Mis mejores momentos... (19)
Situaciones de sexo extremo vividos junto a mi esposo en trios e intercambios.
MIS MEJORES MOMENTOS (o tendría que decir "Mis mejores cog....")
Parte XIX
En esta oportunidad los hago cómplices de los buenos momentos de sexo que he tenido no solo con mi esposo sino en los tríos, intercambios o relaciones circunstanciales de las que participé, pero vistos desde la óptica masculina, ya que se trata de recopilación de los relatos de mi pareja.
"Cuando llegué a la casa abrió la puerta la homenajeada, quién me miró sorprendida cuando le dije que era un regalo que le hacían sus amigas. Dudó un instante pero ante los gestos afirmativos de las mujeres me hizo pasar.
Luego de observar el panorama de la reunión me dirigí al equipo de música y puse un CD especial que tengo para estas ocasiones y me puse a bailar acompasadamente realizando movimientos pélvicos que hacía sonrojar a alguna de las mujeres, quienes se reían nerviosamente y se cruzaban miradas cómplices.
Llevaba puestos pantalones tan ajustados al cuerpo para que de ese modo se me marcara más aún el bulto de la entrepierna.
Saqué a bailar a la homenajeada, que estaba muy nerviosa con mi presencia y no sabía que actitud adoptar. Dos de ellas, que estaban muy zafadas la empujaron hacía mi. La tomé entre mis brazos, haciéndole sentir especialmente mis atributos masculinos y me puse a realizar unos movimientos como si le estuviera haciendo el amor. El resto de las mujeres aullaba.
En determinado momento y luego de haberle manoseado bien la cola comencé a desabrocharle la prenda que llevaba puesta, al tiempo que le tocaba uno de sus senos. La homenajeada no oponía resistencia.
Es más, intentó besarme un par de veces y a propósito, le corría la cara para que no lo hiciera, notando que se estaba excitando mucho.
Después de haberle subido la falda hasta la cintura le metí la mano dentro de su bombacha y empecé a masajearle la cola.
La mujer se puso muy caliente y logró besarme tras ponerme las manos por detrás de la cabeza. Luego me bajó el cierre del pantalón, metió la mano dentro y sacó mi verga que a esta altura estaba bastante crecidita.
Reuniones como esta tengo bastante seguido pero esta mujer (supe que su nombre era Nora) me atraía bastante y a pesar de no ser una jovencita tenía un físico privilegiado, con un buen par de tetas y el culo durito y paradito, por lo que mi tarea no era para nada penosa, todo lo contrario.
Cuando salió a relucir mi pija, las mujeres emitieron una exclamación y no salían de su asombro, por lo que debo pensar que las que conocían no eran del tamaño de la mía.
Comenzaron a gritar como si estuvieran en un recital y yo fuera un cantante de moda y se pararon rodeando a su amiga.
Yo continuaba acariciando los pechos de la mujer y le di un beso en la boca que casi la deja sin aliento. Ella seguía acariciándome la verga como si me estuviera masturbando muy delicadamente.
La homenajeada estaba ya sin corpiño y me apoyaba las tetas contra mi cuerpo. Parecía que estaba en trance.
Fue entonces que comenzó la locura. El resto de las mujeres, que habían perdido sus inhibiciones, se acariciaban frenéticamente y emitían grititos de goce. Algunas, las más liberadas, se habían quitado las blusas y estiraban sus manos para tocarme, mientras yo seguía bailando junto a Nora.
Esta, se pronto y sin mediar palabra se agachó y se introdujo mi pija suavemente en su boca. Comenzó con los movimientos de succión al tiempo que la sostenía entre sus manos y mientras se la tragaba y la sacaba, chupaba y chupaba.
Había empezado de a poquito, sosteniendo el miembro entre las manos y recorriéndolo íntegramente con su lengua húmeda mientras seguía lamiéndolo un rato lentamente hacia arriba hasta llegar al glande, metiéndola en el agujerito de la punta y luego volviendo a la base hasta llegar a mis testículos.
Me empecé a excitar y cuando le dije que estaba a punto de eyacular la mujer aceleró la maniobra. Chupaba y bombeaba como si fuera la última vez que mamara una pija.
No pude aguantarme y me descargué en su boca. Ella entonces se la quitó de la boca y las otras pudieron ver como caía el blanco semen que parecía más blanco que nunca. El primer chorro cayó sobre la cara de la homenajeada y el segundo se derramó sobre sus tetas.
Luego de un instante, se la volvió a meter en la boca y la chupó hasta la última gotita.
