Mis fantasías sexuales (9) Mi tía pt.4 FIN.
Tía y sobrina. Las dos ninfómanas. Esa noche sin duda terminaría como la mejor noche de mi vida.
Llegué a la entrada del hotel y pedí un taxi.
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Tardó entre 10-20 minutos en llegar. Subí y le pedí que me llevara a tal bar. Mi sorpresa fue que tardamos 5 minutos en llegar. Estaba cerca del hotel.
Pagué, bajé y entré al bar. Había mucha gente pero no tanta como para no poder andar por donde quisiera. Busqué entre la gente a mi tía, pero no la vi. “Quiere que la busque” , pensé.
Caminé a la barra.
-Whisky doble. –Le dije al señor de la barra. –Del mejor que tengas, por favor. Asintió y me sirvió. Lo agarré y bebí un poco.
Miré el lugar, no era el más elegante, ni el mejor, pero para venir a pasarla bien, cumplía con su trabajo. De un trago bebí todo el whisky y pedí otro similar.
Volteé a ver a la gente y no encontré a mi tía. La música sonaba baja, tranquila. No era el clásico sonido fuerte. Algunas parejas bailaban en medio de la pista. Amigos, reían en sus mesas mientras tomaban. Algunas parejas se besaban.
-¿Qué tomas? Reina. –Escuché una voz que me despertó de mis pensamientos.
-Lo que me invites. –Dije. Me volteé a la barra y miré al muchacho. Feo no era pero tampoco era una persona que quisiera cogerme en ese momento. Decidí aprovecharme de él.
-Sírvele otro igual a la belleza y a mí una cerveza de tal. –Dijo. El cantinero sirvió rápido. –Por una hermosa noche, ¡Salud! –Levantó su cerveza. Lo imité agarrando mi vaso de whisky y de un trago lo bebí todo. – ¿De vacaciones? –Preguntó.
-Sí. –Dije.
-¿En familia?
-Vine con mi novio y una amiga, a la casa de mi tía.
-Y ¿Dónde están?
-A mi novio y a mi amiga los dejé en el hotel. ¿Mi tía? No lo sé. Vine sola a este lugar a distraerme un rato. –Dije.
-Disculpa mi mente morbosa pero ¿No tienes miedo de que pase algo entre tu novio y tú amiga? –Dijo. Volteé a verlo seriamente.
-¿Qué podría pasar? Cuéntame.
-No lo sé. –Bebió cerveza. –Hay amigas muy traicioneras.
-…Y novios muy fieles. –Le dije. Bebí un poco de whisky que me había invitado el muchacho.
-Sí, también. –Dijo.
-¿Qué tal tú? ¿Tienes novia? –Sabía la respuesta.
-No, estoy soltero. También de vacaciones en esta hermosa ciudad. Estoy con unos amigos, en aquella mesa. –Dijo, señalando una mesa que estaba hasta el rincón. Había cerca de 5 muchachos. Todos hombres.
-No los dejes solos. –Le dije. Bebí más whisky.
-A ellos no les importa. Te repito, estamos de vacaciones y andamos en busca de experiencias y recuerdos. –Lanzó la primera piedra.
-Imagino que yo entro en tus planes para ser un recuerdo. –Le dije.
-No te molestes. –Dijo rápido. –Me gusta ser sincero.
-A veces no es bueno ser tan sincero.
-Eres una mujer demasiado atractiva. De hecho, eres la mujer más atractiva de este bar. –Dijo y bebió más cerveza. –Si uno quiere tener alguna oportunidad contigo, debe dejar todos sus miedos atrás y aventarse. De entrada, uno lleva las de perder contigo, así que si lo vemos de esa manera, ¿Qué más tengo que perder? –Y no sé por qué pero reí. Bebí whisky.
Y a lo lejos, en una mesa de la esquina vi a mi tía, estaba con un muchacho que calculé de mi edad. Ella me miraba seriamente. Agarró al hombre y lo besó. De pronto me sentí enojada, morí de celos.
-Está bien, vamos a platicar un rato y vemos que pasa. –Hablaron mis celos.
En la siguiente media hora, iniciamos mi tía y yo un juego riquísimo. Mis celos se convirtieron en excitación y todo mi cuerpo se encendió.
Nos turnábamos para besar a nuestros hombres y que la otra viera. Cada que ella besaba a su hombre, yo besaba al mío con más ganas, con más pasión. Cada que ella sonreía, mi hombre se acercaba a mi oído y yo sonreía aún más.
El juego que habíamos iniciado, sin proponerlo, me encantaba. Cualquier persona que nos haya visto a las dos parejas, diría que tarde o temprano saldríamos de ahí a coger.
Pero en el fondo, mi tía y yo sabíamos que eso era el juego previo para acostarnos ella y yo.
El alcohol ya me tenía un poco mareada.
-Iré al baño. –Le dije y caminé al baño.
Entré y me vi en el espejo. La puerta se abrió y vi a mi tía entrar. Iba vestida con un vestido que le llegaba a la mitad de las piernas. Estaba muy ajustado y sus tetas y nalgas le resaltaban riquísimo.
Y como dos imanes, nos lanzamos a besarnos. Mis manos rápido buscaron sus nalgas. Ella hizo lo mismo. Me empujó hasta llevarme a un privado y cerró la puerta. Nuestras bocas estaban unidas, nuestras lenguas jugaban entre sí. Le levanté el vestido y sentí en carne sus nalgas. Su tanga estaba metida entre sus nalgas. Le encajé las uñas. Gimió.
Me agarró del cuello y me separó. Nos vimos agitadas. Deseosas de más. Me soltó despacio, acomodó su ropa y salió del privado. Le di unos segundos e hice lo mismo. Estábamos las dos en el espejo arreglándonos.
Minutos antes habíamos fajado y en ese momento parecíamos dos desconocidas. Sin decir nada más, salió. Luego yo salí.
Estaba caliente, excitada, mojada.
Caminé a la barra donde mi hombre me esperaba. Miré y mi tía besaba a su hombre. Sin pensarlo, me lancé a besar al mío. Cuando me separé, vi que mi tía se había quedado sola.
-Permíteme. –Le dije a mi acompañante.
Caminé rumbo a la mesa de mi tía con mucha seguridad. Mis caderas se movían de un lado a otro con cada paso que daba. Podía sentir como destellaba calentura y excitación por cada poro de mi cuerpo.
