Mis mayores fans

Susana y Laura van a conocer a su ídolo, pero a veces las personas que admiramos no suelen ser como uno piensa.

Nota inicial: Dedicado para todas las parejas bisexuales que hay allá afuera.

Si bien estaba algo pasadita de kilos, por fortuna para ella estos kilos de más estaban en los lugares correctos, lo que aunado a su sexy tez morena y su cabello ondulado hasta los hombros, hacía que Susana fuera de esas mujeres que provocaban que cualquier hombre girara la vista al verla caminar por la calle para deleitarse un poco la pupila.

Desafortunadamente para todos esos caballeros, ninguno tenía oportunidad con tal belleza de mujer por una muy simple y sencilla razón: ya tenía novia, y coincidía que en ese momento iba caminando a su lado.

Laura era bastante diferente a Susana, si bien también era morena y tenía el cabello negro, el de ella era bastante largo y lacio y además, era bastante delgadita y chaparra, apenas logrando alcanzar el metro cincuenta y ocho de altura. No obstante, pese a estas marcadas diferencias físicas había otras cosas que tenían en común y que les había hecho terminar como pareja, siendo una de estas una bastante… peculiar: ambas tenían fetiche por la hipnosis, y no era raro que durante sus sesiones de amor lésbico lo hicieran viendo algún material de este género, siendo sus preferidos los relatos, ya que no era raro en ellas que mientras Laura le comía el coño en la privacidad de su recámara, Susana se dedicara a leerle de estos relatos, imaginando que ellas eran las protagonistas de esas historias en las que sus mentes eran sometidas mediante hipnosis para ser obligadas a hacer los más bajos y degradantes actos sexuales.

Tenían muchos autores de esta clase que les gustaban, pero había uno que más les encantaba: Charlie Steele. Y precisamente ese autor era la razón de que se encontraran caminando por la calle.

Había ocurrido el día anterior, Susana estaba ocupada con cosas de la universidad, cuando recibió una llamada de Laura. Una sonrisa se dibujó en el rostro de ella al ver el nombre de su novia en pantalla y contestó, pero ni siquiera le dejó saludarla:

—¡No vas a creer a quién conocí! —chilló Laura emocionada.

—Tranquila —le dijo Susana tomada por sorpresa por tanta emoción—. ¿A quién conociste que te tiene así?

—¡A Charlie Steele! —exclamó Laura.

—¡¿Qué?! —exclamó Susana incrédula.

Laura comenzó a platicar lo que había ocurrido. Había ido a la cafetería por algo de desayunar cuando se encontró con un tipo que le hizo plática. Al principio Laura había creído que era un tipo que se la quería ligar, pero cuando comenzó a hablar de sus pasatiempos, le confesó que escribía relatos de control mental, eso llamó su atención y preguntó por su seudónimo, a lo cual este contestó:

—Charlie Steele.

Laura tampoco lo había creído, así que pidió una prueba y de inmediato el tipo sacó su teléfono y escribió algo en él para después decir:

—Mira la cuenta de Twitter de Charlie.

Laura se apuró a sacar el teléfono para entrar a la cuenta de Twitter de su escritor erótico favorito y abrió los ojos al ver el último tweet:

“Saludos para la linda Laura”

—¡Desde ahí empezamos a charlar! —continuó Laura con la narración—. Le comenté que tú y yo somos grandes fans de su trabajo y que si te podía contactar para que también lo conocieras… ¡y nos invitó a mañana ir a su casa!

Susana no lo podía creer, iba a conocer a su escritor erótico favorito y esa era la razón por la que en ese momento se encontraban caminando por la calle, pues se dirigían a la dirección que Charlie le había dado a Laura.

La muchacha se giró a ver a su novia, Laura estaba casi dando saltitos, tenía una gran sonrisa en el rostro y hasta la podía escuchar tarareando una canción. Se sentía hasta sospechosamente feliz, ¿en serio tanta alegría le daba ir a la casa de un escritor? Sí, era el que más les gustaba para escenas de sexo bajo hipnosis, pero aún así…

Aún con todo y las sospechas, finalmente se detuvieron frente a una pequeña casa de dos pisos con un igualmente pequeño jardín en la entrada.

—Llegamos —anunció Laura revisando la dirección que tenía en su teléfono y luego avanzando por el jardín para llegar a la puerta de entrada y tocar el timbre.

—Voy —contestó una voz masculina y en pocos segundos se escuchó como abrían la puerta.

Frente a las dos muchachas apareció un hombre. Desde la perspectiva de Susana parecía bastante normalito, aunque eso sí: no la clase de sujeto que se dedicaría a escribir relatos eróticos de control mental.

—¡Charlie! —exclamó Laura mientras tanto lanzándose a abrazar al escritor, un poco efusiva a gusto de Susana.

