Mis mayores fantasías (3)

Aqui esta la tercera fantasia de las cuales queria escribir.Lamento haber demorado unos dias en volver a publicar algo, pero he estado ocupada en casa, y no he tenido mucho tiempo.Espero les guste.Como siempre, acepto criticas, me sirven de ayuda para progresar.

Fantasía3

Salí a caminar un rato luego de discutir con mis padres. Jamás lograre entenderlos. En fin, necesitaba aire, y fumar un cigarrillo, tres meses de abstinencia a la basura. Mire el reloj, dos y media de la madrugada. Debería volver, es tarde y mañana tengo que levantarme temprano. Comencé a caminar tranquila, aunque esa tranquilidad desapareció cuando un hombre comenzó a seguirme sin mucho disimulo. Tome bastante aire y me eche a correr. La adrenalina y el miedo del momento nublaron mis pensamientos, tanto que no me di cuenta de que había alguien delante mío y termine chocándolo. El joven se dio vuelta y me miro. Me tendió una mano y me puso en pie. Pero en cuanto me di cuenta, el hombre que me seguía me había alcanzado, y no estaba solo. Otros seis hombres se acercaron y me rodearon. Me gire a mirar al muchacho con quien había tropezado pera pedirle ayuda, pero la sonrisa que traía en su cara me dijo que estaba con ellos. Me ataron las manos a la espalda y me subieron a un coche que había estacionado en la calle. Grite varias veces, pero no sirvió de nada. Me dieron unos cuantos golpes y luego me amordazaron. Del miedo comencé a llorar ¿Qué me harían? ¿Me violarían o terminarían secuestrándome y vendiéndome como esclava sexual? Sentí como deslizaban una mano por mi pierna izquierda. Me moví, pero me propinaron una cachetada tan fuerte que no volví a moverme. Siguieron tocándome los dos hombres que iban en el asiento trasero conmigo. Estábamos por llegar seguramente, porque me vendaron los ojos y el auto comenzó a reducir la velocidad.

Cuando me quitaron la venda de los ojos pude ver que los siete hombres llevaban unos antifaces. El único que tenía el rostro descubierto era el joven. Todos eran parecidos entres si, altos, fornidos, de espalda ancha, y pelo negro. El muchacho era el único que desentonaba allí. De 1.70 con pelo castaño claro, ojos azul claro, labios finos, poca musculatura, y una sonrisa sexy y provocativa. Decidí echar un vistazo a la habitación. Paredes color melocotón, piso de madera, había un colchón circular en el centro, y varios armarios y cajoneras. Contra una de las paredes había una mesa con comida y bebidas, varias sillas y algunos silloncitos.

El joven se acerco a mí, me desato la mordaza y me pidió que hiciera silencio. Se giró para mirar a uno de los hombres, que rápidamente le entrego dos cajas negras. Me las dejo en el suelo, frente a mí. Luego me dijo que me soltaría las manos, pero que si intentaba huir sus hombres tenían autorización de detenerme y devolverme allí a la fuerza, si fuera necesario. Se agacho detrás mío y comenzó a liberar mis muñecas. Pensé por un momento en golpearlo y correr, pero ver a los siete hombres allí parados me hizo dar cuenta de que sería en vano, me superaban en número y fuerza, no merecía la pena ni pensarlo. Cuando termino, me mire las muñecas, tenía las marcas de la soga. Me las restregué un poco para aliviar el dolor. El muchacho se puso frente a mí y me tendió una mano para ayudarme a ponerme en pie. La rechacé recordando que hizo lo mismo en la calle y en realidad fue solo una trampa. Me pare sola, me sacudí las rodillas del pantalón. Él me miró de arriba abajo, y luego sonrió.

-Mi nombre será para ti Máximo. Pero me llamaras Amo. Te explicare. Mis hombres están insatisfechos, y yo busco jovencitas atractivas que puedan complacerles. Tú eres la elegida por esta noche. Luego de que te dejemos en el mismo lugar en que te interceptamos jamás volverás a saber de nosotros. No te seguiremos ni nos acercaremos. Te lo prometo. Ahora quiero que tomes ambas cajas, te acompañare hasta la puerta del baño y te vestirás con lo que hay dentro. Te daré solo veinte minutos para alistarte. En el baño hay maquillaje por si quieres utilizar y darte un retoque. Si pasados los veinte minutos no estás lista, entrare, te castigare y te follare. Espero no tener que llegar a eso.

