Mis nuevas aventuras (2)
Preparando todo para que mi esposa volviera a tener sexo con su joven amante.
A poco de haber entrado en mi Despacho, entró Virginia, Estaba con la misma mini azul a medio muslo que destacaban sus hermosas piernas. Arriba usaba una polera blanca muy ajustada que evidenciaba que bajo la misma no llevaba sujetador, luciendo sus erectos senos que se alzaban orgullosos y retadores. Nos besamos cariñosamente y nos dirigimos a la puerta de escape que daba directamente a mi depa.
Al cerrar la puerta iniciamos un rico beso de lengua y el cuerpo de la muchacha pegado al mío como una ventosa. Mis manos recorrieron ese deseado cuerpo y se posaron en las rotundas nalgas que acaricié y atraje hacia mi para que sintiera la dureza de mi herramienta. Baje las manos para acariciar las sedosas piernas y ese contacto me puso más a tono. Levanté la ajustada falda y comprobé que la muchacha estaba sin ropa interior lo que me puso más eléctrico. Allí mismo nos las arreglamos para desnudarnos totalmente y así, con las ropas tiradas y sin la limitación que aquellas nos ponían, quedamos liberados. Cargué en mis brazos a la preciosa hembra y me encaminé, sin perder la succión del beso apasionado hacia el dormitorio, para dar rienda suelta a nuestra pasión.
Como nunca, ni ella ni yo queríamos una preparación... su vagina destilaba tibios efluvios de sus profundidades y mi sexo se moría por estar dentro de la portentosa cueva de Virginia. Así, con irrefrenable placer ella abrió las piernas y recibió mi sexo en toda su extensión, que penetró raspando el dilatado clítoris de la muchacha, arrancándole gemidos de pasión y deseo. Profundicé en ella y sentí las piernas de esta regia hembra enredarse en mi cuerpo, comadrejeando su anatomía para engullir mi virilidad. Sentía que las rugosidades de su vagina masajeaban con ardor mi tronco y parecía un succionador eléctrico que me daba un enorme placer. El continuo movimiento, el ritmo que imprimíamos a nuestra fenomenal cogida y los gemidos de placer que ambos emitíamos, empezó a provocar en Virginia un orgasmo que en oleadas sucesivas hacía que se convulsionara.... dejamos de besarnos y mi boca de apoderó de sus erectos pezones, sin perder la cadencia de mis embates sobre su sexo. De su boca empezaron a salir frase primero inaudibles y después gritadas a pleno pulmón....
" Así, así papito.... dame más, mas, así mi vida.... cacha a tu mujer.....damela toda....damela papito.... no te detengas...."
" Cachame, cachame más..... revientame.... metemela toda ahhhhhhhhhhhhhhhhh. Mas masssssssss.
" Ay, ayyyy mmmmmmmmmmmla doy mi vida.... toda tuya ohhhhhhhhh, ya nooo ya noo no doy más ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Ella empezó a diluirse en un cúmulo de sensaciones, mientras un mar de flujos mojaban mi pene....Yo quedé quieto mientras ella bajaba de esa nube de placer...abrió los bellos ojos y alcanzó a decir:
" Tramposo... me has hecho que la de cómo una loca y tu nada....no vale......estos la vas a pagar"
Y dándose un impulso logró ponerse sobre mí y engullir nuevamente mi sexo en su chorreante vagina. Empezó a cabalgarme primero lentamente y luego con pasión y velocidad en aumento. Sus caderas rotaban vertiginosamente mientras mis manos recorrían todo su cuerpo y las soberbias piernas deleitándome con la suavidad de su carne, luego poco a poco Virginia empezó a descender y su boca dejaron mis labios y se posaron en mi cuello, mi tórax y luego mi pene que fue tragado literalmente por la muchacha. Allí aplicó todo su arte y su lengua golosa recorrió mi tronco, las bolas y todo el aparato como si fuera un gran helado. Este tratamiento empezó a hacer efecto y mis líquidos preseminales fueron sorbidos por la muchacha y cuando empezaba a sentir los primeros estertores de mi clímax, ella se encaramó nuevamente sobre mi y volvió a introducir mi falo en su ardiente cueva. Era una reina que se sentaba en su trono... un trono de amor y fuente inagotable de placer.
De este modo, con el movimiento rotario de las caderas de Virginia y con el mete saca que yo imprimía a mi pene, nos deshicimos en múltiples orgasmos entre gemidos, gritos estentóreos de Virginia y un torrente de placenteras sensaciones, ambos nos diluimos y quedamos saciados, desparramados en la amplia cama.
Dormitamos abrazados hasta las 10 y treinta de la noche. Me dijo luego que no deseaba pero que ya tenía que irse ya que temía que su marido llegara antes y no la encontrara en casa, nos bañamos intercambiando besos y caricias y luego de vestirnos salimos ella, rumbo al departamento de la azotea del edificio y yo rumbo a mi casa.
