Mis dulces secretos sexuales (3)

Que puedo decir, hay varios ricos encuentros, y por fin encuentro al hombre indicado para desvirginarme.

Hola. ¿Cómo están? Espero que no se hayan olvidado de mí, pues yo he disfrutado mucho escribiendo mis vivencia; y espero que ustedes también leyendotas. Por cierto, les agradezco sus mails, y sus comentarios en esta página, es muy padre para mí leerlos.

¿En que nos quedamos? A sí. Con Bianca y Daniel. Con Daniel las cosas terminaron rápido, pero con Bianca se prolongaron por más de un año, pronto les relataré nuestros encuentros más notables.

Una vez fui a la casa de un amigo que se llama Cesar. En esta fiesta nos pusimos a jugar botella, era algo tarde, no mucho, pero ya sólo quedábamos cuatro chicas y unos siete muchachos, la mayoría era más grande que yo. Varios estaban algo tomados, aunque yo sólo bebí una cerveza y estaba muy normal. Pero bueno en el juego de botella me tocó perder, y los groseros me dijeron que de castigo tenía que quitarme la blusa y recorrer la cuadra sólo en sostén. Yo me negué a hacerlo, pero todos ya habían perdido y todos habían cumplido su castigo. Todos me insistían, e incluso yo ya lo estaba pensando, cuando Omar dijo que me perdonaban, pero que después me pondrían otro castigo. Él tenía 15 años y ya habíamos salido varias veces. El juego siguió, pero luego Omar me habló a mí y a su primo, que sinceramente no recuerdo como se llamaba.

Te salvaste de tu castigo Ale.- Dijo Omar, ya que estuvimos en una salita en la planta alta.

Sí gracias.- Dije sonriendo.

Pero ahora te va a tocar otro.

¿Cuál?

Tú sabes, lo que hicimos la otra vez. Pero también a mi primo.

Yo iba a decir algo, pero Omar me besó, y lo hacía tan bien que no pude decir nada. Pronto nos tiramos en el sillón y de inmediato me empezó a manosear las tetas, pero su primo también se sentó junto a nosotros y me acariciaba las piernas por debajo de la falda. A mí me gustó así que no dije nada, además estaba muy ocupada buscando desabrochar el pantalón de Omar. Cuando por fin lo hice, su verga ya estaba a mil. Omar me sacó la blusa de tirantes que llevaba yo puesta. De inmediato su primo me tomó una de mis chichis, así que cada uno ya tenía una de sus manos en mi busto, y otra en mis piernas muy cerca de mi rajita. A mí ya no me importaba que fueran dos, al contrario me gustaba. Omar se paró para sacarse el pantalón y su primo aprovechó para acercarse a mí; nos comenzamos a besar y libero mis tetas del sostén, las estrujó, jugó con mis pezones, las lamió y hasta me las mordió. Su mano llegó a mi chochita y me comenzó a sobar sobre mi tanga de una forma riquísima. Omar estuvo listo muy pronto. Se sentó en el sillón con ese tremendo pene apuntando al techó. Yo subí mis piernas al sillón y agache mi cara para empezar a lamer, besar y chupar un pene, a lo cual me había vuelto adicta. Mientras tanto el primo me despojó de la falda y la tanga, así que quedé casi completamente desnuda, sólo con los zapatos y el sostén medio puesto.

Lamí los enorme testículos de Omar, mientras el masajeaba mis tetas, estaba lista para meterme su pene a la boca, pero…Ahh!! Que ricura, ese dedo entrando lentamente a mi chochita, empapándose de mis jugos para hacer más placentera la invasión. Ese primo sabía muy bien lo que estaba haciendo. Por fin me recupere e hice mío ese pene, desde el glande hasta la base, lo ensalivé, degusté y lo recorrí en cada rincón. Tomé con mi mano el escroto de Omar y empecé a sobarlo, pues sabía muy bien lo mucho que le gustaba. Ese primo era increíble, pues ahora se estaba comiendo mi rajita. ¿Cómo nunca antes había estado con dos hombres? Cuatro manos una lengua y un pene que me volvían loca, me convertían en una zorra más allá de lo que siempre creí ser. Empezó a presionar su lengua en mi ano, una de las cosas que más me excitan, me lengüeteó el ano rítmicamente, con un mete y saca delicioso, abriendo mis nalgas con sus dos manos para meter mas su lengua en mi ano, el cual chorreaba por su saliva. Luego su dedo regresó a mis labios vaginales y los empezó a sobar moviendo su dedo rapidísimo y haciendo poca presión sobre mi clítoris; en unos pocos segundos me llevó al orgasmo.

