Mis fantasías sexuales (8) Mi tía pt.3

Estaban dos parejas cogiendo, y yo, la mujer más puta y caliente del mundo, no tenía una verga para mí.

Rafa me tenía empinada, me cogía de perrito.

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Eran cerca de las 3am. Desde que llegamos al hotel y nos encerramos en la habitación mi novio y yo, no habíamos parado para nada. Entre sexo, plática y vino, la noche y madrugada se nos había ido.

No recordaba cuando había sido la última vez que Rafa me había complacido tanto como aquella noche. Y en ese momento agradecí no recordarlo porque para mí, era como mi primera vez cogiendo tanto.

Mi novio me sostenía del cabello con fuerza. Me lo jalaba riquísimo. Para ese momento, ebrios por el vino y cansados por coger tanto, las embestidas que me daba ya no eran como al inicio. De hecho, sus movimientos ya eran lentos y torpes. Mi cuerpo tampoco respondía mucho. Y realmente, no deseaba que parara. Deseaba tanto un último orgasmo antes de dormir.

Aunque ya había tenido varios últimos orgasmos, ni mi novio, ni las historias de mi tía, me dejaban en paz. Siempre que pensaba que ya era el último palo de la noche, me volvía a encender platicándole a mi novio como se cogía mi papá a mi tía.

”Al año de mi primera vez con tú papá, yo ya le había cumplido muchas cosas, una de ellas era tragar su semen. Varias veces, me hablaba solo para eso, o yo le hablaba solo para mamársela y que me diera leche. Tú me entiendes, nosotras somos tragonas de leche.

Una vez, tus abuelos no estaban en la casa y le hablé a tú papá para mamársela. Estaba bien entretenida con su verga en la boca cuando llegó tú mamá de la secundaria. A correr los dos. Yo me escondí y a tú papá se le ocurrió la grandiosa idea de tocar la puerta como si fuera llegando.

Ahí descubrí que a cualquier mujer, le gusta mamar verga. A todas sin excepción. Siempre pensé que tú mamá sería del sexo tradicional pero ese día me sorprendió. Se comía la verga de su novio con una habilidad, que me olvidé por completo que la leche que se tomaría, era mía. Ella se la merecía más que yo.”

Y nada más al terminar de pensar en esa anécdota, me llegó un orgasmo. Mi cuerpo se puso flojo, Rafa me sostuvo y seguía empujándome. Cerré mis ojos. Sentía mi cuerpo moverse, de echo todo el mundo se movía. Me soltó y caí en la cama, y con la mínima fuerza que aún conservaba, levanté mis nalgas. Sentí las manos de mi novio caer a lado de mi cabeza y el peso de su cuerpo sobre mi espalda.

Un empujón… otro empujón… mi cabeza, mi mente ya no reaccionaron.

Golpearon la puerta del cuarto y abrí mis ojos. Odié tanto a la persona que lo había hecho.

-¡Chingada madre! –Dijo Rafa.

-¿Quién chingados es? –Pregunté.

-No sé. –Respondió. Nos quedamos quietos. Volvieron a golpear la puerta. -¡VOY!

Se levantó y abrió la puerta. Escuché varios murmullos. Luego se cerró.

-¿Quién era? –Pregunté.

-Tú tía. –Dijo. -Hay que arreglarnos porque ya nos vamos.

-¿A dónde vamos? –Me puse boca arriba, sin abrir mis ojos. Jalé la sábana y me tapé el rostro.

-Vamos a escalar la sierra, esas montañas que se ven allá. –Dijo. –Vamos a ponernos ropa deportiva.

-¿No podemos ir más tarde? Quiero descansar más, amor. –Dije. Me dolía la cabeza.

-Ya habrá tiempo para descansar. –Dijo. –De hecho, ha esto venimos a este lugar, a escalar y lo mejor es que debe ser temprano. Disfrutar del aire, del clima a esta hora, fresco. –Sentí un golpe en mi rostro. La almohada me la había aventado mi novio. -Rápido, hay que movernos.

-¿Cómo le haces? –Le pregunté.

-¿Para qué?

-Para andar como si nada. –Dije.

-Mira. –Me quité la sábana y miré que en la mano traía una bolsita de cocaína. –Esto da energía.

-¿Tan temprano? –Dije, sorprendida.

-Hazlo y verás cómo te ayuda… -Dijo. Agarró y esnifó por los dos orificios de la nariz. Me dio la bolsita y esnifé. –Espera unos 5 minutos y verás que te recuperas.

Volví a cerrar los ojos, estaba con un mareo intenso. Escuché que se abrió la regadera. Recordé el sexo que tuve con Rafa y de pronto, como si me hubieran inyectado un estimulante, el mareo desapareció y desperté.

Me levanté y me metí al baño con mi novio. Me puse bajo la regadera mientras Rafa se enjabonaba. Luego me pasó el jabón por todo mi cuerpo; jugó un rato con mis tetas y luego metió sus manos entre mis piernas. Sentí un par de dedos jugar en mi panochita. Gemí.

