Mis primeras Prácticas Profesionales
Próxima a terminar mi ciclo académico, era hora de realizar mis prácticas profesionales. Califiqué para una entrevista en una empresa de muebles, gerente-propietario era tan provocador que en la entrevista rozó su verga en mi brazo varias veces; este trabajo sería mío sin duda.
Mis Primeras Prácticas Profesionales
Terminando mis estudios universitarios, sólo dos ciclos más. Ahora el reto de las ansiadas prácticas profesionales, así que decidí indagar un poco sobre las empresas de la región, para la presentación de mi expediente. En una de las últimas empresas a visitar, de fabricación y venta de bienes muebles diversos, obtuve información tanto de su conformación empresarial como la de su gerente-propietario. Según su secretaria, que es quien resulta sabiéndolo todo en la oficina y fuera de la oficina, me dijo que el gerente, Ingeniero Antonio Venegas, era una persona que le gustaba acosar a las chicas nuevas y a las otras también, que tuviera mucho cuidado; que no se le escapaban ni las amigas de su hija. Sin dudarlo más, presenté mi expediente en espera de la ansiada entrevista.
Días después recibí la noticia para la entrevista de rigor, un viernes por la tarde, fuera del horario de trabajo, es decir, el descanso laboral, porque por acá se trabaja en horario partido, quedando un espacio libre de horario entre la una de la tarde y las cuatro de la tarde.
Decidí llevar una minifalda provocativa, sin mostrar ni mucho ni poco, sólo una pequeña parte de los muslos, con una blusa blanca de corte formal. Al llegar a la oficina, estaban allí una chica en espera y otra dentro de la oficina, ignoro si hubo otras antes. Al salir la chica que estaba dentro, pude notar que era algo mayor a mí, de contextura gruesa, muy blanca y muy seria; la chica que entró después de ella, tenía casi mi edad, a juzgar al verla, delgada y muy morena, de cabello muy lacio, de ropas exageradamente formal, con unos lentes que disminuían su belleza natural. Después de unos interminables diez minutos, la puerta de la oficina se abrió, la chica con una leve sonrisa se despidió de mí, era mi turno y quería trabajar allí, de cualquier manera. Al ingresar a la oficina, después de los saludos de rigor, me senté en una silla frente a él, como estaba vestida de minifalda, al cruzar las piernas la faldita se me subió un poco y pude notar como la mirada del Ingeniero se fueron directo a mis piernas.
La entrevista versó sobre datos personales, preguntas relacionadas al giro del negocio y expectativas personales en la empresa. Le contestaba pícaramente, al tiempo que me acariciaba el muslo izquierdo que estaba sobre el derecho. El Ingeniero estaba a gusto conmigo a juzgar por su expresión, era un tipo mayor de al menos cuarentitantos años. Después me señaló la computadora, la cual encendí en el acto, me senté en la silla junto a la misma, era una silla de respaldo pequeño y un poco alta, sin duda hecha para una mujer delgada, en la que cupe muy bien. Abrí unos archivos de la empresa, mostrándome información confidencial referente al stock de productos; se puso del lado derecho de mí, desde allí estiró su mano hasta el otro extremo desde donde estaba para tomar un disco e introducirlo a la lectora de la computadora, en ese estirarse pegó su verga a uno de mis brazos y me la hizo sentir por unos segundos. Como el CPU de la computadora estaba abajo, me incliné sin doblar las rodillas, para poner el disco en la lectora, esa pose entusiasmó al Ingeniero, el disco contenía videos sobre más información de la empresa. En un movimiento calculadamente torpe, tropecé con una de las patas de la silla, como mis zapatos eran abiertos, mis dedos sufrieron un pequeño daño. El ingeniero Antonio, tan gentil, hizo que ponga mi pie en la otra silla, donde antes me senté, para evaluar el daño de mi pie. Le confesé que sentía un dolorcillo en mis dedos, en cada uno de sus masajes, miraba al techo de la oficina y cerraba los ojos, él no desaprovechaba, la visión de mi ropa interior por tener subida la pierna. Después de este astuto impase, decidí hacer uso del baño de la oficina y al salir del mismo, llevé una de mis manos hacia mis nalgas y jalé con mis dedos uno de los bordes que se estiró, al contraerse luego golpeó levemente una de mis nalgas, sin duda que me quería comer con la mirada. Estuvimos en su oficina casi una hora, luego del cual generosamente se ofreció a llevarme a casa. Sentada en su coche en la parte delantera iba con las piernas ligeramente abiertas sin ser vulgar, en el trayecto me dijo que el puesto era mío, que me esperaba el día lunes temprano, sin horario establecido, al menos la primera semana para ir conociendo la empresa y el desenvolvimiento de la misma. Al llegar nos despedimos con un beso en la mejilla, y espera el día lunes.
