Mis primeros cuernos

Los cuernos que me puso mi novia

Mis primeros cuernos

Los primeros cuernos me los pusieron de novios. Tendría unos 17 años. Si, tal vez fueron algo precoces.

A lo mejor los primeros los más importantes porque ya aceptada la situación…

¿Mi novia? Una puta desorejada. La verdad es que estaba muy buena. Qué te voy yo a contar. Buenas curvas. Sexy. Unas tetas enormes, que a mí me fascinaban. A mí y a mucha gente claro. Buen culo. Un coño súper, pero súper peludo. Con unas melenitas en las que daba gusto enredar los dedos. Ojos verdes. Tal vez un poco baja. Con lo cual, pues sus tetas destacaban más todavía.

Primeras vacaciones y al regreso la noté algo distante. Hablamos y eso… Al final me lo dijo. Había tenido un “rollete”. El típico de verano. Me empeñé en saber. Hasta los últimos detalles. No sé porqué porque me puse malísimo. Celos, morbo, furia, envidia,… de todo. Pero me empeñé. Y lo dijo. Allá tu.

En una discoteca. Lo hizo con su prima. Al principio fueron a ver si pillaban a algún pardillo que las pagara unas copas, pero se la fue de las manos. Se lió con uno. Tenía de todo. Alto, rubio, ojos azules, alemán. No le faltaba nada. Además tenía 20 años, niñato de papá con dinero y con coche. Se dejaron pagar unas copas y luego pues pasó lo que pasó.

Además como solo iban a ser esos días y luego no se iban a volver a ver pues perfecto. Ya ves qué planteamientos tenía esa zorra a los 17 añitos.

Me contó que fue en la playa. Por la noche. Unos morreos. La desnudó. Se masturbaron. No la folló. Confesó que no se la metió de milagro, (a su prima el suyo si se la folló) que ella lo estaba deseando. El tío estaba como un queso, dijo, pero se corrió antes de tiempo y solo la masturbó. Luego cada uno para su casa y se acabó la historia.

¿Se corrió? la pregunté, Si, es que claro, ella también tocaba, no se iba a estar de brazos cruzados. Tenía un “aparato enorme” eso fue una de las cosas que más la empujó a hacerlo, ya sabes por probar de todo, decía. Bueno el caso es que cuando el alemán me empujó la cabeza… No terminó la frase. ¿Le comiste la polla? la dije casi gritando. Que burro eres, respondió ofendida. Se lo hice con la boca.

No sé en qué cambia, salvo en la forma cursi de decirlo. Las dos frases significaban lo mismo. Esa puta se había tragado el rabazo del alemán. Me la habían estrenado la boca. Si porque conmigo, ni aunque se lo pidiera de rodillas, jamás de los jamases.

El asunto estaba a punto de explotar cuando mi novia se dio cuenta de una cosa. Mi bulto en los pantalones. No sé quién alucinaba más. Si yo al imaginarme a mi queridísima santa, casta y pura novia desnuda, no desnuda no, en pelotas que es más vulgar o ella al ver que me ponía como un burro al enterarme de cómo me había puesto los cuernos. Ni yo me lo explico, pero la verdad es que me puso a mil eso de imaginármela manoseada por otro tío y ya lo de pensar en ella haciéndole una mamada, pues ni te cuento.

Vamos que el descubrir que era una buena zorra hasta me gustó.

El caso es que me sacó el rabo y riéndose comenzó a tocármelo. Pero bueno, no me digas que te gusta saber lo que hice con otro. No contesté. Para qué. Si mi polla lo decía todo. Bueno y como ya no tenía excusa y supongo que para contentarme, pues me gané unas cuantas chupaditas. Eso sí, no se lo tragó y no me dejó correrme en su boca. Qué asco, decía, con lo  mal que sabe. Osea que ya lo has probado con el alemán dije. Su sonrisa. Con ese no. Obviamente estaba diciendo que se había comido más de rabo. No aguanté y empecé a correrme.

Desde ese día se acabaron los disimulos. Las blusas cada vez más escotadas, las minifaldas, algún día que otro la muy zorra salía sin bragas… Desde ese verano cuando fuimos a la playa el sujetador nunca aparecía. No si no es la primera vez que hago top less, bueno contigo sí, pero con los otros no. Tómatelo como quieras. Esa zorra se desnudaba sin problemas y a mí me había costado sangre sudor y lagrimas soltarla los botones de la blusa. Y con la luz apagada, que la daba vergüenza.