Guie mi mano a su verga y lo masturbé. Metió sus dedos en mi cuevita y empezó a masturbarme. Nos besamos. Los dos nos masturbamos con desesperación. Nuestros gemidos se ahogaban en nuestras bocas.

Y me llegó a la mente una historia de mi tía.

“Una vez, tú papá me invitó a salir a un antro. Yo ya tenía los 18 años. Para ese entonces, él andaba más metido conmigo. Estaba más interesado en mí. Por un momento llegué a pensar que dejaría a tú mamá, por mí. Pero no era así, yo era su amante perfecta porque el sexo conmigo era perfecto. Hacía conmigo lo que quería. Yo estaba feliz de complacerlo”.

Cuando me dijo esas palabras, recordé que le dije que era parecida a la relación que yo tenía con Rafa y Olga.

“Así es, con la diferencia de que Rafa si es tuyo, y yo por más que le cumplí todo a tu papá, nunca fue mío. ¿Recuerdas lo que te dije aquella vez que andabas triste y decepcionada con tu novio? Él es el perfecto para ti, con él descubrirás todo lo que tiene el sexo para ofrecerte”.

Y tenía razón. Con otro hombre no estaría disfrutando de lo que tanto me gusta. Rafa y yo disfrutábamos del sexo sin control. Él no tenía miedo de compartirme, de verme coger con otros, al contrario, lo disfrutaba. Y yo disfrutaba de todas sus aventuras.

Quizá lo único malo era que Rafa embarazó a su prima, a mi hermana, a su alumna de secundaria, a su vecina. Pero ese era un problema que arreglaría con dinero. De este, tenía muchísimo, más de lo que gastaría en una vida. Y pensaba usarlo para ayudar a mi novio.

“Salimos al antro un sábado en la noche. Tú mamá iba a trabajar hasta tarde y tú papá le dijo que saldría con unos amigos a tomar unas cervezas. Llegamos como pareja, bebimos, bailamos, nos besamos. Yo era de él y él era mío. Cual fue nuestra sorpresa que entre la gente vimos a tú mamá con sus amigas. Tú papá se asustó pero mi calentura lo convenció de encerrarnos en el baño de mujeres. Apenas entramos, empezamos a fajar. Yo jalándosela y él metiéndome sus dedos. Y lo más rico de la noche, tú mamá entrando al baño. La escuchamos y eso fue un extra para lo que hacíamos. Tú mamá platicando con sus amigas, mientras su hermana y su marido estaban del otro lado de la puerta dándose placer”.

Y tuve un orgasmo. Acerqué mi boca al hombro de Rafa y lo mordí tan intenso como mi orgasmo. Mi mano seguía moviéndose. Rafa gimió y sentí caliente en mi vientre.

-Te amo. –Le dije. –Eres el amor de mi vida, eres perfecto y eres mío. Necesitamos casarnos.

-Sí, mi amor, te amo y hay que casarnos lo más pronto posible. –Y nos besamos bajo la regadera.

Terminamos de bañarnos y salimos.

Empezamos a vestirnos. Me puse una tanga y brassier del mismo color. Saqué mi ropa deportiva que había comprado para ocasiones como estas. Era un top corto color gris, me llegaba debajo de mis tetas y dejaba al descubierto mi vientre plano y bien formado por la dieta y el ejercicio. Abajo traía unos leggings del mismo color que el top. Llegaba arriba de mi ombligo pero no llegaba hasta abajo. Ese conjunto lo decoré con tenis blanco.

Me vi en el espejo y me veía espectacular. Mis nalgas paradas y mis tetas enormes. Era la mujer perfecta. En mi rostro tenía dibujada una sonrisa de la felicidad que me provocaba mi vida. Alrededor podía notar toda esa calentura que desprendía mi cuerpo y llamaba a los hombres.

-Estás increíble. –Escuché a Rafa. -¡Wow! Estoy muy sorprendido.

Solté una lágrima.

Rafa, a pesar de que ya no tenía ese cuerpo trabajado, se veía bien con el short y la playera que traía puesto.

-Nada de tristezas. –Dije. Agarré una chamarra con gorro y me lo puse por lo fresca que estaba la mañana –Vámonos.

Salimos del cuarto y fuimos hasta la entrada del hotel. Era temprano y aún no había tanta luz. Ya nos esperaban en la entrada mi tía y Ángeles.

Mi tía iba arreglada parecida a mí, con un suéter. Angie iba más tapada, con un pants abajo y una chamarra arriba.

-Los esperábamos, chicos. –Dijo Angie. Nos dio un café. –El guía fue por unas cosas y las va a subir a su camioneta. Y nos vamos.

-El clima está rico. –Dije.

-Así amanece aquí aunque en una media hora, cambia totalmente el clima. –Dijo mi tía.

