Mis nuevas Amas

Tami llega México, donde sus Amas Carolina y Marta la convertirán en putita particular durante un fin de semana.

Recién llegada de España y, alojada en casa de Marta, Carolina y su amiga odontóloga han decidido convertir a Tami en su putita particular durante una semana.

La españolita es una rubia de pequeña estatura, pero con curvas sugerentes y dos pechos que son el objeto de deseo de sus nuevas amas por sus grandes dimensiones y su textura. Un culito vicioso y piernas bien torneadas completan un conjunto lujurioso.  Tras una primera noche en la que Marta probó varios de sus aparatos en el coño y en el culito de Tami, mientras que Carolina se dio un auténtico festín con su zorrita a la mañana siguiente, para que descansara un poco, dedicaron al resto del día a enseñarle todo lo que pudieron del D.F., pero la noche del viernes sería el inicio de una increíble sesión de sexo que se prolongaría todo el fin de semana.

Después de una cena en un restaurante de lujo y de unas copas para poner a tono a las tres ninfas, se separaron al volver a casa de Marta. Tami fue encerrada en el cuarto de los invitados, donde cumplió las órdenes de sus Amas. Se duchó, sin dejar de excitarse con sus dedos en su coñito y en sus pezones rosaditos. Se perfumó con sus mejores escencias traídas de París y se enfundó en un sensual conjunto de lencería, consistente en unas braguitas mínimas y un sujetador, confeccionados en blancos encajes, los cuales había sacado Martica de un armario que más parecía un auténtico sex-shop. Después se puso una minifalda roja que dejaba ver a la perfección sus bien perfilados muslos, junto a un top del mismo color y una chaquetilla torera de terciopelo negro. Se pintó de modo exagerado, como una auténtica puta y tras ponerse dos medias negras hasta mitad de los muslos, sujetas por unas ligas de encaje, se calzó un par de zapatos negros de alto tacón.

Tami se miró al espejo, parecía en verdad una puta de lujo de los burdeles más selectos. Pensó que todo era poco para sus dos dueñas. Al rato, sintió como se abría la puerta y casi se desmaya al ver a dos reinas enfundadas en un buzo de cuero negro.

Carolina era una auténtica belleza negra y sus curvas hacían perder el sentido. Marta también lucía despampanante, pero la mirada de Tami bajó a su entrepierna. Tenía un bulto, poco disimulable en el ajustado traje de una pieza. Tan entretenida estaba mirando que sólo despertó de su sueño, cuando Carolina le colocó un collar de cuero negro, del que salía una cadena dorada. En un instante ya estaba tirando de ella para que su "nueva" rubita la siguiera por el pasillo.

Marta aprovechó el momento para darle un azotito en el culo y susurrarle al oído: "Vamos, perrita, la fiesta va a comenzar". Después se dirigió a su compañera de aventuras sexuales: "Caro, esta puta nos va a brindar muchos momentos de placer".

Tami es conducida hacia el salón. Carolina tira de su cabeza para atraerla con la cadena y su colega le mete mano por debajo de la falda, pellizcando sus nalgas: "Mira esta guarra, si ya está mojadita y manchando las braguitas que le presté". Tres sofás rodean una alfombra estampada donde la Ama negra arrodilla a su putita tirando de sus pelos hacia abajo. La sometida no levanta la vista del suelo donde ve a la una plantada frente a ella sobre altos tacones negros, mientras observa a la otra dando vueltas a su alrededor.

"Sabes que eres una ramerita preciosa?" –argumenta Marta, a la que su presa mira a la cara mientras sigue moviéndose. "Abre tu boca, putita" -ordena Carolina que la mira orgullosa desde arriba. La españolita obedece, sacando instintivamente la lengua y su Ama deja caer un goterón de saliva, pero retira la cabeza enfureciendo a su dueña que le propina un sonoro bofetón. Ahora es la morena la que se arrodilla junto a Tami, la toma de los cabellos y le advierte: "Será mejor que no se enfade la negrita o te vamos a moler a palos, ramera viciosa". Inclina de inmediato su cabeza de un tirón y escupe dentro de la boca de su presa, acto que repite Carolina a continuación, para decir después: "Así me gusta, putita, veo que vas entendiendo, ja, ja, ja, aunque en realidad me es igual, porque te vamos a follar y maltratarte toda la noche".

Presionada por sus dueñas, la rubita se pone a cuatro patas y comienza a dar vueltas por la alfombra.

Marta sigue obsesionada con su culito, que azota y urga con los dedos por su raja, por encima de las blancas bragitas que quedan bien a la vista: "Es increíble como se moja esta zorra, le debe gustar que dos mujeronas la conviertan en esclava". En un momento, la belleza negra interrumpió su paseo, parándose frente a su cara. La morena, en cambio aprovechó para arrodillarse a su espalda. Carolina, ya agachada cogió la cara de su zorrita por la barbilla y le metió sin contemplaciones la lengua en la boca, sin mediar palabra.

