Mis primeros pasos como chica.
Estaba completamente mojada. Pero decidí detenerme, pues la excitación era mucha y aunque en ningún momento mi pequeño amigo tuvo la intención de erguirse, el placer que me permitía sentir si podría haberme hecho llegar al orgasmo antes de tiempo
Los meses siguientes a mi primera visita al psicólogo fueron muy extraños para mí, las preguntas incesantes que el psicólogo interrogaba, me hacían poner en tela de juicio muchas cosas que antes daba por hecho, desde mi sexualidad hasta cosas tan básicas como mi gusto por ciertos tipos de música, géneros literarios y de cine y hasta el heredado gusto de mi padre por la cacería y el campismo.
Pasada la más escrutiniosa de las temporadas, el psicólogo llegó a una conclusión no concluyente para mí.
̶ Debo referirte con un psiquiatra y también con un genetista. Al parecer lo tuyo podría tener un antecedente distinto al que creíamos originalmente. Por desgracia no soy la persona indicada para realizar dicho diagnóstico, por lo que me lo guardaré. Sin embargo, el Dr. Cantú es mi amigo y es un excelente Genetista, él podrá ayudarte con el diagnóstico. Por otro lado la Dra. Pérez es una excelente psiquiatra y ella es la indicada para lo que tú estás buscando.
De nueva cuenta debía comenzar una nueva relación con un médico, contarle todo lo que me había pasado, con lujo de detalle si es que deseaba que pudieran ayudarme. Lo bueno fue que debido a la delicadeza de mí historia mi psicólogo me había ahorrada un poco de trabajo al pasarles mi archivo a ambos médicos.
Con el Dr. cantú las cosas fueron de maravilla, era una persona muy amable y alegre, siempre te recibía con una sonrisa y eso a mí me gustaba mucho. Pues a diferencia de mis visitas con el psicólogo, visitar al Dr. cantú era algo muy agradable y esperado.
Al paso de algunas semanas y después de varias pruebas orquestadas en conjunto por ambos doctores, al fin tuve mi diagnóstico. Síndrome de Kallman. Un muy raro síndrome que afecta mayormente a la población masculina. Uno de cada 10 mil varones es afectado. Y consiste básicamente en una serie de cambios en el cuerpo de los afectados.
Ausencia o retraso de la pubertad. Testículos no descendidos, pene de diminuto tamaño y una extraña (pero hasta ahora inadvertida) menor capacidad del olfato. Desarrollo del busto en un tercio de los afectados o bien facilidad para acumulación de tejido adiposo en esa zona. Así como una feminizada psique y un IQ disminuido en hasta 15 puntos por debajo del promedio.
̶ Pero ¿qué significa eso? ̶ Pregunté.
̶ Pues por ahora. Que te encuentras en un punto de inflexión. Estas justo en bifurcación de camino. El tratamiento es muy sencillo, se trata de brindarle a tu cuerpo las hormonas que es incapaz de producir. Sin embargo, el tratamiento hormonal puede tener dos vertientes. Hormonas masculinas para que puedas desarrollarte como un chico normal. O bien, femeninas, para que desarrolles los caracteres secundarios de una señorita.
̶ Entonces me dice que si mi hijo toma testosterona ¿se volverá un niño normal? ̶ Preguntó gustoso mi padre.
̶ No con certeza. Aun debemos descartar la disforia de género. Sin embargo en su particular caso, ese diagnóstico se vuelve casi imposible pues la psique de su hijo en ausencia de hormonas masculinas, se ha visto feminizada por la presencia normal de estrógeno y progesterona. Que si bien no es alta, es la suficiente para cambiar el panorama del paciente. Les recomiendo que piensen que harán y los veo en una próxima cita dentro de 2 semanas.
Sobra decir que esa misma noche se decidió todo, luego de una larga y acalorada platica que parecía más bien una discusión, por medio de un volado (amañado) logré convencer a mi padre de que intentáramos con el camino femenino primero.
Él decía que tal vez podríamos corregir y que ir por el lado masculino era lo más seguro, económico y razonable. Pero yo defendía el hecho de que de momento, lo que yo sentía que me agradaba más era lo femenino. Y justo allí dentro de aquel momento de angustia e incomprensión confesé que me gustaba un chico de la escuela, Martin Ramírez.
Mi padre cayó vencido en su silla sin saber que decir al escuchar aquella sincera confesión, bajó la mirada y asintió con la cabeza sin pronunciar palabra alguna. Mi madre me abrazó y tomó las riendas de la situación.
