Mis fantasías sexuales (5) Mi tío y sus mujeres.
Esto es increíble, la vida me está premiando todo el esfuerzo y trabajo que hice en el pasado. Nada me va a salir mal. Es perfecto.
ANTES DE INICIAR EL RELATO, QUIERO PEDIR UNA ENORME DISCULPA POR NO ACTUALIZAR LOS RELATOS. TUVE ALGUNOS PROBLEMAS FUERTES PERO YA ESTOY AQUÍ. LA HISTORIA SEGUIRÁ HASTA TERMINARLA.
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-Hija. –Saludó mi tía. Me abrazó. -¿Cómo estás? –Me dio un beso en la mejilla que le devolví.
-Muy bien, tía. –Le dije con una sonrisa en mi rostro y con fuego en mis ojos.
-Me habló tu hermana, me dijo que vendrías… te esperaba desde hace mucho.
-Sí, nos desviamos un poco. –Tomé de la mano a Rafa. – ¿Te acuerdas de Rafa? Mi novio.
-Cómo olvidar a este hombre tan guapo. –Dijo mientras se saludaban con un beso en la mejilla. La vi con una sonrisa que indicaba complicidad. Mi tía sonrió respondiendo a mi sonrisa. Eso me bastó como confesión de que ella se cogió a mi novio. –Adelante, pasen. –Nos dijo.
Nada más al entrar había un vestíbulo. El tamaño era enorme y precioso.
-Con solo ver esto, me doy cuenta que te ha ido bien. –Le dije.
-Sí, July. La verdad es que todo esto es perfecto; dinero, casa, seguridad, familia, un esposo que me ama. –Avanzamos a través del vestíbulo y llegamos a lo que era una sala. –Siéntense. ¿Gustan algo de tomar?
-Una cerveza. –Dijo Rafa.
-Dos… -Dije. De pronto apareció una señora.
-Tráeme tres cervezas. –Le dijo mi tía a la señora. Salió de la sala. Me quedé asombrada.
-¡Wow! Tía, en serio me da gusto que te vaya tan bien. –Le dije. Mi emoción era sincera. – ¿Qué te hiciste en el cuerpo? Estás increíble.
-Un par de cirugías, aumento de busto, glúteos, dieta y ejercicio. –Se levantó y se dio una vuelta.
Miré a mi novio que la miraba embobado.
-¿Aun te gusta mi novio? –Dije riendo. Rafa rio apenado.
-Respeto ante todo. –Dijo rápido Rafa.
-Estamos en confianza, ¿No? –Dije. Nuevamente mis ojos se pusieron rojos.
La señora entró, puso frente a nosotros tres servilletas y encima las tres cervezas.
-El señor Daniel acaba de llegar, señora. –Le dijo a mi tía.
-Dile que venga, por favor. –La señora asintió y salió de la habitación.
-¿Entonces? –Dije.
-Claro. –Dijeron mi tía y mi novio al mismo tiempo.
-Te presto a mi novio por el tiempo que estemos aquí, tía. –Agarré y bebí cerveza. Luego la levanté. –Por los viejos tiempos.
-Por los viejos tiempos. –Dijeron y bebimos. Sonreímos.
-¿Qué pasó? Mi amor. –Escuché la voz de Daniel. Los tres volteamos a verlo cuando entró a la sala. Me miró y se detuvo. Noté que se puso blanco.
-Ven, amor. –Le dijo mi tía, mientras estiraba su mano. Yo estaba feliz con la reacción de Daniel. Estiró la mano hacia la de mi tía, y se acercó a ella, nervioso. –Ella es Julia, mi sobrina, de la que tanto te he hablado y su novio, Rafa.
-Julia. –Me saludó Daniel de mano. –Rafa. –Y por primera vez, desde que lo conocí, se quedó sin palabras.
Yo estaba fascinada con el momento, Rafa lo estaría y mi tía, sin duda, sospechó algo. Se hizo el silencio.
-¿Ya cenaron? –Preguntó Daniel, luego de un rato.
-Muero de hambre. –Dijo Rafa.
-Vamos a cenar fuera. –Dijo mi tía, poniéndose de pie. –July, acompáñame. –Me levanté y me puse a su lado. –Amor, regresamos. –Le dijo a Daniel.
Salimos de la sala. Caminamos por toda la casa, subimos escaleras y llegamos ante una puerta. Mi tía la abrió y me invitó a pasar. Cerró la puerta detrás de mí. Corrió hacia la cama y se tiró boca arriba.
-Sabes lo que acabas de provocar en mí, ¿Verdad? –Me dijo en tono feliz.
-Tu y yo somos iguales, tía. –Le dije. –Sé lo que sientes.