Cuando llegamos a la facultad, fue el desenfreno total. Sé que se la follaron tres o cuatro compañeros de clase. Uno incluso se la cepilló en los W.C. de clase.

Ahora el que más fue su compañero de las prácticas de laboratorio. Los dos solían estar solos. Él era muy lanzado y siempre estaba de broma,  muy simpático pero nos e cortaba. Ella se lo pasaba muy bien con él. Había “buen rollito”.

Me contó la primera vez. Fue un día que llevaba minifalda. Delante estaban dos compañeros de otra clase. Los típicos empollones con cara de pajilleros. Las risas, las burlas. Esos no han visto unas bragas en su vida. Y una apuesta. Unas braguitas que bromeando desaparecen y por arte de magia aparecen en una mesa… Las caras de los otros, los bultos que crecen en los pantalones. Las risas, sobre todo cuando uno de ellos se las guarda en el bolso y sale al baño.

Luego cuando se quedaron solos empezaron las risas y las bromas entre ellos. Que si agáchate, que por qué no te subes allí… ya para verme lo de abajo y cosas así. Luego ya los toqueteos. Y zas. Acabó espatarrada encima de la mesa del profesor con un rabo metido hasta las orejas. Javier se llamaba.

Y para colmo le conocía yo. Íbamos juntos, en la misma pandilla. Claro luego cuando me lo contó entendí lo de sus miraditas, las  que yo no sabía a cuento de qué venían y sobre todo su siempre cara sonriente. Normal, era verme y sonreía. Debía de pensar mira el cornudo ese, me follo a su novia en sus narices y ni se entera.

Hasta que se echó novia, Javier se estuvo follando a mi novia, y luego se tomaba copas conmigo. Creo que lo más descarado fue una noche, en las fiestas de Navidad. Se follo a esa puta en los W.C. de la discoteca. Todo el mundo bailando, de fiesta, y yo bebiendo con el resto de la gente mientras esa zorra estaba dale que te pego. La gente estaba cada vez más borracha y las chicas más y más lanzadas. Algo cargado de alcohol me puse cachondo al ver a otras chicas y cuando subimos al coche la llevé a nuestro rinconcito. No tenia bragas y el coño estaba súper mojado. Yo pensé que ella también estaba cachonda y que tenía tantas o más ganas que yo. Pero luego me enteré, que es que el amigo Javier la había metido una buena ración de rabo.

Ella me decía que era normal. Mira, si solo es sexo, me decía, si no les quiero, solo les quiero para un rato, si a quien quiero es a ti. Y mientras me daba besitos y me agarraba la polla me hacia una paja contándome hasta el mínimo detalle el ultimo polvete que la habían echado.

El caso es que yo acabé aceptando mi papel de cornudo y me parecía la cosa más normal del mundo. Éramos jóvenes y lógicamente teníamos que tener ganas. Pero la buena relación era la nuestra. Y la verdad es que aunque era muy puta, sé que me quería. Bueno n os queríamos y mucho. Y mal no me trataba. Entre nosotros teníamos sexo de todo tipo, des el súper cariñoso hasta el divertido. “Cuernitos”, “Bambi”. Me decía esos insultos cariñosos en la intimidad. También los usaba como claves o contraseñas. Por ejemplo, estábamos estudiando en la biblioteca. Me daba un besito y me dejaba una nota en los apuntes. “Hola Bambi. Un beso”. Eso significaba que mi novia se había acostado con otro. Esa tarde no solo tocaba paja, sino que seguramente un polvazo morboso a tope.

Así me fui enterando de sus amantes y me volví un cornudo consentido. Hasta que un día ya me lo dijo. Mira, había empezado como siempre, como un juego. Solo por pasar el rato. Pero la cosa fue a más y se la había ido de las manos.

Se lo estaba haciendo con Jesús Angel. ¿Tu compañero de oficina?

Si. Mira que lo sospechaba… fue lo único que se me ocurrió decir en ese momento. No me di cuenta que esa vez era diferente. No me di cuenta que me estaba diciendo algo muy distinto y que esta vez no habría paja ni polvazo morboso y si había algo sería de despedida.

