Mis mejores momentos... (09)
Resumen de las mejores situaciones de sexo que mantuve con mi esposo, en trios o intercambios.
MIS MEJORES MOMENTOS (o tendría que decir "Mis mejores cog....")
Parte IX
En esta oportunidad los hago cómplices de los buenos momentos de sexo que he tenido no solo con mi esposo sino en los tríos, intercambios o relaciones circunstanciales de las que participé, pero vistos desde la óptica masculina, ya que se trata de recopilación de los relatos de mi pareja.
"Entré despacio en casa y al no verla abajo me encaminé hacia nuestro dormitorio suponiendo que se encontraba en él. Grande fue mi sorpresa cuando ví a dos tipos encapuchados en la habitación que, afortunadamente para mí estaban hablando entre sí y no repararon en mi presencia. Me metí entonces en el cuarto de los chicos desde donde se puede observar todo lo que ocurre en la otra pieza si no se cierra la puerta.
Mi mujer estaba completamente desnuda, con las dos manos juntas atadas a uno de los barrotes de la cama y amordazada, lo cual impedía oir sus gritos que, a juzgar por los movimientos de su cuerpo, estaba dando. Uno de los hombres se inclinó sobre ella y le puso un pañuelo negro sobre los ojos. Una vez que se cercioraron que no podía verlos se sacaron las máscaras y se desnudaron.
Le levantaron las piernas y mientras uno se encargaba de sujetarla para que no se moviera, el otro comenzó a comerle la concha. Ella intentaba soltarse de todas las formas posibles pero era tarea inútil. Tras unos minutos dedicados a esa operación, uno de ellos se tumbó sobre ella y la penetró mientras el otro la agarraba de la cabeza y soltándole la mordaza, le introducía su pene en la boca. Mi mujer intentó sacárselo moviendo la cabeza, pero cada vez que lo hacía recibía un tirón de pelo, por lo que desistió desistir. Pensé que se la iba a morder.
No tardaron mucho en acabar, uno dentro de ella y el otro sobre su cara.
Pensé que todo se terminaba pero estaba equivocado. Dejaron pasar un tiempo y luego la dieron vuelta y mientras uno la sujetaba para que no se moviera el otro se colocó debajo de ella. La penetró salvajemente y comenzó a moverse a gran velocidad. De repente se detuvo y fue entonces cuando el otro se la metió por el culo. Ello provocó que mi mujer comenzase a lanzar gemidos de dolor. Ya no tenía fuerzas para gritar así que no volvieron a ponerle la mordaza.
Durante un buen rato estuvieron penetrándola los dos a la vez, con unas embestidas a veces lentas y con parsimonia y otras con movimientos salvajes que hacían que sus gemidos aumentarán. Curiosamente, estos ya no eran de dolor, o al menos así me pareció a mí, sino que sonaban como de placer. Los dos hombres se dieron cuenta de ello y la soltaron, aunque sin sacarle la venda de los ojos.
La hicieron arrodillar y se colocaron a cada lado de ella para que pudiese chuparles la pija sin moverse del lugar. En ese momento mi esposa estaba como fuera de sí, como nunca la había visto en nuestras relaciones. Tenía un pene en cada mano y los movía a un ritmo frenético, buscando el máximo de placer, no solo para ellos sino también para ella. Los iba chupando alternativamente mientras se movía en una forma provocativa, como si estuviese disfrutando más que nadie. Pensar que cuando yo le propuse alguna vez que me lo hiciera me dijo que le daba asco.
Uno de ellos la colocó en cuatro patas y la penetró de nuevo por detrás. Esta vez ella soltó un grito de placer como yo nunca le había oído. Mientras disfrutaba sintiendo como se tragaba todo ese pedazo continuó chupándosela al otro hasta que acabó dentro de su boca y no solo no se resistió a ello sino que no dejó escapar ni una sola gota, utilizando su lengua para terminar todo rastro de lo que allí había ocurrido.
Al poco rato mi mujer alcanzó el orgasmo mientras seguían penetrándola por detrás. La forma de moverse y los gemidos que acompañaron a su éxtasis me hicieron comprender que nuestra vida sexual, hasta ahora, había sido un completo fracaso.
