Mis primas de la capital (27) Editado y corregido.
Me propuse con mayor ahínco no defraudar a las personas que tanto creían en mí, empecé centrándome en el regalo que Antonio me hizo, aprobar a la primera el permiso de conducir, no era por la promesa de comprarme un coche, eso era lo de menos, de hecho no me hacía ninguna falta pero sólo con el deta
En la primera ocasión que tuve se lo quise agradecer a Ana, ya se había marchado mi tío a la tienda, mis primas se tomaban unas tostadas apresuradamente porque iban a salir pronto hacia la universidad para informarse sobre el comienzo inminente del curso y mi tía ultimaba su aspecto antes de dirigirse hacia su trabajo, ya había cogido el bolso y las llaves, aún sonaba el portazo de la impetuosa Maite y yo le esperaba en la puerta para darle un beso de despedida, en realidad era un beso a mi querida tía, estaba profundamente agradecido y esperaba tener una conversación también con Antonio para que supiera cuanto le estaba reconocido.
A mi tía se le escapaban pocas cosas y notó que estaba un poco emocionado, lo cierto es que soy bastante sentimental y pronto se me hace el nudo en la garganta, me miró fijamente y levantó mi mentón con una mano obligándome a mirarla a los ojos.
- A ver tontorrón… ¿Qué te pasa ahora?
- Nada, Ana nada, soy un tonto como dices.
- De eso nada, ha sido una expresión solamente, te noto raro, ¿estás triste, prefieres volver al pueblo, añoras a tus padres?
- No, nada de eso, al contrario, no sabes lo contento que estoy al seguir con vosotros, sólo quería decirte a solas que te quiero mucho, a Antonio y a mis primas también, claro pero tú eres especial, eres el alma de la familia y por eso te quiero con locura.
- Mmm, eso no me lo habían dicho nunca, ni mi marido en los mejores momentos, me has puesto en un aprieto.
Dejó su bolso y las llaves en una mesa y me hizo sentar en el sofá cogiéndome las manos.
- Juan, sé que lo que estamos hablando es entre tía y sobrino y eso le da más valor, al menos así lo creo por eso no tengo inconveniente en confesar que me has ganado el corazón desde el principio y cada día me tienes más entregada a ti. Sería una tontería compararte con mi marido o con mis hijas, a ellos los quiero como lo que son pero tú eres especial, antes sólo eras el hijo de mi hermana Mari Tere, ahora eres mi sobrino Juan, el hombre que vive conmigo, que me quiere no sólo como a su tía carnal sino que me ofrece todo lo que tiene, su cariño, su amistad, su discreción y no digamos su lado en su cama, todo esto te hace una persona única, sé que muchos no lo comprenderían pero con los pocos que lo saben me basta.
- Gracias tía, me has levantado el ánimo, a veces pienso si no me tendréis con vosotros por compromiso.
- Creo que debes olvidar esas ideas tan peregrinas y vamos a cambiar de conversación pues me estas poniendo cachonda antes de salir de casa, ¿sabes una cosa?, creo que te debo una alegría, ven a mi habitación, pensándolo mejor esta mañana no voy a trabajar, mereces que esté contigo.
Ana me cogió la mano decidida, cuando estuvimos en su habitación me sentó en su cama abrió el armario y buscó en un cajón, sacó un paquete y cerró la puerta.
- Por favor Juan date la vuelta, hoy me apetece darte una sorpresa.
Hice lo que me ordenaba y miré a la pared, por el reflejo de la sombra que le hacía el sol matutino vi como se agachaba y se iba quitando la ropa de calle, la falda, la blusa y alguna cosa más, mi polla con más imaginación que yo iba reclamando su protagonismo bajo el bóxer.
- Ya puedes volverte amor.
Me prometió una sorpresa y cumplió su palabra, con una pose de pin-up se mostraba frente a mí, había estrenado el sujetador que compramos a la vez que el de Emi pero además llevaba unas bragas que seguramente se había agenciado en su segunda visita a la lencería, eran una bragas de lo más sexi, aunque yo me encandilaba con la visión de sus tetas libres y altas ayudadas por la prenda que las sostenía al nivel ideal pero mi tía sabía que la verdadera novedad para mí eran las bragas y se preocupó de hacérmelo notar, cuando puso una pierna sobre la cama mi mirada se desplazó a su entrepierna, las bragas en cuestión tenían una abertura disimulada por una puntilla de tul, por esa raja que mi tía procuraba que se mantuviera abierta se veía claramente el coño, sus labios oscuros y su clítoris brillante.
