Mis inicios con el estudiante de intercambio
Jamás imaginé que compartir cuarto con aquel estudiante checo me haría despertar algo poco conocido en mi y que sería quién propició mis primeras experiencias gay junto a su mejor amigo, un islandés que también llegó a estudiar a mi colegio.
Hola todos, mi nombre es Seba tengo 28 años, médico, mido 1.94m, cabello castaño, ojos verdes, piel blanca. La historia que les contaré es real y sucedió cuando tenía 18, fue una de mis primeras experiencias y propició muchas más. Cada cierto tiempo me masturbo pensando en estos chicos y espero que ustedes también lo hagan luego de leerla.
Estudié en un colegio que nos formaba bajo un modelo de educación integral que potenciaba áreas no tan clásicas como deportes, artes, música, literatura y más, por ello se celebraban competencias y encuentros estudiantes del resto del país. También existían convenios de interculturalidad para estudiar en el extranjero y recibíamos estudiantes de intercambio de todo el mundo.
Para hospedar a los participantes, el colegio impulsaba un programa de familias anfitrionas y como mis padres les fascinaba la idea de yo pudiese ser becado para viajar, se inscribieron. El consejo habitualmente nos enviaba a muchos estudiantes, pero nunca extranjeros hasta un día en que nos citaron de urgencia para que aceptáramos a un chico de República Checa que por vacantes, no estaba contemplado originalmente. Por desgracia o quizás no tanto, la habitación de visitas se refaccionó como un estudio, así que tendríamos que compartir cuarto, ya que era la única cama disponible.
A la semana siguiente conocí a los 11 nuevos estudiantes de intercambio, todos 18 años. Un grupo conformado por 5 mujeres provenientes de Japón, México, Australia, India y Francia, y 6 hombres de Sudáfrica, Rusia, República Checa, Irlanda, Turquía e Islandia.
La ceremonia de recepción era el proceso en que las familias conocían a quienes serían sus nuevos integrantes, puesto que solo los estudiantes recibían fotos, así fue como al finalizar todo, Janis, un chico alto (1.86m), de piel clara y algo bronceada, ojos miel y cabello rubio oscuro se acercó a saludarme con un fuerte abrazo que correspondí con gran afecto.
Hicimos las presentaciones correspondientes y nos dirigimos a casa charlando sobre su viaje, familia y su vida. Tenía 18 años y su cumpleaños era muy cercano al mío, nos llevábamos por 4 meses. Le gustaba viajar por lugares remotos, había vivido en 2 países por el trabajo de su madre y postuló a este intercambio para aprender español. Mis padres reían con sus anécdotas mientras yo intentaba traducir lo mejor que podía del inglés, porque de español solo tenía nociones muy básicas. Todo el tiempo que compartimos usamos el inglés para comunicarnos, cosa que después agradecería, ya que mis padres no entendían lo que decíamos.
Una característica especial de Janis era la seguridad que transmitía, su carisma y habilidad para convencer a otros, parecía que nada lo hacía dudar y si te dijera que la tierra era un cubo, te lo relataba mirándote a los ojos de tal manera que le creías. En ese entonces yo era un chico muy sociable y popular, pero aún con inseguridades que me dificultaban interactuar en grupos nuevos, razón que me causaba admiración hacia Janis.
A los minutos de comenzado el viaje, ya parecía que siempre había sido parte de la familia.
En casa, dimos un tour y luego de almorzar, le ayudé a desempacar. Pasamos la tarde conociéndonos mejor y la convivencia entre ambos fue excelente desde el comienzo. Siendo ambos hijos únicos, esta sería la experiencia más cercana a un hermano.
La primera noche fue una sorpresa, pues tras decirme que estaba tan agotado que se iría a dormir, cosa que respondí con un yo igual, sin aviso previo, comenzó a desnudarse tranquilamente frente a mi para colocarse solo unos shorts negros de algodón para dormir que no dejaban nada a la imaginación. Todo un espectáculo y yo en vip.
