Mis pretendientes sexosos (3) final
Algo largo, pero al fin, el último.
El puño de hierro no pudo perdonar a Joel, después de eso hablamos una o dos veces, insistió que estaba arrepentido de haber perdido el control, pero que seguía sintiendo lo mismo por mí y que de sus sentimientos no se arrepentía, para proteger a mi primo hermano de sí mismo yo mantuve distancia tratando de guardar las apariencias me despedí de él, fue el primero en partir.
De quien me despedí distinto fue de Heriberto, llegó una tarde a mi casa con boletos para el cine, mamá no le negó llevarme, salí con él solo esa vez, intentó tomarme de la mano como si fuéramos pareja, pero le pegué par que la apartara…
_ te agradezco lo que haces por mí, pero todavía sigo pensando que eres un mujeriego…
Vio que por su método naturalista no llegaría a ningún lado, así que suprimió su cinismo…
_ Mañana me voy a la capital… ¿puedes darme ese regalo de despedida?
Lo miré, se notaba diferente, parecía no muy contento pero aun así sonreía…
_ si tanto lo quieres – estiré mi mano, brillaron sus ojos y la tomo, apretó un poco, la llevó hasta su cara y besó el puño que formaban nuestras manos entrelazadas – mientras no me pidas otra cosa…
_ Qué lástima, tenía reservación en el Roma (nombre común para motel de paso en estos rumbos)… ¿dejarás que se desperdicien 300 pesos?...
_ ¡qué te den! – hice lo acostumbrado con mi dedo de la mano libre, se le escapó una carcajada.
La película era poco interesante, se titulaba “juventud en éxtasis”… tenía varias escenas soft porno para mi gusto, aun que recibió buenas críticas a mí me gustan más las de vaqueros, sin pensarlo deje que me abrazara todo el rato, no sé si lo hacía a propósito pero en las escenas de sexo se acercaba más a mí, yo para ser sincera comenzaba a sentirme extraña, pero no de forma negativa, en el intermedio fui al baño a mojarme la cara “¿qué estoy haciendo?” me decía… cuando regresé él ya estaba esperándome en la puerta de los baños… me sorprendió lo primero que me dijo
_ ¿puedo besarte?...
_ ¿por qué?... ¿Como regalo de despedida?...
_ no, por que quieras que te bese… déjame besarte…
_ si me besas te daré una cachetada que no podrás masticar en un mes – le dije inquisitoriamente.
Sin pensarlo dos veces me jaló hacia él y me besó, a pesar de mis fuerzas intentando quitármelo, el me sostuvo con fuerza, era un beso apasionado, su forma de retenerme decía “no te soltaré hasta que correspondas”, en aquel entonces pensaba que yo no sabía besar, pero juguetear con sus labios me pareció divertido, duramos mucho tiempo en ese beso, sabía que sería el último, quizá por eso él no quería que terminara, pero al fin tuvo que soltar, me amó en un beso, hasta ahora no he sentido algo parecido que no sea con él, cuando se alejó, señaló su mejilla indicando que ya podía cobrármela… y así lo hice, todos los presentes en los alrededores voltearon al escuchar el golpe de mi palma en su cara, la fuerza lo hiso girar la cara…
_ ¡Jooo!... sigues teniendo buena derecha… - dijo sobándose el cachete…
Esta vez la que soltó la carcajada fui yo… Mentiría si dijera que de allí nos fuimos a un hotel, nunca le pregunté sobre su vida, ni lo que haría después, para despedirnos me dio un abrazo largo y fuerte, sentí algo extraño, se aferró a mí como si tuviera miedo de dejarme ir, pero no dijo una palabra, no volví a verlo durante la carrera, tampoco a Joel, me metí tanto en mis estudios que 6 años pasaron como agua, no hubo otro hombre que tolerara mi carácter, mi vida se llenó de relaciones cortas y polvos ocasionales con conocidos de bares.
