Mis fetiches 1

Una pequeña serie para confesar mis fetiches más secretos.

MIS FETICHES 1

javier.otero.800@gmail.com

Voy a confesaros mis fetiches más oscuros, y cómo me gustaría algún día hacerlos realidad.

Tengo 22 años y vivo solo en Zaragoza. Hay varios fetiches que quiero confesaros, sé que son raros pero es lo que me excita.

El primero es todo lo relacionado con la menstruación, la sangre, el olor, los tampones, el color y el morbo que da. Puse un anuncio en una conocida página de contactos. En el me ofrecía para quedar con una mujer que estuviese con la regla y me dejase oler su menstruación y chupar su tampón.

Una chica de unos 24 años me respondió, me dijo que le interesaba la idea, ya que ella también sentía atracción por el sexo con sangre. Me dijo que prefería que quedásemos antes en un bar para hablar porque internet está lleno de tarados.

La esperé en el bar unos 10 minutos, porque suelo ser puntual. Ella entro por la puerta y me saludó, nos dimos dos besos y nos sentamos. Se llamaba Ariadna. Siempre le había dado cosa follar con la regla por si al tío le daba asco o olía su sangre. Pero a la vez me confesó que a ella le pone mucho cuando está menstruando, le encantaba masturbarse siempre que tenía la regla. Jugando con la sangre entre sus labios y su clítoris. Le gustaba chuparse los dedos después de hacerlo para ver cómo sabía.

Me excitó mucho la conversación, yo le confesé que mi mayor fantasía era que se me sentasen en la cara y tener bien cerca el coño con un tampón cargadito de sangre, y que después se lo quitase con los dientes y me cayera en la cara.

A ella también le puso cachonda hablar del tema. Me preguntó si estaba seguro, le daba corte porque estaba sangrando mucho y le dije que no pasaba nada, que cuanta más sangre mejor. De hecho estaba empalmado solo de pensar en lo que podríamos hacer, discretamente le acerque su mano a mi paquete por debajo de la mesa y ella lo agarró con fuerza, me dijo que quería subir a mi piso.

En mi casa, nos sentamos en el sofá y seguimos hablando un poco aunque ya más cerca y acariciándonos.

La besé mientras subía mi mano por su muslo, acaricié sus bragas por debajo de la falda, Noté el calor que emanaba su coño e intuí la forma de su raja a través de la tela. Estaba muy húmedo. Me empalmé muchísimo en ese momento. Ella se puso de pié y se bajó las bragas delante de mi cara. Tenia una vulva preciosa con un poquito de pelo en la parte superior. Un fuerte olor a sangre inhundó mis fosas nasales. Estaban los labios manchados de sangre y se veía el hilo del tampón colgando.

Acerque mi nariz para olerlo bien y ella empujó mi cara hacia su coño, sabía mucho a sangre, olía fuerte y estaba muy caliente, empecé a recorrerlo con mi lengua, quería dejárselo impoluto.

Me encantaba ese olor, ese aroma puro de mujer. Jugué un rato con su clítoris y sus labios, recorriendolos de arriba a abajo, hasta la entrada de su vagina. Jugué con la cuerda de su tampón, cuanto más me acercaba a su vagina, más fuerte sabia a sangre.

Tire de la cuerda con los dientes y el tampón se deslizó poco a poco fuera de su coño hasta quedar colgando de mi boca. Ella se agachó, se puso de cuclillas para dejar su cara a mi altura y cogió su tampón empapado e hinchadísimo de sangre con la boca., tenia los labios un poco manchados en la comisura.

Se acerco y me lo metió en mi boca, lo estrujamos y apretamos con nuestras lenguas, la sangre nos escurrió un poco por nuestras mejillas. Seguimos besándonos saboreando el tampón mientras metí mis dedos en su ahora despejada vagina. Estaba empapada, caliente y viscosa. Los metí repetidas veces, notando como estaban impregnados de un fluido viscoso, con grumos.

Ariadna tiró el tampón me tumbó y se sentó en mi cara, unas gotas de sangre calientes me cayeron en la cara mientras acercaba su coño ensangrentado. Me cabalgó la cara mientras hundía mi lengua en su vagina, saboreando la sangre que iba cayendo, y haciéndola disfrutar con mis caricias. Iba acelerando el ritmo mientras me agarraba del pelo, la habitación tenía un fuerte aroma a sangre y a sexo. Mi boca estaba roja como su coño, la sangre me chorreaba por mi barbilla y por la suya de nuestros besos.

Me pidió que la follase y me bajó los pantalones, mi polla empalmada asomó cuando me bajó los calzoncillos y se la metió sin miramientos en el coño poniéndose encima de mi. Entró muy fácilmente por lo mojada que estaba, los dos nos paramos cuando estuvo entera dentro, disfrutando del momento. Empezó a moverse con mucha gracia con mi polla dentro, gemíamos los dos mientras notábamos la fricción y el calor de los genitales del otro. Estuvimos así un tiempo hasta que no pude más y me corrí. Ella se la sacó y me puso el coño en la boca, pero esta vez ella miraba hacia mis pies. Entre sus piernas y sus tetas pude ver cómo lamía los restos de semen y sangre de mi polla morcillona, que volvió a empalmarse en el momento que recogí mi caliente semen de su coño, mezclado con sangre.

Es un relato corto, lo sé, pero quería compartir el primero de mis fetiches con vosotr@s. Contactadme sin miedos con vuestras ideas y comentarios, si queréis más subo los siguientes fetiches.