Mis primas de la capital (29) Editado y corregido
Los preparativos para el gran viaje fueron rápidos pero intensos, mi tía y Emi me llevaron de compras para equiparme de la ropa adecuada, fue una tarde completa, al volver mis primas me demostraron su cariño.
Las dos mujeres se pusieron en marcha enseguida, con Antonio en el hospital mis primas se ocupaban de que no le faltara nada, al ser un seguro privado estaba en una habitación comodísima y con todas las atenciones. María y Maite se turnaban haciéndole compañía, mi tía lo visitaba a la hora de pasar el médico y saber su evolución y a vez se ocupaba de atender las dos zapaterías, en la suya lo tenía muy bien controlado, con Alicia la dependienta tenía mucha confianza y ella sola se manejaba bien, con la de Antonio tenía sus dudas, sabía de la relajación de su marido con todo pero cuando vio la unión que habían hecho Pepita la cajera y la dependienta Elena se tranquilizó, le pareció que las cosas habían cambiado mucho desde mi visita a la tienda, lo cierto es que la reunión de los cuatro en el despacho de mi tío habían estrechado los lazos.
Pepita había perdido su timidez y manejaba la tienda con soltura, contaba con toda la confianza de Antonio que se la demostraba con bastante asiduidad en el almacén cubiertos por la vigilancia de Elena que sólo preguntaba por mi próxima visita de prácticas. Cuando una tarde estaba en mi habitación repasando los temas que daría en el próximo curso mi tía asomó la cabeza por la puerta después de llamar con los nudillos, dejé lo que estaba leyendo esperando la llamada para que le ayudara en algo pero cuando pasó no llegó a cerrar la puerta y el motivo era que otra cabeza se asomó detrás de ella, era Emi, la melena rubia me alegró la tarde y más con la sonrisa que lucía siempre.
Al verla dentro de mi habitación quedé sorprendido, llevaba una blusa holgada y un short vaquero, era tan corto que el forro de los bolsillos asomaban por los camales, Ana en cambio llevaba una falda azul oscuro amplia por debajo de las rodillas estampada de florecillas, la camisa era de seda azul claro. Las dos venían decididas y fueron directamente al grano…
- Vamos a ver Juan ¿qué ropa tienes para el viaje?, ten en cuenta que no vamos a ver stands solamente, tendremos que salir alguna noche y deberás estar a la altura, tanto Emi como yo vamos a estar muy guapas.
- No hace falta que os pongáis nada, ya lo estáis así como vais.
- Ya ha salido tu vena galante pero gracias, imagina pues con lo que nos hemos comprado…
- Tu tía tiene razón es una ocasión especial y debes estar muy elegante.
- Si yo voy a gusto con mi estilo, desenfadado y juvenil, como yo soy.
- Nada, nada de eso, te vamos a transformar en un galán, te van a rifar las otras mujeres pero… no te hagas ilusiones, eres todo nuestro, en exclusiva, jajaja.
Me hicieron levantar de la silla y me subieron al asiento, entre las dos me fueron quitando la ropa y abriendo el armario iban eligiendo la ropa que les gustaba para el viaje… Yo me sentía como una muñeca a la cual le cambias los vestidos según tu gusto pero mi sensación cambió por completo cuando vi que no se contentaban con la camisa y pantalón, me dejaron como el David de Miguel Ángel, ellas mismas lo reconocieron.
- Esta imagen ya la he visto en un museo pero tenía menos polla.
- Pero estaría más dura, jajaja.
- Y más fría desde luego, jajaja, era de mármol.
- Sí, porque ahora…
Emi me dio un golpecito debajo de la polla, saltó hacia arriba para caer pesadamente, ya iba a cogerla con toda la mano cuando Ana la interrumpió para enseñarle los bóxers que guardaba nuevos.
- No, nada de eso, estos están bien para una noche de discoteca pero Milán… se merece algo mejor.
- A ver… tienes razón, anota Ana, calzoncillos nuevos… y de marca, claro.
Me presentaba la prenda apoyada en mi imaginando el resultado al llevarla puesta, no fue de su gusto, arrugada y sin marcar nada. Sin llegar a ponerme nada Ana sacó unas camisas, me las iba probando junto a los pantalones que sujetaba Emi superponiéndolos delante de mí, apenas ninguno merecía sus aprobaciones, lo cierto es que a mí tampoco me acababan de gustar, ya me veía con una chica a cada brazo pasear por las calles de moda de la ciudad del diseño.