Entré al sistema de becarios en un despacho de arquitectos, allí conocí a Rodolfo, un hombre tan poco tolerante a la irresponsabilidad que era temido como tronchatoro en Matilda… Una jornada de esas en que el trabajo sobra y el tiempo falta, yo como toda buena becaria que necesita tener buenas referencias en su próximo trabajo me quedé toda la noche en el despacho, terminé de pasar unos planos a digital, al día siguiente yo era la única que tenía el trabajo terminado, y mi compañero Ben (puñetero ex novio de una compañera) llegó tarde, mi desvelo se echó a perder, por su culpa terminamos entregando los encargos tarde, pensé que si me daba la contraseña de su computador podría la próxima vez evitar ese bochorno, así que me acerqué a él:
_ Hoye Ben, ¿qué te parece si me das la contraseña de tu computador y yo te doy la mía para poder cubrirte la próxima… así no quedamos mal…
El tipo se rió, se burló de mí y no me respondió, ese gesto era más que suficiente así que lo dejé para evitarme problemas, el tipo ganó su boleto cuando lo escuché diciéndole a Rodolfo que yo no le había entregado los escaneos a tiempo… sin duda me cabreó, pero el tiempo me había hecho menos violenta y más fría para calcular, solo tuve que esperar a que el siguiente proyecto hiciera lo mismo, me las arreglé para tener todo lo necesario para terminarlo por mi cuenta, de nuevo me quedé toda la noche en el despacho, pero esta vez no tuve que esperar a Ben… terminé todo y lo puse en el escritorio de Rodolfo antes de que Ben llegara. Como en todas las oficinas, un rumor corriendo por los pasillos es el equivalente a un escándalo, más cuando todos lo vieron llegar con resaca a la oficina oliendo a colonia y alcohol, me divirtió tanto que se me olvidó mi cansancio. Está de más que les diga que se enteró que yo entregué todo el proyecto sin su ayuda y sin poner su nombre en la carpeta de participantes, se quiso poner chulo conmigo y llegó a gritarme al cubículo, todos se dieron cuenta:
_ ¡Maldita marimacha arpía!... si piensas darle tu culo a Rodolfo para que te den un trabajo en esta empresa vételo, pensando, a Rodolfo no le gustan las mujeres con cojones…
_ Hoo querido Benito, yo no necesito darle el culo a nadie, yo solo he hecho el trabajo que tu no hiciste por irte de juerga… - no estoy segura pero creo que se notaba mi sonrisa de satisfacción – la próxima vez que quieras culpar a otros por tu falta de responsabilidad asegúrate que no sea alguien que puede tomarte la delantera con tanta facilidad.
Ese fue el comienzo de la discusión, había subido a tal grado que en algún momento Ben me quiso lanzar un porta lápices que cogió de mi escritorio y yo no pude evitar defenderme, para cuando Rodolfo llegó solo se alcanzó a escuchar un grito furioso…
_ ¡fuera de mi vista!... ¡si quieres que te incluyan en un trabajo… trabaja! – todavía tenía el cabello revuelto de sus tirones que intentó para golpearme, sabía que lo despedirían o algo, por eso no me preocupé de sacarlo a empujones de mi cubículo.
Rodolfo miró como cerré la puerta a Ben, y me metí a trabajar como si nada ante la mirada incrédula de los compañeros, aunque no lo crean en el trabajo se me conocía por ser una mujer tranquila, muy tranquila, era extraño escuchar gritar a la chica que siempre estaba callada en su escritorio sin hablar y que solo saludaba a los guardias de la entrada, cuando me percaté del revuelo fue cuando escuché la carcajada de Rodolfo, después de eso me llamó a su oficina, me hiso una serie de preguntas, que si estaba casada, que si podía viajar por negocios, que si tenía disponibilidad de horario, que si tenía aspiraciones al titularme, después él mencionó CONSTRES, una de las constructoras para las que trabajaba, literalmente dijo “tú eres la única que tiene el carácter para sustituirme” y si, al recibir mi título me estaban esperando, muchos estaban algo incrédulos de mi capacidad, pero había entrado con buena recomendación, no crean que me dejaron ser la directora de proyectos. De hecho tenía que estar a prueba y a menudo llevaba el café, pero no tardaron en ascenderme, me cambiaron de oficina, donde estaba el equipo principal, me codearía directamente con el ingeniero ambiental, el diseñador de interiores y el ingeniero civil… sería la asistente personal del director de Arquitectos, básicamente él decía “has este plano” y yo lo hacía, ahora solo tenía que esperar a que el señor muriera o se jubilara y ese puesto sería mío, solo tenía que ser paciente.
Mi jefe resultó ser un completo animal, brusco, arisco, necio, y encima de todo flojo para el trabajo, en menos de 3 meses ya habían renunciado dos secretarias, lo que hiso que llegara menos a casa y me encargara de todo, todavía no era la directora de proyectos y ya parecía una, todos me preguntaban a mí, y el señor Vargas (mi jefe), no perdía tiempo para cargarme cualquier cosa que no fuera firmar, hasta en redactora me convertí, ese día me había levantado con el pié izquierdo, me tiré el café encima y no podía quitarme el saco, con el calor que hacía terminé deshidratándome y antes de que llegara el medio día estaba en la zona de descanso tomando electrolitos para levantarme, allí me alcanzó Don Vargas, me dijo:
_ Señorita, por favor, lleve esto al otro edificio, tiene que estar allí a la 1:00 pm – miré el reloj, 12:35, ¡no iba a llegar! – aquí tiene, tome un taxi.
