Mis mayores fantasias (2)
Segunda de mis tantas fantasías. Espero os guste. Acepto todo tipo de críticas. En esta en particular decidí dejar de lado los cuidados con el lenguaje, espero no tomen en cuenta las faltas ortográficas. Ésta fantasía se desarrolla en un lugar público. Sin dar más detalle, espero les agrade.
Fantasía 2
Había salido a bailar sola, decidida a encontrar algún hombre que fuese de mi agrado. Al llegar al bar me dirigí a la barra y me pedí lo de costumbre, un Cosmopolitan. El muchacho de la barra me miro y al volver me dejo el trago sobre un posavasos, antes de marcharse me volvió a mirar aunque con más atención.
-Espero lo disfrutes hermosura.
El comentario me pillo un tanto distraída, pero basto para encenderme las mejillas un poco, aunque con el maquillaje que llevaba aquella noche, dude de que se notara demasiado.
-Gracias.-le dije sonriendo y me aleje de allí con el trago en la mano.
Me senté en una mesa apartada, al fondo y en la esquina del bar. Prefería estar un tanto alejada de la gente y así poder observar a mi antojo sin llamar la atención. Aun así no había mucho que mirar, la mayoría eran chicas jóvenes que estaban con sus amigas meneándose en la pista de baile. Había unos cuantos hombres, pero nada demasiado interesante para mi gusto, y eso que no soy muy exigente. Decidí ir en busca de otro trago. En la barra pedí otro Cosmopolitan, y antes de que pueda decir algo al muchacho que me lo servía sin dejar de mirarme el escote de mi camisa celeste a cierre, alguien detrás de mi le dijo:
-Esa va por mi cuenta, y ya deja de babear por la señorita y presta atención en tu trabajo, por poco le tiras el trago encima.
Su voz era tajante e imperativa. El muchacho de la barra asintió y se alejo rápidamente sin volver a dirigirme tan siquiera una mirada.
-Le agradezco por el pago de mi trago, pero si con eso cree que va a lograr algo conmigo se equivoca.
-Ya veremos señorita. Si en algún momento de la noche desea venir en mi busca, estaré en el sector privado, hay un guardia allí, solo dígale que va de parte de Ignacio. Te estaré esperando.
Me di vuelta para mirarlo, pero ya no estaba. La curiosidad comenzó a hacer efecto en mi pero decidí ignorar el impulso de ir en su busca. Me termine mi trago, y simplemente me fui a bailar un poco. Varios hombres se me acercaron, pero más que nada solo para meterme mano y apoyar sus pollas duras, aprisionadas en sus pantalones, contra mi cuerpo. Al final, ya aburrida, volví a donde me había sentado antes. Supuse que podría ir en busca del muchacho de la barra y ver si lograba algo. Me encamine hacia la barra por tercera vez en la noche. En cuanto el muchacho me vio, inmediatamente se puso a preparar un Cosmopolitan, y una vez listo se acerco para dejarlo frente a mí. Esta vez giro la cabeza hacia los lados antes de decirme que en media hora terminaba su turno e iría a sentarse conmigo. Sonreí satisfecha y le indique que me encontraba en la mesa del fondo.
Al volver a la mesa había una nota escrita con perfecta caligrafía negra. Decía: “Ten cuidado con lo que escoges, te puedes decepcionar. Ignacio”. Casi me parto de la risa que me dio ¡Por Dios! La verdad no tenía cara para decirme eso, o escribírmelo. Aun así me di cuenta de que me estaba espiando, y eso hizo que me mojara. Despeje la mente y me propuse seguir como si nada. Al cabo de un tiempo volvió el muchacho de los tragos, con un Cosmopolitan en la mano y un Martini azul. Se sentó y dejo el Cosmopolitan frente a mí.
-Gracias por esperarme, pensé que te irías.- tenía una voz suave, melodiosa y seductora, que hizo que mi cuerpo se tensara de excitación. Al notarlo intento disculparse aunque de manera atropellada- ¿te incomode? Lo siento, no quería hacerlo.
