Mis pintores favoritos

El bochornoso calor, su ligero y provocativo atuendo de trabajo y su esbeltez nos condujeron a mucho más.

Hace unos pocos años compré el piso donde actualmente vivo. Como no tenía ninguna prisa por mudarme y mis vacaciones quedaban a la vuelta de la esquina preferí mantenerlo cerrado y vacío durante algún corto tiempo y aprovechar ese cercano mes de vacaciones para iniciar y supervisar las pocas reformas (cableado eléctrico, pintura, montaje de muebles, etc) y así evitar tener que pedir continuos permisos en el trabajo. La compañía con la que contraté la pintura y limpieza me advirtió que Julio era un mal mes ya que media plantilla estaba de vacaciones, que no les metiera ninguna prisa y que trabajarían a ratos y días o incluso fines de semana. .

Llegaron mis vacaciones –un extremadamente caluroso mes de Julio- los electricista acabaron en apenas menos de un par de días e inmediatamente entraron "los 2 chavales pintores" que, tal como me advirtieron, entre rato y rato se pasaron casi dos semanas trabajando en mi casa. El primer día ya quedé alucinado por la belleza facial y corporal de ambos –cada uno en su estilo, uno moreno y el otro rubio bronceado- e incluso denotaban una elegancia, una educación y unas formas muy agradables. A diario y a deshoras me dejaba caer por mi casa para ver qué tal iba todo. Una de las primeras tardes al entrar en el piso me encontré que los 2 se habían despojado del traje de faena o mono y estaban trabajando en slips –y era lógico pues el bochornoso calor era insoportable-. Al verme entrar, uno de ellos –el rubio que desde el principio había destacado por su simpatía y naturalidad- me saludó y vino hacia mi para hacerme algunas consultas. Él, delante de mi, fue guiándome por todas las habitaciones y yo no veía más paredes que pintar que su propia esbeltez, sus piernas, su espalda, su slip medio bajado y marcándole todas esas apetitosas nalgas desde las que si iniciaba un hilillo de vello dorado que se extendía hasta su cuello y además agradable, simpático y guapetón: unos 26 años, rubio, algo bronceado, un físico estilizado, todo un tesoro. Al despedirme les hice una observación sobre su "peculiar atuendo" y el riesgo laboral de salpicarse con pintura y me contestó que aun estaban en fase de alisamiento de paredes y grietas y que cuando entrasen a pintar ya volverían a ponerse los monos por mucho calor que hiciera. También me dijo que "por si venía mi esposa o novia" estarían dispuestos a vestirse "decentemente". Les contesté que el único que iría por allí sería yo y que con el calor que hacía que vistiesen como más cómodos se encontrasen y que no tuvieran reparo en usar las duchas de la casa tantas veces quisieran.

Una de esas tardes y no a la hora habitual sino sobre las 9 de la noche me dirigí a mi casa para ver sus progresos. Era tan tarde y además un viernes que no esperaba encontrar a nadie o ellos tampoco esperaban mi visita. Sin embargo, al entrar, escuché una radio a todo volumen , algunas luces encendidas pero no vi a nadie aunque del fondo del pasillo, de mi futura habitación, me llegaban unos sonidos a agua corriendo y sonidos humanos. Me acerqué hasta la puerta de esa habitación ( mejor dicho hasta el umbral pues habían desmontado todas las puertas) y efectivamente alguien –más de uno- se estaba duchando; no sólo duchando sino que por sus susurros y comentarios era evidente que estaban gimiendo de gusto y placer. Como un voyeur me quedé escuchando por unos instantes, me empalmé como un cosaco pero me quedé algo aturdido sin saber cómo reaccionar.

