Mis mejores momentos... (08)
Resumen de mis mejores encuentros sexuales con mi esposo, en trios o en intercambios.
MIS MEJORES MOMENTOS (o tendría que decir "Mis mejores cog....")
Parte VIII
En esta oportunidad los hago cómplices de los buenos momentos de sexo que he tenido no solo con mi esposo sino en los tríos, intercambios o relaciones circunstanciales de las que participé, pero vistos desde la óptica masculina, ya que se trata de recopilación de los relatos de mi pareja.
"El abogado realmente era un hombre atractivo y a ella en cierto modo la ratoneaba el solo pensar en tener un affaire con él, pero se prometió resistir de la mejor manera posible.
Presurosa se retiró del bar rumbo a la habitación para cambiarse antes de que llegara el abogado. Cuando éste ingresó la contadora lo recibió con una bata puesta, le señaló cuál sería su cama y lo invitó a cambiarse en el baño. Al salir con su pijama de seda puesto ella estaba recostada en la cama leyendo un libro.
El doctor simuló dormirse y vio que ella lo miraba con insistencia y se acercaba casi impensadamente a su cama. Entonces, en un rápido movimiento la tomó por la cintura y la tiró encima suyo. Cuando esto ocurrió, el impulso de las piernas de la contadora fue realmente fuerte y en lugar de liberarse de los brazos del abogado provocó sin quererlo que se le abriera su abrigo dejando inoportunamente al descubierto su rubio pubis, ya que no tenía nada puesto debajo.
Volvió a agitar las piernas a la par que la prenda seguía abriéndose hacia arriba y uno de sus grandes y hermosos pechos salió a relucir. Instintivamente él le tomó uno con una mano mientras que la abrazaba con el otro brazo para acercarla más. Empezó a besarla y ella se resistía pidiéndole que la soltara.
El hombre no se amilanó y continuó con su tarea hasta que la mujer no opuso más resistencia. Se dieron unos besos de lengua mientras con el pulgar y el índice la excitaba tocándole suavemente los pezones que pronto comenzaron a endurecerse. Luego la besó en la garganta y en los pechos.
Después fue bajando la mano hasta tocarle el pubis y con el dedo índice comenzó a masajearle los labios vaginales, apoyándole el pulgar sobre el botoncito del clítoris al tiempo que lo movía ligeramente. Para entonces estaba sumamente excitado y no podía controlarse.
El siguiente paso fue el que le pareció más natural: la penetró. Cuando la mujer sintió el miembro del abogado dentro de su vagina, abrió los ojos bien grandes y le dijo que parara, que no podía hacerle eso (aunque interiormente lo deseara).
Una cosa era dejarse acariciar un poco y otra que la penetrara sin más preámbulos. Su dignidad estaba por sobre todo. Le gritó que no era una puta cualquiera que abría sus piernas ante el primer macho que se le acercara y entonces el hombre pareció dudar..
Los pubis se tocaban y ella insistía con que no lo debían hacer. Le decía que pensara en su marido, que ella lo quería mucho y no pretendía engañarlo. Que él había interpretado mal las cosas. Pero él seguía con el miembro en su interior aunque no se movía pero estaba a punto de llegar al orgasmo.
¡Sacala, sacala!, insistía ella.
Por fin el abogado accedió y se fue retirando lentamente. Dejó solo la cabeza dentro de la vagina y cuando percibió que iba a descargarse, retrocedió y lanzó un potente chorro de semen sobre el vientre de la mujer. Luego se dio vuelta y se acostó boca abajo, pensando en lo que había hecho y sintiéndose terriblemente culpable. Le pidió en voz baja perdón.
La contadora cerró los ojos y se puso a llorar. Luego se sentó en el borde de la cama y se quedó de espaldas a él. Unos minutos después se levantó y se quitó totalmente la bata. Desnuda y deslumbrante como nunca volvió a la cama y le dijo que haría el amor con él por esta única vez y a modo de regalo de su soltería que pronto perdería porque se casaba pronto con una chica muy mona. Le pidió total discreción y que no se entusiasmara porque ello no se iba a repetir. Le exigió la promesa de callar para siempre este episodio, pasara lo que pasara, a lo que el hombre accedió como todo un caballero que era..