-Buenas noches. –Le dije. Me vio mi tía con unas flamas en sus ojos.
-Buenas noches.
-Me voy a sentar.
-Tengo a un acompañante. –Dijo.
-No me interesa. –Me senté. –Me gustas tú. –Se quedó seria.
Tía y sobrina. Las dos ninfómanas. Esa noche sin duda terminaría como la mejor noche de mi vida.
-Veo que te las estás pasando bien con aquel muchacho. –Me dijo.
-Para nada. Es un pendejo que cree que me va abrir las piernas. –Me le junté a mi tía. –Esta noche solo tú tienes esa oportunidad. –Pasé una mano alrededor de ella, por los hombros.
Bebí whisky. Con una mano me alejó. Sonreí.
-Suponiendo que me gusten las mujeres, sería yo la que lleve el ritmo esta noche. –Me dijo.
Estaba iniciando una lucha para demostrar quien de las dos sería la activa y quien la pasiva. Y no sé porque pasaba eso, en mis anteriores experiencias con mujeres, normalmente yo era la pasiva. Pero esa noche, con mi tía ahí, deseaba ser yo la activa. Pero mi tía tenía esa misma actitud. Mi cuerpo se encendió.
-Hola, y ¿Tú eres? –Vi al muchacho que estaba con mi tía, había regresado.
-¿Qué te interesa? –Le dije con voz firme y fuerte. Esa voz que me salía en mi trabajo e imponía.
-Yo estoy con ella. Así que si te puedes ir y dejarnos.
-Y ¿Con esa voz y esa actitud de joto te la quieres coger? No mijo, estas muy lejos. –Le dije mirándolo fijamente. –Esta mujer es mía. –Y la abracé. Vi que volteó a ver a mi tía.
-Vámonos a un lugar más tranquilo. –Le dijo a mi tía dándole la mano.
-Ella se va a quedar conmigo así que ponle a la verga. –Le dije más duro.
-¡Ey! A mí no me hables así. –Y se acercó a mí. Lo que hizo me dio risa y al mismo tiempo subió mi adrenalina. Me levanté y lo esperé.
Llegó y sin pensarlo, le di un empujón con mis dos manos. El muchacho dio varios pasos para atrás y cayó de sentón.
-Esta mujer es mía y vale más que lo entiendas, porque si no ahorita mismo te meto unos madrazos que te sacarán lo joto y luego te voy a arrastrar por todo el bar, y te voy a desnudar para metértela toda la noche frente a todos. –Lo miré fijamente sin dudar, trató de sostenerme su mirada y al cabo de unos segundos, noté miedo en sus ojos. Se levantó.
-Pinches lesbianas. –Dijo su orgullo de macho. Se alejó.
Me volví a sentar a lado de mi tía. De mi mujer. Encendió un cigarro y me invitó uno. Empezamos a fumar. Al instante llegó mi hombre y se paró a lado de la mesa. Lo miré y me vio.
-¿Qué pasa? –Dijo mi tía de forma ruda.
-Vamos a la barra. –Me dijo.
-¿No ves que está conmigo ahora? –Habló de nuevo mi tía.
-No te estoy hablando a ti. –Dijo el muchacho.
-Ni tampoco quiero que le hables a ella. –Le respondió. –Ella ahora es mía y aquí se va a quedar.
-Vale más que te calles. –Dijo. –Respeto mucho a las mujeres pero haré una excepción contigo si sigues en esa actitud.
-¿Cuál actitud? Pendejo. –Dijo mi tía. Yo estaba divertida viendo la pelea. –Mírate, pendejo. Y mira a la muchacha. Es mucha vieja para ti. Has de ser un pinche pito chico que no sabe coger para nada. ¿Crees que la harás chillar de placer? Esta mujer necesita a una persona de verdad, que se la coja toda la noche sin parar. Tú mejor vete a jalártela. O ¿creíste de verdad que tenías suerte? No seas pendejo, mejor ponle a la verga de aquí y no molestes a mi vieja. –Me abrazó y me besó. Le regresé el beso. Nos separamos y volteamos a ver al muchacho que estaba rojo de la pena. –Y ¿Bien? ¿Ya te quedó claro?
El muchacho no dijo nada. Dio media vuelta y se alejó.
En cuanto nos quedamos solas, reímos a carcajadas.
-Pobre de los muchachos. –Le dije.
-Ni modo. Esta noche será nuestra nada más.
-Fíjate, por un momento pensé en irnos las dos con los muchachos de la mesa. –Le señalé a los amigos de mi hombre. –Pero también deseo estar sola contigo.
Bebí mi whisky y ella bebió lo que fuera que tomara.
-Tía… -Dije en tono triste.
-No hables por ahora de tus cosas. Esta noche es para nosotras dos. –Me dijo como si supiera lo que le iba a decir. Y la verdad es que le iba a decir que mañana saldría de viaje con Ángeles.
-Bien. –Dije.
-No sabía que tuvieras esos huevotes. –Me dijo.
-He pasado por tanto, si te contara, te daría miedo. –Le dije. –Y ahora, por esas cosas, soy esta persona.
-A mí me tomó años llegar a este punto. –Dijo. –Con todas las experiencias que he tenido, me han hecho esto.
-La noche es larga y quisiera saber todo. –Bebí whisky.
-Yo también quisiera saberlo todo de ti. –Me dijo. Fumó su cigarro. La imité. –Me da mucha nostalgia esto que te está pasando.
-¿Qué cosa? ¿Qué vayamos a tener sexo? –Le dije.
-Sí, en parte sí. –Dijo cortante.
-¿Qué pasa? O mejor dicho, ¿Qué pasó? –Pregunté, excitada.
-No he sido totalmente sincera contigo. Y por lo que veo, tus recuerdos los tienes reprimidos.
-Cuéntame. –Levanté la mano al cantinero y pedí más bebidas.
-No me siento orgullosa de lo que hice, pero ya pasó…
-Exacto, ya pasó y no te castigues por eso. –Le dije.
-Luego de tu primera vez con mi sobrino, cuando eras solo una niña, yo me aproveché de ti. –Dijo.
-¿En serio? –Le pregunté divertida. -Cuenta.
