Mis pequeñas fantasías

Ante la llegada de un nuevo maestro, a mi amiga Adri y a mi, no se nos ocurre otra cosa que intentar seducirlo...

Hola. Bueno, lo primero es deciros que este es el primer relato que subo, así que espero que no seáis muy críticos conmigo. Este relato no es real, sólo es una fantasía de una simple chica calenturienta, eso si, espero que disfrutéis leyéndolo tanto como yo cuando lo escribí.


Todo empezó un día como otro cualquiera, el despertador sonó y yo baje corriendo por las escaleras a desayunar. Mi desayuno, un vaso de leche caliente y unas galletas, no me llevó mucho tiempo. Subí de nuevo a vestirme, por supuesto la ropa la elegí el día anterior, me levanto con el tiempo justo, y pensar en un conjunto adecuado me llevaría demasiado tiempo, no penséis mal de mí, no soy la típica rubia tonta, pero cuando se trata de ropa, pierdo la noción del tiempo. La que había escogido ayer consistía en un pantalón vaquero de talle bajo, ajustado, que favorecía enormemente mi ya de por sí sensual trasero cubierto por un tanga morado, que, aunque no demasiado pequeño, hace las delicias de mis compañeros. El sujetador iba a juego con el tanga y encima de éste una camiseta de esas que dejan los hombros al aire, dejando a la vista mis morenos hombros adornados con los tirantes del sostén.

Al salir de mi casa, me encontré con mi amiga Adriana, vamos a la misma clase, aunque ella es un año mayor. Es una chica muy estudiosa y alegre, por eso no entiendo lo que le llevó a suspender primero, ella siempre se calla cuando hablamos de ello, por eso procuro no insistir. De camino a clase nos encontramos con unos amigos y también, como siempre, a los obreros, que no dudaron en soltarnos algunos de sus recurrentes piropos.

Bueno, ahora que me doy cuenta, aún no me he presentado, me llamo Alejandra y tengo quince años. Mido unos 165 centímetros y peso poco más de 50 kilos. Tengo el pelo largo y liso, de un tono rubio oscuro y mis ojos son de color azul grisáceo. Respecto a mi cuerpo, no voy a negar que la naturaleza hiciera un buen trabajo conmigo, mis piernas son esbeltas y empiezan en culo para nada despreciable. Respecto a mis pechos, la verdad es que son la envidia de más de una, y es que para mi edad, una talla 95 no se encuentra tan fácilmente.

Mi amiga Adriana tampoco se queda atrás, ella es un poco más alta que yo, sin llegar al metro setenta. Su melena, de un bonito color castaño, es un poco más corta que la mía y va a juego con sus ojos. Su culo, mejor colocado que el mío (aunque nunca lo haya admitido) es su punto fuerte, aunque sus piernas, algo mas estilizadas que las mías, le siguen de cerca. Sus tetas, aunque no lleguen al nivel de las mías, no desentonan para nada en su escultural cuerpo.

Cuando llegamos al instituto, subimos tranquilamente a nuestra clase, dejamos nuestras carteras y salimos al pasillo a hablar hasta que llegara el profesor. Estuvimos charlando con unas amigas de 3º D, (nosotras somos del C) cuando vimos llegar al nuevo profesor de biología, que estaría un trimestre aquí, mientras nuestro tutor se recuperaba de un pequeño accidente, acercarse hacía nuestra clase. La verdad no nos dimos cuanta de lo bueno que estaba hasta que empezó a hablar. Se presento, se llamaba Manuel y tendría alrededor de unos veinticinco años y un cuerpo bastante musculado. Su cara, de unas facciones muy marcadas, estaba aderezada con una barba de dos días bastante sexy. Sus ojos eran oscuros, al igual que su cabello y de no ser por lo simpático que era, la verdad, es que estaría un poco intimidada.