Aprovechando el sonido de la radio y del agua finalmente decidí volver sobre mis propios pasos y fingí volver a entrar a mi casa pero esta vez causando cierto estruendo, dando un portazo, tosiendo, aparentando hablar por el móvil, etc. Después de dejar pasar unos segundos –únicamente los justos para que les diera tiempo a percatarse de mi presencia y a interrumpir sus "juegos bajo la ducha" pero no a "adecentarse"- me encaminé hacia ese cuarto de baño. Mi objetivo se cumplió y al entrar en la habitación la fugaz visión fue de lo más excitante pues –efectivamente me habían oído- ya estaban fuera de la ducha pero ambos seguían totalmente desnudos, aún mojados, instintivamente me dieron la espalda y aquellos dos cuerpos de adonis me deleitaron la vista y algo más que la vista. Yo fingí cierto respeto hacia su supuesto "pudor" y al encontrarlos en cueros les saludé y como excusa para apartar mi lasciva mirada les dije que estaría por el resto de habitaciones.

En apenas un par de segundos –tiempo insuficiente para poder secarse y vestirse- oí que "el rubio guapetón" me llamaba intentando localizarme. Yo estaba en el salón, justo en el extremo opuesto del pasillo y al encaminarse hacia mí a lo largo del pasillo –con sólo unas chanclas y un slip- pude tener el privilegio de gozar de un primer plano de todo su apetitoso cuerpo aunque a medida que se aproximaba también pude percatarme que su paquete había crecido con respecto a días anteriores. Me hizo aclararle ciertas dudas sobre el tono de las puertas o no sé que historia y mientras me hablaba no pude evitar –aunque fuese de reojo y no dudo que él también se dio cuenta- desviar mi vista sobre esos minúsculos slips bajo los que se perfilaba el contorno de un gran rabo que aun denotaba una semi-erección interrumpida y no saciada plenamente y unas pequeñas humedades a la altura de lo que se marcaba como su glande. Después de esas aclaraciones profesionales me entretuve unos instantes tomando unas medidas hasta que los dos aparecieron ya vestidos y se despidieron hasta el lunes. Fue tal mi excitación que, inmediatamente después de cerrar la puerta, me despeloté, puse toda mi fantasía en marcha, me duché y me masturbé en esa misma bañera que casualmente yo acababa de descubrir que para ellos tenía otra finalidad además de refrescarse y asearse

Esa misma noche coincidí con él –codo con codo- en la barra de un pub, nos saludamos, cruzamos algunas palabras, le invité a su consumición e incluso me presentó a su novia lo que me confirmó su bisexualidad y aprovechó para decirme que la semana siguiente se quedaría él solo pues en mi casa ya sólo quedaban los últimos retoques y la limpieza y el jefe había decidido enviar a su compañero a otro piso. Al presentarme a su novia pensé lo afortunada que para ella iba a ser esa noche y lo mucho que me debería estar agradecida por no haber dejado –debido a mi súbita aparición- que su noviete vaciase sus rebosantes y suculentos depósitos con su compañero de trabajo.

Deseaba que llegase el lunes para encontrarme con ese chavalote, para volver a deleitarme la vista con su apetitoso aspecto. Y así fue. Al entrar, allí estaba él despojado de su ropa de trabajo y sólo con ese minúsculo slip, a cuatro patas rascando las manchas de pintura en el suelo con una espátula y mostrándome como primer plano un buen trecho de la raja que separa las nalgas. Como algunas habitaciones ya estaban listas aproveché esa tarde para empezar a bajar cajas con objetos de mi anterior piso almacenadas en el trastero. Aunque el sol ya empezaba a caer el calor seguía siendo sofocante y después de tantas subidas y bajadas a los trasteros me sentía al borde de la asfixia. Estando en mi casa nadie me impedía ducharme y así lo hice y también –en igualdad de condiciones- nadie me impedía empezar a desembalar esas cajas únicamente vistiendo un slip. Y dio su efecto porque, en parte, observé las miradas de ese pintorcito.

Llegado un momento que ya era hora de terminar de trabajar, ambos nos sentamos sobre una especie de tumbona de playa para fumarnos un par de cigarrillos. Cara a cara, slip a slip, y nuestros muslos y rodillas rozándose accidentalmente, fuimos entrando en confianza, me preguntó sobre mi oficio, yo sobre el suyo, sobre su novia que me había presentado y sus expectativas de boda, etc etc. Cosas normales y corrientes Pero no pude evitar preguntarle sobre su compañero, el otro pintor, más tímido y retraido pero no por eso tanto o más buenazo que éste. Se limitó a decirme que era compañero y además muy buen amigo pero mi insistencia hizo delatar en él cierta intriga o nerviosismo y sin ninguna duda creo que los dos –incluso sin mencionarlo- sabíamos que en el ambiente planeaba la sombra del día en que yo los sorprendí "oficialmente" recién salidos de la ducha y medio-empalmados.