-Mi esposo ya no me atendía mucho y tenía un amante que me tenía algo abandonada, así que decidí aprovecharme de tu curiosidad. –Dije. Llegó la persona con nuestras bebidas.
-Señoritas, han estado tomando mucho pero con la pena necesito que empiecen a pagar. –Dijo la persona que nos atendió. Mi tía sacó dinero.
-¿Esto es suficiente para que nos dejes de molestar con eso? –Dijo fuerte mi tía. No vi cuánto dinero le dio pero al parecer era mucho.
-Sí, señora. –Dijo a secas la persona y se fue.
-Y ¿Bien? –Dije.
-Una tarde tú y tú mamá fueron a mi casa. Andaban comprando cosas para la tienda. Yo, caliente, le dije que te quedaras en la casa mientras ella iba a comprar las cosas. –Fumamos. A la mitad, apagué el mío. –Cuando nos quedamos solas, empecé hablarte de sexo y tú te interesaste rápido. Te dije que te enseñaría a besar y te llevé a la recámara.
-¡Wow! En serio no me acuerdo de nada de eso.
-Yo lo recuerdo perfectamente. Tú, sentada en tus rodillas, arriba de la cama, sonriendo, esperándome. Me subí y nos besamos. Te fui guiando por todo el beso. Luego te desnudé e hice que tú me quitaras la ropa. Te hice sexo oral y tú de inocente diciendo que fue rico. –Reímos. –Luego hice que me dieras sexo oral, te enseñé hacerlo hasta que terminé.
-¿Cogimos? –Dije sorprendida. -¿Te saqué un orgasmo?
-Y fue delicioso. –Me dijo.
-No sé porque pero no tengo recuerdo de nada de eso. –Le dije. –Aquella vez que me contaste de tus sobrinos, pude recordar una parte pero no recuerdo nada más. ¿No sabes si tuve otra aventura de niña?
-No, July. Solo esas dos y porque yo fui participe. –Dijo. -Para ti, tú primera vez fue con Rafa.
-Sí, tía. –Asentí. –Siempre pensé que sería el único. Cuando tuve novio, mi mamá me puso muchas trabas, imagino que pensaba que podía ser como tú.
-No. Tus papás siempre las vieron a ustedes muy normales. –Dijo mi tía. –Cuando nos enteramos de tú novio, tú mamá y yo lo hablamos y quedamos que en caso de que fueras ninfómana, te apoyaríamos las dos. Pero actuaste muy discreta, a mí me sorprendiste porque yo, sabiendo cosas de ti, pensé que no saldrías puta y resultó que lo eras pero muy discreta.
-Le tenía miedo a mi mamá, y no quería dejar la verga.
-Entre mujeres, sabemos cuándo una ya cogió y cuando te vi a final de año, en ese año que te habías hecho novia de Rafa, me di cuenta que ya habían cogido. –Dijo.
-A los 6 meses. –Le dije. Bebimos. –Aunque si hubiera insistido un poco la noche que nos hicimos novios, yo hubiera aflojado. Te lo digo porque ya me conozco.
-Y no lo dudo. –Me dijo. -¿Cuándo te diste cuenta que eras puta?
-Así como tal, no me di cuenta. Solo se dio. –Le dije. –O sea, solo fui avanzando en mi vida, aparecían hombres y mujeres. Mi panochita me pedía sexo. Yo la complacía. –Reímos. Un pico y bebimos. -Ya sabes la historia pero no desde mis ojos.
-Y eso es lo que quiero saber.
-Un día, yo, súper enamorada de Rafa, fui a visitarlo de sorpresa y lo descubrí cogiendo con su prima.
-Andrea.
-Sí, ¿Cómo sabes? ¿A poco te la cogiste?
-Sí.
-Está bien rica, ¿Verdad? –Asintió. -¿Cómo fue?
-Termina, la noche es larga. –Me estaba calentando al máximo. Entre el whisky y cigarros, le platiqué mi noviazgo con Rafa y lo que hizo con su prima para recuperarme. Luego la primera vez que le fui infiel. –Y resulta que nuestro primer 14 de febrero, lo pasé con el novio de mi amiga, con su primo, con Miguel… ¿Te acuerdas de él? El novio de Olga.
-Sí, lo recuerdo.
-Bueno, con él y con Rafa. Con los 4 estuve ese día.
-Sin duda saliste más puta que yo. –Dijo. –Mi mejor 14 de febrero fue cuando estudiaba en una prepa abierta, a los 20 años. Era un viernes, nos habían encargado una actividad para el fin de semana y 2 compañeros me invitaron a la casa de uno a hacer la tarea. Al ser esa fecha, imaginaba una fiesta y terminar cogiendo, pero no fue así, éramos solo nosotros tres y haciendo tarea, pero cuando terminamos, fueron a comprar alcohol y terminamos en un trío. Tenían 30 y 35 años los hombres.
-Y ¿Aventuras con profes? –Le pregunté. Le platiqué el sexo que tuve con uno gordo para hacerle el favor a Victor. Luego el sexo para pasar la materia en un salón de clases, y un trío con ese mismo profe y otro en una camioneta.
-Insisto, ahorita es mejor el sexo. Yo en mi vida había pensado algo así. –Me dijo. Bebimos. Nos vimos fijamente y nos lanzamos. Nuestras bocas se unieron en un beso. Nuestras lenguas jugaban. Pero debajo de la mesa pasaba otra cosa. Mis manos acariciaban toda su pierna hasta llegar a su cuevita pero no planeaba aun entrar. Nos separamos, agitadas. –Sí, tuve sexo con dos profes, de la prepa abierta; me enamoré de mi primer profe, se llamaba tal y tenía 27 años. Se lo confesé y se aprovechó de mí. Era casado pero siempre me decía que dejaría a su mujer. Nos íbamos a coger cada sábado y domingo que duró el curso. Al final, puedo decir que fue bueno el sexo.
-Y tú me diste el consejo de no enamorarme. –Le dije.
-A mí nadie me aconsejaba. –Terminó. –Luego, otro profe se acercó a mí y también se aprovechó del dolor que me causó mi enamorado. Pero con él fue solo coger y casi a diario. Me la pasé bien con él. –Bebimos. –Aventuras con profes solo con ellos.
