Mis mejores momentos... (10)
Continúo con la serie de entregas de las mejores situaciones que pase con mi marido, en trios e intercambios en materia sexual.
MIS MEJORES MOMENTOS (o tendría que decir "Mis mejores cog....")
Parte X
En esta oportunidad los hago cómplices de los buenos momentos de sexo que he tenido no solo con mi esposo sino en los tríos, intercambios o relaciones circunstanciales de las que participé, pero vistos desde la óptica masculina, ya que se trata de recopilación de los relatos de mi pareja.
"Cuando sus ojos divisaron al hombre que llevaba puesta una campera de gamuza y jeans, tal como le había anticipado el inspector, supo que no se había equivocado al acudir a la cita. El hombre tenía un físico privilegiado y al verlo se sintió conmovida. Se sentó frente a él y percibió que éste también había quedado impresionado con ella.
Después de tomar un par de copas y charlar de cualquier cosa menos de trabajo se despidieron con un beso prometiéndose verse nuevamente.
No pasó más de un día para que volviera a llamarla y la invitara a salir. Esta vez la citó en una confitería más elegante e íntima y luego de unos tragos le sugirió directamente ir a un lugar más tranquilo donde continuarían con la conversación. Ella sospechó lo que vendría pero accedió sin reparos. Estaba perturbada por la presencia de ese hombre y no le importaba tirarse una canita al aire. Es más pensó que lo merecía.
Entraron en un albergue transitorio próximo a la confitería. El pidió una botella de champagne y antes que se la trajeran ya se estaban besando apasionadamente. Mientras sus lenguas jugueteaban ininterrumpidamente, él la estrechaba con fuerza entre sus brazos y los pechos de ella se incrustaban sobre su cuerpo.
Habían bebido un par de copas cuando la mujer que estaba muy excitada se agachó. Le acarició el bulto a través del pantalón y despaciosamente le bajó el cierre. Miró como loba hambrienta el miembro que sacó para afuera y apreció que éste rápidamente al contacto con su mano cobró vida y estaba casi todo erecto. Era una verga de considerables dimensiones y le empezó a gustar el juego.
El aroma almizcleño llenó sus orificios nasales y no pudo evitar estremecerse de deseo. Comenzó a lamerla haciendo correr la lengua arriba y abajo y todo alrededor de la carne tibia e hinchada. Luego se la colocó dentro de la boca y comenzó a succionarla hasta que adquirió todo su poderío. Fue entonces que la dejó escapar de su boca y se puso de pie besándolo en los labios. El inspector la estrechó fuertemente y llevándola hacia la cama la desvistió lentamente.
La contadora estaba excitadísima. Su entrepierna ya se había humedecido y la invadía una ola de placer. El la dejó por un instante para quitarse la ropa, mientras ella se acariciaba las tetas y su vagina como tantas veces lo había hecho después de escuchar su voz por teléfono.
Una vez desnudo, regresó a la cama con su verga totalmente erecta y comenzó a besarla desde la punta de los pies, acercándose a la entrepierna que rodeó con su lengua. La mujer separó sus piernas al tiempo que respiraba hondo y anhelante pensando en lo que le haría el inspector.
Este le daba suaves golpecitos con su lengua a los labios vaginales y luego concentró toda su atención en el clítoris, mordiéndolo mientras la hacía templar y gemir de placer. Cuando los dedos se internaron bien adentro ella no aguantó más y se descargó. Entonces se la chupó toda y después la besó furiosamente.
Un momento después estaba nuevamente entre sus piernas, esta vez empujando su palpitante pija en el interior de la preciada concha de la mujer. Se la metía despacio y se movía lentamente. Los pubis chocaron con fuerza creciente. Sentir el grueso miembro entrar y salir de su canal enloquecía placenteramente a la mujer. El hombre tenía un increíble autocontrol y avanzaba llevándola de un orgasmo a otro. Luego ella tuvo uno final con un largo estremecimiento que la dejó jadeante. El hizo lo mismo casi enseguida, inundó la cuevita con varios e intensos chorros de caliente semen y se desplomó sobre ella.
