Mis mejores momentos... (15)
Parte de las mejores situaciones de sexo con mi marido en trios e intercambios.
MIS MEJORES MOMENTOS (o tendría que decir "Mis mejores cog....")
Parte XV
En esta oportunidad los hago cómplices de los buenos momentos de sexo que he tenido no solo con mi esposo sino en los tríos, intercambios o relaciones circunstanciales de las que participé, pero vistos desde la óptica masculina, ya que se trata de recopilación de los relatos de mi pareja.
"Un día que traje a trabajar a casa a Rafael para hacer trabajos de electricidad vino con su socio Miguel y sin ningún pudor y delante mio y del socio le elogió a Fina las tetas diciéndole que cada día las tenía mejor.
Ella le sonrió y sin decir nada me miró pícaramente.
A la noche cuando estábamos haciendo el amor le pregunté si la calentaba la idea de ser poseída por Rafa y luego de dudarlo un instante me dijo que sí, que le resultaba un tipo interesante y que se fama la atraía sobremanera.
Al día siguiente no hice nada pero estuve pensándolo todo el tiempo. Al fin de cuentas si mi mujer quería tener un affaire con Rafa que lo tuviera. Me calentaba en cierta forma ello y puedo decir, con cierta morbosidad de mi parte, que me gustaba la idea de presenciar su unión sexual.
Fue así que a la mañana siguiente, cuando los hombres llegaron para realizar su tarea lo encaré a Rafa, sin que Miguel estuviera presente y le pregunté sin mediar palabra si le gustaría cogerse a Fina.
El sin sorprenderse para nada de mis palabras me miró fijamente y me dijo que por supuesto, que un tipo tendría que ser muy tonto para no querer cogerse a mi mujer y sobre todo con el visto bueno mio.
Lo único que le exigí era que si se la cogía tenía que tener una prueba de ello y que no me bastaba con que dijera que lo había hecho, así que tendría que filmar la situación.
No puso reparos y me susurró que pronto tendría la película para poder masturbarme viendo lo que hacían.
Pensé que no pasaría nada, realmente tengo que confesarles que pequé de ingenuo porque suponía que con esa dificultad que había interpuesto no llevarían a cabo nada.
Lo creía porque muchas veces intenté filmarla a Piru en actitudes eróticas o cuando se está duchando y nunca lo aceptaba. Menos que menos teniendo sexo.
Lo más que había logrado era un par de fotos con un camisolín algo transparente, que sin embargo dejaban traslucir muy bien sus fenomenales tetas y sus rojizos pezones.
Así fue que me quedé tranquilo.
Al verlo a la mañana siguiente le pregunté con una sonrisa burlona que tal la había pasado, si había trabajado mucho en casa o había estado de joda.
Sonriendo, al igual que Miguel, me dijo que Piru era una hembra espectacular y que en la cama era tal cual lo había pensado.
Me ofusqué y le dije que quería pruebas, a lo que el muy ladino me entrego una cassette de filmación.
No solo la había cogido a Fina sino que la había filmado y con mi filmadora.
Me había recibido de tarado y no digo de cornudo porque en cierta oportunidad habíamos concurrido a una fiesta de parejas y ya se la habían cogido un par de tipos.
Sin decirle nada a mi mujer tomé la película y me dispuse a verla yéndome hacia la biblioteca de la casa.
Lo que ví en la filmación me la hizo parar y cómo.
Se veía a Rafa entrando en nuestra habitación donde estaba durmiendo mi mujer. Se le acercó y la despertó con un beso y ella no se sorprendió al verlo, lo que sí me sorprendió a mí. Parecía como que lo estuviera esperando.
De inmediato salió de la cama y se dirigió al baño siendo seguida por la cámara. Se sacó las prendas que usaba para dormir y quedándose totalmente desnuda se introdujo en la bañera.
A continuación lo hizo él que fuera de cámara se había también desnudado.
Estuvieron bajo la ducha un rato besándose apasionadamente. Rafa le tocaba las tetas y el culo y ella le acariciaba su verga que tengo que decir que era de muy buenas dimensiones.
