Mis Primas Zorritas Inglesas 2: Viaje a Inglaterra

La historia incestuosa con mis primas continúa. Ahora me toca a mí ir a visitarlas a Inglaterra e intentar saciar su sed de sexo con su primo (yo) durante mi ausencia.

Hola. Soy Roberto, de nuevo. Ésta es la continuación del relato anterior (" Mis Primas Zorritas Inglesas ") que he publicado semanas atrás y ha cosechado un notable éxito (no tanto como mi relato estrella: " Las Profesoras "). Sin más prolegómenos, la historia incestuosa con mis primas continúa:

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El Viaje a Inglaterra

(MIS PRIMAS ZORRITAS INGLESAS II)

"¡Prepara tu maleta ya, Rober!". Era mi madre. El vuelo escala hacia Londres (para luego llegar a Cardiff por carretera) salía mañana por la mañana, muy temprano; y debía tener la maleta lista esa misma noche. Comencé a meter ropa y ropa, calzado, máquina de afeitar... y dos cajas de condones, por si acaso me exigían su utilización.

Estaba claro que iba con la única pretensión de follar y follar, incesto y más incesto. Pero hacía tiempo que estaba preocupado porque no me mandaban correos electrónicos con fotos de ellas desnudas para hacerme unas buenas pajas. Bueno, ya sé que era muy habitual que colgase aquellas fotos en Internet, pero joder, Internet es muy grande y no creo que las hubiesen visto. Aún así, con lo putas que son y en el caso que las encontrasen creo que no les hubiese importado...

Seis de la mañana. Ahora sé lo que siente un amigo mío que se levanta a esa hora todos los días para trabajar... Y eso que yo era el único día en mi vida que me había levantado a esa hora; es muy chungo. Como consecuencia, ni me enteré de que estábamos en el avión; para mí fue llegar en un minuto, tiempo que tardé en echar una buena cabezadita.

Londres. Hermosa ciudad, las inglesas aún están bastante buenas. Después de estar toda la mañana por allí, partimos inmediatamente después de comer hacia Cardiff. Durante el trayecto ya iba nervioso, recordando las escenas que ocurrieron meses atrás; lo que provocaba que en muchas ocasiones, en el centro de mi pantalón hubiese un bulto de campeonato (suerte que no iba nadie en el asiento de atrás, tan sólo yo). Llegamos a Cardiff. Comenzamos a guiarnos por nuestro chapucero inglés preguntando a la gente para llegar a la casa de mis tíos, de mis queridas primitas. Por fin dimos con ella. Era una casa, alejada muy poco de la ciudad, pero con vecinos a cincuenta metros como mínimo.

Nos saludamos todos, pero los dos bellezones no estaban allí. El tío Steve las llamó, puesto que estaban en el piso de arriba. Bajaron. Primero Jennifer... luego Sophie... y luego un chico. Ya empecé a sospechar desde el primer momento al ver al chaval aquel, más o menos de mi edad, que se confirmó después de los besos de bienvenida. John, el novio de Jenni. Empecé a dudar de que mi estancia en Inglaterra tuviese alguna sesión de sexo, con aquella formalidad. ¿Jenni un novio?. ¡Si hace pocos meses pillaban al primero que pasara en una noche de marcha, se lo follaban y luego lo mandaban a tomar viento!. Y todo eso no es poco, ni miradas picaronas, ni explicación del porqué no me mandaban más fotos... Mal asunto.

Pasaron dos días, sin nada en especial; tan sólo las visitas esporádicas del tal John. Me parecía imposible que tanto Jennifer como Sophie se volvieran formales en tan poco tiempo; me jugaba lo que fuese apostando a que Jenni le ponía los cuernos.

Cosa que averigüé poco tiempo después, en concreto, esa misma noche.

Con mis primas hablaba normalmente, pero como si no hubiese sucedido lo de meses atrás. Yo podría insinuarme, con comentarios sobre repetir lo de la otra vez; pero es que me daba miedo que su formalismo fuese cierto. Era por la tarde. Mis padres me habían dicho que saldrían a cenar fuera con mis tíos. Nos propusieron ir con ellos, pero Sophie contestó "Gracias, pero otro día. Ya tenemos planes". Me sorprendió, ya que respondió en nombre de los tres. Les pregunté que qué plan tenían, a lo que me respondieron que "irnos por ahí".

