Mis fantasías sexuales (4) Me tocó mamar...

–“Las cosas que yo tengo que fingir para que me metan la verga”.

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Bajé de la limosina del lic Daniel y entré al hotel. Avancé hasta llegar al elevador con una cara y una actitud de satisfacción total.

Se me notaba mucho que había sido cogida y las personas que aún estaban ahí, sobre todo los hombres, me miraban con deseo. Escuché algunos murmullos: “Han de estar diciendo que me la acabo de comer” , pensé.

El elevador llegó y subí hasta llegar a mi habitación.

Miré la hora, era medianoche. “¿Seguirá Rafa despierto?” , me moría de ganas por contarle lo que había pasado y si se podía, coger mientras lo hacía.

Abrí la puerta y escuché gemidos, “¿Está alguien con él?” , caminé rumbo a la recamara, despacio asomé la cabeza para verlos coger, pero me llevé una decepción, mi novio había puesto una película porno en la tele y él estaba acostado, dormido, desnudo completamente y con la verga parada.

Me acerqué y le di un pico en su boca. No se movió.

Me empecé a desvestir hasta que quedé sin nada de ropa. Me metí al baño a lavarme el cuerpo. Salí envuelta en una toalla y agarré mi celular. Miré que tenía un par de llamadas perdidas y varios mensajes. Eran de la secretaria del lic Daniel, Ángeles. Fui a la sala y me senté en el sillón.

Con la porno en la tele, Rafa desnudo, el creer que estaba cogiendo, yo recién cogida y con los recuerdos frescos, y con la secretaria dispuesta a todo, me volví a calentar. El último mensaje de Ángeles había sido hace 40 minutos.

-¿Qué pasó? –Le mandé un mensaje.

Mientras esperaba su respuesta, a mi mente llegaron todos mis recuerdos, todos los hombres con los que había estado. Estaba orgullosa de lo que hacía, estaba orgullosa de mí.

“Mi primera vez…”

Solté el teléfono, quité mi toalla y en el sillón comencé a masturbarme.

“Luego de dejar a mi amiga Marcela, cogí con Victor, su novio, en el auto…”

Mis dedos entraban con desesperación en mi panochita que ya estaba totalmente húmeda. Hace apenas unos minutos tenía una verga dentro de mí y en ese momento mi cuerpo me pedía coger como si tuviera años sin sexo.

“Fuera de la fábrica, cuando me prostituí”

“Con los profes”

Los dos dedos que entraban y salían no eran suficientes. Me levanté y caminé hasta la recámara. La verga de mi novio me hablaba y me invitaba a que la montara.

Me subí a la cama, encima de mi novio. Agarré su palo con mis manos para llevarlo hasta la entrada de mi cuevita, y con todos los recuerdos en mi cabeza, me dejé caer. Al instante, tuve un orgasmo.

Dejé caer mi cuerpo encima de mi novio. Se empezó a mover.

-¿Qué pasó? –Me preguntó todavía con los ojos cerrados.

-Te amo. Gracias por ser el hombre perfecto. –Y sin más, me dormí.

Una sensación rica en mi entrepierna me hizo despertar. Rafa me daba sexo oral. Su lengua pasaba por toda mi rajita, de arriba, abajo. Sentía húmedo por los líquidos que soltaba. Los dedos de mi novio entraban y salían rápido. Instintivamente llevé mis manos a su cabeza y lo apreté contra mí.

Luego de unos minutos, donde tuve un par de orgasmos, Rafa se levantó y yo lo recibí con los brazos abiertos. Abrí mi boca y nos besamos. Nuestras lenguas se golpearon con mucha pasión mientras su verga se abría paso dentro de mi panochita.

Y para antes de iniciar el día, cogimos como hace mucho que no lo hacíamos. Literalmente fui su puta. Y mientras mi novio me la metía, con todo el morbo que podía traer dentro, le conté lo que había pasado con el lic. Mientras más le contaba y le daba detalles, más duro y fuerte me cogía.