Ella de repente se agachó y se la introdujo en la boca succionándola como nunca me lo había hecho a mí.
La filmación se movía un poco y debía ser porque Miguel, que era el que estaba filmando, se estaba excitando tanto por la situación que no podía sostener firmemente la cámara.
Rafa la hizo levantar y después de secarse mutuamente se dirigieron abrazados hacia la cama.
Antes de acostarse pusieron música y deben de haber instalado la máquina en algún trípode porque apareció también en escena Miguel, que estaba también totalmente desnudo.
Los dos hombres la rodearon con sus brazos y empezaron a bailar. Mientras bailaban la acariciaban por todo el cuerpo, especialmente en sus tetas, concha y culo. Ellos las tenían erectas a más no poder y Miguel no se quedaba atrás con su verga. Era también voluminosa pero no tanto como la de Rafa.
Ahora me doy cuenta el por qué las mujeres están tan detrás de él, como había dejado traslucir su prima Alicial. Tiene una verga que las satisface muy bien.
Rafa se situó por delante dedicándose a la boca y tetas de Piru y Miguel, por detrás a su culo.
La boca de Rafa atrapaba los pezones de mi mujer chupándolos uno detrás del otro y su mano acariciaba la concha de mi mujer.
Miguel recorría con su lengua la espalda de ella bajando hasta llegar a sus nalgas y al agujero del culo , al que lubricó abundantemente con saliva.
Rafa ya introducía sus dedos en la vagina de Fina y ella estaba como flotando. Estaba en pleno éxtasis.
Fue entonces que le separó las piernas y la penetró, llevándola hacia la cama donde se dejaron caer sin que se saliera la pija introducida en la profundida de la concha de mi mujer. Se tumbó encima de ella y comenzó a besarla suavemente en la boca al tiempo que le acariciaba los pechos.
Miguel que se había apartado comenzó a filmar la escena más de cerca.
La lengua de Rafa pasaba de la boca de ella a sus pezones y sus manos de sus pezones a su concha que estaba penetrada por semejante pija.
La verga entraba y salía permanentemente y en un primer plano fabuloso que hizo Miguel podía observarse como los jugos de la vagina de Piru se escurrían de ella y mojaban la sábana.
Rafa sacó su verga despacito y levantando las piernas de mi mujer la volvió a penetrar. La imagen era fabulosa y yo estaba tremendamente excitado y había empezado a tocarme, tal como me había pronosticado el primo de Alicia.
Fina se movía a la par de Rafa y estaba a punto de estallar en un orgasmo brutal.
Se agitaba cada vez más intensamente y se pudo escuchar el audio de cuando le pedía que se apurara, que la cogiera con fuerza que estaba por acabar.
Así sucedió y explotaron los dos en un orgasmo que provocó que el semen no pudiera cubrir todo ese interior y saliera a borbotones.
La escena se cortó y cuando reapareció estaba Miguel dándola vuelta boca abajo a Josefina y penetrándola previo humedecerle el agujerito del culo con su saliva.
Rafa que había estado filmando se repuso rápidamente y dejando la máquina en el trípode (¿o habría un tercero en la escena que nunca me enteré?) se acercó a Fina que estaba siendo poseída por detrás por Miguel y le introdujo su verga en la boca.
De pronto ella comenzó a acelerar las chupadas a la pija de Rafa, supongo que estaba por tener un orgasmo, porque Miguel no se había corrido todavía.
Y era así nomás porque el movimiento de su boca logró que Rafa eyaculara un torrente de semen sobre la cara y boca de mi mujer, que primero se vio sorprendida al recibir el chorro de leche en su boca pero luego se la volvió a introducir y continuó succionándolo hasta que éste la sacó limpita y ya flaccida.
Simultáneamente Miguel acababa también y se veía como la sacaba y le derramaba su leche sobre el culo y espalda a Piru.
Al mismo tiempo que los veía tumbarse a los tres sobre la cama yo eyaculaba como nunca después de haber vivido esta tremenda experiencia.
