Mis Microrelatos 10
Asier, en un hotel tras una jornada de trabajo como modelo...
Asier estaba tumbado en la cama esperando. En breve llamarían a la puerta de su habitación y él sabía quién venía y a qué.
Hacía tan sólo unos instantes, había recibido un WhatsApp preguntándole si estaba en el hotel:
Sí , había respondido.
¿Vas a salir?
No, estoy aquí desnudo. Descansando en la cama… contestó provocador.
Pues no te vistas que vamos para allá , le respondieron ellas.
No era del todo exacto, no se encontraba desnudo sino en pijama, pero rápidamente se desprendió de él y se metió en el cuarto de baño.
Se lavó la cara y se repasó el pelo. Luego se perfumó levemente. Se miró en el espejo comprobando que estaba todo lo presentable que debía.
Deformación profesional
Asier es modelo.
Un modelo muy guapo. De los que dejan a las chicas con la boca abierta con su cuerpo atlético y espigado, sus ojos azules y su sonrisa ensayada.
Tiene un talento natural para posar y un buen equipamiento de serie. Eso le ha traído éxito, lo que le convierte uno de los modelos de moda en distintas pasarelas y eventos. Bueno eso y el buen trabajo de su representante.
Aunque a Asier no le gusta que se lo digan, reconoce que sus talentos acaban en la pasarela. No es especialmente inteligente ni emprendedor. Un desastre en los estudios. Su formación es muy básica.
Pero para eso está Luis, su representante. La mejor elección que ha hecho en su vida. A él le debe toda su carrera. Y algunos buenos consejos que siempre sigue. Como por ejemplo que se aleje del resto de modelos femeninas. Si quiere follar, ahí fuera tiene un ejército de mujeres dispuestas a pegarse por estar con él. En un trabajo donde la envidia, el físico y la vanidad, se agitan en un cóctel endiablado, el caché sube en función del misterio en cuanto a tu vida privada y de la profesionalidad que transmitas.
Ya habrá tiempo cuando esté de capa caída, cuando no figure en el candelero, para buscar otras alternativas u otras oportunidades buscándose líos con otras modelos.
Asier tiene que reconocer que, como siempre, tiene razón. No ha tenido especial suerte con sus compañeras de profesión. Demasiado centradas en su carrera, demasiadas envidias, demasiadas zancadillas entre ellas. Egos incluso más subidos que el suyo. Él, prefiere mujeres fuera de la profesión. Deslumbradas por su planta, encantadas de meterse en su cama y de presentarlo como su pieza de caza mayor. Enamoradas hasta la médula de su físico. Estas, se lo dan todo y no suelen crearle problemas en su trabajo.
Sin embargo hay veces que rompe la regla y lo intenta.
Esta es una de esas ocasiones. Sin poder evitarlo, tuerce un poco el gesto. Aunque no quiera reconocerlo, en este caso son ellas las que lo han cazado a él.
Es la primera vez que coincide con las dos amigas. Descaradas, provocadoras y aceleradas, posiblemente debido al consumo de alguna sustancia que ya se puede imaginar. Da la impresión de que anteponen la diversión a su carrera. Gozan intensamente. Desfilan juntas, salen juntas…viven juntas según parece. Y también deben montárselo en la cama. Asier no será el más listo de su promoción, pero esos detalles no se le escapan. Sabe leer los gestos, las miradas…cuando se trata de sexo. Tampoco es extraño. En las pasarelas a las que el acude, cualquier chica tiene más posibilidades de ligar con otra chica que él mismo. Aunque suelen ser rollos efímeros y muy puntuales. Pocas muchachas encuentran la amistad o el amor en un sitio tan competitivo. Estas eran la excepción que confirma la regla.
Después de la fiesta de la primera noche, la de la inauguración de la semana de la moda, volvieron las últimas y recorrieron el hotel armando jaleo, cuando ya casi todos dormían. El abrió la puerta alarmado y tras un breve intercambio de reproches, acabaron dentro de su habitación, bebiendo a morro de la botella de champán que llevaban en la mano.
