Mis primeras experiencias sexuales

Su tía Aurora le inicia en el sexo una mañana en que él la colma de placer.

Autor: Salvador

Dirección: demadariaga@hotmail.com

RECUERDOS JUVENILES ( I )

MI TIA AURORA, MI PRIMERA MUJER

La mañana en que mi tía aurora llegó de visita no imaginaba ni ella ni yo que iniciábamos una historia incestuosa que involucraría a mis dos hermanas y a mi madre.

En esa época me acercaba a los 17 años y mi cuerpo reclamaba satisfacciones mayores que las que lograba con mis masturbaciones solitarias, por lo que me encontraba en un estado de excitación casi permanente, ya que viviendo solamente con mi madre y mis dos hermanas, Claudia de 19 y Jenny de 15, cualquier prenda intima de alguna de ellas que encontraba tirada me producía tal necesidad de sexo que solo podía calmar en el baño o en mi dormitorio, con la ayuda de mi mano.

Mi fijación sexual me llevaba a buscar situaciones eróticas propicias, como el reflejo del cuerpo de alguna de ellas contra la luz, un seno que por descuido se asomaba mas allá de lo que correspondía, una pierna que mostraba algo del muslo o el roce de sus cuerpos contra mi pelvis que siempre andaba a la busca de alguna ocasión de frotarse contra alguna parte de sus cuerpos.

Aun cuando mi afán voyerista se repartía entre las tres, mi preferencia estaba con Claudia, la que parecía como mas accesible por la edad. En esa época Claudia tenía un cuerpo escultural, producto de su activa vida sexual según me confidenció después, con piernas largas y exquisitamente torneadas, las que remataban unos muslos gruesos y firmes que me hacían perder el aliento cuando se alejaba contorneando su cuerpo cubierto por su bata de seda que aumentaba la belleza de sus formas.

Y sus senos, turgentes, grandes, redondos y con dos pezones apuntando al frente, desafiantes en su hermosura, que siempre parecían reclamar su libertad de la prisión a que los sometían los sostenes diminutos que cubrían a penas esa masa de carne firme que se bamboleaba a cada paso de mi exquisita hermana mayor.

Su rostro era un cuento aparte, con unos bellos ojos verdes siempre alegres, una nariz respingada, rostro delgado y una boca de labios gruesos que hacían pensar en un beso apasionado y que cuando sonreían para invitar a poner en ella la lengua o algo mas solido.

Esto no quiere decir que mi hermana menor o mi madre me produjeran menos efecto. No. Es que Claudia me parecía como algo mas cercano, posible de satisfacer mis fantasías pues creía ver en ella cierta complicidad con mis intenciones y porque yo ya había iniciado algunos acercamientos que me parecía que iban por buen camino.

El día que la tía Aurora vino de visita yo andaba particularmente caliente pues Claudia había salido hacía poco a la Universidad y me había dejado en estado lamentable debido a que tuve la oportunidad de ver como se vestía en su pieza mientras la espiaba por la puerta que había quedado ligeramente entornada.

Había disfrutado de la visión de sus senos desnudos por primera vez, mientras se probaba el sostén frente al espejo, vestida solamente con la parte inferior de su enagua, por lo que su culo se veía completamente paradito, insinuando la raya en la seda que se hundía entre los dos globos de carne.

Me disponía a ir a mi dormitorio a brindarle a mi hermanita una paja cuando el timbre me anuncio a la tía Aurora que venia a ver a su cuñada, mi madre.

Nos fuimos al living, donde le comuniqué que mi madre no volvería hasta después de almuerzo y que mis dos hermanas habían salido.

Mi tía se arrellanó en el sofá y me pidió algo para leer mientras hacía hora para el almuerzo, que me propuso preparáramos entre los dos.

Le indiqué que en el dormitorio de mi madre había un librero donde podría elegir a gusto lo que quisiera leer.

Se levantó y fue al dormitorio de mi madre. Su culo se movía sinuosamente con cada paso que daba, aumentando mis deseos insatisfechos.

