Mis inicios junto a Victoria

Sin mi primo, ni mi amiga en la ciudad, tuve que decidir entre seguir masturbándome o buscarme un nuevo amante, para mi grata sorpresa no fue uno solo.

En mi anterior relato les conté acerca del primer trío que hicimos con mi mejor amiga y mi primo, ambos amantes míos. Esa relación entre los tres se mantuvo con el correr del tiempo y los encuentros sexuales eran recurrentes. Ninguno fue tan especial como el primero, pero sí puedo jurar que cada uno de ellos fue sumamente satisfactorio para todos.

Lo que les voy a relatar a continuación es mi primera vez en otro tipo de experiencia, que aunque no fue la mejor dentro de mis recuerdos, si fue muy satisfactoria, y que transcurrió algunos años después, cuando yo ya estaba recibida de profesora de educación física.

Mi primo por cuestiones laborales se había tenido que trasladar durante unos meses al sur del país, donde el estudio de arquitectos en qué trabajaba, tenía una importante obra en hotelería. Mi amiga Silvina, por su parte, estaba recién casada y con su nuevo esposo se encontraban pasando el verano en la finca de la familia de él en Mendoza.

Nunca había estado tanto tiempo sin sexo, ya que ellos dos eran mis fuentes de placer por aquellos días, sobretodo después que un breve romance que tenia con un compañero de la facultad había concluido.

Uno de mis trabajos en ese entonces era como instructora fitness en un gran gimnasio de Córdoba. Trabajando ahí, conocí a Victoria, la encargada de los masajes del spa del lugar, quién era además una de mis alumnas más dedicadas, y mi masajista de cabecera. Uno de los beneficios de trabajar en ese gran gimnasio era que los empleados podían acceder a todos los servicios a precios muy accesibles.

Victoria era alta, de muy buen cuerpo, súper delicada y femenina. Tan femenina era que no fue hasta que ella me lo contó, que supe que Victoria era una mujer trans.

Llevábamos meses de conocernos y a pesar de vernos muy esporádicamente, la relación era más similar a una amistad que a meras compañeras de trabajo.

Una tarde, cuando yo estaba boca abajo en la camilla recibiendo sus masajes, me preguntó qué me pasaba que estaba tan tensa. Le confesé que tenía varios problemas menores, pero que al no tener mi válvula de escape, se sobre entendía que era el sexo, andaba media loca últimamente.

Ella con su franqueza habitual me preguntó acerca de porque no buscaba otro u otra amante, mientras los míos regresaban, y no supe qué contestar.

-Supongo que nunca tuve que buscar un amante - le respondí - ellos dos están desde el principio, así que no sabría por dónde empezar a buscar.

-Ajá - dijo ella mientras masajeaba mi cintura - pero hombres y mujeres disponibles hay muchos. Ya del vamos se me vienen un par de nombres a la cabeza de dos que se, de buena fuente, están locos por poder acostarse con vos -

-¿Quien? - pregunté intrigada - ¿Los conozco-

  • No sé si los conoces, pero no te voy a decir quienes son, secreto de confesión de masajista - dijo riendo - pero buen partido ambos -

-Sino me decís no voy a poder hacer mucho -

-Te propongo algo - me dijo mientras terminaba con sus masajes - ¿Qué te parece si organizo una juntada tranquila en casa el fin de semana? Una cena, vos, yo y esos dos hombres. Comemos, nos reímos un rato y si te gusta alguno te lo llevas a la cama y yo me quedo con el otro. Total, ya me acosté con ambos así que no tengo problemas en dejarte elegir a cualquiera de los dos -

Mientras me vestía le pedí que me diera un par de días para pensarlo. La verdad que necesitaba sexo, las pajas ya no me satisfacían tanto a pesar de tener tantos juguetitos, pero tampoco estaba muy segura de una cita a ciegas.

Lo de la charla había sido un martes, y para el jueves las ganas habían podido más que yo, y en un cruce en los pasillos le di el Ok a Victoria. Ella sonrió y me dijo que no me iba a arrepentir. Me pasó su dirección y quedamos en que el sábado nos encontraríamos en su casa unas horas antes de la cena.

El día del encuentro llegué a su casa a media tarde y ella me recibió radiante como siempre.