- ¿Qué te parece mi última adquisición?, eres el primero en verlo, lo reservaba para ti.
Caí de rodillas frente a ella, con las manos un poco temblorosas separé las puntillas, el calor húmedo me llegó de su coño y me atrajo hasta pegar mi boca entre ellas.
- Si prefieres me quito las bragas.
Con la cabeza le dije que no, quería agradecer el detalle de ofrecerme su coño adornado por esa fantasía erótica, cuando Ana se cansó de apoyarse sólo con una pierna en el suelo se dejó caer sobre la cama, no fue óbice para que no siguiera comiéndole el coño al abrir totalmente las piernas, ahora el sujetador ya no hacía ningún efecto, las tetas se repartía sobre su pecho dejando hueca la prenda como las viseras de una gorra. Ana estiraba los pezones suspirando hondamente, notaba sólo mi lengua entre sus labios y sus nalgas hasta la rabadilla.
- Juan me gustaría notar tu polla entre las puntillas.
Mientras seguía lamiendo me fui quitando la ropa con dificultad, cuando ya no quedaba nada que quitar le cogí los muslos y tiré de ellos, se deslizó hacia mí, el cierre del sujetador con el roce con la sábana saltó y quedó lacio sobre ella que lo dejó a un lado, no hizo falta que subiera también a la cama con sólo inclinarme mi polla pasó entre las finas puntillas, no había que apuntar mucho, la humedad y los labios abiertos me guiaron a la dilatada vagina. Lo celebramos como una “ premier ” teatral, conservamos todo el rato las bragas como telón principal del escenario, poco a poco cambiaban de color, del negro inicial pasó a gris y luego el blanco de los flujos de Ana se impusieron.
- Juan olvídate ahora de tu tía, fóllame como Ana, la mujer que adora tu polla, hazme subir al cielo como tú sabes.
El sentimiento profundo de Juan “el sobrino” se esfumó por completo, ahora era Juan el chaval que estaba follando con una mujer adorable con un cuerpo divino, no quise defraudarla y me propuse provocarle todo el placer que podía.
Cuando me atrajo y caí sobre ella me quedé con la polla clavada y los pies en el aire, no le importó que me apoyara solamente en su coño pues estaba más hundido que nunca, sus besos y abrazos no dejaban caerme mientras le duró el potente orgasmo. Me soltó cuando se calmó un poco.
- ¿Te gustan mis bragas, son prácticas, verdad?
- Me encantan, me gustará vértelas a menudo.
- Pues aún están a medio uso, ¿quieres acabar de estrenarlas?
No me dejó decir que sí, cuando se giró bajó las rodillas al suelo, ahora frente a mi tenía la misma abertura pero en sus nalgas, alargó la mano a la mesita, no llegaba pero me dijo que buscara, encontré la crema enseguida, la tenía muy a mano.
Con la cabeza ladeada sobre la sábana esperó paciente que dilatara su esfínter, la práctica que tenía con Antonio no me hizo insistir mucho, mi glande en punta de flecha se deslizó suavemente abriéndose paso, quizás tenía razón, el cabezón de mi tío era o todo o nada, no hizo gesto alguno de molestia al contrario gozaba cada centímetro que entraba en ella, de su vagina seguían brotando jugos empapando las puntilla que ahora era una mancha que cada vez se extendía más.
No pude aguantar tanto como hubiera deseado, la visión de la espalda de Ana brillante de sudor, las tetas que salían por sus costados y las nalgas abiertas forzadamente por mi verga me ganaron la batalla, una descarga eléctrica saltó de la médula hasta mis huevos, la leche debió hervir como en un microondas cuando salió a presión dentro de Ana, hasta yo me sorprendí la cantidad que salió, sólo lo supe cuando me separé de ella y junto con el aire inyectado salía a burbujas acabando de tintar de blanco las bragas nuevas.
Le quité las bragas deslizándoselas por las piernas abajo, se podían escurrir, aún estuvo sin moverse aunque estuve besándole desde el culo hasta la nuca, sólo ronroneaba como un gatito satisfecho. Al mirar el reloj recobró la cordura, se propuso cumplir con sus obligaciones y después de una ducha rápida se vistió y salió hacia la zapatería.