Perdí la noción del tiempo.

Para la tarde salimos de la cama a comer a un restaurante. Ya en la mesa me acordé de la secretaria y su mensaje. Abrí el mensaje que me había enviado que decía que si podíamos vernos.

-Anoche llegué muy cansada y me dormí. –Respondí.

-Pero hoy te puedo ver, ¿No? –Respondió casi al instante.

-Claro, ¿A qué hora sales?

-A tal hora. –Respondió.

-Te veo en el bar que está cerca. –Era el único que yo conocía bien.

-Amor. –Le dije a Rafa. –Vamos a ver a la secretaria más tarde.

-Bien. –Me dijo. -¿Cuáles son tus planes para ella?

-Ella haría cualquier cosa por salir de donde está. –Le dije. –No tiene miedo de nada. La voy a prostituir.

-Pero…

-No como cualquier puta. –Lo interrumpí. –A ella la quiero para algo más. Quiero conseguirle a alguien importante y así tener gente que nos pueda ayudar cuando se necesite.

-¿Sabes? Estoy muy sorprendido con la nueva “Julia”. Eres demasiado inteligente pero siento que eres mala.

-Para nada. –Le dije. –He aprendido algunas cosas en mi vida y las utilizo para yo tener una mejor vida. –Sentí un dolor extraño en el estómago. –Voy al baño.

Entré y vi que me había visitado “alguien”. Por un lado estaba bien porque sabía que no estaba embarazada. “La libré” , pensé. Por otro, era una semana donde no tendría acción, y era cuando más necesitaba mi cuerpo.

Me quedé un rato pensando en esto de “mis días”. Hacía mucho que no llevaba el calendario. “Tengo que ser más responsable” .

Salí del baño y le pedí a Rafa irnos al hotel y le expliqué la situación.

Estuvimos un rato en el cuarto hasta que llegó la hora de vernos con la secretaria.

Llegamos al bar. Aún no había llegado.

-Tú déjame hablar y sígueme la corriente. –Le dije a Rafa. Asintió.

Luego de 10 minutos, llegó. Le hicimos una seña y caminó hasta donde estábamos.

-¿Qué tomas? –Pregunté cuando se sentó.

-Cerveza y que no paren. –Dijo, poniendo su bolsa a un lado. Rafa se levantó y fue por ella.

-Tranquila, te ves nerviosa. –Le dije.

-Para nada, solo ha sido un día muy pesado.

-Qué bueno que viniste. Espero que te alegres al escuchar que tus días pesados terminaron.

-Todo el día estuve pensando en esto. Revisé tus papeles y no trabajas en hacienda como dijiste. –Llegó Rafa con la cerveza y se la dio. –Pero entraste con Daniel y él salió muy feliz con la plática que tuvieron. –Bebió cerveza. Sacó una liga y se agarró el cabello. Guardé silencio. –Él claro que se dio cuenta enseguida que no trabajabas en hacienda pero no me lo dijo. –Bebí whisky sin quitarle la mirada. –Y ayer me dijiste que ibas a salir con algunas personas. –Bebió más cerveza. –Daniel me canceló y estoy segura que se fue contigo. –Me vio seria. –No me mal entiendas, él no me interesa más que para sacarle todo lo que pueda…

Silencio. Nos miramos fijamente. Sonreí.

-Bien. Muy bien. –Le dije. –Eres la persona que esperaba que fueras.

-No entiendo nada. –Dijo y bebió más cerveza. -¿De qué se trata esto?

-Primero, ¿A qué viniste? Descubriste mi farsa. El trabajo de tus sueños no lo tengo.

-Porque me intriga saber quién eres y lo que haces. Se ve que lo tienes todo y sin esfuerzo y yo quiero hacer lo mismo.

-Sí, lo tengo todo pero me he esforzado mucho. –Le dije. –Mi vida no es fácil y hay que hacer sacrificios.

-¿Cómo cuáles? ¿Acostarse con alguien? –Preguntó en tono sarcástico. “Bien” , pensé.

