Mis mejores momentos... (12)

Siguen los mejores momentos de sexo por los que pase y que conté íntegramente en todorelatos.com

MIS MEJORES MOMENTOS (o tendría que decir "Mis mejores cog....")

Parte XII

En esta oportunidad los hago cómplices de los buenos momentos de sexo que he tenido no solo con mi esposo sino en los tríos, intercambios o relaciones circunstanciales de las que participé, pero vistos desde la óptica masculina, ya que se trata de recopilación de los relatos de mi pareja.

"Cuando de novios empezamos a acariciarnos noté‚ con sorpresa que era una mujer distinta a lo que dejaba traslucir a simple vista. Era siempre la que tomaba la iniciativa cuando empezábamos a acariciarnos en la puerta de su casa aprovechando la oscuridad reinante en el lugar. Apenas la tocaba sus manos rápidamente se dirigían a mi entrepierna y masajeaba de tal manera el bulto que éste crecía de inmediato. Ahí y sin que se lo pidiera lo sacaba afuera y se ponía a pajearme.Yo simultáneamente trataba de satisfacerla metiéndole la mano dentro de su bombacha donde me encontraba con su humedecida concha. Cuando mi dedo alcanzaba su objetivo se excitaba mucho y aceleraba sus movimientos sobre mi verga hasta hacerme eyacular.

Al poco tiempo no solo me masturbaba sino que me la chupaba hasta que tuviera un orgasmo y por más que quisiera apartarla se aferraba a mí y no la sacaba de su boca hasta que no derramara toda mi leche en su interior. La primera vez que me lo hizo me puse todo nervioso porque al agacharse y quedar en la posición de chuparme la pija podía ser el blanco de las miradas curiosas de los vecinos a pesar de las sombras. Después no me preocupé por nada.

Recuerdo que cuando íbamos al cine y le empezaba a tocar las piernas para luego seguir subiendo hasta su cuevita ella rápidamente me la sacaba afuera del pantalón y me masturbaba primero suave y después frenéticamente hasta hacerme acabar en sus manos. Una vez, recuerdo, me tomó desprevenido y cuando la sacó se inclinó de golpe y comenzó a succionármela ante la mirada atónita de la pareja vecina. Traté de desalentarla porque a pesar de que me gustaba lo que me estaba haciendo creía que no era lugar para ello y pensé que nos iban a echar del cine, pero mi pedido resultó infructuoso y continuó hasta hacerme acabar en su boca una vez más.

A esta altura yo ya me preguntaba dónde había aprendido todas esas cosas. Sus amigas, en apariencia eran igual que ella y me acuerdo cómo criticaban a otras que salían con más de un muchacho a la vez. Decían que eran unas putas y no merecían ser sus amigas (Si supieran lo que me hacía mi novia a mí se morirían de vergüenza, salvo que estuvieran disimulando y fueran todas unas expertas como ella).

Cuando empezamos a coger era una máquina, me hacía gozar como loco. Primero me la chupaba hasta dejármela bien al palo, cosa que no me resultaba difícil, luego quería que le besara la concha así que nos mandábamos unos 69 increíbles. Acabámos los dos casí al unísomo y luego de un rato se la ponía en la concha y era ella la que me cogía, cabalgándome al mejor estidlo. Al poco tiempo me pidió que le hiciera el culo y no me hice rogar.

La pasaba de maravillas pero siempre una idea fija me rondaba la cabeza. Cómo era que ella sabía y hacía todas estas cosas. ¿Lo había aprendido con sus amigas leyendo libros de sexo? ¿Se lo había enseñado algún otro tipo? ¿Estaría cogiendo con otros además de hacerlo conmigo? Los celos comenzaron a actuar. Pensaba continuamente que si era tan insaciable para el sexo necesitaría a alguien más aparte de mí y eso me volvía loco.