Descansaron durante unos minutos y después se ducharon juntos, enjabonándose y frotándose mutuamente. Luego se despidieron con un beso y se marcharon cada uno por su lado, no sin antes prometerse tener un nuevo encuentro. Los dos habían gozado demasiado y no iban a dejarlo así nomás. De ahora en más, esa relación clandestina, trataría de prosperar mientras sus respectivas parejas no los descubrieran."
"El muchacho, que está tan caliente con la profesora y fantaseaba siempre con tener un acercamiento íntimo con ella pensó que era el momento oportuno. Se sentó sobre el escritorio junto a donde estaba ella y le dijo lo bonita que estaba y sin dejar de mirarle las tetas a través del amplio escote que lucía, le acarició suavemente el cabello.
Ella se sorprendió un poco pero le siguió la corriente porque sabía que él está muy metido (más bien muy caliente) con ella y pensó que podía jugar un poco con la situación y que de ahí no pasarían las cosas. ¡Cuán equivocada estaba!.
Casi sin darse cuenta movió su mano y toco la entrepierna de su ayudante, notando que el bulto del muchacho cambió de forma abruptamente y no supo qué decir. El joven, interpretando mal el gesto de la docente, se bajo rápidamente el cierre del pantalón y sacó sin ningún preámbulo su juvenil y poderoso miembro a relucir, dejando boquiabierta a la profesora quien nunca había visto algo así en vivo y en directo, salvo en las películas porno que solía ver con su marido. Nunca había visto una verga tan larga y gruesa en directo como lo estaba haciendo ahora. El joven tenía algo descomunal entre sus piernas y ella no podía creer lo que tenía a su alcance.
Estaba tan sorprendida mirándola que no atinaba a nada. El joven tenía tal calentura que corrió una de sus piernas de tal modo que ambas quedaran a los costados de la profesora, tomó su enorme pija con su mano derecha y con la otra acercó suavemente la cabeza de ella hacia la verga, sugiriéndole que se la chupara.
La profesora desconcertada intentó girar su cabeza en forma negativa pero la presión de la mano del joven se lo impidió. Cuando sintió la pija sobre sus labios no los abrió y la presión del muchacho provocó que chocara la cabeza del miembro contra sus dientes. Siguió con esa aptitud a pesar de los ruegos del ayudante pero de pronto recapacitó y cambió de parecer.
Recordó que en esos momentos no andaba bien con su esposo por el abandono sexual a que el la había sometido. Venía tarde de su trabajo y siempre estaba cansado a la hora de los mimos. Hasta llegó a pensar que la estaba engañando con su secretaría porque ya no la tocaba y como no era un tipo joven ya que tenía unos años más que ella pensaba que no lo hacía porque lo había hecho antes y todavía no se había recuperado.
Así que pensó que si el joven que estaba tan caliente con ella, como en algún momento había estado su marido, necesitaba que le hiciera ese favor no dejaría pasar el momento. Ella se excitaba mucho cuando se la chupaba a su pareja y dedujo que acá le ocurriría lo mismo así que mataría dos pájaros de un tiro. Lo dejaría bien al chico y ella gozaría también.
Abrió sus labios lentamente y dejó que esa descomunal verga se fuera introduciendo de a poco. Mientras su lengua recorría la cabeza y se detenía en su agujerito superior sus manos acariciaban la parte del tronco que quedaba afuera llegando hasta los testículos.
El muchacho, excitadísimo, le seguía sujetando con una mano la cabeza y con la otra le acariciaba las tetas a través del escote y a ella los pezones que se le estaban empezando a endurecer. Entonces dejó sus manos de lado y empezó a pajearlo solamente con la boca, sabía como hacerlo, hasta que éste no se aguantó más y derramó un poderoso chorro de semen que llegó hasta su la garganta. Era tanto el líquido que el muchacho derramó que al principio tuvo dificultades para tragarlo pero inmediatamente se recupero y no dejó que ninguna gota se deslizara fuera de su boca.