Me tiraron boca arriba en el sillón y cada uno se puso a un lado de mí ya los dos con la verga de fuera. Así que empecé a mamar los dos penes, me metían uno, luego el otro, y también se turnaban para magrear mis tetas, y sobar mi vagina. Pero después de un rato de tener la verga del primo, la cual era de tamaño normal, Omar debió desesperarse y comenzó a meter su verga también. Yo no lo creía pero estaba mamado dos vergas al mismo tiempo, y me estaba encantando, la sensación y el manoseo que me hacían esos dos, me poseían y me hacían lo que querían. Fue cuando sentí un chorro de semen en mi boca, no supe de quien hasta que el primo saco su pene y me baño toda la cara con su leche.

Abre la boca.- Dijo Omar después de sacar su verga de mí.

Yo lo hice y los dos primeros chorros que brotaron de su verga los metió directos a mi garganta, para luego correrse en mi cara y mis pechos, nunca había estado tan llena de semen. Luego me estuvieron chupando la rajita de una forma increíble, y me metieron un dedo en la vagina y luego uno en el ano, lo cual me dolió, pero muy rico. Todo mientras yo me tragaba el semen que quedaba alrededor de mis labios. Luego me limpiaron el resto con mi tanga, así que me la tuve que poner llena de semen, nos vestimos y regresamos a la fiesta.

Esa fue una linda experiencia, pero mucho más importante de lo que yo en ese momento hubiera pensado. Durante la siguiente semana, las cosas siguieron igual. Bianca y yo tuvimos una terapia de más de una hora, la cual me dejó exhausta, pero por más cansada que estuviera no podía dejar de chupar sus tetas y su chochita, esa mujer me volvía loca. Por fin llegó el viernes, y yo siempre me regresaba a casa caminando.

Salí caminando de la escuela con mi amiga Laura; ella quería que fuéramos a una fiesta al día siguiente, pero a mí me tenían castigada por que mis calificaciones habían baja; pues eso sí, siempre e ido bien en la escuela. Pero de pronto una voz me distrajo de la conversación.

Hola, Alejandra.- La voz provenía de un carro que se paró junto a nosotras.- ¿Cómo estas?

Hola. Bien.- Era el papá de Cesar, lo cual me extraño, pues Cesar era del equipo de fútbol, y todos se habían ido de viaje desde el miércoles, y regresaban hasta el domingo.

¿Quieres que te llevé a tu casa?- Creo que al ver mis desconcierto, agregó.- Iba pasando y te vi, también puedo llevar a tu amiga.

Está bien.

Yo me voy.- Dijo Laura.- Vivo en la siguiente calle, pero gracias.

El señor, que se llamaba Cesar también, tendría unos 38 años. Se veía muy bien, y se vestía mejor. Tenía un carro increíble. Me subí, y durante un instante nos quedamos callados. Él me sonrió y arrancó el carro.

Creí que no te acordarías de mí. Pero cuando te vi en la calle, me acorde de cuando mi hijo te presento en la casa el día de la fiesta. Espero no haberte espantado.

No, para nada.- Sonreí.- Además no tenía ganas de caminar hasta mi casa.

Sí. Hace demasiado calor. ¿No?

Muchísimo, y me muero de sed.

Te puedo invitar algo de tomar.- Voltee a verlo algo intrigada, y sinceramente un poco asombrada. Creo que lo notó.- Yo pensaba en pararme a comprar un helado, por eso te lo digo.- Se notaba muy nervioso.

Una paleta está bien para mí.

De acuerdo. – Sonrió emocionado.

Me empecé a preguntar si él quería lo que yo me imaginaba. ¿Tal vez nos había visto esa noche en su casa? Pero tal vez solo era amable, pero esta idea no me convencía. Además se veía bastante nervioso. Platicamos un rato, y yo me mostré muy coqueta para tratar de descubrir lo que este hombre se proponía. Le hablé de la escuela, de mis amigas; y mientras esto pasaba, crucé la pierna para que mi falda del uniforme se levantara un poco. Él no me quitaba la vista de encima.

Hay una muchacha con al que no me llevo muy bien.- Le seguí platicando.