Después lo abrazó y con sus manos primero y luego con sus labios que lo besaban por todo el cuerpo logró que se le produjera una nueva erección. El se acomodó de nuevo entre sus piernas y mirándola dulcemente a los ojos se la fue metiendo suavemente mientras el goce se dibujaba en su rostro. Su boca se relamía y su cuerpo entero atrapaba al miembro cada vez más adentro.
El abogado seguía en forma lenta como para hacerla desear, por lo que ella le susurró que se apurara, que la cogiera fuerte, que le gustaba bien fuerte. Y ahí le dio con todo y fue una acabada sensacional. Abrazados se quedaron dormidos.
Se repente despertaron casi al mismo tiempo y él, boca arriba tenía nuevamente una tremenda erección. La mujer al verlo así no se pudo resistir y arrodillándose a la par de él comenzó a chuparle la verga hasta que llegó a un estado impresionante. Fue entonces que se le subió encima e introduciéndose el miembre en su vagina lo cabalgó, elevándose y descendiendo. Le apoyó ambas manos sobre su cuerpo para hacer equilibrio y comenzó a moverse con más ímpetu. Estaba por tener otro orgasmo y se movía cada vez más ligero.
El comenzó a excitarse otra vez y le costaba creer lo que le estaba sucediendo, después del sermón que había recibido. Jamás hubiera pensado que la contadora fuera tan fogoza. De pronto ella empezó a gemir porque estaba acabando y excitadísima hundió aún más la pija en su conchita.
El joven que se consideraba todo un experto en cogidas se sorprendió. Jamás había visto a una mujer tener un orgasmo así y eso lo excitó como un loco, la hizo dar vuelta despacio para quedar él arriba y se empezó a mover acompasadamente. Ella lo rodeó con sus brazos al tiempo que acomodaba sus piernas en la espalda de su ocasional amante y cruzaba los talones. El la besó, recorrió su boca con su lengua y siguió besándola por el cuello mientras bombeaba sin parar.
La mujer acompañaba maravillosamente cada uno de los movimientos. Estaban tan sincronizados que parecía que se hubieran conocido desde siempre. El hombre sintió que iba a estallar nuevamente mientras ella gemía y sacudía violentamente sus caderas iban ante cada embestida. Terminó con un espasmo tremendo, provocando que él, luego de un par de estocadas, explotara. Sintió como si todo adentro de su cuerpo fuera a salir por la cabeza de su pene y llenar su deliciosa, temblorosa y humedecida conchita.
Se quedaron abrazados hasta lograr cierta tranquilidad. Luego se confesaron que jamás habían experimentado un polvo tan intenso y abrazados y besándose quedaron ahora sí profundamente dormidos. Había sido una noche enloquecedora.
Cuando el teléfono de la conserjería los despertó, se dieron cuenta que apenas habían descansado, pero no se preocuparon porque habían vivido una de sus mejores experiencias amatorias.
Se levantaron, se ducharon y luego de vestirse bajaron al comedor donde se encontraba la otra pareja, que por lo visto habían disfrutado también de la noche porque estaban muy sonrientes y felices.
El último día en Mendoza comenzaba y trabajarían hasta la tardecita en que tomarían el vuelo de regreso."
"Cuando sintió que otra mano que no era la mía le acarició su cola giró rápidamente y se encontró con nuestros amigos desnudos al lado de la cama. Se separó inmediatamente de mí y se sentó sobre la cama tratándose de taparse con ambas manos su desnudez. Estaba preciosa así y daba una imagen por demás erótica a pesar de la bronca que denotaba su rostro.
Les gritó que se marcharan, que éramos todos unos degenerados y que ella no era una puta. Se puso a lagrimear y preguntó por qué le hacían esto a ella y a sus esposas. Por qué la humillaban de esa manera si ella nunca les había dado motivos para ello.