Después se la sacó y siguió masturbándolo con sus manos y chupó toda la leche que quedaba en la cabeza y el tronco hasta dejársela bien limpia. El joven no tenía palabras para agradecerle a la profesora lo que había hecho. Esta lo comprendió, le dio un beso a ese pedazo ya fláccido, se lo guardó dentro del sleep y le subió el cierre del pantalón. Estaba toda humedecida.
El se bajo del escritorio, le pasó la mano por la cara en un gesto de dulzura y se sentó a unos metros, mientras ella continuaba revisando sus papeles como si nada hubiera ocurrido.
Así los sorprendió la llegada de un preceptor quien les informó que como se estaba desarrollando un acto académico en la planta baja y que tenían que bajar. La profesora que estaba muy excitada le echó una mirada cómplice al muchacho y decidieron quedarse. En la confusión que generalmente rodea a esos actos nadie notaría la ausencia de ambos.
El joven se acercó a ella, la levantó de la silla y le dió un beso en la boca sin decir palabra, recostándola suavemente sobre el escritorio y dejándole las piernas colgando.
Con agilidad le sacó la diminuta bombacha que usaba y le separó las piernas. La profesora estaba un poco intranquila por si aparecía alguien pero igual se dejó hacer. Estaba tan caliente que no pensaba en otra cosa que tener semejante pija dentro suyo.. Cuando el joven empezó a besarla por las piernas de abajo a arriba empezó a temblar. Pensó que iba a tener otro orgasmo similar al que había tenido cuando se la había chupado.
El ayudante deslizó su lengua por la cara interior de sus blancos y suaves muslos y se dirigió raudamente hacia la mata de vello púbico. Así llegó a la concha y con la punta de la lengua le acarició la abertura, chupándole los pelitos y comprobando su salobridad. Como le pegaba unas torpes lamidas la mujer gemía y temblaba como un hoja mientras sus dedos acariciaban la cabeza del joven.
Cuando descubrió el clítoris y le dedicó toda su atención la profe se estremeció y le rogó apurar el trámite porque le venía. Cuando acabó retuvo por unos momentos la cara del joven sobre su concha y luego se relajó. Este, que no se aguantaba más, se incorporó, le acarició las tetas y ya sin control y con una erección fenomenal se la fue metiendo poco a poco.
Al sentir semejante verga en su interior la mujer comenzó a gemir. El goce se reflejaba en sus ojos y su cuerpo entero fue atrapando de a poco ese pedazo. El ayudante comenzó a moverse aceleradamente y ella le susurró que no le acabara adentro ya que no tenían ninguna protección.
El temeroso de no poder cumplir con la petición le propuso sacársela en ese momento para no originar un problema pero ella se negó exclamándole que la quería toda adentro y que la cogiera furiosamente, lo que descontroló al joven quien se empezó a mover más rápidamente y se olvidó que no tenía nada puesto y tuvo una acabada sensacional.
Se quedaron un rato juntos en ese posición y luego de pedirle perdón él la ayudó a incorporarse para que fuera al baño a higienizarse.
La profesora se quedó pensativa. No sabía como manejaría la relación profesora/ayudante de ahora en más, pero recordó el buen momento vivido esa tarde y se puso contenta."
"La masajista la recibió con un beso y la invitó a sentarse en el living mientras le servía café. Le preguntó acerca del problema que la aquejaba y que le recordara quién la había recomendado. Requirió información sobre su vida sexual, lo que la sorprendió pero igual contestó, invitándola luego a pasar a la sala de masajes indicándole que se sacara toda la ropa.