-En parte… -Los tres bebimos. La miré, tenía en sus ojos un brillo de ambición. “Es mía” . –Él es mi esposo, se llama Rafa. –Se dieron la mano. –Nosotros somos una pareja abierta sexualmente. Viajamos y cumplimos nuestras fantasías, ya sean solos o en pareja. Esto que hacemos nos ayuda a conocer gente de dinero y nos asociamos con ellos. –Bebí whisky. –No nos falta nada.

Dudó por un momento. La ilusión de sus ojos desapareció. Pero ya estaba ahí y no podía dejarla ir.

-Bueno… -Dijo a secas.

-Tú jefe es una persona con demasiado dinero. Sí, anoche lo vi y nos acostamos y lo haré muchas veces más hasta que se interese en mí y me deje ser parte de su dinero. –Dije. Mi elocuencia cada vez me salía mejor. –En una noche te quité totalmente a un hombre que tenía y habías trabajado durante mucho tiempo. –Dio un trago a su cerveza sin dejar de verme. –Dime, en ese tiempo, ¿Has avanzado con él? A lo que vi, no has pasado de ser la amante… una de muchas que tiene.

Silencio. La música se escuchaba de fondo.

-Eso que acabas de decir podría ser ofensivo. De hecho me ofende. –Dijo.

-Es la verdad. Toda mujer usa sus encantos para sobresalir en un trabajo. Tú tienes muchos pero no sabes usarlos.

-Es la verdad… -Repitió en voz baja. –Con mucho esfuerzo conseguí el trabajo de secretaria que tengo. Soy su amante pero él no me ve como una mujer, solo como un objeto. Cuando va su esposa, yo me siento pequeña, insignificante. –Le salió una lágrima de sus ojos.

-Nosotros te podemos ayudar a conseguir lo que quieres. –Le dije.

-Y ¿Por qué me ayudarían? Soy una desconocida. –Dijo.

-Entre nosotras nos conocemos. Entre mujeres nos apoyamos, lo sabes. –Asintió. –Te veo y eres como yo cuando estaba abajo. A mí nadie me ayudó. Sola, salí adelante y sufriendo mucho, aprendí. –Bebí. –Ahora que tengo el conocimiento y conozco a alguien que es como yo, quiero pasarlo.

Esto último era verdad. En algún momento pensé en apoyar a Olga, mi hermana, pero ella no era como yo. La secretaria sí, y quería ayudarla y de pasó conseguir algo de ella. “Lo que Edith hizo conmigo” , pensé.

-Quiero pensar que todo esto es relacionado con el sexo. –Dijo.

-Básicamente. –Respondí.

-Me vas a pedir que me acueste con tu esposo, me van a grabar y luego desaparecerán y yo me quedaré con la mismas pero ahora sintiéndome peor porque andará un video porno mío en internet. –Este comentario me cayó como agua fría, aunque ya estaba preparada para una respuesta negativa.

-Mira. –Saqué dinero en efectivo y se lo mostré. –Aquí son $10mil pesos, solo para gastar esta noche. –Lo guardé. -¿Crees que eres la única mujer? Mira a tu alrededor, hay muchas mujeres más buenas y hermosas que nosotras. Con estos $10mil pesos le pago a una y me la llevo. –Me levanté. –Tienes mi número. Mi oferta termina mañana a las 11:59pm. –Le dije. Saqué y conté $5mil pesos y se los dejé en la mesa. –Si aceptas, debes estar consciente de que esta vida que has tenido, va a terminar.

Y dicho esto, salimos del bar Rafa y yo.

-¿Se animará? –Preguntó mi novio.

-Claro. Ella quiere dinero…

Llegamos al hotel. Me puse ropa especial para la ocasión. Nos acostamos en la cama. Y, como toda mujer que anda en sus días, le pedí un abrazo a mi hombre. Y abrazados, dormimos.

Al siguiente día desperté y en lo primero que pensé fue en la secretaria. Estaba ansiosa. El día transcurrió normal.