-¿Desde cuándo te coges a mi marido? –Me preguntó.
-Ya tiene bastantitos días. –Le dije.
-Cuando supe que venias, lo primero que pensé fue en que me daría una enorme divertida contigo en el sexo. –Me dijo. –Que íbamos andar de putas todos los días.
-Y ¿Ya no? –Pregunté.
-Al contrario, esto que hiciste me excitó más. –Me dijo y se sentó en la cama. –Las generaciones de hoy en día tienen mejores ideas, exploran más en lo sexual. En serio estoy muy excitada. Quiero cogerme a mi marido y a Rafa y a ti, hija.
-Esa era mi idea. –Le dije. –Repito, te conozco y eres igual que yo y sé cómo calentarte. –Me acerqué a su cuello y se lo olí mientras jugaba con su cabello. –Dime, ¿A poco no le has sido infiel a Daniel?
-Solo con mi entrenador de gimnasio. –Me dijo entre jadeos.
-Que aburrido. –Le dije, también excitada.
-Muy aburrido. –Puso una mano en mi pierna.
-Sígueme el juego y te haré disfrutar como nunca del sexo. –Se hizo el silencio. Solo se escuchaban nuestros gemidos.
Me levanté de un brinco.
-Vámonos. –La miré y se echó aire en el rostro.
-¿Qué te pasó? July. La última vez que te vi llorabas por un hombre y ahora mírate, has aprendido a ser mejor mujer que yo.
-He pasado por mucho, pero he aprendido de todo eso. –Dije.
-No sabes cómo me alegra que sepas aceptarte tal como eres. Tú y yo somos diferentes a la mayoría de la gente.
-Y es por eso que el tiempo que esté aquí, vamos a disfrutar al máximo.
-Te has convertido en una mujer perfecta, que hasta haces que las demás personas sientan todo lo que quieres transmitir. –Me dijo. Se tocó la entrepierna por encima de su pantalón. -¿Cuál es tu plan?
-Ahorita es simple, tú y yo vamos a volver loco a Daniel. Las dos nos lo vamos a coger pero separadas. El punto importante es que cuando él se pierda, no lo busques ni le hagas preguntas incomodas, tú sabrás de antemano de que si se ausenta es porque va a estar conmigo. –Le dije. Vi que sus ojos se pusieron rojos. –Es importante que cuando estemos juntos, seas excesivamente cariñosa con él, lo beses o hagas algún comentario sobre su intimidad.
-Que rico. –Dijo mi tía, que no pudo evitar mostrar su excitación. –Sigue contándome el plan. –Se levantó y se puso frente a mí.
-Lo demás… en tu cabeza, en tu imaginación. Despacio se darán las cosas. Disfruta de este momento. Tú sola sabrás en que momento daremos el siguiente paso. –Me sonrió.
-Eres increíble. –Me dijo. –Vamos a cenar.
Salimos del cuarto y regresamos a la sala donde Rafa y Daniel nos esperaban.
-Vámonos. –Dijo mi tía.
Rafa se levantó dejando la cerveza que traía en la mano. Se puso a mi lado, se volteó y me dio un beso. ”Bien hecho, mi amor ”, pensé. Mi entrepierna se humedeció.
Salimos los 4, cada quien con su pareja de la mano. Subimos al auto de Daniel. Arrancamos.
Dimos un par de vueltas por la ciudad. La plática era muy casual. Llegamos al restaurante y entre la cena, vino y plática, se dio la media noche. Regresamos a la casa.
-Gracias por la cena, tía. –Dije, abrazando a mi novio.
-Mañana alístense porque les daré un tour por la ciudad. –Dijo mi tía, haciendo lo mismo que yo pero con su esposo. –Me iré a la cama.
-Ahorita te alcanzo, tengo algunos pendientes. Estaré en mi oficina. –Dijo Daniel. –Se quedan en su casa. –Desapareció.
-Los voy a llevar a su habitación. –Nos dijo mi tía. Caminamos toda la casa, sin subir escaleras. Llegamos a una puerta. La abrió y ahí estaba una recamara. –Es la habitación de invitados. Tiene su baño. Es toda suya.
-Gracias. –Dijimos Rafa y yo al mismo tiempo. –Adelante mi amor, ahorita te alcanzo. –Le dije a mi novio. Entró a la recamara y cerró la puerta.
-Estoy demasiado excitada. –Me dijo feliz.
-Yo igual lo estoy. –Le dije. Mi panochita palpitaba de placer. –Espero tengas muchas fuerzas.
-Mija, para el sexo no tengo límites. –Me dijo.
-Me alegra escuchar eso. –Le dije. –En 5 minutos te mando a Rafa a tu recamara.
