Mis experiencias como hetero

Aunque me consideraba heterosexual, mas de una vez cate alguna polla (relato con fotos)

Mis andanzas homosexuales comenzaron mas bien tarde, justo el día de mi 25 cumpleaños, hice una fiesta y vino bastante gente, bebimos, bailamos, nos reímos un montón y el colofón llegó al final, cuando ya casi todos se habían ido y sólo quedábamos la peña habitual, entre nosotros decíamos que éramos los cinco fantásticos, son mis compañeros de perrerías y de lágrimas. La cosa transcurrió así; nos quedamos solos, seguimos bebiendo y comenzamos a comentar de las chicas, de cómo habían tonteado con nosotros para al final largarse y dejarnos calientes, ya sabéis, total que entre bacilones a alguno se le ocurrió la genial idea de pajearnos para bajar la calentura, todos aceptamos, nos desnudamos y entre risas terminamos sentados los cinco en el sofá. Todo normal hasta que uno de ellos me agarró mi polla, yo sin pensarlo agarré la que mas cerca tenía y en un momento, todos estábamos pajeando pollas diferentes a las nuestras.

Después de ese día no volvimos a hablar del tema todo siguió como antes, aunque no exactamente, yo no dejaba de pensar y de masturbarme con la idea de una polla en mi mano, el haber sentido como otra leche de macho resbalaba por mi mano me ponía cachondo.

Solo hacía eso, pajearme, no sabía nada del tema gay, y además creo que no quería saberlo, esperaba que esto de pensar en pollas fuera algo pasajero, pero lo cierto era otra cosa.

Un día estaba de compras en el centro comercial con una amiga que intentaba fuera algo más que eso, entre al baño, me metí en uno de los privados, y mientras me desabotonaba el pantalón me di cuenta de que en el de al lado habían dos personas, podía verlos reflejados en la baldosas del piso, y vi como uno le chupaba la polla al otro, aun sin salir del pantalón, la mía se había puesto morcillota viendo el espectáculo.

Mayor fue mi sorpresa al girar la cabeza y comprobar que tenía a mi lado una polla empalmada que asomaba a través de un agujero. Dudé unos segundos, no sabía si salir corriendo y olvidarme de lo que había visto o hacer lo que al final termine por hacer.

La agarré y comencé a pajearla, me gustaba sentir ese miembro tieso y latiendo en mi mano, me senté en la taza acerqué mis labios y después de pensarlo por un breve espacio de tiempo, la engullí, jugué con mi lengua y la cabeza, movía la cabeza para pajearla, estaba realmente disfrutando del momento, del anonimato y de la polla, pero no llevaba sino dos minutos saboreando el momento cuando de repente y sin darme tiempo para sacarla de mi boca, los chorros del leche comenzaron a salir por la comisura de mis labios en lugar de repulsión me produjo un calentón tremendo que a punto estuve de correrme yo también al sentir ese líquido caliente resbalando por mi cara.

Me la saqué del pantalón y sin soltar mi mano de la otra polla que aun soltaba alguna que otra gota de leche comencé a pajearme, y bastaron tres sacudidas para que mi polla soltara rios de leche contra las baldosas. Permanecí aun un rato deleitándome de la polla que había estrenado mi boca, del semen por mi cara, estaba en la gloria.

Pasaron años en los que no volví a tener experiencia igual, tenía mi novia formal, disfrutaba con ella del sexo y era más o menos feliz. Aun así, al pajearme muchas veces me venía a la mente aquella polla de dueño desconocido, aquella leche caliente por mi cara

Fue al cumplir los 35 que volví a tener otra experiencia homosexual, esta vez fue en un viaje de negocios en el que por error de reservas, tuve que compartir habitación con un compañero de trabajo, ya os imaginareis, los dos solos en la habitación, y yo que ya tenia conocimientos de los gustos homosexuales de mi colega, basto solo un poco de insinuación por mi parte para que en poco tiempo estuviera mi polla experimentando la primera boca masculina, la verdad es que me gustaba mas incluso que cuando mi novia me la chupaba, esta vez era una boca que se detenía en puntos que a mi me ponían a mil, que sabía como usar su lengua, estaba realmente disfrutando.

Pero mi amigo también requirió de los servicios de mis labios y fue ahí que llegó la segunda polla que cataba en mi vida. Vaya si la caté de mil posturas diferentes, y de mil maneras diferentes, mi lengua hizo bastante ejercicio, y mis labios terminarían hasta por molestarme.

Para mi desgracia esta vez no pude sentir la leche resbalando por mis labios, cuando notaba que estaba a punto de correrse aceleré el ritmo en espera de que el ansiado líquido me inundara la boca, pero no fue así, me agarró mi cabeza y la separó y mi pecho terminó bañado en semen, aunque no tanto como mi primera vez, me gustó el sentir de nuevo la leche de otro hombre resbalando por mi cuerpo. Tanto que otra vez volví a correrme sólo con casi tocarmela.

Después de esa noche volvió a pasar el tiempo hasta que volviera a catar polla, pero ya no las cataba sólo con la boca, pero esa es otra historia diferente.

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