Mirándome a los ojos, muy seria, me contó que Jesús Ángel se la follaba un día sí y otro también. En la oficina, en el coche, en los almacenes, en su casa, en la nuestra, en el cine, en los bares, en el campo… había tomado posesión de ella. Una cosa curiosa. Se la cepillaba “marcando territorio” como los perros. Si yo me la había follado en la cocina por ejemplo, el colega se follaba a mi novia en la cocina. En los mismos sitios, para borrar mi recuerdo me explicó ella. Una obsesión como otra cualquiera.

El caso es que me dejó plantado. Me tocó hacer las maletas y a la puta calle. Cornudo apaleado y abandonado. Y en diez minutos allí estaba su coche. Y yo con el rabo tieso imaginando con el colega se estaba cepillando a mi novia, bueno desde hacía 10 minutos mi ex novia.

A los seis meses volvimos a vernos. Esa misma noche follamos como perros. Y no lo digo solo por la postura. La encontré distinta.

No solo hacia más cosas. Su forma de follar era distinta. Movía las caderas que vamos, menudo meneíto. Su coño es como si se quisiera tragar la polla. Restregaba su sexo contra el tuyo. Su clítoris se frotaba. Al follar se metía la mano y se tocaba ella sola, te ofrecía los pechos para que se los comieras. Jadeaba escandalosamente. Se había desinhibido del todo.

Joder con el amigo Jesús Ángel, la de cosas que la había enseñado y mira que yo la tenía muy follada. Pero por lo que se ve una cosa es la cantidad y otra la calidad y Jesús Ángel, no solo por lo que me dijo sino por lo que estaba viendo, debía ser la leche. Vamos, que él era la calidad, todo un maestro.

El caso es que esa puta dejó de poner reparos a lo de comerme la polla, y cosa que me sorprendió, ya no protestaba si te corrías en su boca. Y ya cuando la di la vuelta y la metí el rabo por el culo aluciné en colores. Vamos maricón métela la polla me dijo casi a voces cuando con cuidadito y mucho cariño arrimé el capullo y comencé a empujar para no hacerla daña.

Aluciné. Entraba con una facilidad tremenda. Tenía el ojete súper follado. Jesús Ángel no había perdido el tiempo, la tenía súper follada.

Extenuados hablamos de nosotros. Jesús Ángel follaba de maravilla, mucho mejor que tú me decía tan tranquila. Y no solo follaba de maravilla, es que la sabia llevar. No solo no la pasaba ni una, sino que además, eso de que ella se fuera con otros, ni hablar. No la dejaba ni hacer top less si no estaba el delante. Menudas la preparaba. Bueno un día que se me ocurrió no veas luego en casa. Me contó toda orgullosa que nada más llegar la metió dos bofetones.

Aluciné. Si es verdad. Es un cerdo, un machista y un déspota, pero me he enamorado de él como una loca. Además, en la cama era una maravilla y la tenía muy bien follada y satisfecha. Vale era un poco bestia, pero… por ejemplo, si había algo que no le gustaba, esa noche la daba por el culo. Ese era el premio. Yo alucinaba. Ella estaba encantada. Naturalmente él no sabía que estaba conmigo. Se iban a casar dentro de poco y ese polvo era el polvo de despedida. No me iba a volver a ver nunca más, eso me dijo.

Lo único que no la gustaba de Jesús Ángel es que su polla era… como decir. Mira cariño, es como la mitad de la tuya (a mi me mide unos 14-15 centímetros en su máximo esplendor) osea que tenía un mini pito… Si pero mira, la mueve de maravilla. Lo de la polla de caballo, como fantasía, estaba bien. Además ya había probado alguna de buen tamaño, pero mira, pequeñita tenía sus ventajas: la entraba entera en la boca, podía darla por el culo sin que la doliera….

Comprendí por qué movía así las caderas, para que no se la saliera, para que no se escapara. Comprendí también por qué la follaba tanto por el culo y ella no se quejaba. La imaginé con eso metido en la boca. Si ese era el tamaño, tenía que tragarse hasta los huevos.

Y la eché el último polvete.

csdsumiso@hotmail.com