¿Por?

Pues como es muy bonita y todos los muchachos andan tras de ella, pues…no sé…se cree mucho.

No creo que sea más bonita que tú.

Gracias.- Le dije agachando la cabeza, como si me apenara.- Pero si tiene una cara muy bonita.

Tú también tienes una cara muy linda, y muy bonitos ojos.

Sí, pero ella es rubia, y los hombres prefieren a las rubias que a las que somos morenas.

A mí me gustan mucho más las morenas apiñonadas. Creo que son más lindas.-Y puso su mano sobre la mía tiernamente, y sólo por un instante. Realmente se andaba con mucho cuidado. Claro que ahora entiendo porque.

Caminábamos hacía el carro cuando me detuve a ver un letrero de una película que yo quería ver. Empezamos a hablar de eso. Le comenté que tenía muchas ganas de verla, pero que en mi casa me habían castigado porque mis calificaciones bajaron, así que no la iba a poder ver hasta que estuviera en un videoclub.

Cuando quieras te invito a verla. A mi también me gusta mucho el cine.

Muchas gracias, pero le digo que no me van a dar permiso de salir en un rato.- Luego sonreí tiernamente, pues ya había ideado un pequeño plan.- Sólo que fuera temprano como hoy, pues mi mamá llega hasta las siete de la noche a la casa.

¿Cómo hoy? Pues si quieres ir… vamos, pero no quiero que tengas problemas.

Por mí está bien, mientras llegue a mi casa antes de las siete no tengo problema.

Nos dirigimos al cine, y en el camino me pidió que le dejara de hablar de usted. Me dijo que podía decirle Cesar. Así lo hice. Ya en el cine compramos golosinas y entramos a la sala. Sólo les diré que en esa ocasión, puso muy discretamente su mano sobre mi pierna, primero sobre mi rodilla y luego la subió un poco, nada peligroso. Pero me dio su teléfono y me dijo que podía llamarlo cuando quisiera, además me preguntó si podía volver a salir conmigo; claro que yo le dije que sí.

Lo que ocurrió con el papá de Cesar nunca se lo comente a él; y por supuesto, tampoco a Bianca. Tenía mucha curiosidad, y muchos nervios, pues seguía pensando que el señor me había visto en la fiesta, y lo que en ella hice, pero tal vez de ser así, no habría sido tan cauteloso conmigo.

Durante los días siguientes hablamos varias veces por teléfono, y nos vimos dos veces a escondidas, en una plaza cerca de la escuela, sólo por unos minutos, pues el tampoco quería que su hijo o alguno de sus amigos nos descubriera. Yo seguía preguntándome, si él tenía idea de que salía con una niña, que regularmente le daba sexo oral a su hijo, y que él me correspondía de la misma forma. Pero bueno, la dos veces que nos vimos, el me llevó unos regalos muy lindos. Yo ya no tenía duda sobre lo que el quería, pues lo delataba la forma en la que me miraba.

Por fin llegó el día de entregar calificaciones, lo cual significaba que ese día se terminaba mi castigo. Eso era algo genial, pues fuera de estar con Cesar y Bianca en la escuela, creo que sólo había estado con un chico más. Además yo estaba resuelta a dejar de ser virgen, y ahora podría estar fuera de casa en las tardes y salir los fine de semana. Los dos mejores prospectos que yo tenía para que me hicieran suya por primera vez, casualmente tenían el mismo nombre, e increíblemente eran padre e hijo.

El miércoles no habría nadie en mi casa, así que invite a Cesar a mi casa, a mi compañero de escuela, pues lo elegí sobre su padre. Al llegar a mi casa, nos sentamos en la sala y nos comenzamos a besar. Todo fue subiendo de tono muy rápido, pues los dos así lo deseábamos. Yo más que besarlo lo mordía, mis manos recorrían su tórax, que me parecía tan masculino y me excitaba mucho; él de inmediato me despojó de la blusa, y empezó a juguetear con mis tetas, como le encantaba hacer. Yo también le quité la camisa, y los dos nos apretamos el uno contra el otro; yo froté mis chichis contra su cuerpo, pues ese moviendo me causaba más placer que el de sus manos, todo esto mientras le desabrochaba el pantalón.