Al no saber qué tipo de cita era, yo había optado por ir vestida de manera elegante, pero bastante casual. Victoria me explicó entonces que los dos hombres estaban acostumbrados a cierto nivel de vida y disfrutaban de las mujeres elegantes. Yo estaba un poco avergonzada, pero enseguida ella me dijo que no había ningún problema, ella podía prestarme algo de su ropa y listo. Fuimos a su habitación y tras quedarnos ambas en ropa interior, empezamos a buscar entre sus prendas. Ella enseguida eligió para sí un hermoso vestido rojo, bien ajustado y que le debía llegar apenas unos centímetros por debajo de la cola, y para mi escogimos uno blanco, similar al de ella con la diferencia que de la cintura hacia abajo no era ajustado, sino suelto.

Victoria se sacó el corpiño que tenía ya que su conjunto no hacía juego con el color del vestido. En cuanto quedó en tanga no pude más que admirar su hermoso cuerpo de mujer. Antes de sacarse la tanga celeste que llevaba puesta me dijo que no me asustara por lo que iba a ver, que hiciera como si no hubiera visto nada. Cuando ella quedó desnuda pude apreciar que ese increíble exponente de mujer, tenía a su vez una nada despreciable verga entre sus piernas, dormida como estaba, debía rondar los 17 cm de largo, y bastante gruesa y pesada. Era evidente que mi cara lo decia todo porque enseguida ella bromeó con eso.

La tomó con su mano, se la llevó hacia atrás entre sus piernas y  se puso un delicado culotte rojo todo de encajes. No entendía donde podía esconder tanta pija, pero era evidente que ella tenía sus trucos.

Cuando ya estuvimos vestidas, peinadas y maquilladas, nos sentamos en su living a tomar unas copas y esperar a los dos misteriosos caballeros.

Cuando llegaron, ella nos presentó aunque yo los conocía de vista del gimnasio. Ambos eran alumnos de otros profesores y más de una vez me los había cruzado en mi trabajo.

La cena transcurrió de lo más bien. La charla fue amena, la comida excelente, el vino seguía apareciendo ni bien se acababa una botella, y a esa altura todos reíamos sin parar por cualquier tontería. En un momento Victoria me pidió que la ayudara con algunas cosas en la cocina y fue ahí donde aprovechó para preguntarme cuál de los dos me gustaba más.

Ambos estaban muy bien físicamente a pesar de haber pasado los cuarenta y tantos años. Hector era más alto y atractivo que Esteban, pero a este se lo veía de una complexión más trabajada. Lo que finalmente me hizo decidirme por Hector, fue el comentario de Victoria acerca de su desempeño sexual, ya que me aseguraba que a pesar de tenerla un poco más chica,  tenía mucho más aguante que su amigo, y eso a mi me interesa más que el tamaño. Volvimos a la sala ya sabiendo quién se iba a comer a quien.

Yo me notaba bastante tomada, ya  los tragos previos a la cena, más los vinos y mi falta de costumbre al alcohol, me estaban dejando bastante mareada.

Los hombres ya estaban en el living, donde habían puesto música y estaban destapando un champagne, sin embargo lo que me terminó de desestabilizar la cabeza, fue cuando Esteban prendió un porro que fue pasando de mano en mano. No era mi primer porro, ni iba a ser el último,  pero sí el primero estando además media borracha. Empezamos a bailar cada una con su pareja. Al principio la música era más bien movida, pero poco a poco se fue volviendo más lenta, hasta que en un momento sin darme cuenta estaba pegada al cuerpo de Hector sintiendo su pija frotándose en mi panza y sus manos en mi cola. Buscó mi boca con la suya y me gustó su forma de besar.

No se cuanto tiempo estuvimos besándonos y acariciándonos, pero los gemidos contenidos de mi amiga me hicieron voltear para encontrarme con una escena de los más hot. Esteban estaba sentado en el sillón mientras Victoria de rodilla entre sus piernas, y con el vestido enrollado a la cintura, le estaba chupando la pija.

Yo estaba hipnotizada con el espectáculo porno que me estaba dando mi amiga, momento que Hector aprovecho para girarme y poner mi espalda sobre su pecho. Estaba mirando un pete en vivo y en directo, mientras las manos de mi pareja del momento me recorrían entera, cualquiera se hubiera calentado con la situación y yo no fui la excepción.

Mientras Héctor me quitaba el vestido, mis manos fueron hacia atrás para liberarle la pija y poder masturbarlo libremente. Me gustó el tamaño de su verga.

En un momento Esteban  hizo que Victoria se parara dándole la espalda, le bajo el culote y sentado como estaba empezó a meterle la lengua en la cola.

