Mis primeras experiencias sexuales (03)

Mi vecina me pide un trabajo que termina siendo muy íntimo, quedando sumamente satisfecha, y mi hermana menor desea que le haga el mismo trabajo.

Autor: Salvador

Dirección: demadariaga@hotmail.com

MIS PRIMERAS EXPERIENCIAS SEXUALES III

LA VECINA

Era una tarde de agosto, a esa hora en que el sol intenta entibiar el frío ambiente de esos días de invierno, consiguiendo solamente un remedo de calor, el que aprovechábamos para salir de casa.

Estábamos al pie de la escalera de entrada de la casa de Amalia, nuestra hermosa vecina, dejando pasar las horas. Ella esperando a su esposo y nosotros disfrutando de nuestros días libres del colegio. Ella estaba sentada en el escalón superior, con las piernas semi abiertas y los codos apoyados en sus rodillas, escuchando distraídamente nuestra charla.

Mi hermana y yo estábamos sentados en los primeros escalones, mas bajo que nuestra vecina, que parecía aburrirse soberanamente con nuestra charla de colegiales.

A mis 17 años me sentía atraído por nuestra vecina, una bella morena cercana a los cuarenta años y que permanecía sola todo el día, ocupada de los quehaceres del hogar, por lo que en mas de una oportunidad pude verla en su casa o en la nuestra en tenida informal, lo que me permitió vislumbrar parte de sus piernas o de sus senos, de los que siempre deseaba ver mas de lo que me era permitido.

En más de una oportunidad me masturbe pensando en los muslos que se adivinaban al trasluz de su delantal o en los senos generosos que se me regalaron en algún momento de descuido.

Esa tarde en particular vestía una falda amplia de varios colores, una blusa ajustada y un chaleco que cubría sus encantos. Y cuando digo encantos me refiero a sus senos, que me quitaban el sueño por lo grande que eran y que ella lucia orgullosa de saberse tan bien dotada.

Llevaba puestas unas medias plomas, según pude darme cuenta cuando al comentarle algo levante la cabeza y me encontré con que su falda dejaba ver parte de sus piernas.

La visión de parte de sus muslos interiores me produjo una excitación inmediata, especialmente por el hecho de no haber tenido nunca antes una visión tan cercana de unas piernas de mujer.

A partir de ese momento no perdí ocasión para mirar hacia arriba por si lograba captar algo más de las piernas de nuestra vecina, intentando disimular mis intenciones. Claro que esa edad uno es muy evidente y al cabo de un par de intentos Amalia se dio cuenta de mis pasos.

Cuando se percato de mis miradas furtivas a sus piernas instintivamente las junto, dejándome en un estado de confusión enorme ante el hecho de haber sido pillado in fraganti.

Al cabo de un rato de silencio, en que el embarazo por haber sido pillado en falta me sumió en un mutismo culpable, ella me hizo una pregunta y ello me trajo la tranquilidad de saber que al menos no estaba enojada conmigo.

Cuando me di vuelta para responderle me encontré con sus piernas abiertas como cuando fui sorprendido en falta y Amalia, con una semi sonrisa en sus labios, me devolvió la mirada al tiempo que las abría mas aun, regalándome el espectáculo de sus muslos, hasta la zona en que terminaban sus medias y empezaba la piel de sus muslos.

Mi vecina me estaba abriendo sus hermosas piernas y con ello me daba una visión completa de las mismas y yo no atinaba a reaccionar. Solamente miraba, lo más disimuladamente que podía, mientras mis mejillas se teñían de carmesí y las palabras se negaban a salir de mi boca. Tal era el estado de confusión en que estaba.

Mi hermana estaba fascinada siguiendo las alternativas de un grupo que jugaba en la plaza cercana a la casa, por lo que no se daba cuenta de lo que sucedía junto a ella.

En un momento dado, Amalia se levanto con ademán de entrar a su casa, pero antes de hacerlo me pide que le ayude con una llave de la cocina que estaba goteando.

Me levanto y la sigo, en tanto mi hermana continúa sentada al pie de la escala, preocupada solamente del grupo en la plaza, donde hay algunos compañeros de curso suyos.

Entramos y Amalia va al living, donde se sienta y me pide que haga lo mismo, en el sillón frente al suyo.

Me siento frente a ella, intuyendo lo que vendría.

Con la confusión propia de un joven frente a una persona adulta, solo atino a poner mis manos en las rodillas y a esperar que me dirijan la palabra.

"¿Qué opinas?"

"¿De qué?"

Pregunto al tiempo que levanto la vista y me encuentro a mi vecina frente a mí, con las piernas completamente abiertas, al fondo de las cuales se veía el blanco de su calzón que ocultaba el paquete que formaban los labios de su vagina.