Todas estaban excitadísimas y se masturbaban sin ningún prurito. La homenajeada que estaba toda mojada se introdujo también los dedos en su concha y tuvo rápidamente un orgasmo que no pudo disimular.
Algunas de las invitadas, muy excitadas, comenzaron a tocarme y a acariciarme la verga, que estaba ya un poco fláccida. Más de una me la besó y la introdujo en su boca.
Rápidamente me recompuse y volvió al máximo esplendor cuando me recostaron sobre el sofá y comenzaron a masturbarme frenéticamente.
Me masturbaban y me la chupaban al mismo tiempo. Por momentos tuve temor de que me la mordieran pero por suerte ello no sucedió.
Cuando comencé a sentir los cosquilleos de un nuevo orgasmo me dejé llevar por las manos y las bocas de las mujeres.
Cuando acabé fueron varias las que tomaron mis jugos y me la relamieron hasta dejármela totalmente limpia.
Pedí permiso para higienizarme y luego me retiré sin tomar nada, todavía me quedaba otra reunión."
"Piru y su marido llegaron al barrio a principios del año pasado y enseguida, ella y mi mujer se hicieron muy amigas y suelen pasar gran parte del día juntas.Después se unió su marido y así, los cuatro, hemos compartido buenos momento juntos.Tanto en su casa como en la nuestra nos reunimos para comer o disfrutar de largas charlas.
Pero este verano empezó la locura para mí.
No bien se hicieron sentir los primeros días de calor, Piru comenzó a lucir sus diminutas tangas y ya no pude ocultar mi gran excitación.Sus tetas son puntiagudas y apenas caídas y podría quedarme contemplándolas durante días, o mejor dicho, hacer algo más que mirar.
Como mi mujer suele invitarla a nuestra piscina, después de contemplar su cuerpo en bikini reiteradas veces, llegué a la conclusión de que tenía que poseerla a pesar de los riesgos que esto involucrara.
La primera vez que le hice una insinuación fue a los seis meses de conocerla, un día que con su marido nos invitaron a cenar en su casa y pude acorralarla en la cocina, mientras mi mujer y su esposo elegían qué película ver esa noche.Aproveché para ayudar a Piru los platos a la cocina y deslicé las manos por su cintura e intenté darle un beso en la boca.
Durante instantes sentí sus pechos apretándose contra mí y tuve una gran erección, pero ella me apartó al tiempo que me decía que le asombraba mi comportamiento y que no volviera a repetir ello porque de lo contrario tendría que contárselo a su marido y a mi esposa.
En otras oportunidades le acaricié el trasero o la besé desde atrás en el cuello y siempre me rechazaba. Nunca le dijo nada al marido ni a mi mujer.
Había perdido mis esperanzas hasta que una tarde vino a casa a pedirle un vestido prestado a mi esposa y como esta no estaba le dije que la esperara. Como hacía mucho calor me pidió permiso para meterse en la piscina.
Al quitarse la solera apareció en una bikini reducidísima, que solo cubría sus pezones con un triángulo de tela oscura. En realidad los pechos estaban desnudos en toda su circunferencia.
Decidí que nadaría un rato y una vez en el agua no perdí oportunidad de frotar mi cuerpo contra su carne suave. Para mi sorpresa, en ningún momento intentó apartarse de mí. Habíamos nadado un rato cuando ella tomó mi mano y se metió adentro. Nuestros cuerpos quedaron apretados uno contra otro. Deduje que finalmente se había excitado e interesado en mí.
Mis manos se deslizaron hacia la parte superior de su cuerpo para entrar en contacto con sus sorprendentes pechos. Mis dedos exploraron los pezones apenas velados, los que a raíz del contacto, se pusieron duros y erectos. Llevé las manos hasta la suavidad de su espalda y le desaté el top dejando sus senos al desnudo. Parecían dos enormes y blancos misiles apuntando hacia mí.
Hundí mi rostro en su escote y besé cada centímetro de sus senos carnosos, la mordí alrededor de los pezones formando un círculo. Chupé los pezones metiéndolos en lo profundo de mi boca, humedeciéndolos con la lengua y la hice gemir y apretarse con fuerza contra mi cuerpo.
Las manos de Piru se dirigieron hacia mi pantaloncito de baño y lo arrancó salvajemente. La pija apareció erecta por sobre el agua y se adhirió a su vientre firme. Otra mano se extendió y tomó mis testículos, estremeciéndolos, balanceándolos.
Sus pechos me parecían increíbles y deslicé mi carne erecta en el profundo valle de su busto.
Sus cálidos pechos producían una sensación maravillosa contra mi piel endurecida. Comencé a embestir hacia arriba y abajo con toda mi fuerza. Piru parecía disfrutar de lo que yo le hacía. Sus gemidos se unían a los míos y ella encimó los pechos, apretándolos alrededor del sexo latente que parecía crecer a cada instante entre sus tetas.