Parecían dispuestas a revisar todo el guardarropa, aunque había prendas que no me las ponía nunca quizás por pereza. Lo cierto es que de tanto probar varias camisas sobre pantalones la mano de Emi se paseaba y se entretenía demasiado sobre mi cintura incluso por debajo de ella.
- Vaya, parece que el David se está despertando.
- Menos mal, creí que en el viaje iba a ser un maniquí, no era esa la idea que tenía prevista.
- Yo siempre confiaba en mi sobrino, nunca me ha fallado, ¿verdad Davidito?
Ana me cogió la polla con toda la mano y tiró del prepucio sacando el capullo al fresco, a la segunda maniobra ya le llenaba la palma de la mano y a la tercera vez apuntaba casi al techo.
- Uf, no me has fallado, sigue así y te prometemos un viaje feliz.
Yo me había hecho la ilusión que acabaría lo que habían empezado, estaba acostumbrado a que una vez despertada “ la bestia ” la volverían a calmar pero me engañaron y después de tomar nota me dieron una palmada al culo y se terminó la prueba.
- Ale, vístete que nos vamos al centro a comprarte cosas.
Salieron las dos no sin darme antes unos besos al aire, incluso Emi tuvo la picardía de mover el culo como una paloma al andar provocándome.
Cuando llegué al salón ya me estaban esperando. Emi se había cambiado el pantalón por una falda estrecha y Ana la camisa por una blusa color lila. El taxi nos llevó al centro comercial más conocido, las dos se manejaban como si todos los días estuvieran allí, me llevaban a estirones por los pasillos entre los expositores hasta que llegamos a la sección de gente joven. Lo primero fue la ropa interior, a mi me daba igual lo que compraran, iba cómodo con los míos pero las dos mujeres fueron a buscar una marca en concreto.
- ¿Te gusta esta marca Juan?
- ¡Joder! A mi todas me parecen igual, lo que vosotras queráis.
Sobre el mostrador había un poster de publicidad donde
un modelo guapísimo con un cuerpo escultural mostraba el calzoncillo puesto, bajo de él parecía llevar un par de calcetines enrollados porque el bulto que marcaba… una vez suelto debía caerle hasta la rodilla pero a Ana le gustó imaginarme a mí con aquel modelo porque se relamió al mirarme.
- Perdone joven ¿se lo puede probar un momento?
El joven dependiente hizo un gesto de desaprobación pero no les dejó ninguna duda de cómo me quedaría.
- Lo siento pero la ropa interior no se puede probar, de todas formas el chico lucirá mucho con ellos, fíjense que paquete más presumido tiene y carga a la izquierda, mmm, me encanta.
Las dos chicas se miraron mientras el dependiente con un grácil movimiento de mano me ponía la suya en la polla y la agarraba suave pero con determinación, aunque hice un movimiento instintivo de evasión no lo pude esquivar y no me soltó hasta que Emi le dijo.
- Nos ha convencido, ya puede soltarle, sabemos muy bien lo que tiene y donde carga.
- Pónganos media docena, ha sido muy amable.
Aún estaba poniéndome la polla donde debía estar cuando salimos con los paquetes en la mano, mi tía no me dejó pagar de ninguna forma.
- Esto son gastos de representación, paga la empresa.
En la sección de camisería les hicieron sacar un montón de modelos, cuando ya habían descartado casi todas hablaron de elegir un traje, la dependienta abrió los ojos sorprendida, se imaginaba un buen pedido, ella misma cogió las camisas y nos acompañó a la sección de trajes y habló con un dependiente mayor, parece que lo convenció con unas sonrisas y él mismo le entregó a ella los trajes que más se llevaban de moda.
A mi tía, avezada en la zapatería no se le pasó por alto y se decidió a complacer a la dependienta. Cuando ya tenía varios trajes sobre el mostrador a Ana se le ocurrió que debía probármelos, la chica no puso objeción y nos reservó un probador, nos llenó las perchas de trajes y camisas y se salió, Emi y Ana me quitaron la ropa en un santiamén y sacando un calzoncillo de los comprados me lo pusieron.
- ¿Ves que bien te quedan? Y con la marca en la cintura.
- A mí eso no me gusta, parece que voy haciendo publicidad, ¿qué pensará quien los vea?
- En eso tienes razón, cuando los enseñes lo que menos miraremos es la marca sino lo que esconden, tenía razón el dependiente, cargas a izquierda y como cargas, jajaja.
Me puse el pantalón de un traje y la camisa, las dos mujeres tiraban de aquí y de allí comprobando que me quedaran bien pero algo no estaba a su gusto y llamaron a la dependienta.