Tami ya estaba sintiendo los dedos de Marta en su coñito, ya que levantó su falta y tiró de la braguita

hasta convertirla en un hilo incrustado en su rajita. Carolina comenzó a sobar los pechos de la putita aún cubiertos por el top, pero pronto la despojó de la chaqueta. "Vamos a ver que melones tienes, puta, porque te los voy a devorar". Su compañera ya había arremangado la falda de Tami en su cintura y daba voraces mordiscos en sus nalgas, marcándole los dientes. Sin ningún cuidado le clavó dos dedos en su coñito y justo cuando iba a comenzar a gemir, su boca fue poseída por su otra dueña.

Los gemidos de la rubia se ahogaban en la boca de Carolina que la profanaba con su lengua, mientras que los nudillos de Marta comenzaban a chocar con las nalgas mientras los intrépidos dedos ivan y venían hasta el fondo de una vagina ya jugosa, mientras su folladora reía: "Cómo traga esta perra, tenemos que darle guerra a este coñito rasurado". No tardó en llegar el primer orgasmo de un fin de semana prometedor.

Aunque Tami casi no había recuperado el aliento, Carolina tiró de la cadena atada a su cuello hasta acercarla al sofá donde se sentó. Marta se acercó a la perla negra y la besó húmeda y cariñosamente, mientras sus largos dedos comenzaron a bajar la cremallera del buzo de su amante, hasta poco antes de la cintura. Qedaron a la vista dos pechos deliciosos, que pronto estaban frente a la boca de la rubia, animada por otro empujón que le llegaba a la nuca: "Vamos, guarra, atiende como se merecen los pechos de Caro". Lamió, al principio tímidamente los pezones ya erectos, pero sus chupadas se hicieron más insistentes conforme crecían.

Las manos de Carolina sujetaban su cabeza, mientras lamía como un bebé, pero incluso mordió su pezón cuando sintió una dureza de latex abriéndose paso en el ojete de su culo. Intentó girar la cabeza para ver a Marta, pero las manos de su otra reina la aferraron de nuevo contra el firme pecho, sólo podía oir: "Ummmm, que culito tiene esta puta, es estrecho, pero cuando acabe con ella, le cabrá un puño dentro". Tami sentía arder sus entrañas, pero siguió mamando, mientras los golpes de las embestidas se aceleraban en sus nalgas y una mano insidiosa comenzó a frotar su clítoris. Se creía morir, se creía morir de placer, con los ojos cerrados, chupando una hermosa teta y después la otra. Casi se desmaya cuando llegó el orgasmo, estaba borracha de éxtasis.

Carolina le propinó a su perrita una nueva bofetada para espabilarla, mientras Marta seguía clavada en su trasero. Fue esta última la que la atrajo hacia atrás, mientras la negra se despojaba del buzo. Cómo su putita había imaginado, llevaba un consolador atado a su cintura y después de tenderla en el suelo se aproximó a su entrepierna para penetrarla sin darle apenas descanso: "Me vas a dar ese coñito de zorra, quiero partirte en dos".

En cambio Marta, también desnuda, levantó su pene de latex un poquito y se dispuso a sentarse en la cara de la española. El sexo de la morena inundaba la boca de Tami, su nariz se clavaba en la vagina y, por momentos, terminó clavada en el culito primoroso de su dominadora. Carolina ya bombeaba por aquel entonces una y otra vez en la vagina de su cautiva y al adelantar su cuerpo, pellizcando los pezones de su víctima, llegaba a besarse apasionadamente con su amante, todavía sentada en el confortable sillón humano que comenzaba a llevarla al séptimo cielo.

Dos de las esquinas del triángulo sexual terminaron emitiendo auténticos chillidos de placer, pero el Ama negra todavía no se había corrido, así que la lengua de Tami, todavía sin aliento, terminó hundida en el sexo de Carolina, mientras ahora era Marta la que se sentaba sobre su cara. La diosa no tardó mucho en correrse, un orgasmo contenido tras recrearse en las escenas anteriores y correspondió a su putita con una meada que pronto se mezcló con sus jugos, en la boca de la sometida: "Bebe, zorrona, seca bien el coñito de tu diosa".

Fue entonces cuando Tami se dio cuenta que sus dos dueñas eran insaciables. Ni siquiera le dieron un

respiro, cuando la levantaron y la llevaron sostenida entre las dos hasta el baño. La mano de Marta volvía a posarse en el culito de su zorra e incluso le metió un dedo antes de llegar a la ducha: "Ummmm, me gusta follar este culo blanquito, ya se está dilatando".