Volví a mi cuarto después de rehacer la cama de mi tía, con la polla colgando subí a mi habitación, hacía una mañana estupenda y me asomé un momento al balcón, la calle desierta, los árboles frondosos y el sol radiante terminaron de levantarme la moral.
Noté como algo me molestaba en los ojos, miré para todos lados pero vi que era una luz deslumbrante. Emi desde su habitación me hacía señales con un espejo, cuando me di cuenta me iluminó la polla que tenía morcillona, sólo hizo un gesto con la lengua como relamiéndose, luego vi cómo se reía mientras me escondía de posibles miradas ajenas.
Las clases de conducir iban relativamente bien aunque el ambiente era bastante triste, el profesor de teórica se esforzaba por enseñarme no sólo las señales sino cualquier duda o interpretación para que supiera defenderme entre la marea de coches, insistía mucho en que no debía acomplejarme por llevar el estigma de novato a la espalda, quería convencerme que era uno más entre todos los conductores y que podía ser tan bueno como cualquiera, eso me animaba.
Con Rosana pasaba igual, la chica me lanzaba las llaves del coche con confianza, el detalle me alentaba mucho, a las primeras torpezas, caladas y acelerones no le dio la mayor importancia, en cambio insistía mucho en la seguridad, me quería enseñar a conducir como el chofer de un Primer Ministro, suave para que el viajero se sintiera como en su casa o rápido y preciso como si estuviera sacándolo de una situación comprometida, el coche lo permitía, me enseñó que la potencia no debía asustarme, allí estaba para mí, yo era responsable de administrarla bien.
Alguna vez pasamos por donde practicaban otras autoescuelas, llegamos a ver a la antigua alumna y al chico en otro coche, Rosana evitaba mirar pero yo le hacía abrigar esperanzas, le dije que en la universidad haría todo lo posible para que se conociera la autoescuela en todo el campus, se lo comentaría a Asun la chica más inteligente de la clase y a su tía Marta encargada de Secretaría, con ellas se correría la voz, me gustó recordarlas, había pasado muy buenos ratos con las dos.
Una mañana íbamos practicando por una de las avenidas principales, era una ruta bastante concurrida en la que las diferentes escuelas fogueaban a los alumnos, estaba parado en un semáforo cuando a mi lado oí una fuerte frenada, a mi altura apareció otro coche, era un utilitario ocupado por cinco personas, lo más gracioso era que al volante iba la chica jovencita que se había despedido junto con el otro joven a la primera lección de coche, apenas se le veía aferrada al volante, junto a ella el profesor le recriminaba la brusquedad en la maniobra, los tres compañeros que iban detrás mostraban su miedo tanto por la que conducía como por ellos mismos, Rosana por el rabillo del ojo no perdía detalle y cuando se encendió la luz verde puso la mano sobre el cambio de marchas para que esperara un poco. En efecto la chica salió o mejor dicho lo intentó pues se le caló el coche no una sino tres veces seguidas, el profesor indignado movía las manos exasperado, por fin Rosana me puso la mano en la rodilla y me dijo…
- Vale Juan ahora sal tú, demuestra lo que has aprendido.
No sé si sería suerte o casualidad pero hice una salida de sobresaliente, detrás se quedó el otro coche con la chica atemorizada y el profesor histérico. Yo estaba eufórico y Rosana aunque lo disimulaba también, no quitó su mano de mi rodilla hasta casi terminada la clase, cuando aparqué frente la escuela me pellizcó la mejilla y me dijo.
- Juan, vas a ser un buen conductor, de eso me encargo yo.
Una mañana amaneció lloviendo, supuse que no sería buen día para practicar y la llamé antes de ir, Rosana me contestó que al contrario, era una ocasión perfecta para aprender con la visión reducida y el manejo de los limpias etc. Tuve que ir y como siempre me lanzó las llaves desde lejos. Con mucho más miedo fui conduciendo, el terror a patinar o qué sé yo me hacía ir demasiado lento, cuando empezó a llover fuerte ya estábamos cerca del descampado donde habíamos hecho una pausa el primer día. Los limpias ya no barrían tanta agua que caía y Rosana me indicó que aparcara debajo de la morera en el fondo, aún era pronto para volver y decidió que era un buen momento para enseñarme lo referente a los mandos del coche, con los diferentes botones no tuve problemas pues había visto a mi tío y más o menos eran comunes pero me enseñó otras cosas útiles que no vienen en el código de circulación.
