Mis mayores fantasias

Les dejo aquí un relato real, sobre algunas de mis fantasías y su origen.Obviamente los nombres son otros, para mantener la seguridad y privacidad.La introducción es un tanto larga, pero espero les agrade.Acepto todo tipo de criticas, ya que me serán útiles para mejorar mi escritura.

Siempre creí que estaba loca, que algo en mi estaba mal, jamás me acabo de gustar mi compleción física, y eso que según muchas de mis amistades, parejas y amantes, yo era bonita y bien dotada para ser solo una joven de 16 años. Aún así, hoy sigo disconforme con mi cuerpo. Recuerdo que a aquella edad mi cuerpo era la envidia de varias de las chicas del colegio, y el centro de miradas de varios muchachos, no solo del turno de la tarde al que concurría, sino también de algunos del turno mañana y noche. También era piropeada, acortejada, y mirada por cualquier hombre que pasaba por la calle. Siempre supuse que al ser una chica morocha y bajita, con cara de niña (más que nada eso era gracias a mis mejillas sonrosadas y prominentes que tuve, y aún tengo, desde mi infancia, con pecas apenas visibles), pero con un culo grande y redondo, unas piernas cortas y sensuales, y unos pechos con los cuales me veo obligada a llevar un sujetador de copa A ,talla 90, iba seguro a ser el blanco de miradas furtivas, comentarios un tanto desagradables y fuera de tono, piropos, e incluso el interés y atracción de muchos chicos de mi edad (la mayoría) para llevarme a la cama sin apuro alguno. Otra cosa que en una muchacha de mi edad jamás me pareció normal, sino todo lo contrario, fue mi gran apetito sexual insaciable. Tenia incesables fantasías nocturnas que despertaban en mi aquel deseo sexual que albergo en mi vida e intimidad desde los 11 años de edad (lo sé, lo sé, era muy pequeña, aun no presentaba ningún cambio físico en mi cuerpo, ningún atisbo de la pubertad, pero aun así mi mente disfrutaba de las fantasías sexuales, algunas más inocentes sin sexo explicito, y otras más morbosas en las que era forzada y duramente violada). Siempre intuí que algo había mal conmigo, yo había sido criada de manera impecable, tomaba clases de arte, música, teatro, ingles, baile, clases de modales y etiqueta (si, esas en las que te hacen corregir la postura al sentarte, caminar, pararte, e incluso para dormir; caminas con un libro sobre tu cabeza en equilibrio ridículamente, aprendes modales, y a tomar té como si estuvieses a la mesa con la misma Isabel I o María Antonieta). Mi infancia, para muchos, parecería ser tortuosa, pero resulta que yo me eduque de esa manera, y al contrario de lo que suelo pensar ahora, era algo agradable. En la escuela primaria era la preferida de todos mis maestros, una alumna de 10, pasaba los recreos en la biblioteca de la escuela leyendo, estudiando, e incluso adelantando tareas o trabajos. Siempre ame leer e informarme y adquirir conocimientos, también leo por ocio, podría decirse que a mis delicados 7 años leía con pasión y entusiasmo novelas enteras (mis favoritas eran las de Shakespeare). Pero a pesar de todo, de ser femenina y educada, de aprender a comportarme de manera elegante y con clase, a mis 11 años tenia fantasías sexuales a menudo. Descubrí que eso no era lo único que podría considerarse erróneo en una niña de mi edad. Tenía una atracción leve por las mujeres, a mis 13 años acepte con total formalidad ante mi familia (ya que yo lo tuve en claro un año antes) que era bisexual, aunque a nadie pareció agradarle la noticia y nunca se volvió a hablar del asunto. M peores problemas comenzaron cuando cumplí mis 16 años. Había suspendido el tercer año, y tenía que volver a cúrsalo en una escuela distinta. Allí fue cuando mis fantasías empezaron a aumentar, no solo en las noches, sino también por las mañanas. Conocí a muchos chicos, pero ninguno lo bastante interesante ni atractivo como para perder mi virginidad; por ello me sorprendió cuando a través de una red social un chico, que al parecer iba a mi misma escuela en el turno nocturno, comenzó a hablarme. Pasó un tiempo y entre ambos comenzó a crecer un atisbo de confianza. Hasta que un día, en una de las tantas charlas sexuales que mantenía con el (un poco torpe de mi parte, seguro para muchos, hablar de mi vida sexual con alguien a quien no conocía personalmente, aun) acordamos un encuentro para poder disfrutar de la compañía del otro. Y así fue como deje mi virginidad en manos de aquel, podría decirse hombre, de 21 años de edad, alto, flaco, de ojos impresionantes, y una boca para morirse (si debo decir algo sobre él, puedo asegurarles que la magia que obro en mi cuerpo con sus manos, su boca, su lengua, lograron hechizarme y calentarme, siquiera antes de que me penetrara). Pero aquello no fue más que el inicio de mis mas tortuosas y húmedas noches, mañanas y tardes, en las él protagonizaba tantas (o más bien todas) mis fantasías sexuales que mi mente generaba y despertaban mi libido. Supongo ya están un tanto aburridos de mis explicaciones, por ello dejare de darles vueltas a todo esto y comenzare a contarles algunas de aquellas fantasías que tuve.

