Mis Nuevos Vecinos
Mientras iba hablando cada vez mas cerca de mi boca, sus manos dejaban al aire mis pechos, abrían la fina bata que cubría mi cuerpo y con toda intención rozaban la aureola de mis pezones que en ese momento estaban como autenticas piedras
Mis Nuevos Vecinos
Pongamos que me llamo Carol y mi marido Julio, una de tantas y tantas parejas que en los años de bonanza económica, compraron piso, coche y se casaron por todo lo alto. Con trabajos bien remunerados, poco exigentes de horario y mas o menos cómodos, lo que nos permitía a ambos disfrutar de la vida, con viajes, cenas con amigos y mas de un capricho de los que ahora igual nos arrepentimos de habernos permitido.
Poco a poco la realidad actual nos fue llevando a nuestro sitio, la primera en perder el trabajo fui yo, de trabajar en una asesoría con sueldo y comisión, dedicándome a cosas muy diversas y muy bien remuneras, pase después de catorce meses de paro cobrando setecientos cincuenta y ocho euros con algunos céntimos, a aceptar un trabajo a media jornada de reponedora en un supermercado de alimentación, lo cual me deja mucho tiempo libre y muy poco dinero en el bolsillo, pero lo necesario para poder ayudar a seguir a delante con nuestras deudas y poder comer que no es poco, por que lo de permitirnos algún capricho hace mucho tiempo que paso a la historia, vivimos como dice Julio en economía de guerra. A él le fue mucho peor que a mí, despedido sin nada, seis meses de líos en la empresa, sin cobrar ni un duro, sin finiquito, esperando a cobrar del fondo de compensación, no se sabe para cuando, ni cuanto. En fin hubo unos cuantos meses que pensábamos que nos había mirado un tuerto. Con cierta ayuda de nuestra familia conseguimos seguir a adelante y aquí nos encontramos en esta situación.
Mi marido tuvo mendigar un trabajo, por el cual aun debe favores a varios “amigos”, si de esos que cuando todo va bien se te beben el whisky en casa y cuando se tuerce la cosa, si te invitan a una cerveza se la apuntan para cuando vaya mejor la cosa. En fin ese benditito trabajo que nos hace sobrevivir rozando la ruina, empieza a las nueve de la noche y acaba a las siete de la mañana, Para el cual Julio, debido a la distancia que se encuentra, sale de casa a las siete cuarenta y cinco y regresa sobre las ocho y media de la mañana, no es vida ni para él, ni para mi, vivo soltera en un piso, como sola, duermo sola, el llega por la mañana cuando yo trabajo, ya que termino sobre las doce del mediodía. Para que e él no le moleste el ruido a pasado a dormir en la habitación del fondo de la casa, con lo que ni tan siquiera compartimos cama, prácticamente no tengo marido, el día que descansa de la semana, parece un zombi. Le preparo la comida le lavo, la ropa, le preparo la cama, pero hay días que apenas lo veo una hora despierto, en pocas palabras, debido a la situación económica he pasado de ser una feliz recién casada, enamorada, satisfecha en todos los sentidos plena, a ser una reprimida e insatisfecha ama de casa, pienso en tener un hijo para darle un cambio a esta vida tan monótona y aburrida, pero entre que la situación económica no nos lo permite y que llevamos tres meses sin hacer nada de nada, me parece que va a ser imposible. Por eso es que ando más salida que el pico de una esquina, estoy pensando en comprar un consolador de esos. En el trabajo algunas compañeras hablan de ellos pero a mi me da mucha vergüenza preguntar nada, además también será caro, y no nos lo podemos permitir y si no se lo cuento a Julio seria como ponerle los cuernos ¿NO?