Me miro y asentí como tonta. No podía creer esto. Y para peor no podía dejar de mirarlo. Me tenía hechizada. Quería obedecerle y complacerle, y no tenía ni idea por qué. Tome las cajas y lo seguí. Me llevo por un pasillo hasta la puerta del baño. Me abrió la puerta y entre, me gire para mirarlo y estaba sonriendo. Antes de cerrar la puerta me tomo por los hombros y me beso lenta y apasionadamente. Se aparto y cerró la puerta mientras seguía sonriendo como si no hubiese pasado nada. Me quede sin aliento. Me tomo por sorpresa. Decidí no gastar tiempo, tenía solo veinte minutos para alistarme, y ya estaba desgastando algunos en pensar. Era obvio que por eso me beso, quería desconcertarme y que se me agotara el tiempo para poder castigarme y follarme a gusto. Pero no iba a lograrlo. Toda mi vida me pude alistar en 15 minutos, ropa peinado y maquillaje a cuestión de minutos, esta vez no sería diferente. Abrí la caja más pequeña y vi unas botas altas negras. Nada sorprendente. Me quite la ropa y me quede con mi sujetador rojo y mis braguitas de encaje blancas. Abrí la otra y se me fue el aire. Había un corset negro ajustado, una pollera a juego diminuta, un liguero y un flogger de ocho tiras con pequeñas bolitas metálicas al final de cada tira. Me quede mirando el conjunto hasta reaccionar que perdía tiempo. Me puse el corset y me costó mucho hacerlo sola. Cuando lo logre seguí con lo demás. Una vez lista me mire en el espejo que había en la pared. Me quede impresionada. Estaba muy sexy e impresionante. El corset me apretaba bastante por lo cual mis pechos sobresalían un poco por sobre este. Lo único que conservaba de mi ropa eran mis braguitas, que se veían un poco ya que la falda era muy corta, lo suficiente como para tapar la mitad de mis nalgas. Aun así mi pelo estaba todo revuelto y el maquillaje que llevaba estaba todo estropeado. Busque un peine y el maquillaje. No tarde en encontrar lo que necesitaba, y puse manos a la obra. Cuando acabe tenía el pelo lacio y los ojos delineados, los labios rojos y rímel. Estaba admirándome en el espejo cuando la puerta se abrió de golpe y Máximo entro de golpe. Me miro un momento y sonrió. Se acerco a mí y me tomo por las caderas.

-Entraba para castigarte, pero al parecer no hace falta. Estas hermosa, sexy, tanto que quisiera follarte ahora mismo.

Me sonroje por el comentario, y sin poder decir nada me giro y me beso nuevamente. Invadió mi boca con su lengua y comenzó a jugar con la mía. Me sentía tan bien y tan excitada. Me soltó de golpe y volvió a sonreír como si nada.

-Andando preciosa, hay siete hombres esperando por ti.

¡Dios! Lo había olvidado por completo. Mi miedo y preocupación volvieron de repente. Camine tras Máximo hacia el cuarto donde aun estaban sus hombres, como él los había llamado. Cuando entramos fui el centro de las miradas de ellos. Sentía como me desnudaban con la mirada. Máximo se fijo en mí y noto que estaba incomoda. Miro a sus hombres y a mí, y nos explico, o más bien solo a mí, que era lo que íbamos a hacer.

-Bueno, esta noche vamos a satisfacer nuestras necesidades, por ello esta ella aquí. Ya hemos hecho esto antes, así que sus órdenes son las mismas de siempre, no tocar, no traspasar límites, y no desobedecer en ningún momento.- me miro a mi y siguió- mientras tanto, tú harás lo que yo te diga. Ellos serán tus sumisos y tú serás mi sumisa. Mis hombres harán todo lo que les ordenes, o aquello que yo te indique que hagas con ellos. Quiero antes de empezar acordar los limites para así tener en claro en que coincidimos y en que no. Los míos son simples, sin fuego, sin excrementos, sin brutalidad en los castigos, y sin casos ni situaciones que sean riesgosas. Ahora quisiera saber los tuyos, preciosa.