Me quedé escondido en la pieza de los chicos mientras los dos tipos se vistieron y se fueron sin darse cuenta de mi presencia. Oí que ella se dirigía al baño y escuché el sonido del agua de la ducha correr.
Esperé un rato prudencial y llamé a la puerta del baño. Mi mujer abrió totalmente desnuda y recién salida de la ducha. Sin decirme palabra me aflojó los pantalones y sacando mi verga afuera me hizo una de las mejores mamadas que nadie me había hecho nunca. Después nos dirigimos al dormitorio e hicimos el amor de todas las posturas y formas posibles. Como broche final me ofreció su trasero y lo acepté gustoso, acabando dentro suyo, momento en el que tuvo un orgasmo que a mí me pareció más salvaje que el que había tenido ocasión de presenciar hacía un rato. Entonces caímos los dos rendidos sobre la cama.
Ella se durmió en seguida, agotada por la batalla de la que había participado en las últimas horas. Como todavía era temprano decidí bajar al bar a tomarme una cerveza donde encontré a los dos hombres que no tardaron en preguntarme qué tal me había ido.
Les dije que mucho mejor de lo que esperaba y me agradecí a mi mismo por haber contratado a este par de individuos que me habían recomendado. Ni el mejor sexólogo hubiera conseguido lo que consiguieron ellos dos. Le sacaron los complejos a mi esposa de un plumazo y empezó a disfrutar como toda mujer debe hacerlo.
Le pagué lo estipulado más una propina por lo agradecido que estaba y me dijeron que si los necesitaba ya sabía dónde encontrarlos.
No creo que esto suceda ya que ella creo que está curada, es más, le gustó la idea del sexo grupal y ya me dijo por qué no invitaba a un amigo a cenar el fin de semana porque pensaba que los tres la pasaríamos muy bien."
"El día de la fiesta llegó y también las emociones. Las mujeres estaban entretenidas comiendo y tomando, más esto que lo primero ya que hacía calor y el champagne estaba bien helado -como le gusta tomarlo a la dueña de casa-, mientras charlaban de diferentes temas.
De repente sonó el timbre, lo que sorprendió a Piru porque ya no esperaba a nadie más. Cuando abrió la puerta se encontró con un esbelto muchacho negro que preguntaba por ella diciendo que era un regalo que le hacían sus amigas. Dudó un instante pero ante los gestos afirmativos de las mujeres lo hizo pasar.
Se trataba de un joven de alrededor de unos 25 años con un físico privilegiado, fruto de muchas horas de gimnasio, que era realmente atractivo y tenía la colita muy marcada como les gusta tanto a las mujeres. Además era negro con todas las fantasías que ello implica en muchas féminas.
El recién llegado se dirigió de inmediato hacia el equipo de música y puso un CD que traía consigo. Se puso a bailar acompasadamente realizando movimientos pélvicos que hacía sonrojar a alguna de las mujeres, quienes se reían nerviosamente y se cruzaban miradas cómplices.
El tipo realmente sabía como manejar la situación, era todo un experto. Usaba una pantalones tan ajustados al cuerpo que se le notaba notablemente su enorme bulto. O sea que al margen de la cola dura tenía otros atributos apetecibles.
La sacó a bailar a Piru, la que a esta altura estaba muy nerviosa y no sabía que actitud adoptar.
Sus amigas empezaron con las exclamaciones y la empujaron hacia él (especialmente Alicia y Mary que parecía ser las más zafadas), que la tomó entre sus brazos, apoyándole el bulto mientras realizaba tales movimientos que parecía que le estaba haciendo el amor. El resto de las mujeres aullaba.
En determinado momento el muchacho apartó una de sus manos (la que a veces había bajado y apoyado discretamente en el culo de Piru) de la cintura y comenzó a desabrocharle la blusa, al tiempo que le tocaba uno de sus senos. La homenajeada, que a esta altura estaba un poco obnubilada -fruto del champagne y de los ratones que se hacía con el negrito- no oponía resistencia. Es más, se encontraba en tal estado que quería besarlo y éste -a propósito y para calentarla más- giraba la cabeza constantemente para eludirla.