Me sonroje y sonreí, la verdad no estaba nada mal, y era simpático. Nos terminamos nuestros tragos y seguimos conversando un buen rato. Me di cuenta de que se la pasaba observando mi escote cada vez con menor disimulo, así que simplemente deje que mi cuerpo tomara las riendas de la conversación que teníamos. Me acerque más a él, puse mi mejor sonrisa, me dedique a mirarlo seductoramente, y separe un poco las piernas para dejarle ver mi tanga gris a través de mi falda de jean. Lo noto casi al instante y vi como resaltaba su erección en su pantalón. Intento ocultarlo, pero comencé a acarícialo, mientras el comenzaba a meter su mano bajo mi pollera. Ninguno de los dos aguanto más, se acerco de golpe a mí y me besa invadiendo mi boca con su lengua. Fue un beso largo pero abrupto, chocábamos nuestros dientes pero eso no nos detuvo. Al separarse me susurro al oído
-Vamos al depósito, así podremos estar mas cómodos y en privado.
Caminamos entre la gente y llegamos al depósito. Cerró la puerta y la trabo con una silla. Me agarro y me llevo a volandas hasta la pared, donde me comenzó a besar el cuello y quitarme la camisa. Se aparto para mirar mis pechos, y su sonrisa demostró que le gustaban. No tardamos mucho, en solo minutos estábamos en el piso del depósito, el debajo y yo montándolo. El ritmo estaba en mis manos, subía y bajaba una y otra vez, sin frenarme, cada vez me excitaba más y más.
-Oh nena, sigue así que me corro. Ohhh Dios, estas tan buena, y sobra decir que tienes experiencia. Sigue, y más rápido preciosa, quiero correrme.
Mi excitación era incontenible, apure el ritmo y sentí como mi cuerpo reaccionaba al tan esperado orgasmo. No solté ningún gemido, en ningún momento, es algo raro en mi, solo inspiro y espiro por la boca constantemente, sin emitir un solo sonido, a menos que me duela, en ese caso logro emitir algo parecido a un gemido y un gritito mezclados. Poco después, él se corrió dentro de mí.
-Daniel, te viniste dentro. Se siente… maravilloso. Será mejor que nos volvamos a vestir y salgamos.
-Como gustes preciosa. Te dejo mi número para que me llames cuando quieras algo de compañía.
Dicho esto nos vestimos, y metió una pequeña tarjetita blanca con su número entre mis pechos. Salimos de allí y me dirigí a la mesa en la que me había sentado toda lo noche. Minutos más tarde alguien se sentó a mi lado, pero supuse era Daniel. Mi error quedo en claro cuando me gire y vi a Ignacio. Su mirada era oscura y fría, casi sentía en mi piel el frio que desprendían sus gélidos ojos azul obscuro.
-Creo que te dije que ese muchacho no te convenía.
-¿Y a usted que le interesa con quien decida yo pasar un rato de compañía?
-Me parece que más que compañía, lo que buscabas era alguien con quien joder.
-¿Cómo se atreve? ¿Quién se cree usted para insinuar algo así?
-¿Insinuar? Pero yo no insinúo, yo solo digo lo que es verdad.-saco su teléfono del bolsillo y puso una grabación en la que claramente se me veía a mí con Daniel en el depósito teniendo sexo desenfrenadamente, como si fuésemos un par de adolescentes. - ¿O me dirás ahora que esa muchacha no eres tú?
Lo mire con odio, vergüenza, e incluso sorpresa. Habíamos trabado la puerta, ¿Cómo era posible que nos hubiese visto y filmado? Sentí toda la sangre drenándose de mi cara, y le vi sonreír satisfecho. Al ver que no diría ni haría nada siguió hablando.
-Pues bien, ahora quiero que vengas al sector privado conmigo, luego te diré que mas espero que hagas.
Tenía las de perder, estaba en el lugar en el que me quería. Y mi subconsciente me reprendió como siempre: “Si hubieses ido a buscarlo seguro esto no hubiese pasado”. Dios a cada segundo me enfurecía más y más, pero no era el momento para enojos, tenía que hacer lo que quisiera o sino vete a saber que haría con ese video.
