Mis nuevos vecinos
Acabo de conquistar una vecina sumisa con quien disfrutar a fondo.
Desde hace unas semanas tenemos unos nuevos vecinos. Es una pareja joven, educada y discreta. Yo diría que son muy poco afables y no les interesa crear una buena relación de vecindad, lo que choca claramente con el carácter de mi esposa y mio.
La mujer es de estatura mediana, tirando a alta y rellenita. Tiene cara aniñada, inocente y cariñosa. Su vestimenta habitual siempre disimula su bonito y sensual cuerpo.
Él debe ser un buen profesional, quizás arquitecto o abogado, concentrado en su trabajo y poco propenso a gastar el tiempo en pasatiempos intrascendentes, que en su opinión seguro que son una pérdida de tiempo.
Los dos juntos hacen una extraña pareja. En ella todo es voluptuosidad aunque muy bien disimulada y él gasta su tiempo en “sus cosas”. Tampoco es muy afortunado físicamente y dudo que le de la merecida ración de sexo a su esposa.
Hace unas semanas estaba sentado en la tumbona del jardín junto al seto que separa ambas casas. Era la mañana del sábado y tomaba el sol mientras leía una revista.
Tuve la sensación de estar siendo observado desde la otra parte. No me importó demasiado y continué leyendo. Inconscientemente me lleve la mano al bañador para “poner las cosas en mejor sitio”. Como lo hice sin ningún cuidado, luego me di cuenta que había sido un gesto poco fino y quizás podría mal interpretarse si alguien estuviese mirando.
Esta idea me gusto y decidí repetir la maniobra y ver si alguien se sentía aludido.
Como estaba solo en casa, no tuve problema para manosearme, primero por encima del bañador, luego metiendo la mano dentro, para terminar bajándolo para que saliese mi polla erecta e hinchada.
Estaba seguro que mi vecina también estaba detrás del seto observándome a escondidas y posiblemente disfrutando de lo que yo le mostraba.
Poco a poco me fui animando. Primero con unos pequeños toques, luego cogiéndola suavemente con los dedos, para terminar agarrándola con fuerza, haciendo subir y bajar la piel hasta que un chorro de leche salió disparado hacia la hierba.
Sentirme observado me excito mucho y lo disfrute al máximo.
El fin de semana pasado repetí la operación. Me lleve la radio y la puse en marcha para avisar a mi vecina que pronto iba a comenzar una nueva sesión.
No sé cómo, pero a los pocos minutos sentí su presencia. Enseguida me excite y repetí la escena de la semana anterior, esta vez recreándome en los movimientos y en los gemidos, para que ella también tuviese esos sonidos como estímulos adicionales.
Mientras terminaba de sacarme las últimas gotas de leche, oí un ligero chasquido de alguna ramita rota y luego lo que podría ser un pequeño grito ahogado entre los dientes.
Ahora estaba seguro que mi vecina participaba en mi juego.
Hace unos días, coincidimos en el pequeño pasillo que compartimos para la entrada a nuestras casas adosadas. Ella entraba y yo salía. Al encontrarnos de frente no me pude contener y sentí la necesidad de entablar conversación con ella.
Después de unos minutos de charla intrascendente la mire fijamente a los ojos y con descaro le pregunte:
- “Te gusto? ¿yo disfrute mucho teniéndote como espectadora?”
. “¿Queeé?…¿de qué me hablas?”, responde aturdida y con una llamarada en las mejillas.
Alargo la mano y la pongo sobre su cadera, la hago resbalar por encima de su pantalón ajustado hasta llegar a su entrepierna y con el dedo pulgar le acaricio.
Se separa escandalizada…pero no se va. Enfadada me insulta y recrimina la acción. No cabe duda que la he sorprendido y hecho enfadar mucho. Si no fuera porque se iba a enterar todo el vecindario la bronca seria de las que hacer historia.
Asiento con la cabeza aceptando su enfado pero mientras con la mano le toco las nalgas.
Tras unos instantes en los que ella me pone de vuelta y media y yo te sobo bien su trasero, finalmente se esconde tras la puerta de su casa.
Media hora más tarde he vuelto al ataque. He ido al dormitorio que está en la planta de arriba y me he asomado al balcón, a unos ocho metros esta la casa de los vecinos.
Ella estaba haciendo la cama. Solo lleva puestas las bragas y el sujetador. La observo mientras se me pone bien dura.
Voy a por el telfono móvil y la llamo. Desaparece de la habitación y unos instantes después responde:
- “Diga…”.
- “Hola vecina…Estas tan buena que nada más verte se me ha puesto dura…lo que más me gusta de ti son esas nalgotas que tienes…están para comerselas”, le digo.
- “Eres un marrano…y un salido…cuando vea a tu esposa se lo voy a contar”, amenaza.
- “No, por favor no lo hagas”, le digo poniendo voz irónicamente de asustado.
- “Asómate a la ventana del dormitorio y hacemos las paces, vale?”, le digo.
Ella todavía en ropa interior se pone delante del ventanal con el móvil en la oreja.
Yo la espero en mi habitación desnudo con el móvil en una mano y la otra dándome unos buenos frotes. Sé que esto le va a gustar.
Durante unos instantes se queda mirando petrificada, sorprendida y a la vez con curiosidad.
En un arrebato reacciona…desaparece y se corta la comunicación.