̶ Mañana le notificaremos al Dr. Cantú, entre más rápido mejor. No queremos que pierdas más clases, ya has perdido varias, y la entrada a la universidad parece un buen momento para que todo este cambio se lleve a cabo de una vez. ¿Ya has pensado en tu nombre de chica?
̶ Si, quiero llamarme Pamela.
Apenas comenzaba el año y aun debía ir a clases en el bachillerato, pero yo ya estaba más que emocionado… emocionada, por ir a la universidad. Siempre me habían atraído las matemáticas, pero como sobra decir, habían sido difíciles para mi debido a mi desconocido síndrome, quizá con el reemplazo hormonal podría mejorar aquello. Pero era una apuesta muy arriesgada.
Mi otro gusto eran las artes plásticas. Pintar, moldear y crear tanto como pudiera. Sin embargo mi padre podía ceder en un área pero no en todas. La pintura no podía ser la carrera que elegiría. Por lo que me decanté por restauración, que era una carrera nueva de la facultad del hábitat.
En ese semestre previo a la entrada a la universidad, pasaron cosas de lo más extrañas en mí, comenzando primeramente por cambios extraños de humor. Aunque mi cuerpo nunca fue realmente masculino, tampoco podía decirse que era femenino, por lo que el Dr. cantú me recomendó esperar por lo menos 3 meses antes de ir de lleno con el tema de vivir como chica. Es más que innecesario decir que aquello me ocasionó malestar, y aunado a la inestabilidad emocional que estaba sufriendo, me hicieron vivir a mí y a mi familia algunos meses de verdadera pesadilla.
Por allí del mes de Junio tres semanas previas al examen de admisión el Dr. Cantú dio su aprobación de lleno para pasar a la segunda entapa, donde yo ya podía vestir como quisiera.
Mi madre emocionada incluso aún más que yo, me llevó de compras. Mientras que mi padre se mantenía un poco al margen con la justificación de que mis gastos médicos y universitarios necesitaban más de su atención.
̶ Cuéntame Pam, ¿qué tipo de ropa te agrada más? ̶ Preguntó mi madre entusiasmada.
̶ No te preocupes mami, ni siquiera será necesario contártelo, mejor te mostraré. ̶ De un folder amarillo pastel saqué varias impresiones repletas de outfits que me habían gustado mucho. ̶ También tengo varios tableros de Pinterest por si quieres ver más.
Mi mamá tomó las impresiones y mientras observaba muy atenta, giró lentamente la cabeza como suelen hacer los cachorritos de perro cuando no entienden algo nuevo.
̶ Me agrada tu estilo, ¿de dónde lo sacaste?
̶ De películas supongo
̶ Es muy bonito, sin embargo, no creo que podamos replicarlo, o al menos no que todo tu outfit sea así.
̶ ¿En serio? ¿Por qué crees que no?
̶ Es que, es demasiado victoriano…
Y vaya que en realidad lo era. Eran prácticamente todos vestidos antiguos, faldas de inicio de siglo y ropa bastante bonita, de diseñador y actual, pero inspirada en aquellas épocas y la cual siendo honestos no es aplicable fuera de una pasarela de modas.
̶ Y ¿entonces? ¿Qué haremos? ̶ Le pregunté a mi madre con la voz entre cortada y los ojos húmedos a punto de explotar en llanto.
̶ No te preocupes mi nena hermosa, para eso estoy yo, te voy a ayudar apegándonos lo más que podamos a tus planes. Mira lo primero que veo es que te encantan los vestidos y las faldas largas. Eso le gustará mucho a tu papá, que sabes que es ultra conservador.
Veo que te agradan las hombreras y los corsés, eso también podemos encontrarlo con facilidad. Los zapatos de tacón que te gustan sol altos, pero creo que debemos comenzar con unos mucho más bajitos y deberías de apelar a la comodidad, créeme la preferirás luego de un día de arduo trabajo.
Tomó de mi mano y con la más gentil de las sonrisas me llevó a su cuarto.
̶ Por suerte, algunas de las cosas que te agradan se encuentran resumidas en mi viejo guardarropa de los 90s, no podemos irte a comprar ropa de chica y andar por allí probando con ropa como la que tienes, si bien es algo unisex, podríamos levantar sospechas, sobre todo en los mirones de los hombres y eso no es algo que quiero para mi niña.
Abrió su closet y fue descolgando del perchero los más lindos vestidos que yo jamás había visto, nunca solía usarlos, su estilo era más bien el de una mamá cómoda que anda todo el tiempo en jeans y tenis con blusas holgadas que apelan siempre a la comodidad. Pero aquello, aquello era totalmente desconocido para mí.