Pero él tenía otros planes, se recargó contra mí y me fue acostando en el sillón, poniendo todo su peso sobre mí, tomándome por las nalgas y jalando mi falda de la escuela, hasta que finalmente la hizo caer. Yo le bajé los pantalones, no podía esperar más, saqué su pene de sus calzones y comencé a palparlo, recorrerlo, era riquísimo tener esa forma en mis manos, no creo que tengan una idea de cómo me pone loca tener un pene erecto en mis manos. Como pude me desabroché el sostén y me lo levanté, ahora si mis tetas se frotaban contra su piel, además empecé a sentir sus dedos entrando en mis panties; mis gemidos brotaron sin que me diera cuenta, abrí completamente las piernas, quería que lo hiciera bien, que me dejara súper mojada, pues Bianca me había dicho que así sería más fácil que me penetraran por primera vez, y sin tanto dolor. El me siguió frotando mi chochita, pero se levantó, para acercar su pene a mí boca, yo lo recorrí gustosa de inmediato, pero no empecé a mamarlo tan rápido, pues no quería que se corriera en mi boca esta vez, bueno, no en ese momento.

Así que lo chupé lentamente degustando todo ese líquido salado que salía de él, froté sus testículos, los lamí, bajé mi boca tanto que pude sentir como mi lengua rozaba su ano, lo cual le sacó un tremendo gemido de placer, eso era algo que los dos gozábamos sobre manera. Lo deseaba, así que le dije que se recostara en el sillón. Yo me puse sobre él, para hacer un rico sesenta y nueve. De inmediato sentí la presión de su lengua en mi ano…empecé a gritar como una loca, como una mujer en el clímax de la pasión. Tomé mis nalgas con mis manos para abrirlas, su lengua cada vez se adentraba más…riquísimo. Me tragué de nuevo su pene...y después de unos deliciosos minutos supe que la hora había llegado.

Nos besamos ya completamente desnudos, me lamió las chichis, y empezó a frotarme la vagina con su dedo de una forma maravillosa. Era la hora. Me recosté en el sillón y abrí las piernas, mi vagina chorreaba líquido; el se acostó sobre mí y empezó a presionarse sobre mi cuerpo. Sentía la presión de su verga sobre mi chochita, pero justo en el momento que empezaba asentir un poco de dolor, el cual yo ya esperaba, su verga no entraba, por lo regular salía hacía arriba hacía mi estomago. Esto nos pasó varias veces, así fue como me di cuenta de que él también era virgen. Lo intentamos hasta que su pene perdió la erección. Lo masturbe un par de veces y cuando se ponía duro lo intentábamos de nuevo, pero no lo logramos; la tercera vez que lo masturbé para parársela, explotó repentinamente en mi mano, y se corrió de una forma tremenda llenado todo mi abdomen de semen.

El se puso muy apenado, así que traté de consolarlo, ya no lo volvimos a intentar, pues decidí que era hora de darle una oportunidad a su papi. Pero cuando estuvo más tranquilo, le pedí que me volviera a chupar el ano, lo hizo de una forma deliciosa, yo le agradecí dándole sexo oral, hasta que inundo mi boca de leche riquísima.

Bueno… ¿Qué puedo decir? Yo creía que el tenía mucha experiencia, me tocaba muy rico, así que me imaginaba que lo había hecho muchas veces, tal vez eso explicaba porque nunca antes me llevó hasta ese punto. Pero eso no me preocupó pues el jueves en la noche planee una cita con su papi para el siguiente día. Le dije a mi mamá que saldría con Laura, y como ya era de nuevo una buena niña con excelentes calificaciones, no tuvo objeción.

Salí de la escuela, de inmediato corrí hasta la parada del autobús, la cual estaba como a tres calles, tomé el autobús, e hice un recorrido de unos veinte minutos. Por fin bajé del autobús, empecé a correr de nuevo, pero esta vez fueron seis cuadras completas, hasta llegar a la plaza donde fuimos al cine por primera vez. Gracias a dios ese día llevé uniforme de deportes. Pero bueno, llegué al punto donde me quede de ver con Cesar, él ya estaba ahí.

Después de caminar un rato empecé a insinuarle, que tenía ganas de ir a un lugar donde me pudiera cambiar, y que no tenía ganas de estar en la casa. Esto me ponía nerviosa, pues ni modo que me llevara a su casa, y como se vería un hombre entrando con una niña a un hotel, de hecho yo jamás había ido a uno con algún chico a uno. Pero él lo tenía resuelto. Ventajas de salir con un hombre con toda la experiencia del mundo, y dinero.