Fue tal mi impresión que trague saliva y comencé a transpirar, mientras bajaba la vista en completa confusión.

"hace un rato no despegabas tus ojos de mis piernas y ahora que puedes mirar lo que quieras no te atreves. Anda, mira, tienes permiso para ver"

Tímidamente, levante la vista y contemple los bellos espectáculos de las medias cubriendo gran parte de sus piernas, la parte de sus muslos desnudos y el calzón al fondo, cubriendo el sexo de mi vecina.

"Ven"

Me dijo con la voz enronquecida por el deseo. Yo me levante y sumisamente me puse frente a ella, con la vista clavada en sus piernas aun abiertas.

"¿Nunca has estado con una mujer?"

No entendí la pregunta y permanecí en silencio.

"¿Has tocado una mujer?"

"No"

Dije tímidamente.

"Ven, toca. Puedes tocarme"

Y al tiempo que lo decía, tomaba mi mano y la llevaba a sus senos, donde la apretó para darme confianza.

Al principio con timidez, apreté uno de sus senos, para luego acariciarlos con las dos manos, en tanto mi verga se insinuaba insolentemente bajo mi pantalón.

Amalia me abrió el pantalón y saco mi instrumento, el que lucia dimensiones respetables a esa altura. Ella quedo gratamente impresionada con el pedazo de carne que tenia en sus manos y empezó a masajearlo con delicadez.

"¡Que cosa mas linda tienes, chiquillo!"

Y se lo llevo a la boca, apretando una mano en cada una de mis nalgas, con lo cual tenia el dominio completo sobre mi verga, la que empezó a empujar y sacar suavemente mientras sus labios acariciaban todo el trozo de carne, desde las bolas hasta su cabeza, cada vez con mayor intensidad.

"Mmmmmmmmmmmmmhhhhhhhh"

Fue todo lo que podía decir mientras mi verga entraba y salía de su boca, a ritmo cada vez mas acelerado.

Yo, con cierta timidez, apoye mis manos en su cabeza como ayudándola a que mi instrumento le entrara lo mas posible, en tanto sentía que una deliciosa sensación me invadía e iba desde el interior hasta la punta de mi verga.

"Mmmmmmmmmmhhhhhhhhhh"

Los pies empezaron a fallarme y debí apretarme mas aun a su cabeza, en tanto un temblor me atacaba como señal de que el final estaba próximo.

Amalia se percato de ello y se aferro mas aun a mis nalgas, atrayéndome hacia ella y cubriendo completamente mi instrumento con su boca, esperando lo que ella sabia mejor que yo que vendría.

Y así fue, en efecto. Sentí explotar y un rió de semen salio de mi verga, que mi bella vecina trago completamente.

"Uuuuuuuuufffffffffff"

Fue todo lo que pude decir, en tanto Amalia limpiaba mi pedazo de carne de los restos de semen con sus labios y lengua.

"¿Qué tal?. ¿ te gusto?"

"Fue increible"

"Y aun hay mas, cariño"

"¿Tan rico como esto?"

"Mejor aun, créeme. Mejor"

Y sacándose la falda y la blusa, quedo sentada con las piernas cubiertas por sus medias plomas, su calzón blanco y un sostén del mismo color, mientras me miraba divertida por mi expresión de asombro.

"¿Te gusta lo que ves?"

"¡Que lindo!"

Fue todo lo que atine a decir, mientras ella me bajaba el pantalón y el calzoncillo, dejándome frente a ella en zapatos y calcetines, con camisa y corbata y con mi verga nuevamente parada. Era un espectáculo ridículo si no fuera por la carga de erotismo que encerraba.

"Ven"

Nuevamente se apoderó de mis nalgas y me atrajo a ella, poniéndome entre sus exquisitas piernas, que se abrieron para quedar una a cada lado mío.

"Sácame el calzón, mijito"

Y alzo su cuerpo para facilitarme la operación, que realice presto, pues a estas alturas había perdido toda timidez y solo deseaba poseerla.

Ella me tomo la verga y la acerco a su gruta de amor, donde la puso en la entrada, mientras sus brazos me rodeaban, apretándome a ella.

"Mètemela, mi amor"

Me dijo con un tono de desesperación que delataba su enorme deseo de ser penetrada.

Le hundí mi instrumento, que entro con facilidad en su gruta, ya suficientemente lubricada por los jugos vaginales productos de su calentura.