- Mire señorita, le está bastante bien pero le tira de abajo.
La chica muy diligente estuvo estirando de donde ya lo habían hecho Ana y Emi sin que mejorara nada.
- A ver Juan, pruébate otro para que la señorita te vea.
Me cambié entre la estrechura del probador que sin ser pequeño para cuatro personas… La chica se arrodilló para plegarme los camales que me quedaban largos, frente a su cara quedaba mi cintura.
- No sé qué te pasa hoy Juan, perece que tienes el tipo raro, arréglate todo bien.
Ana despasó el pantalón que cayó a mis pies, a la chica se le abrieron los ojos cuando el bóxer nuevo quedó frente a ella, el dependiente tenía razón, no era la marca lo que vendía, era el tejido que se adaptaba como una segunda piel, eso lo vio primero la chica y luego mis dos mujeres.
La dependienta fue la que recogió el pantalón del suelo y me lo dio para abrochármelo otra vez, los pliegues seguían igual y ella con la mano los intentó alisar aunque sabía que el motivo estaba debajo.
Estábamos todos sofocados de calor aunque el aire acondicionado caía con fuerza, el pantalón no quedaba bien y Ana y Emi hacían todo lo posible para ponerle pegas, la chica estaba agobiada, se le escapaba la venta del traje y posiblemente la de las camisas también por lo que salió a por otro modelo.
- Juan quítate los calzoncillos, estos quizás te ciñen demasiado y por eso te hacen arrugas.
- Sí, creo que es buena idea. -dijo Emi-.
Me los quité y volví a ponerme el pantalón, la chica entró sin llamar y fue directamente a cambiar la prenda, ella misma se arrodilló y me soltó el que llevaba y tiró de él para sacármelos por los pies, lo hizo maquinalmente y sólo se dio cuenta cuando ya con los camales del nuevo subían por las rodillas y la polla le rozó la frente, Emi rápidamente me cogió la verga del tronco y retirándome la piel dejó el capullo brillante pegado a sus ojos.
- Vaya Juan, siempre estás igual, eres más sensible… no me gusta salir contigo de tiendas porque siempre tienes que dar el espectáculo, ¿qué dirá la señorita?
- Pues… yo… nada, no se preocupe, no es nada.
- ¿Cómo que no es nada? ¿Le parece poco que se le ponga la polla así? ¿Sin más ni más? Y no es lo peor, lo peor es que no se le baja por nada, cada vez me toca calmarlo de alguna manera, ¡no vamos a salir así!
- Es verdad, aunque seamos tus “primas” no vamos a estar siempre haciéndote una paja, ¿a usted qué le parece?
- Pues… sí que es un problema, si ¿y le pasa mucho?
- ¿Mucho? Todas las veces que salimos de compras y será que tiene una polla pequeña… por eso siempre tenemos que ir de compras a la tienda de al lado porque la dependienta ya nos conoce y sabe cómo solucionar el tema, imagino que será por la compras que hacemos y la comisión que se lleva, además es una chica muy comprensiva.
- Bueno… yo también soy comprensiva y tengo tres hermanos, por eso no me asusto de ver una polla, aunque esta… uf, que polla… ¿Y dice que todas la veces le tienes que calmar a su primo?
- A ver… imagine que pensaría su jefe si ve a un cliente salir con esta empalmada del probador con usted…
- Glup, no sé, quizás si lo hacen ustedes…
- Eso puede ser pero como ya está acostumbrado estaríamos dos horas meneándole la polla, es un lento de narices.
- Entonces... ¿cree que debo…?
- Pienso que es lo mejor y lo más efectivo, lo único que podemos hacer es ayudar, si se motiva va más rápido, ya lo verá.
Yo estaba como estatua de piedra, miraba incrédulo a la tres, se estaban rifando mi polla y no sabía a quién le iba a tocar el premio, mientras el capullo oscilaba hacia arriba como impaciente.
La chica no se animaba, Ana lo comprendió, no quería dar el primer paso, por eso me cogió el tronco y a ella la mano y los juntó, primero la tocó con el revés de los dedos pero enseguida se aferró a ella. Emi me cogió los huevos como muestra de colaboración a la vez que la chica iba cogiendo ritmo lentamente, los amasaba agachada junto a la dependienta.
