Mis fantasias se vuelven realidad

Una joven caliente que un compañero de colegio se lleva una gran sorpresa.

Mis fantasías se vuelven realidad.

Una mañana de mayo, cuando iba subiendo las escaleras del colegio lo vi. Yo solo tenia dieciséis años y mi experiencia sexual no había llegado más allá de algún que otro beso de mentiras mientras jugaba con mis primos; pero mi imaginación era un volcán activo a punto de hacer erupción cada vez que veía a ese muchacho.

Su nombre era Cristian, cursaba el último año, era delgado, de tez blanca, cabellos castaño claro, ojos verdes; pero sin duda alguna, su mejor atributo… era su sonrisa, la cual tan inmaculada arrancaba varios suspiros por los pasillos del instituto. En más de una ocasión, luego de un recreo en el cual nos habíamos cruzado, yo terminaba en el baño de chicas, imaginando que sus manos rozaban mis pechos, y su lengua jugaba con mi clítoris; y así de esa manera terminaba masturbándome.

Así fueron pasando los meses y mi imaginación no cedía ante los encantos de aquel perfecto espécimen del sexo masculino, hasta que un día caí en la cuenta que solo quedaban dos semanas de clases y ya nunca más volvería a verlo.

El lunes anterior al terminar las clases me retrase en el aula hablando con una profesora, y para cuando termine mis compañeras habían desaparecido, todos habían desaparecido y solo quedaba yo en el colegio. Es así como baje corriendo las escaleras y salí a los bicicleteros, para descubrir con horror, que me habían robado la bicicleta. Sin otra forma de volver a casa, emprendí mi marcha caminando. No había terminado de hacer una cuadra, cuando a mi lado se detuvo un coche, abrieron la puerta y un muchacho me pregunto si quería que me llevara; tuve toda la intención de decir que no, pero cuando levante la mirada no podía dar crédito a lo que veía. Ahí sentado detrás del volante, con su sonrisa que lo caracterizaba, estaba El, tan hermoso como siempre. Le respondí a su sonrisa y con un breve abrir de mis labios dije que si.

Subí a su auto y me pregunto la dirección, a lo que le conteste casi en un suspiro. Emprendimos la marcha y luego de algunas cuadras me pregunto mi nombre y varias cosas más. Yo contestaba con la mirada en el piso, ya que temía que si le miraba a los ojos descubriera todos los pensamientos y deseos que recorrían mi ser desde hacia ya casi un año, temía que descubriera mis más íntimos secretos de los cuales el era participe absoluto. Intuyo que algo sospechó pues me dijo que estaba muy callada y yo me puse roja como un tomate, el sonrió y no omitió más palabras.

Llegamos así a la puerta de mi casa, yo me disponía a bajar cuando me agarro de la muñeca, me atrajo hacia el, levanto mi cara sosteniéndola de mi barbilla, miro mis ojos y me dijo que era muy bonita. Yo muerta de vergüenza y excitada como nunca le di las gracias y me acerque para darle un beso en la mejilla, pero era el quien se notaba tenía más experiencia que yo, beso mis labios. Fue un beso tierno y encantador, que solo duro tres segundos; pero para mi fue lo mas excitante que me había pasado. Le agradecí nuevamente y me baje del auto como pude.

Entre en mi casa corrí a mi habitación y me metí en la ducha para poder saciar todos mis deseos y para apagar el fuego que corría por mi boca y mis entrañas. Una vez que llene la bañera, me senté en ella comencé a recordar lo que había sucedido, su perfume, su sonrisa, su calor al tomar mi muñeca, sus labios tiernos y a la vez exigentes sobre los míos, como implorando más y ya no pude contenerme y me masturbe hasta llegar al clímax mas excitante que había logrado hasta el momento. Cuando estuve satisfecha termine de bañarme y me recosté un rato para recobrar energías.

No volví a tener oportunidad de hablar con el, pero por lo menos ahora cuando nos cruzábamos en el colegio, sonreía y me saludaba por mi nombre.

Así termino el año escolar y no volví a saber de el en casi dos meses…Un mediodía en una calurosa tarde de ese infernal verano, mi madre me comunico que ellos se irían a pasar unos días a casa de mi abuela y que mi primo vendría esa tarde a la pileta con dos amigos, para pasar el rato y para cuidar de mi. La idea no me agrado, pero que más podía hacer aparte de callarme y aceptar?

Esa tarde despedí a mis padres y a la media hora escuche como mi primo y sus amigos entraban por el portón del patio y se zambullían en la pile. Me quede en mi cuarto sin ganas de salir, pero cuando ya no pude más de calor, me puse mi bikini amarillo y salí al patio con la idea de refrescarme un poco. Al llegar al quincho que estaba contiguo a la pileta, me dispuse a dejar la toalla sobre una reposera para meterme a la piscina. Ahí fue cuando mi primo me llamo para presentarme a sus amigos, me acerque y salude a uno de ellos, el otro estaba sentado a la sombra de un sauce y me saludo levantando la mano y con una sonrisa que ya conocía muy bien. Me hizo una seña para que me sentara a su lado, y mi cuerpo respondió sin esperar la orden de mi mente, es así como sin darme cuenta estaba sentada a su lado, se acerco para darme un beso y otra vez su boca rozo la mía en una leve caricia; me miro a los ojos y me volvió a decir que estaba muy hermosa. En ese momento y antes de que pueda reaccionar, mi primo se acerca para decirnos que llevaría a Matías, su otro amigo, a su casa. Y le pregunto a Cristian si se podría quedar conmigo hasta que volviera. Cristian lo miro, le hizo una sonrisa pícara y le dijo que no se preocupara, que no hacia falta que volviera, El se encargaría de cuidarme, me quede boquiabierta y antes de poder decir algo, mi primo había desaparecido.

