Mis juguetes nuevos
Cuando las visitas al sex shop se hacen frecuentes...surgen situaciones nuevas...Relato publicado en el 2006 en Club Sumision
is juguetes nuevos
- Hola, perrita, hoy tengo una sorpresa para ti…la voz de mi Amo, risueña y jovial, despertó sensaciones conocidas, acariciándome suavemente, mientras entraba en la habitación donde lo esperaba como a Él más le gustaba…como su perrita, a cuatro patas, bien plantada, la espalda recta, los pezoncitos erectos, las puntitas que se endurecían apenas lo adivinaban, un antifaz agudizando los sentidos…su perrita salida, como gustaba llamarme siempre, provocando un rubor avergonzado, por la evidencia rotunda de mi cuerpo ante su presencia. Al principio, me provocaba mucha vergüenza, todavía me costaba un poquito acostumbrarme a la sensación, a pesar de que mi cuerpo respondía en forma absoluta y sin dudar a sus estímulos, aún a los más sutiles y leves…
Ay, perrita, no te habras corrido, verdad? Preguntaba juguetón, sabiendo que la respuesta iba a ser la esperada: “no, mi Señor, pero me ha costado mucho, mucho aguantar…”
Y es que me había dejado con un vibrador puesto a velocidad media, no tan fuerte que fuera imposible resistir, sólo lo suficiente para notar todo el tiempo las paredes de mi coñito con una actividad continua…seguramente me habia escuchado, divertido, resoplar, respirar tratando de mantener un ritmo que alejara el deseo y las ganas, mientras me movía algo inquieta, tratando de controlar mi lujuria; sabía exactamente hasta donde el placer se mezclaba con el deseo, y la obediencia con las ganas de ser una perrita aplicada; disfrutaba intensamente de la visión de mi sumisión.
Tomó el mando del vibrador, y lo apagó…un suspiro de alivio escapó de mis labios.
Claro que, el vibrador, fue retirado de mi coñito, por un par de dedos recios y firmes, que jugueteaban distraídos, acariciando mis labios, mi clítoris, rozando apenas, levemente, la zona caliente, excitada, húmeda…
Ay, mi Señor, exclamé… Qué pasa, perrita…te duele? Preguntaba complacido, sabiendo que no era dolor justamente, el motivo de mis lamentos, provocando una sonrisa picarona en mi carita, sabiendo que mi Amo disfrutaba tanto como yo; deseaba terminar ese tormento…que habia empezado apenas…
Tengo un par de juguetes que quiero que disfrutes, a ver si he adivinado tu gusto, me dijo, sin quitarme el antifaz, lo que provocó mas humedades todavía; me puso en la boca un dildo de jelly, no muy grande…yo, en un acto reflejo, abrí la boca y empecé a chupar, mientras mi Señor lo sostenía entre sus dedos; mi lenguita golosa, se deslizaba por el dildo, y cuando podía, aprovechaba para lamer disimuladamente los dedos de mi Amo, situación que divertía mucho a mi Señor, que jugueteaba con mi lengua, alejando sus dedos y acercándolos en un juego que me erotizaba mucho, hasta que, simulando un enojo inexistente, me amenazó con terribles castigos si no dejaba de ser una perrita viciosa sin compostura…finalmente, cuando el dildo estuvo suficientemente lubricado, lo retiró de mi boquita y procedió a colocarlo en …el culete, con gran sorpresa de mi parte, porque estaba esperandolo en mi coñito, y para el culito, era más grande que lo que acostumbraba a utilizar.
Te gusta la sorpresa, mi perrita viciosa? Me preguntó mi Amo, luego de haberlo colocado con mucha delicadeza y precisión; si, mi Señor, contesté, aunque confieso que no lo esperaba...
Para eso son las sorpresas, perrita inquieta…viendo como me retorcía tratando de acomodar el aparatejo que invadía mi culito en toda su extensión, me propinó un par de nalgadas, sin demasiada fuerza, para indicar el fin de mis movimientos.
Y tengo más sorpresitas, mi perrita bonita, ya verás… lo escuché mientras se alejaba unos pasos, sintiéndolo tranquilo, moviendo algunos objetos, abriendo cajas, tratando de azuzar mis sentidos para adivinar lo que se proponía; lo escuchaba tararear contento, girando en torno a mi cuerpo, mientras yo seguía inmovil, a cuatro patas, con el culito en pompa; de pronto me pregunto: “esas tetitas necesitan algo que las adorne, no te parece?” y, antes de atinar a responder nada, sentí unas pinzas en los pezones, mordiendo implacables…no eran muy pesadas, pero tenian una cadenita que se mecía al mínimo roce…y mi Señor, jugueteaba con ella, provocando sensaciones muy intensas…se alejó para ver su obra, y exclamó satisfecho… “te quedan preciosas, mi perrita con las tetitas prietas” yo me olvidé del dolor que me provocaban los pezones apretados, del peso de la cadenita, y sonreí contenta…sabía que mi Señor le fascinaba lo que estaba viendo, y a mí…a mí me encantaba sentirlo satisfecho.