El "taxi boy" apuntó ahora a la cola, tocándosela suavemente después de haberle subido la pollera hasta la cintura. El resto miraba y gozaba indirectamente con lo que sucedía. Piru, que ahora sí había conseguido su objetivo de besarlo tras pasarle las manos por detrás de la cabeza, ya se había olvidado de que era casada y fiel y sólo pensaba en divertirse de la mejor manera con el muchacho.
Ardía a más no poder y bajándole el cierre del ajustado pantalón, le metió la mano dentro y notó que no usaba ropa interior (de ahí que se le notara tanto el bulto). Sacó a relucir una verga descomunal que no le cabía en las manos. Era una morcilla enorme. Las mujeres emitieron una exclamación y no salían de su asombro ante el tamaño de semejante aparato. Comenzaron a gritar como si estuvieran en un recital del ídolo de moda o en una cancha de fútbol y se pararon rodeando a su amiga.
El tipo, conocedor del tema, continuaba acariciando los pechos de la mujer y le dio un beso en la boca que casi la deja sin aliento. Esta mientras tanto continuaba acariciando el instrumento que no soltaba por nada en el mundo aunque alguna de sus amigas (Norma principalmente) amagaba tocarla. A esta altura ya no contaba con su corpiño (el que se había quitado con la ayuda del joven) y parecía que estaba en trance.
Fue entonces que comenzó la locura. Mientras ella se ocupaba del invitado especial, el resto de las mujeres, que habían perdido sus inhibiciones, se acariciaban frenéticamente y emitían grititos de goce. Algunas, las más liberadas como Alicia, Mary y Betty se habían quitado las blusas y estiraban sus manos para tocar al muchacho, quien seguía contoneándose al compás de la sensual música que había puesto.
Piru se agachó de repente y se hizo cargo de la tan deseada verga del negro metiéndosela suavemente en su boca. Comenzó con los movimientos de succión al tiempo que sostenía la pija entre sus manos y mientras se la tragaba y la sacaba, chupaba y chupaba.
Había empezado de a poquito, sosteniendo el miembro entre las manos y recorriéndolo íntegramente con su lengua húmeda mientras seguía lamiéndolo un rato lentamente hacia arriba hasta llegar al glande, metiéndola en el agujerito de la punta y luego volviendo a la base hasta llegar a sus testículos velludos. Podía sentir cómo se le tensaban los músculos de la cola al negrito mientras éste se contenía y esto la excitaba más.
Cuando éste dijo que estaba a punto de eyacular la mujer aceleró la maniobra. Chupaba y bombeaba como si fuera la última vez que mamara una pija (en realidad era la primera vez que tenía una poronga negra y de esas dimensiones en su boca).
El muchacho llegó como un toro en celo. En el momento en que se descargó, la mujer se la quitó de la boca y las otras pudieron ver como caía el blanco semen que parecía más blanco que nunca. El primer chorro cayó sobre la cara de la mujer y el segundo se derramó sobre sus tetas y ésta entonces volvió a metérsela en la boca y se la chupó hasta dejarlo totalmente seco.
Todas estaban excitadísimas y muy húmedas y se masturbaban sin ningún prurito. La homenajeada que estaba toda mojada se introdujo también los dedos en su concha y tuvo rápidamente un orgasmo que no pudo disimular.
Betty y sobre todo Alicia, muy excitadas, comenzarón a tocarlo al muchacho y a acariciarle la verga. Más de una se la besó y la introdujo en su boca. Lo recostaron sobre el sofá y comenzaron a masturbarlo frenéticamente mientras la pija soportaba los embates de más de una boca al mismo tiempo (ya se habían sumado a la succión Mary y Norma).
Como era todo un semental pronto comenzó a sentir los cosquilleos de un nuevo orgasmo y se dejó llevar por las manos y las bocas de las mujeres.
Cuando acabó fueron varias las que sorbieron sus jugos y se la relamieron hasta dejársela totalmente limpia.
Ahí sí, el muchacho pidió permiso para higienizarse y luego se retiró sin tomar nada. Parece que iba a otra reunión y no quería demorarse. Por otra parte las mujeres no podían entretenerse mucho tiempo con él porque en cualquier momento arribarían los hombres.
La locura había llegado a su fin. Fue un festejo espectacular para la cumpleañera que nunca olvidará. Les agradeció emocionada a sus amigas por lo oportuno del obsequio.