̶ Si, de aquí sacaste esos gustos tan exquisitos que posees. Me parece increíble que coincidamos en eso. Sin embargo me parece que tiene toda la lógica del mundo. ̶ Me dijo mientras veía un vestido sobre mi cuerpo que aún se encontraba en una percha. ̶ Este se te verá lindo. Y lo he visto en chicas que usan converse blancos como los que ya tienes.
Sin embargo, empezaremos desde cero mi niña. Quítate toda la ropa. Y que no te de pena desnudarte frente a otra mujer, y mucho menos si es frente a tu madre.
Mi cuerpo titiritaba de la emoción y la pena que me recorrían por todos los rincones del cuerpo en forma de adrenalina. Desde que había comenzado mi reemplazo hormonal, nadie me había visto desnuda, los cambios eran bastante sutiles en el exterior y con ropa, pero al desnudo la cosa cambiaba.
̶ ¡Wow! ¡Pam! Pero que hermosos senos tienes. No creí que las hormonas estuvieran teniendo tal efecto. ̶ Dijo mi madre mientras mensuraba mi pecho izquierdo tocando gentilmente con su mano. Los colores subieron a mi rostro y yo me puse muy roja y acalorada.
̶ Y estas caderas, que lindas las tienes, me gustan, se verán muy vienen en un vestido y hasta en unos jeans ajustados. ̶ Yo me limité a sonreír mientras en todo momento tapa por debajo de mi monte de venus con ambas manos.
̶ El médico dijo que debía ser pequeño, pero ¿Has intentado algún método para ocultarlo?
̶ Creo que no es necesario ma, es en serio muy pequeñito.
̶ Muy bien, déjame a mí juzgar eso. ̶ retiré mis manos dejando al descubierto mi diminuto penecito rosado. ̶ Vaya, sí que es pequeño. Pero de cualquier forma utilizaremos un panti protector para evitar cualquier inconveniente.
De un cajón de su closet sacó unas bragas hipster muy ajustadas color vino y un paquete de plástico con lo que parecían toallas femeninas dentro. Puso ambos en mis manos y recitó:
̶ Vamos a ver qué tal. Tu primera lección. ¿Sabes cómo se usa eso?
̶ Si, es una toalla ¿no?
̶ Cerca, pero no. Es un panti protector, esto es para uso diario y son diseñadas para absorber las secreciones normales que emanan de la vagina de las chicas. En tu caso te ayudarán a sentirte más cómoda, ayudarán a prevenir una erección…
̶ ¡Mamá!
̶ Y en caso de que haya fluidos causados por la emoción, pues también los retendrá. ̶ Yo miré a mi madre con ojos de extrañada… ¿cómo es que sabía tanto? Y así como suelen hacerlo las madres, respondió a mi pregunta como si me hubiese escuchado.
̶ Si, estuve informándome en internet hija, debo estar preparada para esta nueva etapa. Vamos, colócatelo.
Despegué un papelito plastificado que descubría una parte con pegamento y lo coloqué dentro del hipster Para en seguida enfundarme dentro de él, mi diminuto penecito ni siquiera se inmutó. Permaneció inerte mientras colocaba la ropa y prácticamente durante todo aquél día.
̶ Bien ahora ponte estas pantimedias. No tienes muchos bellitos, pero estas definitivamente evitarán que se vean, y le darán una apariencia atractiva a tus lindas piernas. Además verás lo lindo que se siente llevarlas puestas, te hacen sentir más atractiva, más femenina, si eso pasa conmigo… definitivamente pasará en ti.
Las pantimedias eran de color negro sólido, de punto bastante cerrado, como para que al aun llevándolas puestas, mis esbeltas piernas se vieran completamente negras.
̶ Debes enrollarlas antes, luego de apoco a poco vas subiendo, lento, dándole su tiempo sino puedes rasgarlas y unas pantimedias rasgadas son la pesadilla de cualquier mujer.
Las coloqué como me indicó mi madre, el tacto al avanzar era muy agradable. Una vez puestas, la superficie se sentía muy tersa y perfecta. Ajustaban perfectamente mi entrepierna y si acaso aún se pudiera notar alguno de los 2 cm que tenía extras, la elasticidad de aquella prenda se encargaba de borrar por completo cualquier marca o abultamiento.
Las subí por arriba de las bragas que llevaba y me cubrieron algunos 10 cm por arriba de la cicatriz umbilical.
̶ A esta altura están bien ¿o debo enrollarlas? ̶ Pregunté a mi mamá.
̶ Ahí están perfectas. Es hora de subir un poco más. Tengo un push up, pero no te quedará tan bien de la copa. Tu definitivamente por ahora eres copa A y yo soy C, pero del talle creo que si te quedará perfecto.