Para medio día, el lic Daniel me habló para vernos. Pasó por mí en su auto.

-¿Cómo estás? –Me preguntó de manera muy educada.

-Muy bien, y ¿Tú? –Le dije en tono coqueto.

-Te deseo tanto, Julia. –Dijo y apenas avanzamos un poco el auto y se abalanzó contra mí. Sus manos rápido buscaron mis enormes tetas y las masajeó, mientras nuestras bocas estaban unidas.

Rápido le di mi cuello y lo besó con desesperación.

-Sigues así, sigue. –Le dije. Mi cuerpo se empezó a calentar.

-Vamos a mi casa, quiero estar contigo toda la tarde. –Me dijo. Subió a mi barbilla, mejillas y nuevamente a mi boca. Luego de un rato, bajó hasta mis tetas y por encima de mi blusa, las mordió.

-Yo también quiero estar contigo, mi amor. –Le dije. –Pero no puedo, ando en mis días. –La intensidad de sus caricias, bajaron. –Pero eso no quiere decir que no pueda complacerte. Aún tengo mi boca. -Su rostro se iluminó. –Llévame a un lugar solo, despejado, libre de miradas.

Sin pensarlo, arrancó su auto. Dimos un par de vueltas antes de llegar al estacionamiento de un edificio. Saludó al de la entrada y le abrió sin decirle nada.

Entramos y estaba lleno el estacionamiento. Dio un par de vueltas y subió al segundo piso, que estaba igual de lleno. Avanzó y subió al tercer piso, que tenía un par de autos nada más. Se estacionó alejado de ellos.

-Soy tuyo. –Dijo, apagando el auto.

-Pásate al asiento de atrás y acuéstate. –Le dije. Bajó del auto y se subió atrás. Lo miré, estaba excitada.

Me quité la blusa y el brassier y mis tetas enormes colgaron. Bajé, así semidesnuda y entré con él. Rápido llevé mi mano a su entrepierna y por encima de su pantalón de vestir empecé a masajearle su palo con la palma de mi mano.

Lo miraba a los ojos seriamente. Él tenía esa cara de excitación que me encantaba ver en los hombres. Sentí como su verga se empezó a poner dura.

-Hace días eras una esposa ejemplar y mírate ahora, estas en el estacionamiento con un desconocido, a punto de mamarle la verga. –Dijo.

-Digamos que la primera experiencia despertó algo en mí, algo que no sabía que existía. –Dije.

-Eso no te lo creo. –Dijo. Mi mano seguía moviéndose de arriba, abajo.

-Que seas el primero con el que soy infiel no quiere decir que no sea una puta. –Le sonreí. Bajé y por encima de su pantalón, en su palo, se lo sobé con mi lengua. –O ¿A poco crees que mi esposo no me llevó a estos lugares? –Le desabroché el pantalón, se levantó un poco con su ayuda, se lo quité. Su verga, ya erecta, apuntaba al cielo del auto. –Sé cómo es el sexo. –Pasé mi lengua de abajo a arriba. –Sé cómo les gusta coger a los hombres. –Repetí el proceso. –Sé cómo mamar una verga.

Y sin decir más, me metí la verga a la boca. Inicié un mete y saca rápido, profundo. Daniel solo gemía. Mis tetas estaban acomodadas en sus piernas. Puso sus manos en mi cabeza y me empujó contra él, siempre respetando mi ritmo.

-¡Uf! Así, sigue así. –Me decía entre gemidos.

Durante los siguientes 5 minutos se la chupé de esa manera. Me sentía cómoda, a gusto en ese lugar y haciendo lo que más me gustaba.

Me levanté un poco, y llevé mis tetas a su palo. Mis pechos enormes desaparecían cualquier verga y esa del lic no era la excepción. La metí en medio, solté un poco de saliva y le hice una puñeta rusa.