Manejo unos 45 minutos, hasta que llagamos a un bonito fraccionamiento, en el cual rentaba un departamento. Escuchen esto, tiempo después me enteré de que lo rentó para llevarme a mí, es un gran halagó.

Bueno llegamos al departamento en el sexto piso, que era el último. Tenía un hermoso balcón, con una hermosa vista. Me ofreció algo de tomar, y luego me enseño algo increíble. Me regaló un hermoso juego de cosméticos que yo sabía bien era carísimo.

He notado que ya te maquillas un poco.- Sonrió nerviosa y tiernamente.- Espero te gusten.

¡Gracias!- Casi grité.- Me encanta.- Me acerqué a él, y le di un beso en la mejilla, muy cerca de los labios.

Gracias Linda.

Me gusta que me digas así.- Sonreí.- ¿Hay un lugar donde me pueda cambiar?

Claro.

Oye.

Si.

¿Me puedo bañar? Tuve deportes.

Claro.

Tomé una ducha rápida, fatal, pues no había shampoo. Me sequé y me cepillé el cabello. Luego saqué mi ropa. ¿Les digo? Era una falda de cuadros, que en esos días se usaba con un par de madias algo cortas, las cuales dejaban ver tus piernas un poco antes de que terminara la falda. Pensé mucho en que ropa interior ponerme, finalmente decidí que sería mucho mejor usar ropa de algodón, con un lindo resorte de color rosa y estampado de floral de colores. Quería que se viera muy inocente e infantil, el corpiño era igual. La blusa era roja, de cuello en "V". Me terminé de arreglar y salí. Él me esperaba en la sala.

¿Qué vamos a hacer?

Lo que tú quieras Linda.

Tú me invitaste, así que creo que debes tener una idea de lo que quieres que hagamos.

Tal vez podemos hablar un poco primero.- Se levantó y fue a poner algo de música. Luego se sentó y me indicó que hiciera lo mismo. Así que fui a sentar junto a él, muy pegadita; y crucé la pierna.- Ale…no sé qué estás pensando tu de todo este asunto…ya sabes de que yo te este invitando a salir. A muchos les parecería raro.

Pues a mí me parece algo de lo más normal. Salimos y nos divertimos y platicamos. Hasta donde yo sé, para eso salen las personas. ¿No?

Exacto. Ese es el punto…que tal vez tú no me has entendido, pero no sé como tocar el tema porque es algo muy delicado…. Ese día que te recogí en la escuela no fue casualidad; yo te fui a buscar.

¿De verdad?- Fingí una ilusa sorpresa, pues eso siempre lo supe.

No sé como explicar.- Apretaba los labios y los movía de un lado a otro, lo cual lo hacía verse sexy.

Que te gusto…que te gusto mucho.

Sí. Pero quiero que entiendas, que esto es muy delicado, e incluso hasta ilegal. Es algo muy peligroso. Yo no sé si tú te das cuenta de mis intensiones, y en caso que lo hagas, debes saber

No podía dejarlo seguir, o talvez pasaría así un par de horas. Me acerqué a él y lo besé sin que se lo esperara, pero como era obvio de inmediato me correspondió. Nunca en toda mi vida, ningún hombre me había besado tan bien, lo hacía casi tan bien como Bianca, pero no tanto. Nos seguimos besando un buen rato, tomé una de sus manos y la puse en mi pierna, de inmediato me empezó a acariciar.

Por mí no tienes que preocuparte.- Dije cuando nos separamos.- No le voy a decir a nadie.

Me encantas Ale, no sabes cuanto.

Tú también me gustas. Pero antes necesito que me digas algo, y quiero que me jures que me dirás la verdad.

Claro.

¿Me viste en la fiesta con tu hijo?

¿Qué? Pues si ahí te conocí.

¿Viste lo que estaba haciendo con el en la noche?

No. ¿Qué hacían?

Nos besábamos, y un poco más. Júrame que no me buscaste porque me viste con él.

Te lo juro. ¿Tú y mi hijo son novios?

No. Pero a veces nos besamos y nos tocamos un poco, nada grave. ¿Es problema?

No. Para mí no.- Me besó tiernamente.- Te busqué…la verdad es que siempre me han gustado las jovencitas, mucho. Esa tarde en la fiesta cuando te vi, me dejaste flechado, me encanto esa combinación de inocencia y sensualidad que tienes. Me juré que tenía que intentarlo.