Finalmente, lancé mi chorro de semen bañando su cara y su pelo.
Mientras trataba de recuperar el aliento, Piru se metió bajo el agua para limpiarse el rostro. Luego, nadó hacia mi pija semierecta y colocó la boca alrededor. Mi sexo quedó entre sus labios y lo apretó ligeramente con los dientes, haciendo que nuevamente volviera a crecer.
Volvió a salir en busca de aire y se desprendió de su tanga. Pude ver su vello púbico de un tono castaño claro. Repetía entre gemidos que estaba ardiendo y quería que la poseyera. Sus palabras fueron melodía para mis oídos.
Salimos del agua y comenzamos a besarnos. Sus manos me acariciaban por abajo mientras las mías rodeaban sus nalgas. La empujé hacia el suelo y se apoyó sobre las manos y las rodillas. Recorrí la división de sus nalgas con un dedo y ella alzó las caderas. Los dedos separaron los labios de su concha y entraron en la raya lubricada por sus jugos. Gimió cuando, por las caderas, apoyé la pelvis sobre su hendidura.
Los músculos de su vagina oprimieron con fuerza. Comencé a bombear inclinado sobre su cuerpo. Me apreté contra la espalda para tomar sus senos grandes y colgantes entre mis manos y apretado a ella con fuerza, acometí con energía. Debajo de mí, Piru temblaba y los espasmos de su orgasmo la sacudían una vez tras otra. Su capacidad para terminar con tanta facilidad me excitó y a los pocos instantes estallé nuevamente.
La sensación era hermosa, me afirmé con más fuerza en sus pechos mientras mi semen caliente la inundaba toda. Mi garganta no contuvo un grito salvaje.
Cuando todo había terminado, me acosté junto a Piru acariciando sus senos. Estábamos en esa situación de paz y satisfacción, cuando escuchamos el automóvil de mi mujer. Nos vestimos a la velocidad de un rayo. Fue tal el alboroto que por poco no nos da un infarto.
Por suerte, mi esposa no se dio cuenta de nada, pero tuve que volver a la piscina para relajarme un poco mientras ellas buscaban dentro el vestido que Piru necesitaba.
No veo la hora de tener un nuevo encuentro con mi vecina, será cuestión de tiempo y yo soy de los que saben esperar."
"Cuando estuvimos de vacaciones en Punta Cana la pasamos muy pero muy bien. Mi mujer iba a clases de gimnasia en la piscina mientras yo paseaba deslumbrado por las bellezas naturales del lugar y sobre todo por la de las mujeres que, casi todas haciendo topless y con diminutas tangas, pululaban por allí. Si no, me ponía a leer algún libro mientras tomaba sol en una reposera.
Un día mientras hacíamos el amor Piru me comentó que el instructor de gimnasia era un muchacho joven que la atendía con particular deferencia y que la miraba siempre sugestivamente, como si quisiera hacer algo más con ella. Que había notado que en los shows de la noche (de los cuales participaba también junto al grupo de animación del hotel) siempre la estaba buscando con la mirada.
Mis ratones empezaron a funcionar a mil porque tal vez existía la posibilidad de hacerle una fiesta a Fina, en la que pudiera participar algún invitado especial.
Esa noche al igual que las anteriores, después de cenar, fuimos a tomar unas copas y a disfrutar del espectáculo y baile.
Tomamos unas cuantas cervezas bien heladas y un par de copas de ron (la vitamina "R" de los dominicanos) que nos empezó a poner algo alegres.
El ambiente ese día era especial. Como estaba por terminar la estadía de la mayoría de los grupos asistentes el show fue más zafado que de costumbre y flotaba en el aire una cierta sensualidad. Las mujeres lucían espectaculares, parecían todas diosas sexys y los hombres estábamos todos embobados y bastante alzados. Se había formado un clima muy, pero muy especial esa noche.
Ella estaba más bonita que nunca. Lucía una solera negra ceñida al cuerpo que le marcaba todas sus curvas. Era muy costada y corta, tipo minifalda. Estaba deslumbrante y pude observar que muchos hombres la miraban con deseo.
Estaba calzada con unas sandalias de tiritas y taco muy alto que le hacían lucir más sus piernas bronceadas. Tenía un aire sensual, pecaminoso y sexy.
Sentí que la amaba con toda la furia y me calentaba verle mover su cola redonda y sus generosas caderas cuando bailaba merengue.