—Hola Laura, ¿cómo estás? —regresó Charlie el saludo.

Una vez el abrazo terminó, Laura miró a su novia e hizo las presentaciones:

—Charlie, te presento a Susana. Susana, Charlie Steele.

Charlie le extendió la mano a la muchacha y esta respondió tomándola. El escritor sonrió y dijo:

—La famosa Susana. Laura me ha hablado de ti, dice que también disfrutas mucho de mis relatos… quizá demasiado —y rió.

Susana se puso toda roja; era obvio que su pareja le había hablado al escritor de lo que hacían mientras leían sus relatos.

—Bueno… es que sí… —fue lo único que pudo decir por la vergüenza mientras que Laura y Charlie reían.

—No te preocupes, yo no juzgo —le reconfortó Charlie guiñándole el ojo—. Y me halaga que les gusten mis relatos a ese punto. Pero bueno, no se queden ahí. ¿Quieren pasar?

—¡Sí! —respondió Laura animada por ambas.

Charlie hizo pasar a las dos chicas a su casa y las llevó hasta la sala donde las invitó a tomar asiento en lo que él iba a la cocina y les preparaba unas bebidas. Mientras esperaban, Susana se dio un momento para ver la sala del escritor, la cual no era muy diferente a la de cualquier otra persona: tenía sus sillones para sentarse, una mesa de centro, un librero lleno de libros y adornos varios y una enorme televisión de pantalla plana en una de las paredes.

—Espero que les guste el té de canela —anunció Charlie llegando con una charola en donde había tres tasas con líquido humeante saliendo de ellas.

El escritor repartió las tazas a sus invitadas y una vez él también tomó asiento, comenzaron a conversar, siendo los relatos de este el principal tema de conversación, como la inspiración de los relatos, si había algo de verdad en ellos y cuáles eran sus favoritos.

La conversación avanzó muy bien y las dos chicas apenas se daban cuenta de que el tiempo pasaba, siendo el único contador que podían determinar la cantidad de bebida que iba quedando en sus tasas.

Luego de un rato, sin apenas percatarse de ello Susana terminó toda su bebida y continuaron charlando, pero luego de unos minutos algo pasó: poco a poco la cabeza de la muchacha comenzó a darle vueltas al grado de que le era muy difícil concentrarse en la conversación y lo que era peor, comenzaba a sentir su cuerpo bastante débil.

Laura dejó de prestarle atención a Charlie y notó que algo no iba bien con su novia cuando vio que esta cayó de lleno en el respaldo del sillón en el que estaba.

—¿Susana? ¿Susana estás bien? —preguntó yendo con su novia.

Sin embargo, una pequeña risita de Charlie le hizo mirar hacia el escritor.

—Ya empezó —dijo él encogiéndose de hombros.

Laura levantó las cejas y preguntó con algo de miedo:

—¿Qué cosa?

Una sonrisa se dibujó en los labios de Charlie y este dijo:

—El proceso para volverla igual que a ti.

No parecía posible, pero los ojos de Laura se abrieron todavía más por esas palabras. ¡¿De qué estaba hablando Charlie?! La respuesta pronto le vino: Charlie levantó la mano, juntó el dedo pulgar con el anular y los chasqueó.

El efecto fue inmediato: La mente de Laura se fue blanqueando hasta que pronto no quedó nada más que silencio y una mente en blanco, su cuerpo se puso de pie y se quedó en una posición de firmes al lado de su novia.

Charlie entonces se puso de pie y se acercó a Laura, la abrazó por detrás y comenzó a masajear las pequeñas tetas de la igualmente pequeña muchacha.

—La realidad supera a la ficción —dijo mirando a Susana—. Presta atención Susy , pronto estarás igual.

Aún debilitada, Susana miró la escena y esta la aterró. ¿Entonces los relatos de Charlie tenían algo de realidad y ahora Laura estaba bajo alguna especie de control mental y ahora seguía ella? Le gustaban esos relatos, pero le aterraba un poco que fuera realidad. Pero la posibilidad de que todo eso fuera una broma murió cuando Charlie dijo:

—Laura, querida, ¿por qué no te pones más cómoda?

—Sí amo —respondió Laura con una voz monótona y comenzó a sacarse la ropa: primero la blusa, luego los tenis, siguió el pantalón y luego la ropa interior hasta quedar desnuda en la sala de ese hombre, mostrando sus pequeñas tetas, su vientre plano y su coño tapizado por una mata de cabello negro que por más que Susana había intentado convencerla de podar, nunca lo había logrado.

Charlie por su parte encendió la televisión, manipuló algunos botones en el control y pronto en pantalla apareció una espiral donde Susana podía ver que además aparecían frases y escenas de mujeres siendo degradadas. Comprendiendo lo que iba a pasar, intentó mirar a otro lado, pero estaba tan debilitada por lo que fuera que hubiera en la bebida, que le fue imposible.