A la noche le conté a mi mujer que la había visto y que me parecía muy buena actriz.
Se sonrió y me dijo que se había sacado el gusto, al igual que Rafa, y que de ahora en más dejaría que la filmara o sacara fotos en situaciones comprometidas.
Como constituimos un matrimonio en cierta manera liberal, ya les conté brevemente lo del intercambio de parejas, lo acepté y cogimos como nunca esa vez.
Estuve un par de días sin ver a Rafa ya que trataba de irme al trabajo antes de que llegara pero al final lo esperé y le dije que era un cretino pero que se había ganado a Fina en buena ley pero que no pensara que se iba a repetir porque se quería hacer algo al respecto tendría que poner en juego a su esposa también y eso a él no le gustaba nada.
Alicia también se enteró del affaire entre mi mujer y Rafa pero eso no me importa porque como ya lo sabrán otro día, después sucedieron cosas con ella y estamos todos emparentados."
"Cuando le dije a mi mujer que estaba de acuerdo en que mantuviera relaciones con varios hombres al mismo tiempo sus ojitos brillaron de alegría. Eso me puso muy contento porque se cuánto me quiere y cuánto la quiero, no obstante lo duro que podía ser esa prueba para mí.
Me sentí bien por decírselo y hasta tuve una enorme erección esa noche y disfrutamos del sexo como nunca.
Empecé a programar la reunión tratando de que no se me escapara ningún detalle.
La idea era la de realizar una fiesta en casa con unos muchachos con los que solía practicar voley en el club, ya que no la conocían y no habría consecuencias posteriores.
Les había dicho que, a raíz de que mi mujer iba a estar ausente de Buenos Aires por un par de días, iba a organizar una fiesta en casa a la que concurriría una mujer muy especial que me habían recomendado, la que estaba dispuesta a todo y que le gustaba hacerlo con varios a la vez, de ahí mi invitación para todos ellos.
Por supuesto que la mayoría aceptó de inmediato.
Llegó el día y tenía a mi mujer bien escondidita en una habitación del fondo donde nadie pudiera concurrir y de la cual solamente yo tenía la llave.
Para preservar su identidad le había comprado un traje tipo Gatúbela negro pegado al cuerpo con un corsete que le subía sus pechos y los ponía como en bandeja, como un apetecible manjar luciéndose ante todos, una peluca rubia y por supuesto, un antifaz. Se la veía suculenta.
La fiesta se desarrolló bastante decente de las nueve a las doce, hora en que la mayoría de los hombres estaba algo tomados, nada que yo pudiera controlar, e impacientes porque la dama en cuestión no había arribado.
La fui a buscar y cuando la traje nos pusimos a bailar ante el murmullo de admiración que despertaba su figura.
La empecé a manosear cada vez de manera más obvia, bajándole el escote y poniendo mis manos en sus pechos y ella se separó luego y empezó a bailar sola arrimándosele a los invitados, los cuales se empezaron a excitar y cómo no excitarse con semejante cuerpo.
Ella no dejaba que la tocaran y luego se acercó a mí y me acarició el pene por arriba del pantalón. Nos besamos apasionadamente al tiempo que me frotaba sus preciosas tetas sobre mi cuerpo. Yo tocaba todo lo que tenía a mi alcance mientras los muchachos gritaban y aullaban como lobos.
Poco a poco fui avanzando más, sus senos se desbordaban por el semiabierto corsete, le bajé el cierre lateral del pantalón para que todos pudieran verle su diminuta tanga negra. Ella no dejaba de contonearse al tiempo que ya estaba metiendo mano dentro de mi pantalón.
Para entonces estábamos rodeados por un grupo de diez jóvenes (la mayoría era menor que yo e incluso algunos que mi mujer) que nos aplaudían y aullaban. Ella les correspondía acercándoseles de vez en cuando y permitiendo pequeños roces. De golpe subió la pierna para que uno de ellos le ayudara a quitarse el pantalón y otros comedidos le ayudaron a saltar el obstáculo de sus zapatillas mientras la tocaban sin cesar.
