Mis inicios lesbicos 4
Sigue mi camino hacia la sumisión y lesbianismo. ¿Vendrá a mi casa la joven dominante? ¿Y mi hija?
¡Qué día el de hoy! He llegado por fin a mi casa cansadísima después de un largo día laboral y de sólo pensar que tengo que ponerme a estudiar me estreso a rabiar. En los relatos anteriores les conté que mi nombre es edAJ y que trabajo como ejecutiva de ventas de una empresa inmobiliaria en una bella ciudad del Norte de Chile. Hace casi un año inicié estudios superiores tendientes a titularme en una carrera de alta demanda en el mercado del área comercial. Alguien quiere estar orgulloso de mi, alguien muy especial quiere que yo esté orgullosa de mi misma, avanzando segura por este camino que inicié hace más de un año desde que le volví a ver; es por eso que estoy en permanente régimen para mantenerme siempre delgada, vestirme con ropas exclusivas y bellas que resalten mis tetas y culo, así cómo ascender en la empresa donde trabajo.
Mientras pienso en todo esto me dirijo al cuarto de baño para relajarme y sumergirme en la tina. Me afirmo el cabello con un colette para no mojarlo, me saco la ropa dejándola tirándola en el suelo y me quedo sólo con una diminuta tanga de color beige. Enciendo unas velas aromáticas. La brisa cálida de la tarde es una caricia que recorre mi cuerpo besando mi piel. Cierro los ojos y me quedo quieta durante unos minutos sintiendo como la brisa me da un masaje espectacular. Miro el reflejo de mi hermoso cuerpo en el espejo. Me gusta observar ese cuerpo: soy más bien delgada y a mis 47 años tengo un culo aún durísimo y levantado, unas tetas medianas con pezones rosados, suaves, tersos, deseosos de ser besados por hombres o mujeres. Pero eso no es posible porque ese cuerpo tiene dueño, un macho dominante, mi Amo, quien me ha permitido el honor de transformarse en mi mentor, mi guía, a fin de educarme y enseñarme todos los modales y artes amatorias que debe aprender y dominar una mujer para transformarse en sumisa. No debiera ser nada difícil considerando que sólo existen dos reglas que se deben obedecer, y que son: a) la sumisa debe obedecer rápidamente y sin reparos toda orden que emane del Amo, y b) en caso de dudas, la sumisa debe cumplir con lo indicado en la letra a).
Es por ello que he aprendido a preocuparme de mi cuerpo, manteniéndolo siempre atractivo, esbelto y atlético, mi cabello muy cuidado y teñido rubio con mechas, mínimo maquillaje, masajes afirmantes y reductivos semanales, y un depilado cuidadoso de mis zonas íntimas. Mi concha en particular debe lucir un depilado laser total, debe estar siempre tibia, húmeda, deseosa, dispuesta a atender la más mínima insinuación suya. Ayer me dijo que la próxima semana debo buscar un especialista que me anille los labios mayores para colocar una cadena de oro con candados que impidan la penetración vaginal. Él sabe que desde hace un año ya controla mis relaciones sexuales y mis orgasmos, pero quiere asegurarse que cualquier persona que intente tener sexo conmigo comprenda que no tengo permiso, y que es otra persona, no yo, quien controla mis relaciones sexuales y mis orgasmos. Me sentí humillada cuando me sugirió lo que tenía que hacer –porque él no ordena- e implica que una desconocida o desconocido me vea íntimamente y peor, entienda la razón del pseudo cinturón de castidad; la sangre subió a mi rostro al tiempo que un terrible ardor me llevó al límite del orgasmo.
Con el pasar del tiempo he aprendido a anticiparme a los deseos de mi Amo. Por ejemplo, hace un par de días me vestí con un portaligas negro, medias en el tono, zapatos tacos aguja y nada más, salvo por el collar de sumisa en mi cuello, y me tomé varias fotos eróticas con una cámara de alta resolución, en mi dormitorio, toda ofrecida, toda una dama puta, de piernas abiertas frente a la cámara, dando una perfecta visión en primer plano de mi rostro, mis tetas y mi coño desnudo, de rodillas sobre la cama del cornudo de mi esposo. Cualquier persona que me conozca y haya estado en mi casa podría perfectamente reconocer mi dormitorio. Sé que a mi Amo eso le excita, le agrada que libremente me entregue, le ceda el control, me ponga en sus manos, le de argumentos que me obliguen a obedecer, de modo que sea él quien decida que foto mostrar, que video mio publicar, que acciones deba yo hacer y con quien, hombre o mujer. Por eso debo mostrarme siempre muy insinuante, sensual, constantemente atenta a sus deseos porque debo ser la mejor de sus sumisas, su puta fina, manifestando abiertamente y en todo lugar el deseo ardiente que siente mi cuerpo por su hermosa verga. Mi boca jamás ha despreciado su semen, me ha hecho adicta a ese exquisito manjar, gustosa y golosa por saborear hasta la última gota del néctar del primer y único hombre al que le he practicado sexo oral.