La mujer dudó un instante porque generalmente cuando le dieron masajes lo hicieron estando ella con la ropa interior puesta habiéndose sacado únicamente su corpiño, pero confió en la terapeuta y se desnudó completamente. La profesional la hizo acostar boca abajo y comenzó a masajearle el cuello y la espalda de tal modo que pronto empezó a relajarse. Continuó luego por las piernas, desde los pies hacia arriba, deteniéndose en la cola. Sobre ésta realizó unos movimientos especiales de abajo hacia arriba para evitarle -según le aclaró- que la piel se le ponga fláccida.
Percibió que esos masajes le provocaban una extraña sensación, ya que al separarle las piernas se le movían los labios vaginales y el clítoris rozaba suavemente la tela de la camilla, produciéndole un gozo que no podía evitar. Comenzó a sentir las vibraciones que preanunciaban un orgasmo y se sintió feliz.
La terapeuta percibió el estado de la paciente y aceleró los movimientos logrando que ésta acabara mientras exhalaba un profundo suspiro. Luego de un instante de relax, le pidió que se diera vuelta y comenzó nuevamente a masajearle las piernas, pero ahora por delante.
Cuando notó que se acercaba a su entrepierna la mujer se sintió perturbada porque los dedos de la masajista pasaban muy cerca de su preciado tesoro. La profesional, que es toda una especialista, rodeaba sus partes íntimas sin siquiera tocárselas, rumbeando primero hacia su vientre y luego hacia sus pechos, sugiriéndole, no obstante hallarlos bastante firmes pese a su gran tamaño, pasarle un crema especial mostrándole el movimiento. Los pezones se le endurecieron rápidamente. La terapeuta continuó con los masajes hasta que la mujer volvió a estremecerse. Luego la invitó a vestirse y se retiró hacia el living para esperarla con un whisky.
Después de conservar de cualquier tema, la profesional le preguntó si no tenía inconvenientes en que en la próxima sesión participara su esposo, que solía ayudarla en determinadas sesiones, ya que consideraba que por su estado el masaje que le proporcionarían le resultaría satisfactorio. Titubeó, pensó que se debería quedar desnuda frente a un hombre que no conocía, que además la masajearía, pero le dijo que no tiene problemas, lo que provocó que una sonrisa cómplice se dibujara en la cara de la masajista.
Apenas se retiró, llamó por su celular a su amiga preguntándole acerca de la participación del hombre en la sesión y ésta le respondió que no se preocupara, que la iba a pasar mejor que esa tarde y que no se iba a arrepentir.
El día llegó. Cuando arribó al departamento la recibió la mujer con un beso e inmediatamente le presentó a su esposo. Este era un hombre alto, de aproximadamente 1.80 mts. de estatura, bronceado y con un físico trabajado en el gimnasio. A la mujer ya no le disgustó la idea de mostrarse desnuda frente a un desconocido. Es más, ese desconocido le agradó, aunque no sabía todavía cuál sería su participación en la sesión.
Ingresó al consultorio y se quedó como Dios la trajo al mundo. Al igual que en la sesión anterior la terapeuta se ocupó primero de su cuello y espalda mientras su marido fue quien le masajeaba las piernas y glúteos. El hombre sabía muy bien como manejar sus manos y a ella le empezó a gustar más que lo hiciera él que su esposa y la calentaba la situación.
Trató de no pensar demasiado en ello, pero le resultaba imposible obviar que un hombre de esas características le pusiera las manos sobre su culo y empezó a excitarse. Pronto experimentó un orgasmo y vibró de tal modo que la pareja se percató de ello y sonrió con complicidad. Luego de un instante la hicieron dar vuelta e invirtieron las posiciones. El hombre se dedicó ahora a la parte superior y la mujer a la inferior.
Cuando las manos del masajista se posaron sobre sus tetas sus pezones se erizaron repentinamente. Pensó que iba a desfallecer. Abrió momentáneamente los ojos al sentir que algo le rozaba la cara y observó sorprendida que era el bulto del hombre que parecía a punto de estallar dentro de sus pantalones.