Se retiró por unos instantes y regresó a mi semidesnuda. La acosté en la mesa y desabroche el corsete quedando al descubierto sus senos. Fue entonces que tomó mi pene y lo empezó a lamer como una gatita mientras los allí presentes se frotaban el suyo dentro del pantalón. Se lució lamiéndolo, se lo metía y sacaba de la boca mientras su mano mantenía un ritmo delicioso.
Estiré mi mano hasta alcanzar una caramelera, puesta allí con toda intención, que tenía llena de preservativos, la abrí y los dejé caer sobre la mesa, ofreciéndoselos a los muchachos, quienes entendieron muy bien mi invitación y acercándose a nosotros la empezaron a manosear y a arrancarle prácticamente la tanga.
Ella gemía con mi verga en su boca y veinte manos se posaban sobre su cuerpo. Las bocas de los muchachos entraron en acción, le mordisquearon las piernas y se dieron un baquetazo con sus pechos. Todo sucedía muy rápido, le metían los dedos, le mamaban las tetas, mordían sus piernas y ella -a esta altura excitadísima- se aferraba con más fuerza a mi pija.
Los muchachos le hacían sexo oral desenfrenados y ella gemía y gemía. Su cara era de un placer intenso y eso me hizo feliz.
Por fin uno de ellos se animó a cogérsela mientras los demás no dejaban de tocarla. Luego, uno a uno se la fueron cogiendo.
Yo controlaba que todos se pusieran el preservativo, ya que lo seguro no quita lo excitante, y ella gritaba mientras vergas de todo tamaño, color y formas la penetraban. Llegó al punto de llorar mientras yo la besaba y consolaba por las tremendas embestidas que le estaban dando.
La pusimos en forma de perrito para que le siguieran dando. No me aguanté más y acabé en su boca cubriéndole la cara y el antifaz de esperma.
Luego, uno de ellos, se quitó el preservativo y se corrió encima de su espalda a lo que ella reaccionó con un enorme grito, luego el resto hizo lo mismo. Todos le vinieron encima y ella gozaba frotándose ese líquido blanco, espeso y caliente por todo el cuerpo.
Cuando pasó por todos ellos, mientras continuaba besándome se acercó a mi oído y me dijo "enséñales ahora cómo se coje".
Me subí a la mesa con ella, me hinqué agarrándola por la cintura y la subí encima de mí. Nos movíamos como nunca, perfectamente coordinados. Ella gritaba mientras escurría ese líquido transparente y caliente de su vagina. Me acostó y comenzó a cabalgarme dando una exhibición de buen sexo hasta que me hizo venir.
Yo, que era el único que no se había puesto preservativo, derramé dentro de ella todo mi potencial contenido hasta entonces.
Ella cayó rendida sobre la mesa y se quedó dormida allí mientras los invitados comenzaron a marcharse dándome las gracias por la invitación y diciendo que había sido la mejor fiesta de su vida, que jamás habían tenido entre sus brazos una mujer como ella.
Obviamente el chisme se regó y la Gatúbela pechugona se hizo famosa. Todos querían saber quién era ya que con el antifaz que no se había quitado en ningún momento no podían identificarla.
Todos preguntaban cuándo volvería a hacer una fiesta con ella y yo respondía a cada uno "no se, quizás pronto".
Lo que ocurre es que mi mujer se dio el gusto de su vida. Cumplió su fantasía y no creo que quiera repetirla. Yo me sentí contento por haber participado de ella pero no se si aguantaré otra sesión de este tipo porque por más que me calentó mucho verla, me resultó también extraño y difícil de digerir por momentos el observar como otro u otros hombres se introducían dentro de su adorable cuerpecito."
"La amistad que nos une a los cuatro da lugar a que, cuando veraneamos juntos y ésta no es la primera vez, tanto Piru como Graciela se paseen por el departamento o casa que en la ocasión hemos alquilado con apenas un camisolín que dejar ver, así como al descuido, por sus transparencias buena parte de sus intimidades. Mi mujer es más atrevida al respecto y sus prendas son un poco más provocativas que las de su amiga.