Fantasía 1

Volvía del colegio a mi casa, era tarde ya y las calles estaban oscuras. No había mucha gente por las calles, en invierno la mayoría ya estaban en sus hogares, aunque yo recién me marchaba al mío. Había salido del colegio a las 18 hs, como de costumbre me quede media hora más pasando el rato, fumando, y divirtiéndome con un grupo de mis amigos. Cuando estaba a tan solo unas cuadras de mi casa, sentí como si alguien me estuviese mirando a cierta y prudente distancia, aunque siempre me miraban los hombres, por más de que vistiera jeans con calzas debajo, un buzo, y una campera holgada. Seguí caminando como si nada, aunque luego de caminar una cuadra más me di cuenta de que en realidad me estaban siguiendo. El pánico se apodero de mi, pero me tranquilice, no era la primera vez que sucedía, así que me relaje, respire hondo, y simplemente seguí caminando como si no tuviese idea de que me seguían; mientras tanto pensaba. Decidí tomar un pequeño desvío, por donde sabría había más gente, y podría perder de vista a quien fuese que me seguía. Cuando logre alejarme y escabullirme entre la gente, suspire tranquila, imaginando que ya había pasado el peligro y podría volver a casa sin ningún inconveniente. Por eso mismo me sorprendió cuando deslizaron una mano enguantada encima de mi boca y la otra por mis caderas. Me quede dura del miedo. La calle estaba vacía y los locales cerrados, no había ni un solo auto circulando por la calle, nadie a quien pedir ayuda. El hombre susurro en mi oído:

-¿Pensaste que te librarías de mi tan fácil? Lamento informarte que no, Laura.

Al girarme me encontré de frente a él. Muchas veces pensé en buscarlo, o intentar cruzármelo por la calle, y aquí estaba. Vestido con una campera gris humo, unos pantalones azul oscuro y unas zapatillas deportivas desgastadas; tenía unos guantes negros de cuerina, y aun me tapaba la boca y me sostenía firme contra él. Me miraba fijo, con un brillo de deseo en sus ojos. Sabía que tenía las mejillas sonrojadas por la forma en la cual me miraba, y comenzaba a excitarme al tener su cuerpo tan pegado al mío. No pensaba salir corriendo, ni gritar, solo quería que siguiera allí estrechándome contra su cuerpo. Creo que se dio cuenta de ello, porque libero mi boca. Me apresure a decirle algo antes de que mi cuerpo y mi deseo sexual me consumieran

-¿Qué haces acá? ¿Por qué me seguías? ¿En qué estas pensando? ¿Cómo se te ocurre asustarme de esta manera? ¿Tienes siquiera idea de lo tarde que es? Llego tarde a casa y van a matarme mis padres. Al menos dime ¿Qué es lo que quieres de mí a esta hora que no pueda esperar hasta mañana?

Él sonreía de una manera sexy y a la vez perturbadora

-Cálmate Laura, y no puedo seguir esperando para obtener lo que quiero de ti, preciosa.

Me tomo por la nuca y hundió su mano en mi pelo, para mantenerme bien agarrada mientras me besaba con pasión y deseo. Allí, en ese justo momento, me rendí a él. De pronto sentí una tela sobre mi boca y nariz, se sentía fría y olía fuerte; me desmaye al instante.

Me desperté al tiempo supongo unas pocas horas más tarde. Estaba en una habitación de baldosas blancas, recostada sobre una de las paredes del cuarto. Al intentar moverme sentí un tirón que me devolvió a mi posición, y me di cuenta de que estaba amarrada a la pared por unas cadenas. No comprendía nada, recordaba estar en la calle, ser interceptada por Tobías, que me besara y luego todo era confuso, hasta que me desperté aquí. Escuche unos pasos, y de momento a otro una puerta en la que no había reparado antes se abrió. Él se acerco a mi lentamente, disfrutando al parecer de mis expresiones al verlo vestido solo con sus pantalones azul oscuro.