-¿Acaso crees que eres el primero que le hago esto? –Le dije. Negó con la cabeza. Mis tetas bajaban y subían al ritmo de mi cuerpo. –Eso sí, eres el segundo hombre que tiene esta suerte.

Llevó las manos a su cara para taparse.

-Se… siente… riquísimo… calientito. –Dijo sin poder hablar bien. Me detuve y únicamente moví mis tetas arriba, abajo. –Me voy a venir. –Gimió a los segundos.

Escondí la cabeza de su verga entre mis tetas y la apreté. A los segundos sentí como el semen inundaba en medio de mis tetas. Un poco salió por encima y lo demás escurrió por abajo.

Cuando terminó de gemir, solté mis tetas y la leche empezó a escurrir a chorros. Bajé a limpiar cualquier rastro de semen en su verga y cuerpo. Luego, por inercia y sin pensar lo que haría, empecé a limpiar el semen de mis tetas con mi lengua, y cuando terminé, chupé mis pezones. Sentí demasiado rico en mi entrepierna.

-No creas que no sé de sexo. –Repetí. –En nuestra cama, soy la puta de mi esposo. Y hacemos de todo. –Seguía gimiendo el lic. Pasé mi cabello por atrás de mi oreja y bajé a mamar un rato más hasta que el palo de Daniel se puso flácido.

-Eres increíble. –Dijo levantándose y acomodándose su ropa. –Quiero una mujer así en mi vida.

-Yo amo a mi esposo…

-Y mírate. –Dijo interrumpiendo.

-¿Esto? Es solo una aventura que quiero tener y recordar en mi vida. –Dije y yo también me empecé a vestir.

-¿No habrá más? –Preguntó decepcionado. Me acerqué a darle un beso.

-Despacio, amor. –Le dije. –Por lo pronto, voy a regresar. –Un pico. –Pero no pensemos en eso, hay que disfrutar. –Asintió. Subimos a nuestros asientos y arrancó el auto. –Este lugar es muy sospechoso. -Dije.

-Sí, bueno. –Bajamos al segundo piso. –Este tercer piso es privado. Es para los jefes de este lugar, viste que solo había pocos autos. –Dijo y bajamos al segundo piso. –Lo usamos para traer a mujeres. –Y me sonrió apenado.

-No pasa nada, entiendo que un hombre de tu posición tiene muchas mujeres. –Le dije.

-Pero ahora que te conozco y me has dado un poco de ti, no quiero a nadie más, quiero seguir averiguando que sabes hacer. –Me dijo y salimos del estacionamiento. Arrancamos rumbo al hotel.

-No creo ser tan especial. –Le dije y le sonreí. –No creo ser mejor que tú secretaria.

-¿Ella? Salimos un par de veces, y la verdad no sabe tratar a un hombre. Le falta mucho. –Dijo.

La idea que yo tenía sobre él y Ángeles, su secretaria, era la correcta: Él no la miraba como algo más que un objeto sexual y ella lo sabía. “Esto me ayuda más, ella aceptará mi trato” . No dijimos nada más en el camino.

Llegamos al hotel, nos despedimos de un beso en la mejilla y bajé. Subí el elevador y llegué a la habitación. Y de nuevo, escuché gemidos muy fuertes. Esta vez sí pude diferenciar los gemidos. Entré a la habitación y Rafa se estaba masturbando. Su mano subía y baja rápidamente, la cabeza y aparecía y desaparecía. En la televisión, la pareja estaba en la sala, la actriz estaba empinada y el actor estaba dándole de perrito.

-Hola, amor. –Le dije con una sonrisa.

-Hola. –Me vio con esa cara de perversión. De sus ojos salía fuego. -¿Cómo te fue?

-Rico. –Le dije mientras me limpiaba los labios con los dedos, dándole a entender que aun tenía rastro de semen. –Me comí una verga y tragué lechita. –Le dije.

Rafa seguía masturbándose. No quitaba su mirada de la mía. Yo tampoco moví mis ojos. Hipnotizada, caminé hasta la cama y me subí. Guie mis labios hasta los suyos y nos besamos. Bajé mi mano hasta su palo. Él quitó su mano y yo empecé a masturbarlo.