-Hare lo que me pida, pero borre el video, por favor, tengo un trabajo en una escuela y mi familia sigue en contacto conmigo, se lo ruego, hare lo que quiera, solo bórrelo.
Me tomo bruscamente del brazo y me lo apretó lastimándome, acerco su boca a mi oreja.
-Mira zorra, borrare el video cuando a mi me de la puta gana, ahora harás lo que te diga o será peor.
Asentí levemente y me soltó, se puso en pie y yo lo seguí en silencio. Al llegar a la entrada del sector privado el guardia de seguridad me miro y me detuvo. Ignacio le informo que estaba con él y me dejo pasar. Fuimos a un apartado que al parecer lo tenía reservado. Cuando fui a sentarme me detuvo.
-Te sentaras sobre mí, pero con la pollera levantada.
-Como quieras.
Me dio un bofetón que seguro me dejo la marca de su mano en la cara.
-Aprenderás a terminar cada respuesta con Amo o Señor, la que tú prefieras. ¿Lo captas puta?
-Sí, Señor.
-Pues bien, siéntate como te he dicho.
Lo hice, me subí la falda y me senté sobre el de espaldas. De repente comenzó a acariciarme el culo. Le oí murmurar “precioso”. Me subió el color directo a las mejillas, sentí como me mojaba de la excitación. Siguió unos minutos y luego me ordeno que me diera vuelta. Lo hice y entonces metió una mano por dentro de mi tanga.
-Mmmm… tienes el coño depilado, tal como a mí me gusta. Y veo que estas chorreando, que puta eres.
Metió sin previo aviso dos dedos dentro de mí pero de lo mojada que estaba entraron sin ningún problema. Comenzó a penetrarme lento, y con su pulgar comenzó a estimular mi clítoris. Me tire un poco hacia atrás para ponérselo más fácil. Siguió, cada vez más rápido, pero cuando estaba por correrme se detuvo.
-No te correrás hasta que yo te lo permita. Y por ahora quiero correrme antes que tu, luego podras tener tu orgasmo tranquila.
-Como usted diga Señor.
-Pues bien, ahora ponte bajo la mesa y cómeme la polla.
Me puse en cuatro patas bajo la mesa (que por suerte tenia mantel) y le desabroche el pantalón, liberando su pene erecto. Comencé a comérsela, me la metía toda entera en la boca, le pase la lengua de abajo hacia arriba, succione, y fui marcando el ritmo mientras se la mamaba.
-Se nota que no es la primera vez que comes una polla. Ahhh que bien lo haces puta, sigue que quiero correrme. Ohhh, si así, vamos. Agggggg me corroo, no parees, aggggg uff, sí, me corroooo, ohh. Ahora te tragas hasta la última gota, sino voy a azotarte ese culo que tienes.
Para cuando lo dijo ya lo había hecho, si debo admitir algo es que jamás me molesto tragar semen, es más, me gusta y me calienta.
-Veo que eres una puta bien entrenada, ahora límpiame la polla.
-Sí Señor.
Cuando termine volvió a enfundarse la polla en los bóxer negros que traía, subió la bragueta de su pantalón y me ordeno masturbarme. Comencé con lo que me pidió, y cuando estaba por correrme le pedí permiso.
-Has hecho tan buen trabajo chupándome la polla que puedes correrte, te lo ganaste zorra.
Me corrí por segunda vez en la noche, pero al contrario de con Daniel, esta vez fue mucho mejor. Me senté cómoda a su lado, esperando a que me diga algo. Paso un rato y vino un camarero a preguntarnos si queríamos algo de tomar. Él respondió por ambos, pidió un margarita de sandia y un whisky. El camarero me miro unos segundos y se fue.
-Créeme, para una joven como tu un Cosmopolitan no es la mejor opción, y tu llevas tres encima. Te gustara el margarita de sandia, aparte de que es mas de tu nivel, ya comprobé que no eres una puta cualquiera, tienes experiencia y sobre todo eres muy obediente.
Me quede en silencio. Así que llevaba espiándome toda la noche. La idea, lejos de asustarme, me excitó. Y supongo podría tomar como un cumplido lo que dijo sobre mi actitud. Al menos preferí aceptarlo como un alago y no como un insulto. El camarero volvió con nuestros tragos y los dejo sobre la mesa. Antes de irse volvió a mirarme. Ignacio lo miro y le pidió que se acercara.