Los dos se quedaron sin decir palabras hasta que Raúl le dijo que tenía razón, que los perdonara, que podía pensar cualquier cosa de ellos y de mí, pero que no lo hacían con mala intención, que acudían a mi llamado porque yo pensaba que ella ya no disfrutaba de nuestros encuentros y que necesitaba más sexo del que yo le podía brindar y ellos luego de mucho pensarlo accedieron a ayudarme. Le juraron que nadie se enteraría salvo que ella hablara y que sería esa sola experiencia y después volverían a su vida normal siendo nada más que amigos como hasta ahora.
Piru poco a poco fue aflojando. Me dijo que era un hijo de puta, que ella conmigo solo estaba bien pero que si yo consideraba que lo necesitaba estaba dispuesta a probarme que ello no era cierto. Me preguntó si mi gustaba verla coger con otros hombres y eso me hizo sentir mal y no le contesté nada.
Le dí un beso en la boca y comencé a acariciarle los pechos. Ella entonces casi sollozando se volvió a subir mío y empezamos a movernos de nuevo. Me sentí mal por el momento que estábamos atravesando y casi suspendo todo pero dudé un instante y en ese Jorge, al que se lo notaba muy excitado, le acercó su pija a la cara y ella sin mediar palabras empezó a acariciársela y después, mirándome de reojo, se la introdujo lentamente en su boca. No dije nada y continué en lo mío.
Raúl, que estaba ubicado a nuestros pies le empezó a lubricar el agujerito del culo, Primero besándoselo y luego con un gel que había traído expresamente. Piru emitió un gemido pero no le negó la entrada así que el viendo que se estaba dilatando acercó su verga también lubricada y empezó a metérsela suavemente.
Yo seguía con mis movimientos y parecía que iba a acabar. No solo por lo que estaba haciendo sino por lo verla de tal manera a mi mujer. Estaba siendo cogida por los tres y se la bancaba como una lady.
Sin dejar de mamarlo a Jorge se acomodó para recibirnos a los dos simultáneamente. Yo por la concha y Raúl por el culo. En ese momento me pareció que nuestras pijas se tocaban debido a lo delgado de las paredes. Pero era solo impresión.
El espectáculo era inenarrable. Nora estaba con todos sus agujeros ocupados y gemía de gozo. El primero en acabar fui yo pero se la dejé adentro y por suerte la mantuve erecta un buen rato. Luego acabó Raúl sacándola y tirándole la leche por su cintura y nalgas.
Ella ya no aguantaba más y aceleró los movimientos de su boca ayudada por sus manos. Cuando sintió el primer chorro en su boca se la sacó salpicándose su cara y las tetas y parte de mi cuerpo que estaba debajo.
Después de un rato de relax se fueron invirtiendo las posiciones y al tiempo que se la chupaba a Raúl cogía con Jorge mientras yo observaba todo con calentura y resignación a la vez.
Descansamos otro poco mientras nos masturbaba y chupaba indistintamente para que nuestros miembros estuvieran erectos con prontitud cosa que no ocurrió fácilmente.
Al primero que se le paró totalmente fue a Jorge, que como dije estaba super excitado y además, era el más joven de los tres. Entonces se le subió encima y comenzó a cabalgarlo. Se lo cogió prácticamente en pocos movimientos y acabaron simultáneamente en un grito de gozo y placer.
Luego Raúl la dio vuelta y se la introdujo suavemente desde atrás (no por el culo) mientras ella me la estaba chupando.
Ahí sí mis amigos se dieron cuenta que no les había mentido y que ella necesitaba más sexo del que yo le podía dar.
Después de un rato de seguir tocándonos dijo que se quería dar una ducha y se retiró de la cama dejándonos a los tres solos sin decir palabras.
Cuando regresó lucía maravillosa y nos invitó a compartir un café con ella. Charlamos de cualquier tema y ninguno de los presentes hizo alusión a los momentos vividos.
A la noche al acostarnos luego de concurrir al cine y a cenar afuera me dijo que le había gustado mucho la experiencia de ese día y quería repetirla de vez en cuando. Luego nos dormimos plácidamente.
Trataré de complacerla a la brevedad."