Lo primero que noté fue su cuerpo más trabajado de lo que con ropa aparentaba. No era un modelo, pero estaba muy bueno, anchos brazos, pectorales muy marcados por las pesas que tanto hacía y fuertes piernas por el running. Lo único que le faltaba eran abdominales, pero amaba la comida. Una pequeña barriga que realmente no le sentaba mal.
Usaba un diminuto bóxer gris que le resaltaban su culo y bulto, que, al quitarse, reveló una polla flácida de tamaño promedio, pero con un glande sutilmente más ancho que el resto cubierta de un capullo de piel muy blanca colgando sobre dos testículos de gran tamaño.
Me impactó ver que solo sus brazos y piernas tenían vellos, llevaba el resto del cuerpo completamente rasurado. Esa fue la primera vez que veía algo así fuera del porno. A los únicos hombres que observaba desnudos eran los chicos con los que compartía en las duchas tras deportes y todos mantenían sus cuerpos intactos, incluido yo.
Con los días, su forma liberal de ser me hizo soltarme creando plena confianza. Nos volvimos muy cercanos, todo lo hacíamos juntos, hablábamos de cualquiera temática y la desnudes en el baño del cuarto y habitación misma se volvió normal, después de todo, Janis en días de calor andaba comando y dormía en bolas, lo que daba muy buenas vistas y que imité. Así le descubrí también observándome discretamente.
Conversando me enteré de que su cuerpo se debía a visitas diarias al gimnasio de un amigo y que estar depilado por allá era común. Me contó que todos se rasuraban y él, desde que comenzaron a salirle, que le causaba mucha extrañeza que acá anduvieran peludos, incluso lo encontraba poco higiénico y que los chicos de la clase le hacían bromas por eso, lo que terminó haciendo que se lo dejara crecer un poco, rasurándose por completo solo cuando iba a follar con alguna chica. El me enseñó como conseguir un depilado perfecto o el recortado corto que llevo hoy, conocimiento que aún le agradezco y que he pasado, pero eso quedará para otra historia 😉
Ambos éramos competitivos y a veces resolvíamos disputas jugando a las peleas, pero Janis tenía una obsesión con pellizcarme los pezones durante el juego. Al ser más fuerte que yo, generalmente me inmovilizaba manos y piernas quedando sobre mi haciéndome sentir su paquete despertando mi polla, por suerte, lograba disimularlo, exceptuando la vez que logré someterlo y le devolví los pellizcos, terminando muy sudados y conmigo a tope. Janis solo rio y dijo que era normal, que a él también le había ocurrido alguna vez.
Una lucha que llevo muy presente fue cuando ya habiéndome ganado quiso molestarme pegando mi rostro a su axila luego de no ducharse en dos días. Por supuesto no iba a perder tan fácil, así que aprovechándome de que no se había rasurado, jalé de sus cortos vellos con mis dientes. Enfurecido reanudó la pelea, esta vez abrazándome desde la espalda con una llave de su antebrazo que me impedía respirar, algo que él no notaba desde atrás.
Lo siguiente que recuerdo es a Janis pegado a mi rostro gritando mi nombre y dándome una cachetada para que reaccionara. Su cara era de real preocupación y se deshizo en disculpas. El pobre pensó que me había matado jajaja Tan solo fueron algunos segundos de inconsciencia, pero se sintió tan mal por lo que me había hecho que durante el resto del día me trató como un rey.
En el colegio, Janis se hizo muy amigo con Lukas, proveniente de Islandia también de 18 años, el más blanco y alto de todos 1.96m, cabello rubio muy claro, ojos celeste cielo y un cuerpo delgado, pero de esos muy marcados, era seleccionado de hockey y en sus tiempos libres practicaba atletismo. Todo lo hacían juntos, por lo que cuando Janis retomó el gimnasio, Lukas lo acompañó y me arrastraron a regañadientes, pues me sentía avergonzado entrenando a su lado.