-Mucho mejor, para lucir la ropa. –Sonreímos.

Apareció el guía, un hombre de entre 35-40 años. Atractivo y con su cuerpo bien trabajado.

-¿Están listos? –Preguntó.

-Claro. –Respondió mi tía. –Él será nuestro guía, nos dará un tour por toda la montaña. –Noté cierto tono coqueto de parte de mi tía. –Vámonos.

Salimos y una camioneta todo terreno nos esperaba.

El guía y mi tía se subieron en frente y nosotros tres, atrás.

Los 20 minutos de camino, fue plática entre mi tía y el guía. Resulta que no se hacen recorridos personales. Se deben juntar alrededor de 30 personas y varios guías encabezaban el recorrido. Sobre todo para mantener la seguridad de las personas. Pero mi tía le pagó a esa persona una fuerte suma de dinero para que nos diera ese tour personal.

-Y ¿Usted está capacitado para todo? –Preguntó Rafa.

-Sí; escalar, caminar, primeros auxilios, incluso tengo entrenamiento de supervivencia. –Dijo.

-Esperemos no llegar a eso. –Dijo Angie. Sonreímos.

Llegamos al pie de la montaña.

-Aquí iniciamos. –Dijo deteniendo la camioneta. –El recorrido va a constar primeramente de subir este tramo rocoso con la camioneta. Es un camino de 1km. Y llegamos a una casa, que es más bien una cafetería para surtirnos de todo lo que vamos a necesitar en el camino. Para no hacerles largo, vamos para arriba. Pónganse el cinturón y agárrense de donde puedan.

Metió el cambio en la camioneta y se metió entre las piedras y pozos. El vehículo empezó a saltar de un lado a otro. Subimos un tramo, luego agarramos un par de curvas. Bajamos otro tramo. Subimos más camino. A veces parecía que nos quedábamos en un pozo pero el guía sabía lo que hacía, la camioneta seguía avanzando. Hasta que llegamos a un camino parejo y luego a una casa.

-Fue toda una experiencia. –Dije.

-Sí, y es solo el inicio. –Dijo el guía. –Iré a la cafetería a traer las cosas. Ustedes prepárense porque aquí inicia el camino que será muy largo.

Bajamos todos de la camioneta.

Empezamos a despabilarnos.

-Si ya no vamos a regresar hasta muy tarde, el calor nos va agarrar, entonces no tiene caso cargar con toda la ropa. –Dijo Angie.

Y empezó a quitarse la ropa.

Sacó la chamarra de su cuerpo y quedó a la vista un top color rosa. Le tapaba sus tetas chiquitas, que se miraban preciosas. Abajó quedó en pants, pero para mi sorpresa, se lo empezó a bajar. Mientras se lo bajaba, sus piernas empezaron a aparecer junto a un short de lycra color negro. Estaba muy ajustado, y le llegaba debajo de la nalga. Ella era muy delgada, pero con esa ropa, su vientre y sus piernas, le lucían increíble. Se hizo una cola de caballo y se puso una gorra. Y me mojé, deseé cogérmela.

Mi tía, sin inmutarse igual se quitó lo extra que traía. Rafa hizo lo mismo. Y lo imité.

-Que hermosa, July. –Dijo mi tía.

-Gracias, tía. –Le dije, apenada. –Aunque no me veo tan bien como Angie. –Le dije.

-¿Yo? No, nada que ver. A mí me gustaría verme como tú, tener ese cuerpazo que tienes. –Dijo.

-Pónganse para una foto. –Dijo Rafa.

Nos juntamos las tres, nos abrazamos. Mi novio apuntó la cámara. Y saltó el flash.

Esa sería una foto memorable; tres mujeres, con un cuerpazo, con toda la disposición para coger, y el hombre que las fotografió era quien se las cogía. “Al vernos a las tres juntas, ¿Qué pensará Rafa? ¿Qué esa noche se cogerá a una? ¿O a dos? ¿O a las tres? Ningún hombre en el mundo tiene la suerte que tiene mi novio”, pensé.

Nos dispersamos. Esperamos y salió el guía a los minutos. Noté por un momento, que se quedó helado al vernos. Luego trató de actuar con normalidad, aunque se le notaba algo incómodo.

-Vámonos. –Dijo. Cada quien agarró una mochila que nos proporcionó el guía.

Caminamos cerca de 100 metros hasta llegar a una montaña que no tenía mucho de altura.

-El tour es escalar un par de montañas, luego vamos a caminar entre el bosque y vamos a llegar a una cabaña donde vamos a descansar y a comer. Ahí hay un río donde si gustan, pueden bañarse. Nuevamente caminaremos un tramo y escalar. Encenderemos una fogata, ahí descansaremos, para luego avanzar otro tramo y bajar en bicicleta. –Nos dijo el guía.

-Perfecto. –Dijo mi tía.

