Mis nuevas aventuras (3)
Como Marian logó su cometido.
Mi corazón empezó a latir apresuradamente.. en quince minutos mi mujer empezaría a tirar con Pedrito y yo con mi amante estaríamos observando el espectáculo y obviamente tirando rico.
Silvia empezaba a reaccionar.. nos besamos y los ardores insatisfechos que tenía en mí, hicieron que me colocara entre las piernas de mi amante y sin miramientos, de una certera estocada sepulté mi verga en la vagina de Silvia. Fue una penetración violenta pero que hizo el efecto deseado en mi hembra, pues de inmediato sus caderas se pusieron en acción yo empujaba y ella movía descontroladamente las caderas, sentía que más profundo ya no podía penetrarla y en la galopada sexual que estaba dando, tomé por asalto su boca y con fogoso beso, empezamos a deshacernos en un nuevo orgasmo.....
" Asi, así mi amor, dame fuerte ahhhhhhhh ah ahhhhh"
"Toma mi reina, tomalo todo.... le quiero Silvia... mi Silvia... mi mujer..
" Si, si... tu solo tu eres mi marido... mi marido, mi hombre ayyyyyyy la doy la doy... tómalo mi rey siénteme Ayyyyyyyyyyyy
Como un volcán en erupción de mi verga salieron torrentes de leche que deposite en lo más profundo de mi amante, mientras sentía que sus paredes vaginales exprimían mi pene al tiempo que se sus profundidades salían fluidos que bañaban mi pene. Exhaustos caímos ambos en el amplio lecho, con los ojos cerrados, con la respiración agitada y con los deseos satisfechos por el momento. Pasaron unos minutos y nuevamente mi celular sonó. Era Marian nuevamente
" Aló, querido... yo estoy subiendo en este momento a la suite. Pedrito me seguirá en cinco minutos.- dijo agitada.
" Bien querida.- le contesté..- te deseo suerte y recuerda haz lo que quieras hacer, sin reparos ok?. Te quiero; que todo vaya bien. No olvides de llamarme cuando termines. Chau.
Corté la comunicación y presioné el control remoto de la cámara digital y encendí el TV... de inmediato apareció la habitación de al lado. Se escuchaba suave la música de fondo y todo parecía ordenado. En cualquier momento entraría mi mujercita. Estaba echado boca abajo y al instante, mientras se recuperaba, Silvia se unión a mí en el puesto de observación. Mientras, yo acariciaba distraídamente el cuerpo perfecto de la muchacha.
De pronto, la puerta se abrió y apareció Marian. Vestida elegantemente con un vestido de seda plomo plata ligeramente sobre la rodilla, protegía sus ojos unos amplios anteojos oscuros de los que se despojó al entrar en la habitación. Se veía muy hermosa, su porte y gracia eran evidentes. Se acercó al espejo y retocó brevemente su maquillaje. La hermosa cara, sus cabellos, los grandes ojos, los finos y delineados labios, le daban un aspecto especial. Estaba para comérsela. Luego sacó de su cartera un frasco de loción y se perfumó generosamente. Conocía ese perfume y en verdad era delicioso. Estaba en eso cuando tocaron a la puerta. Lentamente mi mujer se dirigió a abrirla y lo hizo lentamente, tomándose su tiempo. En ese momento entró el muchacho.
El cabello revuelto le daba al joven un aspecto más fresco, su ajustada polera negra revelaba un cuerpo fuerte, musculoso y cuidado. El pantalón también negro se ajustada armoniosamente a su cuerpo. Al entrar, un poco que se desconcertó con lo elegante e iluminado de la pieza y se volvió hacia donde estaba Marian.
" Hermoso lugar Marian. Es la primera vez que entro a una habitación de un hotel tan elegante
" Si es verdad. Podría decirse que estamos cerca del cielo Pedrito. Estamos en el Piso 19 y desde aquí se aprecia gran parte de la ciudad, mira asomémonos a la ventana.- dijo Marian al tiempo que cogía al chico por un brazo y lo llevaba hacia la ventana.
La cámara no los podía enfocar directamente, pero el reflejo de ambas figuras en el amplio espejo era suficiente. Por breves minutos admiraron el panorama, luego mi mujer, dirigiéndosela centro de la habitación preguntó al joven:
" Y bien Pedrito, que querías hablar conmigo?.- zorrísima mi mujercita empezaba a provocar al chico
" Marian, quería verte de nuevo porque desde nuestra última vez, quedé maravillado con la noche que pasamos.. te amo Marian.. te amo y te necesito.....- dijo esto mientras intentaba abrazar a mi mujercita que sabiamente eludía el contacto.