Efectivamente, tal y como yo hice con ellas cuando vinieron aquí; nos fuimos de copas y de discotecas... pero poco tiempo. Allí cierran tempranísimo. Como plan final, no sabía a donde íbamos, tan sólo las seguía a ellas; como el resto de la noche. Se pararon delante de otra casa parecida a la de ellas, ya que, aunque lejos, estaba en la misma zona de aquella especie de urbanización. Timbraron. Estaba la casa a oscuras, tan sólo se veía una luz en una de las habitaciones. Después de poco rato, abrieron. Ya me parecía a mí que faltaba alguien: era John. Un beso a su novia, otro en la mejilla a Sophie, y un apretón de manos a mí. "Hi, Robertou" con ese acento inglés. Pasamos a aquella habitación encendida, era el salón de la casa. John estaba solo en su casa. Nos sentamos y nos sirvió bebidas. Empezaron a hablar y hablar. Yo estaba bastante perdido, ya dije que era bueno en inglés, pero no tanto como para entenderlo a la velocidad a la que hablan. Así que yo, mientras, me concentraba bebiendo y echando miradas al atrevido escote y la "miniminifalda" de Sophie, que estaba a mi lado derecho. ¡Qué piernas, qué tetas!. Llevaba un perfume que me estaba volviendo loco. Seguían dale que te dale a hablar...

De repente, Sophie, que tenía la bebida en la mano, se le escapó el vaso y me cayó a mí, y me puso perdido de esa especie de whisky. Entre "lo siento" y "lo siento". Me quitó la única camiseta que tenía y la puso en el radiador que encendió de la sala para que al menos me secase. Yo me limpiaba mi pecho desnudo con una servilleta, pero Sophie me sorprendió, llevando su mano a mi pecho en ocasiones diciendo "espera, que tienes un poco aquí". En ese instante me pregunté si al menos Sophie conservaba ese instinto de putita que parece que había perdido su hermana. Cada vez con más insistencia llevaba ahora sus dos manos a mi pecho. Mi verga se estaba despertando. Jenni y John se estaban besando apasionadamente, y, de momento, no se percataban de lo que estábamos haciendo. Para mi alegría pude comprobar como Sophie se estaba excitando, al ver sus grandes y preciosos pezones dibujados perfectamente en el vestido, a pesar de llevar sujetador. Sin embargo, fui precavido hasta el momento en que me dijo "¡Oh!. Te he salpicado también el pantalón. ¿Lo pongo a secar?". Vaya momento. Sólo acerté a decir: "Ehhh...". No sabía como reaccionar, porque no tuve tiempo para contestarle; ya estaba quitándome el pantalón. Cuando me lo quitó de todo no había caído en la cuenta, pero mi verga estaba dura y se me salía por el calzoncillo. Mientras colocaba el pantalón, dirigí mi mirada hacia la parejita feliz; que de cortada no tenía un pelo. Estaban besándose igual pero la puta de mi prima Jenni ya tenía la mano dentro de la bragueta del pantalón de John. Volví mi mirada a Sophie. Estaba mirando mi polla, que ya se salía un cacho considerable de mi calzoncillo; y vino hacia mí. En cuanto estuvo encima empecé a manosearle todo lo que pude el vestido mientras entrecruzaba mi lengua con la suya. Se lo fui quitando poco a poco, salió bastante fácil. Se quedó con la ropa interior, un tanga y sujetador rojos. La estaba besando en el cuello y agarrándole del buen culazo que tenía; pero no aguanté más; con una mano le saqué una teta del sujetador y quedó a la vista aquel gigante y rosadito pezón. Se lo empecé a chupar con desesperación y traté también de sacarle la otra. Sophie me cogía de la cabeza y me hacía fuerza contra su pecho para comérselo más fuerte. Ataqué el otro pezón, y mientras, le tocaba más o menos como podía con la mano que no agarraba su firme culito, el clítoris por debajo del tanga. Sophie ya estaba soltando pequeños suspiros de placer. Por un segundo aparté la vista de los pezones de Sophie y miré a los otros dos. John le estaba comiendo ya el chochito a Jenni, quien empezaba a soltar ya sus clásicos gemidos estridentes de placer.

Pero yo seguía a lo mío. Sophie se apartó y comenzó a acariciar mi verga por encima del calzón, (que por cierto se estaba saliendo por la parte de la pierna y como quiere subir para arriba estaba despedazando el calzoncillo...) para posteriormente sacarlo fuera. Ella estaba ardiendo, tenía ganas de polla y se la metió hasta los huevos; para acto seguido, imponer un ritmo fuertísimo.

Sophie seguía trabajándose mi verga, mientras Jenni y John demostraron que eran una pareja muy liberal (¡qué remedio!, con lo puta que es Jennifer...); ya que se me acercó Jenni (que estaba a cuatro patas) y me empezó a besar el pecho, y subió, subió hasta yo poder probar su sabrosa lengua. Nada más hacerlo, apareció John para clavarle su polla de tamaño más que considerable (ahora entiendo porqué es el novio de Jenni) por el coño. Sophie me estaba poniendo a cien gracias a las lametadas que le metía en la punta de mi polla y a las mamadas completas a cada uno de mis cojones, mientras Jenni apartaba su boca de la mía en ocasiones para soltar algún que otro "Ohhhhh!".