Nuestro piso esta muy bien, el edificio cuenta con solo cuatro plantas, con ascensor y solo dos vecinos por planta, es amplio y muy confortable, casi todo da al exterior, excepto la habitación donde duerme Julio y la cocina/galería que cuentan con un ventanal de cristal transparente, al cual no se nos ocurrió colocarle cortinas. El ventanal da a un patio de luces muy amplio, este queda frente al piso con el que compartimos planta, en él no ha vivido nunca nadie en los cuatro años que estamos aquí Julio y yo.
Siempre nos ha extrañado mucho, por que en lo que se ve esta completamente amueblado y listo para vivir, pero para nosotros deshabitada desde el primer día, pagan la comunidad religiosamente, no como otros vecinos, y para nosotros es estupendo por que de siempre hemos andado libremente por la casa, a pesad de que desde ese piso se ve casi todo del interior de nuestra cocina, hasta el punto que justo en frente del ventanal es donde cuelgo la mayoría de las veces la ropa sobre todo la mas intima, el resto la suelo subir a la terraza.
Un día llegue del trabajo a casa y después de ducharme como era habitual en mi, iba por casa desnuda, bueno desnuda completamente no, lleva unas braguitas blancas con un encaje muy fino en la parte superior y casi transparente el resto, preciosas. En los buenos tiempos cuando quería algo con Julio, con ponérmelas y enseñárselas un poco, como sin querer, no fallaba, lo ponía a cien, ahora ni con ellas ni sin ellas. Salí de la ducha con el pelo aun mojado ya que la temperatura del mes de Junio en nuestra ciudad, no invita a secarlo de otra manera que no sea al aire, me dirigí a la galería a descolgar un sujetador y antes de ello me entretuve tranquilamente doblando algunas prendas para guardarlas en su sitio, no tenia ninguna prisa estaba fresquita con mi pelo mojado y casi desnuda, el ventanal abierto permitiendo que una suave brisa entrara y nada ni nadie mas que yo misma, me esperaba. Allí andaba yo liada con mi ropa cuando de repente al alzar la cabeza, me dio por mirar hacia el piso de enfrente a través del ventanal, contemple la figura de un hombre con su mirada clavada en mi, por un momento quede paralizada, yo allí sin saber que hacer por un momento, me quede mirándolo a los ojos fijamente, hasta que reaccione. Cogí lo primero que tenia delante y cubrí mis pechos, he de decir que no los tengo pequeños y que mi marido no para de decir que son perfectos, buenos atracones se daba en los buenos tiempos. Cuando salíamos de viaje a alguna playa, el se empeñaba en que hiciese topless, y alguna vez accedí, se de buena tinta que mas de una erección incontrolada provoque a algún admirador, pero al fin y al cabo era mi marido el que me proponía que enseñase las tetas. Nunca le conté lo que descubrí en los hombres que me miraban ni el placer que a mi me producían esas reacciones, pero cierto es que a mi jamás me disgusto enseñar mi cuerpo aunque ante él me hiciese de rogar. Con mis pechos cubiertos únicamente por un pequeño paño de cocina y mis brazos, permanecí como hipnotizada mirándolo sin moverme, hasta que una figura de mujer se coloco tras él, entonces corrí a esconderme donde no pudieran verme. Parecían una pareja joven el alto el pelo algo largo, bastante alto y atlético, ella muy delgada pelo moreno y corto, también me pareció muy atractiva en un primer momento.
Me refugie en la parte de la cocina donde no me podían ver, entre avergonzada y pensativa, haciendo cávalas de quienes podían ser, ¿alguien que venia a limpiar? pero nunca vimos a nadie, ¿Algunos amigos de los dueños, venían a ver que todo estaba vienen el piso? La primera vez en cuatro años. Concluí en mis divagaciones que serian de alguna inmobiliaria, o algo así, bueno no los vería nunca mas, con eso me conformaba en esos momentos. Cuando a los diez minutos, todavía seguía sin vestirme oigo sonar el timbre de la puerta, me coloque rápidamente una bata muy ligera y fresca que tenia a mano, y corrí a abrir la puerta Julio dormía y no quería que nada lo molestase. Era la figura de mujer que contemple en el piso de enfrente, me pareció guapísima, delgada una figura preciosa, muy poco pecho apenas el pezón y poco mas, pero elegante y súper agradable. La invite a pasar cerrando la puerta tras ella.