-E imagino que tú vas a entretener a mi marido. –Dijo.
-Así es. –Asentí. –Luego, te mando a tu marido con su verga olorosa a mi sexo, tú me mandas a mi novio con tu olor y nos los cogemos.
-Somos dos putas ninfómanas, con ganas de mucho sexo y con dos hombres en la casa. Son los hombres más suertudos de este mundo. –Sonreí.
-Tienes 10 minutos. –Le dije. Asintió y corrió a su cuarto. Yo entré al mío.
Al instante, me calenté. Rafa estaba desnudo, con su verga apuntando al techo, se masturbaba.
-Ven, cómetela, puta. –Me dijo con ese tono de voz rudo, que indicaba excitación. Caminé rumbo a él, excitada.
Apenas llegué, me puse frente a su palo. Hice mi cabello hacia un lado, agarré su verga con la mano, me incliné y me la metí a la boca. Inicié un arriba, abajo, lento. Se la llené totalmente de saliva en cuestión de segundos. Me salí y lo masturbé.
-No quiero sacarla de mi boca. –Le dije.
-Entonces, sigue.
-No, ve… con mi tía y cógetela.
-¿Qué?
-¿No te gusta? –Pregunté.
-Está buenísima. –Dijo. –Pero, ¿Su esposo?
-Yo lo voy a entretener. Tú ve con confianza y cógetela. Tienes 10 minutos. –Sin decir nada, se levantó, se enrolló una toalla alrededor de su cintura y salió.
Temblándome las piernas de calentura, salí detrás de él.
Casi choco con mi novio.
-Amor. –Me dijo.
-Dime.
-¿Dónde está el cuarto de tu tía? –Y nos reímos.
-Sube las escaleras y a la derecha hay 3 puertas, en la de en medio. –Le dije. Nos dimos un beso y salió corriendo. –Y yo no sé dónde queda la oficina de Daniel.
Corrí. Tardé cerca de 2 minutos en encontrarla. La puerta era de cristal y estaba abierta. Al fondo, en medio, estaba un escritorio con una computadora y varios papeles encima. Daniel estaba detrás del escritorio sentado, viendo unos papeles.
Toqué la puerta de cristal. Rápido, levantó la mirada y me vio.
-July. –Dijo, casi susurrando.
-¿Puedo pasar? –Pregunté y entré sin esperar respuesta. Caminé distraídamente por la oficina que tenía en su casa; estaba llena de estantes con libros, sillones, lámparas, botellas de alcohol. Todo sacado como de una película. Agarré un libro y lo empecé a hojear. No vi nada en especial y lo regresé a su lugar. -¿Qué haces? Tío.
-Estaba… -Tragó saliva. –Estaba viendo esta foto. –Me dijo. Me acerqué con curiosidad, la agarré y la vi: En la foto estábamos, mi tía, mis dos hermanos y yo. La foto tendría algunos dos años. –Tu tía me habló mucho de ustedes, sobre todo de ti.
-¿En serio? –Dije, mientras veía a mi familia.
-Estas demasiado cambiada. –Me dijo. –Físicamente. –Le regresé la foto. La miró. –No te pareces.
-¿Estoy mejor o peor? –Pregunté y caminé a donde estaban las botellas de alcohol.
-Basta con eso, Julia. –Me dijo, con cierto temblor en su voz. –Soy el esposo de tu tía. No podemos… -Y no terminó la frase.
-¿No podemos? –Regresé con un vaso lleno de whisky. Bebí y luego se lo di. –Dime una cosa, tío, ¿A poco no te gusto? –Caminé hasta la entrada de la oficina.
-No se trata de eso…
-Entonces, si te gusto. –Interrumpí.
-Eres la sobrina de mi esposa. Siempre me dije que cuando te conociera, te iba a dar el mundo. –Dijo. –Eres esa hija que nunca tuvo tu tía y por eso, eres mi hija. Si desde que nos vimos, me hubieras dicho la verdad, nunca hubiera pasado nada. –Apagué la luz. Quedamos totalmente a oscuras.
-Tío, estaremos mucho tiempo en tu casa y mi novio me aburre. –Por unas milésimas de segundos, analicé esas últimas palabras y me di cuenta de que Rafa ya no me satisfacía sexualmente, sino que Rafa solo era mi compañero para cumplir mis fantasías. En ese sentido, pensar que Rafa coge con otras y yo estarle poniendo el cuerno, eso me llenaba. –Tú me gustas, yo quiero des aburrirme contigo. –Me desnudé completamente y caminé directo a él. –Tienes dos opciones: Aceptar y coger conmigo a diario o aguantarte y ver como hombre tras hombre, desconocidos, me cogen.