- ¿Sabes cómo se ajustan los asientos, los espejos, el volante y los respaldos?
A todo le tuve que decir que no y ella me lo quiso explicar, me dijo sobre la marcha donde estaba la palanca que adelantaba el asiento, me cogió la mano y la pasó entre sus piernas, la falda no daba más de sí y tuvo que levantar el culo para que se subiera, cuando lo liberé se hizo hacia atrás y el asiento se deslizó, no me soltó la mano y la fue subiendo lentamente por el asiento, cuando pasé de éste, encontré sus muslos separados y entre ellos las bragas que apenas cubría la ingle, me miró mientras retenía unos segundos la mano quieta, bajo mis dedos notaba la separación de sus labios, tragué saliva y miré preocupado a mi alrededor, los cristales estaban empañados y no se veía nada del exterior.
- Tranquilo, luego te enseñaré como se desempañan los cristales.
Cuando quité por un momento la mano me enseñó el mando para recostar el asiento, la volví a posar entre sus piernas mientras ya se había quitado las bragas y se había escurrido del asiento, Rosana me fue guiando la mano por donde le gustaba sentirme, la llevaba desde su vientre hasta su ingle sin dejar de mirarme a los ojos.
- ¿Quieres aprender cómo se ajustan los reposacabezas desde el asiento de atrás?
Se cambió al asiento trasero sin salir, mientras yo salía y pasaba por la puerta de atrás, en todo el descampado no se veía a nadie, sólo la cortina de agua que caía en ese momento, me calé mientras ella quitaba el seguro de la puerta y cuando pude sentarme ya estaba empapado.
- Juan es mejor que te quites la ropa, vas empapado de agua y te puedes constipar, aquí no hace frio.
Con la voz melosa me convenció a la primera, ya me había quitado la camisa y el pantalón cuando tiró ligeramente del elástico del calzoncillo, tuve que quitármelo también. Se incorporó para volver a levantar el respaldo delantero y adelantar el asiento para tener más espacio, mientras tiraba de la palanca inclinada sobre el asiento delantero dejó frente a mí las dos piernas juntas encerrando el coño apenas visible.
No tuve paciencia para que hiciera más espacioso el coche y le pasé la lengua por los muslos hasta el culo, inmediatamente dejó lo que estaba haciendo y se dejó caer sobre mí, según caía la guié con las manos en la cintura en la que tenía arrugada la falda y se sentó sobre mi polla, sólo tuvo que abrir los muslos para que le saliera asomando por el pubis, con dos dedos presionó hacia atrás y el capullo desapareció dentro del coño.
Cogida a los asientos delanteros se levantaba y se dejaba caer sobre mí, yo sólo tuve que admirar como mi polla se hundía en ella, mis manos rodearon su espalda para encontrar el cierre del sujetador, sólo encontré un rosario de vertebras.
- Si buscas el sujetador, no uso.
Pasé las manos buscando la orilla de la camiseta negra con el logo de la lengua de Mick Jagger con la intención de cogerle las tetas por detrás pero Rosana me facilitó la maniobra levantando los brazos sobre su cabeza, cuando le saqué la camiseta vi el cuerpo pálido de la chica, claramente no tomaba el sol con frecuencia, al buscar las tetas sólo encontré unas leves protuberancias, hasta entonces no me había fijado en el cuerpo de la chica oculto bajo la ropa tan extrema y holgada, pese a la poca cantidad no por ello eran menos sensibles, debía ser un punto erógeno importante pues al pellizcar sus pezones se estremeció casi como si se hubiera corrido.
- Por favor Juan, si quieres que tarde un poco sin correrme no me hagas eso en los pezones, me pones a mil.
Procuré seguir su consejo y busqué entre sus piernas el clítoris, estaba erecto pero aunque separó las piernas totalmente para recibir mis caricias pudo resistir mejor que en sus tetas.
Al saltar casi tocaba con la cabeza en el techo del coche, la vi tan concentrada que sus gemidos resonaban en el pequeño espacio, debía estar muy apurada cuando ella misma puso apresuradamente mi otra mano sobre su teta izquierda y abrazando el reposacabezas izquierdo se corrió, la suspensión del Mini pudo, a duras penas, compensar los botes que daba Rosana, se hizo hacia atrás sobre mí con una pierna en cada lado del coche.