La clase terminó, y fui a hablar con Adri sobre nuestro nuevo profesor, ella también se había fijado que estaba tremendo. Como a segunda faltó el profesor, tuvimos la hora libre, así que nos sentamos atrás y retomamos nuestra conversación sobre nuestro nuevo maestro. La clase transcurrió bastante tranquila, hoy había faltado mucha gente a clase y eso se notaba, además a última hora teníamos tutoría, clase que esperábamos con impaciencia para volver a ver al que ya se había convertido en nuestro profesor favorito, con permiso del de educación física, que tampoco estaba mal.

Cuando al fin llego la ansiada tutoría y, con ella, nuestro maestro predilecto, éste aprovechó para entregar unos exámenes que hicimos hace una semana, pero debido al accidente de nuestro tutor, aún no nos habían entregado. Yo tenía un 8’1, y, como siempre, Adri me supero con un 8’5. Creo que desde entonces el profesor nos empezó a mirar con cierta curiosidad, pensando que no teníamos cara de ser las típicas alumnas estudiosas.

Fueron pasando los días y con ellos las clases de biología, y cada vez nos llevábamos mejor con Manu (por supuesto en cuanto cogimos un poco de confianza ya no le llamábamos profesor). Normalmente hablamos con él después de clase o incluso en el recreo, y terminamos de confirmar nuestra sospecha, él ya no nos miraba como un maestro a sus alumnas preferidas, sino como uno de más de nuestros excitados compañeros, claro que nosotras no tratábamos lo más mínimo de tapar nuestros encantos, ni tampoco nos cortábamos a la hora de decir algunas frases más que sugerentes.

Un día con la excusa del examen trimestral, nos presentamos en su casa. Era un viernes a las ocho de la noche, y aunque no era muy calurosa, nosotras nos presentamos con unas faldas quizá demasiado cortas. Llamamos al timbre e, inmediatamente, Manu nos abrió la puerta, llevaba puestos unos vaqueros y una camisa ligeramente abierta, que dejaba entrever su depilado torso. Él se sorprendió de vernos, pero nos dejo pasar. Una vez dentro nos preguntó que qué hacíamos a esas horas allí, a lo que respondimos que no entendíamos algunas cosas y queríamos tenerlas claras para estudiar el fin de semana.

Nos acomodamos en el sofá de su salón, y él se sentó delante de nosotras, pusimos las carteras en nuestro regazo y mientras buscábamos los libros abrimos ligeramente las piernas, lo suficiente para que tuviera una buena visión de nuestras braguitas, aunque no demasiado, para que pareciera sólo un descuido. La noche avanzaba y, después de que Manu nos invitara a cenar (aunque solo fueran unos sándwiches), nosotras cada vez nos volvíamos más descuidadas en nuestros pequeños exhibicionismos, quizás por la excitación que provocaba en nosotras todo ese ambiente, cada vez abríamos más las piernas, o nos agachábamos para coger un bolígrafo que en cada ocasión de caía de forma mas extraña. Cuando nos fuimos pudimos ver en la cara del maestro una sinfonía de sentimientos. Todo marchaba según el plan.

A falta de una semana para el fin del trimestre, después de los exámenes finales, Adri y yo convencimos a nuestra clase para hacerle una cena de despedida a nuestro tutor suplente. Decidimos que el mejor lugar para hacerlo era un pequeño hotel-restaurante en el que solíamos celebrar las cenas de fin de curso. Nosotras estábamos sentadas a cada lado del profesor hablando tranquilamente, él parecía haber olvidado nuestra visita de hace una semana.

Terminada la cena fuimos a un pequeño descampado cerca de allí con la intención de hacer un botellón. Nos costo lo nuestro, pero terminamos convenciendo a Manu de que nos acompañara. Aunque tímido al principio, descubrimos que el profesor tenía mucho más aguante que cualquiera de nosotros, lo que dificulto nuestro intento de emborracharle. Para cuando lo conseguimos, nosotras teníamos ya un buen pedo, serían las tres de la madrugada y la gente había empezado a irse. Manu no era una excepción y se despidió de nosotras, pero le cogimos de la mano y le llevamos de vuelta al hotel-restaurante, y aunque pensamos que no querría venir con nosotras, el alcohol empezaba a hacer efecto y vimos reflejada en su cara una expresión de curiosidad.