Sus pechos, sin corpiño, se sacudían vertiginosamente al ritmo de la música y su corto vestido, incapaz de contener el movimiento de sus piernas, se arrollaba en sus muslos escandalosamente.
Verla así me hacía poner dura la verga.
Nos detuvimos a descansar un rato y pedimos champagne, tan exquisito como mortal.
Nora bebió rápidamente su copa y sus ojos relampaguearon. Estaba un poquito alegre y muy caliente.
Me estaba por contar algo cuando el joven de la gimnasia, a quién había observado mientras bailábamos que no le sacaba los ojos de encima ni aún cuando yo lo miraba, se acercó a nuestra mesa y me pidió permiso para invitarla a bailar.
Tengo que reconocer que tenían buena figura. Alto, piel oscura, vestido con ropa blanca, ojos vivaces y sonrisa amplia en una boca grande.
Me di cuenta que mi mujer se puso contenta al verlo y se sintió halagada por la invitación. Mirándome para buscar mi aprobación se levantó y salió a bailar con el muchacho.
Bailaron cuatro temas seguidos y noté como el pantalón del joven dibujaba una larga pieza de carne por debajo de la tela, produciéndosele una suave erección a raíz de mirarle el escote a mi mujer y tenerla tomada de la cintura.
Debería tener alrededor de 25 años. Mi mujer casi 50 y yo 54. Evidentemente éramos un trío bastante singular, pero con ganas de divertirse y pasar una noche que podría llegar a ser inolvidable.
Mientras el muchacho llamaba al camarero pidiéndole más champagne, le susurré al oído a Fina si no le gustaría comerse ese caramelito.
Me miró con una sonrisa cómplice y una ola de rubor iluminó su bello rostro.
Con un destello de lujuria contestó algo que me reventó la cabeza: "No se si voy a poder con los dos". Estaba todo dicho.
Le sugerí que se fuera a pintar los labios y cuando me quedé solo con José, que así se llamaba el muchacho, le pregunté si no le gustaría acompañarnos al bungalow a tomar unas copas.
Aceptó de inmediato con una sonrisa que le iluminaba su rostro moreno.
Cuando ella regresó, guiñándole un ojo, le informé que había invitado a José a nuestro bungalow.
El muchacho se apartó un momento yendo hacia la cocina donde de proveyó un otra botella de champagne y de una de ron.
Nos alcanzó rápidamente cuando íbamos caminando por los jardines del hotel.
Nora, que quedó en medio de ambos, enlazó nuestras cinturas con sus brazos y mirándome con una mezcla de lujuria, alegría y agradecimiento, me dio un profundo beso de lengua que yo respondí bajando la mano hasta alcanzar su culo que desbordaba desde su pequeña tanguita.
Mientras le tocaba las nalgas, suspendió su beso y girando la cabeza miró al joven y le acomodó un beso que lo dejó duró y dura también a su verga como se podía ver claramente bajo su pantalón.
No se puede decir que con ello se rompió el hielo ya que los tres sabíamos claramente para que estábamos yendo hacia el bungalow.
Apenas entramos, Piru, que ya estaba lanzada, sacó unas cosas de la valija y se fue al baño.
José se dispuso a preparar los tragos y yo alisté la cámara fotográfica ya que no quería perder detalle de este trascendental encuentro.
Hicimos un brindis mientras esperábamos que mi mujer saliera del baño.
Cuando lo hizo, el muchacho no podía creer lo que estaba viendo y yo...tampoco.
Nora parecía una diosa sexy: sandalias con tacos muy altos y finitos, una tanguita de encaje tipo "hilo dental", un corpiño con medialuna de encaje y aro modelador, que elevaba sus pechos como dos globos apenas tostados por el sol, con pezones erectos y duros.
Tenía los labios y ojos intensamente pintados que le daban un aire de puta que hubiera hecho parar a un muerto.
Todo estaba listo para la fiesta y ella, desafiante, nos preguntó que era lo que esperábamos mientras se tomaba otra copa de champagne (y ya iban....).
Nosotros tardamos una fracción de segundo en quitarnos la ropa. Luego, con aire de calentura y mirada de fuego, mi mujer se me acercó y comenzó a besarme.
José, expectante, se acariciaba su pene que iba tomando forma y consistencia.
Después de unos instantes ella se desprendió de mis brazos y dirigiéndose a él repitió la maniobra, solo que esta vez bajó su mano para tantear el pedazo del joven que estaba duro como una roca.
Lo acarició, lo pajeó, lo apretó, se lo restregó por la barriga y sin dejar de besarlo le metió la lengua hasta la campanilla.