-Pero July… -Ya había llegado frente a él.
-Sea lo que sea que decidas, por esta noche solo quiero que me cojas. –Agarré su mano y la guie a mi entrepierna. Metí sus dedos a mi cuevita y lo moví. –Estoy desnuda frente a ti, caliente, y deseándote. –Lo besé. Me respondió el beso.
Rápido mis manos buscaron su pantalón. Daniel puso sus manos en mis tetas. Las apretaba fuerte. No logré desabrocharlo. Se levantó y rápido lo bajó hasta sus rodillas. Se volvió a sentar. Nuestros labios se tocaban con desesperación. Lo masturbé y rápido su palo, tomó tamaño.
Por mis piernas, escurría líquidos. Mi mano se empezó a mojar de los líquidos que soltaba la verga de Daniel.
-Estas riquísima. –Me dijo.
-¿Ya no quieres estar conmigo? –Le pregunté.
-Claro que quiero seguir estando contigo.
-Métemela. –Le susurré.
Se levantó y con habilidad, me cargó a su escritorio sin importarle tirar sus cosas. Abrió mis piernas, puso sus manos en el escritorio. Se metió entre ellas y su verga tocó la entrada de mi panocha. Gemí.
Sin pensarlo más, me la metió. Me agarré de su cuello y me dediqué a disfrutar de sus metidas. Adentro, afuera. Se escuchaban nuestros sexos húmedos. También como golpeaban nuestras piernas, todo eso acompañado de gemidos de parte de los dos.
Rafa con mi tía, yo con mi tío político. Los 4 bajo el mismo techo. 3 jugando el mismo juego. El esposo de mi tía, jugando un juego que no sabía que jugaba. En ese momento iniciaba un degenere sexual que nadie sabía jugarlo más que yo, y me sentía muy orgullosa de hacer partícipe a 3 personas o quizá más.
Al instante, tuve un orgasmo. Solté mi cuerpo. Daniel no dejaba de cogerme. Quité mis manos de su cuello y las puse en el escritorio. Le mostré mi vientre plano, mis pechos enormes, estos se movían de manera exagerada con cada movimiento de nuestros cuerpos. Subí una mano a mi cabello y lo acomodé detrás de mis hombros. Daniel puso sus manos en mi cintura y empezó a darme rápido y fuerte.
-¡Ay! ¡Ay! Así, dame más, mas, dame más fuerte, así, así. Vacía tu leche en mi cuerpo, en mis tetas, dame, dame, más rápido papi. Que rico siento. –Los gemidos de los dos sin duda se escuchaban en toda la casa. ”Escucha como me cojo a tu hombre, tía” , pensé.
Daniel se movió con más desesperación, gimió más fuerte, luego se salió y se masturbó frente a mi vientre, soltó su leche. Un chorro, dos chorros, tres chorros… se quedó unos segundos parado, sin moverse. Rápido se agachó y se subió el pantalón.
-Vístete rápido. –Me dijo. Casi me baja de un estirón. Sonreí, divertida.
-¿Te da miedo? –Regresé con él. Sentí como el semen escurría por mi vientre.
-Sí y a ti también debería darte. Si nos descubren…
-Bla bla bla, lo sé. –Caminé hasta mi ropa y de manera sexi, coqueta y divertida comencé a vestirme.
-Nos expusimos mucho. –Me dijo. Subí mi ropa interior y me puse el brassier. Con mi dedo agarré el semen de mi tío y lo llevé a mi boca hasta que limpié todo.
-¿No te gustó? –Pregunté.
-No se trata de eso, entiende Julia. –Me dijo en tono desesperado.
-Entonces llévame a hoteles o tu otra casa. –Le dije. Me vestí toda. Encendí la luz. –O ¿Ya no quieres cogerme? –Se hizo el silencio. Daniel se sentó en el sillón y yo me acerqué a él. Me puse frente a él poniendo mis nalgas en el escritorio. –Hay cosas que no sabes de mí y que puedo cumplirte.
-¿Cómo cuáles? –Preguntó.
-Juega bien tus cartas y lo averiguaras. –Me incliné, le di un pico y salí de la oficina. Caminé a la cocina y agarré dos cervezas. Luego me fui a mi cuarto. Abrí la puerta y Rafa estaba acostado en la cama, desnudo.
Nos vimos y reímos. Dejé las cervezas a un lado, rápido me quité la ropa y me lancé a la cama. Nos abrazamos y nos besamos hasta quedarnos dormidos.
Abrí los ojos y con mis manos busqué a Rafa. No sentí nada. ”A lo mejor anda trayendo el desayuno” , pensé. Sonó mi teléfono.