Fue una noche larga, con muchas combinaciones distintas. Estaba claro que el lesbianismo no era su única opción. Tuvo que reconocer que había sido su juguete y lo habían exprimido al máximo. Un capricho que se habían permitido, hartas seguramente de retozar solas.
Asier sintió la erección de nuevo. Se le iba y le venía de forma intermitente, conforme algunos recuerdos le iban iluminando como flases la memoria.
No tengo condones… había comentado nada más desnudarse…
Pues entonces tendrás que contenerte , le respondió una de ellas…
Ufff… no sé si podrá , dijo la otra mientras aferraba su verga y la masturbaba, valorando tamaño y dureza.
Espera, vamos a descargar un poco de tensión para que pueda follar tranquilo y sin tanta presión . Estaba claro que lo manejaban a su antojo, sin pedirle opinión. Pero Asier se dejaba hacer. Esas miradas de vicio y las travesuras que tramaban lo ponían a cien por hora.
Pronto se encontró con una de ellas haciéndole una mamada profunda y húmeda. Tragándose sin dificultad su falo y ensalivándolo. La otra se arrodilló también, buscando la boca de su amiga. Ella la sacó y manteniéndola aun agarrada por los huevos y la base, la dirigió a la boca de la compañera, que con avidez la apresó con sus labios. Mientras succionaba el glande, la amiga recorría el falo con su lengua.
Asier se dejó ir, consciente de que se iba a correr. Ellas entrelazaban lenguas y verga en un nudo imposible de separar.
En el momento culminante, una, se hizo dueña de la polla, chupándole la punta mientras masturbaba el falo ensalivado y húmedo. Apenas le dio tiempo a retírasela de la boca, cuando eyaculó, dejándole un rastro de semen en la mejilla. Siguió apretándole la polla mientras él seguía salpicando sus tetas y hasta su vientre, conforme ella la apuntaba hacia abajo.
El espectáculo pareció enardecerlas aún más. Una le tomó la cara a la otra y mirándolo con ojos lascivos, le pasó la lengua por la mejilla, retirándole el semen y tragándoselo, para después darle un beso en la boca a su amiga. Un muerdo largo y lujurioso en el que ambas se recrearon, ante la mirada sorprendida de Asier. Luego la tumbó sobre la cama, se subió encima de su amiga y uniendo sus pubis, se fundieron en un abrazo a ardiente. Ambas quedaron empapadas por su leche cuando se restregaron una contra la otra.
Sus dedos y sus bocas no pararon ni un instante de darse placer mutuo, concentrándose en sus centros de placer. Asier tardo poco en ponerse de nuevo a tono y sumarse a la fiesta.
Tal y como ellas habían previsto, aguantó lo suficiente para penetrarlas a ambas alternativamente y conseguir que llegaran al orgasmo en un trío dónde todo se entrelazaba. A la cabeza le llegaban imágenes que surgían como entre brumas, en las que a ratos tomaba parte activa con una u otra chica y otras veces descansaba. Sin embargo ellas no lo hicieron hasta caer rendidas, un par de horas después. Cuando él paraba, ellas continuaban dándose placer mutuo hasta que se incorporaba de nuevo.
No podía recordar todas las combinaciones que se dieron, ni si hubo un solo momento en que ellas no estuviesen dándose placer.
Tampoco sabía qué hora exacta era cuando por fin agotadas, recogieron su ropa y salieron al pasillo. Solo con su dos tangas puestos, los tacones en una mano y el vestido en la otra. Ni siquiera se despidieron. Solo unas risas al cerrar la puerta.
En la cama, desbaratada, quedo Asier preguntándose si solo había sido un sueño.
A su mente venia una y otra vez, la imagen de una de ellas retirando el esperma con la lengua de la cara de la amiga, para después mezclar sus salivas. De nuevo, una fuerte erección. Durante el día había sido imposible intercambiar una palabra con ellas. No sabía si volverían a verse, pero tenía claro que él lo iba a intentar. Y ahora, ese mensaje. No hacía falta buscarlas, ellas venían solas a pasar otra noche de sexo. Sonrió satisfecho. Eso es que había dejado el pabellón alto.
De repente unos golpes en su puerta…volvió a sonreir.