Si bien no era gordo, no estaba ni cerca del físico de esos chavales y mi cuerpo era de mis mayores inseguridades, pero con los meses fui perdiendo peso y mi figuraba cambió lentamente haciéndome sentir más confianza, no tenía sus músculos, mas tampoco los necesitaba, así me sentía bien. Los tres formamos un grupo inseparable, nos pasábamos las semanas entre clases, salidas y fiestas.
En ocasiones producto de los entrenamientos intensos de Janis, acabábamos agarrotados o con algún calambre, así que en casa nos hacíamos masajes y elongaciones entre ambos para ayudarnos.
Esto era una excusa perfecta para tocar su cuerpo. Me ofrecía mucho para masajearlo, a veces ni siquiera le preguntaba, ya que él siempre se dejaba a mi disposición. Le gustaba tanto que, si estaba en el escritorio, bajaba sus brazos y cabeza con los ojos cerrados para dejarme hacer lo mío. Masajeaba sus hombros, cuello, brazos, espalda y pectorales sintiendo como sus pezones se erectaban con el roce de mis dedos. Cuando estaba acostado, me montaba sobre su espalda o trasero y lo masajeaba desde la cabeza hasta sus enormes pies (calzaba 46, yo 44) mientras luchaba para no ponerme palote o que al menos él no lo notara.
La primera experiencia con Janis ocurrió una tarde que me fui a su cama poniendo sus piernas sobre las mías para masajearlas mientras veíamos una película. El solo me miró por un segundo sin mediar palabra. Partí con sus pies y fui subiendo lentamente y con gran dedicación. Al llegar a sus muslos, metí mi mano bajo su suelto short para seguir masajeándolo. Les juro sin ninguna doble intención, pues yo veía la película así que desconocía donde exactamente estaba mi mano.
De pronto sentí más pelo que antes, sin percatarme, había llegado a su pubis. Con miedo de molestar a Janis le miré, pero este seguía en la tv, así al no recibir reacción negativa, seguí masajeando cada vez más cerca de su polla que ya despertaba. Nuevamente le miré, pero esta vez sus ojos estaban clavados en lo que le hacía con sus manos detrás de su nuca. La película ya no le interesaba.
Temblando y con el corazón que se me salía, tomé su polla por unos segundos sin mover mi mano haciéndolo respirar profundo hasta que se quitó su short. No necesité más señales y le masturbé como si la vida se me fuera en ello alternando mis manos buscando hacerlo acabar. No sé cuánto tiempo habrá pasado, pero de pronto comenzó a gemir y mover su pelvis justo antes de correrse sobre su abdomen, dejando su semen también en mi mano y sábanas.
Complacido me entregó sus shorts para limpiar todo, luego volvió a ponérselos y continúo viendo la película como si nada hubiese pasado. Yo, que seguía a mil, me fui a mi cama donde me hice una paja rápida bajo mis shorts, acto que Janis contempló atentamente.
Después de esa noche ya no importaba la privacidad, cuando uno o ambos necesitábamos masturbarnos, lo hacíamos sin tapujos, pero siempre de manera individual. Así descubrí que esos shorts negros los llamaba FAP SHORTS porque los usaba para eyacular, así yo también usé el mío y luego competíamos para ver quien llevaba más pajas o tenía la corrida más marcada. Janis se masturbaba mucho, incluso más que yo, varías veces pillé su ropa interior húmeda regada por el cuarto o pantalones deportivos con manchas de semen, más de alguna vez le usé sus shorts para hacerme una paja dejando mi corrida en ellos, pero creo que nunca lo notó y si lo hizo, jamás me lo dijo.