Me probé el brasier y efectivamente como predijo aquella sabia mujer me quedaba bien en lo ancho pero las copas se veían bastante vacías. Sin avisarme metió ambas manos dentro de brasier y tiró de mi pecho hacia adentro llevando la poquita grasa ahí presente permitiendo que la copa no se viera tan vacía.
̶ Mas tarde compraremos unos rellenos que se vean naturales para tus propios bras. Por ahora con esto bastará.
Se giró de nuevo a su closet y comenzó a buscar como loca, creo que ya sé que nos irá de perlas, este vestido es fácil de sacar y de poner, es lindo y vaya que es cómodo. Yo no le doy uso porque creo que es demasiado juvenil para mí. Así que parece que ya tienes tu primera prenda propia.
Me dio un vestido gris aluminio en corte evasé que llegaba justo a la mitad del muslo, algunos 25 cm por arriba de la rodilla. Tenía dos bolsitas en las caderas, cuello redondo y unas mangas tipo cap que hacían lucir muy coquetos a mis estilizados brazos.
̶ Me agrada, me agrada. ̶ Replicó mi madre. ̶ Pero te hace falta un accesorio retador. Ponte este suetercito y será la cereza del pastel.
Literalmente el suéter que me dio era color cereza, era bastante entalladito y cómodo. Pero hacía resaltar las poquitas curvas de mi feminizado cuerpo.
̶ Bien, ponte los zapatos porque después te despeinarás amarrándote las agujetas. ̶ Mi cabello no era muy largo, pero sin embargo tampoco tenía la longitud normal de un chico, rondaba quizá los 35 cm, las hormonas había ayudado bastante a que me creciera más rápido, más brillante y en mayor abundancia.
Me coloqué los converse blancos y me vi al espejo de lado... me gustaba lo que veía, me sentía bonita, levanté el pie izquierdo como muchas veces vi que ocurría en las chick flicks y sonreí. Mi mamá debió verme pues desde la puerta gesticuló.
̶ Y aun no te maquillamos, preciosa.
Me tomó de la mano y me sentó frente a su tocador donde estaban colocadas todas sus pinturas de maquillaje, brochas y demás artilugios que para mí aún eran desconocidos. Levantó mi rostro viendo hacia ella y acarició con el dorso de su mano el perfil de mi rostro.
̶ Tienes una piel muy tersa, debemos mantenerla siempre hidratada. ̶ Tomó un tarro de crema y comenzó a esparcirla suavemente sobre mi cara, siendo muy cuidadosa y delicada al hacerlo. ̶ Un maquillaje ligero te vendrá muy bien. Cuando te maquilles del diario, aprenderás que es mejor algo rápido, suave y natural pues te hará lucir más fresca, joven y además por supuesto será más fácil de lograr. Con un plus, los chicos no saben que lo llevas, solo caen encantados.
Me estaba gustando tanto reír así con mi madre, pocas veces nos habíamos sentido así la una de la otra. Comenzó a maquillarme y me dejó justo como había planeado. El labial el cual era la única pieza evidente, era de color rojo veneciano, lo cual apenas si hacía notar mis labios, pero les daba un aire juguetón.
Acomodó mi cabello de lado y lo ató con un listón negro delgadito, dejando el nudito de lado lo cual me hacía ver bastante linda y traviesa. Me encantaba de veras que mi madre me estuviera ayudando en esa tarde.
̶ Es hora de salir nena, sube a la camioneta.
̶ Si mami, le dije mientras caminaba emocionada hacia la puerta de la casa con un remolino de sentimientos papaloteando en mi vientre.
Llegamos a la plaza comercial, era una de las más antiguas de la ciudad, pero precisamente por eso era el lugar ideal para una primera excursión, en aquel lugar había tiendas de marcas famosas, algunas boutiques de moda, zona de comida y hasta un cine, pero debido a que no era la más nueva, no se encontraba abarrotada de gente.
̶ Primero debemos ir a fábricas, ahí podremos encontrar muchas cosas de todas las áreas, además quiero que te pruebes un perfume más adecuado a tu edad, por eso no te compartí de los míos
Nos dirigimos hacia un stand donde había todos los perfumes, nos acercamos a la dependienta y mi madre le preguntó
̶ Señorita, disculpe. Buscamos un perfume para mi hija, que podría mostrarnos que vaya acorde con su juventud pero que también denote elegancia.
̶ Sencillo, la fragancia que usted está buscando es Coco Madeimoselle de Chanel.
En serio me sorprende la habilidad de aquella joven para por medio de una descripción pudiera llegar a sugerir tan acertada recomendación.