Saqué cocaína y poniéndome detrás de mi tía, esnifé por los dos orificios de la nariz. Le ofrecí a mi tía e hizo lo mismo. Agarramos fuerza.
La noche pasaba, bebíamos mucho y nos drogábamos cada que nos daba el bajón. La calentura subía de tono con cada bebida, con cada beso, con cada caricia que nos dábamos. Deseaba salir de ahí, pero la plática de mi tía me tenía muy entretenida y muy caliente.
Me contó varias aventuras más, pero más que aventuras eran noviazgos que tuvo en su vida antes de conocer al que sería su esposo. Este era muy fogoso y muy buen amante, por eso lo amarró. A diario cogían y eso la mantenía lejos de otros hombres.
-Y ¿Cómo fue que le fuiste infiel? –Pregunté.
-Fue rápido, creo que no llegamos ni a los 6 meses, la verdad no lo recuerdo. –Dijo. –Un día, estaban aquí sus amigos tomando con él y yo estaba haciendo lo que hace una mujer, que es labores del hogar. Ellos entraban y salían por cervezas y al baño. Yo no les tomaba importancia. Sino que en una siento que alguien me abraza por atrás de la cintura y me pega su paquete a las nalgas, debo decir que en ese momento yo recién casada aún estaba de buen ver.
-Y ¿Luego? ¿Qué pasó? –Reí.
-Instintivamente pegué mis nalgas al paquete y disfruté de sus movimientos. Me besó el cuello y cuando volteé, miré que no era mi marido y rápido lo quité. El amigo de mi esposo, sonriendo, ebrio me dijo que me traía ganas.
-¿Ahí te lo cogiste?
-Claro que no. Le dije que no le diría nada a mi marido pero que se fuera. Insistió un poco pero lo despaché. –Dijo. –Debo decir que me quedé con la espinita. De novios, le era infiel con un par de amigos míos pero de casada corté todo vínculo con ellos a pesar de que me hablaron por teléfono un par de veces. Creí que estando casada se calmarían mis ganas pero no fue así. Esa noche le di una cogida a mi esposo que fue inolvidable recordando cada una de mis aventuras.
-Te entiendo. –Le dije. –Es muy rico cogerte a tu hombre y recordar cómo te cogen otros.
-Sí. –Nos besamos. –Al siguiente día, cerca de las 11am, tenía en la puerta a ese amigo de mi esposo y la verdad es que no insistió mucho. Lejos de todos los ojos, cogimos en nuestra cama. –Dijo. –De ahí, lo tenía casi a diario en nuestra cama. No era el mejor amante pero pues tenía una verga en la mañana y otra en la noche. Luego de ahí ya no pude detenerme y me conseguí otro amante que miraba en ocasiones.
Llevé una mano a su pierna. La miré fijamente. La acaricié y se le erizó la piel. Nos besamos. Éramos dos mujeres y no nos importaba nada de comentarios ni miradas. Nosotras estábamos en nuestro asunto; calientes, tomadas y queriéndonos.
Llevé mi mano hasta su cuevita por debajo de su falda. Toqué su calzón y estaba húmedo.
-Estás muy húmeda, tía. –Le dije.
-Así me tienes. Deseo tanto tenerte en una cama sin ropa, hija.
-Y ¿Qué esperas? –Le dije.
-¿Tú quieres terminar la plática? –Me dijo. –Porque una vez que estemos en una cama, no hablaremos para nada.
-¿Cómo fue tu primer experiencia lésbica? –Le pregunté.
Nos separamos. Me eché aire en la cara.
-Experiencia lésbica como tal… -Bebimos.
-Tener sexo con otra mujer. –Dije
-Cuando mi ex marido y yo nos separamos, debo decir que sí, me dolió, pero una, como buena puta, ya tenía a su reemplazo, o en este caso a reemplazos. –Dijo. –Era libre y salía mucho con amigos y amigas. Una de ellas, al andar conmigo mucho, su marido la celó tanto que se separaron.
-¿La celaba con razón?
-No. A pesar de que andábamos juntas, y yo buscando hombres, ella nunca le fue infiel y me lo dijo cuando llegó a mi casa llorando porque se habían separado. –Agarró aire. –Con el paso del tiempo, empezamos a convivir más, nos volvimos más unidas y en una borrachera, terminamos en la cama. Te hablo de que tenía 30 años. Y sí, empezamos una relación.
-Eso no me la sabía.
-De hecho, nadie. Mi relación con ella duró unos días hasta que su ex le habló y regresaron.
-Y tú ya no te volviste a casar…
-No, mija. Tuve algunas parejas, pretendientes, pero una vez que me separé y me di cuenta de que me gustaba ser libre, así me quedé…
-Hasta ahora. –Dije, interrumpiendo.
-Así es, pero como te dije, con esta persona más que nada pensé en mi futuro y mírame, estoy bien. –Dijo. –Si lo quiero y estoy muy agradecida de que me haya aceptado, y agradezco también bastante que trabaje todo el día, así tengo mis aventuras. –Y rio.
-Sobre todo eso. –Le dije.
-Sí. No es Rafa pero estoy muy feliz con lo que tengo.
-Y ¿No te molesta que te sea infiel?
-Para nada. –Negó con la cabeza. –Puede darse sus gustitos si lo desea. Si él quisiera tendría un mejor sexo en nuestra cama, pero no se anima a decirlo. Cumpliría todas sus fantasías.
-A lo que veo yo no tendré ese problema en mi cama. –Le dije. –Rafa tendrá todo lo que desea.
-Esas cosas son las que envidio mucho de ti, que tienes todo para tener una vida plena. Incluso, el que hayas tenido sexo con tú hermana, quizá eso es lo que más envidio. –Reí.
-¿Cómo supiste? –Pregunté.
-Tú te ocultaste mucho tiempo de mí, pero Olga me buscó y me gané su confianza. Ella me contaba todo y me contó que tuvieron sexo.
-¡Wow! Pues sí, la deseaba tanto hasta que la tuve. –Dije. Bebí. –Espera, ¿Tú también deseas a mi mamá?
-Hasta hoy en día, pero creo que ya es tarde para mí. –Dijo. –Cuando me di cuenta que quería tenerla, ella ya estaba casada y con una hija.
-¿Nunca pensaste que podías tener una oportunidad?