-Al ser solo yo, subiré y necesito que pongan atención a lo que haré. –Sacó una cuerda y un pico. Nos explicó unas cosas, todos hicimos lo que nos dijo. Clavó un tipo escalón en la pared y otro más arriba. Puso un pie en uno y empezó a subir. Mientras subía, clavaba más, para hacer como escalones, al cabo de un minuto llegó arriba. Bajó una cuerda a lado de los escalones que formó. –Bien, esa es la manera básica para escalar. Las montañas que vamos a escalar son pequeñas. Les formé unos escalones y tienen una cuerda para que se agarren de ella en caso de batallar. Pero no deberían tener problema alguno.

Nos vimos entre nosotros, sonreímos. Angie tomó la delantera y empezó a subir agarrándose de los escalones. Llegó arriba. Tocó mi turno, pero yo saqué el pico. Me di cuenta que este no servía para nada, todo el trabajo ya lo había hecho el guía, igual, mientras subía lo clavaba. Era más complicado usarlo, yo si me agarré de la cuerda. Al final, solté el pico y subí.

Mi tía y Rafa hicieron lo mismo que Angie. Rápido llegaron.

Avanzamos un tramo hasta llegar a otra montaña. La forma de escalar era diferente: él guía subió pero ahora no dejó escalones. Amarró una cuerda y la tiró a nosotros. Y solo usando nuestras manos y fuerzas, debíamos subir. Esta pared era menos alta que la pasada. Nos costó un poco subir pero al final lo logramos.

La siguiente hora trató de hacer esto, caminar, escalar hasta que llegamos al bosque.

Caminar entre el bosque fue un momento perfecto, lleno de paz y relajación. El olor a las hojas, el pasto, madera. El sonido de las aves y otros bichos que había ocultos entre la hierba. A lo lejos se podía escuchar como caía el agua de una cascada.

-¿Vamos a ir a la cascada? –Pregunté y recordé la vez que cogí con el luchador detrás de una cascada.

Se quedó un rato pensando el guía.

-Claro. –Dijo rápido mi tía. –Nos llevará rápido para tomarnos un par de fotos.

-Sí, ¿Por qué no? –Dijo el guía que ya le seguía el juego a mi tía. Llegamos a una cabaña en medio del bosque. Abrió la cabaña y entramos. –Bien, aquí vamos a estar una hora. La comida para que repongan energía viene en sus mochilas. Es un sándwich, una barra de fibra, un suero en gel y un jugo. Ahí hay un baño por si necesitan. –Señaló una puerta.

Nos sentamos y empezamos a comer. La plática fue muy casual.

-Oiga. –Le hablé al guía. –Y ¿El río? –Pregunté.

-Cierto. Lo olvidé. –Dijo mientras me miraba. Estaba muy entretenido en la plática con mi tía. Se levantó y salió de la cabaña. Rafa, Angie y yo lo seguimos. Caminamos un poco y llegamos a un camino que era por ahí por donde corría el agua del río. –Aquí es. Lo que hace la gente es que se sienta a comer mientras disfruta del sonido del agua y ve a los peces pasar de un lado a otro. Pueden estar aquí, eso sí, les encargo que no agarren a los peces.

-¿De dónde viene el agua? –Preguntó Rafa.

-A unos 100mts. Hacia arriba, está la cascada que desemboca en este río.

-Si gustan, pueden echarle un vistazo. –Dijo mi tía. Me asusté al escucharla. Pensé que se había quedado en la cabaña.

-Vamos. –Dijo el guía. Lo seguimos y apenas dimos unos pasos cuando vimos la cascada. No era nada parecida a la cascada que había ido con el luchador, aquella era un chiste comparada con esta. El agua al caer de la cascada, formaba una espuma.

-¿Qué hay detrás de la cascada? –Pregunté al recordar que el luchador y yo nos habíamos metido detrás.

-Nada. Es la montaña nada más. –Dijo el guía. –En un punto se planeó meter máquinas para hacer una tipo cueva que sería un restaurante. Pero las personas no pueden venir nada más porque sí, se desechó la idea.

-¿Podemos estar un rato aquí? –Preguntó Angie. El guía se quedó un rato pensando.

-Claro. –Dijo mi tía que lo tenía todo controlado. –De hecho, ¿Porque no me acompañas por las mochilas para traerlas y quedarnos aquí? –Le preguntó mi tía al guía. Este asintió y no dijo nada más.

Caminaron y se perdieron entre el bosque.

-Algo me dice que no van a regresar pronto. –Dijo Rafa.

-¿Tú crees? –Pregunté en tono sarcástico.

-Bueno, entonces nosotros vamos a tener tiempo también. –Dijo Rafa. Volteé a verlo y empezó a quitarse la ropa hasta quedar desnudo completamente. Y se metió al agua. – ¡ESTÁ HELADA! –Gritó.