Aquella fragancia olía precioso, las notas de salida eran cítricas, naranja y mandarina, mientras que las de fondo eran vainilla y almizcle blanco. Una verdadera delicia.
̶ ¿Me permite hacerle una prueba? ̶ Preguntó la dependienta.
̶ Por supuesto. ̶ Respondí yo emocionada.
Realizó dos atomizaciones en cada una de mis muñecas.
̶ Frótelo suavemente una contra la otra. Las primeras impresiones de esta fragancia podrían parecerle fuertes, pero poco a poco los tonos de salida se calman evolucionando hacia algo más cómodo. Verá cómo será elogiada en más de una ocasión el día de hoy debido a su aroma.
̶ ¿Qué dices Pamela? ¿Te gustó? ̶ Cuestionó mi madre.
̶ Creo que sí. ¿Podemos llevarlo? ̶ Me limité a responder.
̶ Si va a visitarnos el día de hoy, mi recomendación es que continúe con su estancia y al final de la misma pase aquí conmigo. Le aseguro que le gustará y realizará la compra. Pero en caso de que no le agrade, ya habrá pasado la tarde reconociendo el aroma.
̶ Tiene toda la razón, muchas gracias señorita, espero verla más tarde.
̶ No se preocupe, así será. ̶ Me respondió aquella chica mientras sonreía amablemente.
Continuamos con la visita y compramos algunas cosas básicas que toda chica debe tener. Fuimos a la sección de ropa formal por una blusa blanca de corte sastre, un blazer negro, unos stilettos negros, y un lindo vestido negro formal, con fondo color beige, que hacia contraste hermoso, tenía un cuello redondo, mangas cortas con lasitos de listón ajustables a los lados, un cinturón fijo también de listón color negro, en corte Sheath, con un largo elegante hasta media pantorrilla.
̶ Bien con esto estarás cubierta en casos elegantes, ahora vamos por ropa más cómoda.
Entramos a una tienda de ropa juvenil de moda. Y comenzamos a tomar tanto como podíamos, vestidos, faldas, blusas, playeras, shorts, jeans, un par de gafas oscuras, cinturones de varios colores y un par de zapatos Oxford color café.
̶ Vaya que sabemos gastar Pamelita, y eso que apenas es la segunda tienda.
Después de esa visitamos varias tiendas más, una deportiva para comprar leggins, dos pares de tenis unos para entrenar y otros urbanos, camisas deportivas y ropa interior cómoda para ejercitarme.
También pasamos a una tienda de lencería y llevamos, bras de varios tipos, falconete, strapless, varios push ups en distintos colores y hasta un par de adhesivos; en cuanto a pantis me apegué a los hipster pues me estaba pareciendo de lo más cómodos, sin embargo mi mamá me convenció de llevar unos briefs de corte alto y yo le convencí de llevar dos tangas bastante atrevidas.
Luego entramos a una joyería donde compramos un par de aretes, y una cadena de plata, así como dos anillos uno de plata con una piedra azul que emulaba a un zafiro pero era de imitación y uno de oro con una zirconio que emulaba a un diamante.
Yo estaba muy emocionada pues nunca antes había experimentado un día de compras como ese, y no es que no tuviéramos el capital para hacerlo sino que como chico, la verdad es que compras las cosas que necesitas solo cuando ya no hay otra opción.
̶ Ahora vamos por un helado, tantas compras merecen que nos consintamos con algo dulcecito. Replicó mi madre mientras me llevaba a la zona de comida.
Cada una tomó un vaso y comenzamos a llenarlo de una maquina expendedora de helado con base de yogurt. Lo retacamos de tantos toppings como pudimos, chocolates, chocoretas, baffers, cajeta, chispitas, krankys y otras cosas que ni siquiera sé cómo se llaman.
Después de un merecido descanso continuamos con las compras, pero solo iríamos por algunas coas que habíamos dejado para el final. A mí me encantaban los lentes de sol Ray Ban y mi madre lo sabía por lo que durante el tiempo de los helados me prometió que iríamos por un par, para que lo usara mientras manejaba.
̶ ¿Pero qué voy a manejar? ̶ Pregunté extrañada, pero a la vez entusiasmada pues sabía lo que venía.
̶ Pues obviamente tu propia carro, pero de eso se está encargando tu papá, aunque de una vez te adelanto, será algo austero.
̶ No importa, será mío y eso me basta
Pasamos por las gafas de sol y me decanté por unos clásicos club master de pasta color café con el moteado clásico característico que los identifica. Luego pasamos por el perfume, definitivamente me lo llevaría. Y justo antes de salir pasamos por una tienda que me atraía mucho, pero que no sabía si podía visitar en compañía de mi madre.