En el transcurso de la semana pude enterarme de muchas cosas tanto empresariales como personales. El Ingeniero Antonio, tenía unos 44 años de edad, con una hija lesbiana de 20 años, viudo desde los 26 años, vivía sólo con su hija. Y que en una oportunidad, la secretaria, que era quien me decía estas cositas, sorprendió al Ingeniero con su mano dentro de la faldita de una de las amigas de sus hijas, la cual retiró al instante tras el ingreso de ella, la secretaria. En cada detalle más, mi morbo iba en aumento. Pasaba mayor parte del tiempo en su oficina, en la computadora, con los coqueteos y rozaditas acostumbradas, de tantas rozaditas hasta había calculado el tamaño de su verga. Llegó el día viernes y me invitó a su casa un sábado, según él, para explicarme más al detalle algunas cosas de la oficina. Sin duda imaginaba el motivo de la invitación, así que sin titubear le dije que iría como a las diez de la mañana de ese día.
El día sábado llegué a su casa con la misma minifalda de la entrevista y con un polo y zapatillas. Para variar estaba sólo, su hija había salido. Estando en su casa me enseñaba algunos proyectos futuros de su empresa, sin dejar de mirarme las piernas, pues estábamos juntos y sentados en el mueble de la sala. Al preguntarme sobre sus proyecciones puso una de sus manos en mis piernas y me la acarició con descaro, diciéndome lo linda que me veía. Mientras me hablaba no dejaba de acariciar mi muslo derecho, yo le contestaba en pícara sonrisa, sin molestarme aquella mano sobre mi pierna. Seguimos conversando y entreabrí las piernas ligeramente, lo que aprovechó para meter su mano y rozar sus dedos con mi ropa interior a la altura de mi coño que se humedecía de excitación.
Al sonreírle le dije que era un viejo verde, el simplemente puso toda su mano en mi coño por encima de calzoncito, estaba tan excitada que decidí cogérsela por encima de su pantalón, la tenía dura y gruesa. Luego nos besamos como dos enamorados en su primera vez y me llevó a su cuarto. Allí nos continuamos besando en la cama, quedando yo debajo de él, después nos desnudamos y nos echamos en la cama; él acariciaba toda mi piel con sus manos y yo su cuerpo, como el preámbulo e lo que vendría, sus labios se posaron en mis pechos y sus manos también para estrujarlos y acercarlos a su boca, sólo me limitaba a acariciar sus cabello y su espalda hasta llegar mis manos hasta sus nalgas y aumentar mi excitación mientras aumentaban las caricias. En un momento se puso en la cama echado boca arriba, me subí encima de su cuerpo, quedando mi coño a la altura de su boca y la mía cerca de su verga para darnos un 69 de aquellos, tomé su verga con mis manos desde el tronco y me metí la caebza de su verga en mi boca, dentro de mi boca mi lengua jugueteaba en ese pedazo de verga dura. Él no perdía tiempo y sentía como su lengua invadía mi coño y como después unos dedos ingresaban en él, haciéndome gemir de placer. En este placer intenso, me di vuelta y sosteniendo su verga con mi mano me la fui introduciendo de a poco, hasta que me senté por completo encima de su verga, puse mis manos a los lados de su cabeza en la cama y me impulsaba lentamente. Antonio tenía sus manos en mis muslos, y en este ir y venir de adelante hacia atrás, msi epchos se bamboleaban suave y lentamente haciendo que mi place se intensificara y su angustia sexual fuera en aumento. Luego de un rato, quedé ahora echada en la cama con las piernas abiertas y él entre ellas penetrándome. Cuando me hubo penetrado toda abrió las piernas apoyando sus rodillas en la cama a los lados de mi cuerpo, pasó sus brazos atrás de mi cuello como abrazándome quedando mi cabeza por sobre uno de sus hombros y con ese placer que sentía aumentado por mi vaivenes lentos, se movió sacando y metiendo su verga dentro de mí tan rápido como pudo, como si quisiera atravesarme con su verga. En su excitación su cuerpo sudaba por la fuerza con la que me cogía y sujetaba y bañaba mi cuerpo con su sudor y bramaba con fuerza, era tan intenso que me hacía desearlo más y más, en este estado de incesante placer escucho el abrir y cerrar de la puerta, luego unos pasos y oír una voz que se anunciaba: ¡papi, ya llegué!, luego oír como la puerta del cuarto contiguo al nuestro, separado tan sólo por una pared se abría y se cerraba suavemente. Antonio seguía moviéndose rápidamente sobre mí como si su vida se fuera en ello, sentir el peso de su cuerpo, su cuerpo mojado que al unirse al mí daba unos splash que se escuchaba en toda la habitación, en sus jadeos y gritos, y yo debajo de él recibiendo sus embates que me hacían estremecer de placer, quería que estos momentos fueran interminables, gimiendo y gritando como si nadie más hubiera en la casa, llegamos al orgasmo cansados y satisfechos de placer, recibiendo su rica leche