Angie soltó una risita coqueta. La miré. Me senté a admirar a Rafa mientras se bañaba. Angie se puso a mi lado y nos pusimos a verlo.

-¿Qué tal te la estás pasando? –Pregunté.

-Realmente muy bien. –Dijo. –Debo decir que llevar una vida así te hace ser feliz; no estás estresada, preocupada, nada te enoja…

-Claro, pero todo tiene un precio. –Le dije para recordarle lo que quería de ella.

-Si crees que me he olvidado de eso, estás muy equivocada. –Dijo. –Debo confesar que cuando te conocí y me dijiste todo eso, aunque me animé rápido, tenía muchas dudas y miedos. Y no sé cómo le hiciste pero en tan poco tiempo, me has quitado esas dudas y esos miedos. Me has convencido de jugar tu juego, y quiero aprenderlo así como tú porque sé que si llego a aprenderlo bien, tendré esta vida con alguien que ame.

-Yo solo te ofrezco esta vida, pero no es fácil… -No terminé la frase.

Angie llevó una mano a mi cabello y lo puso detrás de mi oreja. Despacio se acercó a besarme. Mi corazón y mi cuerpo no se excitaron, al contrario, se alegraron. Mis labios tocaron los de ella, abrí mi boca y su lengua entró con todo el permiso. Tocó mi lengua que la recibió con gusto. Empezaron a jugar dentro de nuestras bocas.

Aplicó un poco de fuerza y me acostó, sin dejarnos de besar. Subió una mano hasta mis tetas y las empezó a masajear.

A nuestro faje se unió el sonido de la cascada.

Pasado un minuto, se separó. Abrí mis ojos y la descubrí cerca de mí, viéndome con una hermosa sonrisa.

“Andrea”, pensé. “O mi prima”.

“Pero tú nos serás como ellas. Una se enamoró de mi novio y a la otra la dejé sola. Aprendí de esos errores y contigo no cometeré los mismos”.

-¿Te metes a bañar con nosotros? –Me preguntó.

-Adelántate, ahorita te alcanzo. –Le dije.

Se levantó. De una manera sexi, se quitó su ropa hasta quedar desnuda y se lanzó al agua. Rafa y Angie eran más altos que yo. El agua les llegaba a la altura del pecho.

Sentada entre las piedras, a orilla de la cascada me puse a verlos. Los dos caminaron para acercarse y cuando se juntaron, se abrazaron y se besaron. Parecía una escena sacada de una telenovela. El ambiente estaba para que grabaran una.

Pasado unos minutos, Rafa metió su cabeza entre el agua para mamarle las tetas a Angie. Luego, esta, empezó a comerse el cuello de mi novio. Estaban en un faje riquísimo. Luego empezaron a masturbarse o eso parecía.

Me levanté y sin quitarles la mirada de encima, caminé alrededor de la cascada. La pareja ni se inmutó, siguió con lo suyo. Angie levantó su cabeza, mirando al cielo y empezó a gemir. Rafa tenía una mirada llena de perversión y calentura. El agua era totalmente cristalina, pude notar como la mano de Rafa se movía entre las piernas de la mujer que tenía entre sus brazos.

Seguí caminando, hasta llegar a lado de la cascada. Angie seguía gimiendo. Rafa no paraba.

-Sigue así, dale más. Dale. –Dije aunque más bien fue un pensamiento. Ángeles gemía con más desesperación, bajó su cabeza y mordió el hombro de mi novio. –No pares, dale el orgasmo, no pares. –Dije para mí, nuevamente.

Caminé al otro lado de la cascada, de igual manera, despacio, sin dejar de verlos. La mujer gritó, no ahogó para nada el sonido y sonrió mientras disfrutaba del orgasmo.

Se volvieron a besar. “Bien hasta ahorita”, pensé. Ángeles me volteó a ver con una mirada pícara. Me mojé. “Excelente”.

Le susurró algo a mi novio, este le dio la espalda, la agarró de la mano y la llevó a la orilla. Cuando llegaron, se sentó Rafa en la orilla, con los pies dentro del agua. Angie se metió entre las piernas de mi novio y agarró su verga, que ya estaba dura y apuntaba al cielo.

Empezó a darle besos a todo el palo hasta bajar a las bolas. Luego, en esa parte se entretuvo un rato chupando mientras lo masturbaba. Su mano subía y bajaba rápido, su lengua golpeaba las bolas, para luego meterse una a la boca y desaparecerla. Rafa gritaba de dolor, y al mismo tiempo de placer. Lo disfrutaba demasiado. Luego, subió y se metió la verga a su boca. Arriba, abajo. No se la metía toda, pero lo hacía perfectamente bien.

Su mano, se movía al ritmo de su cabeza. Hasta acá se podía escuchar como la llenaba de saliva.