No obstante y como la quería nos casamos con todas las de la ley. En la luna de miel casi no salíamos de la habitación. Cogíamos todo el día y por momentos no me daba respiro pero trataba de recuperarme (era más joven) lo más pronto posible para no fallarle y pasar un papelón.

Una vez instalados en la casa que aún compartimos recuerdo que tuvo una fiesta con compañeros del trabajo y la trajeron a casa el jefe y un compañero. Yo la estaba esperando en la terraza preocupado por su tardanza (otra vez los celos) y cuando el coche paró a unos metros del domicilio conyugal y no en la propia puerta traté de agudizar mi vista para ver qué observaba. No se si fue mi imaginación enfermiza o realmente ocurrió. Me pareció ver entonces que ella, que venía sentada en medio de los dos hombres se inclinó para chupársela a uno de ellos mientras el otro se la metía desde atrás. Lo que sí fue cierto es que estuvieron un rato juntos los tres antes de que ella bajara y no se si tuvo sexo o charlaron de cualquier cosa pero mi imaginación o lo que ví realmente me hicieron acabar dentro de mi pantalón sin siquiera acariciármela..

Con el tiempo y mientras cogíamos le empecé a insinuar, porque me parecía que con mi pija sola no le alcanzaba y yo no era el de antes, si quería que hiciéramos participar a otro hombre en la cama y ella sonriente y con cierta ironía me respondía que podría ser buena idea, que se lo dejar pensar, lo que me producía calentura y bronca al mismo tiempo.

Entonces me decidí, buscaría un par de tipos para que se la cogieran (eso sí, delante mio porque quería gozar del hecho), así que empecé a buscar en los avisos de los diarios. Tenía miedo de meter a culquiera en nuestra casa pero un día un amigo me contó de una agencia, a la que él recurría por mujeres, que era muy sería y tenía tanto hombres como mujeres y que eran muy responsables y de absoluta confianza. Eran discretos y cobrándote el honorario que pretendían, que era bastante suculento, se les borraba rápidamente la relación que habían tenido. Es más, era difícil que se repitiera la misma persona aunque uno la pidiera. La agencia lo hacía para que no se entablara una relación estable.

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Así fue que concurrí a ésta y me mostraron el book de los diferentes modelos que tenían y elegí dos que me pareció que a mi mujer podrían satisfacerla. Uno era un tipo rubio de alrededor de 25 años y de acuerdo a lo que se podía observar en la foto tenía un lomo espectacular y un pija de considerables dimensiones. El otro era un morocho tipo caribeño de similar edad y con una verga descomunal.

Sin contarle nada a mi esposa los hice venir a casa una noche que ella me había avisado que llegaba un poco más tarde y me había pedido que hiciera yo la comida. Preparé una mesa especial para la cena con mucho champagne.

Cuando ella llegó se sorprendió y me preguntó si se celebraba algo en especial. Le dije que tenía una sorpresa y que ya se iba a enterar. Supongo que pensó que pasaríamos una noche especial, con buen sexo, pero creo que no tanto como se la había preparado. Se duchó y se puso un vestido escotado que le resalta las formas y que a mi me calienta mucho.

Comimos liviano y la estimulé para que tomara varias copas. Luego comencé‚ a besarla y a acariciarla y poco a poco fui sacándole el vestido dejándola apenas con su pequeña tanguita de encaje que le sienta tan bien.

Ella pretendía acariciarme la verga pero no la dejaba. Por momentos hasta se puso algo molesta por ello pero no le hice caso. Continué besándole y la fui llevando para el dormitorio donde permanecían los jóvenes dentro del vestidor (se habían ubicado allí luego que ella se cambiaria).

La recosté sobre la cama y continúe besándola al tiempo que le acariciaba sus tetas que tenían los pezones duros como nunca. Le saqué suavemente su tanquita y comencé a besarle las piernas hasta que llegué a su conchita. Ahí me mandé un trabajo sobre su clítoris como pienso que nunca la había hecho y se puso loca. Me pedía que la cogiera y ahí aproveché para decirle si no le gustaría que mientras yo me dedicaba a su conchita ella tuviera otra pija a su disposición.