Bajé mi cabeza hasta su verga y rápido me la comí. Arriba, abajo. Se la llené de saliva, se la llené del poco semen que aún tenía en mi boca. Y al minuto, su verga explotó en mi boca inundándola de leche. Tragué con gusto.

Me acomodé en su pecho.

-Te amo. –Le dije.

-Te amo. –Dijo.

Esperamos a la secretaria. Pasaron horas, no había hablado ni me había enviado mensaje. 8pm. 9pm.

Encendí varios cigarros… esnifé cocaína… me comí la verga de mi novio y tragué más semen… nada me quitaba lo nerviosa. “Ahorita habla” , pensé mientras mi cabeza se movía arriba y abajo, con la verga dentro de mi boca.

10pm. Nuevamente mi lengua recorría todo el palo de mi novio.

11pm. La leche golpeaba en mi paladar y llenó toda mi boca de semen. Un poco escurrió por mis labios.

11:10pm Caminé al baño algo decepcionada. “Quizá no fui lo suficientemente convincente. No estoy lista para pasar lo que sé. No tengo ese don que tiene Edith” , pensé. Me miré en el espejo. “¿Qué hice mal? Ella está dispuesta a todo. Se lo ofrecí” .

11:30pm Escuché timbrar mi teléfono. Mi corazón saltó de alegría. Salí corriendo del baño a responder.

-Hola. –Dije con voz temblorosa.

-Hola. –Escuché a Ángeles.

-Te aseguro que no te arrepentirás. –Le dije. –Mañana te espero en tal hotel, en tal cuarto. 10am.

-Trabajo a…

-Renuncia. Olvídate de eso. Nunca más tendrás problema con el dinero. –Silencio.

-De acuerdo. –Dijo por fin. -¿Debo ir preparada para algo?

-Sí, vente preparada para todo. –Y colgué .

Corrí a abrazar a mi novio feliz. Él también estaba feliz. Nos acostamos, nos besamos hasta dormir.

Durante la noche y madrugada me desperté varias veces. Estaba ansiosa y feliz que no podía mantener el sueño. Para las 7am estaba despierta y lista junto con Rafa.

-Prepárate porque te la vas a coger. –Le dije mientras bebía café.

-Sí. –Dijo. –Ya me hacía falta variedad.

-Cállate, menso. –Le di un golpe en el brazo. –No hay mujer que coja mejor que yo.

-Claro que no mi amor. –Nos besamos.

Para las 10:20am tocaron la puerta. Feliz, la abrí, ahí estaba Ángeles.

-Adelante. –Le dije.

-Me estoy muriendo de miedo y de nervios. –Dijo. Entró. Llevaba una blusa ombliguera, una minifalda a la mitad de las piernas y tacones. Con esa ropa y lo delgada y exquisita que era, su cuerpo se le formaba hermoso. También iba muy bien maquillada.

-Te invito un trago de whisky. –Le dije, caminando hasta donde estaba el alcohol.

-No, gracias. Quiero estar totalmente sobria para lo que se viene.

-Claro. –Le dije.

Rafa llegó y la saludó. Timbró mi teléfono, era Daniel.

-Hola mi amor. –Respondí.

-Quiero verte. –Dijo.

-Sí, mi amor. Para por mí. –Colgué. –Tengo que irme. Daniel va a pasar por mí. –Miré a la secretaría.

-Aprovéchalo. –Dijo. –Los próximos peces gordos te los ganaré. –Reímos.

-Como te comenté, nosotras las mujeres tenemos algo que los hombres no tienen…

-Nuestros encantos. –Me interrumpió. –Hay que saberlos usar. Y los he usado pero no me han funcionado.

-Eso quiero enseñarte, a hacerlos desearte, que coman de la palma de tu mano. –Le dije. –Y claro, obtener las metas que te propongas con cada uno de ellos.