Tanto Juan como yo nos paseamos en pijama corto o directamente en calzoncillo. A él le gustan más los sep chiquitos y a mí los tipo boxer. En definitiva es como si estuviéramos en malla en la playa, él con la "zunga" tan usada por los brasileros como yo con los pantaloncitos de baño al estilo argentino.
Un día, casi sin quererlo (o sí, vaya uno a saberlo) ocurrió todo.
Graciela y yo salimos de compras al supermercado y tardaríamos un buen rato porque después trataríamos de comunicarnos con nuestros hijos a través del teléfono o de Internet.
Cuando habíamos hecho un par de cuadras Graciela me preguntó si llevaba yo el dinero y me sorprendió porque pensaba que ella lo había tomado (hacíamos un pozo común semanalmente y lo guardábamos dentro de una jarra), así que tuvimos que retornar el departamento para ello.
Cuando ingresamos en él sorprendimos a Juan recostado sobre uno de los sillones que teníamos en el living comedor y a mi mujer a sus pies mamándole la verga. Los pescamos "in fraganti" y no atinaron a nada.
¿Qué hacen, se volvieron locos ustedes? preguntó Graciela a un atónito Juan y a Piru que no sabía cómo hacer lo más rápido posible para sacarse el de encima el pene de su amigo.
Yo miré la escena sin decir nada y lo que es peor (o no) se me endureció el miembro de inmediato.
Como siempre había fantaseado con un intercambio de parejas reaccioné de inmediato y les dije a los tres por qué no nos dejábamos de joder y hacíamos el cambio, dado que aparentemente todos estábamos de acuerdo. Les dije que estábamos los cuatro solos y que nadie más que nosotros sabría de ello y que probáramos a ver qué pasaba. Si después no resultaba o no nos gustaba seguíamos tan amigos como antes y listo.
Graciela fue la que respondió diciéndonos que le resultaba incómoda la situación y que no estaba preparada para ello. Que realmente le había molestado ver a Piru chupándosela a Juan pero que si todos estábamos de acuerdo, aún no muy convencida de ello, lo haría.
Mi mujer no dijo nada pero parecía estar entusiasmada con la idea. Juan aprobó mi propuesta y la única condición que puso fue que cambiáramos de pareja pero que cada una hiciera el amor en una habitación, no los cuatro en la misma.
Le dije que no había problemas y propuse un brindis con cerveza, bebida habitual que consumíamos y en que en ese lugar es muy rica. Además, lo hice con doble intención porque sabía que Graciela, que generalmente no toma alcohol, con un par de tragos se pone fuera de sí y ello me beneficiaría, sobre todo porque era la más indecisa.
Hicimos el brindis nomás y nos fuimos rumbo a las habitaciones.
Una vez dentro procedí a sacarme toda la ropa al tiempo que Graciela hacía lo mismo y por los efectos de esos dos traguitos que les dije ya estaba muy alegre y se reía de cualquier cosa.
Suponía que Piru y Juan andarían en lo suyo en la otra habitación.
Viéndola a Graciela totalmente desnuda no me arrepentía de lo que estaba haciendo. A pesar de no ser una jovencita tenía el físico en perfecto estado. Sus pechos estaban paraditos y los pezones oscuros se veían ya rígidos. Los pezones de mi mujer son claritos, aunque más grandes que los de su amiga, y su piel bien blanca.
Graciela es pelirroja y su tez un poco más oscura de ahí que los pezones fueran de ese color. Puede asegurar que realmente es pelirroja porque su vello púbico, muy abundante todavía, era de ese color.
La recosté suavemente en la cama y empecé a lamerla desde la punta de los pies. Ella no paraba de reir y se retorcía porque decía que le hacía cosquillas. Fui subiendo hasta llegar a la parte interna de sus muslos y próximo a esa cuevita tan deseada. Ella fue lentamente abriendo sus piernas dejando ver una preciosa vagina dorada que ya no estaba escondida por la pelambre rojiza. No me aguanté más e introduje mi cabeza entre sus piernas al tiempo que mi lengua se dedicaba a recorrer el interior de esa conchita tan deseada en búsqueda de su clítoris.