Mi excitación iba a más pero ni él ni yo nos atrevimos a mirarnos directamente más abajo del pecho. Sin embargo se respiraba en el ambiente que tal situación de confianza que se creó deparaba un buen porvenir de no haber sido por un inoportuno móvil que sonó y resultó ser el suyo que sonaba desde dentro de su mochila en el otro extremo de la habitación. Al levantarse de la tumbona, su minúsculo slip y todo lo sabroso que bajo ese taparrabos se ocultaba quedó casi a menos de un palmo de mi cara y aunque él lo intentó ocultar no lo hizo tan ágilmente como para evitar que yo viese claramente un tan apetitoso paquete que incluso su glande asomaba por uno de los lados pues su slip no daba para más. Al responder al teléfono me dio la espalda y por lo que pude escuchar se trataba de su novia metiéndole prisa y pensé que.....mi gozo en un pozo. Y así fue pues al dejar de hablar ya no volvió a sentarse en la tumbona y me dijo que iba a ducharse y vestirse.

Me quedé muy frustrado –pero terriblemente excitado- y empecé a manosearme con la intención de masturbarme sobre aquella tumbona mientras él se duchaba y vestía. Pero a los pocos segundos oí que me llamaba. Al acercarme al cuarto de baño preferí respetar su intimidad, me quedé un poco alejado mientras él me aconsejaba llamar a un fontanero para reparar una fuga en el lavabo y me dijo que entrase para enseñármela. No lo dudé. Al entrar, lo encontré tendido en el suelo sobre su espalda, con la cabeza bajo el lavabo, todo su cuerpo en plena extensión horizontal y con una polla que casi le desgarraba el slip. Pero, yo no me quedaba corto pues los breves instantes de auto-manoseo y la visión de su hermoso cuerpo habían provocado mi más ilimitada erección y –lógicamente- su mirada también se desvió hacia mi paquete. Me tumbé junto a él quien con una pequeña linterna enfocaba esa avería. En ese espacio tan reducido como entre una pared y el pie-soporte de un lavabo, el contacto mutuo de nuestras piernas, brazos y pechos e incluso grandes paquetes al girarse fue inevitable y la excitación fue –visiblemente- a más y más.

Uno de los dos debía tomar la iniciativa. Yo jugaba con ventaja puesto que, por una parte –sabía lo que sabía- y por otra tampoco podía esperar mucha iniciativa por parte de él en el sentido de que él estaba cumpliendo su trabajo y debe ser duro darse de morros o un resbalón con algún cliente "que aparenta pero no lo es" y que pueda poner en riesgo tu propio empleo.

Así pues, opté por ser yo quien llevase la iniciativa y creo que era lo correcto. En un momento en que la linterna estaba en mis manos la enfoqué directamente a su paquete que marcaba una enorme mancha húmeda, llevé uno de mis dedos a esa mancha viscosa y bromeando le dije que él también tenía una "fuga" que reparar. En ese mismo instante lanzó su mano hacia mi paquete y se enloqueció mordisqueándome los pezones, los labios, las orejas, todo lo que se cruzase ante su boca mientras con nuestras manos nos íbamos bajando los slips hasta sentir la plena desnudez. Qué polla más deliciosa, perfecta y tan acorde con el resto de su cuerpo: de tamaño no descomunal pero grandioso, casi perfectamente rectilínea con un glande rojizo y humedecido que mostraba todo su esplendor al descubierto, unas bolas esponjosas suaves y rasuradas y apenas un matojo de pelillos en su pubis y vientre bajo que más bien parecían hilos de oro. Aunque el lugar no era el más apropiado ni tampoco él contaba con mucho tiempo nuestra excitación era tal que no nos impidió sentirnos cómodos: nos besamos, relamimos, retorcimos y nuestros pechos terminaron deslizándose mutuamente sobre el sudor y el cremoso semen que ambos habíamos expulsado después de una placentera masturbación.