-¿Sí? –Respondí.
-Julia. –Dijo una voz que enseguida reconocí, era Ángeles, la secretaria de Daniel. –Oye, anoche vine al hotel y no estaban y ahorita estoy aquí y tampoco están.
-Ángeles, discúlpanos. Tengo una tía en la ciudad y vine de visita. Y nos vamos a quedar acá.
-Muy bien. –Dijo. -¿Qué sigue?
-Disculpa. –Dije aun algo dormida.
-Sí. Ya sabes, sobre lo que me ofreciste.
-Ya. Disculpa, aún estoy dormida, recién me despierto.
-¿Apenas? Es mediodía. –Dijo Ángeles.
-¿En serio? –Me levanté. –Vamos a comer.
-¿A dónde?
-A tal restaurante en una hora. –Le dije uno de los pocos que conocía.
-Está bien. –Me dijo. Colgamos.
Rápido me bañé y me arreglé. Rafa no llegaba. ” ¿Dónde estará? ¿Con mi tía?” , pensé. Sin tomarle importancia, salí de la casa. Fuera estaba un auto con un chofer, le pedí que me llevara a tal lugar. En media hora llegamos. Ángeles ya me esperaba dentro.
Me vio y nos saludamos. Nos sentamos y ordenamos.
-Julia, dime una cosa. La verdad es que no veo nada claro con esto. –Me dijo apenas nos quedamos solas.
-¿A qué te refieres? –Pregunté.
-Me sacaron de trabajar, he estado viendo a tu esposo y teniendo… sexo con él… -Silencio. Ya no dijo nada.
-Ya entiendo.
-Mis finanzas están por los suelos.
-Mira…
-Yo los entiendo. Ustedes son una pareja abierta, demasiado abierta. –Me dijo interrumpiendo. –Quizá me viste y te gusté. Cumplieron alguna fantasía que tenían conmigo y me dejaron sola.
-No…
-Primero escúchame. –Se notaba molesta. –Yo les creí, dejé todo por ir a cumplir un sueño que tenía. Pero al parecer ustedes nada más me mintieron y ahora estoy sola.
-Te hablaré directamente. –Le dije.
-Por favor.
-¿Me dijiste que tu sueño es…?
-Es…
-Es tener un hombre que te saque de trabajar y te mantenga toda la vida. De preferencia un buen hombre. –Le dije. Me vio asombrada. Era mi turno de hablar. –Te pongo atención en todo porque me interesas. –La miré fijamente. –Tengo 19 años y a esta edad he logrado todo. He logrado eso que no has podido tener. Lo que quiero es enseñarte a lograrlo.
-Sí, ya me has comentado eso. –Me dijo algo cansada. –Y me interesa, la prueba más grande es que me acosté con tu marido. Y estoy… -Bajó la cabeza. Su mirada se clavó en la mesa. –Estoy dispuesta a hacer lo que me digas si eso me ayuda a conseguir lo que quiero. –Su tonó sonó apenada.
-Ángeles, no se trata realmente de eso. –Le dije. –Nosotras, como mujeres, podemos conseguir lo que queramos. Siempre hay hombres dispuestos a darnos lo que queramos a cambio de un buen sexo. Lo que necesito es que aprendas a coger, porque por lo que vi, a Daniel no lo convenciste mucho que digamos.
-Debo confesar que si le negaba algunas cosas. –Me dijo. –Pero ya estoy dispuesta a hacer de todo si eso me da otra vida.
-Perfecto. Mi plan ya está en marcha. –Le dije.
-¿Cuál plan?
-Las piezas ya están en su lugar, el juego te incluye y al mismo tiempo no te incluye. Quiero que participes con nosotros pero será tu prueba para ver si estas listas.
-Todo ese juego tuyo se trata de sexo, ¿No? –Preguntó.
-Así es. –Y mientras comíamos, le platiqué sobre lo que haríamos. -… Y por eso es importante que hoy mismo te mudes conmigo.
-Sin problema. –Me dijo.
Terminamos de comer. Pagué. Ángeles fue por sus cosas a su casa. Yo regresé a la casa de mi tía. Entré a la recámara y Rafa estaba envuelto en una toalla y se miraba en el espejo.
-Amor. –Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Dónde has estado?
-Con tú tía. Apenas se fue el lic. Y me llamó para coger. No salí en toda la mañana de su cuarto. –Dijo.
-Ella sí que va aprovechar esto. –Dije.
-¿Tú, no?
-Claro que sí. –Le dije y lo abracé por la espalda.
-¿Dónde estabas? –Preguntó.
-Me habló Ángeles. –Le platiqué lo que había pasado. –Y hoy se viene a vivir con nosotros.
