Mis infidelidades y sus consecuencias - (04)
Un encuentro de a tres
Un encuentro de a tres
Después del fin de semana de puro sexo, arrancó el lunes, Desayunamos, nos cambiamos y Omar se fue temprano a trabajar y yo salí para el colegio media hora más tarde.
Ya estaba nerviosa pensando en la propuesta de Mariela para un encuentro con su amiga.
El martes al mediodía me llega un mensaje de Mariela:
M: -Hola Lola, cómo estás?
L: -Hola Mary, muy bien y vos?
Intercambiamos mensajes sobre el trabajo, sobre el fin de semana, hasta que me dijo:
M: -Ayer estuve con Anabel, me llamó para que la depilara y le comenté lo que hablamos la semana pasada, que decís? Arreglo un encuentro?
L: -Ay Mary, no sé qué hacer, tengo la cabeza hecha un batidora, todos los pensamientos alborotados.
L: -Tengo sentimientos encontrados que tiran de la soga, cada cual para un lado.
L: -La culpa por engañar a Omar y el deseo de vivir esa experiencia.
L: -Te digo la verdad, me siento mal de tan solo pensar en gozar sin él, pero por otro lado, imagino ese momento y mi entrepierna me lo hace saber.
L: -No sé qué hacer Mary
M: -No Lola, no te presiones, no lo veas como algo que tenés que hacer y no querés
L: -Ese es el problema, quiero o no quiero?, ambos tiran de la soga.
M: -Hagamos una cosa, si se tiene que dar, se dará cuando se tenga que dar y si no, punto y aparte. Soltalo y no te enrosques. Si es, tiene que ser porque querés, si no se lo deja pasar
M: -Por favor no pienses que te estoy presionando, que te llevo a engañar a Omar, si querés vivir esa experiencia lo arreglamos y si no es Anabel, será otra chica y si no, no será.
L: -Ya lo sé Mary, te juro que nunca pensé en que me alentás a engañar a Omar, pero en estos días se me abrió una puerta que ni yo conocía.
M: -Tranquila, no te atormentes y nos vemos el jueves.
M: -Ah, me olvidaba, tengo unas fotos de Anabel para que la conozcas, cuando quieras me la pedís y te la mando.
L: -Dale, dejame pensarlo y te aviso. Un beso corazón, nos vemos el jueves
Me picó el bichito, ya quería ver esas fotos, pero no me animé a pedírsela. Tenía que pensar, tenía que decidir qué lado de mi soga tiraría con más fuerza.
El miércoles por la tarde al llegar del colegio, le mandé un mensaje a Mariela:
L: -Hola Mary, estás ocupada?
M: -Hola Lola, no, estoy en casa limpiando un poco, vos cómo estás?
L: -Recién llego del colegio y te quería pedir un favor
M: -Si corazón, lo que quieras!
L: -Me podrás mandar las fotos de Anabel para conocerla?
M: -Claro que si, ahí te la mando
Me pasó dos fotos, las abrí y pude conocer a Anabel, eran dos fotos en bikini en una playa, de unos 27 o 28 años, una chica muy bonita, de pelo castaño claro, a mitad de la espalda y ojos color miel, un poco más baja que yo, las tetas un poco más grandes, sin llegar a tetona, una pancita parecida a la mía, y en la foto de espalda, se veía un hermoso culo, bien formado, un poco más grande que el mío, Me puse nerviosa y me dio un pinchazo en la panza. Mi cabeza no paraba. Estaba yo tramando un encuentro sexual con otra persona que no fuera mi esposo? Era yo la puta que le ponía los cuernos? Aunque sea con una mujer, son cuernos igual.
Tardé en contestarle, tratando de decidir qué hacer, y al final le dije:
L: -Es hermosa! Y tiene cara de niña buena.
M: -Tenes razón, tiene cara de nena. Pero lo que no tiene son tetas de nena, jaja
L: -Cuantos años tiene?