- Hola, soy Cris, bueno Cristina tu vecina de enfrente, encantada.
- Yo soy Carooooooolina, bueno llámame Carol, un placer.
Ella se avanzó y nos dimos dos besos en las mejillas, olía a perfume bueno pero su cara algo humedecida y sonrojada me olía diferente, en un primer momento, seria por los nervios de esa situación vivida en el ventanal y que tenía claro que algo comentaría, que no caí pero era un olor muy familiar para mí.
- Hemos llegado hoy para quedarnos por fin, soy tu nueva vecina, espero que por mucho tiempo. Te extrañara habernos visto nunca, Compramos este piso hace algunos años y lo amueblamos entonces nos salió trabajo en Noruega y nos fuimos, has ahora no lo habíamos podido disfrutar.
- En ¿Noruega?
- Si, Trabajo ya saber hay que ir a donde se gana dinero.
- A mi me lo vas a decir.
- Hemos conseguido que la multinacional donde trabaja mi marido lo traslade aquí, no sabes que alegría, Noruega es precioso, pero un país muy frio de clima y su gente también, ¡no como aquí!
Me puntualizo con una clara referencia a la escena vivida hacia diez minutos, con esta frase aprovecho para entrar en escena con su sensualidad y arrimándose me dijo en voz baja.
- Has puesto a mi esposo a cien, le he tenido que hacer un trabajito antes de venir a verte. Tienes un hermoso par de tetas guapa, ¡quien las tuviera!
Me hablaba muy cerca de mi oído se aproximo hasta el punto de tocar uno de sus pequeños pechos contra el mío y con la mano rozaba suavemente el pezón del otro pecho. Ella tenía puesto un jersey de punto muy fino y no llevaba sujetador, lo cual pude comprobar al rozar nuestros pezones, que enseguida se pusieron durísimos por la excitación del momento. Reconozco que jamás me había puesto cachonda con una mujer y aquella lo estaba consiguiendo, de repente reconocí el olor de su cara al olerlo de nuevo, era el olor de haber estado haciéndole mamada a su marido. Claro estaba, la vecinita le había hecho el trabajito a su marido y había venido toda cachonda a conocer de primera mano que lo había puesto tan sobre saltado a su querido esposo. Ahora suponía yo que vendrían los reproches sobre si iba desnuda, si me había quedado mirándolo, etc. Lo típico de una mujer celosa marcando su territorio. Pero nada mas lejos de mis pensamientos, de repente con una voz muy dulce me dice.
- Espero que a partir de ahora cuando me veas a mí también, no te escondas como has hecho antes, a mi también me gusta mirar y no tienes de que avergonzarte, mira que hermosura
Mientras iba hablando cada vez mas cerca de mi boca, sus manos dejaban al aire mis pechos, abrían la fina bata que cubría mi cuerpo y con toda intención rozaban la aureola de mis pezones que en ese momento estaban como autenticas piedras, me tenia a su merced yo había mojado mis braguitas en el primer roce de su pezón y mi cuerpo estaba casi entregado. Mis labios no podían articular palabra, notaba su aliento dentro de mi boca y como su lengua rozaban al hablar sus labios y estos los míos. ¡No yo no soy lesbiana! Me repetía a mi misma, ¡mi marido esta en el cuarto durmiendo!, ¡que estoy haciendo!, para entonces la mano de cristina había cambiado de ubicación y se hacia hueco entre mis muslos. Ninguna mujer me había osado tocado así, reaccione finalmente bajando mi mano en busca de la suya, la cogí por la muñeca frenando su avance, le ordene que parara pero fue en vano, mientras yo le recriminaba sus acciones, ella con su mano atrapada por la mía alargaba sus dedos rozando mi sexo por encima de las bragas, sabia que hacerme como y cuando para que perdiera el control de mi cuerpo. No pude resistir más tiempo y allí de pie en la pared del pasillo de casa, atrapada entre la pared y ella, me deje hacer como una cualquiera y en cuanto empezó a chupar mis pezones tuve un descomunal orgasmo, como hacia mucho tiempo que no tenia. Impresionante lo que me había dejado hacer por una mujer que había conocido hacia apenas cinco minutos y en mi propia casa, con mi marido durmiendo, y lo mas interesante para mi fue, lo a gusto que me había quedado, había liberado mi cuerdo y mi mente, estaba increíblemente satisfecha. De repente, se reclino de nuevo hacia mí y me dijo.