Estoy tan excitado que no puedo esperar más y termino por hacerme una paja tumbado sobre la cama dejando la ventana bien abierta por si ella quiere seguir mirando.
Desde ese día he estado observando todo lo relacionado con mis nuevos vecinos, tanto a él como a ella.
He llegado al convencimiento de que les falta bastante “picante” en su relación y yo estoy dispuesto a darles un poco, sabiendo que me espera un cuerpo estupendo, con muchas posibilidades de juego. Me lo imagino muy ardoroso y lo que es más importante…creo que es casi virgen en muchas facetas del sexo que yo estoy dispuesto a subsanar de buen grado.
Hoy ha sido el inicio de lo que espero sea una buena relación entre vecinos. Ha sido tan grande el morbo y la excitación que creo que mi vecina ha convertido en una esclava para mi. Se abre un camino lleno de aventuras y placeres.
La explosión ha sido tan inesperada e intensa que parece como si su voluntad hubiese resultado anulada y espera de mi que la tome, la posea, la domine haciéndole sentir el catalogo innumerable de sensaciones relacionadas con el sexo.
Nada más salir su marido a pasear con la bicicleta como hace todos los sábados por la mañana, me he presentado en su casa con una excusa trivial. Ella entra a buscar lo que le pido, dejándome en la puerta. Entro y cierro tras de mi.
Cuando vuelve con lo que le pedía, me desabrocho el pantalón…me bajo el slip y le muestro el buen aparato que tengo para ella.
Me mira horrorizada, luego sus ojos van directamente hacia el capullo que se esconde tras la piel, saliendo hinchado y rojo cuando mi mano tira del pellejo hacia abajo.
- “esto es para ti….quiero que te lo comas y lo disfrutes…”, le digo.
Ella no sabe que hacer ni que decir. Solo mira con los ojos bien abiertos el pene que le ofrezco.
La cojo por los brazos y la ayudo a arrodillarse delante de mí. Apoyo la espalda a la puerta y espero a que me la coma.
Actua como si estuviese dentro de una alucinación, con sorpresa y curiosidad me la coge delicadamente, como con temor de dañarla. Baja la piel hasta el fondo, dando con la mano sobre mis huevos que cuelgan. Los coge y los acaricia lentamente como evaluando el potencial que hay detrás.
Vuelve a cogérmela, sube y baja la mano llevando la piel arriba y abajo hasta el borde del capullo. Ya que este ya no queda cubierto.
Aunque no es muy diestra, la dejo hacer a su gusto y a su ritmo.
Cuando ya siento un cosquilleo intenso le digo en voz baja:
- “Así…así…mi perrita caliente…lo haces muy bien …mi putita…así…asi..perrita linda…”.
Estas palabras lejos de molestarla han conseguido excitarla de una manera extraordinaria, y obedece exactamente a todos mis deseos.
La voy guiando en sus caricias y ella cumple fielmente mis deseos.
- “Ay! mi putita…tócame los huevos….así….apriétalos un poco..asi…así…ahora frótamela suavecitoooo…bien..bieeeen…que bien lo haces mi putita…me pones a cien…que bueeeennno!”
- “Ahora la tienes que chupar un poquiiiito…despacito….con la lengua…pásala por el borde….asi..asi..¡que condenadamente bien lo haces!…me voy a correr en tu cara.. para..para”
- “Eres muy golosa….hay que saber esperar…me encanta que seas mi guarrita….dulce y sumisa…te voy a dar mucho gustito”.
Antes que me haga correr, le mando que se levante, meto la mano debajo de la bata que lleva y le arranco literalmente la bragas. La empujo a lo largo del corto pasillo hasta el comedor. La pongo de espaldas a mi y la hago inclinar sobre el respaldo del sofá.
Le levanto la falda y sus hermosas nalgas quedan ante mi. En medio esta la raja de su chocho…grande …carnosa…enrojecida y húmeda. Me gustaría comérmela entera…pero el tiempo apremia y directamente le meto de una vez todo el instrumento.
- “Guauuu…como quema…y como aprieta…”, me muevo un poco adelante y atrás, y un chorro de jugo saliese disparado.
Me gotea por las piernas y por los huevos, “que rico…!”
La sujeto con fuerza de las caderas mientras me balanceo adelante y atrás con buen ritmo.
- “Le gusta a mi linda putita lo que le hace su amo?…quieres mas?…pues toma…toma…tomaaa…toda para ti…”
Su culo bien mojado chasquea al chocar contra mi pubis y se organiza un buen concierto de ruidos al entrar y salir mi polla, junto con los grititos de placer y gemidos de mi vecina, y las cosas que le voy diciendo.
Inesperadamente empieza a gritar como una loca y a estremecerse, mientras su cuerpo se convulsiona una y otra vez. Acaba de llegar su primer orgasmo estrepitoso y salvaje.
Mi polla se contrae y escupe un inmenso chorro de leche.
¡Vaya experiencia! Tenemos muchas cosas que descubrir juntos.
Al despedirnos, mi vecina no sabe qué cara poner.
- “A partir de hoy voy a ser tu amo, tu señor, tu dueño…me vas a servir obedientemente, sin quejas y discretamente”, “nadie puede saber nada de esto, y si no te portas bien te habré de castigar duramente”, “¿entendido, mi querida putilla?
Ella asiente con la cabeza sumisa y convencida, todavía atolondrada sin terminar de creer lo que acaba de pasar.
¡Qué suerte he tenido con estos nuevos vecinos!.
Deverano.