- ¿Te has corrido Juan?
- No pero he disfrutado igual viéndote.
- Ahora me toca a mí verte, cuando subimos al coche tuve la intención de hacerte una paja pero cuando aparcamos por la lluvia decidí que fuera una mamada, la forma de tratarme tan desinteresada y tu interés por mí ha sido el detonante para querer follar contigo, así que ahora quiero que te corras tú y quiero que te corras dentro de mí, que conste que a mi compañero sólo le dejo con condón.
Se volvió cara a mí y se puso de rodillas en el asiento rodeándome con sus piernas, al sentarse sobre las mías mi polla vertical entró sin dificultad entre sus labios, sus caderas se movían en círculos a la vez que apoyaba la espalda en los respaldos delanteros, frente a mí sus tetas, vi los dos botones casi negros, del ombligo bajaba un hilillo de vello moreno hasta el triángulo rizado bien perfilado, incluso al levantar los brazos pude ver los pelillos que daban contraste a sus axilas blanquísimas. Quise besarla pero giró la cara con suavidad.
- Los besos los guardaremos para la próxima vez.
Saltaba sobre mí y mi polla se hundía en ella.
- No te muevas, yo lo haré todo, me gusta sentir tu polla donde más gusto me da.
La chica sabía lo que hacía, me demostró que una penetración profunda no era siempre lo mejor aunque a mi ego lo pareciera, tanto se concentró que rompiendo su promesa me rodeó el cuello y me besó desesperadamente, no esperó a que yo me corriera y tuve que soltar mi freno de mano y pisar a fondo, la alcancé antes de terminar su orgasmo, el Mini seguía aguantando y al terminar caímos en el asiento descoyuntados, definitivamente hubiera preferido una limusina.
Los cristales chorreaban agua tanto por fuera como por dentro, ya no era vaho y los consejos de Rosaba para desempañarlos no resultaron tan prácticos, aún con el aire acondicionado a tope lo más efectivo fue bajar los cristales aun mojándonos un poco.
Cuando llegamos a la escuela íbamos repeinados, más que cuando habíamos salido y aún quedaban rodales de vaho en el cristal trasero, al entrar vimos a Javier en el aula, estaba sentado junto a una chica joven, no parecía estar dando clase y nos extraño. El profesor nos presentó a la chica, yo no la reconocí pero Rosana sí, era la joven que empezó el primer día que había vuelto.
- Hola, ¿cómo estás, qué te trae por aquí?
La chica se puso a llorar mientras Javier la consolaba, entre hipos se explicó.
- Perdona Rosana, sé que no me he portado bien con vosotros pero cuando el primer día llegué a casa mi padre me preguntó y le conté como vestías y como conducías y sin más me ordenó que me despidiera pero he visto que realmente eres una buena profesora, que te preocupas por enseñar de una manera más efectiva y eso es lo que yo quiero, he discutido con mi familia pero prefiero perder el dinero que ya he pagado en el otro sitio si me aceptáis con vosotros otra vez.
Rosana miró a Javier con asombro, él se encogió de hombros dejándole a ella la decisión, se lo estuvo pensando unos segundos y luego cogió de los brazos a la chica y fijamente le dijo.
- Mira Sole, por una parte te agradezco que hayas vuelto, para nosotros es un halago pero quiero que estés segura de lo que haces, te vas a enfrentar a tus padres y puedes tener problemas, tienes dieciocho años y eres muy joven pero si decides quedarte te tienes que comprometer a hacer lo que digamos sin rechistar, lo hacemos por tu bien, te aseguro que saldrás con un alto nivel de conducción y aprobarás a la primera.
- Gracias Rosana pero ya he hablado con mi abuela, es la única que me apoya y me ha prometido pagar mis clases, así que estoy dispuesta a todo.
Yo a cierta distancia miraba la escena, me alegraba mucho de que la chica hubiera reconocido la profesionalidad de Rosana y sobre todo por la inyección de moral que les daba a la pareja.
Sole desde un principio demostró que iba en serio, las clases teóricas las aprobaba todas, cuando llegó el día de acompañarnos estaba nerviosa, Rosana le tiró las llaves como a mí, a Sole le sorprendió pero le gustó el gesto de confianza.
Se sentó y no supo por dónde empezar, no llegaba bien a los pedales y Rosana le dijo que ajustara el asiento, no sabía cómo hacerlo y tuvo que repetir lo que había hecho conmigo.