Era una posición muy placentera, por supuesto, pero las incansables zorritas de mis primas no tenían bastante y decidieron cambiar.

John se acercó a Sophie; por lo que Jenni quedó libre, y con gesto con el dedo que me hizo de "Ven, ven"; me acerqué a ella. Le empecé a amasar sus pechos gigantes, ¡qué delicia!. Y a disfrutar de su rasurado coño, tocándole su conejito; y ella respondía con gemidos estridentes que me ponían calentísimo. Después de hacer un perfecto 69, en el que disfruté de su coño al máximo y ella de mi verga; Jenni tomó un tarro de vaselina y me empezó a untar vaselina en la polla. ¡Joder!. Iba a ser la cumbre, como de la otra vez, poseer a Jenni por su espléndido culo. Se puso a cuatro e intenté despacio penetrarla analmente, las primeras veces, aún con la vaselina, sin éxito. Mientras lo intentaba, oía unos gemidos impresionantes de Sophie. Levanté la vista, puesto que tal como estábamos Jenni y yo me permitía perfectamente ver como John, contagiado por el instinto sexual de su novia, estaba trincando a Sophie agarrada a él, en el aire, muy fuertemente. Instantes después, con Sophie casi en el paraíso, la tumbó en el sofá y siguió follándola sin cesar.

Dejé de observar lo que estaban haciendo para centrarme en lo mío. Después de varios intentos, y Jenni soltando pequeñitos gritos de dolor; se la clavé. Fue suave. Le di tres clavadas suavecitas más... hasta que en la cuarta la enchufé hasta los huevos. En ese preciso momento, el gemido de Jenni ya no era de dolor, sino del placer que estaba disfrutando la muy zorrita. "¡Rober!¡Fóllame como estaba haciendo John con Sophie!¡Fóllame duro!¡Sí!¡Sí!". Yo, como buen camarada, y en plena forma; empecé a darle por atrás de una manera tan brutal que ya no podíamos oír ni a Sophie ni a John. Yo gritaba bastante, pero a Jenni parecía que la estaban matando de los chillidos y gemidos que pegaba. Cuando la mirada de ella y John se encontraban hasta se encargaba de traducirlos: "¡Oh!¡Ohhhh!¡Oh my God!¡Come on baby!¡Fuck me baby!". Sus nalgas parecía que iban a reventarle de lo que botaban; y sus tetas, parecía que se iban a descolgar; aún encima de lo grandes que eran, verlas balancearse era para mí lo más excitante y aceleraba la marcha de las enculadas cada vez que las veía. Por si esto fuera poco, Jenni daba empujones hacia atrás para aumentar su placer. Aunque los vecinos estaban a 50 metros, me parece a mí que nos tuvieron que oír... Llevaba como tres orgasmos, pero aguanté ralentizando en esos momentos sin correrme porque tenía la intención de descargar toda mi rica leche al final.

Saqué mi miembro del culo de Jennifer más duro que una piedra, era imposible moverlo hacia los dados, estaba apuntando al cielo inmovilizado; con la punta casi de rojo total en vez de rosadito. En ese momento, vi que John y Sophie también habían hecho tiempo muerto y les oí decir algo, frases muy entrecortadas por la respiración debido al cansancio. Me fue imposible traducir lo poco que se decían por lo que mientras le manoseaba el culito poseído a Jennifer le pedí que me dijera lo que se estaban diciendo. "Sophie dice que es virgen por atrás". Haciendo memoria, en nuestro primer encuentro hace meses, sólo me tiré por atrás a Jenni. "Esto hay que remediarlo" pensé. Además John y yo no habíamos dado de beber buena lechita a nuestras dulces zorritas. Le volví a pedir a Jenni que le dijera a John que la follaríamos por atrás y por delante al mismo tiempo. Sophie no se había enterado de ello, pero John fue muy listo tumbándose boca arriba con Sophie encima follándola por el coño.

Comenzó a follarla mientras yo me preparaba para poseer su culo por primera vez en su vida. Ella no se estaba percatando de ello. Jenni me daba más vaselina en la verga, mientras yo saboreaba por primera vez en la noche de los grandes melones de mi primita. Cuando estuve a punto, fui despacio hacia Sophie. Sin que ella se enterara me acerqué lo más posible. Entonces con mis manos la acosté un poco para adelante. "Rober, ¿qué haces?". Paró de cabalgar sobre John, momento que aproveché para meterle la punta de mi polla en la entrada de su recto anal. "¡Roberto!". Continué introduciéndola poco a poco. "¡Roberto!. ¡Me haces daño!". Continué metiéndosela con suaves empujoncitos. "¡Rober, para!. ¡Para!. ¡Ayyy!". De repente, su ojito del culo cedió y le clavé de un tirón mi polla en toda su extensión. Los alaridos de dolor iban desapareciendo. Durante dos o tres segundos Sophie no dijo nada.