" Pedrito, esa noche cometimos una locura y me hiciste perder la cabeza...
" Pero lo disfrutamos... te gusto, verdad Marian, tu me lo dijiste...- geticulaba el chico al borde de la desesperación.
" Es porque tu me hiciste perder la cabeza Pedrito. Si, se que en esa noche loca dije muchas cosas, pero se que no estuvo bien y me siento mal ante mi marido por eso.- mintió descaradamente pero sabía que el chico estaba encendido.
" Marian, yo te necesito y se que tu también me necesitas. Quiero hacerte el amor... quiero hacerte gritar como esa noche.. no te niegues a esto Marian.- decía el muchacho.
" Pedrito, cálmate. Vamos a hablar. Siéntate aquí en la cama que yo lo haré en esta silla. Razonemos.
Marian sentó a Pedrito en la cama dando la espalda a la cámara y ella se sentó frente a él, en uno de los sillones de la habitación de modo tal que quedaba casi frente a la cámara. Al sentarse mi mujercita cruzó sus soberbias piernas y el vestido se trepó a la mitad del blanco y deseable muslo, que de seguro desorbitó los ojos al muchacho. Ella empezó a hablar maternalmente al chico;
" Pedrito... cómo puedo yo, una vieja que bien podría ser tu madre, despertar esos sentimientos en ti? No lo entiendo.- Ladinamente mi mujercita se hacía la difícil, sabiendo de antemano lo que el muchacho le iba a contestar.-
" Marian, nuevamente te digo, tu no eres ninguna vieja.. eres una mujer hermosísima, perfecta. Cualquier hombre que te mire, se enamoraría inmediatamente de ti.. eres precosa...
" Mentiras... eso solo lo dices para halagarme y que crea que es cierto y estar conmigo nuevamente... que me entregue a ti...- Indudablemente mi mujercita era una artista, esto lo decía con los ojos bajos, pudorosamente....
" No Marian, lo que te digo es verdad... eres adorable, hermosa, deseable y al decir esto el muchacho se arrodilló ante mi mujer y cogiendo sus manos las empezó a besar desesperadamente.
Obviamente, era lo que esperaba Marian. Tomó la cara del muchacho y acercó lentamente sus labios a los de él y empezaron a besarse lenta, suave, dulcemente. Pedrito abrazaba a mi mujer y recorría su cuerpo con deleite.. sus manos se apoyaron en las gráciles caderas de mi mujer que seguía entregada al beso y bajándolas se posaron en sus redondas y blancas rodillas. El beso se prolongaba y las manos de Pedrito acariciaban los muslos de mi mujercita, subiendo ahora por debajo del vestido de seda que ahora estaba arremangado dejando expuestas las bellas piernas de mi esposa y el glorioso calzoncito de encajes. Yo me empecé a calentar nuevamente y mi pene empezó a levantarse imponente y mientras con mis manos recorría el cuerpo de mi amante, no despegaba los ojos del TV.
Pedrito y Marian seguían besándose ahora puestos en pié restregando sus cuerpos sintiendo ella la notable erección del muchacho y él el prominente monte de Venus de mi mujer descaradamente apoyado en su paquete. Pedrito acariciaba las nalgas de mi mujer, las amasaba, las estrujaba y ambos imponían su propio ritmo a sus cuerpos. En un momento Marian empezó a desvestir al muchacho y él intentó hacer lo propio con el vestido de Marian, pero era torpe para encontrar los botones y broches del elegante vestido, así que sin dejar de besarse, mi mujer logro deshacerse del vestido que quedó tirado sobre la alfombra de la suite. El hermoso cuerpo de Marian quedó expuesto a las golosas caricias de Pedrito. Llevaba su combinación blanca de encajes y no tardó mucho para que el sujetador acompañara al vestido. Pedrito había quedado solo es slip y cuando sintió los duros pezones de Marian taladrando su pecho, sin perder el beso que se prolongaba hasta el infinito, la levantó en sus fuertes y musculosos brazos y la llevó a la cama donde la depositó suavemente.
