Mis experiencias con la masturbación anal (IV)

Sobre lo que pasó un año después de haber metido por mi culo tres de mis dedos

Empecé a estudiar en la mañana y mi padre se fue, cosa que nos afectó muchísimo a mi madre y a mí, pero la vida de nosotras seguía y había muchas cosas por meter en mi culo hambriento. Debido a la ausencia de mi padre, mamá casi nunca estaba en casa porque debía hacer muchas diligencias, papeleo, seguro médico, divorcio, etc. Pasé un año haciendo lo mismo, es decir, metiéndome tres dedos hasta gemir de lascivia. Un año puede parecer mucho tiempo haciendo lo mismo sin transgredir los límites, sin embargo, el placer estaba en otros factores. Exploré muchas posiciones y muchos lugares. Me tumbaba en el suelo de un lado o del otro, con las piernas flexionadas o estiradas, boca abajo, en cuatro, boca arriba con las piernas juntas o separadas, parada, sentada en el borde de una silla que dejara mi culo expuesto al aire para meter mis dedos; en el baño, en mi habitación, en el suelo, sobre mi cama, en el sótano, en el baño de la escuela. Llegaba de estudiar al mediodía y permanecía en casa sola hasta que era de noche. A veces lo hacía en el patio de la casa donde fácilmente los vecinos podrían verme y eso era más excitante aun.

Ya era un poco mayor y un día caminaba sola por el centro de la ciudad. Hay un centro comercial en el que abundan locales de películas de todo tipo, nuevas y usadas. Me encontré caminando sola por allí, entonces, en una vitrina vi noté de reojo una carátula con la imagen de una mujer recostada de lado en una cama mientras un hombre recostado detrás de ella le metía el pene en aquel lugar. De inmediato el clítoris me dio un brinco, apreté el culo y sentí en mi nariz el aroma de mi ano. El vendedor era un viejo desagradable y yo, siendo una adolescente, sintiéndome toda una mujer que infundía respeto, me acerqué y le dije con voz firme pero con la cabeza llena de sangre y de vergüenza "¿Cuánto vale esta?" No fue un problema, el viejo desagradable resultó siendo un hombre muy profesional. Pagué y me fui a casa con una misteriosa bolsa negra en la mano.

Mi madre estaba en casa ese día, veía televisión, así que no pude usar el repodructor de DVD (era el único que había y siempre estaba conectado a su tv) en aquel instante. Me senté a ver televisión con ella poniendo cara de aburrida de vez en cuando y bostezando falsamente para que entendiera que quería ver algún programa específico. Lo comprendió y se fue a hacer algo para entrenerse. Bajé el volumen al televisor, puse la película y oh Dios mío, la pantalla de menú tenía la imagen de dos mujeres, una en cuatro y la otra sobre su espalda. Ambas mostraban sus vaginas, pero también se apreciaban esos pequeños orificios tiernos sin dilatar aún, herméticamente cerrados.

Le di play, los personajes hablaban mucho. Esta era mi primera película porno, así que creía que la temática sería como en la mayoría de videos que hay en la web: unos personajes desnudos que empezaban a follar así nomás, sin argumento. Subí un poco el volumen ya que era en inglés y solo hablaban, así mi mamá no sospecharía que estaba haciendo algo indebido.

Fui adelantando la película hasta que por fin vi algo de acción: sexo oral, lo adelanté más y bajé el volumen, más sexo oral, lo adelanté un poco más, demasiado sexo oral. Empecé a blanquear mis ojos, estaba húmeda, pero no soy fan de ver mamadas en el porno. Después de un rato, un tipo mete su gigante pene en una gigante vagina, me excité mucho al pensar que esa tremenda verga pudiera meterse en ese ano cerrado. La dejé fluir, de hecho fluyó demasiado y nada de anal. Empecé a frustrarme pensando que no habría nada bueno en esa película y me senté en el sofá decepcionada. De repente la imagen desapareció, la pantalla estaba negra y yo echaba chispas. No hay anal y está defectuosa .

Accidentalmente presioné el botón para pasar al siguiente capítulo y casi se me salen los ojos cuando veo semejante ano inmenso en primerísimo primer plano. La cámara se alejó un poco, apareció un gran lunar en una nalga de la chica, estaba recostada sobre su espalda en un sofá con las piernas levantadas, se acababa de subir al sofá, pero ya llevaba rato siendo penetrada por allí. Es una lástima no haber visto cómo empezó todo pensé mientras, sin darme cuenta, mi mano viajaba hacia mi vagina.

Mientras recogía mis fluidos en mis dedos, frotaba mi clítoris y metía mis dos dedos en mi vagina, el inmenso miembro de la pantalla se introducía en ese ano abierto y jugoso y se movía lentamente. La cara de ella me mataba de envidia, dejaba ver sus dientes mientras tomaba aire por su boca y la abría para expulsarlo al mismo ritmo de la verga. El pene entraba, el aire entraba; el pene salía, ella exhalaba. Apoyaba su mano derecha en el abdomen del hombre intentando controlar el ritmo y la presión, era un pene gigante, seguramente lo sentía tocando el fondo de su recto.

Su cara roja de placer, su boca abierta exhalando aire caliente, su cabeza retorciéndose en el espaldar del sofá, era mi heroína, amaba ver su ceño fruncido y su mano acariciando su vagina mientras yo acariciaba la mía. Tomé un poco de ese fluido que escupía, alargué un poco la mano y empapé el ano con él. El desespero me obligó a introducir la yema del dedo medio y dibujar círculos dentro para expandir la cavidad. Mi ídolo ocasional de la pantalla bajó su pierna izquierda buscando una sensación diferente. Esto lo experimenté yo en una de mis sesiones. Estaba tumbada boca arriba en el borde de la cama con las piernas levantadas, follándome con mis dedos índice, medio y anular de la mano derecha, entonces sentí el gran deseo de bajar la pierna izquierda y seguir dándole. La sensación es muy diferente dependiendo de la posición que se elija.

El dueño del miembro gigante no entendió lo que quería y volvió a subir su pierna, lo que sí cambió fue el ritmo, ahora se movía más rápido. El pene se salió por accidente y ese gran orificio quedó expuesto de tal manera que quise tocarlo, sentirlo como si fuera el mío. Pronto, ella lo volvió a tomar con sus manos y lo introdujo de nuevo con tanta hambre. El plano cambió de su culo a su cara. Esa cara de placer, Dios mío, qué envidia, mi clítoris arde cada que la recuerdo, mi culo se abre, palpita, pide que lo toquen, mi vagina escupe chorros de humedad. Carajo, no aguanto. No veo la hora de terminar de escribir este relato para ir a joderme el culo y la vagina hasta gritar de placer, el buttplug que tengo metido ahora me queda pequeño. Necesito más, más, MÁS...

En poco tiempo el miembro se salió de ese culo abierto y ella lo tomó en sus manos, cerca de su cara. Lo masturbó hasta que por fin su semen chocó contra sus ojos, un hilo de semen en su frente, otro en su cabello, gotitas colgando de sus pestañas y finalmente la verga en la boca, saboreándolo con deleite.

Aún quedaban dos tercios de la película por ver, ¿qué imágenes me traerían? ¿Qué momentos de goce me regalarían? Esa noche no pude dormir bien pensando en esto y tragándome mis dedos por el culo.