Vestía una falda corta de tela ligera, de color rojo, con una blusa blanca abotonada adelante.

Las piernas de mi tía, una mujer de 40 años, eran un bello ejemplo de donde había sacado las suyas mi hermana claudia, pues eran gruesas, firmes y de un color tostado que aumentaba el efecto que producían. Y las cubrí con unas medias color carne que las hacia verse mas deseables aun.

La tía nos visitaba regularmente, por lo que la visita de esa mañana no tenia nada de particular, excepto por el hecho que desde que entró noté en ella un cierto aire ausente, como si sus pensamientos estuvieran en otro lado.

Después supe que esa actitud se debía a que ese día andaba particularmente excitada debido a que su esposo, mi tío Mario, hacia tiempo que no la satisfacía. Ella creía que tenia una amante y que su entusiasmo por ella se había enfriado. No había tenido una relación sexual plena desde hacia varios meses, excepto las ocasiones en que el la montaba para descargarse, sin preocuparse si ella gozaba o no, y eso la tenia muy nerviosa y sensible, como pude comprobar mas adelante.

A sus 40 años el cuerpo aun esta en la plenitud de sus formas y en el caso de ella la llamada del sexo era imperativa, por lo que la abstinencia a que la tenia sometida mi tío la hacia presa fácil, pero yo no sabia de su estado ni me percaté de ello debido a mi falta de experiencia.

Al cabo de un rato entré al dormitorio de mi madre a ver si se le ofrecía algo a mi tía. La encontré recostada en la cama, con las piernas recogidas, absorta en la lectura del libro que había elegido, con su falda que se había subido y que mostraba gran parte de sus muslos, hasta el final de sus medias.

Me acerqué con la excusa de entablar conversación pero con la idea de gozar el espectáculo que mi tía me regalaba involuntariamente.

Continuó leyendo y yo me senté en una silla frente a ella simulando leer otro libro, pero con la vista fija en los muslos de mi tía.

Cuando se percató de mi presencia cerro nerviosamente el libro y sus mejillas se cubrieron de color rosado. Entonces fijé la vista en la tapa del libro y ví su titulo: "Memorias de una pulga".

Había sido pillada en falta y eso la hizo reaccionar de esa manera. Y claro, si había sido sorprendida leyendo un libro de sexo y, al parecer, en momento álgido de la trama. De ahí su actitud nerviosa.

¡Mi madre tenia ese tipo de libros! Quien lo dijera.

Al ver lo nerviosa que se puso mi tía y que el rubor cubría su rostro, tuve un asomo del estado en que estaba, por lo que traté de salvar la situación haciendo un comentario inteligente y dije lo primero que se me vino a la cabeza:

"Es muy bueno ese libro"

Cuando me di cuenta de lo dicho ya era tarde, pues las palabras habían escapado de mi boca y con ellas la confesión de que yo leía ese tipo de literatura.

Mi tía se dio cuenta de mi impasse y como ya había superado su reacción inicial, me pregunto extrañada:

"¿Tu lees este tipo de libros?"

Sin tener nada que decir solo pude aducir en mi defensa:

"Tia, tengo 17 años. Ya no soy un niño"

Se quedó pensativa, sopesando lo que le había dicho, pero dándole una significación muy diferente a la que yo tuve en mente. Lo mío era una excusa y para ella era un dato en el que no había reparado: que yo ya era un hombre.

Después de un rato de pensar en mis palabras, en su situación marital, agravada por la abstinencia forzada en que se encontraba a pesar de su naturaleza proclive al sexo y después de haber disfrutado las escenas pornográficas tan bien descritas en el libro de su cuñada, pareció tomar una decisión y acomodándose en la cama encogió sus piernas de manera que su falda se subió aún mas y sus rodillas quedaron frente a mi vista, la que ahora abarcaba sus muslos muy juntos y por sobre ellos la falda que ya casi no cubría nada y el hueco que dejaba al final de sus piernas me mostraba el blanco de un calzón.

"¿Y que fue lo que más te gustó del libro?"