Cuando la profesora metió la mano entre sus piernas se apresuró a bajarse la falda por debajo de las rodillas, Rosana la miró y me miró.
La profesora se sentó cómodamente en su asiento y esperó, la chica no sabía qué hacer pues no llegaba ni de puntillas. Rosana se subió la falda casi hasta el culo, las bragas apenas asomaban entre sus blancos muslos y esperó, Sole le miró pero no se atrevió a imitarla.
- A ver Sole, ¿qué problema tienes con la falda?
- Me da vergüenza subírla más allá de las rodillas pero me molesta y no llego a los pedales.
- Ah sí que te da vergüenza y… ¿por qué en la primera práctica te bajaste y te quitaste la blusa y quedaste en sujetador delante de nosotros tres?
Sole no contestó y subió su falda más allá de las rodillas, Rosana la miraba indiferente, la chica volvió a subir su falda un poco más, ante la pasividad de la profesora Sole acabó de subirla como ella, las bragas blancas que llevaba asomaron por fin. Rosana le cogió la mano y la pasó entre sus piernas, le hizo tocar la palanca debajo el asiento y le dijo que moviera el culo hacia adelante, la chica se sorprendió lo fácil que era y nos miró sonriente. A partir de ese momento Rosana ya le dijo que arrancara el motor y saliera al tráfico. Hubieron varias caladas pero la profe no le recriminó en absoluto, la chica azorada estaba muy nerviosa, cuando llegamos al descampado Rosana me dijo.
- Juan ya viste que Sole está muy nerviosa, aún le falta mucho pero necesita relajarse, ¿por qué no le das un masaje?
La chica no se lo esperaba ni yo tampoco pero cuando Rosana me explicó cómo se quitaba del reposacabezas de Sole ya vi que iba en serio.
- Si recuestas su asiento te será más cómodo.
Desde atrás de Sole eché el respaldo hacia atrás, la chica no se atrevió a rechistar y cerró los ojos cuando le puse las manos sobre los hombros, yo desconocía las intenciones de Rosana y la miraba, ella sólo me animaba a seguir.
Noté como Sole perdía el miedo y se relajaba poco a poco, entre mis brazos su cabeza rubia quedó ladeada, la besé en la frente, lo recibió como una caricia amistosa, mis manos iban rodeando sus hombros, su cuello y su nuca, cuando presionaba en las sienes los brazos de Sole cayeron a su lado, Rosana ladeada en su asiento observaba como la chica iba cambiando de expresión, ahora era una sonrisa dulce. Despasó dos botones de la camisa de la chica y me insinuó que siguiera yo, lo hice y desde un primer momento descubrí las tetas de Sole, no se parecía en nada a la profe, con la claridad que daba la camisa blanca las dos tetas encerradas en un sujetador blanco se perdían en una penumbra al juntarse, Sole no hizo ningún movimiento, sabía que ya le habíamos visto en sujetador y ahora era más placentero.
Los botones iban abriéndose hasta la cintura y las tetas estaban casi al descubierto, con la mirada Rosana quiso ver hasta dónde estaba dispuesta en colaborar Sole y me señaló los tirantes, fui deslizándolos sobre los hombros hasta quedar colgando en sus brazos, las tetas no se movieron ni un ápice.
Rosana bajó una copa hasta descubrir la areola, la chica movió la cabeza con los ojos cerrados pero seguía respirando agitadamente esperando acontecimientos, cuando asomó el pezón rosado Rosana se mojó los dedos con saliva y lo rodeó, luego sopló sobre él, inmediatamente se irguió duro, me miró y me indicó que lo acariciara, lo hice y Sole apretó su cabeza contra mi brazo, cuando pasé la mano debajo de su teta abarcándola entera, un suspiro se escapó de sus labios.
Rosana me hizo fijar en las piernas de Sole, las tenía abiertas del todo, las bragas estaban mojadas entre sus labios y el sol hacía que se trasparentaran los pelillos rubios que salían entre el encaje. Fuera del coche no se veía a nadie, estábamos fuera de la ruta de los noveles, lo que me animó a terminar de recostar el asiento de Sole, terminé de descubrir la otra teta y la chica lo agradeció, con los ojos cerrados reflejaba una paz interior que seguramente no había experimentado nunca.