Luego comenzaría sexo salvaje. Comencé a darle por atrás despacito, y John sabía compenetrarse muy bien conmigo en el tema del ritmo. Íbamos parejos. Yo empecé a aumentarlo considerablemente, y John hacía lo que podía, ya que su posición era bastante incómoda para darle por el coño a gran velocidad. Pero yo estaba en una posición privilegiada, quería que gimiera como lo había hecho antes, como cuando John la follaba en el aire a una velocidad endiablada. Pronto se alcanzó ese nivel de gemidos y suspiros cuando yo aún no había llegado a mi "máxima potencia". Cuando esto ocurrió, Sophie estaba fuera de sí. Gritaba, chillaba, gemía, suspiraba.

Casi suelta lágrimas de placer por los ojos. Su hermana le había puesto su coño delante de su boca para que le diese unas chupadas... pero era imposible, Sophie sólo gritaba y gemía. Harta de esperar una comedura de clítoris, Jenni se posicionó con las rodillas y su coño encima de la lengua de John, que respondió haciéndole un trabajito a fondo en su rajita. Los alaridos de placer de las dos hermanas sonaban como el equipo musical a todo volumen, eso sí; Sophie le ganaba por goleada gritando a su hermana. Y era lógico, estaba viviendo el orgasmo de su vida.

O mejor dicho, los orgasmos de su vida; seguramente ni ella los contabilizó. John y yo estábamos follando a destajo, reteniendo la venida de nuestra corrida hasta tres veces. A la cuarta sentí, que ya no podía más, mi central lechera quería repartirla. Lo mismo le sucedió al inglés, con la cara embadurnada de la corrida femenina de su querida Jennifer. Me aparté y él también; no sin ciertas dificultades, ya que Sophie estaba ciega de placer y estaba bastante ida. Jenni y su hermana, con las pocas fuerzas que le quedaban; se posicionaron de rodillas en el suelo. Sus manos estrujando las tetas y las lenguas moviéndose lujuriosamente por los labios. Iba a ser mi mejor corrida de mi vida (había estado sin correrme estos últimos días para juntar un buen suministro). John y yo de pie, machacando nuestras vergas; John estalló primero. Se le acabó el depósito de leche muy rápido, se nota que ha estado follando con su novia bastante (o con las dos, el muy cabrón).

Pero un poquito después estallé de placer, soltando un alarido increíble. Estuve como medio minuto o así soltando leche sin parar. Yo también estaba como Sophie, en órbita. Tan sólo cerré los ojos y dirigí mi polla hacia ellas. Cuando terminé, lo primero que vi fue a John con la boca abierta, sorprendido, de tanta leche que yo había soltado. Miré hacia ellas, las puse perdidas de lefa. Se veían rayas blancas desde sus melones hasta su cara (claro, y sin contar el que se han bebido). Me senté en el sofá exhausto, con mi verga increíblemente dura; que no se me bajó hasta un cuarto de hora después. Tiempo que más o menos tardaron las dos hermanas en lamerse mutuamente la leche vertida sobre sus cuerpos de zorritas. Y aún les sobró tiempo para mamarnos nuestras pollas por última vez para quitarnos los restos de corrida que había en ellas.

Llegamos a casa a las tantas de la mañana. Nuestros respectivos padres (lógicamente ya habían llegado de cenar, habían estado esperándonos). Al ver a Sophie un tanto mareada de lo que acababa de hacer; y yo, también algo mareado (y con la verga que me dolía un poco); nos echaron la bronca de haber estado bebiendo, tal y como les dijo Jennifer (una excusa, claro; no era la bebida lo que nos había puesto mareados); aparte de la de llegar tarde.

Subimos las escaleras al piso de arriba, donde estaban los cuartos; ellas dos delante mía, lo que me permitía ver sus partes íntimas, algo manchadas de flujo vaginal; y el culo se Sophie todavía dilatado. Les di unas palmaditas ahí a las dos; me contestaron con una sonrisita de zorritas. Entramos cada uno en su cuarto.

El día siguiente no hace falta ya explicarlo... dormir, dormir y dormir...

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Mis primitas seguían tan zorritas como siempre, ¡qué incrédulo fui dudarlo!. Mis vacaciones en Inglaterra no terminan ahí. En esta historia sólo se narran los tres primeros días de mi estancia en Cardiff. Aún faltan dos días para irme a casa de nuevo. ¿Quedará tiempo para otra noche de desenfreno y sexo?. La respuesta la verás en pocas semanas si continúa el éxito de esta historia (más que en la primera parte).