Me quede muy sorprendida. ¿Así que no iban a violarme ellos, sino que sería yo quien los utilizara a mi antojo? Eso me impresionaba bastante. Pero no podía distraerme con nada, tenía que poner mi total atención en pautar mis límites. Sabía que aquello que no impusiera ahora no podría hacerlo luego. Me concentre y comencé a enumerar todo aquello a lo que no pensaba someterme.

-Mi primer límite es sencillo, no habrá penetración de ninguno de ellos hacia mí, de ningún tipo. Estoy de acuerdo con lo de evitar excreciones en esto. No quiero que utilicen ningún tipo de droga conmigo. No aceptare bajo ningún pretexto la negación de la brutalidad en un castigo a menos que yo lo considere innecesario, me gusta ejercer un castigo que deje en claro que no se debe de desobedecerme y para ello siempre lo hago de manera cruda y brutal. No quiero que haya flagelaciones en los miembros sexuales, tanto de ellos como el mío. Y no me siento cómoda con la suspensión de ningún tipo.-piensa ¿Qué más? Supongo que nada. –Eso es todo.

Máximo sonrió satisfecho y acepto mis límites y la modificación de uno de los suyos. Se acerco a mí y metió su mano dentro de mis bragas y comenzó a masturbarme. Su contacto era exquisito. Me comencé a mojarme mientras me penetraba con dos dedos. Se separo y se fue a sentar en uno de los sillones que había en la habitación. Desde allí y miro a sus hombres y luego a mí.

-Te dejare que elijas a uno de mis hombres para comenzar, mientras los demás esperaran de rodillas por su turno, el orden en el cual los atenderás lo definiré yo. Fíjate bien antes de elegir.

Mire a aquellos hombres tan similares. Los observe detenidamente, hasta que me decidí por uno de antifaz verde. Lo señale y este miro a su jefe, esperando alguna señal, pero no recibió nada. Se acerco a mí y agacho la mirada.

-Pues hiciste una buena elección. Eddy harás lo que ella te indique, sin dudar ni rechistar, si no lo haces le daré autorización para que te azote a su antojo. Bueno preciosa, ahora puedes comenzar a darle placer como a ti te apetezca. Debo decirte que aquí todos mis hombres tienen gustos distintos y Eddy es un caso especial. Si haces bien tu trabajo dándole placer a cada uno de ellos te recompensaré, pero si alguno queda insatisfecho te castigare. Claro que si ellos no hacen lo que les ordenes podrás castigarlos, pero por cada castigo mal dado te castigaré yo. Comienza cuando quieras preciosa.

Volví a mirar al tal Eddy, le pedí que ser sentara al borde del colchón y que antes de hacerlo se quitara la remera y el pantalón. Cuando lo hiso me di cuenta de que iba descalzo, y al mirar a los demás me di cuenta que ninguno traía calzado. Me di vuelta y encare a Eddy. Traía unos bóxer grises, tenía unos abdominales apenas marcados, y sin pelo en el pecho. Me acerque a él.

-Voy a sentarme sobre ti, si te mueves, o me tocas te castigare ¿entendido?

Eddy asintió levemente. Me acerque un poco más y me quede frente a él de pie. Apoye una rodilla sobre el colchón justo al lado de su pierna, e hice lo mismo con la otra. Apoye mi sexo justo sobre su miembro ya erecto. Sentí como se pene temblaba como el de un adolecente bajo su bóxer. Comencé a moverme sobre él, adelante, atrás, adelante, atrás. Seguí así unos minutos hasta que sentí que iba a explotar. Me puse en pie frente a él y le ordene quitarse el bóxer. Cuando se los quito su miembro completamente erecto me dejo boquiabierta. Lo tome con la mano derecha y comencé a masturbarlo. Eddy tiro su cabeza un poco hacia atrás y suspiro. Me puse de rodillas entre sus piernas y comencé a lamérselo despacio. Volví a concentrarme en masturbarlo, luego le di un beso en la punta y me lo metí lentamente en la boca. Subía y bajaba mi cabeza aumentando el ritmo de la mamada que le estaba dando, y entonces sentí como se tensaba más y más, aproximándose al orgasmo. Seguí cada vez más rápido, hasta que soltó un gemido de placer y se corrió en mi boca. Decidí probar que tan obediente seria y no me trague su semen, solo lo deje en mi boca y me puse en pie. Lo agarre por el cuello, le abrí la boca un poco y le vertí su propio semen en la boca.