Me dijo con voz insinuante, mientras sus piernas se movían lentamente, aumentando la tensión creada por su cambio de actitud.

Mi excitación era evidente, no me era posible ocultarlo. Y ella se dio cuenta del efecto causado, lo que le dio mayor audacia y llevando una mano a la blusa soltó el botón superior de la misma, en un gesto que pretendía insinuar que estaba acalorada.

Yo no podía ni responder debido a la excitación que me producía mi tía con sus movimientos.

"¿Qué fue lo que mas te agradó, cariño?. A mi me encantó cuando el se acuesta con ella la primera vez"

A estas alturas tenía claro el terreno en que estaba y no era cosa de achicarme ahora que tenía la posibilidad de tener una mujer para mí. ¡Y ni mas ni menos que mi exquisita tía Aurora, que con sus gestos y palabras demostraba que quería tener algo conmigo!

" Cuando el le mete su cosa a ella y ella goza hasta desmayarse. Esa fue la parte que mas me agradó, tía"

"¿Por qué te gustó tanto, cariño?"

"Es que sentí sensaciones muy ricas cuando lo leía, tía".

"¿Cómo qué sensaciones, amor?"

Esta vez su voz se hizo mas ronca y sus ojos delataban el deseo que se apoderaba de ella, lo que me demostraba que iba muy bien encaminado.

" No sé, solamente que me sentí muy raro y solamente me calmé cuando me toqué aquí"

Le dije mostrando el bulto de la parte delantera de mi pantalón, que estaba por romperlo por la excitación que en ese momento tenía.

Soltó un segundo botón, mostrando gran parte de su sostén, lo que produjo que el bulto en mi pantalón aumentara más de tamaño aún, lo que pareció agradarle mucho, en tanto mis ojos desmesuradamente abiertos viajaban desde su sostén a su calzón, como queriendo gravar en mis retinas las imágenes que se me regalaban.

Mi tía soltó un tercer botón y su sostén quedo expuesto, mostrando las tremendas redondeces que me tenían enloquecido. Y mientras se sentaba en la cama, haciendo que sus piernas se abrieran y con ello el espectáculo de su calzón fuera completo, me invito a acercarme.

"Ven, cariño"

Yo me levante como hiptnotizado, con mi verga a punto de romper el pantalón.

"¿Puedes guardar un secreto?"

"Si"

Dije acercándome a la cama.

"¿No le contaras a nadie lo que hagamos tu y yo?"

"No, tía"

"¿Ni a tu mami ni a tus hermanas?"

"No, tia"

"¿No has hecho con una mujer antes?"

"No"

"¿Te gustaría hacerlo conmigo?"

"Si"

"¿Pero sin decirle nada a nadie, por ningún motivo?"

"Bueno, tía"

Me atrajo hacia ella y me desabrochó el pantalón, bajándome el calzoncillo, con lo que mi herramienta quedo completamente expuesta ante su vista, en toda su dimensión.

Acto seguido, se recostó en la cama, subió su falda hasta la cintura y me pidió con voz enronquecida por el deseo:

"Bájame el calzón"

Bajé su calzón con gesto nervioso, ya que era mi primera vez y la novedad de tener un cuerpo de mujer a mi alcance y ante la proximidad de mi primer acto sexual, mis movimientos eran increíblemente torpes.

Ella termino de desprenderse de su calzón y quedó a mi vista en actitud de entrega, con su blusa a medio desabotonar, su falda subida hasta la cintura y las piernas abiertas, aun enfundadas en sus medias.

"Súbete encima mío"

Me pidió mientras encogía sus piernas, disponiéndolas para la penetración.

Me desprendí del pantalón y mi calzoncillo y, sin sacarme los zapatos, me subí a la cama, ubicándome entre las piernas de mi tía.

Ella se apodero de mi verga y la dirigió a su vulva, poniéndola a la entrada.