Cuando llegamos al hotel, recogimos las llaves en recepción y subimos corriendo a nuestra habitación, Manu nos pregunto de qué iba todo esto, pero por respuesta solamente obtuvo mi dedo en sus labios. Parece que no estaba enfadado por que, tal como le indicamos, se sentó en la cama a esperar su sorpresa. Nosotras entramos al el baño a cambiarnos y soltamos unas risitas nerviosas. Nos desnudamos completamente, era la primera vez que veía a mi amiga completamente desnuda, intercambiamos unas miradas curiosas mientras nos vestíamos según lo acordado: unas pequeñas braguitas blancas, una minifalda a cuadros, una camisa blanca sin nada debajo y unas coletas conformaban nuestro disfraz de colegialas.

No hicimos esperar más al maestro y salimos, él no pudo reprimir una cara de sorpresa al venos salir así. Rápidamente le tumbamos en la cama y nos pusimos encima suya. Adri le empezó a bajar los pantalones, Manu intento decir algo pero yo posé mis labios encima de los suyos y le empecé a besar apasionadamente, al principio él estaba confundido pero no tardó en devolverme el beso. Me di la vuelta, dándole una vista inmejorable de mi culo y, junto a Adri, terminé de quitarle los calzoncillos, dejando al descubierto una polla con una ligera erección. Tras dudarlo unos instantes, me metí su miembro en mi boca mientras mi amiga daba pequeños lametones a sus huevos, en seguida noté como su polla empezaba a crecer, y yo seguí chupándosela, cada vez con mas ahínco.

Después de unos minutos, el profesor cogio confianza y me bajó las bragas, dejando mi depilado coño a su merced, y empezó a lamérmelo, comenzado por el clítoris. Yo nunca había sentido nada igual y empecé a gemir por las atenciones que me daba mi tutor. Pasado un rato, yo sentí que no aguantaba más y me corrí, el también estaba a punto y noté como su lefa llenaba mi boca. Yo quedé tumbada en la cama y vi como Adri y Manu se terminaban de desnudar mientras de fundían en un largo beso. El profesor la puso a cuatro patas en dirección a mí y empezó a penétrala muy lentamente. Nunca había visto una cara así en mi amiga, lo que me excitó mucho. Me quite la camisa y comencé a acariciarme los pezones, que se me endurecieron al instante. Ante mi sorpresa, Adri me sacó la falda y empezó a introducirme un dedo por mi estrecha vagina al ritmo que follaba con el maestro, y termino metiéndome la lengua hasta el fondo, lo que hizo que me corriera por segunda vez.

Yo ya estaba más que satisfecha, pero por lo visto Manu seguía con ganas de más. Esta vez fue él el que se tumbó boca arriba y me metió su polla en mi ya húmedo coño. Adri le coloco el suyo en la boca y él se lo empezó a chupar, por la cara que puso mi amiga. Empecé a botar encima suya, era fantástico, notaba como su pene entraba y salía, dándome el mayor placer de mi vida. Hay estábamos las dos, encima de nuestro profesor de biología, (que ironía, ¿no?) siendo folladas como nunca antes, empezamos a sobarnos las tetas y, dios sabe como, besándonos con una pasión inusitada. Nos corrimos los tres a la vez y terminamos echados en la cama, sin fuerzas para levantarnos.

Al día siguiente nos despertó el servicio de habitaciones, yo estaba abrazada a mi amiga, totalmente desnuda. En la cama había algún rastro de semen que demostraba que todo aquello no había sido un sueño, pero Manu no estaba, nos dimos una ducha juntas, en la cual no pudimos evitar masturbarnos recordando lo ocurrido a noche y volvimos a casa, deseando que nuestro tutor tuviera otro accidente, para disfrutar de la compañía de Manuel otro trimestre más… Fin.


Espero que lo hayan disfrutado, comenten y voten para ayudarme a mejorar mi estilo. Los que quieran pueden agregarme a mi e-mail: alex_cna@hotmail.com