-Te lo tragas todo, y si dejas que una sola gota se derrame te castigare.

Me miro con los ojos como platos por mi orden, luego miro a Máximo buscando ayuda, pero él solo sonreía, gracioso, disfrutando de mi orden. Eddy se lo trago todo, y me miro esperando alguna otra orden, pero yo ya había terminado con él. La voz de Máximo me sorprendió un poco.

-No sé si la orden se la diste porque querías humillarlo, o porque querías divertirme. Aun así, aunque Eddy se avergüence de admitirlo, no le molesto para nada. Es más que seguro que lo disfruto, ya que él es gay, preciosura.

Me quede impactada pero sonreí. Lo mire y decidí que podría hacer algo mas para complacerlo, algo que jamás he hecho. Me decidí por preguntarlo en voz alta, así Eddy sabría que aun haría algo mas con él. Antes de preguntarle algo a Máximo me recordé que era su sumisa y él mi amo, asique pregunte como es debido.

­-Mi Amo, hay algo más que quisiera hacer con Eddy. ¿Tendría algún problema si me dispongo a ponerle un tampón anal?

La cara de Eddy palideció, mientras que la sonrisa de Máximo se convirtió en una pequeña risa.

-Cariño, no habrá ningún problema con eso. Todo está en el primer cajón de la cajonera de la izquierda.

Me dirigí allí, abrí el cajón y saque lo que necesitaba. Me acerque a Eddy, le ordene voltearse, y poner el culo en pompa. Comencé por meter un dedo en su ano. Me salivé dos dedos y comencé a introducírselos. Cuando logre que entraran y salieran sin dificultad procedí a meterle el tampón. Lo introduje y lo deje allí. Le ordene levantarse y le dije que se no se lo quitara. Luego me gire hacia mi amo y le dije que ya había acabado.

La noche siguió casi sin inconvenientes, a los siguientes cuatro a Eddy los trate igual, pero sin colocarles el tampón, aunque si les penetre con dos dedos el ano. Aunque para los próximos dos decidí algo distinto.

-Amo, ¿podría intentar complacer a ambos juntos?

Máximo pareció pensárselo, pero acepto. Hasta el momento no había castigado a ninguno, pero con la idea que tenia en mente seguro podría hacerlo.

-Ahora, quiero que ambos comiencen a besarse y desvistan al otro. Quiero un buen espectáculo mientras me masturbo, si no lo hacen bien los castigare.

Me senté al borde del colchón y observe como ambos comenzaban a besarse con cierto asco. Aparte mis braguitas y comencé a masturbarme. Cuando estuvieron desnudos me dirigieron una mirada, buscando mi aprobación. Me puse en pie y les dije que estaba satisfecha, pero que me había gustado tanto verlos así, que mientras ellos seguían besándose yo masturbaría a una y se la chuparía a otro.

Pasados unos minutos me separe de ellos y les ordene detenerse. Los mire durante unos segundos y entonces se me ocurrió algo que haría que me desafiaran y desobedecieran, así podría castigarlos.

-Quiero que ahora uno de ustedes se acueste en el colchón boca arriba, y el otro se acueste encima, adoptando la postura del 69, así se darán placer el uno al otro, mientras yo observo y me masturbo.

Se me quedaron mirando sorprendidos. Mire a la vez que ellos a Máximo, y vi que estaba conteniendo la risa. Era una lástima que Máximo haya obligado a los otros a irse cuando ya había terminado con ellos, me hubiese gustado ver las expresiones de sus rostros ante lo que les exigía a sus compañeros.

-No lo hare. –Uno de ellos me miraba desafiante.- No pienso hacer eso, y supongo mi amigo tampoco.

-Pues o hacen lo que les he dicho o los castigare, y dudo que sea eso lo que quieran.

