Mis inicios
Primer contacto con el que se convertiría en mi Señor y de como a veces el instinto no nos traiciona
Me lié la manta a la cabeza y después de mantener una breve conversación en el chat con un Señor, usuario del Nick "Zayd", sin pensarlo demasiado accedí a encontrarme con él, siguiendo previamente sus instrucciones al pie de la letra.
Me vestí y peiné para la cita según los gustos de Zayd.
A la hora convenida entré en el Pub y me dirigí hacia el fondo, donde observé que habían unos reservados muy discretos, me senté en uno de ellos a esperar, quitándome el abrigo, para dejar bien a la vista el vestuario, que consistía en una falda corta con vuelo y un top ceñido, al ser mis pechos voluminosos -uso una talla 105-, los pezones se marcaban como dos semáforos, debo señalar que no llevaba ropa interior.
Y, llegó Zayd.
Supongo que supo que era yo por la forma de vestir y por el peinado -el pelo recogido en una cola con un lazo de color negro- y yo supe que era él al oír sus primeras palabras "ponte de pie perrita". Y, como una autómata me puse de pie y dejé que su mirada me taladrase y me desnudase así como permití que sus manos me inspeccionaran. Primero me subió la falda para comprobar, según sus palabras, mi grado de humedad, sacando sus dedos bastante mojados, luego me hizo girar e inclinarme para ver mi culo, separó las nalgas y comentó lo cerrada que estaba y finalmente ya de nuevo frente a él, saco mis pechos por encima del top, pellizcó los pezones que estaban duros como piedras, y reconoció que no le había engañado cuando me describí en el chat para él y que era un buen ejemplar de hembra.
Nos sentamos, yo tuve que levantar la falda para que al sentarme las nalgas estuviesen en contacto directo con el asiento y separar las piernas, para estar bien abierta, accesible y ofrecida a cualquier mirada o simplemente para que él pudiera acceder a mi sexo con mayor facilidad.
Las tetas aún las llevaba a la vista y estaba empezando a ponerme nerviosa porque imaginaba que el camarero estaría a punto de venir. Zayd me dijo que me tapara y al instante oí la voz del camarero preguntando que deseábamos beber. Zayd pidió por los dos.
La conversación con Zayd versó sobre mis tetas, que si eran grandes, bonitas, que si era una lástima que tuviera que esconderlas bajo el top, que deberían estar a la vista y alcance de quien quisiera verlas o tocarlas. Reconozco que sus palabras me iban calentando cada vez más hasta el grado de que me oí dándole la razón en todo y claro él se lo tomó al pie de la letra, ordenándome que las volviera a mostrar, lo que hice al instante.
Y, como premio por ser obediente, Zayd decidió adornarme para estar -según él- más bonita, por lo que sacó un par de rotuladores, uno rojo con el cual pintó los pezones y uno negro con el que pintó las aureolas, colocando después unas arandelas en los pezones unidas por una cadenita de color dorado.
No quise mirar la cara del camarero cuando nos trajo las bebidas, casi le cae la bandeja al suelo. Ante esa mirada, Zayd le preguntó si le gustaban mis tetas, indicándole que se acercara más y si quería que las tocase, para así poder dar mejor su opinión. El camarero, primero dudó, pero ante la insistencia de Zayd y mi pasividad, miró para después tocar esas tetas, pellizcando los pezones, estirándolos, apretujándolas, y dirigiéndose a Zayd le preguntó si las podía ver en movimiento, por lo que tuve que dar saltitos para que se movieran de abajo a arriba. El camarero ya estaba lanzado y su segunda pregunta fue si esas tetas serían capaces de hacer una buena cubana, a lo que Zayd respondió que nada mejor como que él mismo lo comprobase. Mientras el camarero sacaba su pene yo ya sujetaba y levantaba mis tetas para albergar ese pene, para hacerle una cubana y conseguir que se corriera, por nada del mundo estaba dispuesta a aceptar que mis tetas no servían para ese menester, o sea que me esmeré para que quedara satisfecho y con la convicción de que la mía fuese la mejor cubana que le habían hecho en su vida. No tardó en explotar y en derramar su semen sobre mis tetas.
En mi cara se notó la satisfacción por el trabajo bien hecho ya que el camarero reconoció que había sido la mejor cubana que le habían hecho hasta el día de hoy para añadir lo que le gustaría en un futuro seguir disfrutando de mis servicios, es decir, de mis tetas. Zayd le dijo que estarían a su disposición cuando lo solicitase, que sólo tenía que llamarle a su móvil para concretar día, hora y lugar. Mientras ellos dos hablaban sobre mi posible uso aproveché para ir al baño y limpiarme ya que yo nada tenía que decir ni opinar respecto a la conversaciòn que mantenían entre ellos. Mi obligación consistía en obedecer y complacer a mi Señor.
Una vez ya solos, Zayd me dijo que estaba contento y orgulloso de mi, que le gustaba, que había superado con creces la prueba, preguntándome si quería seguir con ese juego, que lo pensase bien, ya que si decía que sí, no habría vuelta atrás, por el contrario, si decía que no, nos despediríamos como si nada hubiese pasado.
Sólo necesité hacer un trago para responderle que quería seguir con el juego. Volvió a preguntármelo y volví a responderle lo mismo.
Como firma de nuestro acuerdo, me arrodillé entre sus piernas, y mientras él jugaba con mis tetas yo le chupé la polla hasta que se corrió, depositando su semen sobre mis tetas, no me permitió limpiarme y a mí ni me importó, al contrario, estaba contenta de esos churretones que se iban secando.
Antes de despedirnos, Zayd me besó y me advirtió que me llamaría y requeriría pronto de mis servicios. Eso me llenó de alegría y me fuí sonriendo hasta casa deseando que mi móvil sonase cuanto antes.