Cristian se acerco y empezamos a hablar, después de un rato y varias bromas la charla surgía como nada y la pasamos súper bárbaro. No fue hasta casi entrada la noche que me volví a sentir avergonzada, fue cuando Cristian se me acerco muy lentamente por detrás, mientras estabas en la pileta y empezó a susurrarme cosas al oído, y cada tanto besaba mi cuello. Cuando ya no pude resistirme me gire para quedar frente a el y así fue como sus labios rozaron los míos y su lengua comenzó a lamer la comisura de mi boca, luego los labios, a los cuales estos se abrieron y dejaron que su húmeda lengua penetrara mi boca. Una ola de calor se apodero de mi cuerpo y me apreté contra el, lo besaba con desesperación y note como el se iba excitando también. Sentí como su mano bajaba por mi espalda y me arquee en un acto reflejo, allí fue cuando descubrí que había desatado mi corpiño y estaba desnuda. Mis pechos quedaron a su disposición, me tomo de la cintura, me sentó en el borde de la piscina y delicadamente comenzó a pasar su lengua por mis pezones endurecidos, lo tome de su cabeza y me arqueaba de placer, el noto que lo estaba disfrutando y poco a poco me fue recostando en el suelo, todavía parado dentro de la pileta, se alejo un poquito, tiro de los cordones de mi bikini y antes de poder decir algo estaba bajando por mi abdomen con besos y lamidas que me marcaban la piel como un camino de fuego. Así llego a mi entre pierna y comenzó a besar mis muslos, los cuales se abrieron instintivamente ante su exigente lengua y le dejaron mi vagina al alcancé de su boca. Se acerco muy lentamente y empezó a lamer muy despacito mi clítoris y a succionar de una manera maravillosa todo mi ser introduciendo su lengua en lo más profundo de mi sexo. Mis gemidos se hacían cada vez más fuertes y temiendo que nos oyeran los vecinos, Cristian poso suavemente una mano sobre mi boca, a lo que respondí chupando cada uno de sus dedos. Me di cuenta que esto lo excitaba ya que su lengua dejo de ser compasiva con mi vagina y entraba y salía de esta lo mas rápido posible. Cuando ya no podía contenerme más, me entregue al placer extremo que me provoco mi primer orgasmo y note que a El le gustaba, pues succionaba cada vez más fuerte. Levante mi cabeza, lo mire a los ojos y le sonreí, el me tomo de mi cintura nuevamente y ya estando desnudo se sentó en un escalón de la pileta y me sentó sobre el, lo hizo tan delicadamente que el dolor se mezclaba con el placer, y al cabo de uno segundo, su miembro estaba todo dentro mío. Nos movíamos en un vaivén casi espásmico, con el placer que me provocaba yo cada tanto me arqueaba hacia atrás y el aprovechaba para agarrar mis pezones con su boca y llevarme a la locura. Sentí como empezó a moverse cada vez mas rápido, lo mire a los ojos y note que el placer se apoderaba de el, es así que yo también me entregue por completa y tuvimos un orgasmos casi simultáneo.

Cuando nos recuperamos de esa experiencia maravillosa, nos abrazamos y salimos de la pileta. Ya era noche cerrada y entramos a la casa para comer algo. Hablamos de todo un poco y después de comer le dije que iría a bañarme, el asintió y yo subí corriendo las escaleras. Entre al baño, abrí la ducha y me metí. Apoye mis manos sobre la pared y mi cabeza en estas, me relaje y comencé a recordar lo que hacia unos instantes había vivido.

Casi sin darme cuenta , sentí como unas manos ya conocidas me tomaban y me volteaban con dulzura, ahí frente a mis ojos estaba el hombre que me había hecho mujer, el hombre de mis fantasías mas ocultas y lo mejor, era que estaba dispuesto a cumplírmelas a todas.

Tratando de complacerlo y brindarle todo el placer que me había brindado a mi esa tarde, lo empuje contra la pared, le separe las piernas y me arrodille frente a el, comencé a besarle el abdomen, siguiendo la línea de su ombligo y me di cuenta que se empezaba a excitar nuevamente, tiro su cabeza hacia atrás y cerro sus ojos. en ese momento aproveche y con mi lengua comencé a recorrer todo el tronco de su pene, lamía ese miembro como si fuera un helado y cuando no pude resistir mas la tentación lo introduje todo en mi boca y comencé a succionarlo una y otra vez. Cristian no podía contenerse y sus gemidos salían a borbotones de su boca y de su alma, lo que me provocaba un placer cada vez más grande. En un arrebato de locura me levanto de un tiron, me acostó sobre el frió de la de la bañera y se recostó sobre mi. Su miembro comenzó a entrar en mi vagina y yo sentía como me invadía nuevamente un placer descomunal, al cabo de un rato note como su cuerpo se contraía y todo su semen caliente entraba en mí ser para inundarme los sentidos de locura y éxtasis. Una vez que los dos terminamos, nos bañamos y nos fuimos a mi dormitorio. Estábamos tan exhaustos los dos que nos abrazamos y nos quedamos dormidos en un minuto.

A la mañana siguiente, cuando me despierto, creyendo que todo fue solo producto de mi imaginación, encuentro sobre mi almohada una rosa y una nota que decía, Gracias por una velada maravillosa. Cristian.

Mas tarde ese día sonó el teléfono y era el, para invitarme a tomar algo, me bañe, me vestí y cuando estaba por terminar, llego a buscarme. Esa semana repetimos aquella experiencia cada vez que nos fue posible, y desde ese entonces, no hay un solo verano en que Cristian no pase una o dos semanas siendo mi esclavo sexual.