Los pocos días siguientes –por desgracia su trabajo ya estaba casi terminado- los aprovechamos para explorarnos y saborearmos más y mejor, nos dimos todo el placer que ansiábamos, nos follábamos apasionada y alternativamente hasta casi romper aquella tumbona de playa que tanto papel nos hizo durante esos días. Pero su trabajo terminó aunque no del todo pues días más tarde tendría que volver para instalar las puertas aunque no me aseguró si sería él quien vendría. Aproveché ese lapsus para encargar que me trajesen los muebles y después de 4 días disfrutando de ese dorado cuerpo, de lamer y relamer esa bonita polla y huevos, de follar y desparramar litros de semen sobre su pecho o espalda entré en un estado de abstinencia y únicamente ansiaba la llamada de su jefe y salir de la intriga de a quien enviaría.

Finalmente el jefe llamó para avisarme que al día siguiente por la tarde instalarían las puertas y como recordatorio de que la factura ya estaba lista. Obviamente no le pregunté por quien iba a enviar. Mi sorpresa y alegría para ambos fue entrar en mi casa y encontrarme con mi amigo. Al verle tan decentemente vestido me hizo pensar que habría alguien más y me dijo que sus compañeros se terminaban de ir y que se había quedado él solo ajustando las bisagras y...esperándome. Inmediatamente le abrí la cremallera del mono y me lancé a mordisquear sus pezones mientras con una mano fui en busca de su paquete que estaba tan a rebosar como siempre. Nos desnudamos y al menos –como despedida- disfrutaríamos de nuestros cuerpos sobre una cama grande y decente olvidándonos de aquella destrozada tumbona de playa

En un momento en que yo estaba jugueteando sobre él, besuqueándonos, con sus piernas sobre mis hombros y mi dura polla empezando a abrirse camino hacia su rasurado ojete se sonrió y me dijo que me tenía preparada una sorpresa de despedida que esperaba no me disgustase y que sería una forma de estar en igualdad de condiciones. Me dejó algo intrigado hasta que noté que alguien –que no podía ser él- me acariciaba mis nalgas y al girarme vi que allí estaba su compañero –el guapetón moreno-, desnudo y con una descomunal polla. En absoluto me molestó sino todo lo contrario, me excitó a tope haber sido objeto durante más de media hora y en mi propia casa de un voyeur y yo sin saberlo. Le dí la bienvenida con un apretón de polla que no dudé en metermela en mi boca y saborearla por unos segundos e ignorándole pero como incitación a lo que él debía hacer yo seguí mi trabajo con el rubio Fue tal la excitación que ni yo mismo me enteré o quizás fuese que el sudor de nuestros cuerpos aquella calurosa tarde actuase como el mejor lubricante pero mientras yo me follaba al rubio, el moreno en apenas unos segundos me bombeó y sentí todo su gran pollón en mis entrañas y sin ninguna molestia. Entre los 3 acompasamos el paso y el ritmo del vaivén y la corrida fue simultanea y triple. Que gustazo. Fui mi primer trio, el primero de mi vida y el más excitante por lo inesperado y por sentirme tan complacido por esos dos adonis. Los chavales me habían pintado el piso con muy buen gusto, lo habían dejado intacto, pulcro y sin ninguna mancha de pintura, me sentí obligado a incentivarles por su profesionalidad y "favores" y -siendo un viernes- aceptaron mi invitación a salir los tres a tomar unas copas que se convirtieron en cena y los 3 terminamos nuevamente en mi casa gozando durante muchas horas y hasta la madrugada de todas las posibles combinaciones de placer.

Días después fui a pagar la factura y creo que fue la factura que más gustosamente jamás he pagado. Y tampoco fue una despedida ya que se generó muy buena amistad y confianza y posteriormente alguna que otra vez nos hemos vuelto a ver o 1-a-1- o 3-a-3

Qué pintores aquellos!!!

J

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