Seguía dando la vuelta a la cascada. Me empecé a excitar. Noté como aún tenía algunos fallos en la mamada, pero eso no le quitaba que en su actitud, había mejorado. Era una mujer que haría todo solo para cumplir sus ambiciones. “Muy bien”.

Llegué al otro extremo de la cascada. La mamada de Angie no le sacaría la leche a mi novio, pero sin duda este, lo estaba disfrutando; le besó las piernas mientras se la jalaba, besaba la cabeza de la verga, bajaba a las bolas, lo masturbaba. Era una escena increíble.

Rafa la separó y agarró su cabeza, para darle un beso. “Delicioso. Pero eso lo hace Rafa para mí”, pensé. Se levantó y caminó hasta llegar a su ropa. Sacó un condón y se lo empezó a poner.

-Ven. –Me dijo Ángeles, que me despertó de la película porno que estaba viendo.

-Estoy disfrutando tanto de lo que ustedes hacen. –Le dije. –Me tienen ardiendo.

-Estoy segura que tú novio te va a complacer. –Me dijo Angie. “A las dos, sin duda”.

Con el condón puesto, mi novio se metió al agua. Caminó hasta donde estaba la mujer que se la estaba mamando minutos antes. La agarró de la cintura y la jaló para darle un beso. La fue empujando hasta que llegaron a la orilla, la levantó y con los brazos, Angie se sostuvo de la orilla. Levantó las piernas y las pasó alrededor de la cintura de Rafa.

Rafa llevó sus manos bajo el agua. Volteó a ver para abajo, como si intentara meterla y sin tardar mucho, se la metió. Angie, empezó a gemir.

Empezaron a moverse descoordinados. Ángeles gemía como loca, exagerada. Pero esos gemidos, a cualquier hombre prendían. Rafa no dejaba de moverse. Ardiendo, caminé hacia ellos. Llegué a lado y pude ver, a través del agua cristalina, como entraba y salía la verga de mi novio de la panocha de Angie. Me agaché y acaricié las tetas chicas de la mujer.

Estaba encantada con lo que estaba pasando. Pude convencer a Angie de hacer lo que yo quisiera en el sexo y ya estaba lista. Ya no tenía miedo. Disfrutaría del sexo con ella al máximo.

Me levanté y los vi. No paraban en su ritmo.

Caminé rumbo a la cabaña a buscar a mi tía y al guía. Quería irme de ese lugar porque deseaba empezar con Angie la putería al máximo.

Me metí entre el bosque y caminé algo perdida. Tardé un rato pero vi la cabaña. Me acerqué pero antes de abrir la puerta, recordé que mi tía traía unos asuntos con el guía. Me asomé por la ventana y vi al guía, sentado, con su short en las rodillas. Y a mí tía, de espalda, desnuda completamente y dándole unos sentones. Se agarraba de una mesa.

Esos sentones que pegaba mi tía a cualquiera lo harían venirse en segundos. Se levantó y recargó su espalda en el pecho del hombre. Este, rápido, subió sus manos a las tetas. Mi tía empezó a moverse mientras disfrutaba de las caricias. El guía besaba su espalda.

Estaba tan entretenida que no me di cuenta que mi tía me estaba viendo. Cuando la vi, me sonrió y me guiñó un ojo. Se separó del guía y como la más puta mujer, se puso de rodillas frente a la verga de la persona, hizo a un lado su cabello para dejar al descubierto la mamada que daría, y se la metió a la boca.

Mi cuevita soltó líquidos. Ardía de placer. Deseaba una verga. Mi tía inició con un arriba y abajo rápido.

No me quedé a mirar más. Caminé, como pude, de regreso a donde estaba la otra pareja. La excitación no me dejaba caminar bien. Me agarré de un tronco y toqué mis tetas. Me dolían del placer.

Estaban dos parejas cogiendo, y yo, la mujer más puta y caliente del mundo, no tenía una verga para mí. Agarré aire para calmarme, pero mi cabeza no dejaba de ver a Rafa y a Angie y a mi tía con el guía, cogiendo.

Y sobre todo, no dejaba de imaginarse como la iba a pasar con Angie cuando iniciara el viaje por todo el país.

Como pude, caminé hasta donde estaba la pareja nadando y cogiendo dentro del agua. Me acerqué y miré que estaban fuera del agua. Angie se agarraba de un árbol y estaba empinada. Rafa, le daba de perrito, la sostenía de sus caderas.

Me detuve en un árbol y me dediqué a verlos.

Si una mujer quería disfrutar de un buen sexo, tenía que coger con Rafa. Era un excelente amante, perfecto. Desde que lo conocí hasta la fecha, mi novio cogía a diario con diferentes mujeres, conocía el gusto de cada mujer, se acoplaba a ellas y él le ponía su toque.

Se agarró de las tetas pequeñas de Angie y empezó a darle rápido. Su ritmo no bajó para nada ni un momento. Los gemidos de la mujer se podían escuchar en todas las montañas y gemía delicioso.