¿taxi?... me dejé los beaticos y cogí el subterráneo, solo así podía llegar en menos de 20 minutos, aunque en plena hora pico creo que pise y empujé a media ciudad, hacía tanto calor que la leche del café en mi blusa ya olía a vómito de bebé… entré derrapando a la recepción de la sucursal poniente de CONSTRES, oliendo a bebé sucio y mi cara brillaba más que espectacular de las Vegas, entré a la oficina del ingeniero, me recibió una secretaria mal encarada, “el ingeniero todavía no llega, será mejor que lo espere por allá” dijo señalando un rincón… ¿tan mal me veía que tenía que mandarme lejos?... pregunté por el baño para arreglarme un poco en lo que llegaba, conseguí que mi cabello y mi cara ya no anunciaba “esta mujer no ha llegado a su casa desde ayer”, pero mi blusa… mi blusa no dejó de oler a vómito, tuve que tirarla, comencé a sospechar que ese café veía malo, no se me ocurrió más que amarrarme la mascada del traje como si fuera un top, y abotonarme el saco para disimular mi falta de blusa. Tal vez habría sido mejor seguir oliendo a vómito, ahora me sentía desnuda, en fin, al salir ya estaba esperándome un joven alto, espalda ancha, lo sé porque estaba de espaldas hablando con la secretaria, la secretaria me vio y le hiso la seña al ingeniero, sí, yo conocía a ese ingeniero.
_ Corren rumores de que Vargas es un asno y su asistente lo arrea con una voz que cimbra el edificio de CONSTRES – su risa burlona seguía intacta – es bueno saber que cuando ese viejo se vaya estaremos en tus manos…
_ también me da gusto verte Heriberto…
Le iba muy bien el traje, y sus desperfectos físicos habían desaparecido… era increíble lo que hacía un buen ortodontista y su personalidad tan llamativa, seguramente y estaba casado en todo caso no me atrevía a preguntar… le entregué una carpeta con documentos y un CD, probó el CD en su computador y revisó cada archivo, se puso una mano en la boca y se rió, agachó un poco la cabeza para disimular pero fue inútil, solo dijo…
_ No se me salió gritarte “puñitos”… ¿o sí?
_ No, si lo hubieras hecho te golpearía…
_ Así que los rumores son ciertos.
_ Aunque no lo creas solo he gritado una vez en la oficina… puedes llamarme Eren.
_ Seguramente ya estás casada…
_ No, pero tengo un gato…
Solo eso bastó para ponernos al tanto, después de eso solo dijo que el trabajo estaba perfecto, que esperáramos el informe, me dio un abrazo, esta vez la que se aferró fui yo… de algún modo le había extrañado. El resto del día estuve en las nubes, no sé si por deshidratación o por la impresión, ¿Cuánto tiempo habíamos estado tan cerca y tan lejos?... de haber sabido que era el ingeniero quien sabe, habría pedido nos reuniéramos, saber que había hecho, para estar en ese puesto seguramente habías estado trabajando como loco igual que yo. Salí algo tarde, a las ocho y media, cansada, con hambre y sueño, había sido un día agitado, pero al fin podía ir a casa a ducharme, comer algo y dormir, en la entrada del edificio había un hermoso Jeep negro estacionado, en él estaba recargado Heriberto, cuando me vio salir se echó a reír…
_ se nota que necesitas un trago puñitos – me tendió la mano, yo no podía dejar de pensar en mi condición, estaba cansada pero no me pude negar… ya me conocía, estaba dejándome llevar demasiado fácil.
Me llevó a un tranquilo Bar en el centro, pidió por los dos, bebimos Whisky con naranja, me preguntó si yo tenía hambre, pensando que compartiríamos la cuenta pedí una hamburguesa y papas, con café y un postre, me sentía como si estuviera en la preparatoria de nuevo, comí sin reservas, noté que me miraba fijamente y después dijo:
_ ¿por qué no te quitas el saco?...
Me puse roja de vergüenza, al fin me acordaba, no tenía lo que se pudiera llamar blusa bajo el saco, mi única justificación salida después de aclarar mi garganta que se había atragantado de la impresión fue “tengo frío”… platicamos mucho, me enteré que había llegado allí por influencias de su padre pero el puesto de Director se lo ganó después, también que sus papás habían intentado casarlo con una señorita que resultó ser un pija y se fugó con un extranjero.