"Arreglé todo para un fin de semana que los chicos no iban a estar y lo hice venir haciéndolo entrar en casa sin que ella se diera cuenta. Le dije que aguardara el momento oportuno en la habitación que está junto a la nuestra y que ingresara cuando viera que estaba todo preparado.
Ese día almorzamos liviano y le propuse a mi mujer hacer una siesta para estar bien para la noche ya que teníamos una reunión en casa de unos amigos, a la que casualmente concurriría también Juan Carlos. Sería la prueba de fuego para mí.
Apenas nos recostamos empecé a jugar con Piru y la fui llevando de a poco hasta que empezó a calentarse como siempre. Estábamos los dos desnudos y después de mimarmos y besarnos un buen rato me bajé para besarle su conchita introduciéndole la lengua en busca de su clítoris mientras una de mis manos le acariciaba los pechos.
Empezó a mojarse y tuvo su primer orgasmo. Es muy rápido para ello y a mí me da mucho placer por la cantidad que suele tener en nuestra relación.
Me acomodé sobre el respaldo de la cama y mi mujer entendió de inmediato qué tenía que hacer. Empezó a acariciarme la verga y fue bajando hasta ponerse entre mis piernas como lo hace siempre metiéndosela casi toda en su boca y dejando su culo y su conchita paraditos apuntando para fuera de la cama como si estuviera esperando algo. Es la típica posición de yoga llamada "gato estirándose".
Ese fue el momento justo para que Juan Carlos entrara. Al verlo con su pija enhiesta y dura como una roca me impresioné. No sabía que el desgraciado tuviera un arma de tal calibre. Era gruesa y larga. Parecía la de un actor de películas porno. Seguro que si un productor de ese tipo de cine lo viera en pelotas lo contrata de inmediato.
Pensé en lo que se iba a tragar Piru y empecé a calentarme aún más de lo que estaba por la masturbación oral que me estaba haciendo.
Cuando ella sintió algo a las puertas de su vagina frenó con lo que estaba haciendo e intentó darse vuelta a ver quién era el que intentaba penetrarla.
Tomándola por la cabeza impedí que se diera vuelta al tiempo que le dije que por favor no miraba y que se dejara hacer lo que sea, que no la iba a pasar mal, que confiera en mis palabras.
Me miró como diciéndome ¡Te diste el gusto! y continuó mamándome de maravillas como siempre lo hace.
Como estaba mojada nuevamente se aguantó ese tremendo pedazo sin problemas. Yo veía como Juan Carlos la penetraba y no podía creer que esa pija se perdiera de mi vista rumbo al interior de su vagina.
El "amante misterioso" como pensé en llamarlo a mi amigo, entraba y salía con potentes empellones y yo notaba que eso la hacía gozar sobremanera por la forma en que me la chupaba. Por momentos y dada la excitación que ella tenía tuve miedo que me la mordiera pero por suerte eso no sucedió.
Ví como Piru reculaba como para que le entrara toda y no se le fuera más de ahí y supuse que estaba por tener otro orgasmo. Juan Carlos que estaba también muy excitado acabó furiosamente derramando su semen sobre la cola y la espalda mi mujer y yo al ver la situación de ambos no pude contenerme y me corrí en su boca sin que ella dejara escapar ni una sola gota.
Cuando mi mujer se repuso y sintió que se retiraba la pija que la había cogido intentó darse vuelta nuevamente pero se lo impedí.
Luego la fui alzando hasta tenerla acurrucada entre mis brazos y fue cuando me preguntó el por qué no le había dejado ver a la persona que la había penetrado.
Le dije que ese era el juego, que otro la penetraría delante de mí sin que ella viera ni antes ni después al que la había hecho gozar.
Después de nos dormimos un rato y al despertarnos hicimos el amor como nunca. Me confesó que la había pasado bien y que si no me importaba le gustaría repetir la experiencia.
A la noche en la reunión estuvo junto a Juan Carlos y charló y rió con él sin saber que era quién la había hecho gozar tanto a la tarde. La verdad que se comportó como un caballero y por ello fue que apartándome de todos le dije que en cualquier momento lo volvía a llamar."