Estaba tan excitada y pasadita de alcohol que entrecerrando los ojos afirmó con la cabeza.

Fue entonces que le dije que la sorpresa especial que le tenía preparada estaba por concretarse.

Me dirigí a la puerta del vestidor y cuando la abrí y aparecieron los dos tipos en bolas ella se quedó boquiabierta. Sus ojos iban rápidamente de mi cara a las pijas de los muchachos y viceversa. Alcanzó a exclamar que no lo podía creer, que estaba loco pero no los rechazó.

Cuando empezaron a acariciarla me miró como asustada, pero ante mi sonrisa cómplice se distendió y empezó a actuar ella también. Recostada sobre la cama comenzó a acariciarle las vergas mientras yo me dedicaba a su conchita tal como se lo había prometido..

Después me retiré por un instante y los dos hombres comenzaron a disfrutarla mientras yo miraba la escena. La besaban por todo el cuerpo y ella me miraba en forma libidinosa (nunca me calenté tanto). Fue penetrada de todas las formas posibles y ella no se quedó atrás y succionó sus miembros de una manera increíble. Gemía y hasta llegó a gritar a raíz de los orgasmos que le producían los muchachos. Realmente eran unos expertos y sabían como satisfacer a una mujer. Actuaban delicadamente y eso a ella parecía que la calentaba más.

Cuando todo termino su cuerpo lucía exhausto y con olor al semen que habían derramado los hombres en esa especie de batalla sexual."

"Se apagaron las luces principales de la sala de cine, comenzó la publicidad previa a la película y ahí se inició la "otra acción". Susy le pasó una tableta de chocolate a Juan Carlos para que éste convidara a su amiga y el esposo.

Al proceder a devolver la golosina y debido a la oscuridad reinante Piru tocó sin querer el apoyabrazos de la butaca de su amigo y la tableta se le cayó de las manos. Temerosa de que se fuera al piso intentó manotearla pero lo único que logró fue agarrar sin querer el bulto de Juan Carlos pensando que era el chocolate.

Se disculpó de inmediato en voz baja e intentó retirar su mano pero éste actuando rápidamente y de manera algo atrevida con su amiga ya que estaban presentes su esposa y el marido de aquélla, le tomó la mano delicadamente pero con firmeza para que no la sacara y la apoyó sobre su miembro, el que empezó a cambiar abruptamente de tamaño.

Nora se sorprendió por la actitud de su amigo y dudó un instante, quería retirar la mano y a su vez dejarla ahí toda la película. Se le vino de golpe a la mente la vez que Salva le había comentado del tamaño de la verga de Juan Carlos, a quien se la había visto en el vestuario luego de un partido de paddle y era el comentario y la chanza de los otros hombres.

Desde entonces, aunque no lo reconociera en voz alta, la mujer comenzó a ratonearse con ese miembro y soñaba con sacarse las ganas de ver algún día semejante instrumento. De ahí que se jugó y dejó su mano apoyada en la pija esperando que no la descubriera su marido ni su amiga.

Juan Carlos que era todo un experto en estas lides, puso rápidamente su abrigo tapando todo de tal manera que nadie podría percatarse de nada. Así fue que a partir de ese momento, la mano de Nora, guiada por la de él comenzó con las caricias a través del pantalón.

Sin hablarle nada y siempre tomándola de la mano la llevó a bajarle el cierre del jean y a sacarle la voluminosa pija que por ese entonces estaba por estallar. Como si fuera una malabarista, encontró la forma, se agarró fuerte de ese pedazo y comenzó a masturbarlo. El contacto de la mano de Piru sobre su miembro provocó que Juan Carlos emitiera un imperceptible sonido de placer. La mano de ella apretaba con fuerza y subía y bajaba con una lentitud que ponía el hombre al borde del éxtasis.