Mientras tanto una de mis manos iba de su teta a su boca en forma ininterrumpida. Trataba de meterle un dedo en la boca para que me lo succionara pero se rehusaba y apenas dejaba que le recorriera sus labios carnosos.
Cuando noté que ya tenía bien lubricada la zona intenté incorporarme para introducirle mi verga porque ya estaba muy excitado.
Fue cuando de repente, no sé que pasó, que irrumpió en llanto (yo pensaba que era por el efecto de la cerveza pero estaba equivocado) y dijo que no podría hacerlo. Que había accedido más para que Juan le hiciera el amor a mi esposa, porque sabía que él estaba muy caliente con ella (¿intuición femenina?) y que no le importaba porque era un buen marido y ella suponía que no le daba en la cama todo lo que merecía, así que podía suportar una canita al aire de sus esposo porque sabía con quién lo hacía).
Me pidió disculpas por el mal momento y a mí, como es de suponer, se me cayó todo lo que estaba enhiesto y decidimos salir al living comedor a tomar algo y esperar que nuestros respectivos cónyuges acabaran con su pasión.
Yo apenas me puse un pantaloncito corto y ella se puso uno de los tantos camisolines que había traído y estaba realmente muy sensual. Pero qué podía hacer yo si me había rechazado. Estaba con una calentura de aquéllas pero me las tenía que aguantar o ir corriendo al baño a masturbarme.
Cuando ingresamos al living vimos a Piru y a Juan, ya que habían dejado la puerta de su habitación abierta, practicando un 69 infernal. Ella le daba unas mamadas a la verga de su amigo que parecía que se la iba a hacer estallar y él estaba tan metido en su vagina que no podía vérsele bien el rostro.
Como estábamos en una semi oscuridad, producto de cerrar las cortinas para que el fuerte sol no diera calor a las habitaciones, los amantes no nos veían y seguían entretenidos en sus lujuriosos juegos.
Después de esa chupada mutua Juan la hizo poner a Fina en cuatro patas y al tiempo que se la introducía en la concha por detrás (posición que a ella le encanta) con sus manos se agarraba de sus bien provistas tetas y el ritmo era infernal.
Yo miraba y no podía aguantarme. Ya estaba con una nueva erección que me volvía loco. Le susurré al oído a Graciela que mirara un poco para ver si se calentaba y me daba bolilla pero nada, no sucedía nada.
Le dije que aceptaba su decisión pero que realmente me había defraudado un poco ya que mientras nuestras parejas estaban cogiendo a lo loco nosotros tomábamos cerveza y mirábamos de vez en cuando el panorama.
Pareció reflexionar un poco ya que puso una mano sobre mi miembro (a través del pantaloncito) y me pidió perdón una vez más.
Como adentro la fiesta seguía y no podía dejar de mirar mi verga se puso a punto de estallar y no aguantándome más la saqué afuera.
Fue la solución porque Graciela sin mediar palabra se agachó y se la introdujo en la boca y comenzó a succionarla solo como mi mujer lo hace (que es toda una experta en ello) al tiempo que con sus manos me acariciaba los testículos.
Juan y Piru parecían haber acabado o al menos él porque había cesado el movimiento y estaban recostados uno arriba del otro, quedando mi mujer debajo.
No pude aguantarme más y derramé toda mi leche en la boca de Graciela, la que, al contrario de lo que yo pensaba, no me dejó retirarlo y siguió chupando hasta que ya no me quedó una sola gota. Quedé extenuado pero satisfecho. No la pude coger a mi amiga pero me la había mamado y cómo.
Le agradecí el hecho y me sonrió con una dulzura inenarrable.
Después todos nos vestimos y fuimos juntos a hacer las compras que teníamos pendientes.
Del tema no hablamos y no se qué pasará en otra oportunidad.
Cuando lo averigüe se los cuento."