El otro, que hasta entonces no había dicho nada me miro con desprecio.

-A mi me da lo mismo lo que nuestro jefe nos haya dicho, y me vale una puta mierda tus ordenes, no pienso hacer algo tan repugnante para tu placer y diversión de humillarnos. Puede que los demás hayan sido tan estúpidos pero no nosotros dos. Y me apuesto lo que quieras a que no serias capaz de castigarnos, y si lo haces no sería más que una caricia para nosotros.

-Veo que tienes agallas, y me sorprende que te atrevas a cuestionar mi palabra. Pues bien si no piensan cumplir con mi orden los he de castigar a mi gusto. Quiero que ambos se preparen para el castigo. Los quiero acostados sobre el colchón con el culo en alto.

Tras obedecerme fui hacia donde mi amo y le pregunte al oído si podría usar el flogger que estaba en la caja que me había dado junto al atuendo. Acepto y me lo entrego. Me dio un corto beso antes de que me alejara. Camine hasta donde estaban ambos esperando por el castigo. Se los notaba relajados, al parecer enserio creían que no me atrevería a castigarlos a mi antojo. Les dije que se prepararan, y que por la imprudencia de no cumplir mis órdenes y desafiarme, les daría 30 azotes a cada uno. Descargue el primer golpe sobre el culo de uno de ellos, generando que gritara del dolor. Luego hice lo mismo con el otro. Alternaba los golpes en cada nalga y entre ellos también. Cuando termine ambos tenían el trasero al rojo vivo por los azotes que les había dado. Los obligue a darme las gracias e informe a mi amo que ya había acabado con ellos. Se retiraron con sus ropas en las manos como los demás habían hecho, y cerraron la puerta.

Allí estábamos, Máximo y yo solos en la habitación. Se acerco a mí, me tomo por la cintura y me beso. Nuestras lenguas se entrelazaban una y otra vez. Cuando nos separamos ambos jadeábamos por la intensidad del beso y la excitación que se apoderaba de nosotros. Me llevo hacia el colchón y comenzó a acariciar mi sexo lentamente. Mientras me acariciaba me recordó uno de los limites que yo había impuesto y lo que él me había dicho después.

-Dijiste claramente que no te dejarías penetrar por ninguno de mis hombres, pero no dijiste nada sobre que yo te penetrara. –carajo, como pude ser tan imbécil y no especificar eso también, en ese momento metió dos de sus dedos dentro mío haciéndome suspirar. –hiciste bien todo lo demás, y el único castigo que ejerciste me pareció justo y bien impuesto por lo que no te castigare, pero si te follare a mi gusto, y eso significa que te daré duro cariño, la verdad que verte jugar y divertirte con mis hombres me ha puesto muy cachondo.

Se acomodo encima de mí y note como su miembro erecto bajo sus pantalones se apretaba contra mi sexo. Era una sensación maravillosa. Comenzó a frotarse contra mí y besarme despacio. Pasaron unos minutos hasta que se separo y me ordeno pararme dándole la espalda. Lo hice y sentí como sus dedos comenzaban a desajustar el corset. Cuando por fin lo logro me lo quito, dejando mis pechos libres. Me quito la pequeña pollera, las botas y el liguero, quedándome yo solamente con mis braguitas de encaje. Me giro para mirarme, y volvió a besarme apasionadamente, apretándome el culo con una mano y con la otra guiando la mía hacia el bulto de su pantalón. Me pidió que le quitara la camisa que llevaba, y cuando termine de desabrochársela cayó al piso y mi mano volvió a su bulto. Me apretó contra el de manera que mis pechos se apretujaron contra el pecho de él. Comenzó a desabrocharse el pantalón, que al cabo de segundos a cabo en el piso junto a su camisa. Pronto le siguieron sus bóxer negros y mis braguitas. Me recostó sobre la cama y se puso sobre mí, con su miembro rozando mi sexo. Empezó a frotarlo contra mi coño ya húmedo de la excitación. Cuando me di cuenta de que iba a  hacer me removí bajo él. Me tomó por las caderas y me mantuvo quieta mientras seguía frotándose contra mí y me besaba. Aparte mi boca lo suficiente para decirle que no, a lo cual se aparto y me miro con su mirada penetrante y seductora.