- Ha sido un placer conocerte Carol, me debes una, ya sabes donde estoy.
Se dio media vuelta y cerro la puerta tras de ella, dejándome con la boca abierta y el coño bien mojado. Entonces corrí a la habitación donde dormía Julio, abrí la puerta suavemente y comprobé que todo estaba en calma no se había enterado de nada, perfecto. Entre al cuarto de baño a lavarme ya que mis jugos casi corrían por mis piernas hacia abajo. Al notar el chorro de agua fresquita del bidé, pegando directa sobre mi sexo, comencé a notar de nuevo una calentura que con toda rapidez tenia que sofocar. Recordé con detalle el corto pero intenso encuentro con mi nueva vecina. Jamás había tenido esas sensaciones con Julio, ni en mis sueños recordaba haber vivido un orgasmo con tanta intensidad. Recree en mi mente al mas mínimo detalle lo ocurrido, y me masturbé disfrutando y reviviendo esos excitantes momentos. La masturbación se había convertido en algo habitual para mí, pero incluso aquel orgasmo fue muy intenso y especial.
El día transcurrió con toda normalidad, Julio no tenia por que enterarse de nada, quedaría como una anécdota en mi vida y punto. Prepare su cena, se marcho y después de ver en televisión mi serie favorita, a dormir que había que madrugar para ir al curro.
A la mañana siguiente salía algo antes de trabajar ya que aquel día tenía una jornada mas corta y mi turno acababa hora y media antes de lo habitual, ciertos días del mes para regular las horas ocurría esto. No obstante Julio nunca sabia mi horario, sabía mi hora de entrada pero nunca mi hora de salida. Al llegar a casa, entre como siempre sigilosa, me había acostumbrado a no hacer ruido para no molestar a mi marido. Oí cierto murmullo que me extraño, provenía de la cocina y sin hacer ruido me asome muy despacio. Lo que en principio me parecían murmullos, se convirtieron en gemidos. Mí querida nueva vecina, apoyaba las palmas de sus manos en la pared de frente al ventanal, dándole justo la espalda, mi marido colocado justo detrás le cogía uno de sus pequeños pechos, mientras ella se dejaba penetrar por el culo. No supe como reaccionar, Cris completamente desnuda, solo con unos zapatos de tacón alto, parecían puestos adrede para facilitar la penetración estando de pie. Mi marido hincando la verga en Cris con una potencia que yo no nunca había probado con él, ella gozaba de cada embestida y gemía a placer, parecía apunto de llegar al orgasmo en cada clavada de la verga de mi marido. De repente repare en que estaban frente al ventanal y pensé en su marido también. ¿Donde estaría? Mientras yo seguía atónita y desconcertada, ellos terminaban un esplendido polvo del que casi sentí envidia por un momento. Él quedo recostado en cima de ella sin soltar su pecho, resoplando de agotamiento y con una cara de satisfacción que hacia muchísimo tiempo que no le veía. Entonces entre a la cocina, a la vez que entraba mire de reojo por el ventanal hacia fuera. Tras el cristal de la casa de enfrente, aun ví al chico del día anterior, supuse que terminando de sacudir su verga después de la paja que se había hecho. Julio creo que tan poco se había percatado del mirón y no se si estaba mas sorprendido por el o por mí.