Me detuve en seco, y ella lo notó, la distancia entre yo y la puerta era abismal algunos 15 metros, pero al ser locales de gran tamaño, era obvio a donde quería ir. Mantuve la mirada en el suelo y mi madre se acercó.
̶ ¿Crees que pedirte que entremos sería un abuso? ̶ De dije en voz casi inaudible sin separar la vista de mis pies.
̶ Mmm ̶ Mi madre aclaró su voz llevándose el puño frente a los labios. ̶ Creo que sería un poco incómodo, pues esta plática ya la tuviste con tu papá. Pero como él la tuvo con nuestro hijo, y pues tú eres ahora mi hija… creo que me corresponde a mí hacerlo. Entremos.
Con mucha pena y el rostro lleno de color rojo brillante, ambas giramos hacia la entrada y empujando la puerta nos infiltramos lo más desapercibidas que pudimos.
Adentro no era muy diferente de cualquier tienda de ropa, solo que aquí las cosas se veían más pintorescas, en los estantes había todo tipo de aditamentos. Muchos de los cuales, no tenía idea de para qué servían.
Mi madre se acercó a mí y me dijo de nuevo aclarando su voz.
̶ Primero que nada Pamela debes saber que todos los chicos siempre quieren meterse en tus pantalones, o en tu falda o lo que lleves puesto ese día. A mí me parecía extraño que tu no l intentaras, pero ahora entiendo el porqué. Entonces en respuesta a eso debes estar siempre preparada con lo básico un condón masculino.
Si no tienes el dinero, recuerda que siempre en los centros de salud son gratis, y los de allí tienen una de las mejores calificaciones de todos. Bueno a lo que venimos ¿Te interesa algún juguete?
̶ La verdad sí, pero no tengo idea hay tantos.
̶ Mira este me parece que es algo bueno para empezar. ̶ Me dijo colocando un pequeño dildo rosa liso de algunos 15 cm de largo y 2 cm de diámetro. ̶ La clave con estos es que al tener vibrador, solo debes encontrar el punto correcto y te hacen explotar.
Mi mirada estaba perdida entre aquel mar de juguetes que estaban a mi alcance, cuando de pronto mientras giraba en busca de algo, mi vista se detuvo. Lo vi fijamente, era hermoso, un dildo con forma de pene, con una cabeza rosadita que terminaba en un poderoso hongo, de algunos 25 cm de largo pero solo 5 de ancho.
̶ Es mucho para una primeriza ̶ Articuló la empleada.
̶ Vaya que lo es nena. Pero Pamela, tus eres una mujer adulta responsable de sus decisiones, si tú lo quieres lo llevaremos.
̶ ¿Crees que podemos llevar ambos?
̶ ¡Podemos! ̶ Dijo efusivamente mi madre colocando ambos paquetes en la barra de la cajera. ̶ Y también un lubricante. ̶ Sonrió.
El regreso a casa trascurrió sin percances, de ida no me había parecido tan largo el viaje, pero de regreso la emoción por probarme todas las prendas, pero más aun de estrenar aquel vibrador rosado, había logrado que me mojara un poco, supongo que eran pequeños vestigios de lo que en su momento fue liquido preseminal. Pero que ahora ya solo era lubricante natural para mí.
Bajé del auto a toda prisa dejando todas las bolsas detrás. Mi madre supo que significaba aquello pues tan solo llevaba conmigo la pequeña bolsa café de papel que nos dieron en la sex shop.
̶ Con mucho cuidado Pamela, de poco a poco. ̶ Gritó mi madre mientras yo corría hacia mi cuarto
̶ ¡Hola pa! ̶ Saludé a mi padre al pasar de largo.
̶ ¿Qué le sucede?
̶ No se siente bien, algo debió caerle mal.
̶ Les dije que comieran mejor en un restaurante…
̶ No te preocupes papá, ella va a estar bien. ̶ Le dijo mi madre para calmarlo dándole palmaditas en el hombro ̶ Va estar muy bien.
Nada más llegar a mi cuarto cerré la puerta tras de mí, no quería ser interrumpida y, mucho menos que fueran a verme. Mi puerta tenía dos seguros uno que siempre viene con todas las perillas y que se saca fácilmente con algún alambre delgado y un pasador interno que yo había instalado hacia años por aquello de evitar que me atraparan masturbándome en mi juventud.
Me aseguré de que todas las cortinas estuvieran bien colocadas y las ventas cerradas para evitar cualquier desacomodo de ellas por alguna corriente de aire, puse música de fondo para ayudar a disimular cualquier sonido que fuese a emitir. Y además encendí el ventilador de piso de mi cuarto para generar aún más un poco de ruido blanco.