"Empuja, mijito"

Y poniendo sus manos en mi cintura me empujo hacia ella, en tanto yo intentaba meter mi trozo de carne en su interior

"Siiiiiiiiiiiiiii"

Fue casi un grito el que salio de su garganta, en el que encerraba su alegría por sentir nuevamente una verga completamente parada en su interior, sentir que un hombre la estaba penetrando, sentir que podría sacarse tanta insatisfacción acumulada en el cuerpo.

"Siiiiiiii. Asiiiiiiiiii"

Se quedo quieta un momento, disfrutando la sensación de sentir como mi barra de carne entraba y salía de su interior, ocupando completamente su túnel cuando se alojaba dentro. Lo que mas la excitaba era sentir una verga dentro de ella, que un hombre la deseaba al punto de tener su herramienta completamente parada en su honor, que era una hembra apetecible aun, incluso para un joven como su sobrino, que metía y sacaba su instrumento de su vagina cada vez con mayor velocidad.

"Ricoooooo tia, ricooooo"

"Si, mijito, siiiiiii"

Demasiado pronto para mi gusto me llegó el clímax y un torrente de energía subió desde mi interior hasta la punta de mi verga y explotó en la vulva de mi tía, la que estaba disfrutando a plenitud el grosor de mi instrumento mientras se abrazaba a mí..

"No, por favor, noooooooooo"

Alcanzó a decir cuando sintió que era inundada por el semen que le regalaba, dejándola a medio camino en la búsqueda de su propia satisfacción..

Quedé sobre ella, con mi instrumento aun en su interior, resoplando como un buey.

"¿Te gusto?"

"Si, tía, estuvo rico"

"Llámame Aurora, por favor"

"Bueno, Aurora"

Conocedora de las artes amatorias, mi tía supuso acertadamente que si bien en mi inexperiencia había acabado antes de lo que ella hubiera querido, por mi juventud estaría muy pronto repuesto y listo para continuar.

Y así fue, en efecto.

Mientras ella se mantenía aferrada a mi, sentí que mi instrumento volvía a aumentar de dimensiones dentro de su vulva, tal vez por el calor ambiente reinante en ese lugar o por el hecho de que sentía en mi pecho el roce de su sostén o porque ella me estaba besando con suavidad. No lo se. Tal vez eran todas esas sensaciones acumuladas, la cosa es que pronto reinicie mis movimientos de entra y sale.

"Déjame moverme a mi, cariño"

Lo dijo con suavidad y empezó a mover su pelvis lentamente, mientras su lengua buscaba la mía y sus brazos se enroscaban en mi espalda.

Sus movimientos fueron aumentando su intensidad hasta hacerse salvajes, empujando con fuerza en mi pelvis como queriendo hundirse completamente mi herramienta en su interior.

"Así, así, así, mijito"

Y siguió moviéndose con furia, haciendo que su vulva pegara con fuerza en la base de mi verga, cada vez mas rápidamente, de manera que mi instrumento entraba y salía de su gruta a velocidad increíble. Cuando logré acoplarme al ritmo suyo, la secundé en las sacadas y entradas, de manera que cuando ella empujaba yo retiraba mi cuerpo y cuando ella hacia lo mismo, yo le hundía mi instrumento con fuerza, logrando de esa manera que adquiriéramos un ritmo único, lo que nos otorgaba mayor placer a ambos.

"Ya mijito, siiiiiiiiiii"

Y los espasmos de su cuerpo me dijeron que había logrado su clímax finalmente, apretándose más aun a mi, clavando sus uñas en mi espalda para finalmente desplomarse en la cama como si todas las fuerzas le hubieran abandonado.

Comprendí que había logrado algo importante para mi vida de adulto: hacer acabar a una mujer, en este caso a mi querida tía, con toda su experiencia. Y si quería continuar con ella debía mantenerla satisfecha y no dedicarme solamente a obtener mi propia satisfacción. La copula era entre dos y ambos debían alcanzar la felicidad en ello.

Con ese pensamiento en la cabeza sofrené mis movimientos esperando a que ella se recuperara para intentar darle otro clímax.