Las dos terminaron de desnudarla, porque casi no se sostenía en pie y tras ponerla bajo la regadera

abrieron el agua fría. La piel de Tami se erizó y pareció revivir. Tras accionar los mandos del agua, se

volvió tibia y las dos dominadoras entraron con ella. Marta era ahora la que la besaba apasionadamente, parecía introducirle la lengua hasta el fondo del la garganta. Carolina, por detrás, movía su consolador entre sus nalgas y chupaba afanosa su cuello, mordisqueaba su nariz y, por veces, metía su lengua en medio de las de sus dos compañeras de juegos: "Pídele a tus Amas que te follen, putica". La sometida sólo pudo musitar: "Por favor, Amas ...".

Tami estaba en medio de un sandwich que la volvía loca de nuevo, aunque sus piernas no resistían, no

podía caerse y su sexo todavía ardiente se vio profanado de nuevo en un hábil movimiento de cadera de Marta. Empalada otra vez, la rubita estaba abandonada a un incesante morreo, pero su cuerpo se arqueó cuando Carolina, desde atrás, también atravesó sus nalgas. El grito de la española debió oirse en toda la urbanización: "Qué escandalosa eres, zorrita, si te gusta..." Sus dos insaciables dueñas arremetían dentro de ella en un creciente mete y saca, se olvidaron de la presa y comenzaron a comerse la boca sin dejar de follarla.

La doble penetración fue demasiado para el frágil cuerpo de Tami, que se corrió en unos minutos hasta el punto de perder la conciencia. Cuando se despertó estaba seca y tumbada boca a abajo en una mullida cama. Sin abrir los ojos, sintió unos gemidos muy cercanos. Cuando miró, vio a Carolina, recostada a su lado. Marta, encima, bombeaba con fuerza y la negra, con los ojos cerrados gemía profundamente. La españolita las vio entonces ensartadas por un doble consolador que las estaba llevando al climax máximo. Fue cuestión de segundos que la morena se cayera rendida sobre su amante, presa de un unísono y espectacular orgasmo.

Marta sonrió satisfecha y susurró de inmediato: "Mira, Caro, nuestra zorrita ya se ha despertado,

podemos empezar de nuevo". Acto seguido ahogó con su propia lengua la boca de Tami, mientras la diosa negra se despojó del consolador de doble cabeza y se acomodó entre las piernas abiertas de su secuestrada. La españolita no había notado que sus manos estaban esposadas a los barrotes de la cama y cuando quiso darse cuenta, el culo de Marta, coronando una entrepierna húmeda y de embriagador olor a sexo se frotó arriba y abajo desde su nariz a su boca: "Vamos ramera, cómeme el culo, que será tu mejor manjar a partir de ahora".

Tami casi no podía respirar, pero su lengua se clavó en la intimidad trasera de Martica, a la vez que Carolina estaba doblando el consolador de dos cabezas en su entrepierna: "A ver que tenemos, aquí, un agujero vaginal de zorrita que voy a tapar, ummmmm, si ya te estás mojando de nuevo". Metió entonces dos dedos en su culito, que abrió para ensancharlo un poquito más: "Tenías razón, amor, aquí todavía tenemos que agrandar un poco más esta abertura, ¿Qué tal con la otra punta de este consolador?". Dicho y hecho, la espectacular negra sometió a su putita a una nueva doble penetración y la respuesta de Tami fue clavar su lengua en el ano de Marta.

"Ja, ja, ja –rió Caro-, ya sabía yo que esta puta nos iba a dar mucho juego, mira como está poniendo tu clítoris, Martica". Y, alargando la mano, sujetó con dos dedos el botón de la odontóloga que seguía cabalgando sobre la cara de la españolita. La escena se prolongó durante varios minutos. Faltaban pocas horas para el amanecer y las tres hembras se corrieron de nuevo, puesto que Carolina se metía dos dedos por su culo y ano.

Tras descansar breves segundos, las dos reinas se recostaron a cada lado de Tami. La besaban y pellizcaban los pezones. La morena incluso le mordisqueó una oreja: "¿Quiénes son las dueñas de Tami?" "Carolina y Marta, Marta y Carolina son mis dueñas?". La negra también le pasó la lengua por la otra oreja: "¿Qué va a hacer la putita por sus Amas?" "Lo que Carolina y Marta me ordenen".

Su dominadora abrió su boca y volvió a escupir dentro de ella: "¿Y si quieres que te folle mi dueña Mariana?" "Me entregaré a Mariana, por completo como a ustedes mis amas".

Las dos bellezas mejicanas siguieron jugando con su presa hasta el amanecer. Mientras una se sentaba en su cara, la otra la follaba con todo tipo de consoladores, la fiesta se prolongó hasta el alba, cuando las tres cayeron extasiadas, pero sólo era la primera noche de un largo fin de semana.

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