- Vamos Juan, anímate, que se hace tarde y la señorita tiene trabajo que hacer, habrá que motivarle…
Emi bajó su blusa de un hombro hasta dejar una copa del sujetador al aire, era bastante pequeño y sólo le cubría el pezón, la chica la miró y notó como mi polla se endurecía, Emi le hizo comprender que era una buena solución por lo que la chica se despasó un botón de la camisa del uniforme, con lo que se veía no le pareció bastante y Emi soltó mis huevos y con las dos manos fue abriendo los botones que faltaban el sujetador blanco de la chica, era de una talla mayor que la de Emi, Ana quiso colaborar y le soltó el cierre de la espalda, la prenda saltó por la presión y quedó colgando de los brazos de la chica que al molestarle para menearme la polla lo dejó caer.
Las dos tetas generosas se movían al ritmo de su mano y Emi en un gesto de colaboración se las cogió manteniéndolas sujetas de los pezones, la chica tras un momento de duda le dejó hacer, mi “ prima ” casual le propinaba unas caricias como las que le gustaba que le proporcionaran a ella por lo que los pezones se endurecieron entre sus dedos.
La mano de Ana pasó por detrás de la cabeza de la chica, tras acariciarle la nuca metiéndole los dedos entre la melena fue atrayéndola hacia mí, apenas se notaba pero cada vez estaba más cerca de mi capullo, inconscientemente la chica iba abriendo los labios al acercarse al calor de la polla, al notar que se deslizaba la mano con dificultad escupió sobre el glande, la saliva rodeo el capullo y cayó por debajo pero ella lo evitó con un rápido movimiento con la boca.
Cuando se dio cuenta tenía la polla entre los labios, ya no la soltó y siguió, sólo retiró la mano hacia el nacimiento del tronco y dejó libre un trozo para meterlo hasta el paladar. Ana no pudo aguantar la escena y buscó debajo de su falda de flores, entre sus muslos las bragas estaban empapadas y las ladeó para que los flujos salieran libremente mojando los labios, anudó las faldas a su cintura y dejó a la vista las torneadas piernas con las bragas en las rodillas.
La chica mientras tragaba mi polla miraba sin pestañear donde se juntaban los muslos de Ana, el pubis moreno dejaba adivinar el triangulo depilado, Ana la vio hipnotizada y separó completamente los labios haciendo que el clítoris quedara sobresaliendo limpiamente entre la piel rosada.
La chica dejó de chuparme la verga y aceleró la mano cogiéndome el glande con toda la palma, escupió de nuevo para lubricar y sus labios fueron directamente a buscar a mi tía, Ana la esperaba con la cintura arqueada hacia adelante y cuando sintió los labios húmedos de saliva le cogió la cabeza y la aplastó contra su coño. Emi no perdía detalle y soltó un pezón y buscó bajo la falda de la dependienta, las bragas no fueron obstáculo y después de rodear el clítoris hinchado de la chica metió un dedo en su vagina, el gemido de Ana corroboró que le había gustado y metió el segundo, la chica ya no podía seguir en cuclillas y tuvo que levantarse pero no renunció a lamerle el coño a Ana, sin soltar mi polla seguía moviéndola aunque a menor ritmo.
Emi le quitó mi polla de su mano, la chica lo agradeció, ya se le dormía y se abrazó a las caderas de Ana, Emi con suavidad le cogió la falda y la subió sobre la espalda y sujetándole de la cintura le fue dando la vuelta hasta enfrentarla conmigo.
La redondez del culo de la chica era tentadora y Emi siguió con el trabajo de la dependienta poniéndome la polla al máximo otra vez, me miró y me señaló el trasero de la chica, me dio a elegir, con la mirada le señalé el coño que brillaba entre sus nalgas y tirando de la polla me fue guiando hasta casi tocarla, buscó el clítoris ya descubierto y brillante y lo rodeó con dos dedos, la chica lo acusó abriendo las piernas todo lo que podía.
Emi me empujó por el culo y la polla entró limpiamente, Ana jadeó ante la lamida que le propinó con toda la lengua, las tetas de la chica las recogió Emi y yo las suyas, por debajo de la blusa mis manos se perdían buscando los pezones que tanto me gustaban. Ana fue la primera, le cogió la cabeza de las orejas y no la dejó soltarse hasta que el orgasmo fue bajando de intensidad.
La chica le siguió, para ella no fue ningún sacrificio chupar el coño de Ana pues se estaba corriendo también con mi polla dentro de ella pero cuando notó que mi capullo palpitaba peligrosamente le volvió la cordura y la sacó de golpe evitando que eyaculara en su interior.
Emi no quiso que se perdiera y volviéndose de culo hacia mí se levantó la falda estrecha y ladeándose las bragas buscó mi polla y ella misma la enterró entre sus labios. Para mí fue un descanso, me corrí como si estuviera relajado en casa, hasta la última gota, la dependienta agradecida, me amasaba los huevos con una mano mientras le devolvía a Emi las caricias en los pezones, mi tía me besó en la boca dándome la lengua.