Ella sabía como hacer su tarea; era toda una experta en la materia. Cuando estaba de novia con su actual esposo e iban al cine lo masturbaba siempre hasta hacerlo acabar. Un vez, en un viejo cine de Flores, hasta llegó al extremo de chupársela en medio de la oscuridad y ante la sorpresa de su entonces novio que no esperaba una gratificación de ese tipo y de la pareja vecina que los miraba sorprendida.

Los cosquilleos en la verga de Juan Carlos lo estaban volviendo loco, quería hacer algo él también para satisfacerla pero no se animaba por la proximidad de su esposa. Temía que si los descubrían se armara flor de lío.

La mano de Piru continuaba implacable, bajaba y subía, le dejaba el prepucio al descubierto y rozaba con sus dedos la cabeza inflamada de deseo. Los testículos de Juan Carlos cargados con semejante paja estaban hinchados de goce y de leche pronta a liberarse. Un estremecimiento se apoderó de él y la mujer que se dio cuenta de ello y a pesar del apartamento que éste intentó, continuó con su tarea con un ritmo más alocado hasta que no pudo aguantarse más y descargó su leche sobre la mano de su amiga, la que continuó masturbándolo por unos instantes más.

Juan Carlos se estremeció de placer tratando de disimular sus movimientos delante de su esposa. Nora le sacudió luego con suavidad la poronga hasta que no le quedó una gota de semen. Jugó con el glande empapado de esperma con la punta de sus dedos hasta estar segura del completo goce de su amigo y se la guardó luego con habilidad dentro del calzoncillo subiéndole el cierre en forma lenta. El solo atinó a pasarle un pañuelo para que se limpiara la mano y a murmurarle las gracias en voz muy baja.

Recién ahí se dispusieron a ver atentamente la película que a esta altura estaba en sus tramos finales. Después fueron los cuatro a cenar, como habían convenido, como si nada hubiera ocurrido.

Tanto Nora como Juan Carlos no dejaron traslucir nada de lo pasado en la sala de cine. Seguro que al acostarse en la noche, los respectivos cónyuges se habrán sorprendido de la fogosidad de esposa y marido, respectivamente, sin siquiera sospechar los verdades motivos de ello."

"Hacía un tiempo que el empresario la deseaba. La contadora tiene un físico bien proporcionado en el que se destaca su buen par de tetas que luce generosamente a través de los escotes o de las transparencias de sus blusas y el empresario varias veces le había hecho insinuaciones -tanto en el estudio de ella como en la empresa- que ella había rechazado elegantemente.

Esta vez, influenciado por el alcohol, se mandó directamente. Se le acercó por detrás y apoyándole el bulto sobre la nuca le acarició la cara y deslizó luego una de sus manos hacia los pechos de la contadora acariciándoselos suavemente.

Esta sorprendida, se quiso apartar pero no pudo porque él ejerció toda su fuerza y no la dejó mover. Con rapidez se bajó el cierre del pantalón y sacó a relucir su erguido miembro que puso cerca de la cara de la mujer pidiéndole que se lo chupara.

La contadora se negó rotundamente y empezó a ponerse muy nerviosa por la situación. El hombre insistía y cada vez se lo acercaba más. Nunca nadie la había acosado de tal forma y se sentía muy incómoda.

El empresario ya casi le rogaba que lo hiciera, le decía que estaba muy caliente con ella, que era una hembra espectacular y siempre había fantaseado con que ella se la chupara. Que nadie se enteraría y que nunca más le pediría nada por el estilo. Que se conformaría con que se la besara un poquito, nada más. Que eso lo haría muy feliz y estaría agradecido de por vida con ella. Que sabía que no era una cualquiera, que estaba casada y respetaba a su marido pero que no podía aguantar más y hasta sollozó un poco.