Entonces, fuera de sí y con una calentura de aquéllas, intentó acercar su boca a ese bulto tan deseado a esta altura. Casi sin darse cuenta subió sus manos y acarició la entrepierna del hombre, quien rápidamente se bajó el cierre de su pantalón y sacó el miembro viril afuera.
A esta altura los dedos de la masajista ya jugueteaban dentro de su vagina, de ahí su excitación. Sintió como le separaba suavemente las piernas flexionándoselas hasta que los talones tomaran contacto con sus glúteos y como procedía a introducirle una verga de plástico con vibrador. Pensó oponerse a ello pero estaba de tal modo que no ofreció resistencia para que entrara con más facilidad..
El consolador, untado generosamente con vaselina comenzó a penetrarla y la mujer dejó escapar unos gemidos de satisfacción. La verga real del hombre fue entonces su objetivo. La tomó entre sus manos, la acarició de arriba abajo, dejando que la piel descubriera la roja cabeza y se la introdujo en la boca y empezó a chuparla.
Como los movimientos entre los tres se realizaban sincronizados, la mujer estaba a punto de acabar nuevamente. El hombre por entonces ya no podía aguantar más el contener la eyaculación y el estallido se produjo de golpe. Un poderoso chorro de semen salió disparado hacia la garganta de la mujer quien al sacarse la pija de la boca, recibió sobre su cara el resto de la leche. La terapeuta viendo cómo gozaban los dos empezó a humedecerse.
Después de ducharse y vestirse tomó un par de copas con sus ocasionales amantes, sin que ninguno de los tres hiciera mención alguna a lo que había sucedido unos minutos antes.
Cuando salió a la calle parecía que volaba. La había pasado tan bien que ya estaba pensando en la próxima sesión. Se había olvidado de que su marido no la atendía y ya se imaginaba cogiendo con el marido de la masajista. Lo que ignoraba era que la terapeuta fuera celosa y que solo admitía a su marido que se la chuparan y que éste manoseara las tetas y conchas de sus pacientes. ¡Nada más!. Por algo usaba el vibrador para penetrar ella a las pacientes. No quería que su esposo se cogiera a ninguna más que a ella.
La historia estaba próxima a finalizar pero ninguno de los tres lo sabía.
Ocurrió accidentalmente. Ese día la sesión estaba desarrollándose normalmente entre los tres cuando tocó el timbre del departamento una paciente que se había equivocado de horario y arribado mucho más temprano. La masajista que no quería que se fuera pues temía perderla ya que era la primera vez que concurría empezó a darle charla mientras en la otra habitación se quedaban solos su marido y la mujer y la temperatura iba en aumento.
El hombre tenía ya su verga dura y como la circunstancia y la ocasional compañera invitaban a ello, la sacó del pantalón. Ella que estaba en relax, abrió los ojos al percibir el movimiento y sonrió con picardía pasándose los dedos alrededor de sus pezones erectos como si trazara sugestivos círculos. La ayudó a bajarse de la camilla, la tomó por las caderas y le dio un beso en la boca que ella aceptó con agrado. La hizo recostar un poco y pudo ver sus preciosas nalgas con un delicioso trasero y dada la posición, la entrada a la conchita.
Cuando abrió las piernas para facilitarle la tarea el masajista le introdujo la verga hasta el fondo. No tuvo inconvenientes porque ella ya estaba húmeda. La tomó de las tetas y empezó a moverse con toda velocidad buscando el orgasmo como un desesperado cuando se dio cuenta que la mujer estaba por acabar y le pedía que se la metiera fuerte. Al unísono acabaron gimiendo y gozando salvajemente.
La terapeuta, que algo sospechó por los sonidos que surgían del consultorio, dejó a su nueva paciente con la palabra en la boca e ingresó raudamente donde se encontraban los amantes. Empezó a gritar de tal modo que la recién llegada se asustó, tomó sus cosas y huyó presurosa. Al masajista la pija se le vino abajo como se derrumba un castillo de naipes y la mujer, asustada, no sabía qué hacer. Soportó que le gritaran que una puta y pensó que le iba a dar un cachetazo por lo exasperaba que estaba, pero inmediatamente la terapeuta se dio cuenta de la situación y le dijo que se vistiera y se fuera para nunca más volver.