Mientras esto ocurría con Marian, Silvia había pegado su hermoso trasero en mi aparato, de modo que mi glande empezó a juguetear en el atrio de su rosado anito. Yo mojé mis dedos en su encharcada vagina y de paso que acariciaba su inflamado clítoris, empecé a lubricar su culito con la abundante leche que contenía su chorreante cuca. Mi hermosa Silvia empezó a ondular su monumental cuerpo y mi pene poco a poco empezó a entrar en ese templo solo mío. Silvia gemía mientras su carita se pegaba a las sábanas, a cada movimiento sus nalgas se elevaban, para sentir en toda su extensión la penetración que estaba en curso. Yo seguía hipnotizado con lo que veía en la pantalla. El calzón de mi mujer volaba por los aires junto al slip del chico y éste empezó a penetrarla suave pero firmemente. Se veía que Marian gozaba con el ataque, pues sus gemidos y suspiros empezaban a ser captados por mi cámara, sus piernas, hermosas y elásticas se enrollaban al cuerpo del muchacho y sus caderas se regodeaban con la soberana penetración que la estaba taladrando.
" Que rico, que rico, Pedrito... dame, dame toda tu pinga... métemela toda mi chiquito......
" Si Marian... es toda tuya,,,, toda tuya....siéntela.- gritaba Pedrito por su parte.-
Mientras, yo inspirado en los alaridos y gemidos de mi mujer y su amante empecé a taladrar el rico culo de Silvia y ésta a mover gloriosamente su soberbia grupa. Sentía como su recto comprimía mi pene .. El ver a mi mujer empalada por su amante y gozando de una rica cogida, me ponía más arrecho y el culito de Silvia me estaba dando el alivio que necesitaba para mis ardores.
" Así Pedrito... dame toda tu pinga... necesito sentirla toda adentro... que rico... que rico... mi vida....
" Te gusta verdad Marian?... Te gusta como te cacho verdad? Te mueres porque te la meta si?
" Si, Si mi chiquito... me encanta que me la metas, que me toques, que me hagas de todo... me encanta mi hombre.- al decirlo ella multiplicaba sus movimientos.-
La rapidez de los movimientos de la pareja contigua y los alaridos que literalmente empezó a lanzar mi adorada mujercita, desencadenaron una serie de sucesivos orgasmos míos, empecé a depositar una gran cantidad de semen en el culo de Silvia y en un momento sentí como un coro los gemidos de Silvia y los aullidos de mi mujer. Yo realmente estaba loco de arrechura, de morbo, mis manos recorrían las piernas de Silvia y una de ellas se detenía en su regia raja agasajando convenientemente su clítoris lo que alargaba el orgasmo de mi amante. Realmente no tengo idea del tiempo que duró mi clímax y el de Silvia. Exhaustos, nos desparramamos literalmente en el gran lecho, sin embargo mis ojos no se apartaban del TV, por donde veía como mi mujer y Pedrito llegaban a un colosal orgasmo que también los dejó laxados, felices, satisfechos y aún abrazados en la gran cama.
Trabajosamente, Silvia se levantó y tambaleándose fue al baño... la sentí que orinaba y luego escuche que entraba en la regadera.... Pedrito y Marian aparentaban dormir, así que me fui a acompañar a la bella Silvia. Entré a la ducha y el agua templada me cayó como un bálsamo reparador. El esplendoroso cuerpo de Silvia recibía con deleite el masaje hidráulico. Al sentir que entraba, extendió sus brazos y me ofreció sus carnosos labios y nos fundimos en un beso de amor, de pasión. Nos repartimos generosamente en nuestros cuerpos el perfumado gel de baño que ella había llevado y nuestras manos empezaron a ser nuevamente fuente de placer. Salimos y nos envolvimos en las blancas batas de suave felpa que ostentaban en el pecho el logotipo del lujoso Hotel. Mientras ella friccionaba con energía sus cabellos castaños secándolos, nos dirigimos al cuarto a seguir espectando la tarde de sexo de mi mujer.
" Amorcito... se nota que te calentaste cuando el chico se empezó a tirar a Marian, porque esa culeada que me has dado ha sido electrizante.- comentó Silvia.-
" Si, de verdad que sí... Se ve que mi mujer ha gozado con su cogida.. pero la nuestra ha sido superior mi amor.- respondí.
En la pantalla del TV solo se veía a Pedrito que continuaba echado, en la misma posición que lo había visto antes. Aparentemente Marian había ido al baño, pues no se le veía. Efectivamente en ese momento Marian salía del baño envuelta también en una bata el hotel. Se había duchado tal como nosotros. Frente al espejo terminó de secarse y extrajo de su cartera un pequeño estuche de maquillaje, procediendo a maquillarse expertamente, luego se cepilló el cabello y nuevamente su belleza se alzaba imponente y avasalladora, Terminó su arreglo con una generosa porción de su perfume favorito y buscó en el suelo su calzoncito que procedió a colocárselo prolijamente. Se miró nuevamente al espejo y una sonrisa de satisfacción iluminó el bello rostro.