M: -26, cumple 27 en diciembre
M: -si en algún momento te decidís, me dijo que los jueves por la tarde está libre, al mediodía ya está en su casa y que no tiene problema en que allí sea.
L: -Ay Mary, que hago?
M: -Lo que sientas corazón! Hace lo que sientas, pero no te presiones
Tarde en contestar, el tiempo que llevó a mi cabeza o a mi lívido, decidir qué lado de la soga tiraba más, me imaginé tocando y chupando esas tetas, sobando ese culo, besando esa boca y esa boca comiéndome toda.
L: -Ya está. Arreglá con Anabel para este jueves, si puede, y en su casa, si es posible.
M: -Aguantame y le pregunto.
Estaba hecho, el modo puta infiel, había ganado la partida y estaba arreglando un encuentro sexual para el otro día a espaldas de mi esposo.
Al rato Mariela me contestó:
M: - Listo Lola, ya hablé con Anabel y me dijo que a partir de doce y media ya está en su casa y nos espera.
L: -Ay Mary ya estoy nerviosa!
M: -Tranquila, va a estar bueno, Anabel es una dulce!
L: - Mary, me gustaría ir con vos
M: -Si claro, te paso a buscar y vamos
M: -Yo calculo que entre las doce y media y la una te paso a buscar.
L: -Dale, te esperamos mis nervios y yo. Jaja Te mando un beso
M: -Tranqui Lola, te mando un beso! Hasta mañana
Por supuesto que ya estaba nerviosa, en un rato llegaría Omar y tenía que almacenar todo esto en algún lugar secreto de mi cabeza. Giré la perilla al modo esposa y me fui a la cocina a preparar el mate para cuando llegue Omar.
El jueves, Omar trajo el desayuno a la cama como todas las mañanas, desayunamos mientras se cambiaba y al rato se fue para Buenos Aires.
Claramente ya estaba nerviosa, no sabía cómo encarar la situación, como actuar, que ponerme.
Como a las diez me llega un mensaje de Mariela:
M: -Hola Lola, cómo estás? sigue en pie el plan?
L: -Hola Mary, si. Ya estoy nerviosa
M: -Tranqui Lola, relajá, es para disfrutarlo
L: -Mary, te quería pedir un favor, me gustaría que vos te quedaras con nosotras
M: -Jaja, hablé con Ana y me pidió lo mismo, por supuesto que me gustaría estar
M: -Le dije a Ana que tipo una estamos ahí.
M: -Ah! y le dije también que nos espere sin corpiño, jaja, así que vamos también sin corpiño.
Pasadas las doce y media, llegó Mariela con un jean y una camisa beige. Yo la esperaba con una minifalda no muy corta color azul y una remerita blanca ajustada sin corpiño y una camisa de jean arriba.
Anabel vive en una zona semi céntrica, en un departamento al fondo, en el frente una casa y por un pasillo tres departamento, el de ella es el ultimo.
Llegamos, Mariela encontró lugar para estacionar a media cuadra y fuimos caminando. Mariela tocó el timbre, se escuchó la dulce voz de Anabel.
A: .Quien es?
M: -Nosotras Ana!
Se abrió la puerta y entramos, mientras recorríamos el pasillo, nos sacamos las camisas para quedar solo en remera y sin corpiño. Unos metros antes de llegar al departamento, Anabel abrió la puerta y nos esperó parada ahí, con su hermosa sonrisa. Estaba con un jean recortado a modo de short y una remera blanca que le marcaba muy bien sus tetas. Me parecía mucho más linda que en las fotos. Nos saludamos con un beso y entramos. El departamento era hermoso, muy bien arreglado, en la sala de estar, un hermoso sillón de esos que forman una L, muebles de madera, un ventanal que daba a un jardín muy lindo.
A: -Por favor chicas, siéntense, que les sirvo para tomar?
M: -lo que vos tomes Ana
A: -Yo piqué algo y me estaba tomando una cerveza
M: -Dale
Yo estaba nerviosa y creo que Anabel también, una cerveza me vendría bien para aflojarme.