La sesión con Virginia había sido no solo espectacular sino inigualable. Esa mujer era un verdadero torbellino de pasión y sexo y su juventud hacía que yo mismo me sintiera más ligero y con aires juveniles. Mientras conducía mi automóvil hice un recuento de lo que le diría a mi mujer para que cumpliera su deseo de tirarse por tercera vez a Pedrito. Para mí iba a ser algo inédito observa y escuchar por el TV gracias a mi cámara digital de video, como en el cuarto vecino mi mujer se tiraba su amante y en el mío yo me tiraba a Silvia mi hermosa secretaria.
Encontré en casa a mi mujer que me esperaba recostada en nuestro amplio lecho. Nos besamos y le conté como había organizado la tarde del día siguiente. Le entregué la llave de la Suite 1922 del Sheraton y le sugerí que llamara a Pedrito, que le dijera que se encontraran a las 3 de la tarde. Sugerí que ella debía recogerlo de algún punto y llegar junto a al hotel, estacionar en el segundo sótano y luego ella debía ir sola hasta la suite, cinco minutos después debía dirigirse al lugar Pedrito. Mi mujer estuvo de acuerdo y en una breve llamada al joven lo instruyó y quedaron que ella lo recogería de la tienda Saga Falabella de San Isidro a las 2:45 p.m. En mi mente establecía que con Silvia estaría desde la 1 de la tarde en la suite, de modo que hasta que mi mujer llegara, ya habriamos disfrutado de un rico polvo.
Menos mal que mi mujer me dijo que se sentía cansada con sus actividades del día sumado a la revolcada que nos habíamos dado en la mañana y que le provocaba dormir. En mi mente agradecía esto, pues venía trapo después de la sesión con Virginia, así que mientras mi bella mujercita se entregaba a un plácido sueño, yo me sumergí en la tina llena de agua caliente con abundante sales aromáticas, pensando en la sesión amatoria del día siguiente.
Tanto yo como mi mujer dormimos toda la noche plácidamente, a las ocho de la mañana me levanté y me duché... Estaba terminando de vestirme cuando Marian estiró sus gráciles brazos hacia mí y nos dimos un beso de buenos días profundo y caliente. Repasamos brevemente los pasos de la tarde y me despedí de mi mujercita deseándole suerte en su encuentro. Ella pensaba que a las 8 de la noche ya estaría libre... yo lo dudaba un poco.
La mañana pasó rápido pues debía de despachar todo lo posible ya que en la tarde estaría fuera de la oficina en una importante reunión con clientes. En realidad Silvia y yo sabíamos que el cliente era ella y nuestro negocio una buena revolcada. Vi fugazmente a Virginia que se veía radiante y relajada (probablemente por el tratamiento de la noche anterior) pero quien llamó poderosamente mi atención fue Silvia. Si usualmente ella es de una belleza impactante, pero este día se había esmerado. Estaba con un conjunto amarillo de una telas asedada, con mini a medio muslo. La cara prolijamente maquillada, resaltando los hermosos ojos pardos con el marco de los cabellos castaños pulcramente cepillados. Los pies calzados con unas sandalias de cuero amarillo de taco alto que embellecía las esplendorosas piernas de mi bella secretaria-amante. Me encantaba esta mujer: un cuerpo blanco, joven, duro y elástico, intachable y con un aire de distinción y clase difícil de encontrar hoy en día. Su forma de caminar de modelo de alta costura y sus poses y mohines no hacen sino evidenciar que es una gran hembra... y yo su dueño y señor.
A eso de las 12 del día yo abandone la oficina, supuestamente a un reunión que duraría toda la tarde. Sabía que a las 12:45 p.m. Silvia saldría con el respectivo permiso del jefe de personal, a cumplir una serie de diligencias por encargo mío y ya no regresaría. En realidad nos habíamos puesto de acuerdo para encontrarnos en el Lima Golf Club de San Isidro, donde yo dejaría mi auto y en el de Silvia iríamos al hotel. Así lo hicimos y a las 12:10 p.m., llegamos al estacionamiento del Hotel Sheraton. Rápidamente nos dirigimos al Piso 19 y entramos a nuestra suite la 1920. Al cerrar tras nosotros la puerta, nos abrazamos con pasión y un prolongado beso, profundo y ardiente hizo que nos deleitáramos mutuamente. El cuerpo de Silvia pegado al mío. Luego Silvia cogió mis manos y entrelazando sus dedos me jaló hacia el centro de la habitación e hizo que me sentara en la cama.
" Querido... quiero que te sientes cómodamente, hoy me siendo especial y quiero darte algo especial..... quiero hacer un strip solo para ti, así que siéntate y observa.- dicho esto sacó de su cartera un Cassete de audio y lo colocó en el equipo de música de la suite..