-¿Disfrutas de la vista?

Lo mire de arriba a abajo, y asentí levemente. Volvió a sonreír.

-Me alegro, porque yo también disfruto de la vista.

Me desconcertó su comentario, hasta que me mire y vi que no llevaba más que mi sujetador y mis braguitas. Me puse colorada al instante, e intente cubrirme, pero él se anticipo a mí y me freno, aunque con las manos atadas a mi espalda con unas cadenas me hubiese sido imposible de todas formas.

-Eres preciosa, exquisita y no deberías de avergonzarte de tu cuerpo, menos conmigo, no hay parte de tu cuerpo, ni detalle, ni lunar que no conozca ¿Qué te parece si jugamos a algo?

Aquella pregunta me excito de inmediato. Sin previo aviso me soltó las muñecas y me levanto en sus brazos. Comenzó a besarme de manera que chocaban nuestros dientes y narices constantemente. Me bajo, y al apoyar los pies en el suelo, me di cuenta de que ya no estábamos en la misma habitación que hacía unos minutos. Mire cada sitio, y examine cada rincón y mueble de allí. Una gran cama matrimonial, un mueble pequeño y rectangular con cajones, una cruz de madera en la pared, y toda una pared llena de látigos, fustas, floggers, varas. Hay más cosas, soy consciente de ello, pero Tobías me gira hacia él e invade mi boca con su lengua. Me lleva lentamente hasta la cama sin soltarme ni separar nuestras bocas. Llegamos hasta el borde y me suelta repentinamente, me empuja y caigo sobre el edredón rojo. Lo miro, y me doy cuenta de que esta no será una noche tranquila.

-Por favor, hazme tuya, por favor.

-No ahora, todo a su debido momento. Primero vamos a entrar en calor y divertirnos un rato.

Me vendó los ojos, y prosiguió a atarme a la cama. Una vez terminado conmigo se dirigió a buscar algo en un cajón. Cuando volvió me empezó a frotar algo frio por mi coño, ya húmedo.

-Mmmm.... Al parecer ya estas más que lista-dijo con la voz seductora, casi ronroneando-Te dejare llegar al primer orgasmo, y luego seguiremos jugando.

Comenzó a frotarme el clítoris con un dedo, y de repente me metió dos dedos, mientras con su pulgar seguía estimulándome. Empezó a acelerar el ritmo con el que me penetraba con sus dedos, y su pulgar ahora trazaba círculos sobre mi clítoris cada vez más rápido.

-Vamos, córrete para mi amor, hazlo, se que quieres hacerlo, venga córrete.

Escucharlo decirme aquello me excito mas, y logre llegar al orgasmo escandalosamente. Saco sus dedos de mi interior y sin previo aviso, mientras yo intentaba normalizar mi respiración, me los metió en la boca.

-Chúpalos, los quiero bien limpios.

Obedecí de inmediato, quería complacerle en todo. Se alejo de la cama, y al volver me susurro al oído.

-Laura, voy a azotarte 20 veces con una vara, por cada azote vas a darme las gracias y los contaras también, si gritas añadiré 5 azotes mas, si te olvidas de dar las gracias serán 10 mas, y si pierdes la cuenta empezare de nuevo y además añadiré otros 20 mas ¿Entendido?

-Si...

Escuche el golpe mucho antes de poder sentirlo en mi piel.

-¿Si qué?

-Si, señor.

-Bien, ahora está mejor. Pues bien, te daré la vuelta y comenzaremos.

Me desato de la cama el tiempo suficiente para que me diese vuelta y quedase boca abajo, y volvió a atarme. Sentí el primer impacto en mi culo, me dolió tanto que se me escapo un pequeño quejido, que espere el no hubiese notado, pero no tuve tanta suerte; para peor olvide contarlo y darle las gracias. Debo admitir que el saber que me dará unos ¿Cuántos? 50-55 azotes me aterra bastante ¡No podre sentarme por algunos días!

-Laura, Laurita mía, ya empezamos mal; ni contaste, ni me diste las gracias, y gritaste. Supongo que tendré que comenzar de nuevo y por eso agregar 20 azotes más, por no agradecer 10 y por quejarte 5 más. Mmmm... No creo que vuelvas a sentarte en una semana, mínimo.

-No, por favor, te lo suplico, no, lo lamento mucho, enserio, hare lo que quieras pero por favor no.-el miedo y el dolor me estaban sacando unas lagrimas.

