Mis experiencias con la masturbación anal XII (1)

En el que cuento un encuentro con mi dildo en el baño mientras me preparaba una una intensa sesión de masturbación anal. Habrá segunda parte.

Mis experiencias con la masturbación anal XII

Primero debo ofrecer disculpas. Hace un poco más de un año envié mi último relato. La escritura aún me apasiona, igual que la masturbación de mi culo. Han pasado muchas cosas a lo largo de este año, pero he vuelto para relatar mis experiencias de autosatisfacción. Hace poco encontré, entre las cosas que dejé guardadas por ahí antes de irme de casa, la película en la que vi un lunar en una nalga izquierda y el enorme ano de una rubia taladrado por un pene descomunal. Me trajo los recuerdos de la primera vez que me metí el cabo de mi cepillo de dientes y luego un tarrito de desodorante. La primera vez que grité semejantes groserías sin temor a que me oyeran.

Las laptops de última generación no traen bandeja para cd , por lo tanto, en una pc antigua en casa de una tía, logré pasar la película a un pendrive , así que hace pocos días preparé todo en mi habitación, eran más o menos las 9 de la noche, mamá veía telenovelas encerrada en la suya. Sé que no es necesario describir la preparación de mi culo para la subsiguiente práctica, pero se me antoja delicioso hacerlo.

Reproduje la película en mi laptop, recordé la parte dañada de la cinta en que la pantalla se queda oscura, entonces busco el instante en que, siendo una pequeña señorita con los senos apetitosos apenas en su camino a madurar, abrí los ojos ante la hermosa posibilidad de tener mi culo así como el de la perra de la pantalla. Un ano con la piel delicada, rojiza, sensible, cuán sensible ha de ser como para gemir sonidos que se escapan por las casi impenetrables hendiduras entre sus dientes. Uhhhjjjjjmmmmmm, oOoohhh . La verga se sale accidentalmente, la chica empieza a exhalar aire por su boca como un cachorro sediento. Toma el pene con la mano y busca con el glande su vagina. Esta se resiste a la penetración, ella lo intenta de nuevo y el pene se desliza encontrando paso a través del ano en exceso dilatado.

Cuando me hago consciente de las paredes de mi habitación y el olor de una vela aromática que encendí hace un minuto, escucho los gemidos que salen de mi propio pecho, una especie de eco que se ha reproducido casi infinitamente desde hace años, mientras muevo de forma circular dos de mis dedos en el interior de mi ano.

He puesto aceite en mis nalgas y con la mano me froto el resto de mi cola. Froto el interior de mis nalgas, donde ambas se unen, deslizo el canto de mi mano de arriba abajo varias veces, un gemido ahogado y subo, otro menos apagado y bajo. Estiro mis dedos medio y anular hasta rozar el extremo de mi vagina, de inmediato siento un pálpito y casi me parece percibir el recorrido de mi sangre por todo mi cuerpo. Siento la cabeza presionada, un efecto de duermevela como el de la hierba en el silencio de la noche. Empiezo a sentir el calor húmedo en mi entrepierna y en la frente.

Cuando siento los esfínteres suficientemente relajados, tomo el buttplug , lo deslizo entre mis nalgas como hice con el canto de mi mano hace unos instantes. Se siente resbaloso, pongo los ojos en blanco mientras ingresa la punta del objeto entre mi primer esfínter. Recuerdo mi paseo por las calles de mi ciudad con el mismo objeto metido en el culo, siendo tan jovencita y atrevida. Mi respiración es jadeante y me doy cuenta de que me perdí el resto de la escena en la pantalla del equipo. Juego un rato con el buttplug hasta que el hombre de la película eyacula en la cara de la rubia. Ese gesto de placer con los párpados y los dientes apretados mientras absorbe aire entre los dientes y su saliva. Me pregunto cómo será el orgasmo masculino.

Ayyy Dios, sí, uff, qué rico, susurro, lo cual me excita aún más. El susurro se encuentra clavado entre el silencio y lo cotidiano, es una invitación a ser cómplice de algo, revela un secreto y reclama el pecado. Los susurros escapan. Pauso el video, me pongo un short y voy al baño a meterme una descarga de agua en el culo. Vuelvo con el short húmedo por casi toda mi zona pélvica, húmedo de fluidos vaginales, de agua y sudor.

Pongo un cojín y una toalla sobre mi cama, me acuesto boca arriba y acomodo allí el culo para que quede levantado. Subo mis rodillas hasta que toquen mis senos y pongo el cenicero sobre mi abdomen. Enciendo un cigarrillo, me gusta el tono sexy que pone este a las actrices medio déspotas, Les femmes fatales del cine de inicios y mediados del siglo pasado.

Cuando termino el cigarrillo siento la necesidad de abrir mis piernas, aún veo porno en la pc, froto el olor a tabaco impregnado en mis dedos por los labios de mi vagina, acaricio mi clítoris, inserto dos dedos, encuentro mi punto g, siento corrientazos en las piernas, algo electrizante me invade. Suena el temporizador y voy al baño chorreante de éxtasis.

Puedo obviar lo siguiente, eliminación de deshechos. Repito el proceso una vez más, me llevo el dildo conmigo, lo fijo a una baldosa en la pared del baño a la altura de mi cadera, lo saboreo cubriéndolo con mi saliva hirviente, le doy la espalda y lo introduzco en mi vagina. Tomo mis nalgas separando una de la otra mientras inicio un movimiento de vaivén o ve y vuelve para que te vengas. Mi vagina se siente a reventar, mi ano es acariciado por mis dedos, meto uno en mi boca y luego en él. Imagino que me penetran dos hombres. ¿Cómo será el orgasmo masculino?

Veo de reojo el inodoro y se me ocurre algo. Cierro la tapa del mismo, mi dildo y yo nos despegamos de la pared y nos pegamos de dicha tapa. Entonces empiezo un movimiento delicioso hacia arriba y hacia abajo lentamente, llenando mis paredes vaginales con aquel amigo. Lo retiro lentamente, está mojado, así que lo lamo, lo acaricio con mis labios, succiono y dejo rastros de saliva que con la mano esparzo por todo su ser venoso, falso y venoso. Su glande encuentra mi ano, mi ano real y suave. Lo inserto despacio, recordando siempre la primera vez, cuando creía imposible que la gente hiciera esto.

Es una delicia sentir cómo el esfínter se ve obligado a dilatarse. Acabo de pensar en la sensación y el cuerpo me lo pide, siento calor en la cabeza, me tiemblan las manos, se me dificulta un poco redactar en este momento, siento el estómago vacío, estoy ansiosa, deseosa...