en mis pechos y lo que quedó en su verga se fue a mi boca hasta que su verga perdía su vigor entre el cansancio y la satisfacción. Él me dijo que no me preocupara por su hija porque ella siempre se encerraba en su cuarto. Me puse mi ropa íntima, mi calzoncito, con los pechos al descubierto y me dirigí al baño que estaba fuera de la habitación a unos metros lejos del cuarto; al ir al baño pude ver a la hija de Antonio, una nena de 20 años, de estatura media, delgada, cabellos largos, piel blanca, de nalgas y pechos pequeños, que parecía más bien una nena de 14, le sonreí y saludé con un movimiento de cabeza, continuando hacia el baño. Al salir del baño, aún estaba en la puerta como esperándome, al verme se mordió los labios y me lanzó un beso volado. No lo dudé y me acerqué a ella y para corresponder ese beso pegué mis labios a los suyos y dejé sentir en su boca el sabor del semen de su padre que de mi boca fue a la suya, diciéndole al oído: ¡qué rica es la leche de papi!, tomé sus manos y las llevé a mis pechos continuando diciéndole: “pero casi toda está aquí, en mis pechos, bésalos mi amor”. Se inclinó un poco y lamió mis pezones. Como estaba vestida con short y polo pequeño, me fue muy fácil ir hasta su coño y acariciarlos por encima de su short. Luego le levanté su rostro hacia mí, me arrodillé frente a su coño, puse una mano en cada una de sus caderas y le bajé el short junto con su calzoncito hasta debajo de sus rodillas para lamer su caliente coño y hurgar su clítoris con mi lengua y mis dedos se metían en su coño, arrancando de ella gemiditos de placer.
Después de intensos minutos de sesión lésbica, le di un breve beso en los labios, murmurándole al oído: “voy a ver a papi, que seguro me espera con la verga dura como a mí me gusta”. Esto despertó la sonrisa de Julia, la hija de Antonio.
Entrando de nuevo a la habitación donde estaba Antonio, que ya lo tuteaba desde nuestro primer encuentro, lo encontré somnoliento recuperándose de aquella gran cogida que me dio. De inmediato me tiré encima de él, lo llené de besitos en los labios y con una mano le cogía la verga para que se le volviera a poner dura. Como no lo conseguía con las manos, decidí hacerlo con la boca y me llevé su verga a mi boca, aún la tenía algo fláccida y, decidí mamarla con ganas, una y otra vez, sostenida entre mis manos. Al sentir que se ponía dura entre mis manos, le di una suave pero muy lenta masturbada, tratando que la desesperación se apodere de Antonio, y me cogiera con todas las ganas que sus fuerzas se lo permitían.
Me puse al filo de la cama, con el cuerpo echado en la cama, con el culo levantado y los pies en el piso de la habitación, desde mis caderas hasta mi cabeza en la cama y desde mis caderas hasta mis pies fuera de la cama, con las piernas ligeramente abiertas. Antonio se puso detrás de mí, tomando su verga con su mano para ponerla en la entrada de mi coño y con la otra mano se apoyaba a mi cadera, cuando la tenía toda dentro de mí, me sujetó de las caderas y se movió tan rápido como pudo, de atrás hacia adelante, causando fuertes ruidos en la cama, acompañados de sus gritos y de mis gemidos. Después de largos minutos, decidimos continuar en esta posición pero subidos en la cama.
Me subí a la cama y me puse en cuatro, él vino detrás de mí y nuevamente me penetró el coño, doblé mis manos de tal forma que mi cabeza quedó apoyada en la cama, las rodillas en la cama y el culo levantado, Antonio sujetándome de las caderas, moviéndose rápidamente, empujándome hacia adelante. Luego de probar por dos veces esta posición, decidimos cambiar a una menos original, se echó en la cama y decidí cabalgarlo nuevamente, tomando su verga entre mis manos y me senté en ella y empecé a moverme lentamente de lado a lado, haciendo círculos con su verga dentro de mi coño, breves minutos mientras él recobraba algo de su vigor, y, finalmente terminé echada en la cama con mis piernas en los hombros de Antonio, su pecho apoyado en mis piernas, casi besaba mis rodillas. Sentí como su verga me iba penetrando, sus manos descansaban a los lados de mi cabeza, me empezó a dar con ganas y fuerza, se imponía un esfuerzo físico de su parte muy grande, su cuerpo sudaba nuevamente, humedecía mis piernas, sus jadeos eran intensos, cuando su cuerpo se pegaba a mis piernas empujando se oían unos chapoteos de nuestros cuerpos encharcados. Su rostro expresaba su gran esfuerzo, su rostro sudaba intensamente pero nunca dejó de darme con esa fuerza que arrancaba gemidos de placer y llegar juntos al orgasmo. Terminamos, él sentado al filo de la cama y yo de rodillas en el piso esperando su lechita para bañar mi cuerpo desde mis pechos hasta mi vientre, así lo hicimos y Antonio se echó hacia atrás descansando en la cama. Decidí ir al baño, pero esta vez así desnuda.