La mujer no sabía cómo manejar la situación. Por un lado no quería que se le faltara el respecto de ese modo. No quería parecerse a este tipo de mujeres que a la primera insinuación accedía a los requerimientos sexuales de un hombre, pero tampoco quería perder un cliente que era de los importantes que tenía en el estudio y que le pagaba sus buenos honorarios. No quería engañar a su marido, a quien quería mucho, pero tampoco podía arriesgarse a perder otra contabilidad (en los últimos tiempos se le habían caído por diversas razones dos buenos clientes). Pensó que tal vez podía arriesgarse y acceder al pedido del empresario ya que ello no saldría de esas cuatro paredes y que además como éste estaba bastante borracho podría llegar después a olvidarse de lo que ella le había hecho y .

Así que tomó valor, dejó lo que estaba haciendo, se dio vuelta y agarró suavemente con sus manos el miembro del empresario. Después se la introdujo en la boca sin hacer ningún movimiento especial y tratando de pensar en cualquier otra cosa. El hombre que estaba excitadísimo le sujeto su cabeza con ambas manos y empezó a bombear como si quisiera cogerla por la boca llegándole a producirle arcadas a la contadora.

Acabó rápidamente sin darle tiempo a ella de sacársela, lo que le produjo fastidio y asco al mismo tiempo. Cuando pudo retirarla todavía estaba chorreando y las últimas gotas cayeron sobre su blusa.

Cuando pensó que todo terminaba y se iría a higienizar, el hombre le dijo que quería cogerla y levantándola bruscamente de su lugar la hizo girar y la recostó boca abajo sobre el escritorio, tirando previamente al piso toda la papelería.

El hombre que era muy corpulento prácticamente la tenía inmovilizada e imposibilitada de oponer resistencia. Estaba indignada y a punto de largarse a llorar por la situación. Nunca le había pasado nada igual. Prácticamente la estaban violando.

Pensó que el tipo podía llegar a hacerle daño dado la situación en que se encontraba, así que por favor le pidió una vez más que la dejara ir, que no lo hiciera, que la respetara como mujer y pensara con qué cara podría mirar luego a su marido a quien quería tanto.

El tipo no se inmutó y procedió a levantarle la pollera y bajarle la bombacha. Se vio perdida y trató de pensar que por el estado en que se encontraba y que recién había eyaculado, se la metería un poco y se retiraría fatigado sin poder hacer nada.

Pero cuánto se equivocó. El empresario, que a pesar de no ser tan joven, tenía un vigor impresionante pronto estuvo recuperado y con la verga dura nuevamente dispuesta a todo. La contadora empezó a sentir cosas porque ya se estaba humedeciendo pero trató de pensar en otras para no excitarse.

El hombre le introdujo la pija suavemente y comenzó a moverse acompasadamente. Le decía que la deseaba, que siempre había pensado en ese momento y que la iba a hacer gozar como nunca su esposo lo había hecho. La contadora le rogó que acabara afuera, porque éste no se había puesto preservativo y no quería encontrarse con ninguna sorpresa.

El empresario que sabía cómo hacer gozar a una mujer la llevó a un éxtasis impresionante. No se apuraba y le hacía sentir plenamente toda su verga. Se la había introducido hasta el fondo y los testículos golpeaban casi sobre el escritorio.

Cuando presintió que la mujer estaba a punto de desfallecer con el orgasmo, aceleró el ritmo y alcanzó a sacarla un instante antes de correrse desparramando su leche sobre el culo de la mujer que había gozado sin quererlo.

La contadora se arregló un poco y se fue al baño a higienizarse. Cuando volvió se encontró con una desagradable sorpresa. No solo el empresario no le pidió disculpas por lo que había hecho sino que había prendido el televisor e introducido un video en el que sorprendida pudo observar su actuación más digna de una película porno que de su capacidad profesional. El muy cretino la había filmado y prometía mandarle copia a su esposo si ella de vez en cuando (le dijo una vez por semana) no tenían relaciones con él.

La mujer se puso a llorar. Le había salido el tiro por la culata. Quedaba totalmente en manos de ese individuo y no sabía cómo seguiría esta historia."