-¿Qué cometí mal con Daniel? ¿Por qué a ti si te habla y a mí no? –Preguntó.

-En una amante, ellos no lo buscan sexo. Ellos buscan una mujer que los escuché, que los entienda, ellos quieren tener algo que no tienen en su relación. –Le dije. –Por eso buscan a alguien más, porque se sienten solos.

-Pero yo estaba para él. –Alegó.

-Te haré una sencilla pregunta y respóndeme con sinceridad.

-Dime.

-En el sexo, ¿Eras abierta o algunas cosas las hacías a fuerza? –Silencio. –Te digo que todo se trata de sexo, si lo hubieras hecho bien, él se abre contigo y lo amarras.

-Es un buen consejo… supongo. –Dijo. –Te ha funcionado.

-Muchas veces. Por lo pronto te quedas con mi esposo para que te ponga al día de ciertas cosas. Yo me voy. -Y me despedí de los dos.

Bajé hasta la entrada. Daniel ya estaba esperándome.

Sin decir nada, fuimos al estacionamiento “privado”. Se detuvo, se sacó su verga y me agaché a mamársela hasta tragar su semen.

Luego de eso fuimos a comer. Un par de horas. De regreso al hotel, se desvió al estacionamiento y se la volví a chupar.

Todo el camino, desde que me recogió hasta que me dejó en el hotel, no dejé de pensar en Rafa y Ángeles.

Apenas llegué al hotel, corrí al cuarto. Para mí decepción, ya se había ido la secretaria. Pero mi novio me animó cuando empezó a contarme que se la cogió y como se la cogió.

-La verdad es que le falta mucho por aprender. –Dijo mi novio. –Se esforzó pero coge mejor mi niña de la secundaria.

Eso provocó que me animara aún más porque le enseñaría todo.

UNA SEMANA DESPUES

Toda la semana que duré con mi “problema”, mi actividad diaria fue la misma: mamársela a Daniel y a Rafa. Y darle privacidad a Rafa con Ángeles. Aún no quería estar con ellos, ni verlos. Quería estar lista de mi cuerpo para unírmeles. Durante esa semana, le di un par de consejos a la secretaria de como coger. Cada día, Rafa me decía qué había hecho y como lo había hecho. No había mejorado tanto pero iba por buen camino.

La secretaria había renunciado a su trabajo y en esa semana se dedicó solo a coger y a ponerse guapa. Se miraba más cómoda con la vida que le ofrecí, y claro, con el dinero que le pagaba.

Por fin, luego de esa semana tan larga sin nada de sexo, apenas salí de mis días y fui directo a que me la metieran.

No había salido de la casa del lic Daniel en toda la tarde. En ese momento estábamos en la cama, desnudos. Él estaba encima de mí, cogiéndome, con mis piernas en sus hombros. Su verga dura entraba y salía a un ritmo rápido. Mi panocha no dejaba de soltar líquidos. La carne de su palo rozaba las paredes de mi cuevita.

En un ataque de sentimientos, que había fingido, le quité el condón y le pedí que me embarazara. Sin preguntar, me la metió y empezó a darme. Sus movimientos y lo míos se sincronizaron. Sus gemidos se hicieron más intensos y se puso duro. Su verga explotó dentro de mí. Me llenó de leche.

-Te amo. –Le dije viéndolo fijamente.

-Yo también… te amo. –Me dijo, agitado.

-No tienes que decírmelo si no lo sientes. –Le dije.

Se bajó de encima de mí y se acostó a mi lado.

-Te amo, Julia. –Repitió.

-¿Qué vamos hacer? –Le pregunté. –He pasado unos días increíbles, perfectos. Me enamoré de ti y no quiero irme, pero mi esposo… mi hijo… mi familia… no puedo.

-Yo siento exactamente lo mismo. Me enamoré de ti y no quiero que te vayas. –Dijo. –Eres la mujer perfecta…

-Dices eso solo porque te gusta cómo te la chupo. –Lo interrumpí.