No fui al baño, cuando entré al cuarto de Julia, estaba desnuda en la cama con las piernas abiertas, frotándose el clítoris con dos dedos de su mano derecha y con la otra se acariciaba los pechos. Me subí en ella al tiempo que quitaba su mano de su coño para recibirme de brazos abiertos, pegar mi coño al suyo, refregándome frenéticamente en ella, dándole un gran beso y lamiéndole los labios, ofreciéndole mis pechos llenos de leche de papi. Ella trataba de juntar mis dos pechos para besarlos, lamer los pezones y todo mis pechos al mismo tiempo mientras mis dedos se iban a su coño para metérselos y sacarlos con suma rapidez, notando como su placer aumentaba cuando estrujaba mis pechos entre sus manos. Le ofrecí mis labios y abrí mi boca para que nuestras lenguas juguetearan, ambas con la boca semi abierta viendo como nuestras lenguas se buscaban para acariciarse entre ellas. Mis dedos que entraban y salían de su coño la ponían tensa y rígida de placer, estos dedos míos húmedos, penetraban ese rico coño de Julia y de rato en rato mi dedo pulgar acariciaba su clítoris hasta sentir como su coño inundaba mi mano, quedando así extasiada de gusto. Le susurré al oído: “voy a ver si papi recobró la fuerza – tomé una de sus manos y la puse en mi coño – porque este coño desea otra vez su rica verga”,”no sé cuanto aguantará pero me gusta cuando está encima de mí, dándome duro y con ganas”.
Ella respondió a mis expresiones diciéndome: “no te preocupes mi amor, que mi papi no se echa más de tres”. Vaya con la nena, creo que esa expresión encierra una afirmación hacia el amor filial, no me quedé con la duda y solté una expresión: “perdóname mi amor, pero creo que esta noche te quedarás sin sexo con papi porque le quitaré las pocas energías que aún le quedan”. Julia con la sonrisa de siempre, me acaricia las nalgas, junta sus labios y me lanza un beso susurrándome: “a mí me excita toda cuando su cuerpo sudoroso se pega al mío”. Joder con la nena, amante del amor filial, con ese pensamiento salí del cuarto y fui a ver a Antonio.
Encontré a Antonio en la misma posición que lo había dejado, con los pies en el piso y el cuerpo en la cama, me arrodillé cerca de su verga y me la puse en la boca, quería verla dura otra vez para cabalgarlo rápido y si delicadezas. Fueron muchos minutos, su verga recobró mucho del vigor que había perdido. Se subió en la cama para quedar todo su cuerpo en ella, me subí en él, tomé su verga en mi mano y la apunté a la entrada de mi coño y dejé caer lentamente mi cuerpo, los siguientes minutos fueron movimientos circulares en su verga y luego mis manos a los lados de su cabeza, mis rodillas descansaban en la cama y me moví de adelante hacia atrás tan rápido como mis fuerzas me lo permitían, sin detenerme. La cama rechinaba de tanto movimiento, lo cabalgaba tan desaforadamente que Antonio no pudo controlarse y sentí un líquido calientito dentro de mi coño, lo descabalgué tan rápido como pude y me fui al baño, al regresar pude ver como en su vientre se hallaba gran parte de su semen y terminé chupándoselo hasta que esa verga quedaba fláccida y sin energía.
Al descansar cerca de Antonio en la cama, pensaba que Julia no era lesbiana del todo sino una mujer bisexual que se oculta dentro del lesbianismo para que no la relacionen con papi. Minutos después, estaba vestida, me acerqué a Antonio y le di un beso de despedida, luego fui al cuarto de Julia, le di un cariñoso azote en sus nalgas y le dije: “me retiro mi amor, me gustan los tríos y los jueguitos en grupo pero con personas comunes a nosotras, yo también tengo sexo con mi hermano y me excita tener una tarde juntos”. Ella se levantó de su cama, se abrazó a mí rodeando mi cuello con sus brazos, dándonos un gran beso cargado de deseo y placer futuro.