Ahora vamos a continuar con los adornos, me dijo, entusiasmado…y tomó un segundo juego de pinzas; enganchó una de ellas a la cadena, y la otra pinza…la otra pinza la enganchó al clítoris, provocando un quejido de mis labios…quejido que fue acallado con una caricia de su mano cálida sobre mi cabecita, y un beso caliente en mis labios, para menguar el dolor insoportable…cuando mi cuerpo se relajó, luego de la tensión provocada por la pinza, mi Señor separó sus labios de los mios, y con un shhhhh, perrita, aguanta, tu dolor tambien me pertenece, no es cierto que me lo regalas tambien, no solo tu placer, tambien tu dolor…verdad? Esas palabras fueron un bálsamo y me hicieron cambiar la posición, me sostuve erguida, muy orgullosa, digna de ser lo que mi Amo quería ver: Una perra ofrecida para su placer…
El, aguardó el tiempo suficiente, para que me acostumbrara a las pinzas, las de los pezoncitos casi ni las notaba, la del clítoris, en cambio, era una presencia constante, una presión que me taladraba…cuando vio que mi carita se relajaba, mis labios se abrieron en una sonrisa valerosa, y mis músculos se aflojaban, en ese momento, El también se relajó, y un “muy bien, perrita, lo estas haciendo muy bien….” premió mis esfuerzos.
Yo estaba empezando a tranquilizarme, pensaba que mi Amo no tenía más sorpresas…pero la noche era muy larga, y todavía faltaba otra novedad; sentí en mi coñito, su mano suave y de dedos firmes, largos, delgados, al principio en forma muy liviana, casi imperceptible…era un aleteo de las yemas de sus dedos que, acariciaban muy suavemente, los labios de mi coñito, caricia que se fue intensificando lentamente, sin tocar la pinza del clítoris, con esa certeza absoluta de Aquel que tiene muy claro su objetivo…yo me entregué al placer, las pinzas de las tetitas se sentían cada vez más firmes, la del clítoris era una presencia fuerte, el dildo del culete invadía llenando cada intersticio, pero nada me podía distraer de la hipnótica seducción de esos dedos que, con mas energía cada vez, acariciaban las paredes de mi coño, haciéndolo vibrar como si tuviera diez consoladores juntos, tal era el poder que ejercía el Amo sobre su posesión…y cuando ya mi cuerpo, transportado al placer, ausente de los dolores que me provocaban los objetos de mi cuerpo, deseoso de terminar con esa mágica tortura, suplicaba tímida y suavemente, el alivio con el placer del orgasmo, entonces…mi Señor, retiró su mano, provocando una sensación de abandono, desamparo, que duró sólo un instante…el tiempo que mi carita compungida buscó a ciegas el olor de mi Amo, y sus palabras tranquilas, contenidas, llegaban a mis oídos… “tranquila, perrita, aun no, todavia no quiero que te corras, aun no…” adivinando la súplica que murió en mis labios, y enseguida, la mano de nuevo dentro de mi coño, suave, dulce, embebida en aceite, una caricia suave, el aceite que penetraba sobre mis labios mojados, sobre la puerta de mi coño caliente, rozando casi el clítoris apretado por la pinza maldita…sentí una sensación extraña, al principio la caricia aliviaba, el aceite rozaba calmando el ardor…hasta que empezó a hacer efecto…era un aceite que escocía, provocaba un picor nada desagradable, si el coñito estaba calmadito, pero en estas circunstancias, anegado de jugos que se mezclaban con el aceite infernal, calentando la zona ya caliente, provocaba unos espasmos terribles, que hacían que sin poder evitarlo, la cadena que unía el clítoris a la de los pezones, se estirara, con un dolor terrible, mientras el coño trataba de contener la explosión inevitable, y mi culo se retorcía; era la imagen viviente de una perra salida a punto de orgasmar, sin control, una perra salida, deseosa de correrse como si no existiera otra cosa…y entonces, la voz del Amo, serena, tranquila, firme…Perrita, vas a entregarme tu placer junto con tu dolor…voy a quitar las pinzas, y podrás correrte…va a dolerte mucho, pero es mi deseo que me ofrezcas las dos cosas…
Todavía más dolor, si mi Amo las hubiera quitado y me hubiese ordenado que me corriera, seguramente, no habría sufrido tanto, pero sabiéndolo, teniendo la certeza absoluta que el dolor iba a ser mucho, iba a ser más dificil aun.
Respiré muy profundo, mi Señor aguardó pacientemente que el aire penetrara en mis pulmones, y con un movimiento firme y seguro, quitó al mismo tiempo, las pinzas de los pezones y la del clítoris…y en ese mismo instante, pronunció las palabras mágicas “córrete, perrita” con toda la dulzura y el orgullo que denotaba su voz, acunándome en medio del espasmo terrible donde el dolor y el placer se aunaban fusionándose en una sensación nueva, en medio de mi “gracias mi Señor, por este orgasmo” mi cuerpo seguía temblando, de dolor y de placer, exhausta y liberadas todas las barreras, entregada gozosa al dominio de mi Amo y Señor; Él, sin perder el control, quitó suavemente el dildo que invadía mi culito, acarició todo mi cuerpo, conteniendo y disfrutando placentero de los estertores de un orgasmo fantástico; pellizcó suavemente mis pezones para aliviar el dolro; cuando, ya más calmada, me arrodillé a sus pies, me preguntó gozoso: “Y perrita viciosa, te gustaron los juguetes nuevos?”
Mi cuerpo se encargó de responder a esa pregunta…