Volvió Ana con tres porrones, uno para cada una.
Mariela estaba sentada entre las dos y fue quien descontracturó la charla, contándome con naturalidad como había conocido a Anabel, contando cómo nos habíamos conocido y llevando la conversación al terreno sexual. Mucho más distendidas las tres, hablábamos de nuestras vidas. No podía evitar mirarle las tetas.
L: -Ana, me pareces mucho más bonita que en las fotos que me mandó Mary.
A: -Esas son del año pasado en Pinamar, ahora estoy un poquito más flaca, se nota?
M: - Si, me di cuenta, el otro día que te vi sin ropa.
Para ir directo al hueso, le pregunté sin tapujo:
L: -Siempre te gustaron las chicas Ana?
A: -Mirá, desde chica. Estaba siempre con una amiga de la escuela, éramos muy compinches nos contábamos todo, y en un momento comencé a verla de otra forma, me gustaba estar con ella, me gustaba su cara, su sonrisa, la forma en que me miraba y me hablaba, era muy dulce conmigo y cuando podía miraba disimuladamente su cuerpo, me atraía, yo no pensaba en chicos, cuando me tocaba sola en mi habitación, siempre era imaginando situaciones con ella, sentía algo por ella que estaba más allá de la amistad, en ese momento sentía que estaba enamorada de ella, por supuesto nunca nadie los supo, ni siquiera ella. A los 17 empezó a salir con un chico y a contarme todo lo que hacían y yo por dentro me moría de celos, yo quería estar en lugar de ese chico, quería ser yo quien la tocara. Ya no nos veíamos tan seguido, y unos meses después, se mudó con su familia a Mar del Plata, por el trabajo de su papá.
La verdad es que eso me desarmó, me dejó hecha pelota y me metí para adentro.
A los 19 arranqué terapia, siempre me costó mucho relacionarme con la gente, y más aún, mostrarme como soy. Recién pude mostrarme sin ropa delante de alguien cuando la conocí a Mariela, hace dos años. No siento atracción por los hombres, al menos por ahora y nunca estuve con ninguna chica.
Me enterneció su relato, ya la quería abrazar y tomé la iniciativa.
Me paré, me acerqué a ella, me incliné, con ambas manos le acaricié su pelo y la besé en los labios, tiernamente, la miré a los ojos, la volví a besar y le dije:
L: -Ana sos hermosa!, yo estoy casada con un hombre, nos llevamos muy bien, pero en este momento, quiero estar acá, te quiero abrazar, te quiero besar, te quiero tocar, siento que te puedo darte algo que deseas hace tiempo y que yo también deseo.
La tomé de la mano, se paró y la abracé y la volví a besar, a acariciarla suavemente, se aflojó y también me empezó a acariciar, la cara, el pelo, los hombros, la espalda. Me pegué a ella para sentir sus tetas contra las mías, mientras nuestras lenguas iban y venían. Yo ya estaba mojada.
Bajé mis caricias hasta sus tetas, a sus pezones por sobre la remera.
Tomé a Mariela de la mano para que se pare, y cuando la tuve a mi lado, la besé, la empecé a tocar a ella también. Las miré a ambas y se besaron también. Lentamente le levanté la remera a Anabel, para dejarla en tetas, levantó los brazos y la saqué. Mientras se seguía besando con Mariela, me saqué mi remera y quedé en tetas también, me agaché y las dos me miraron, desprendí el short de Ana y se lo bajé lentamente, así agachada, comencé a acariciarle las piernas, el culo y darle suaves besos en el pubis y la panza. Me paré para besarla y le toqué la conchita, por sobre la bombacha y pude notar lo mojada que estaba. Le saqué la remera también a Mariela, nos abrazábamos y besábamos las tres. Metí una mano dentro del tanga de Ana para tocarla y con la otra le tocaba la pija a Mariela, ya estábamos calientes. Me desnudé y terminé de desnudarlas a las dos. Anabel nos dijo de ir a su cama, hacia allá fuimos tocándonos y besándonos. Nos acostamos y Ana quedó en el medio, ya lo deseaba y bajé a chupar la depilada concha de Ana, se la lamí despacio, suave, se la recorrí con la lengua, afuera, adentro, los labios, el clítoris y mientras le acariciaba las piernas y el culo. Estaba fascinada con esta nueva sensación. Me enderecé, la volví a besar y baje a sus tetas. Se las toqué, lamí, chupé, me puse sus pezones en la boca, mientras Ana me tocaba el pelo. Que hermosas tetas y como me gustaba comérselas.