Baje su sostén y me dediqué a besar sus senos, chupándole los pezones, tirándolos suavemente con mis labios, mientras mis manos recorrían su cuerpo, especialmente la zona de sus nalgas. Sentía que no bastaba con meter y sacar mi instrumento, que era necesario agregar a ello caricias, besos, de manera de intensificar las sensaciones de mi pareja, para ayudarla a alcanzar el anhelado final.

Aurora tomó mi cabeza, acariciándome mientras yo me dedicaba a chupar sus pezones, lo que pareció agradarle pues sus caricias fueron haciéndose cada vez mas fuertes, al punto de que terminó apretando mi cabeza a su pecho, emitiendo grititos de gozo.

"Que rico, mijito, que rico"

Mis manos recorrían su cuerpo a voluntad, hasta llegar a sus nalgas, las que acaricié mientras seguía besando sus senos..

"Si, mijito, asi, sigue así. Sigue chupando, sigue, siiiii"

Una de sus manos se escurrió por entre nuestros cuerpos y se apodero de mi verga, que aún no había perdido su volumen. La llevo a la entrada de su gruta y la puso ahí. Sin esperar insinuación alguna la penetre nuevamente.

"¡Qué rico eres, mijito, qué rico eres!"

Y mi tía recomenzó sus movimientos de mete y saca, para terminar acabando mas pronto que la vez anterior, probablemente porque mis caricias previas la habían puesto a punto antes de la penetración.

"¿Te gustó?"

Ahora era mi turno de preguntar, satisfecho de la labor cumplida y sabiendo su respuesta.

"¡Estuviste genial, cariño!"

Mis manos, desde que ella había acabado, se mantenían activas en sus senos, su estomago, su vulva, sus nalgas. Especialmente sus nalgas que tanto me atraían.

"Pero esto no ha terminado. Aun queda mas, aurora"

Y sin esperar me prepare nuevamente para la penetración, a la que ella se presto de muy buen grado.

"Ahora vamos a acabar los dos juntos, te parece?"

Le dije mientras iniciaba la introducción. Haciendo un gesto de alegría mientras mi instrumento la penetraba, movió la cabeza con entusiasmo y empezó a secundarme en los movimientos, subiendo y bajando su pelvis.

"Sigue, mijito, sigue"

"Toma mas, Aurora, toma"

"Métemelo todo, mijito, métemelo"

"¿Quieres mas?"

"Si, mijito rico, si"

"Toma, Aurora, cómetelo todo"

"Rico, si, rico tu pico mijito, ricooooooo"

"Si, mijita, ricoooooo"

"Yaaaaaa, mijito, yaaaaaaaaaaa"

Pronto nuestros mete y saca se hicieron mas intensos y la rapidez que le imprimíamos era cada vez mayor, hasta que ambos sentimos que el clímax se nos aproximaba. Esperé a que ella empezara a curvar su cuerpo, en clara señal de que estaba acabando, y aumenté mis metidas y sacadas, logrando terminar junto a ella.

Después de unos momentos de descanso, nos levantamos a esperar a mi madre que pronto llegaría. Rápidamente preparamos algo de almuerzo, mas que nada para que se viera que habíamos usado la cocina y con ello disimular nuestras verdaderas actividades de esa mañana.

Después de un ligero almuerzo, decidió irse para que cuando llegara su cuñada no notara en ella los efectos de la sesión de sexo que habían tenido tía y sobrino y que pudieran delatarla. Me dijo que volvería al día siguiente y que esperaba que nos encontráramos nuevamente a solas.

Me abrazó y besó apasionadamente, lo que despertó nuevamente en mi los deseos por ella y contra la puerta le subí el vestido, corrí a un lado su calzón y le metí mi verga, en un desesperado y ultimo acto de ese encuentro tan inesperado como agradable.

Con mi leche en su vulva mojando sus calzones, se fue con el rostro lleno de felicidad porque mi pasión le había demostrado que ella era aun una mujer que aún podía tener una vida sexual activa y que podría satisfacer a cualquier hombre en la cama. Claro que por ahora solo le interesaba satisfacer a su sobrino, al que vería al día siguiente.