Una noche como tantas otras, nos preparábamos los tres para salir de fiesta, pero a último minuto, el anfitrión canceló, así que, con el alcohol comprado, decidimos ordenar unas pizzas y montar nuestra propia celebración en el cuarto hasta bebernos la última gota. La casa tiene forma de L estando las habitaciones de mis padres y nuestra al fondo de cada ala, así que podríamos poner música y lío hasta tarde sin que nadie nos molestara. Juntamos las camas y nos pusimos cómodos, quedando en bóxer porque hacía calor y realmente siempre dormíamos así cuando Lukas se quedaba en casa.
Con un trozo de pizza y un trago, comenzamos nuestra velada brindando por cualquier estupidez hasta acabarnos la comida y la primera botella. Mientras Janis abría la nueva, les propuse que buscáramos algún juego para beber en internet, pero Lukas nos propuso uno que inventó con sus amigos en Islandia cuyo nombre jamás logré pronunciar. Este usaba una baraja inglesa y consistía en que cada uno sacaba una carta y quien obtenía el número mayor era el ganador y los otros dos debían beber un trago con la particularidad de que quién sacaba el menor número era sometido a un castigo dictado por el ganador. El juego pintaba bien, así que jugamos.
Al principio la cosa fue tranquila, los castigos eran tragos extras, hacer alguna confesión o tontería, algún pellizco suave o patada en el culo, pero conforme estos comenzaron a repetirse, ya algo ebrios, nos pusimos ingeniosos y así fue como Lukas inició un vuelco en el juego.
Cuando este ganó, castigó a Janis con un apretón de su entrepierna por 5 segundos que lo hizo aguantar la respiración por la fuerza de este. Luego ganó Janis obligando a Lukas a chuparle un pie quien con mofas lamió su planta y primer dedo. Después hice que Lukas me olfateara mi axila por 10 segundos y como se resistía, Janis ayudó sujetando su cabeza entre risas. Así seguimos con las penitencias más desinhibidos por la influencia del alcohol que poco a poco comenzaron a escalar junto al morbo de la situación.
Janis, que me conocía perfecto, me dio tirón de vellos púbicos, castigo que repetí a Lukas, quien al oírlo con una media sonrisa me dijo que lo intentara si podía, bajándose un poco el bóxer. El cabrón no tenía un solo pelo. Al igual que Janis, se rasuraba todo, pero este no adquirió la costumbre local como a mi hermano.
Se burló de mi porque perdí el castigo y que por tonto me lo devolvería. Yo no alcancé a reaccionar cuando ya me había metido la mano y me tironeaba fuerte mis cortos vellos para no soltarse saliendo con algunos en el proceso. Por supuesto esto causo mucha gracia a los chicos viéndome quejarme.
Seguimos conmigo castigando a Lukas con un apretón a sus bolas, Janis a Lukas con una mordida de pezón, yo a Janis con una jalada a los pelos de su culo, Lukas a Janis con una estrangulada directa en su polla por algunos segundos, Janis a Lukas obligándolo a meterse un dedo propio en el culo, que luego pasó cerca de nuestra cara y yo a Lukas le froté un dedo en el rostro que pasé por la punta de mi glande que ya soltaba una gota de preseminal.
Todo lo que pasaba ya me impedía ocultar mi bulto que creció hasta una erección casi completa cuando Lukas me castigó con una descapullada hasta lo más atrás que aguantara. Lukas me dijo parecía haberme gustado su mano y la quitó dándome un golpecito con su palma que hizo rebotar la polla. Al recostarse vi que él también se estaba poniendo cachondo.
La última ronda que logramos jugar perdí y la ganó Lukas, quien con esa una misma media sonrisa de antes, me dijo que mi castigo era hacerme una paja en ese minuto. Ante tal castigo Janis y yo nos reímos pues no creímos que iba en serio, pero cuando me repitió el castigo, entendí que sí. Pues bien, le dije yo y ya sin importarme nada, me libré del bóxer y di inicio a mi paja con un público silencioso, pero con sus miradas clavadas en mi mano que subía y bajaba por mi polla a un buen ritmo, produciendo ese conocido sonidito.