Al rato llegaron los hombres y al verlas tan alegres pensaron que sus mujeres la habían pasado bien sin suponer cuánto y el por qué, sin sospechar de nada."
"Un día, accidentalmente, esa amistad se convirtió en algo más, lo que cambiaría sus vidas. Mary le regaló a su amiga Piru una bonita blusa cuando ésta fue a su casa para coordinar una tarea. Inmediatamente se la quiso probar y, como iba abotonada atrás, requirió la ayuda de su amiga. Cuando sintió las manos suaves de ella sobre su piel mientras ésta colocaba los botones en cada ojal un escalofrío le recorrió la espalda.
No se explica cómo, se despertó en ese momento una atracción sexual muy especial hacia su querida amiga. Deseó inesperadamente que las manos de ella le recorrieran todo su cuerpo. Algo que no le había ocurrido nunca con ninguna mujer y menos con Mary no obstante la amistad tal especial que las unía. Giró, la miró dulcemente a los ojos y casi sin pensarlo posó sus labios en los de su amiga, quién se sorprendió pero aceptó el beso que le daba Nora en la boca. Casi sin quererlo se empezaron a tocar y comenzaron a quitarse lenta sus blusas y corpiños. Al observar los pechos de Piru, que ya tenía los pezones erectos Mary se los acarició y besó.
Sin decirse palabra alguna caminaron abrazadas hacia el cuarto de dormir de la dueña de casa para estar más tranquilas y fuera del alcance de miradas indiscretas, se desnudaron totalmente y ya sobre la cama se acariciaron por todo el cuerpo terminando cada una con su cabeza hundida en la entrepierna de la otra en un 69 interminable.
Cuando nadie lo hacía prever y fuera del horario normal de llegada, apareció el marido de Mary, quien se sorprendió en un primer momento al ver a su mujer acariciándose con otra pero, lejos de pensar en retirarse se sumó a la fiesta sin perturbarse. Las saludó con un beso en la boca a cada una y, ante la sugerencia de su esposa de que se uniera a ellas se sacó rápidamente su ropa dejando al descubierto un buen físico trabajado en el gimnasio y un enorme miembro al que Nora no podía sacarle los ojos de encima. Por más que estaba teniendo esta experiencia con su mejor amiga no habían dejado de gustarle los hombres.
Percatado de la situación el Raúl acercó su miembro erguido a la boca de Piru, quien miró a su amiga como dudando y ante un gesto afirmativo de ésta se lo puso a chupar golosamente. Mientras ello ocurría Mary se dedicaba a acariciarle los testículos y lo masturbaba aceleradamente como si quisiera que acabara dentro de la boca de su amiga.
Tal fue el movimiento y los lenguetazos y chupadas que recibía la verga que el hombre no se pudo contener y derramó su leche dentro de la boca de Piru, quien sin amilanarse primero la sacó cuando fue sorprendida por el chorro y luego se la volvió a meter para succionarla hasta que saliera la última gotita de esperma.
Las mujeres continuaron luego besándose y acariciándose mientras el hombre se recuperaba en silencio. Al rato nomás Mary comenzó a chupársela y la pija a agrandársele rápidamente. Era todo un semental. Luego lo recostó sobre el sofá y se lo montó cabalgando frenéticamente mientras Piru los besaba y acariciaba.
A esta altura a Mary no le importaba compartir al marido, es más, la excitaba, así que dejó la posición en que se encontraba para que esa fenomenal verga se introdujera en la vagina de su amiga. Entonces Raúl, ni lerdo ni perezoso, optó por metérsela un rato a cada una y cuando se dio cuenta que estaba por acabar la dejó dentro de su mujer.
Después se ducharon, tomaron un par de copas y quedaron en encontrarse otro día.
Cuando ello ocurrió jugaron las dos mujeres primero y luego se acopló el varón. Lo hicieron muchas veces hasta que un día pensaron que sería interesante incorporar un segundo hombre al juego. Piru les confesó que ella siempre había tenido la fantasía de ser penetrada por dos hombres al mismo tiempo por lo que le parecía excelente la propuesta. A su amiga le entusiasmó la idea, ya que pensó que conocería y jugaría con otro hombre además de su marido, al que ya le sabía todas las mañas.
Lo que sucedió después lo sabrán en otra oportunidad."