Lentamente nos fuimos vistiendo, bueno… todas ellas menos yo que ya me pude probar el pantalón con la polla caída y me quedaban impecables, nos lo llevamos con unas camisas, la chica sonreía agradecida y mojada. Con los zapatos no hubo problema, me acompañaron a la tienda de mi tío, eligieron los que más les gustaron, Pepita y su compañera Elena estuvieron atentas y muy solícitas, sobre todo la dependienta, me hizo prometer que no tardara en volver. Ana y Emi movieron la cabeza al ver el interés de la chica. Cuando terminaron la lista de compras fuimos a merendar, por fin me dejaron invitarlas aunque Emi se oponía, las convencí entre risas chantajeándoles de no follarlas más.
A los dos día cuando volvía de la clase de coche encontré a María en casa, su madre había ido al hospital para conocer la opinión del médico, mi prima estaba triste por mi viaje a Italia, se le notaba decepcionada y no tuve más remedio que detenerla cuando vagaba por el salón y cogiéndole la cara con las manos le besé en la boca.
- Perdona María, quiero que sepas que para mí es un sacrificio ir a Milán, me habría gustado quedarme con vosotras dos un fin de semana completo, ya me había hecho ilusiones.
- ¿Sacrificio?... ¿Es un sacrificio irte a Italia con todo pagado y al mejor hotel, a las mejores recepciones con dos mujeres que van a follarte todas las noches hasta dejarte extenuado?... ¿Eso es un sacrificio?
- Joder María, lo pintas de una forma… yo lo veo de otra forma… es un sacrificio y grande dejarme a dos hermosas veinteañeras deseosas de pasar un fin de semana juntos los tres, follando no solo por las noches sino a cualquier hora, estando desnudos todo el día pudiendo acariciar esos cuerpos y sentir como ellas me dan todo el placer que son capaces, verlas correrse entre mis brazos y llenarlas de mi leche las veces que quiera, eso es un sacrificio María.
Mi prima se echó en mi brazos, me rodeó el cuello y me besó, me fue empujando hasta el sofá del salón mientras me soltaba el cinturón, cuando caímos rodando procuró quedar encima de mí y se quitó la camiseta dejando las tetas saltar frente a mi cara, sin dejar de mirarme fijamente a los ojos se quitó el pantalón de algodón que llevaba y el tanga negro, yo creí que quería meterse mi polla urgentemente pero lo que hizo fue desnudarme a mí y tumbarse todo a lo largo de mi cuerpo, le apetecía notarme junto a ella más que follar, se acurrucó entre mis brazos metiendo la cabeza bajo mi cuello poniendo una pierna sobre las mías, me daba besos tiernos en mi pecho a la vez que hacía rizos en los pelillos del ombligo.
Estuvimos un buen rato, nos cambiábamos besos suaves en la frente o en el cuello, así nos encontró Maite cuando entró de sopetón en casa, se había vuelto cuando llegó su madre al hospital.
Rápidamente de una ojeada comprendió la escena y lanzando el bolso a un rincón se quitó la ropa que llevaba y se unió a nosotros, las tetas de Maite quedaron pegadas a mi lado igual que las de María al otro, estábamos tan apretados que nos caíamos en el asiento del sofá.
Maite no paró de besarme hasta ponerse al nivel de María, las estreché contra mí, la polla supo estar a la situación y no se movió, a las chicas les gustó porque sintieron como yo la sensación de que nos queríamos por encima de todo, nadie habría comprendido cómo podíamos estar los tres desnudos completamente acariciándonos y besándonos sin desear follar como locos pero era así, una ocasión como esa se disfruta pocas veces en la vida y ésta era una de ellas.
Llegamos a dormirnos, era un sueño placentero, parecía como volar entre nubes de algodón, cuando nos despertamos nos movimos un poco, extrañamente no sentíamos frio, al contrario, un leve calor nos embargaba, me di cuenta que una mantita de algodón nos cubría a los tres.
María se despertó y me miró alarmada igual que Maite, nos quedamos mudos, en la cocina se oía el cacharrear de Ana, se olía el aroma de la comida en el fuego, era ya casi la hora de comer. Maite se escurrió del sofá y buscó su ropa, luego yo y después María, nos fuimos a nuestras habitaciones de puntillas hasta que desde el comedor oímos a Ana llamarnos.
- Chicos a comer, ya es la hora.
Continuará.
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Gracias.