Consideró culpable de todo a su marido que sí conocía las reglas del juego (no cogerse a ninguna paciente) y no a la pobre mujer a quién habían calentado hasta más no poder e ignoraba el trato.
Esta se vistió presurosa y salió corriendo del departamento. Una vez en la calle llamó a su amiga contándole todo y pidiéndole por favor que le consiguiera algo similar. Ya se había acostumbrado y no podría volver a su vida anterior. Quería seguir cogiendo seguido tal como se lo pedía su cuerpo."
"Cuando le comenté a mi mujer que se preparara porque Juanca estaba por llegar se puso nerviosa y me dijo que el hecho de que accediera a hacerlo no quería decir cuándo lo iba a hacer pero luego de un intercambio de caricias dijo que sí y fue a arreglarse poniéndose el vestido más provocativo que tiene y que sabe que a mí me vuelve loco.
Al arribar nuestro amigo tomamos un par de copas sin hacer ninguna alusión a lo que estaba por ocurrir y puse música muy suave para ir distendiéndonos.
Mi mujer bailo primero conmigo y luego un rato con él. Decidimos pasar al dormitorio y Juan pidió pasar primero lo que aceptamos.
Piru entonces comenzó a dudar si entraba o no. Me dijo que si no le gustaba lo dejaba plantado en medio de la cama. Le dije que no se preocupara que si yo notaba que estaba a disgusto iba a ser el primero el pedirle que se retirara y que lo iba a hacer porque eso estaba convenido y porque no era rencoroso.
Le propuse mirar por el agujero de la cerradura para ver que pasaba adentro y cuando ella se agachó para espiar su corta pollerita me dejó ver su culito redondo y, como es delgada, la bombacha se le encaja en medio de la concha dando la sensación de que es puro tajo. Mi bulto comenzó a crecer rápidamente
Cuando le pregunté que veía me dijo que Juanca se estaba acariciando su enorme verga que ya tenía toda erecta. Parecía que se masturbaba según ella.
Yo no aguanté más y bajé mis pantalones. Corrí su bombacha y se la puse ahí mismo. Ella se sorprendió y se preocupó por si llegaba a salir nuestro amigo
Eso me incentivó aún más y empujé con tanta mala suerte que la cabeza de mi ella impactó contra la puerta que se abrió de golpe, así que quedamos con mi mujer agachada mirando la cama donde Juan estaba muy pancho haciéndose la paja y yo como un perrito enchufado en la concha de ella.
Antes de que se enfriara todo por el ridículo mutuo lo llamé para que se acercara a Nora, que avergonzada por la situación intentaba apartarse de mi lado. El casi se le tiró encima por lo que le puso la pija casi encima de la cara.
No tengo dudas que ahí se produjo el "crack" que hacía falta, es decir el punto donde uno se olvida de todo, donde el deseo manda y ahí se produjo la siguiente situación.
Mi mujer agarro la verga con fuerza y se la introdujo en la boca dejándola quieta sobre su paladar mientras movía lentamente su lengua y fue cerrando los ojos como si cayera en un agradable sueño.
Su cuerpo se aflojó y buscó con su cola mi pija bien parada. Yo la penetré y Nora se entregó al placer total. Como me había dicho se notaban sus ganas de cogerse a otro hombre porque pronto invertimos los papeles y era Juanca el que la penetraba mientras ella me la chupaba a mí.
Luego quedamos los tres fusionados. Ella en medio de nuestros cuerpos recibiendo nuestras caricias. La penetramos simultáneamente, yo por su conchita y el otro por el culo. El placer era total para los tres. Piru fue penetrada indistintamente por todos sus orificios y quedó extenuada al igual que nosotros.
Esa noche no la olvidaremos más, aunque después vendrían otras mejores."