-¿Te gusta?- le dijo señalándome, el joven asintió.-Pues bien, podría pagarte por los tragos de ella, y ella te pagara los míos, con propina incluida.
Lo mire sorprendida, no hace falta ser inteligente para entender lo que él insinuaba. El muchacho me miro, y podría decirse que me comía con la mirada, y acepto sin rodeos la oferta. Ignacio me miro.
-Bueno puta, yo pagare por tus tres Cosmopolitan y tu pagaras los míos dándole una mamada a este muchacho.- el camarero sonrió de oreja a oreja.
-Sí, Señor.
El joven se sentó a mi lado y espero a que me acomodara bajo la mesa. Se desabrocho los pantalones negros de su uniforme y saco su miembro, que ya estaba duro. Comencé a chupársela con energía, y mientras lo hacía Ignacio me metió dos dedos por el coño, que ya estaba húmedo por la excitación que me producía que me sometiera a su antojo.
-Pero que puta más bien enseñada tiene hombre-dijo el camarero- Ohh que bien que la chupa.
-¿Lo has visto? Pero si encima esta de mojada, tiene el coño chorreando.
Seguimos así un rato hasta que el camarero se corrió en mi boca, y me trague su leche sin que me lo pidieran. Es más una costumbre que tengo. El chico se fue de lo más feliz y satisfecho, y trajo luego la cuenta de mis tres Cosmopolitan. Ignacio pago, y luego le pregunto si abría algún lugar donde poder estar solo conmigo. El joven le dijo que podía pasar al depósito o si bien quería había un baño de discapacitados al fondo. Ignacio rechazo las dos ofertas de inmediato, y le pregunto si abría algún tipo de problema en que me llevara al baño de hombres. Según el joven no había ningún tipo de inconveniente, ya que eso solía pasar a menudo allí. Así que Ignacio se levanto y yo lo seguí en silencio hasta el baño de caballeros, donde me metió en un gabinete y comenzó a meterme los dedos. Me bajo el tanga y me lo quito, escuche como se bajaba la bragueta y de pronto me penetro en un movimiento seco y fuerte. Casi se me escapa un gritito por la brusquedad pero me lo contuve, no quería saber que me haría si producía un solo sonido. Empezó a moverse despacio, y poco a poco me penetraba con más energía.
-¿Qué pasa zorra? ¿Acaso no te gusta? No te he escuchado gemir ni una sola vez en toda la noche.
-Yo no gimo Señor, no sé porque pero jamás lo hice.
-Interesante, pues me viene mejor, no me gustaría que alguien nos escuche, aunque no tendría problema, creo que tu si.
Siguió penetrándome cada vez con mayor brusquedad, hasta que se corrió dentro de mí y con eso yo también. Se quedo unos momentos quieto, pero luego me ordeno que se la limpiase. Me arrodille frente a él y se la lamia entera. Cuando termine me pare y salimos de allí. Me pidió mi número de teléfono, para llamarme y repetir aquello. Se lo di y lo vi marcharse caminando por la calle. Era de noche aun, así que volví a mi casa caminando. Escuche de pronto un ruido cerca mío, era algo constante y molesto, no sabía de dónde provenía hasta que me desperté y entendí que solo era la alarma del despertador. Solo un sueño. Me levante y me encamine al baño, metí mi mano en mis bragas y por lo mojada que estaba supe que había tenido al menos dos orgasmos. Me pregunte si tal vez llegaría a cumplir alguna de mis fantasías algún día. Comencé a mi día normalmente, aunque me cambie mis bragas de encaje por un tanga blanco, y puse a lavar mis tan húmedas braguitas.
Pronto estaré subiendo más de mis fantasías. Espero les haya gustado. Gracias por leer. (los nombres de mis personajes, incluyendo el mío, no son más que inventados, ninguno de ellos corresponde a una persona real; y por si os interesa luego del próximo relato escribiré la experiencia de mi debut real, obviamente cambiando los nombres y sin mencionar direcciones)