Durante toda nuestra relación se lo pregunte más de diez veces. Pero creo que aunque me haya jurado que no me vio, siempre tendré esa duda. Pero bueno.

Nos besamos, nos besamos mucho tiempo, sin que el avanzara. Era como si aun tuviera miedo de que yo me arrepintiera, o como si no creyera que estaba al fin con una chica 25 años menor que él. Me recosté en el sillón y lo jalé sobre mí, puse una de sus manos sobre mi pierna por debajo de la falda. Sus manos eran tan varoniles y grandes que casi me abarcaba toda. Con los dedos empezó a recorrer el contorno de mis bragas, fue bajando su mano lentamente hasta mis nalgas. Me besó toda la cara, luego el cuello; me lamió las orejas. Tomó mi mano y la puso sobre su ingle, eso era muy conveniente, pues sólo la moví unos centímetros y pude sentir la tremenda erección de su pene, comencé a sobarlo sobre el pantalón, palpé sus testículos. Sentí como sus manos comenzaban a subir hasta mi cintura.

-¿Puedo?- Dijo tomando mi blusa con las manos.

Yo sólo asentí, y de inmediato metió sus manos en mi blusa, la fue levantando delicadamente, y entre besos en mi abdomen, mis costillas y mis pechos; sobre mi corpiño, me sacó la blusa. Era un hombre de verdad, cautivador, no acelerado e impaciente como todos esos con los que había estado, él sabía bien lo que hacía y como hacerlo. Me quitó los zapatos, recorrió mis medias con sus manos luego metió una de nuevo en mi falda, por primera vez sentí su presión sobre mi raja, la cual pedía a gritos conocer lo que era ser penetrada. Comencé a sentir su delicioso masaje sobre mis labios, mientras con la otra mano se desabrochaba el pantalón. Era algo increíblemente enorme, su pene erecto no tenía parangón con alguno que yo hubiera visto, o sentido antes. Me alegré mucho de que su hijo no hubiera sido el primero, y que él fuera a poseerme por primera vez. Use mis dos manos para sobarlo, recorrerlo, acariciar sus testículos. Me desabotonó la falda, pronto sentí mis piernas al descubierto, y sus manos sobre mi cochita, sobre mis pechos. Eso no era justo, yo estaba casi desnuda y él vestido. Sin dejar de besarlo comencé a desabotonarle la camisa, y a aflojar su corbata. Él se puso de pie, se desvistió muy rápido, luego en vez de recostarse conmigo, me tomó en sus brazos con una increíble facilidad, y me llevó a una de las recamaras. Me dejó suavemente sobre la cama, cerró las cortinas y se recostó conmigo. Me besó.

Cuando quieras que nos detengamos, sólo dímelo.- Me besó de nuevo.

Y si te digo que no me quiero detener.- Lo besé.

Me encantas.

Se colocó a un lado de mí y sus brazos me envolvieron, su boca se apodero de mí, recorrió cada centímetro de mi cuello, de mi pecho. Me quito el corpiño y comenzó a lamer y chupar mis pezones erectos. Su mano tomó mis bragas, yo cerré las piernas para que las sacara más rápido. Tomé su pene y lo comencé a masturbar, era difícil, pues su verga era enorme, me daba miedo que no fuera a entrar en mí.

Hay…¡Sí!- Comencé a gemir cuando su dedo empezó a juguetear con mi clítoris.- ¡Me encanta!- No podía ni intentaba reprimir mis gemidos, estábamos solos y podía gritar todo lo que quisiera.

¿Te gusta nenita?

Me fascina.

Siguió besando mis pechos, lengüeteándolos, luego mis costillas, mi abdomen, jugo un poco con mi ombligo, y comenzó a bajar. Abrí las piernas para que toda su cara entrara. Sentir su aliento tibio hizo salir un chorro de mi vagina. Su lengua entró en acción, pero no sólo eso, después de lamerme y chuparme un rato me tenía vuelta loca. Pero luego recargó toda su cara en mí, y empezó a frotar mis labios con su barbilla.

¡Ah, ah…sí, me encanta!- Exclamé.- ¡Por favor no pares, me encanta!

Me encanta el aroma de tu rajita Ale; y su sabor.

Pues no dejes de lamerla.

