Mis experiencias con la masturbación anal (II)

Segundo relato de mi serie. En este cuento cómo la curiosidad y el morbo me llevaron ir un poco más allá de solo tocar la piel de mi ano.

Pasaron unos 5 años durante los cuales aprendí a conocer un poco más mi cuerpo, me interesé por la educación sexual en la escuela y comprendí muchas cosas acerca de la imagen que pude observar en la televisión aquella noche mientras mamá iba por café. No sobra decir que aprendí mucho sobre erotismo buscando videos en la web en distintos cafés internet cerca del barrio en donde vivía y acariciando mi vagina, acariciando mis pequeñísimos senos, incluso empecé a sentir una atracción mayor por los chicos, aquellos seres medio primitivos que solo pensaban en jugar a los golpes para probar cuál era el más fuerte de todos, gran parte de sus vidas juegan a lo mismo.

Una noche sentada en el escritorio de mi habitación mientras hacía mis tareas para la escuela, por pura asociación, al ver mi lápiz recordé aquella noche, aquella primera vez que nunca se olvida, mi dedo medio tocando mi ano desnudo. Lo volví a hacer, pensé un rato y planeé algo, le dije a mamá que debía ir temprano al café internet (era el año 2006 y no era común que un hogar latinoamericano contara con conexión a internet) para consultar una tarea y me fui a dormir pronto. En la mañana fui a realizar la consulta para una tarea muy educativa, aunque no era precisamente para la escuela. Abrí Google y busqué las palabras sexo anal , pasé por algunas páginas muy interesantes, pude ver imágenes y videos de mujeres con enormes penes clavados en sus culos, vi por primera vez cómo queda un culo luego de ser penetrado por unos minutos, me pareció hermoso y comprendí lo que fue imposible para mí comprender, "el culo se estira", pensé, "podría intentarlo". Mi clítoris se llenó de sangre y solo faltaba que tuviera boca para que me gritara que lo tocara con mis dedos bañados en saliva. Mi vagina se humedecía solo un poco menos que ahora.

Pasé muchos minutos observando esa imagen quedándome sin tiempo y sin dinero para consultar otro punto de mi tarea. Así que tuve que volver a casa con la tanga húmeda y un cuaderno en la mano donde había tomado apuntes de una antigua tarea la noche anterior por si mamá quería ver lo que acababa de consultar. Fui a prepararme para ir a la escuela y, mientras me bañaba, mi mano enjabonada se resbalaba por mis apenas formadas nalgas y, sin pensarlo mucho, acerqué mi dedo medio al agujerito logrando tan solo pasar el primer esfínter. Muerta de miedo, lo saqué porque la sensación fue muy extraña, era la punta de mi dedo metiéndose en mi ano con una facilidad increíble para mí. El día en la escuela se me hizo eterno. Cuando volví a casa corrí a mi habitación, dejé mis cosas en una silla, me recosté boca arriba, bajé un poco mi ropa interior y lo toqué de nuevo, esta vez no se sentía como las anteriores, ahora la piel era más suave y estaba un poco humedecida.

Estallando en un éxtasis incontenible me deshice de mis bragas y corrí al baño. Mi madre habrá pensado que no aguantaba las ganas de evacuar, pero no aguantaba las ganas de hacer justo lo contrario. Masajeé un poco mi ano, pues la sensación de la piel humedecida y suave me fascinaba (me fascina, de hecho). Sentada en el sanitario intenté meter el dedo allí y parecía que podía lograrlo, pero necesitaba algo. "Jabón" dije en un susurro, así que mojé mi dedo y lo pasé sobre mi barra de jabón. El dedo se sentía cremoso cuando lo acerqué a mi culo, entonces solo tuve que hacer un poco de presión y empezó a deslizarse dentro. ¡Dios mío! Era increíble, me puse tan caliente que con la otra mano empecé a acariciar torpemente mi vagina mientras en mi culo permanecía la mitad del dedo estático. De repente sentí unas ganas inmensas de evacuar, así que saqué el dedo limpio. Me tomé un minuto para pensar en lo delicioso que ello se había sentido, reaccioné y lo volví a introducir, esta vez un poco más hasta el fondo. Me asusté mucho porque toqué algo sólido y desagradable dentro y así lo dejé entonces.

Al día siguiente esperé hasta que se hiciera de noche y fui al café internet, esta vez no se me acabaría el tiempo antes de consultar el resto de mi tarea. Decidida, escribí en el buscador cómo estirar el ano y para mi placer aparecieron un montón de guías para dilatar el ano. Leí unas cuantas, pero no diferían mucho, todas decían lo mismo básicamente. Me quedaban 15 minutos para usar el ordenador y decidí poner en el buscador dilatación analvideos y fue así como encontré videos de marturbación anal, entonces reproduje uno de ocho minutos en el que una chica desnuda desde las rodillas hasta la cintura aplicaba algo en su mano, luego en su agujero y poco a poco alternaba entre masajear y penetrarlo con un dedo, luego dos, después tres, en ese punto yo estaba demasiado sorprendida, recordé el tamaño del objeto que le metían a la chica de la televisión hace cinco años y pensé que no era solo un mito, no había engaño, era real y yo también podría hacerlo; luego se recostó sobre su costado izquierdo, tomó un objeto con la forma y el tamaño de un pene gigante para mí, que sería diminuto años después. Se maturbó usándolo los 4 minutos restantes.

La mujer del video se martubaba lento, a veces rápido, a veces lo sacaba dejando el agujero súper dilatado y volvía a meterlo. Era hermoso ese agujero oscuro que parece infinito, entreabierto, la piel delicada y levemente más oscura y enrojecida que la de sus nalgas. Hermoso, envidiable, quería mi culo así y quería que fuera pronto.