-¡Wow! Más que disfrutar, el Lic. Se va a volver loco. –Reímos.
Pasó la tarde sin nada interesante. Convivimos un rato con mi tía. Ella nos contó cómo había cambiado su vida cuando conoció al Lic. También nos comentó la relación que ella llevaba con sus hijastros. Al parecer llevaba una excelente vida.
Entre vino y plática se nos fue la tarde. Para las 8pm llegó Ángeles. Hablé con mi tía y le expliqué que era parte del juego. Mi tía, al inició se negó, pero luego, con unas palabras calientes, aceptó.
Le dio un cuarto, muy chico. Donde solo entraba una cama. Y con un baño.
Para las 9pm, llegó Daniel.
-Buenas noches. –Saludó. Y como el día anterior, se puso blanco y en silencio al ver a Ángeles. Pero ahora reaccionó rápido. –Hola, Ángeles. –Se acercó y la saludó. -¿Cómo estás? No me digas que te arrepentiste de renunciar.
-Hola Lic., no para nada. –Respondió rápido. Tampoco supo que decir. Sin duda, el estar ahí, con la persona que se coge y con su esposa, le incomodaba mucho.
-La conocí cuando fui a tu oficina y nos hicimos amigas. –Dije. –Aceptó irse con nosotros de viaje.
-¿Ya se van? –Preguntó.
-No, todavía no. –Respondí rápido. –Ella, sin trabajo, no tiene para seguir pagando renta. Le ofrecimos quedarse aquí mientras nos vamos, si no hay problema.
-Ya hablé con July y acepté que se quedara, no tenemos problemas con eso, amor. –Dijo mi tía, mientras se acercaba a Daniel, le daba un beso y lo abrazaba.
-Bien. –Dijo el Lic. A secas. –Muero de hambre.
-La cena ya va a estar. –Dijo mi tía y caminamos al comedor.
Nos sentamos a comer los 5 en silencio, algo incomodos. Esta incomodidad no la esperaba. Mi tía jugaba con Daniel; le daba besos, comentaba cosas sobre lo buen hombre que era. En fin, ella hacía su juego. Cuando terminamos, salimos los 5 al balcón a tomar café y a platicar.
Para las 11pm:
-Muero de sueño, pero ustedes se pueden quedar un rato más. –Dijo mi tía, levantándose. Pasó cerca de mi tío, este dijo algo pero no se le entendió. Luego se levantó. –No amor, quédate un rato con ellos. –Mi tío volvió a su lugar. Luego mi tía se acercó a su oído. –Te espero más tarde en nuestra cama, espero no te canses mucho. –Le dio un beso en su mejilla y me vio. Bajé mi vista y sonreí.
Nadie hizo comentarios al respecto. Los 4, en silencio, vimos cómo se perdió de vista cuando entró a la casa. Al instante, volteamos a la nada. En ese momento me llegó una ansiedad enorme. Necesitaba que mi novio y Ángeles salieran y me dejaran a solas con el Lic. Daniel. Necesitaba coger, necesitaba verga.
Fingí que se me caía lo que tomaba en ese momento y los 3 voltearon. Puse mi cabello detrás de mis orejas y me agaché a recogerlo. Volteé a ver a mi novio, que me miraba y le sonreí. Rápido entendió.
-Oye, July. –Habló rápido Rafa.
-Dime. –Dije en tono distraído.
-Voy a ir con Angie al cuarto, le voy a entregar los papeles y explicarle lo que queremos hacer. –Dijo. Se levantó y Ángeles se levantó.
-Está bien. –Le dije. –Me quedaré un rato a platicar con mi tío, si no te importa.
-Para nada. –Dijo mi novio. Volteé a ver a Ángeles. Tenía los ojos abiertos de par en par. Estaba totalmente asombrada. “¿De que estará asombrada?” , pensé. Rafa se acercó, me vio un beso. Y salieron por la puerta. –Por fin. –Dije dejándome caer en la silla donde estaba sentada.
-Por fin, ¿Qué? –Dijo el Lic. Me incliné y me quité mis zapatos.
Le di la espalda, me quité mi blusa y bajé de manera sexi mi pantalón. Mis nalgas redondas y paradas quedaron a su vista; mi tanga se metía entre ellas, y el hilo no se miraba nada. Este hilo se unía en un triángulo que besaba mi espalda.
Volteé y dejé que me mirara un rato. No perdía ningún detalle de mi cuerpo.
Caminé directo a él con una sonrisa de excitada.
-No. –Dijo Daniel. –No, no, no, no. –Y se levantó. Corrí y lo empujé. Cayó sentado.