Y la entendía. Yo, como puta, podía decir orgullosamente que a pesar de tener muchas aventuras con otros hombres, estar en tríos y orgías, estar con hombres que tenían vergas grandes, Rafa había sido el mejor amante, el que mejor me había cogido.

Se separó Rafa, Ángeles se volteó, se puso de rodillas y se agarró el cabello. Se masturbó frente a ella y luego de un rato salieron chorros de semen que cayeron en su cara y boca.

-¡Bravo! –Dije mientras salía de entre los árboles y aplaudía. -¡Muy bien hecho! –Dije.

Angie se levantó limpiándose todo rastro de semen y tragando un poco. Rafa me miraba agitado, pero feliz.

Me acerqué a la mujer, y le ayudé un poco agarrando la leche de su cara y tragando.

-¿Qué tal? –Me preguntó Ángeles.

-Perfecto. Me encantó. –Le dije con una gran felicidad. –Ya estás lista para comerte el mundo así como yo lo hago.

-Estoy ansiosa porque me muestres ese mundo. –Dijo.

-¿Podrás aguantar el ritmo? –Dijo Rafa.

Caminamos a la cascada.

-Lo estoy haciendo bien hasta ahora, ¿No? –Preguntó.

-Esto es solo la punta de la montaña. –Dije. Empecé a desnudarme. Rafa se lanzó al agua. –Coger con mi novio, besarme o dejar que yo te vea coger con mi novio es nada comparado con lo que haremos para conseguir todo lo que queramos.

-Eso me pone alerta pero estoy lista para enfrentarlo. –Dijo.

-Si le pones tanto empeño como hasta ahorita, créeme que en poco tiempo tendrás tu vida resuelta. –Quedé desnuda completamente. Nos vimos entre las dos, y luego sin pensarlo nos lanzamos al agua.

Estuvimos un rato, esperando a mi tía y al guía que llegaran. Les comenté lo que vi en la cabaña y los tres festejamos. Nadamos un rato, platicamos de todo un poco y en 30 minutos llegó la pareja.

-¿Están listos para irnos? –Habló mi tía poniéndose en la orilla. Tenía una sonrisa de satisfacción y una cara de que le habían dado una buena cogida. El guía también venía un poco más suelto, más relajado y más feliz.

-Aún queda un largo camino. –Dijo el guía.

-Quisiera quedarme aquí toda la vida, sin pensar en nada más. –Dijo Angie.

-Sí, es muy bonito el lugar y te transmite mucha paz. –Le dije.

-Pero bueno, hay que luchar para obtener una vida así. –Habló nuevamente Angie.

-Así es. –Dijo Rafa y puso algo de nostalgia en sus palabras. –Vámonos.

Salimos los tres del agua, desnudos, de manera muy natural. Noté que el guardia nos comía con la mirada a las dos mujeres. Pero se dio cuenta que lo miraba y nos dio la espalda.

-No se preocupe oiga. –Le dije mientras me ponía la ropa. –Muchos hombres me han visto desnuda, que me halaga que lo hagan. Así que no se voltee o lo consideraré una grosería.

-Estoy bien. –Dijo a secas. Sonreí dentro de mí.

En 20 minutos nos arreglamos y salimos rumbo a terminar el tour.

La siguiente parte consistió en bajar montañas y caminar un largo trecho entre árboles. Me calentura había bajado, pero mi ansiedad por iniciar el viaje con Angie me había invadido. No estaba cómoda, deseaba llegar al hotel e irme con la mujer.

Llegamos a una parte en medio del bosque y el guía encendió una fogata. Estuvimos un rato comiendo en ese lugar. Tardamos cerca de 2 horas, poco más en terminar el tour.

Bajamos una colina empinada en bicicletas y llegamos al inicio, a donde estaba la cafetería. Esta ya tenía mucha gente que iba a tomar el tour.

El guía nos dio unas palabras. Luego subimos a la camioneta y regresamos al hotel. Iba agotada pero feliz de que hubiera terminado. El sol estaba bajando.

Llegamos, agradecimos al guía el tour y caminamos a nuestras habitaciones. Yo me metí con Rafa y Angie y mi tía en habitaciones diferentes.

Apenas nos encerramos y caímos rendidos en la cama. Era la primera vez que llegaba a una cama y no era para tener sexo. En ese momento yo quería irme.

-¿Qué tienes en mente? –Preguntó Rafa cuando estábamos acostados.

-Como ya te diste cuenta, viajaré sola con Ángeles. –Me vio y lo vi. –Lo necesito. Es lo que siempre he querido. No pude con Andrea, ni con mi hermana ni con… -No terminé. –No he podido cumplir esa más grande fantasía que tengo. –Le dije. –Esto es lo que necesito para poder llenar mi vida.

-¿Puedo estar tranquilo? –Me preguntó y eso era lo único que le faltaba a mis fantasías en ese momento para ser la mujer más feliz del mundo: Tener a un hombre que me ame.