Entre su boca, su cara, sus dedos, me dio un riquísimo y prolongado orgasmo. Cuando me besó, aun no terminaba mi orgasmo, así que me aferré a él, y el a mí. Nos besamos, con su boca llena de mis jugos, su cara empapada, pero aun así la lamí. Luego lo bese por todo el cuerpo, hasta bajar a su verga, empecé a lamerla tímidamente pues su tamaño me impresionaba. La besé lamí sus huevos. Él comenzó a besar mis nalgas. ¿Cómo sabía todo lo que volvía loca? Me besó la vagina y el ano.

¡Hay…que increíble! ¡Más!

Por fin me decidí a engullir su pene, lo hice lentamente y con sorpresa descubrí que podía meterlo casi todo en mi boquita, comencé a lamer, sin dejar de sobar sus huevos, y pronto el que no pudo parar de gemir fue él.

Así nenita, me encanta como lo haces.

Cuando consideró que era hora me tomó por la cintura y me dio la vuelta. Era súper excitante el hecho de que podía manejarme a su antojo, con esas tremendas manos, y su fuerza. Me puso de espaldas en la cama. Comenzó a besarme, y entre besos me preguntaba.

¿Ya lo has hecho antes Ale?

No. Vas a ser el primero.

¿Segura?

Si, lo estoy desde antes de venir aquí hoy.

De acuerdo nena.

Me tomó por la cintura y me acomodó, me abrió suavemente las piernas y levantó mis caderas. Era el momento que tanto tiempo llevaba esperando, suspiré segura de que la hora llegaba. Se puso sobre mí y fue dejando caer su peso. Tomo su verga, enorme, impresionante, y la apunto a mi rajita. En ese momento ya no pude ver, pues se acostó sobre mí, pero sentí la presión de su glande como nunca lo había sentido, me abrió, sentí rico, pero pronto llegó el dolor, aunque él lo hacía muy lento y yo estaba completamente mojada. Me abrace a él tratando de rodear su espalda. ¿Cómo era posible? Me dolía mucho, pero no deseaba que se detuviera. Por fin…entró, sentí un desgarre, me había penetrado, me dolía, pero ya no tanto. Dejó su verga unos momentos dentro, luego empezó a mover sus caderas, lo cual empezó a relajar mi cuerpo…Después, guau, increíble, se hizo para atrás y hacía adelante…fue como tener orgasmos seguidos, cosquillas...algo tremendo. Grité de placer cada envestida era algo maravillosos, me bombeó un buen rato, y pronto me llevó a un orgasmo. Para qué describirlo, todos lo anteriores no eran nada contra este.

Cesar...es tan...ah…ah…tan rico. ¡Sí, sí, sí!

Luego me dio un jalón de las caderas, me bajó de las almohadas, y quedé completamente acostada, recta. Levantó mis piernas abiertas y las puso en sus hombros, se arrodillo sin recargarse en mí, me penetró de nuevo, pero esta vez con toda la facilidad del mundo. Me empezó a coger ahora más duro, más rápido…que increíble. Tomó mis pechos y los empezó a magrear con fuerza, casi hasta que me dolió…fue delicioso. Conforme tomaba velocidad empezó a bajar mis piernas hasta mi pecho, puso mis muslos casi contra mis pechos y me tomó por las nalgas sin dejar de penetrarme por mi chochita. Hizo algo que me llevó a otro orgasmo inmediatamente, sin darme cuenta ya estaba en él; me dio una nalgada, no muy duro, pero lo suficiente para causarme un dolor rico. El orgasmo me sacó un tremendo gemido…cerré los ojos y no pude más, lo dejé que me hiciera todo lo que quería. Cuando abrí los ojos él sacaba la verga de mí, me miró a los ojos, mientras daba unos jalones a su verga; yo asentí y casi de inmediato se vino sobre mí, fue una venida tremenda, en mis piernas abdomen, pechos hasta en mi cara, pude probar su semen por primera vez. Fue increíble. Esa misma tarde nos volvimos a dar sexo oral, y me lamió mis nalgas y mi anito. Lo hicimos tres veces, lo cabalgué y me cogió de perrito, lo cual me encantó sobre todo cuando me daba mis nalgaditas, sus dos siguientes venidas las hizo en mi boca, pero eran tales, que me chorreaba toda mi carita.

Pronto les seguiré contando, pues esta vez si me extendí muchísimo, disculpen, ya sabrán que paso después. Espero sus mails y comentarios. Besos a todos y a todas.