Yo me desinhibí con la segunda copa… nunca me había hecho mal el alcohol pero creo que no es bueno beber cuando estás tan cansado y desvelado, Heriberto me acompañó a mi casa, y yo, al parecer adopté mi papel de peligrosa seductora, inconscientemente, en realidad estaba tratando de bajarme el mareo del alcohol por todo los medios, le invité un café, apenas eran las diez, nos sentamos en la sala, y seguimos hablando, de pronto me encontré desahogando mi coraje con Vargas, llené mi boca diciendo por qué ese tipo era un peligro para mi empresa de una forma de lo más cómica, entre ellos se me vino un comentario que rompió con el ambiente de felices viejos amigos:
_ me molesta tanto que digan que le mamo la polla… ni siquiera es apetecible el aciano, además, es tan cerdo que no necesito mamársela para que tenga sus fantasías el desgraciado…
_ ese tipo es peligroso heee – dijo Heriberto recargándose en el respaldo y abriendo las piernas… Me quedé mirando – pues yo también fantasearía si tuviera una asistente dominatrix…
Me dio pena y callé, sorbí el café para evitar decir un comentario más vergonzoso, sentí que él se acercaba, se sentó junto a mí y subió los pies a la mesa, como aquel día en el bus…
_ En serio Eren… ¿no sientes algo? – sentí electricidad recorriendo mi cuerpo su mano estaba acercándose a los botones de mi saco, solo una cosa pude hacer, lo alejé.
_ ¡no lo hagas!.... ¡desde ayer no he regresado a casa! – cual niña tímida, sí, eso disparó su excitación…
_ hoo… ¿quieres ducharte?... entonces vamos a la ducha…
Me cargó cual Tarzan a una Jane, no sé cómo esta tan ligera, iba a abrir una puerta…
_ ¡no!... ese es el closet… ¡es… espera! – estúpidamente le dije como llegar al cuarto de Baño, abrió el agua caliente conmigo sobre su hombro como vil costal, después hiso un movimiento que me hiso creer que me tiraría en la ducha con todo y ropa - ¡no… con ropa no!...
Me puso frente a él y se deshizo de mi saco, inmediatamente salió a relucir mi top improvisado…
_ Jaaah jajajajaa!.... ¿qué es eso puñitos?...
_ no vayas a pensar que…. Es que la leche – genial, ahora tartamudeaba… mis esfuerzos por explicar se callaron cuando me rodeó con sus brazos, y desató el nudo, el resto fue fácil para él, ya había perdido las ganas de resistirme.
Nos bañamos juntos, tenía buenos músculos, pregunté si se ejercitaba, me dijo que todos los días corría y dos veces por semana iba al gym, conservaba ese toque sensual, no tenía que ser lascivo para volverme loca, no sé si eso fue una ducha en sí, pero yo no podía esperar a que me llevara a la cama, lo abrasé, lo besé, me le colgué como una niña que no quiere caminar, el me levantó sin problemas, le rodeé con mis piernas y pude sentir que él ya estaba listo, quizá hasta se contenía un poco…
_ no tengo condones – me dijo al oído…
_ déjalo… yo haré que te hagas responsable después – dije riéndome, no pareció importarle, cerró la llave del agua y me llevó al tocador del lavamanos, seguimos jugando más y más cuando nos secábamos mutuamente el cuerpo…
Era inútil, con el vapor y nuestro sudor era imposible, parecía un sauna, al parecer su juguete favorito eran mis senos, aunque de vez en cuando se papaba por mi oído para decirme algo sexy… el eco de nuestras respiraciones se hacía más intenso, su polla estaba tan dura que parecía acariciarme como otro brazo, yo no podía soportarlo más, su increíble paciencia me hiso pedirlo con ganas…
_ por favor, hazlo ahora… lléname…
No se lo dije dos veces, sentí como abría mis labios y resbalaba por mi interior, el calor se hiso más intenso, sentía que me quemaba por dentro, nunca antes había tenido un hombre con tanta potencia, disculpen que lo diga como si fuera un automóvil, pero su forma de envestirme no me dejaba estar callada, en un movimiento salió de mi garganta un sonido extraño, me dijo al oído…
_ no te contengas… cuando haces eso me excitas…
Continué dejando que me hiciera a su gusto, después de todo lo que hacía me extasiaba como la más intensa droga… de pronto se detuvo…
_ ¿quieres ver tu cara? – dijo mientras me giraba… no sé explicarlo, pero en el gran espejo del baño aunque empañado, se distinguían nuestros cuerpos desnudos, esa posición sería desde ese momento mi favorita, mis piernas temblaban sentía sus enormes manos empujar mis caderas contra él para hacerme gemir en cada embestida… sentí su lengua en mi espalda, lo sé porque no dejó de follarme un solo segundo, sus manos fueron a mis pezones una vez que mis caderas habían tomado el ritmo perfecto, no sé cuántos orgasmos tuve, mi mente se nubló después del tercero, lo último que recuerdo es que los dos caímos sobre el lavamanos, y como pudimos llegamos a la cama para tumbarnos.
Fue hasta la mañana siguiente que me enteré que, con esa noche, ya eran dos las que tenía sin ir a su departamento… aun que al día siguiente fue monstruoso, valió la pena salir de nuevo tarde y ver otra vez el Jeep negro aparcado esperándome, esta vez fuimos a su apartamento y dormimos como troncos cual marido y mujer después de cenar, al fin era viernes.