Cuando le ladeé la cabeza hacia mi lado no opuso resistencia, la mano de Rosana posada en la rodilla de Sole se movía lentamente hacia arriba, la chica pasó la pierna sobre la palanca de cambios, el elástico de sus bragas quedaba hueco en la ingle y los dedos de Rosana se aventuraron por él.
La polla me pedía libertad a gritos, tuve que sacarla pues estaba doblada en una difícil postura, la acerqué a la cara de Sole, no la retiró y la dejé cerca de sus labios, el olor o el calor de mi capullo debió de avisar su presencia pues antes de tocarla ya iba abriendo los labios, cuando el glande le rozó los dientes no molestaron y fue entrando lentamente, la lengua lo atraía y lo presionaba contra el paladar.
Rosana ya había separado los labios del coño de la chica, estaba depilada excepto un triángulo en el pubis, tenía unos labios perfectos, cerrados por una fina hendidura pero no costó abrirlos, la suave piel de la vagina se abría húmeda al paso de los dedos de la profe.
Con la boca cerrada alrededor del tronco de mi polla apenas se oían los gemidos de Sole pero la agitación de su pecho al suspirar y su vientre al temblar con las caricias de Rosana nos indicaron que la chica iba a recibir un orgasmo inminente.
Rosana hundió dos dedos en el coño de la chica mientras su pulgar presionaba su clítoris, los gemidos fueron aumentando acallados por mi capullo, cuando estalló en su cuerpo la corrida los espasmos sacudieron sus brazos hasta ahora caídos, me cogió los huevos y se hundió en la boca el trozo que quedaba fuera, fue tragando la leche que al momento salió a presión, no llegó a abrir los ojos, un hilillo de semen se escapaba por la comisura de sus labios pero su garganta indicaba que seguía tragando con avidez.
Tras unos instantes de agitación se hizo el silencio dentro del coche, Sole volvió a dejar los brazos lacios, Rosana sacó los dedos de entre las piernas de la chica y me los mostró mojados y cuando los separó unas hebras blancas y espesas quedaron unidas a ellos.
Nos quedamos expectantes mirando a la chica, no estábamos seguros de la reacción que iba a tener al reponerse, creíamos que le habíamos dado algo que en un principio parecía demasiado expeditivo pero al final había dado sus frutos pero por lo poco que conocíamos a Sole se podía esperar cualquier cosa.
Lentamente fue abriendo los ojos como saliendo de un sueño, nosotros no parpadeábamos a su lado, nos miró como si no nos conociera y sin decir nada volvió a elevar su respaldo con toda naturalidad, pasó su brazo entre sus piernas mojadas y tiró de la palanca dando un golpe de culo hacia adelante, el asiento se bloqueó y colocó las piernas otra vez en su hueco de conducción, mirando hacia adelante subió los tirantes del sujetador sobre sus hombros, las tetas se deformaron por la tensión pero una tras otra las colocó adentro de las copas, fue cerrando los botones de la camisa uno a uno, se arregló la falda sin bajársela, quedó a la vista las bragas blancas con un cerco mojado y miró a Rosana.
- ¿Nos vamos?
- Cuando quieras, si estás en condiciones claro.
- Me encuentro mejor que nunca, gracias a los dos.
Nos miramos asombrados, me señaló la polla caída al mismo tiempo que se arreglaba la ropa sentándose de frente y poniéndose el cinturón, la imité. Con admiración vi poner el motor en marcha, la aguja del cuenta revoluciones dio un salto y arrancó con una precisión que sorprendió a Rosana, fue una transformación inesperada, la chica había recobrado toda su confianza en ella y la hacía actuar aplicando todas las explicaciones recibidas. Por último colofón cuando aparcó a la perfección y cerró el coche le echó las llaves a Rosana por encima del coche.
- ¿A qué hora tenemos clase mañana?
- A la acostumbrada Sole.
- Gracias hasta mañana pues, me ha gustado mucho la de hoy.
Cuando volví a casa vi a María que llegaba también, coincidimos en el bus aunque bajamos cada uno por una puerta.
- ¿Cómo vas con las clases de coche, ya haces prácticas?
- Sí, ya llevo varias y aprendo mucho, ¿porqué no vienes también a clase?, si tu padre compra el coche puedes disponer de él como yo.
- Gracias me gusta la idea, ya te diré algo.
Continuará.
Si les gustó valoren y comenten.
Gracias.