José metía mano por todo el cuerpo de mi mujer como queriendo agarrar todo al mismo tiempo pero sin llegar a lograrlo. Su pija comenzó a gotear líquido seminal y se le puso roja y brillante.
Mi mujer se la apretaba con furia y de pronto se separó y lo miró a los ojos en forma lujuriosa.
El joven le apretó las tetas y comenzó a chupárselas pasando de una a otra.
Súbitamente ella lo apartó empujándolo sobre la cama, lo acomodó en el borde y en un acto de sumisión y deseo se arrodilló entre sus piernas, tomó la pija con ambas manos y la chupó.
José suspiraba, gemía, gritaba y le tiraba de los pelos para impedirle que lo hiciera acabar....pero fracasó. La mamada era muy intensa e instantes después el muchacho derramaba su leche en la boca de mi mujer, que se lo bancó todo sin desperdiciar nada. Tragó, se relamió y continuó chupando hasta que el joven casi se desmaya. Es toda una especialista en la materia.
Yo sacaba fotos y disfrutaba observandola en una aptitud desenfrenada y promiscua, disfrutando totalmente de su sexualidad.
Ese fue el primer polvo, pero quería más....y lo consiguió.
Me causaba gracia que con el argumento de estar muy predispuesta a todo lo que viniera se tomó dos copas más de champagne y dijera que no le hacía efecto, cuando en realidad estaba borrachita y se notaba en lo suelta y perversa que se la veía acariciándose las tetas, sobándonos las pijas, pasándose los dedos por los jugos de su concha y, ya mojados, introduciéndolos en nuestras bocas hasta enloquecernos.
Bailaba en medio de ambos con una copa en la mano, al ritmo de la música que emitía un canal de audio del bungalow.
Después de un rato nos sentamos en el sillón. Ella en medio de los dos y con una calentura tal que comenzó a manotear los dos miembros, a besarnos, después se inclinó a mamarlos, saltando de uno a otro.
Nuestras manos le acariciaban sus hermosas tetas, su concha bañada de jugos y su magnífico culo.
De pronto se puso de pie, subió a la cama, se acomodó en cuatro patas con el culo para arriba apoyando su cabeza en el colchón y con ambas manos se abrió los cachetes en la más elocuente provocación para que la cogiéramos como una perra.
José dio un brinco y se fue derecho a chuparle la concha y el culo. Hundió la cara entre las nalgas y chupó desesperado, subiendo y bajando, introduciendo la lengua entre los pliegues y esperando enloquecerla.
Mi mujer gritaba, temblaba, gemía, suspiraba y acababa sin parar. Nunca la había visto así y me sorprendía.
Saqué algunas fotos más, después subí a la cama y me ubiqué frente a su boca. Me atrapó la pija con los labios como si fuera una aspiradora y comenzó a mamar con una fuerza y deleite como nunca antes lo había hecho conmigo y eso que era algo frecuente que practicábamos.
Tuve que hacer un esfuerzo para no acabar rápidamente, ya que la situación me volvía loco.
Me soltó de golpe y mirándolo a José le pidió que la cogiera. Este retiró entonces su cara del agujero del culo, se aproximó y apuntó su verga dura como un fierro a los pliegues de la concha. La hundió en un solo movimiento hasta los pelos.
Serruchó vigorosamente. Eso duró como diez minutos hasta que se detuvo y escupiéndole el agujero trasero empezó a presionar con la punta de su pija lubricada y brillante.
Empujó y entró en el culo que se dilataba como una flor. Su buena pija se abrió paso hasta perderse en el agujero tan preciado de mi ardiente y adorada mujercita y sentí celos, debo confesarlo.
Empezó a moverse y ella a acabar incansablemente, emitiendo sonidos, moviéndose y retorciéndose como nunca.
¡Qué cosa tan sórdida estaba presenciando! Un desconocido estaba cogiendo y por el culo a mi mujer delante de mí y yo observándolo como si nada, mejor dicho con una erección de aquellas.
Estábamos muy calientes los tres y totalmente bebidos.
José acabó pronto llenando el soberbio culo de Piru con abundante leche que rebasaba el agujero.
Eso provocó que, a pesar de la sensación extraña que sentía, acabara en su boca.
Ella se tomó toda mi leche y después nos desplomamos los tres sobre la cama con los cuerpos enredados y exhaustos.
Después nos higienizamos y antes de que José se retirara tomamos otra copa de champagne.
No lo volvimos a ver porque el día siguiente dormimos mucho tiempo y cuando nos despertamos, sin tocar el tema de la noche anterior para nada, salimos a caminar por los jardines del hotel y después de cenar, sin concurrir a ver el show, regresamos a la habitación a preparar las valijas porque a la mañana salíamos de regreso."