Puse los paquetes sobre la cama. Saqué el tubo de lubricante y lo puse en la mesita de estar. Temblaba de la emoción, sentía como mis piecitos estaban fríos a pesar de llevar medias calientitas e incluso aun calzar los tenis.
Abrí desesperada el dildo con forma de pene y casi en un arco reflejo recorrí mi rostro con él, como si de una caricia se tratara, luego lo coloqué justo en la orilla de la cama apuntando al techo, como si de mi amante turgente se tratara. Me retiré los tenis pues sentí que no iban con el aire erótico de la noche, los puse debajo de la cama y me alejé unos cuantos pasos comenzando a bailar sensualmente.
Agité el vuelo de mi vestido intentando que mi ahora amante imaginario que se encontraba recostado sobre la cama pudiera darse un pequeño adelanto de lo que estaba a punto de disfrutar. Mi culo enfundado con aquellas pantimedias acababa de hacerle una instantánea rápida al flashearlo por algunos milisegundos. Mis manos recorrieron el contorno de mi cuerpo. Que bien se sentía aquellas sedosas prendas sobre mi tersa piel. Me contonee de un lado a otro intentando con el suave movimiento de mis caderas, influir en mi acompañante un deseo incontenible de seguirme el ritmo. De nueva cuenta como si de una cámara se tratara flashee con mi culito el lugar donde debía estar el rostro de mi amado, en caso de que no fuera solo un producto de mi imaginación. Como era ahora el caso.
Giré para verlo y colocando la mano izquierda sobre la pared, giré mi torso y mi cuerpo sobre mi pie izquierdo dejando ver un poco más de mis nalgas pues levantaba con la otra mano un poco la tela que más cubría. Una sonrisa pícara llenó mi rostro de felicidad.
Y dejándome llevar por la pasión desbocada que en mi afloraba levanté mi rodilla derecha y la descansé sobre el muro que frente a mí se situaba. La carnosidad de mi muslo que con las hormonas había incrementado se hizo tremendamente evidente, era algo bastante apetitoso a la vista y cualquiera que lo hubiese presenciado habría sido incapaz de mantenerse abstemio después de aquella tan sensual imagen.
Mis hermosos pies permitían hacer visible la excitación que sentía pues casi por arte de magia estos se mantenían sensualmente flexionados. Volví a cubrir con mi vestido mis preciosos glúteos, pues iríamos de poco a poco. Mientras que sonreía sensualmente al imaginar como mi hombre seguramente me reclamaría por eso.
Acariciando mi glúteo con mi mano derecha, me giré lenta y sensualmente para quedar frente a frente con mi amado, colocando ambas manos sobre mi vientre bajo comencé a recorrer simétricamente los costados de mi cuerpo primero en dirección al piso tan solo por un segundo como tomando fuerzas y luego hacia riba muy lentamente recorriendo mi cuerpo, pasando por mis pezones y terminando seductoramente con la extensión de mis brazos justo por arriba de mi cabeza mientras cruzaba los antebrazos por detrás de la nuca al mismo tiempo que contoneaba mis caderas efusivamente de un lado al otro.
Drásticamente llevé mis manos al volado de mi vestido y comencé a levantarlo un poquito mientras bailaba, soltando fuertemente de vez en cuando como si de un látigo se tratara. Luego de varias repeticiones, mi mano izquierda encontró solitaria su camino hacia mi entrepierna, y mientras hacía una horqueta con mi dedo índice y el medio, comencé a estimular con ellos los laterales de los que debieron ser mis labios mayores. Yo sabía que no estaban aún allí, pero confiaba plenamente que algún día los habría de tener y esa misma piel sería aquella que me haría sentir placer. Juguetee un rato más en esa zona imaginado que estaría completamente plana y solo exceptuando los apenas 2 cm que mi pequeñín penecito implicaba, así era como se veía. Plano como una llanura llena de maleza.
Con mi dedo medio busqué el que habría de ser el capuchón de mi clítoris. Estaba completamente mojada. Estimulé aquella zona con pequeños movimiento circulares que de vez en cuando intentaban introducirse dentro de mi cuerpo. Decidí detenerme pues la excitación era mucha y aunque en ningún momento mi pequeño amigo tuvo ni la más mínima intención de erguirse, el placer que me permitía sentir si podría haberme hecho llegar al orgasmo antes de tiempo.
