Mis juguetes nuevos II ( Final)
Siguen las sensaciones...el descubrimiento de nuevos lìmites...
Mis Juguetes Nuevos II - Final
Mi Señor se sienta frente a mí, a contemplar el espectáculo de esta perrita movediza, tratando de obedecer, intentando relajar los brazos, mantener inmovil las piernas, ignorar las pinzas, que aprisionan sus tetas, sus labios, pero es dificil, porque el “inofensivo” pepinito, no solamente vibra dentro del culete, sino que hace que las bonitas bolitas del coñito, con sus cascabelitos simpáticos, comiencen a agitarse, levemente, claro, pero cada vez mas profunda y sensualmente.
Transcurren 5, 10, 15 minutos, sólo la mirada firme de mi Amo, me mantiene, ya no serena, pero aguantando firmemente los deseos, el dolor, las ganas de bajar los brazos, de quitar el bicharraco del culete que ya está provocando un poco de excitación, de limpiar los jugos que empiezan a correr por los muslos, las pinzas, curiosamente, se soportan, seguramente la zona está aletargada, señal segura que el dolor cuando se quiten, será significativo…
Mi Señor se acerca, me acaricia los cabellos, roza con sus manos mis antebrazos cansados, toma mis muñecas y con delicadeza, las lleva hacia mi espalda, mi cabeza se eleva en un gesto de aprecio, abre con sus labios mi boca, un solo gesto, un beso apasionado, hace que desaparezca mi cansancio, mi dolor, mis pesares, sólo Él y yo.
“ ¿Quieres continuar? – pregunta, solícito, como siempre - ¿Segura?” Mis ojos se llenan de ternura al sentir sus caricias, y sus cuidados, y afirmo presurosa.
“Bien, vamos a ponerte un antifaz, para que estés mas comoda”, acota, travieso; el antifaz me produce muchas sensaciones, pero la comodidad no es justamente una de ellas; todos los sentidos se exacerban, las sensaciones se multiplican, y yo, sonrío adivinando sus intensiones.
“Mi perrita, vamos a ver como están estas tetitas, tan apretadas con estas pinzas”, y cuando las quita, mil hormigas pasan por allí, el dolor hace que un “ay, mi Señor” se me escape, pero sus manos prestas, masajean las puntas de los pezones para provocar la irrigación… “Pobrecitas, tan apretadas, voy a masajearlas un poquito” y toma el aceite, y masajea cuidadosamente mis pezoncitos apachuchados; claro, cuando quita las pinzas, la barra de madera, ya no tiene sostén, con lo cual, también quita las pinzas de los labios, con el nuevo “ay, mi Señor” que ya parece una letanía, y la mano de mi Amo, suavemente, acaricia la zona de los labios doloridos.
“Perrita, voy a quitarte las bolitas tambien” me dice, comprensivo, y yo no puedo más que agradecer tanta gentileza de mi Dueño…pero cambia de opinión diciendo “Te has quedado sin adornitos, voy a volver a colocarlas”
“Ahora, mi perrita, quiero que te quedes cinco minutos apenas, absolutamente inmovil, ¿no es mucho, verdad, mi pequeña? Sólo tienes las bolitas en el coñito, y el pepinito, casi, casi, que voy a aumentar un poquito la velocidad”
Lo cierto es que yo me había olvidado del aceite, y cuando lo utilizó en las tetas, y luego en los labios, solamente registré el alivio que me provocaba la caricia y la suavidad del mismo, pero era, el aceite infernal que al cabo de uno o dos minutos, empezaba a picar, y a provocar unos calores que multiplicaban los deseos de orgasmar al infinito…
No había podido observar que las bolitas, antes de volver al coñito, habían sido también untadas con este aceite; pero lo empecé a sentir, primero en las puntas de los pezoncitos, y entonces recordé que, antes de tener el antifaz, la botellita era la misma de la otra vez; sentí un calor en las puntas de los pezones que era terrible, no me quemaba, sino que me excitaba, y los labios acusaban recibo de la misma sensacion.
Lo peor fue cuando las bolitas chinas, en el coño, untadas del aceite, se fusionaron con mis jugos, y con el movimiento provocado por el consolador anal, que hacía que las bolitas tuvieran también vibración, transformaron mi coñito en una marmita de orgasmos, un caldero a punto de reventar, mientras mi Señor contemplaba mis inútiles esfuerzos para mantenerme inmovil, concentrada ahora solamente en no correrme.
“Aguanta, perrita, sólo falta un minuto” me dijo al oido, suspirando suavemente en mi cuello – “Aguanta para mí, para tu Amo, sé que puedes hacerlo ¿ lo harás? ” mi cuerpo temblaba ya perdida toda compostura, mis espasmos se multiplicaban, las piernas casi no podían sostenerme…pero quería aguantar, solamente me sostenía el calor del cuerpo de mi Amo y Señor junto a mí, llevándome a un punto más profundo que el día anterior.
Cuando no podia más, realmente ya no podía mas, la mano de mi Amo apaga el vibrador, y tomando la cuerda de las bolas, jala de ellas al tiempo que su voz profunda exclama: “Córrete, mi perrita, es mi placer!” mientras sus brazos me sostenían cuando ya mis piernas, no podían resistir mas los espasmos de placer.
Luego, mi cuerpo a sus pies, mi cabeza sobre sus rodillas, su mano acariciándome los cabellos, y la sensación de pertenecerle, completaron una jornada tan intensa como divertida.
“¿Tienes ganas de nuevos juguetes, mi perrita traviesa?” me pregunta mi dulce Señor…
Mi cuerpo, una vez más, se encargó de responder a esa pregunt