-Yo se que lo quieres preciosa, tu cuerpo lo está pidiendo a gritos, y el mío quiere complacerte nena.

-Pero, espera, yo no quiero quedar embarazada, al menos ponte un preservativo, o córrete fuera, por favor.

-Podría darte dinero para que luego te compres la píldora y te la tomes. Los preservativos no entran en mis opciones cariño, y para serte sincero, quiero correrme dentro de ti y puedas sentir como te lleno con mi leche.

Siguió así, besándome y frotándome su miembro, hasta que me tomo por las caderas nuevamente y giro hacia un lado, terminando yo sobre él. Siguió besándome, pero sabiendo lo que se venía me puse nerviosa y me solté de su agarre. Me voltee y terminamos en un 69. Comencé a chupársela, mientras él, tras un segundo de confusión, comenzó a lamerme el coño. De vez en cuando frenaba de mamársela para suspirar de placer, me comía el coño de manera deliciosa y experta. Seguí chupándosela hasta que casi se corre, momento en que me aparto a un lado, dejándome así boca arriba. Me miró y sonrió, me separó las piernas y metió su cabeza entre ellas. Comenzó a lamerme el clítoris, despacio, trazando círculos con la lengua, volviéndome loca. Con una mano me tomo por las caderas y con la otra me apretó un pezón suavemente. Y luego siguió lamiéndome hasta que metió su lengua dentro de mí. Si seguía así iba a correrme pronto.

-Por favor, no sigas, aggggg voy a correrme.

-Pues hazlo, córrete, quiero saborear tu corrida preciosa.

Siguió y siguió, mientras yo me acercaba cada vez más al orgasmo.

-Ohh siii, no parees… aggggg me corroooo.

Y me rendí a aquel orgasmo tan increíble, apretando las sabanas, arqueando un poco la espalda y suspirando, tratando de normalizar mi respiración.

-Nena, sabes de maravilla. Mmm creo que me toca a mí, y quiero acabar dentro tuyo.

Se acomodo sobre mí y me penetro sin problemas. Comenzó a moverse despacio, hasta que yo me recupere del orgasmo y pude acompañarlo. Seguimos así, pero cambiamos luego de posición y quede yo en cuatro mientras me penetraba. Pero aun así él quería más.

-Mmm preciosa, tienes un culo hermoso y tan apetecible. Quisiera fallártelo.

Me quede helada. No es que no me hayan follado antes por el culo, pero fue hace mucho y nunca volví a intentarlo. Pero quería que se corriera, y si lo hacia dentro de mi ano no quedaría embarazada.

-Está bien, pero con una condición.

-¿Cuál? La verdad no pensé que aceptarías.

-No frenes en ningún momento.

-Acepto nena.

Se separo de mi y apoyo su miembro en mi ano. Separo bien mis nalgas y comenzó a introducir su polla dentro. Cuando logro meterla un poco comenzó a moverse despacio, y poco a poco me fui relajando, dejando que entrara mas. Él seguía penetrándome despacio, pero en un momento cuando se aparto un poco, me embistió fuerte y me la metió hasta el fondo, haciéndome soltar un gritito de sorpresa y dolor.

-Duele ¿No?

Y comenzó a embestirme rápido. Me estaba partiendo en dos, sentía un dolor mezclado con placer, que me hacia volver loca. No se detuvo ni un momento. Me penetraba fuertemente y rápido, haciendo que todo mi cuerpo comenzara a temblar y excitarse por el orgasmo que se acercaba más y más. Y de repente me, apretándome en parte las caderas y en parte mis nalgas, se corrió, al mismo tiempo en que yo alcance mi orgasmo.

Cerré los ojos disfrutando del orgasmo al que había llegado. Cuando los abrí vi el techo del comedor, que es donde duermo. Otro sueño, la verdad me fastidiaba que nada hubiese pasado. Llevaba ya casi dos meses teniendo sueños de este tipo. Mi cuerpo ya harto de solo alcanzar el éxtasis del orgasmo solo en sueños comenzó a sentir la necesidad de vivir algo real, de sentir el placer con alguien más. Pero lo que hice por acallar ese deseo se los contare en mi próximo relato.