-Cuando se dio cuenta de que tú papá aún me miraba, me pude haber aprovechado de su dolor, pero no tenía tanta malicia en el sexo. –Dijo. –En lugar de eso, otros se la cogieron.
-Ahí era tu oportunidad, se abrió una brecha.
-Sí, aunque luego pienso que tú mamá tenía muchos valores que hasta hoy en día, los tiene muy marcados.
-¿Por qué lo dices? –Pregunté.
-Bueno, no es secreto de estado que hasta antes de venirme con mi esposo, seguía mirando a escondidas a tú papá y él me contaba que en su sexo, en medio de la calentura se decían o dicen algunas fantasías, pero que hasta ahí llegan, no se atreven a dar el siguiente paso que es meter a más personas a su cama.
-Realmente esta plática ha sido muy productiva. Me tiene ardiendo y deseosa de salir de aquí para comerte completa. –Dijo.
-Yo espero solo una cosa. –Me dijo. Nos miramos fijamente. Esperé que dijera algo pero no habló. Ella sonrió. Yo aún no sabía que quería que pasara o le dijera.
Quizá esa era mi prueba final para saber si estaba lista o no para hacer el viaje.
Pasaron unos segundos y no se me ocurría nada. Mi tía no hizo ningún movimiento. Y mi cabeza se iluminó. Hablé sin esperar nada más.
-Tía, no tendrás a tu hermana en la cama, pero tendrás a tú sobrina.
De un golpe se levantó y me dio la mano. Llena de felicidad, le di la mano y me levanté. Y tomadas de la mano caminamos por en medio del bar. Hasta llegar a donde la persona estaba poniendo música.
El piso se me movía, me costaba trabajo mantenerme en equilibrio. Habíamos tomado mucho alcohol y mucha droga.
La música se apagó y mi tía tomó un micrófono.
-QUIERO QUE PONGAN ATENCIÓN TODOS ACÁ, ESCUCHEN. –El murmullo de la gente se fue apagando, las miradas se centraron en las dos. –QUIERO QUE SEPAN QUE EN 10 MINUTOS ME VOY A ESTAR COMIENDO A ESTA SEÑORITA EN UN CUARTO DE HOTEL. –Dijo. La escuché y lejos de apenarme, me llené de orgullo. Levanté las manos en señal de aprobación y la gente aplaudió, silbó, gritó. Mi tía me agarró de la mano y me dio una vuelta.
Soltó el micrófono y se lanzó hacia mí a besarme. La recibí con los brazos abiertos y nos besamos. El beso duró una eternidad que en realidad no fueron más de 10 segundos. Pero yo me sentía soñada.
Por fin haría el amor con la persona que más admiraba en mi vida y así como ella, yo también deseaba que todo el mundo se enterara.
Cuando nos separamos, nos agarramos de la mano y sonriendo, salimos del bar. Caminamos rumbo al estacionamiento, muy ebrias y felices. Subimos al auto de mi tía y arrancó.
Todo el camino fue silencio total. Llegamos a otro hotel.
-Renté un cuarto para nosotras solas. –Dijo.
-Ya sabías que hoy terminaríamos aquí, ¿verdad?
-Así es. -Bajamos y entramos al hotel. Caminamos hasta llegar a nuestro cuarto. –Preparé algo especial.
Abrió la puerta y entré. Si algo deseé en mi vida, era que mi primera vez fuera inolvidable. Y no fue mala, pero no había sido como yo lo deseaba. Pero ese cuarto de hotel, estaba arreglado como yo siempre lo deseé.
La luz estaba bajita, color amarillo y tenía un olor perfecto a fresas. Había una música romántica de fondo. La recámara estaba llena de rosas rojas, cada pétalo suelto adornaba el colchón.
A lado de la cama había una mesita con un regalo y una carta. Me acerqué con mi corazón latiendo a mil de felicidad. Tomé la carta y la abrí.
Contenía miles de frases hermosas, y no solo frases donde ella expresaba su amor hacia mí como mi tía, sino también me expresaba su amor como mujer.
Me volteé y corrí hasta donde estaba mi tía que me miraba con mucha nostalgia. La abracé y puse mi cabeza en su pecho. Por unos segundos viajamos al pasado, donde yo era una niña inocente, en brazos de mi tía.
-Gracias, tía. –Le dije. Me acarició el cabello como cuando era una niña.
Frente a la recamara había un espejo. Arriba había otro espejo y en la cabecera había otro más.
-¿Qué te parece el cuarto que elegí para nosotras? –Me dijo mientras me separaba y caminaba alrededor de la cama.
-Es hermoso.
Me subí a la cama y me senté con las rodillas flexionadas, recordando las palabras que en el bar me había dicho.
Miré como ella se acercó a una botella de vino que tenía. Lo sirvió en dos copas y me volteó a ver. Se quedó seria, mirándome. Yo hice lo mismo. Y soltó las copas que cayeron al piso haciéndose añicos.
Ninguna de las dos le tomamos importancia. Hipnotizada, mi tía caminó hacia mí y se subió a la cama. Se puso frente a mí y empezó a acariciar mi rostro con sus manos, luego mi cabello. Y lo hizo durante varios minutos.
Yo estaba feliz de que lo hiciera. Me sentía protegida.
“Vamos a tener toda la noche para nosotras, es hora de enseñarle lo que he aprendido” , pensé.
Agarré sus manos.
-Te has convertido en toda una mujer. –Me dijo.
-Y te voy a enseñar todo lo que he aprendido. –Le dije y nos besamos.
El beso fue tierno. Fue un beso que se guardó durante muchos años y que en ese momento, la tía y la sobrina, por fin lo descargaron. El beso hablaba por sí solo, contenía secretos, amor, pasión, deseo.
Su mano recorría mi mejilla, bajaba a mi cuello y acariciaba mi hombro de manera tierna. Mis manos se pusieron en su cintura delgada y plana. Nuestras cabezas se movían de un lado a otro. Nuestras lenguas se amaban dentro de nuestras bocas que estaban unidas por nuestros labios.
Deseé que nunca terminara ese momento. Pero estaba consciente de que se tenía que terminar y que esa noche, tenía que terminar de mejor manera que en un beso.
Tomando todos los años de práctica, la empujé con mi cuerpo y la acomodé boca arriba en la cama. Me metí entre sus piernas y nuevamente nos besamos. Su vestido se había levantado y su sexo había quedado al descubierto, solamente tapado con una tanga.