Estuvimos como tres horas, haciendo de todo, nos chupamos todas, nos tocamos todas, nos metimos dedos por todos lados, concha, culo. Entre las dos le chupamos la pija a Mariela, nos cogió a las dos. Enloquecí haciendo un 69 con Anabel mientras Mariela me cogía, tuve un orgasmo bestial. Mariela nos acabó a las dos, a mí en la concha, y a Ana en la boca. Con Ana nos seguimos tocando y chupándonos todas, mientras Mariela nos miraba. Tuve cuatro orgasmos brutales y Ana tuvo cinco. Fue para mí una experiencia fabulosa, me sentía muy a gusto gozando con otra mujer.
Pasadas las cuatro, nos quedamos recostadas en la cama, exhaustas, Anabel estaba en el medio y yo le seguía acariciando las tetas y jugando con sus pezones.
En un momento nos dijo:
A: -Gracias chicas!! Nunca creí que se podía gozar así, mi primera vez fue maravillosa, me hicieron acabar como nunca había acabado, no sabía que se podía gozar así, jamás había imaginado tener una pija adentro y me encantó.
Nos reímos las tres, le miraba la carita a Anabel y podía ver su felicidad.
Nos cambiamos, tomamos unos mates y nos fuimos con Mariela para casa.
Yo le había dicho a Omar que ese jueves, Mariela me cortaría el pelo, pero se había hecho tarde. Mariela me dijo que si quería me podía pintar las uñas de las manos y los pies y decirle a Omar, que se le había hecho tarde y no me podía cortar ese día.
Llegamos a casa comentando lo vivido, preparé unos mates y Mariela me pintó las uñas. Mientras se me secaban, sacó de su bolso un paquetito y me dijo:
M: -esto es para vos
L: -Y esto?
M: - Un regalito, espero haber embocado el talle.
L: -Me lo abrís vos? No quiero que se me caguen las uñas.
Mariela abrió el paquete y dentro había un short de jean súper chiquito, de tiro muy bajo.
M: - Haber parate!
Me paré, me desprendió y me sacó la minifalda, me sacó el tanga y me probó el diminuto short, me entraba justo, y me quedaba medio culo afuera, sacó del bolso una bolsita con una camisa blanca, me sacó la remera y el corpiño, me puso la camisa, pero no la abrochó, era cortita, apenas pasaba del ombligo, juntó los dos lados de abajo y la anudó, quedando el nudo un poco por debajo de las tetas. Me miró y me dijo:
M: -Ahí está! Bien putita para cuando llegue Omar. Vení a mirarte en el espejo.
Me paré frente al espejo y realmente me veía muy trolita, la tela de la camisa era bastante transparente y se veían claramente las tetas y los pezones.
M: -Con esto lo volvés loco, le decís que me lo compraste a mí y mañana me contás.
L: -Sos una loca Mary! Pero si, con esto lo vuelvo loco.
Acompañé a Mariela hasta la puerta, nos despedimos con un beso en la boca y se fue.
Entré al baño para darme una ducha antes que llegara Omar y por supuesto mi cabeza me trajo a mi realidad, me miré al espejo y podía ver a la puta, que venía de estar con otras personas, de gozarlo y de tener tremendos orgasmos, estos impulsos dominaban y yo me sentía una traicionera, una mierda. Tenía que girar la perilla al modo esposa, en un rato llegaría Omar.
Continuará…