Mis inicios (i)

Mis inicios en el sexo gay

MIS INICIOS (I)

Hola a todos. Antes de empezar quiero que sepáis que esta historia, salvo los nombres que aparecen, es totalmente real, no hay nada inventado. Mi nombre es Javi y en la actualidad tengo 52 años, soy un hombre felizmente casado con mi mujer y tenemos dos hijos.

La historia transcurre en un barrio de Madrid, una pandilla de seis chicos, de entre 14 y 16 años, nos pasábamos las tardes jugando al futbol y haciendo travesuras. La pandilla se componía de Carlos, Fernando, Antonio, Juan, Jose y yo.

Si con todos compartí algo más que inocentes juegos, fue Jose el que me inició,  marco mi juventud y con el que esos juegos llegaron más allá.

Como he comentado antes, nos pasábamos las tardes jugando todos juntos, nos reuníamos sobre las seis y entre todos decidíamos a que jugar. Pero Jose tenía un inconveniente, sus padres le dejaban solo todas las tardes, a las cuatro se marchaban a trabajar y no llegaban a casa hasta las ocho, por lo que me pidió que si podía ir a su casa después de comer, se lo dije a mis padres y, como le conocían a el y a sus padres, además vivía en el bloque de al lado, no tuvieron inconveniente en que fuera.

De esta forma comencé a frecuentar su casa todos los días, nos quedábamos en ella hasta que salían los otros amigos, también de pisos muy cercanos y nos reuníamos para jugar.

Jose y yo matábamos el tiempo viendo la tele o jugando a juegos de mesa, en aquella época no había play ni nada parecido. La verdad es que esas dos horas eran interminables.

Cierto día, callo en mis manos una revista pornográfica, se lo comenté a Jose y no tardó en decirme, de forma un poco autoritaria

Jose: esta tarde la traes a mi casa

Llegó la hora y me dirigí a su casa, con un corte tremendo y la revista bien guardada por si algún vecino me veía.

Jose: Pasa y dame la revista, que quiero verla, volvió a utilizar la autoridad al decírmelo

Yo: Toma, está genial, hay unas tias buenísimas, le dije sin imaginar lo que vendría con el tiempo

Desde aquel día, las tardes se hicieron más amenas, cogíamos la revista, la mirábamos y nos pajeabamos uno al lado de otro. Al principio los dos hacíamos comentarios sobre las tias, que si mira que culo tiene esta, mira la otra que tetas y que coño o aquella como se la mama al tio.

He de deciros que al pajearnos uno junto al otro, pude comprobar que su polla, para la edad que tenía, estaba bastante más desarrollada que la mía, debía medirle como dieciocho centímetros, al contrario que la mía que no pasaba de los catorce.

Pasados unos días, en la que nos la pelábamos todas las tardes, el seguía con sus comentarios sobre las tias, pero los míos empezaron a dirigirse a las pollas de los tíos, en mi mente y mi polla, surtía más efecto cuando miraba sus pollas que los coños de las tias y mis miradas hacia la polla de Jose se hicieron mas asiduas, claro que de esto no le dije nada a Jose.

Una tarde, en la que nos pajeabamos los dos, sentados en el sofá, le comenté:

Yo: si no te importa, me voy a poner en este sillón, justo enfrente de el, desde donde tenía una perfecta visión de su polla y sus huevos

Jose: como quieras, pero así no veras la revista, me dijo sin mirarme y sin soltar su polla

Yo: tranquilo, no pasa nada. Poco imaginaba el, o eso creía yo,  que lo que yo quería ver lo estaba viendo en todo su esplendor

Jose: Oye, desde hace días solo haces comentarios sobre las pollas de los tios de la revista y encima te pones frente a mi mientras me pajeo, ¿qué pasa, te gustan las pollas?

Me quedé helado, no sabía que decirle, es cierto que su polla me volvía loco, que tenía unas ganas enormes de cogerla entre mis manos, de acariciarla, de sentir su calor y su dureza, de menarla, pero tenía miedo a que me rechazara.

Jose: Creo que si que te gustan, me dijo meneándola, mis ojos se clavaron en ella

Jose: anda ven acércate

Cuando me levantaba para acercarme, me dijo

Jose: no, así no, como los perros, a cuatro patas

Nunca creí que estas palabras me las dirigieran y pudieran surtir efecto en mi, pero me hicieron sentir una tremenda excitación. Me puse a cuatro patas y me acerque hasta donde el estaba.

Jose: muy bien perrito, veo que te gusta obedecerme, vas a ser una buena maricona, si te portas bien tendrás esto como recompensa todos los días, dijo sin parar de meneársela.

Jose: vamos que esperas, agárrala y me la meneas

Tímidamente, acerque mi mano, la cogí y la escondí en ella, la rodee y empecé a pajearle, los nervios y la inexperiencia, me hicieron mover la  mano arriba y abajo muy deprisa.

Jose: que haces, más despacio o quieres que me corra ya. Si lo hago disfrutaras menos de ella

Baje el ritmo de mi paja, lo hacía despacio, viendo como su capullo asomaba cada vez que bajaba mi mano, viendo como su precum asomaba y mojaba mi nano

Jose: ummmmm, que bien lo haces maricona

Jose. Sigue, no pares, tócame los huevos con la otra mano

Yo meneaba mi polla a la vez que la suya, la solté y acaricié sus huevos, los notaba llenos, inflamados, me encantaba el tacto y el calor que desprendían

Jose: Uffff, sigue zorra, un poco mas deprisa, que quiero correrme

Aceleré el ritmo y una sacudida de leche saltó a borbotones

Jose: me corrrro, mmmmmmm

Yo no dejaba de menarla y su polla no paraba de echar leche

Jose: si, si, ufffff

Cuando terminó de correrse, se limpió e hizo ademán de guardársela

Yo: por favor, no la guardes

Jose: que pasa, quieres pajearte mirándola

Yo: si, por favor

Jose: bueno, como has sido una buena mariquita, te dejo mirarla

Me senté enfrente de el y con mi mano aún llena de su leche, empecé a meneármela. Mis ojos no tenían otra visión que su polla, ya flácida sobre su muslo y sus huevos. Era una visión que me excitaba sobremanera

Jose: joder, que guarra eres, ni te has limpiado mi corrida de tu mano y te la estas meneando con ella, jajaja

Estas palabras hicieron que mi polla explotara, corriéndome como nunca lo había hecho, mezclando su leche con la mía.

Jose: creo que a partir de ahora, las tardes serán de otra manera, te quiero en mi casa todos los días a las cuatro

Yo: vale, como tu quieras

Jose: si vienes, ya sabes el premio que tendrás

Yo: por favor, no se lo digas a ninguno de la pandilla

Jose: no te preocupes, será nuestro secreto, si te portas bien, jejeje

Esa fue la primera vez que toqué y menee una polla que no era la mía, pero no la última.

Agradecería comentarios

sumisobisex@gmail.com