Ambas estábamos de frente y la verga de Victoria me apuntaba erguida. Ella se sacó el vestido quedando totalmente desnuda y se sentó sobre Estaban que ya estaba ansioso por penetrarla. La cara de placer de mi amiga era increíble, y lo fue más cuando con señas me preguntó si quería chupársela. Yo fui hacía su pija como una luciérnaga hacía la luz y sin mediar palabras me puse en cuatro patas delante de los amantes y me la metí en la boca de un bocado. No era el primer pete que hacía en mi vida, eso está claro, pero este tenía un morbo especial, ya que lo estaba haciendo a una mujer hecha y derecha.

Mientras yo jugaba con mi lengua y mis labios en torno a ese durísimo pedazo de carne, Hector aprovechó para quitarme mi tanga, la única prenda que aún tenía puesta, y me empezó a coger desde atrás como perrito.

Me encantaba sentirme cogida mientras tenía la verga de Victoria metiéndose hasta mi garganta.

La verdad es que por mi estado de ebriedad, las cosas se me tornaban un tanto confusas, pero del plan original de coger con un desconocido, de pronto todo se estaba transformando en una tremenda orgia.

Por momentos me sentía totalmente penetrada por Hector, en otras oportunidades por Esteban, e incluso Victoria, que también me penetraba en ocasiones, y quien al oído me preguntó en un momento si me dejaba hacer la cola. Yo estaba sentada sobre Hector montándolo, mientras Esteban, de pie me cogia literalmente por la boca. Como pude y sin sacarme la pija de la boca le hice saber a ella que si, que si ella quería mi cola estaba disponible. Sentí un ligero frío del lubricante en mi esfínter, y luego sin  más preámbulos, la cabeza de la verga de Victoria abriéndose paso dentro mio. Nunca me había sentido tan llena, de pronto ahí estaba yo, totalmente entregada y siendo penetrada con vehemencia por todos mis agujeros. Mis orgasmos se sucedían uno tras otro y ellos parecían no acabar nunca. Los tres se iban turnando e intercambiaban posiciones, pero en todas, siempre me quedaba con tres pijas dentro mio. Estaba en la gloria

Creo que fue Hector el que me preguntó si yo había experimentado alguna vez un bukake, y yo respondí que no, que ni siquiera sabía qué era eso. Me pusieron de rodillas en medio de ellos y los vi a los tres pajeandose mientras me miraban. Mi lengua iba de pija en pija ya desenfrenada de placer, no sabia que era un bukake, pero entendía a donde querían llegar. El primero en acabar fue Esteban, quien tomándome de la nuca apuntó su pija directo a mi boca y comenzó a descargar mucha, pero mucha leche. Recuerdo su semen pegando en mi lengua, en mi cara y en mis tetas. Un par de minutos después fue Hector el que me avisó que se corría y casi al instante sentí como descargaba sus huevos en mi boca. El sabor de la leche de Hector era bastante más sabrosa que la de su amigo.

Finalmente  fue el turno de Victoria, quien tomando con ambas manos mi cabeza, me enterró su hermosa verga hasta la garganta haciéndome dar arcadas y hacerme saltar las lágrimas, a pesar de lo cual no aflojó con su presión y entre estertores míos empezó a correrse en el fondo de mi garganta. Entre los tres me habían llenado de leche calentita y me habían dejado dolorida en cada parte de mi cuerpo.

Tras haberme usado cada uno de ellos a su antojo, Victoria me llevó al baño no sin antes decirme que me despidiera de Hector y Esteban que ya debían irse. Llenó su bañera y me dejó dentro del agua tibia recuperándome, mientras ella iba a despedir a los hombres.

Cuando volvió  se metió conmigo en la bañera preguntándome si lo había disfrutado.

A mi me costaba hasta hablar de lo cansada que había quedado y ella se rió dulcemente.

Victoria enjabono y limpió cada centímetro de mi cuerpo mientras no dejaba de hacerme mimos. Después me llevó a su cama donde ambas nos acostamos desnudas.

-Esto es para vos - me dijo mientras me mostraba un fajo de billetes que levantó de la mesa de luz - dicen que vos valés cada centavo y más, y que pueden espera a un proximo encuentro -

Recién ahí comprendí como hacía Victoria para mantener su estilo de vida con un sueldo de empleada, en sus ratos libres ella era una puta VIP, y de las muy caras.

Me pidió perdón por no haberme contado nada de su plan ya que temía que yo no fuera a aceptar.

La verdad es que yo la había pasado tan bien que poco me importaba, y encima había recibido en una noche lo que cobraba en dos semanas de trabajo en el gimnasio.

Esa noche nos dormimos juntas y abrazadas.

Si les gustó  dejen sus comentarios acerca de si quieren leer mas historias de mi experiencia junto a Victoria siendo putas de lujo.

Besos, Sofi.