de mi garganta, intuí que estaba por eyacular, así que tire la piel de su polla para atrás y en efecto, iba a eyacular. Su lefa espesa inundó mi boca, estaba caliente y sabía un poquito salada. Yo tragué todo lo que pude, pero era tanta que parte de ella se escapó por las comisuras de mis labios. Cuando hubo terminado yo seguí succionando para limpiar cualquier rastro de leche que pudiese quedar. Juanjo colocó sus dos manos tras mi nuca y me inclino hacia arriba para verle la cara, esto hizo que su polla saliese de mi boca, aun estaba recta y dura pero cayó colgando hacia abajo. Yo baje mis manos. El me tenia sujeto de la nuca presionando mi coleta contra mi, en su rostro solo se veía satisfacción, en el mío imaginaba se vería excitación, sumisión, deseo.
Hacia poco menos de diez minutos que había entrado en la habitación, tenia el mentón y los labios llenos de leche y saliva, mi pene estaba erecto y húmedo por el liquido preseminal, que había formado una pequeña manchita en la pollera que caía sobre el.
Esta historia continua, pero la continuación la leerán en mi próximo relato. Juanjo y Valeria fueron mis dos profesores de travestismo, de ellos aprendería muchas cosas que marcarían el rumbo de mi vida de ahí en adelante. Pronto subiré la continuación y espero les haya gustado, besos a todos y a todas.