A ambos se les veía muy calientes. Janis había comenzado con un sutil manoseo y Lukas ya humedecía su bóxer blanco, siendo este quien dio el paso que tanto esperaba, quitándose su ropa interior para acompañarme, acción que Janis imitó. Así fue como acabamos los tres adolescentes haciéndonos nuestra primera paja entre colegas, desnudos y recostados uno al lado del otro.
Janis conocía mi polla, pero no así Lukas quien comentó que no andaba nada mal, pero que no era como la suya, que Islandia superaba a ambos. Janis se sintió atacado y le replicó que se cuidara que República Checa también tenía lo suyo, que recordara que ellos exportaban porno jajaja. Ya Lukas había transformado la situación en una competencia.
Solo observando, se notaba que efectivamente Lukas tenía un tamaño superior al nuestro, porque la polla de Janis era muy similar a la mía en largo, pero en cuanto a forma y aspecto general, los tres variábamos bastante.
A Lukas se le paraba apuntando hacia arriba casi completamente descapullada y al acostarse esta descansaba sobre sus abdominales y ombligo, la llevaba completamente depilada como nos había dejado ver. A Janis la polla se le paraba sutilmente hacía arriba, adoptando una posición similar a Lukas al recostarse, pero su glande muy ligeramente más grande que el cuerpo quedaba completamente descubierto, vellos muy recortados y bolas depiladas igual que yo. Por último, mi polla con una erección recta y solo con la punta del glande visible por el prepucio que al acostarme apunta firmemente hacia el cielo.
Como una simple apreciación no me era suficiente, fui al escritorio por una regla para saber realmente nuestras medidas, saliendo aún más perjudicado con el resultado. Mi polla medía 17 cm, la de Janis 17.8 cm y la de Lukas 20.4 cm, un ganador a todas luces, pero no podía perder tan fácil, así que colocando mi pene pegado al de Lukas y sujetándolos con una mano le dije que podría tenerla más larga, pero que la mía era la más gruesa de todas.
Él se quedó callado un segundo y sin apartar la vista de nuestras pollas, con su mano midió su grosor e intentó meter mi pene en el circulo que formaban sus dedos sin éxito. Sin dejar de agarrármela, me devolvió la mirada y me dijo que tenía razón y que estaba bien, porque según él, el grosor importaba más que el largo.
Aún en esa posición, lentamente fue meneándome la polla y yo lo dejé ser porque tenía a un chico guapísimo jugando con mi rabo. Aproveché la instancia e hice lo mismo con él, acción que al parecer hizo sentir excluido a Janis quien se acercó y tomando mi mano, me hizo masturbarle con la suya sobrepuesta para guiarla a su ritmo.
Ya las rodillas me estaban molestando de tanto tiempo en cuclillas, así que nos hice recostar siguiendo con la paja que les daba con uno a cada lado. Así estuvimos conmigo causándoles placer mientras Janis adoptaba la misma pose de la vez anterior, manos detrás de su cabeza con los ojos cerrados y Lukas con su mano izquierda jugando con mi polla.
De un momento a otros el islandés se incorporó y sin decir nada, inició la que sería mi primera mamada. Fue una experiencia increíble, solté a Janis llevando una mano a mi rostro y la otra al rubio cabello de Lukas mientras respiraba profundo intentando no acabar recién partiendo. Janis apenas se percató de esto se levantó sorprendido e increpó a Lukas preguntándole que qué hacía, que masturbarnos entre amigos era una cosa, pero esto ya era distinto, incluso le preguntó si era gay.
Lukas poniéndose de pie, le dijo que no era gay, sino bisexual y que hace meses no comía una polla, que no dejaría ir esta oportunidad, seguiría le gustase o no. Janis se disculpó diciendo que no había nada malo en ello, sino que no se esperaba algo así. Lukas le dijo que todo estaba bien y si se animaba porque también quería comerle la polla.