- ¿Es tu marido? ¡Coño mi mujer!
Cambio de color, de estar rojo del esfuerzo que había realizado con Cris, pasó a estar blanco y pálido en un instante. Cris entonces muy tranquila, se agacho recogiendo la ropa que había dejado tirada en el suelo, se acerco a él y le beso en los labios, entonces me dijo.
- Que bien folláis los dos, es una suerte tener vecinos así, os dejo solos para habléis creo que os hace falta, CHAO.
Se acerco a mi posición me regalo el morreo mas dulce que jamás me habían dado, durante aquellos treinta segundos que duraría, un intenso cosquilleo recorrió todo mi cuerpo, dejando mas desconcertada aun. Julio, que no sabia como reaccionar solo supo decir.
- ¿Tu también con ella?
Aquel morreo y mi pasividad lo habían dejado perplejo y a la vez aliviado. La situación en que lo había encontrado en un primer momento, lo dejaba en evidencia, pero todo cambio para él después de es ultimo beso. Quiso empezar pidiendo explicaciones, pero yo no se lo consentí.
- Creo que hemos gozado una experiencia, que nos ha satisfecho a ambos y que buena falta nos hacia Julio, por lo menos a mí. Así que, reflexionemos un poco y calmados hablaremos de este asunto ¿ te parece?
No quería que nos ensalzáramos en una discusión que no nos llevase a ningún sito, mas que ha decir alguna cosa de la que luego uno o otro arrepintiésemos, Por lo que no medie palabra por un instante y quise hacer como si aquí no hubiera pasado nada. Me agache a recoger su ropa, que estaba tirada frente a la ventana dándole la espalda a Julio. De repente note que había colocado tras de mi, levante la cabeza y mire por la ventana. Cris nos observaba con cara de complacida, mientras mi marido me decía al oído.
- Me ha vuelto a poner cachondo tu beso con ella cariño.
Cogió mis manos y las apoyo en el ventanal, se agacho tras de mi, abrió mis piernas y comenzó a jugar con su lengua entre mis nalgas. Yo mira fijamente a Cris mientras, Julio ya había llegado a encontrar mi ano, lo lamia, lo besaba, jugaba con mis movimientos los cuales no podía de ninguna manera controlar. Jamás había hecho eso, nunca había lamido ni besado mi ano y mucho menos penetrarlo, era completamente nuevo para mí , estaba total entregada cuando empezaron sus dedos abrirse camino en mi interior inexplorado. Entonces comencé a notar un intenso dolor que no podía soportar aunque lo deseaba, era lo mas extraño que nunca me había sucedido.
- No hagas eso, por favor me duele.
- Lo estas deseando cariño, no ves que eres tu.
Mi cuerdo a la vez que rechazaba el dolor producido por sus dedos, parecía contonearse para facilitar la labor. Pero el dolor era superior a la excitación.
- Por favor no lo hagas, ¡No!
- Este bien lo dejaremos aquí.
Con esas ultimas palabras empuje mi cuerpo hacia atrás y su dedo que había conseguido para entonces, colocarse perfectamente en mi entrada, se clavo hasta el fondo. Note perfectamente como el puño de su mano se frenaba en mis nalgas produciéndome el más intenso de los dolores y el orgasmo más increíble. Cuando pude levantar la cabeza observe a Cris, su marido salía de debajo de ella, comprendí que él también había estado trabajándosela, me pareció fantástico.
Todo esto no se muy bien a donde nos llevara, nuestros nuevos vecinos nos han hecho cambiar muchos conceptos de la vida, sobre todo en lo que a lo sexual se refiere, pero de momento hemos decidido disfrutarlo y dejarnos llevar.