Sus piernas rodearon mi cintura y sus manos mi cuello. Mis manos rápido buscaron sus piernas y las empecé a acariciar. Me empecé a mover como si la penetrara.
Mis tetas enormes, sobaban las suyas que también eran enormes. Nuestros vestidos eran los únicos que se interponían para que nuestros pezones se empezaran a acariciar.
Me soltó del cuello y bajó sus manos en busca de mis nalgas, levantó mi vestido y quedaron al descubierto. También traía una tanga que se escondió en medio de mis nalgas.
Me empujó fuerte hacia ella agarrándome de las nalgas.
El alcohol y la cocaína iniciaron su juego. Mis manos rápido subieron a sus tetas que eran duras y firmes. Violentamente, bajé su vestido y sus tetas quedaron al descubierto. Ella ya hacía lo mismo y saltaron mis tetas que rápido besaron las suyas.
Mis manos sintieron en carne propia sus pechos. Eran enormes, quizá como los míos, pero estos eran duros y firmes. En cambio, al estar yo encima de ella, mis tetas colgaban y caían encima de ella.
Necesitaba tener las tetas de mi tía en mi boca.
Dejé de besarla y bajé a su barbilla, luego a su cuello. En esta parte me detuve a besarla; comí cada parte de su cuello. La besé, la mordí. Mi tía gemía delicioso. Me levanté.
La bebí desnuda de arriba. Ella me miraba seria, excitada.
-Son hermosas. –Le dije.
Mis manos, despacio, recorrieron desde su vientre que aún tenía el vestido, hasta sus pechos. Cuando sentí sus tetas, las apreté. No eran duran como pensé, pero eran perfectas. Se sentían esponjosas.
-Mi niña hermosa. –Me dijo y con habilidad se levantó y me jaló hacia ella para de nuevo, besarnos. Mis manos ahora, jugaban en sus pechos. Ella, tenía sus manos en mi espalda. Recorrió cada parte lentamente.
Me dejó de besar. Me empujó para quitarme y se levantó. Al ritmo de la música se desnudó. La miré en todo el proceso y me encantó. Mi tía era una mujer hermosa y disfruté verla desnuda totalmente. Su entrepierna no tenía ni una mata de bello y su figura estaba curveada hermosamente. Me sonrió coquetamente. Levantó su pulgar y me invitó a ir hacia ella.
Me levanté y caminé hacia ella, trastabillando.
Cuando me acerqué a ella, de un jalón me dio una vuelta y quedé de espaldas. Me abrazó y al ritmo de la música me movió de un lado a otro, lentamente.
Cerré mis ojos y el mundo se detuvo y me llegaron increíbles recuerdos de cuando era una niña y mi tía me cuidaba. Todo pasó en un instante. Sonreí.
Mi tía besó toda mi espalda. Mi vestido ya estaba a mis pies. Se agachó y me lo quitó juntó con mi calzado.
Tía y sobrina, ninfómanas. Ebrias y drogadas. Frente a frente, desnudas, en un cuarto de hotel.
-Si supieras cuanto esperé por este momento. –Me dijo. –Eres la mujer perfecta y desde que empezaste a tener sexo con Rafa, has sido mi fantasía. He cogido con muchos hombres pero en mi cabeza siempre estuviste tú, hija.
-Soy tu fantasía, ¿Tía? –Le dije casi con lágrimas en los ojos.
-Solo dos personas han sido mi fantasía en mi vida: tú papá y tú. –Me dijo. –Una fantasía ya la cumplí…
-Y tú eres mi ejemplo a seguir. –Le dije. –No hay mujer que más deseé en este mundo, que tú. Quiero demostrarle a mi maestra que su alumna ha triunfado, quiero que te sientas orgullosa de mí.
-Entonces, ¿Qué esperas? Puta. –Me dijo. Me agarró y me jaló hacia ella con mucha fuerza. Caímos en la cama, yo arriba de ella.
Me agarró de la cabeza y me empujó hacia abajo, señal de que quería que le diera sexo oral.
Rápido me acomodé, empinada. Y con mi lengua, me comí toda su panocha. Era deliciosa, riquísima. Mi lengua recorría toda su rajita de arriba, abajo. Mi tía empezó a gemir.
Sentí su mano acariciar mi cabello, acomodarlo a un lado. Yo disfrutaba de sus caricias y del sabor de su entrepierna, que despacio empezó a soltar líquidos. Al instante, sentí frío en mi cuevita, señal de que estaban soltando líquidos. Y mientras mi lengua seguía dentro de su cuevita, llevó una mano a la mía y comencé a masturbarme.
Ya estaba caliente, y deseosa de verga. En ese momento no había verga, estaba mi tía que sin duda durante la noche tenía sorpresas que me mostraría.
Mis dedos sobaban mi rajita, pero ya estaban mojados por mis líquidos. Mi boca estaba llena de los líquidos de mi tía. Levanté mis dedos húmedos y los metí a la cuevita de mi tía para que se mezclaran. La masturbé mientras mi lengua sobaba la punta de su panochita.
Empezó a gemir más agitada, disfrutando más. Se movió arriba, abajo, mientras su mano me apretaba contra ella. Y se puso dura, abrí mi boca y mi lengua recibió cada líquido que soltó del orgasmo que le llegaba.
Mi cara estaba mojada, subí a besarla y me limpió con su lengua todos esos líquidos. Cuando terminó bajé a besar sus tetas.
-Aquella vez fue igual, solo que yo te subí para limpiar tu carita. –Dijo. –Ahora, tu subiste… -Sonreí mientras me entretenía con los pezones de mi tía.
-Me gustaría mucho recordar ese momento. –Le dije.
Me levanté y caminé hasta donde estaba la botella. La agarré y le di un trago. Vi a mi tía que se echaba aire con las manos y sonreía de placer. Me volví a subir y le di la botella. Mientras bebía, me comí su cuello.
Me gustaba el papel del hombre, pero yo era una señorita amante de los hombres y de la verga. Quería y necesitaba calmar mi calentura. Mi cuevita me pedía a gritos ser penetrada.