Lo abracé.

-Sé cuidarme sola. Claro que puedes estar tranquilo. –Le dije. –Una vez que regrese, tú y yo estaremos juntos toda la vida; nos vamos a casar y me vas a tener que embarazar, esto es muy importante y por tus mujeres no te preocupes, cuando llegues a nuestra ciudad marca este número. –Agarré mi teléfono y le pedí que anotara un número de teléfono. –Coméntale que vas de parte de mía. Yo hablaré con él para que haga algunos arreglos.

-Debo decir que a veces me das miedo. No sé qué es de tu vida, que haces, a que te dedicas. –Se levantó y caminó al baño. –Está claro que prostituta no eres.

Se encerró en el baño. “Soy una narcotraficante y tratante de blancas”, pensé. Le di su espacio y a la media hora salió del baño, envuelto en una toalla. No habló para nada. Me metí a bañar.

Me tomé mi tiempo, a los 40 minutos salí y Rafa estaba acostado viendo la televisión y comía. No hablé para nada. Esa noche, ese rato, era la última vez que lo miraría antes de hacer el viaje con Ángeles. Luego, dependiendo de cuanto tardara el viaje, regresaría a nuestra ciudad y estaríamos juntos.

Pero el viaje podría durar meses, incluso años. Teniendo a una mujer como Angie, deseaba cumplir todas mis fantasías en todo el país. Quería conocer el sexo de todos los rincones del mundo.

En mi cuarto de hotel tenía todo tipo de ropa, para toda ocasión. Iba a salir de ese cuarto convertida en la mujer que sería en todo el viaje.

Cepillé mi cabello largo, me maquillé. Agarré una mini falda color negra que llegaba a la mitad de mis piernas y tenía una abertura pequeña en los dos lados de las piernas, una blusa de manga larga color blanco pero tenía rayas que brillaban de color gris. Me puse un cinto y unos tacones que hicieron juego con mi atuendo. Agarré una bolsa y me vi en el espejo. Era esa mujer que no tenía nada de inocencia. Era una narcotraficante PUTA. Bellísima, hermosa, buenísima.

Me di los últimos retoques y me preparé para dejar a mi novio.

-Rafa. –Volteé a verlo. Me vio con esos ojos hermosos que tenía. –Sé que te he tratado muy mal y no te he dado el respeto que te mereces como mi pareja. Yo te considero el amor de mi vida y el hombre con el que deseo estar. –Agarré aire. –Me he aprovechado de tu buena disposición para compartirme con otros hombres y mujeres. Nunca hemos hablado realmente de tus sentimientos, de lo que sientes. Yo doy por hecho que te gusta y por eso lo sigo haciendo. No hables. –Le dije cuando noté que quería hacerlo. –Déjame terminar. Quiero irme a este viaje pensando que lo vas a estar disfrutando así como yo lo estaré disfrutando. Pero ahorita no quiero que me acompañes, es algo que quiero hacer sola. Para mí es muy importante que me acompañes en la vida y por eso te pido que hables con esta persona llegando a la ciudad para que arregles tu vida. Te prometo que te ayudara. –El último suspiro. –Te prometo que cuando regrese, estaré hecha la mujer que desees que sea, y tú estarás libre para que podamos ser felices… sí aún lo deseas.

Caminé a la salida de la habitación lo más rápido que pude, abrí la puerta, salí y la cerré. “Adiós Rafa. Espero volver a verte”.

Caminé rumbo al cuarto de mi tía, también me iba a despedir. Toqué varias veces pero no recibí respuesta. Marqué su número.

-Tía. –Le dije cuando respondió. -¿Dónde estás? –Se escuchaba música de fondo.

No escuché lo que dijo.

-Espérame. –Dijo. Habló. –Hija, ¿Qué pasó?

-¿Dónde estás? –Pregunté.

-Estoy en un bar de la ciudad. Vine a despejarme un rato. Me entiendes…

-¿Cómo se llama el lugar? –Pregunté. Lo dijo. –En un momento llego.

Caminé a la habitación de Ángeles. Toqué y se abrió la puerta.

-Ángeles. –Dije.

-¿Qué pasó? –Preguntó algo asustada al verme.

-Oye, prepárate porque mañana nos vamos de viaje tú y yo. –Dije.

-¿A qué hora? –Dijo.

-Voy a salir y quizá regrese tarde o no regrese. –Le dije. –Yo te hablo mañana pero pasaré por ti rápido por eso necesito que desde primera hora estés lista.

-Perfecto. –Dijo. -¿Debo llevar maleta? –Preguntó.

-Carga con lo valioso para ti. –Dije. –Ropa y esas cosas, allá las conseguimos.

-Muy bien. ¿A dónde vas?

-Voy a despedirme de mi tía. –Dicho esto, di media vuelta y caminé rumbo a la salida del hotel.

Continuará.