Luego se dirigió al lecho donde aún descansaba el joven. Marian se sentó al borde dela cama y con ambas manos empezó a acariciar a su amante. Sus manos recorrían el pecho, espalda y musculoso brazos del joven. Luego con el índice derecho delineó el perfil de su cara y revoloteó suavemente sus desordenados cabellos. Con la otra mano acariciaba las fuertes piernas del chico y no tardó en llegar a su entrepierna. El pene flácido por la soberana cogida yacía dormido igual que el joven. Entonces Marian, haciéndose sitio en el lecho acerco su deseable boca al pene del muchacho y con suavidad empezó a prodigarle besos y a lamerlo, mientras sus manos acariciaban golosa los huevos de Pedrito. La verga del muchacho empezó a crecer y mi mujercita no tardó en tragarse toda la herramienta del muchacho, mientras él empezaba lentamente a despertarse.
En el lecho que yo estaba compartiendo con Silvia, la preciosa muchacha exhibiendo su hermosa desnudez, empezó a besarme y acercando su boca a mi oreja me dijo quedo:
" No te muevas... quiero hacer lo mismo que tu mujer le hace al muchacho... quiero que sigas mirando y me dejes mamarte la verga papito.... necesito tu leche en mi boca.....
Silvia bajó lentamente hasta mi entrepierna y empezó a rendirle honores a mi verga. La boca de Silvia es arrobadora y siempre he pensado que esa boca ha sido especialmente hecha para mi verga o para mis labios y en ese momento, mientras yo observaba como mi esposa Marian se la estaba chupando a su joven amante, mi querida secretaria, mi amante de 10 años, a quien yo desvirgué a los 17 años por delante y por atrás, me estaba dando igual o mejor tratamiento.
Pedrito empezó a dar señas de vida. Marian engullía ávida la verga del joven con total entrega y él enredando sus dedos en el cabello de mi mujer, le marcaba el ritmo adecuado para disfrutar de semejante tributo. Las manos de Pedrito se desplazaban por la espalda y luego por las tetas de Marian, que seguía concentrada en la gran chupada que estaba dando. Luego girando su cuerpo se colocó en posición de 69 y apartando la bata... encontró el calzoncito de encajes de mi mujer. Sobre la tela de la fina prenda empezó a oler y besar la almejita de Marian, que seguramente en ese momento empezaba a destilar su caliente néctar. Luego con extrema delicadeza la despojó de la prenda. Mi mujer abrió sus piernas y su vulva recibió la boca del muchacho, en tanto ella seguía prendida del pene de Pedrito sorbiéndolo y lengueteándolo hasta la saciedad. Los cuerpos así pegados empezaron a ondular y a dar y recibir mutuo placer.
Siguiendo el ejemplo de mi mujercita y su amante yo me acomodé también con Silvia y solo de pensar lo alucinante que era que mi mujer estuviera tirando con su amante al lado de la habitación en que yo a su vez tiraba con mi amante, me ponía más arrrecho y con más ganas de sumergirme en los placeres de la carne. La suave y rosada vagina de Silvia es deliciosa y en ese momento me sabía a gloria. Chupaba su clítoris y lo mordisqueaba suavemente. Mi secretaria-amante atrapaba mi cabeza con sus perfectas piernas, duras, elásticas, blancas e incomparables impidiendo que abandonara tan hermosa cueva. Ella por su parte se esmeraba en la mamada, dando largas y ricas lengueteadas a mi pene, haciendo que mi mente se esmerara en aguantar por el momento otra eyaculación.
En la pantalla, la escena se repetía, la boca de Marian seguía pegada a la verga de Pedrito, quien tampoco le daba tregua a mi arrecha mujer. Sin embargo el empeño de mi mujer logró que el joven empezara a eyacular en su boca y ella golosa empezó a tragar todo el semen que el muchacho expulsaba. Como un efecto reflejo y empecé a eyacular en la gloriosa boca de Silvia y me deshice en un tremendo orgasmo. Sin embargo noté que a diferencia de Pedrito que en cuanto sintió que se corría abandonó la cueva de mi mujercita, yo seguí taladrando con mi lengua la vagina de Silvia a quien arranque un nuevo orgasmo, largo y satisfactorio, mientras tomaba las últimas gotas de mi néctar.
Continuará.( Si quieres más detalles o manifestarme algo sobre mi aventura hazlo al email: atol03@hotmail.com )