Mi tía tan solo disfrutaba de mis besos. Me agarró de la cabeza y me llevó a sus labios. De nueva cuenta, nos besamos. Y fue como si mi tía me hubiera leído los pensamientos.
-Deseé tanto este momento. Por fin se está cumpliendo y ahora, te voy a disfrutar como no he disfrutado a nadie. –Dijo.
Con fuerza me acomodó acostada boca arriba y ella se puso encima de mí. Mi tía, esa persona que vi durante toda mi vida y la respetaba por fin me iba a coger.
Sus dos manos agarraron y apretaron mis tetas, mientras succionaba mis pezones. No perdió mucho el tiempo en esa parte. Rápido bajó a mi entrepierna. Dobló mis piernas y se abrió el paraíso frente a ella.
Me mojé imaginando que sacaba su lengua y tocaba mi rajita. Y no esperé más, su lengua pasó por toda mi panochita. Arriba, abajo. Instintivamente, me moví.
Mi tía, de manera exagerada, se movía para atrás y para adelante. Fue como si su lengua me penetrara. La apreté contra mí. Y también me moví. Me estaba llegando un orgasmo.
Gemía como loca. Mi tía no paraba. Yo no deseaba que parara.
Sentí sus dedos entrar y salir de mi entrepierna de manera desesperada y ese fue el plus que me faltaba para que pudiera venirme. Me puse dura y solté mi orgasmo. Mi tía se detuvo, y solo usando su lengua, disfrutó de mis líquidos.
-Aquella vez no soltaste líquidos, pero esta vez… son riquísimos. –Dijo.
-Y son… especiales… porque son tuyos… tú los sacaste. –Le dije, entre gemidos y riendo. Se levantó y eso me dio tiempo de agarrar aire. Luego cayó algo a mi lado. Miré y era un dildo con arnés. Pero era extraño porque era doble. Nunca lo había visto. –Y esto, ¿Qué es? –Pregunté mientras lo agarraba. Vi que ella traía uno similar.
No dijo nada. Me agarró y me volteó. Me empiné sin decir nada. Agarró el arnés y lo pasó alrededor de mi cintura.
Al principio noté que el juguete quedaba igual que los que yo usaba, con la diferencia que este era doble. Luego pensé que ese otro pene falso, entraría en mi panocha.
Pero no fue así. El otro pene rozaba mi culo. Luego sentí húmedo, y vi que me ponía aceite. Y me metió un dedo para abrirlo. Gemí al instante. Comenzó a jugar. Sentía delicioso. Sentí un segundo dedo entrar y salir de mi culo. Lo estaba dilatando y al instante comprendí lo que pasaba y por arte de magia se aflojo esa parte de mi cuerpo. Mi tía lo sintió, agarró la otra verga y con facilidad la metió.
No era grande, solo era disfrutable. Y como movimiento final, apretó el arnés para que ese pene ya no saliera de atrás. Me dio una nalgada y me empujó. Sentí la verga falsa dentro de mi culo. Era un placer increíble. Gemía delicioso.
-Has lo mismo conmigo. –Dijo. Agarré fuerzas por el placer provocado y me levanté. Mi tía ya me mostraba su culo. La tenía frente a mí, y yo traía puesta una verga falsa de 20cm. Y el placer que sentía, me decía que se la metiera. –Espérate. –De nueva cuenta fue como si leyera mis pensamientos. –Primero ponme el juguete y luego me disfrutas.
Agarré el arnés. Lo vi. Luego lo pasé alrededor de la cintura. Un pene quedaba como si fuera el del hombre, el de 20 cm. El otro, no debía medir más de 10cm. Agarré aceite y le eché en su culo. Era hermoso cuando se miraba adornado por esas enormes nalgas.
Metí un dedo, y empecé un mete y saca lento. Cuando sentí que se estaba aflojando, metí un segundo dedo.
-¿Cuál ha sido el sexo más rico que te han dado por el culo? –Pregunté.
-Tú papá se aprovechó mucho de mi culo, pero debo decir que nunca me hizo disfrutar, como lo hizo un primo. –Mis dedos seguían entrando y saliendo.
-¿Cómo fue? –Le pregunté. Las aventuras de mi tía subían mi adrenalina, pero que fuera con familia le ponía un plus.
-Como bien sabes… -Gimió. –Empecé mi vida… sexual… a temprana edad. –Dijo. Seguía gimiendo. –Una noche… de… fiesta en familia, no falta el clásico juego… de las escondidas. –Se notaba que estaba disfrutando de mis dedos. –Primos, primas, amigos, conocidos. Éramos como unos 10. Durante la noche había cierto coqueteo entre algunos; había un conocido de 18 años que claro, él fue el que propuso jugar a las escondidas.
-Para poder fajar a gusto con alguien. –Le dije. Estaba de viciosa masturbando su culo y escuchando su anécdota.
-Sí. –Dijo. Seguía gimiendo. –Para… mala… suerte de él… solo habíamos 3 niñas disponibles: tú mamá, una amiguita vecina y yo. Y digo esto, porque… teníamos la edad para poder fajar. Había otra… niña… pero estaba chica. Y eran 6 hombres que eran: tú papá, tres primos, ese muchacho y el hermano de la amiguita vecina. Y que en cuanto… propusieron las escondidas… en su mente pasó fajar con alguna de nosotras.
-Y ¿Qué pasó? –Agarré el pene que iba en el culo y lo guie hacia la entrada.
-Dos de mis primos aplicaban el dicho “A la prima, se le arrima” conmigo. Y es muy normal a esa edad que los primos se den agarrones. Siempre en las fiestas y reuniones de familia, yo y otra prima terminábamos fajando con ellos dos. Nos los turnábamos. –Dijo. –Y en cuanto se propuso las escondidas, sin duda yo fajaría con los dos y con ese muchacho de 18 años.
-Tú vida es muy similar a mía, tía. –Le dije.
-Somos iguales, hija. –Me dijo. Dio un salto cuando entró la cabeza en su culo. –Delicioso. –Dijo. –Tú mamá sin duda estaría con tú papá. Y la amiguita sería la única libre que para ese momento, también terminaría fajando con uno.
-Ahora se viene lo bueno. –Dije. Empecé a meter y a sacar un poco el pene falso dentro del culo de mi tía, para aflojarla.