-En el sexo eres la mejor. –Dijo. –Pero no, hay más.

-¿Qué? –Pregunté. “Las cosas que un hombre tiene que fingir para meterle la verga a una mujer” , pensé.

-Va a sonar mal pero un hombre como yo, necesita a una mujer como tú: con clase, culta, hermosa…

-Te amo tanto, Daniel. –Volví a interrumpir. –Esto es un sueño del cual no quiero despertar. – “Las cosas que yo tengo que fingir para que me metan la verga” .

-Quédate. –Dijo. –Tráete a tu hijo, deja a tu esposo y quédate.

-Yo no…

-No lo pienses, aquí les doy todo.

-Y ¿tú esposa? –Pregunté.

-Ella nunca se enterará de lo nuestro. –Dijo.

-No, pero yo necesito un acompañante en la vida y tú no me ofreces eso. –Silencio. “Que su corazón sufra para que menos quiera alejarse de mí” , pensé. –Amantes, quiero que seamos amantes. Cada quien con su familia y nos vemos cada cierto tiempo para esto.

-Al parecer esa es la única manera en que podemos estar juntos. –Asentí. –Y ¿Sobre el embarazo? Me hace mucha ilusión pensar en que puedo tener otro hijo.

-Cada que nos veamos, lo intentamos. Mi esposo no sabrá nada. –Nos besamos.

Nos quedamos un rato acostados. Luego nos levantamos, nos arreglamos y me llevó a mi hotel donde Rafa, cogía a diario con Ángeles.

Llegué al hotel, subí al elevador y entré al cuarto. Y como en días pasados, ella ya no estaba.

-Listo. –Le dije a Rafa. –Lo tengo totalmente conmigo. –Y le platiqué lo que habíamos hablado Daniel y yo.

-Y ¿Ahora? –Me preguntó.

-Es hora de dar el siguiente paso del plan. –Rafa sonrió, con esa sonrisa de complicidad.

Nos arreglamos de manera muy casual y para las 10pm salimos del hotel. Agarré mi teléfono y le mandé un mensaje a Daniel.

-¿Puedes pasar al hotel por mí? No quiero separarme de ti aún.

-Llegó en 20 minutos. –Respondió.

-Listo. –Le dije a Rafa.

Nos subimos al auto y arrancamos. En 10 minutos llegamos a nuestro destino. Nuevamente agarré el teléfono y le volví a mandar un mensaje a Daniel.

-Disculpa, tuve que salir de emergencia hacia mi ciudad. Quería despedirme de ti, pero no pude esperarte. Seguimos en contacto. Espero verte pronto. Te amo.

Apagué mi teléfono.

-Estoy nerviosa. –Le dije. –En mi mente tengo millones de fantasías que se me van a presentar al momento de bajar del auto.

-Manos a la obra. –Dijo Rafa. –Vamos ya que yo también quiero ser parte de todo eso que traes en la cabeza.

Me quedé un rato viendo a la nada. Mi entrepierna se humedeció.

-Andando. –Le dije. El auto se acercó a la entrada. Por fuera, la casa se miraba al fondo de un sendero. Era enorme o al menos de lejos daba a entender eso. Se acercó una persona de seguridad.

-Buenas noches. –Saludó.

-Buenas noches. –Saludamos. –Venimos a ver a tal persona. Soy su sobrina, Julia Rdz.

-Permítame. –Se metió a su caseta. Luego de un rato, salió. –Adelante. –Se abrió el portón.

Avanzamos a través del sendero. Sería cerca de 100mts lo que recorrimos. Llegamos a la casa. Era enorme, de 2 pisos. Fuera nos esperaba una persona que nos abrió la puerta del auto. Bajamos.

-Gracias. –Dijimos los dos. Se llevó nuestro auto.

Apenas subimos un par de escalones que estaban en la entrada de la casa cuando se abrió la puerta y salió mi tía.

-Hola, Julia. –Me saludó con una sonrisa.

Continuará.