-Todo el día he estado pensando en ti, en tu verga, en que quiero que me cojas. –Le dije. Me senté encima de él. Le di un beso que no me respondió. Besé sus mejillas, cuello. Todo su rostro. Me moví encima de él.
-Julia, no. Basta. –Lo decía sin mucho convencimiento. Trató de quitarme de encima de él. –Puede venir tú tía, tú novio. Esto no está bien.
-Daniel, ¿Por qué crees que se fueron y nos dejaron? –Le dije con una sonrisa. Noté que aflojó su cuerpo un poco.
Me levanté y por encima de su pantalón, con mi mano, empecé a sobarle la verga.
-¿A qué te refieres? ¡Uf! –Gimió. -¿A poco saben que tú y yo tenemos relaciones? –Me vio asustado. Lo miré con una sonrisa.
-Claro que no. –Le dije. –Pero sería rico decirles para que nos tiren esquina. Quizá mi novio acepte. Ángeles no diría nada. Y mi tía… ¿Porque crees que se fue? Soy una mujer joven, buena, guapa y has descubierto que soy la mejor cogiendo, quizá quiera darte un regalo por eso te deja a solas conmigo.
Agarré su cinto y se lo desabroché, luego abrí su pantalón. Instintivamente, se levantó un poco y bajé su pantalón con su ropa interior hasta las rodillas. Saltó su verga ya dura.
-¿Tú crees? –Me dijo. Sonaba excitado.
-Me gusta creer que así pasan las cosas. –Abrí mi boca y me empecé a comer rápido la verga del esposo de mi tía.
Me agarró del cabello y empecé a moverme con rudeza, fuerte. Provocaba que me ahogara, pero me encantaba.
-Rápido, no tenemos mucho tiempo. –Me dijo. Me levanté y me hice un chongo en mi cabello. Él mientras, se ponía un condón. –Ven, clávate. –Dijo mientras se masturbaba.
Caminé hipnotizada. Puse mis manos en sus hombros, luego me acomodé encima de él, me saque el hilo de la tanga de entre mis nalgas y despacio me clavé. Inicié despacio los movimientos.
-¿A poco no es excitante pensar que mi tía te dejó aquí para que me cogieras? –Le dije, gimiendo. Sacó mis tetas del brassier y me las apretó.
-Pensándolo bien, sí, es muy excitante pensar que tu tía hizo eso. –Dijo. –Y ¿Tú novio?
-¿Por qué crees que traje a Ángeles? Le estoy pagando porque entretenga a mi novio. Espero que ahorita estén cogiendo. –Seguía moviendo mi cuerpo arriba, abajo. Lento.
-Tenemos que hacer esto rápido. –Dijo.
-Si tanto te preocupa mi tía, ¿Por qué no dejas que Rafa la entretenga? –Le dije.
-¿Cómo? –Dijo. – ¿Que tú novio se la coja? No, nunca.
-¿Eres el clásico macho que le gusta coger pero tener encerrada a su mujer?
-Todos los hombres somos así. –Me dijo.
-Mírame y mira a Rafa. –Le dije. Me incliné un poco y empecé a mover mis caderas como me encantaba hacerlo. Rápido. Empezamos a gemir los dos. Mis liquidos, empezaron a salir de mi panocha. Sentía como escurrían por mis nalgas. El esposo de mi tía empezó a hablar pero no le puse atención, mi primer orgasmo estaba a punto de llegar.
No dejé de moverme, no perdí mi ritmo. Hasta que sentí como me llegó. Me puse dura, totalmente dura y empecé a disfrutar el orgasmo que me había llegado. Me detuve. Rápido me levanté y nos besamos. Sus manos se pusieron en mis tetas que apretó.
-Hoy… -Gimió. –No sé si fue por la fantasía que me diste pero hoy… -Gimió. –Me vine bien rico. –Sonreí. Nos volvimos a besar.
-Entonces, ¿Hoy no me tocará lechita? –Le dije también gimiendo. –Yo quería tenerla en mi boca para luego ir a besar a mi novio.
-Que rico. –Me dijo. –Pero no, hoy me calentaste demasiado. Por cierto, ¿Tú novio sabe de esto? –Preguntó.
-¿Qué si cojo contigo? –Le dije y me levanté. Mientras me echaba aire con las manos, vi su condón lleno de leche, “Que desperdicio” , pensé. –Mi novio y yo… es una plática que dejaré para después. –Le dije. –Vete con mi tía para que no sospeche.
Se levantó sin decir nada más, acomodó su ropa y se fue. Me quedé sola en el balcón de la casa de mi tía. Me tiré en el sillón donde segundos antes me habían cogido y relajé mi cuerpo.