Acto seguido, Charlie fue al librero y de este tomó unos audífonos inalámbricos.

—¿Por qué no eres tú la que sella el destino de tu novia en la esclavitud hipnótica, querida Laura? —dijo mientras le extendía los audífonos a la pequeña morena.

—Sí amo —respondió Laura tomando los audífonos y después de eso, dirigiéndose con Susana.

—No… Laura… —intentó balbucear Susana, pero sus palabras no llegaron hasta su novia, quien le colocaba los audífonos sobre los oídos y esta comenzaba a escuchar una especie de ruido blanco, pero que ella estaba segura que contendría una cantidad de mensajes subliminales que en conjunto con los de la pantalla, la volverían una muñeca a las órdenes de Charlie… justo como lo era ya Laura en ese momento.

Charlie mientras tanto miró a Susana quien ya comenzaría con el proceso de lavado de cerebro. Tenía un buen rato antes de tener otra esclava hipnotizada bajo su control.

—Laura, en lo que esperamos que tu novia quedé lista, ¿qué te parece si hacemos algo para matar el tiempo?

Laura de inmediato comprendió la orden: se hincó frente a Charlie y comenzó a desabrochar el pantalón de este hasta que su polla quedó liberada. La muchacha tomó ese pedazo de carne y lo primero que hizo fue comenzar a masturbarlo  un poco para terminar de ponerla erecta y una vez alcanzó todo su grosor, se la metió toda a la boca donde comenzó a chuparla moviendo su cabeza de adelante hacia atrás y de vez en cuando liberándola de su boca para lamer ese tronco caliente.

Charlie mientras tanto disfrutaba del servicio, pero decidió no quedarse en follar solamente la boca de su esclava.

—Alto esclava —ordenó Charlie y en el acto Laura se detuvo—. Al sillón y levanta las piernas.

Laura obedeció al acto: se sentó en el sillón y levantó las piernas lo más que pudo, tomándolas con las manos para que la entrada a su coño peludo quedara bien abierta para su amo.

Charlie entonces se colocó sobre ella y con la facilidad que daba la posición de la muchacha, introdujo su polla a esa cueva cálida y húmeda para después comenzar a follarla con un rápido movimiento de caderas.

Susana por su parte, aunque su vista estaba centrada en la pantalla que poco a poco le lavaba el cerebro para convertirla en una esclava sexual sin mente propia, gracias a su visión periférica también era capaz de ver cómo su novia era follada por ese hombre, cambiando a varias posiciones como la de perrito. Sabía que debía sentirse mal por saber que ese era su funesto destino, pero ya fuera porque el lavado de cerebro ya estaba funcionando o porque su fetiche por la hipnosis era más fuerte… comenzó a desear que en lugar de estarse follando a Laura, Charlie se le estuviera follando como una puta obediente sin mente.

Luego de un rato y varias posiciones, Charlie sintió que venía el orgasmo, así que sabía cómo quería terminar con eso.

—¡De rodillas, puta! —dijo saliéndose de la muchacha.

Laura abandonó la posición en la que estaban y volvió a colocarse de rodillas frente a su amo. Una vez con la cara de su esclava frente a su pene, Charlie empezó a masturbarse hasta que el orgasmo llegó y con él, una lluvia de cálido semen que comenzó a caer sobre el rostro de Laura, perlando el rostro de la chica.

Una vez pudo recuperar el habla, Charlie acarició la cabeza de su mascota y dijo:

—Ese fue un buen polvo, esclava.

Laura en respuesta, dibujó una especie de sonrisa con sus labios y dijo con su voz inexpresiva:

—Gracias amo.

Charlie sonrió y dijo:

—Veamos cómo va tu novia.

Ambos se giraron y vieron a Susana. Seguía mirando la pantalla sin moverse ni un poco, pero ahora movía los labios y recitaba un mantra en voz baja:

—Soy una esclava, soy una puta, sin mente, sin pensamiento, obedecer, debo obedecer, soy un coño, soy un culo, soy una boca, mis agujeros le pertenecen a mi amo, mi amo es Charlie Steele.

Charlie sonrió y dijo:

—Está lista.

Charlie apagó la pantalla, se acercó a su nueva esclava y le retiró los audífonos, todo esto mientras Susana continuaba repitiendo su mantra sin inmutarse de lo que pasaba.

—De pie, esclava —ordenó Charlie.

Nada más escuchar esa orden, Susana dejó de recitar su mantra, se puso de pie y adoptó una posición de firmes.

El resultado le iba gustando a Charlie, así que dijo:

—Veamos qué es lo que tienes. Quítate toda la ropa por favor.