En su lugar llevé mis manos hacia mis nalgas y dando un giro gracioso sobre mis pies volví mi colita hacia el lugar donde debería estame observando mi amante. Mis manos separaron mis gruesas nalgas. Y mi culito rosado quedó expuesto, a merced de aquella enorme polla que se encontraba erecta sobre mi cama. Llevé un poco de lubricante hacia mi ano y suavemente comencé a estimularlo presionando con mis dedos lentamente. Poco a poco y debido a algún químico que el lubricante contenía, mi ano se fue dilatando permitiendo así la entrada de uno de mis dedos. El primero en aventurarse fue el dedo medio, dando lugar tan solo a la falange más externa en un corto y lento mete y saca. Luego gentilmente intenté de introducir el dedo anular. Pero mi ano opuso un poquito de resistencia. Produciéndome una punzada corta pero intensa de dolor que me hizo sacarlo. Decidí después no ceder terreno y el dedo anular volvió al ataque introduciéndose rápidamente dentro de mí, la punzada regresó pero esta vez aguanté valientemente esperando a que pasara y diera lugar a un poco de placer. Estando en esa posición, decidí que mientras esperaba a que todo se asentara, podía con el dedo medio continuar la exploración de mi recto, permitiendo así que la búsqueda de mi punto G no cesara en ningún momento.
Fui avanzando poco a poco y al cabo de unos momentos por fin di con ella. Ahí estaba mi próstata, una bolita abultada dentro de mí que lograba pulsar cuando con mi mano y hacia la señal de cuernos que todos conocemos de los metaleros. Desde esa posición y debido a que los dedos se flexionaban hacia el frente, la estimulación era muy deliciosa y vi como poco a poco la punta de mi falso clítoris se llenaba de más líquido preseminal producido por la intensa estimulación que estaba produciéndome.
Seguí entrando y saliendo de mi misma tan fuerte como pude con ambos dedos. Quería facilitar la entrada al pequeño dildo rosa que había comprado, pero sabía que su diámetro era ligeramente mayor a la suma de mis dos dedos, por lo que debía de estimularme un poco más y permitir la dilatación de mi culito para disfrutar antes que sufrir de introducirme aquel bello artefacto.
Luego de unos minutos estimulándome de aquella manera, sentí y estuve segura de que mi ano se encontraba listo para subir la acción de nivel.
Con la mano libre sujeté el vibrador y por primera vez lo encendí presionando de un botón que se encontraba en la base. El poder que aquel demonio de juguete poseía era increíble, casi salió volando en el instante que lo encendí. Incluso estando solo en mi mano se sentía rico. No podía ni imaginar que se sentiría tenerlo dentro de mí.
En medio de aquella ola de inmenso placer casi me olvidaba de mi otro dildo, así que como una loca me dirigí hacia él con toda la intención de hacerle una buena mamada. Pero para facilitarlo primero le chupe la base que era de chupón y luego de un fuerte golpe, lo fijé a mi mesita de noche. Osciló estoico fuertemente erecto frente a mi rostro. Trague saliva pues tenía un poco de miedo de que podría pasar si llegaba a introducirlo dentro de mí, debido a su enorme tamaño. Pero dejando de lado cualquier temor, me lancé hacia él como una valiente valkiria guerrera.
Con mucha saliva procuré lubricarlo y luego de varios intentos estaba completamente húmedo. Con mis labios froté su glande intentando imaginar que complacía a un poderoso macho. Y luego de repente para hacerlo más realista me empujaba a misma hacia adelante procurando producirme arcadas. Debido a su longitud y grosor era una tarea bastante sencilla por lo que logré producirme más de una docena sin ningún problema. Todo mientras aun jugueteaba con el vibrador por fuera de mi ano estimulando aquella zona erógena de una manera sublime.
Entonces llegado al tope, introduje sin vacilar el vibrador dentro de mí, dirigiéndolo con certeza hacia donde había reconocido que estaba mi próstata. El estímulo fue muy poderoso. Deberas mamá tenía razón respecto a él, era el compañero idea de una chica. Quise empujarme lo más que pude el dildo grande dentro de mi garganta sin importarme las arcadas o incluso el dolor o incomodidad que me producía por su extensión y entonces en un pico descontrolado de placer llegué al orgasmo.
Primero nada emanó de mí, y pensé que se trataba de un orgasmo seco, pero luego lentamente espeso semen emanó de mi flácida y diminuta verguita. Era un espesa como nunca antes lo había sido y tan abundante o mucho más que la primera vez que me masturbé. Sentía espasmos dentro de mí, recorriendo mi vientre y bajando hasta mi perineo mientras que mi ano se contraía fuertemente sin control sobre aquel delicioso vibrador.
Un inmenso cansancio me inundó y así como estaba tumbada en el piso. Me quedé dormida y desperté hasta el otro día atraída por el olor a tocino y hot cakes que miii madre preparaba cada mañana.