“Esto es increíble, la vida me está premiando todo el esfuerzo y trabajo que hice en el pasado. Nada me va a salir mal. Es perfecto” .
Sonó mi teléfono. No miré el número, tan solo respondí.
-Dígame. –Dije.
-Señorita Julia, tenemos un problema. –Escuché. Al instante reconocí y era mi mano derecha.
-Oye, estoy pasándola de maravilla. No me vengas a estresar.
-Pero es urgente, necesito que me escuche.
-Arregla tú el problema. Estas a cargo. –Y colgué.
La verdad no quería que nadie me distrajera.
“Olvídate de eso, olvídate” , me dije. Cerré mis ojos. Al instante los abrí.
Me levanté y caminé hasta donde estaba mi ropa. Apenas me iba a vestir cuando se me ocurrió algo: Me quité la tanga y la puse en el suelo. Agarré mi brassier e igual lo tiré. Luego me puse el pantalón y la blusa, y dejando ahí mi ropa interior, me dirigí a la casa.
Entré, caminé, bajé escaleras y llegué a mi cuarto. Todo el camino fue silencio total. Frente a la puerta, pude escuchar unos gemidos, leves. Toqué y se dejaron de escuchar. Luego se abrió la puerta y Rafa estaba ante mí, desnudo. Ángeles, estaba en la cama acostada, tapándose con una sábana.
-¿Qué pasó? –Les dije con una sonrisa.
-Nos atrapaste. –Dijo Rafa, con una sonrisa y con su verga apuntando al techo. Ángeles estaba roja. Me fui acostar a su lado. –Que no te dé pena, Angie. –Le dije.
-Es solo que… -Seguía tapada hasta el cuello. –Nunca he estado en una relación así.
-¿Cómo? –Rafa se paró a un lado de ella.
-Primero, tener sexo con alguien y que llegue su novia. Es raro. –Dijo.
-¿Es raro? Rafa. –Le pregunté.
-¿Te molesta? Julia. –Me preguntó Rafa.
-Quisiera que te lo cogieras todos los días. –Le dije y agarré la sabana. La había soltado poquito. La empecé a bajar despacio. –Quedando claro esto, ¿Hay otra cosa que te moleste?
-O sea, eso me incomoda. Necesito aprender a ver esto normal así como ustedes lo ven. –Dijo. La sabana se puso dura y no bajó más. –Acepté tu invitación a esto, al inicio tenía dudas pero me animé. Hoy te puedo decir que no me arrepiento de la decisión, realmente eres una gran mujer y una gran persona y sé que si sigo aquí contigo, y aprendo de ti, obtendré lo que deseo…
-Que es tener un hombre que te arregle la vida. –Terminé la frase por ella. Volví a jalar la sabana y volvió a ceder. Se asomaron sus pechos chiquitos. –En cosas que debes aprender, numero 1: Todos los hombres son tuyos.
-¿A todos me los tengo que coger? –Dijo en tono asustado. La sábana se volvió a detener. Reí. -¿Qué pasó?
-Nada. –Le dije. –Me refiero a que te puedes coger a todos, al que quieras. Todo hombre está dispuesto a coger con una mujer, aunque sea casado o este soltero. –Jalé la sábana. Volvió a ceder. –Sabiendo esto, debes ver quiénes son los importantes y ahí debes atacar.
-¿Cómo los importantes? –Preguntó. La sábana ya había dejado al descubierto su vientre.
-Debes conocer a las personas, y pensar en que beneficio te pueden dejar si te metes con ellos. Pero no un beneficio a corto plazo, sino algún favor en un futuro, cuando lo necesites. –Le dije. La sábana ya había bajado completamente. La vi desnuda. Era hermosa.
-Lo dibujas fácil, pero nunca pude conseguir un aumento de sueldo del Lic. Daniel. –Dijo. Empecé a acariciarle el cabello.
-Por eso estas aquí, para aprender. –Nos quedamos viendo fijamente. Por un momento pensé en besarla. Se me antojaba mucho.
-Imagino que llegó el momento de estar con los dos. –Dijo y puso una sonrisa nerviosa.
-Claro, pero hoy no pasará.
-¿Cuándo? –Rafa se subió a la cama y empezó a masturbarse.
Jale a Ángeles y la puse frente a Rafa.
-Cuando estés lista, y antes de que preguntes, tú sola te darás cuenta de eso. No comas ansias. –Vi sus nalgas hermosas, su espalda preciosa. Toda ella. –Por lo pronto, enséñame como la mamas.
Se agachó y se metió la verga de mi novio a la boca. Y así iniciaba el entrenamiento de una mujer que me daría todo.
Continuará.