Se acerco y me acaricio el pelo con ternura.

-Está bien, solo porque lo pides de esa manera, preciosa.

Me dio un suave beso en el cuello, que envió una leve descarga hasta mi sexo, poniéndome húmeda y caliente de nuevo.

-Empezaré de nuevo, esta vez espero no te olvides de nada, sino, aplicare mis medidas, por más de que me supliques ¿Entendido?

-Sí, señor.

Se alejo de mí, y esta vez me acaricio el culo antes de dar el primer azote, yo ya estaba lista.

-1, gracias…2, gracias…3, gracias- cada vez dolía un poco más- 8, gracias… 9, gracias… 10, gracias- y él iba alternando entre nalga y nalga de mi culo- 14, gracias…  15, gracias…16, gracias- las lagrimas eran inevitables, se me estaba corriendo el rímel y seguro se estaba manchando la venda tanto como mis ojos-19, gracias…20, gracias.

-Lo has llevado bien Laura, tendrás tu recompensa ahora.

Me desato y luego me quito la venda, al verme una sonrisa le cruzo la cara. Seguro me veía terrible. No aguantaba más, me sentía muy humillada y avergonzada por mi imagen. Intente escabullirme  pero me tomo por la muñeca y me tiro hacia él, haciéndome caer sobre su pecho. Me tomo por la barbilla, me levanto la cabeza y me beso tiernamente.

-Estas hermosa- dijo mientras me repasaba con la venda el contorno de los ojos, limpiando el estropicio que era ahora mi maquillaje.-Bueno, hora de tu recompensa.

Me puso a cuatro patas en la cama y comenzó a acariciarme el coño suavemente, me metió dos dedos y comenzó a follarme con ellos. Empezó a incrementar el ritmo, estaba a punto de correrme y freno.

-Espera un poco, todavía no quiero que acabes.

Quise protestar pero en ese momento sentí algo duro penetrándome. Comencé a excitarme más, y entonces me di cuenta de que no fue su polla lo que me penetro, por lo que me retorcí un poco. ¡Auch! Sentí la nalgueada al instante.

-No te muevas amor, tranquila lo que tienes es un vibrador, tiene un mando y lo tengo yo, pero antes de encenderlo quiero que te corras.

Siguió penetrándome con el juguete hasta que sentí como mi cuerpo reaccionaba involuntariamente a las últimas presiones para llegar a su máxima liberación. Se arqueo mi espalda, mi boca se abrió inevitablemente para soltar un largo suspiro y las paredes de mi sexo se contrajeron al rededor de aquel juguete con el cual Tobías me estaba penetrando. Y por fin alcance el orgasmo que estaba deseando, y mi cuerpo se relajo poco a poco.

-¿Te gustó? Se nota que si- dijo pasando un dedo por mi sexo, que estaba empapado.

Lo vi lamerse el dedo con energía, saboreando mi excitación, lo cual me calentó de nuevo. Se levanto de la cama, y me tendió una mano para que lo acompañase. Nos dirigimos a un baño, él se quito sus pantalones y se quedo con un bóxer rojo con rayas horizontales de color gris, me miro esperando mi reacción, muy bien me conocía como para saber que la ropa interior masculina que mas me vuelve loca y me calienta son los bóxer a rayas. Me dirigió una mirada provocativa y me guiño un ojo, en ese momento mi compostura se fue al país de nunca jamás junto con mi timidez, me arrodille frente a él, le quite despacio sus bóxer, los olí, y lo mire, la reacción que tuvo era la que yo esperaba, su pene estaba duro y listo, asique sin perder un segundo más me lance y comencé a chupársela. Cuando note que estaba por correrse quise aumentar aún más el ritmo pero me freno y se aparto de mí.

-Aún no, tendrás que esperar.