-Sí. –Dijo con cierto dolor. –Iniciamos. Nos buscó uno de los primos con el que fajaba. Los dos eran guapos, pero él me gustaba más que el otro y ahorita… te digo porque. –Pujó más fuerte cuando el pene entró un poco más. –En esa primera, mi otro primo no desaprovechó el tiempo y cuando me andaba escondiendo, él corrió detrás de mí y nos escondimos detrás de un auto. Estábamos solos y lejos de todas las miradas. –Dijo.
-Es todo un placer ver como entra una verga en el culo. –Dije, disfrutando de la vista.
-Apenas llegamos atrás de los autos y se lanzó contra mí. –Dijo, ignorando mi comentario. –Este primo era muy brusco; me besaba muy fuerte, sus embestidas eran toscas, parecía un animal. No estuvimos ahí ni 20 segundos. –Dije. –Cuando me tocaba estar con el otro primo, era más natural; nos besábamos, había caricias, sus embestidas eran más tiernas. Eso me gustaba más.
La verga falsa había entrado completamente. Llevé mis manos a su cintura y apreté el arnés. Ya no se salía.
-Listo. –Le dije. Movió sus nalgas, invitándome a entrar.
Noté que a la altura de la panocha, había una abertura para dejar al descubierto la panochita. Llevé mis manos a mi entrepierna y estaba igual.
-Durante la noche, me los turné a los tres. Pero pasaba más tiempo con el muchacho de 18 años. Y aquí empieza lo bueno. –Me dijo. Agarré mi verga de plástico y la puse en la entrada de la panocha de mi tía. La sobé, arriba, abajo. –Yo ya andaba caliente, y coger con mis primos aún no me animaba. El que estaba dispuesto era el de 18 años...
Y la empujé. No batalló nada en entrar en mi tía. De pronto sentí como si alguien me la hubiera metido en mi culo. Abrí mis ojos al máximo y gemí de placer.
-¡Wow! –Grité. Instintivamente, me moví. En cada embestida que le daba, sentía como si me penetraran. Sentía demasiado placer. Mi tía gemía con cada metida que recibía.
-Para… no hacerla… tan larga… -Gemía mi tía. –Cuando… ya tenía un plan… para coger… con… el muchacho de… 18 años… avisaron que… se tenía que ir… Propuse jugar la… última ronda… y… lo… único que… pasó fue que… se la mamé… hasta que… me… dio su leche. –Disfrutó de mis cogidas.
-Sigue, puta. –Le dije mientras me movía y le daba nalgadas. Mis movimientos eran algo torpes.
-Luego de eso… cada… quien se… dedicó a lo suyo... Tú… papá y… tú… mamá salieron a caminar… como… dos enamorados… Yo… me dediqué a… disfrutar de mis primos...
-Y ¿Cómo lo hiciste? –Yo estaba llena de placer. Como nunca. La doble penetración era deliciosa.
-Empezamos… a jugar… a asustarnos. Teníamos un… closet y dos… nos metíamos… y los de fuera… nos asustaban… con gritos, sonidos, etc. –Dijo. Mi tía se miraba hermosa de perrito. Me incliné y me agarré de sus tetas. Las mías quedaron en su espalda y al ritmo de los movimientos, se las sobé. –Dame más, putita. Dame, no te detengas.
-¿Te gusta? Perra. –Le dije.
-Me encanta. Dame. –Su actitud había cambiado por completo. Ya no éramos dos enamoradas, éramos dos mujeres calientes. Éramos dos putas. Se acostó en la cama y levantó sus nalgas. Puse mis manos a lado de su cabeza, así como había visto a muchos hombres que lo hacían cuando me la metían en esa posición y comencé a darle. –Primero me encerré con el primo que me gustaba y fajamos rico. Luego con el primo que era más rudo, y me fajó igual rico pero menos cariñoso.
-¡YA! –Le grité. –TERMINA CON ESTO.
-Se la jalé al primo que era rudo conmigo hasta que se vino. –Dijo. –Luego, en esta posición, así como me tienes, me rompió el culo el primo que me gustaba. Yo quería coger, pero él fue un poco más inteligente y dijo que no tenía condón y me dijo que por atrás no quedaba embarazada, así que me dejé.
-Y ¿Lo hizo rico? –Pregunté. Estaba a punto de alcanzar un orgasmo. Y por los gemidos de mi tía, sin duda ella ya lo había alcanzado.
-Deja tú lo rico. –Dijo. –Fue tan solo un minuto, pero la fantasía era que atrás de esa puerta del closet, habían 5 personas asustándonos. Y yo dentro, con la verga dentro de mí, gritando de dolor y placer, fingiendo que eran de susto. FUE LA MEJOR COGIDA DE MI VIDA POR EL CULO. –Gritó.
Y me transporté a ese momento. Yo, encerrada en un closet, con un amante…
Me encendí como nunca. Se la saqué a mi tía y con fuerza la volteé. Su verga falsa apuntó al techo. Rápido me puse arriba de ella y sin pensarlo me clavé. El culo me avisó rápido que ahí también había placer y me dejé llevar. Arriba, abajo. Estaba a punto de alcanzar un orgasmo.
Me incliné y lo solté. Tener algo dentro de mi culo, hizo que el orgasmo fue más rico. Mis tetas quedaron a la altura de la cara de mi tía que las empezó a disfrutar. Sonreí.
Caí a su lado. Me puse en su pecho y cerré mis ojos. Hacía tanto que no me sentía tan cómoda, tan feliz. Tan llena, tan en paz. No quería irme nunca de ese cuarto de hotel.
-Te amo, tía. –Le dije.
-Y yo te amo a ti, hija. –Me dijo.
…
Sentí movimientos que hicieron que me despertara. Mis piernas estaban en los hombros de mi tía, y su pene de plástico dentro de mi panocha. Me agarraba de los tobillos.
Seguía media dormida. Miré por la ventana y aún estaba oscuro.
-Solo descansamos 2 horas. –Me dijo. No detuvo sus movimientos.
Se inclinó a besarme. Le respondí el beso como pude mientras tallaba mis ojos para despertar. Metió sus manos debajo de mis brazos y mientras nos besábamos, me cogía. Llevé mis manos a sus nalgas y la apreté contra mí.
Ya estaba despierta, caliente y con ganas de seguir disfrutando de la mejor cogida de mi vida.
Continuará.