"Rrrrrrrriiiiiicccooooooo. Dale, mas, mas, mas, mijito"

Moviendo con desesperación su cuerpo, su vagina recibía mi trozo de carne que entraba y salía de la misma con ritmo violento, despidiendo vapor por la temperatura de nuestros cuerpos, en el límite de la calentura.

"Ya, ya, ya, siiiiiiiiiiii, mijito rrrriccccoooooo"

"Toma, toma, mijita"

Ya perdido todo pudor, me UNI a sus expresiones y metía y sacaba mi verga completamente poseído, empujando y retirando mi instrumento con frenesí, mientras nuestras bocas iniciaban un apasionado beso con lenguas.

"Mijito rico, eres lo máximo, mijito rico"

"¿Quieres mas pico, mijita?"

"Siiiiii, culeame, culeame, mijito rico"

"Toma, toma, mijita rica"

"Yaaaaaaaaaa, me viene, mijito, me viene"

"Toma, toma, mijita rica"

"Ayyyyyyyyyy, estoy acabando, guauuuuuuuuughhhhhhhh"

Y terminó galopando con desesperación, mientras mis jugos se confundían con los suyos, yendo a parar al sofá donde formaron una posa.

Nos quedamos un rato en silencio, yo encima de ella, con mi verga aun metida en su vagina.

Ya recuperados, me hizo sentar a su lado y con la satisfacción reflejada en su rostro, me regalo un beso apasionado que le devolví con todos mis deseos.

"¿Te gustó?"

"Es increíble usted"

"Por favor, dime Amalia"

"Eres tremenda, Amalia"

"Es tu primera vez, ¿no es cierto?"

"Si, la primera vez"

Bueno, ¿para que decirle que ella era mi tercera mujer? Mejor seria que siguiera creyendo que me había desvirginado, merito que tenia mi tía aurora, que fue la que me inicio en las lides amorosas, dos días antes de que claudia, mi hermana mayor, me pidiera tener relaciones entre ambos a cambio de no delatarme por lo sucedido entre mi tía y yo.

Mejor dejar que crea que es la primera y así poner a prueba todo lo aprendido con mi hermana en los meses que llevábamos practicando sexo incestuoso.

"Fue increíble, cariño. Te portaste como todo un hombre"

"¿Te gusto?"

"No pensé que estuvieras tan bien dotado y que actuaras como todo un hombre. Me dejaste asombrada, en serio."

"Es que tu haces que me ponga así"

"¿En serio?"

Y mientras decía esto, se apoderaba nuevamente de mi instrumento, el que respondió de inmediato elevándose a dimensiones respetables.

"¿Quieres mas, mijita?"

"Si, quiero que me lo metas otra vez"

"Pero hagámoslo en la alfombra, ¿te parece?"

"Si, tienes razón. Es mas cómodo"

Nos desnudamos completamente y me pidió que me pusiera de espalda, en tanto ella se montó encima mío, ensartándose mi verga, la que fue hundiéndose poco a poco en su cueva mientras Amalia con los ojos cerrados disfrutaba la penetración.

Me apodere de sus senos, esos enormes senos que tantas pajas me motivaron, y los masajee con fuerza, mientras mi linda vecina cabalgaba desesperadamente sobre mi trozo de carne, que salía y volvía a entrar en su vulva.

Y el ritmo se hizo cada vez más frenético, mientras sus grititos subían de tono:

"Mas, mas, mijito, mas, mas"

"¿Te gusta, mijita?"

"Siiiii, es rico, rico, ricooooooooo"

Y continuaba cabalgando en pos de del clímax que llego impetuoso, en la forma de un rio de semen y jugos vaginales que se escurrió por nuestros cuerpos hasta alcanzar la alfombra.

Después de un breve descanso, nos vestimos apresuradamente pues el esposo de Amalia llegaría pronto y no seria conveniente para nuestros planes que nos encontrara solos en su casa.

Con un beso apasionado nos despedimos con la promesa de encontrarnos nuevamente la tarde siguiente para continuar la "reparación de la llave de la cocina".

Al salir de su casa me encontré a mi hermanita que seguía sentada en la escala de acceso, pero ahora con una expresión en su rostro que denotaba claramente que había estado escuchando lo que sucedía tras la puerta, pues tenia las mejillas sonrosadas y su pecho latía agitadamente.

Me miro con una sonrisa de complicidad y me pregunto si había arreglado la llave.

"Si"

Dije lacónicamente, intentando salir prontamente de esa situación en que mi hermanita me tenía con su mirada y sonrisa cómplices.

"Que bueno, pues ahora me gustaría que arreglaras mi llave"

Y se levanto rápidamente para ponerse a caminar a mi lado, rumbo a nuestro hogar, mientras tomaba mi mano y la apretaba.