Yo aún recostado no daba crédito a lo que veía, más aún cuando Janis algo dubitativo bajó desde los hombros a Lukas y tras un rato, le comenzó a follar la boca. Desde mi posición observé la escena mientras me masturbaba hasta que ambos volvieron a la cama y Lukas alternaba entre pollas masturbando la otra.
Janis y yo estábamos prácticamente pegados uno al lado del otro con Lukas al revés por lo que su entrepierna estaba cerca de mi cara. Debo admitir que me fue difícil tomar la decisión, pero con la ayuda del morbo y la calentura que me producían ambos chicos, llevé mi boca inexperta a la polla de Lukas imitándolo a él y a lo que tantas veces vi en el porno. Lamía una y otra vez la extensión completa de su blanca verga intentando tragar lo más que podía, mi lengua jugaba con su glande y succionaba ambas bolas mientras le masturbaba, tal como me hacía a mí.
En un momento sentí una mano en mi cabeza que tirando de mi pelo, llevaba el ritmo y forzaba ese rabo en mi garganta causándome arcadas. Cuando estuve a punto de vomitar, me separé para tomar aire descubriendo que la mano era de Janis quién luego de recuperarme, volvió a dirigirme, pero esta vez hacía su polla.
Me acomodé mejor a lado de Lukas y ambos comenzamos a lamer y chupar al checo mientras este gemía en la posición que siempre adoptaba. A veces coincidíamos en la punta y Lukas aprovechaba de besarme cosa que me encantaba porque también era la primera vez que besaba a un hombre.
Así estuvimos hasta que Janis avisó que se venía y Lukas me arrebató su polla de la boca para hacerlo eyacular clavándosela completa en la garganta. El chico si que sabía cómo mamar y esa polla quedó reluciente, tragó hasta la última gota. Luego se dirigió a la mía para hacer exactamente lo mismo, solo que esta vez al parecer no pudo con toda mi leche, porque algo se le escapó por la comisura de los labios, pero que inmediatamente lamió. Yo acabé en minutos y debo decir que fue increíble, hubiese querido prolongar ese orgasmo por siempre.
Solo quedaba Lukas por venirse, así que este se paró en la cama y dejó su polla frente a mí. Entendí el mensaje enseguida y le volví a mamar lo que mejor pude. Janis se acercó y su participación fue darle un par de chupetones, pero principalmente sujetar mi cabeza con el glande de Lukas dentro mientras él le masturbaba. Eso fue lo que hacía falta para hacerlo acabar en mi boca, cara y pecho. Reconozco que había probado mi leche, así como la de la ropa manchada de Janis, pero nunca una corrida como tal y la verdad me gustó muchísimo, un líquido espeso algo salado y ligeramente amargo. Puede que el morbo del momento influyera, pero me fascino la experiencia.
Luego de ir al baño a limpiarnos, decidimos dejar la noche hasta ahí. Volvimos a las camas para acostamos desnudos como estábamos, quedando yo en medio y Lukas arrimado a mí con su cabeza en mi pecho y una mano en mi polla.
A la mañana siguiente despertamos en la misma posición y tras hablar sobre lo que hicimos, acordamos dejarlo entre nosotros y que merecía la pena repetir.
Gracias por llegar al final, este resultó ser algo más largo, pero no es fácil resumir una experiencia así ni menos un año de convivencia con Janis.
Hay más historias que contar con estos chicos y especial con el checo, pero se los dejaré en un próximo relato.
Muchas gracias a todos por la buena recepción de mi primer acercamiento a este mundo, agradezco cada comentario y correo que me han escrito, procuro responder a la brevedad, pero con el coronavirus tengo muchísimo trabajo y el tiempo libre de verdad escasea. Su apoyo me transmite confianza y seguridad para continuar compartiéndoles mi vida privada.
Con afecto,
Seba