De pronto empezó a sonar la típica música de los espectáculos franceses de strep tease . Silvia en el centro de la habitación empezó a moverse acompasadamente, su delicioso cuerpo ondulaba al ritmo sensual de la canción, el contoneo de sus caderas hizo que la mini subiera a más de medio muslo y cuando rítmicamente bajaba hasta casi ponerse en cuclillas, podía ver su calzoncito también amarillo. Las hermosas piernas de esta mujercita me tenían hechizado y mientras el baile seguía mi pene empezó a levantarse, incitado por el espectáculo que me estaba regalando mi bella amante, Así lenta y sensualmente, empezó a despojarse de la chaqueta de su conjunto... los botones de la misma eran manipulados por mi hermosa Silvia y poco a poco la prenda voló por los aires.. mi hembra quedó solo cubierta por un pequeño sujetador de encajes blancos que a duras penas sostenía sus hermosas tetas, ya que era de media copa.... mientras continuaba la canción, el sujetador no tardó también en caer dejando ver el intachable cuerpo de la muchacha, los senos parados con sus aureolas rosadas y los pezones a punto de reventar, erectos, orgullosos, retadores. En un movimiento muy suyo y sin perder el ritmo, Silvia alborotó sus cabellos y surgió en ella un aspecto de leona sensual... realmente ese momento me daban ganas de saltar sobre ella, terminar de desnudarla y hacerla mía, pero me aguanté y seguí viendo el espectáculo, mientras lentamente me despojaba de toda mi ropa y quedaba echado en la gran cama, acariciándome la verga, mientras Silvia seguía con su espectáculo.
Siguió luego, la pequeña falda.... sensualmente bajó su ziper y la prenda cayó a sus pies... con la punta del zapato la hizo a un lado... allí estaba este monumento de mujer,,, con una cara de arrecha, bamboleándole las tetas firmes y duras y su cadera moviéndose al ritmo de la música. Había quedado solo con una minúscula tanguita amarilla de delicados encajes... sin embargo al darse la vuelta su respingona y redonda colita se exhibía en toda su belleza, pues era una de esos hilos dentales que se medía en el centro de esas dos esperas que ponto serían mías. Finalmente se descalzó y con un andar felino empezó a acercarse a la cama donde yo desnudo y con una erección a tope la esperaba ansioso. El beso que nos dimos fue volcánico, apasionado y ardiente. Luego de sus labios, no hubo parte de nuestros cuerpos que nuestros labios dejaron de degustar y en ese darnos placer con nuestros labios, quedamos pegados yo en su entrepierna lamiendo y adorando esa jugosa cueva y ella aprisionando con esa deliciosa boca mi pene que desaparecía raudo en la golosa boca de Silvia.
Difícil saber cuanto tiempo estuvimos dándonos un mutuo placer. Yo lamía, mordía, sorbía y acariciaba con mi lengua su inflamado clítoris y ella no dejaba de agasajar mi herramienta, lamiendo mis huevos, el tronco y dándole un especial tratamiento a mi respetable glande. Así, haciendo acopio a mi resistencia y experiencia, aguanté cuanto pude mi orgasmo y me dedique a obtener uno intenso y lago en mi amada Silvia. Cuando mi lengua empezó a entrar alternativamente en su orificio anual, suave y rosadito y con el mismo impulso introduciéndolo con energía a su vagina, Silvia empezó a sentir los primeros impulsos eléctricos de un colosal orgasmo que empezó a esparcirse por todo su cuerpo. Abrió sus portentosas piernas y aprisionó mi cabeza y mientras emanaban por ella una cantidad increíble de fluidos, dulces y ardientes que yo me tomaba con fruición.... toda la hembra empezó a temblar y gemir, pero sin dejar de mamar mi verga que estaba a punto de explotar. Fue una vaciada descomunal la de Silvia.. hasta que poco a poco... abandonando su mamadera, cayó a un lado totalmente laxada. Un segundo más de mamada y de seguro que yo me vaciaba en su rica boca. Pero gracias al cielo, estaba invicto y con ganas de seguir follando a tan rica hembra.
Empecé a besar a mi amante en los labios, saboreando ellas sus jugos y yo los míos:
" Mi amor, deja que descanse un poquito... me has sacado la mugre..- me dijo con los ojos cerrados.-
En ese instante, sonó mi celular. Me apresuré a contestar, era Marian mi esposa quien me anunciaba que en ese momento estaba recogiendo a Pedrito. Eran las 2:45 de la tarde, de modo que a las tres estarían en el Hotel y el espectáculo empezaría....
Continuará. (Si quieres más detalles o manifestarme algo sobre mi aventura hazlo al email: atol03@hotmail.com )