Abrió el grifo de la ducha y el agua caliente empezó a recorrer nuestros cuerpos. Nos comenzamos a relajar poco a poco. Pero algo nos impulso de nuevo a buscar placer y darlo. Yo me recordé aquella primera vez en la ducha con él, los roces, las caricias, como incline mi cuerpo hacia adelante, como me penetro y me follo de una manera deliciosa para mí. Y una vez más empezamos a jugar con nuestros cuerpos bajo el agua de la ducha. Nos pasamos gel de baño el uno al otro, deteniéndonos en los lugares indicados; juntamos nuestros cuerpos para enjuagarnos juntos; me dedique un rato a masturbarlo y luego a darle sexo oral, hasta que me ayudo a pararme y comenzó entonces él a estimularme. Me sentó en una esquina de la bañera y comenzó a lamerme suavemente el clítoris, logrando que se me escaparan algunos gemidos; siguió lamiéndome hasta que me metió su lengua y comenzó a la vez a presionar su boca y succionar. Llegue al orgasmo a los minutos, luego se retiro un segundo para mirarme y sonreír, y volvió a lamerme para limpiar y probar mi excitación. Cuando acabo se puso en pie, y me ayudo a mí a hacerlo, ya que, luego de dos increíbles orgasmos, mis piernas temblaban como gelatina. Me giro despacio, ahora su pecho estaba pegado a mi espalda, lo que hacía que su aun erecto miembro se apretaba contra mí. Comenzó a morder el lóbulo de mi oreja derecha, y a bajar suavemente con besos y pequeñas mordidas por mi cuello hasta llegar a mi hombro; y repitió la operación con el lado izquierdo. Cuando acabo me giro y me levanto en el aire, por lo que tuve que rodear su cuello con los brazos y su cintura con mis piernas. Me estampo contra la pared, mientras que con una mano acomodo su pene erecto en la entrada de mi sexo, y me penetro de un brusco movimiento, logrando que me arqueara un poco, tirase mi cabeza hacia atrás y suelte un sonido que estaba entre un grito y un gemido. Me miro preocupado.

-¿Te lastime? ¿Te duele algo?- su preocupación por mi me hiso sonreír un poquito

-No, bueno un poco, pero es porque no estoy demasiado húmeda y al penetrarme de ese modo me dolió un poco, solo eso.

-Bueno, si es solo eso.

Comenzó a penetrarme suavemente para evitar lastimarme o que me duela; poco a poco empezó a incrementar el ritmo, hasta que simplemente me daba embestidas rápidas y fuertes. Se freno justo antes de que ambos lográramos corrernos, y cambiamos de posición; aquella posición nos produjo algo a ambos apenas terminamos de lograrla, era la que habíamos hecho aquella primera vez juntos en la ducha. Nuestras miradas se cruzaron un momento, y antes de comenzarlo le susurre “duro”. Al parecer lo entendió, porque apenas comenzó lo hiso a su antojo, y un tanto al mío; sus embestidas eran frenéticas, cada vez que chocaba su pelvis contra mi trasero lo hacía con fuerza; él me penetraba hasta el fondo, sin miramientos, estábamos a punto de llegar, al menos él a su primer orgasmo en la noche, y se detuvo, salió de mi interior, dejándome vacía. Me gire y lo mire, pero él estaba de espaldas a mí. Acaricie su espalda y deje descansar mis manos en sus hombros. Como no reaccionaba pase mis brazos alrededor de su cintura y me pegue a el, pasaron unos segundos apenas desde que llevaba abrazada a él de esa manera hasta que lo escuche decir “despierta”; no comprendía nada hasta que se giro me miro y me dijo “despierta Laura”

Me levante de repente, sobrecogida porque aun escuchaba su voz en mi cabeza, pero allí estaba yo, en mi cama, en el comedor, frente al ventanal que daba al balcón; estaba sudando e inconscientemente baje mi mano y la metí por dentro del short  con el que suelo dormir y note la humedad incluso por encima de mis bragas, me sonroje casi al instante, al parecer me había corrido en sueños y más de una vez. Me desilusione e hice una mueca de decepción; todo había sido un sueño y nada había sido real. Me retire al baño a darme una ducha de agua fría para calmar la calentura de mi cuerpo. Volví a mi cama y me acosté; me quede dormida pensando en aquel sueño, y en él, preguntándome si también soñaría él conmigo.

Aquella, sin saberlo, fue la primera de muchas fantasías que tuve a lo largo del tiempo, y que hoy me animo a confesar.

Bueno pronto seguiré contándoles mis fantasías con aquel, que sin saberlo, vive tanto en mi mente, como en mis fantasías. Aun después del paso del tiempo sigo teniendo en claro que es lo que siento por él, pero sé que eso no cambiaria jamás las cosas, ni aunque se lo dijese; me dejo en claro a mis 16 años, en varias ocasiones y de distintas maneras, que entre ambos nunca habría una relación que involucre sentimientos más profundos que los que genera la atracción física y la de una simple y sencilla amistad. Tal vez cuando termine de relatarles aquellas fantasías que estoy dispuesta a compartir, les cuente sobre aquella experiencia real que viví con él en la cual perdí mi virginidad.