Así como Laura antes que ella, Susana obedeció al acto: se quitó la blusa, luego los tenis, el pantalón y al final la ropa interior, quedando desnuda frente a su amo.

Charlie se dio un momento para observar a su nueva adquisición. Las tetas de la muchacha eran tan grandes como Laura se las había descrito luego de que le lavó el cerebro y aunque se veía que estaba un poco pasadita de peso, por fortuna tenia esos kilos de más distribuidos en los lugares correctos. Pero lo que más llamaba la atención era su coño, que a diferencia del de su novia, estaba muy bien depilado.

La emoción de saber que tenía a una nueva esclava con esas enormes ubres bastó para que la polla de Charlie volviera a ponerse dura y decidiera que debía tirarse a esa mujer de inmediato. Se sentó en el sillón con la polla bien parada apuntando al techo y dijo:

—Susana, cariño: móntame.

Susana no tardó en obedecer. Se montó sobre Charlie, tomó la polla de este para apuntarla a su coño ya ansioso y comenzó a bajar hasta que esa vara de carne se introdujo toda en su interior y una vez que sintió que ya había engullido esa polla con su “boca inferior” comenzó a brincar sobre la cadera de su amo.

Charlie por su parte estaba maravillado, no sólo Susana era muy buena en esas artes amatorias, sino que además era todo un espectáculo ver esas tetas rebotar enfrente de su cara, al punto de que decidió que quería probarlas: abrazó a su esclava para hacer que ella cayera sobre él y así esos dos balones de diversión le cayeron en la cara, comenzando a lamerlos y a chuparlos con glotonería.

De repente Charlie vio por el rabillo del ojo a Laura, quien no se había movido ni un poco desde la última posición que le ordenó tomar para bañarla con su semen, y una idea siniestra le pasó por la cabeza.

—Laura, dale un beso negro a tu novia.

—Sí amo —respondió Laura al acto, se puso de pie y se dirigió a ellos hasta quedar detrás de Susana.

La muchacha de las grandes tetas sólo pudo soltar un “oh” de entre sorpresa y placer cuando sintió que la cara de su novia se enterraba entre sus nalgas y esta comenzaba a usar su lengua para jugar con su ano.

Los tres amantes continuaron en esa posición: Charlie chupando esas grandes tetas, Susana dando pequeños saltitos para follar a su amo y Laura lamiendo el ojete de su novia, hasta que un nuevo orgasmo llegó para el dueño de esas dos muchachas y sin muchas preocupaciones, Charlie dejó que todo siguiera su ritmo normal, sintiendo el orgasmo y como su semen era disparado en el útero de Susana.

Cuando el orgasmo terminó, Charlie les ordenó a las dos muchachas que se detuvieran y que se pararan juntas frente a él. Ambas así lo hicieron y mientras recuperaba el aliento, Charlie sonrió: era casi hasta gracioso ver a Laura con su semen pegado en la cara mientras que Susana comenzaba a escurrirle el semen por entre las piernas.

Charlie suspiró y mirando al techo dijo:

—Fue un polvo genial chicas, pero hay trabajo por hacer y esos relatos no se escriben solos. Pero bueno, esta tarde me ha dado una muy buena inspiración y ahora las inmortalizaré en uno de mis relatos, ¿no les da gusto eso, niñas?

—Sí amo… —dijeron las dos esclavas al unísono con su voz carente de emociones.

Charlie sonrió y dijo:

—Bueno, iré a trabajar y de mientras, a ustedes las guardaré “en la caja”.

Charlie se puso de pie, se puso su ropa y tomó la de las muchachas.

—Síganme —ordenó y comenzó a subir las escaleras con las dos chicas detrás de él.

Llegaron al piso superior de la casa y se dirigieron a una habitación de la cual Charlie abrió la puerta y encendió la luz y si las dos chicas todavía tuvieran consciencia, la sorpresa hubiera seguido creciendo: en el lugar estaban varias chicas de diferentes tamaños y colores, desnudas, en posición de firmes y con los ojos en blanco.

Charlie miró a las dos chicas tras él con burla y dijo:

—No son las primeras fans con las que me topo —y tras reír de su propio chiste, ordenó—. Adentro y entren en modo de espera.

Las dos chicas obedecieron y se colocaron entre una chica chaparrita de tetas tan grandes como las de Susana y una delgadita rubia. Parpadearon un par de veces y sus ojos se pusieron en blanco como las de sus compañeras.

Charlie cerró entonces la puerta y dejó a la pareja ahí dentro, tan cerca pero a la vez tan lejos gracias a la prisión mental en la que ahora habían sido encerradas.

Afterwords: Dedicado para Laura y Susana. ¡Espero lo hayan disfrutado! Y si quieres seguir apoyándome a traer más y mejor contenido, por favor considera apoyarme en Patreon, el link lo encuentras en mi perfil de autor.