Al recordar los intensos encuentros con mi Amo se me eriza la piel, mi vagina se humedece más y más al punto que una gota cae de mi zona íntima y resbala por mis muslos. “Pero que puta soy”, pienso. Me introduzco un dedo dentro y la siento húmeda, caliente, palpitante. Siento también mis pezones duros, erectos, sensibles. Estoy ansiosa de una buena cogida. Llevo más de dos meses sin acabar, fiel a la rutina de masturbarme 3 veces en el día, al despertarme, en el trabajo y al llegar a casa, siempre sin llegar al orgasmo porque lo tengo prohibido. Cada vez me masturbo más y más ansiosamente, imaginando los tipos de situaciones morbosas que tendré que enfrentar a futuro, permitiendo que me exhiban desnuda para que los machos a mi alrededor me toquen, acaricien o castiguen a su libre albedrío, me penetren sin preocuparse lo más mínimo por mi, sólo un objeto, un pedazo de carne al cual usar y moldear a su antojo. A veces me imagino siendo castigada por una o dos mujeres que se ríen y me someten a voluntad, me acarician, castigan y masturban para recibir placer junto con dolor. Les suplico que me dejen tranquila, implorando inútilmente entre sollozos que no sirven de nada más que para excitarlas aún más, metiendo sus dedos y lenguas por todos mis agujeros, besándome y obligándome a besarlas, a lamer sus tetas, chupar sus pezones erectos. Arrodillada frente a ellas veo como me frotan sus sexos desnudos y húmedos en mi cara, mientras tiemblo y sufro de asco de solo imaginar que me obliguen a chupárselos, a lamérselos, sexos jóvenes de jóvenes dominantes que no se apiadan de mí lo más mínimo. Siento mis pezones duros como piedras y mi concha empapada y palpitante al contacto de mis tres dedos que entran y salen de ella mientras mi dedo pulgar no da tregua frotando mi clítoris en círculos, estoy al límite de lo impensable, un poco más y traspasaré el umbral prohibido, un poco mas y llegaré al punto de no retorno, estoy tan caliente que mi mente se hace a la idea, la acepta, la celebra, y me imagino dándoles placer a las dominantes mirándolas fijamente a los ojos mientras mis labios se juntan con los suyos y mi lengua penetra esas conchas jóvenes y aromáticas, vencida, ya no pienso, sólo me concentro en saborear esas vulvas, en darles placer, en pertenecerles, en hacerlas sentirse mis Amas…. mi Amo, mi Amo…No! No puedo acabar! No quiero! Y retiro mi mano empapada y las dominantes se desvanecen en mi mente. Justo a tiempo, pienso, y me desmorono en la fría cerámica del baño.
Me quito el tanga y entro a la tina de baño; siento la suave y olorosa espuma. ¡qué relajante! mis dedos suavemente ahora acarician mi vulva, estoy muy caliente, abro mis labios vaginales y me penetra la cálida agua, mi clítoris está duro y levantado, mis dedos se dedican a jugar, a entrar y salir, a acariciarme y pellizcarme los labios y el clítoris, oh Dios que caliente estoy, ya a punto de estallar de nuevo…comienzo a gemir por los ricos espasmos, al introducir más mis dedos: uno, dos, tres ...mmmmm ricooo!!! Ahhhh..siiiiiiasiiiii mmMMmM siiii asiiii!!! Cógete a tu perra fiel Amoooo!!!...Tu perra quiere una verga…tu verga...pienso, imaginándome en la presencia de mi Amo, Asi!! Ya casi!!! Estoy que exploto!!!...pero me detengo de nuevo…soy obediente, no debo correrme, no sin una orden del Amo. La frustración me embarga, me estresa, oh, cómo quiero verga! Haría lo que fuera por que me poseyera!
Poco a poco la frustración se disipa y logro relajarme sin pensar en nada, hasta que suena el maldito teléfono.