Mis dulces secretos sexuales (2)
El sexo me empezó a obsecionar y tuve muchos bueno maestros. La experiencia que narro a sido de las mejores que he tenido. Besos.
Hola a todos. Gracias por leer mi relato, pues así me animo a seguir contando. Bueno como les dije la vez pasada nos descubrieron. Fue problema de confiarnos. Una vez mi mamá salió al supermercado. Así que mi hermano y yo nos apuramos a hacer nuestros deberes y después nos empezamos a besar en el sillón de la sala. Los dos teníamos puesto el uniforme, así que Octavio empezó a meter su mano en mi falda. Se recostó un poco sobre mi, metió su otra mano en mi blusa y empezó a besar mi cuello; todo mientras yo comenzaba desabrochar su pantalón para liberar su verga.
Ahora les cuento lo que después supe que pasaba afuera de la casa. Mi mamá como dije, sale para el supermercado; pero justo en el momento que subía al auto, la saluda una vecina. Las dos se quedaron platicando por más de media hora fuera de la casa, el tiempo en el que mi hermano y yo hicimos nuestros deberes en nuestra recamara. Mi mama decide que ya es muy tarde para ir al supermercado, así que piensa en sólo ir a la tienda y cocinar algo rápido, que por cierto, fue caminando. Mi hermano y yo salimos y no nos fijamos que el carro estaba afuera, y estábamos confiados en que lo escucharíamos llegar, pero mi mamá llega caminando, abre la puerta y nos encuentra de frente como ya les dije.
¿Qué diablos están haciendo?- Fue un tremendo grito.
Nada.- Dijimos los dos entupidamente. Yo me acomode la ropa y Octavio se subió los pantalones.
Váyanse a su recamara. ¡No, tu vete a tu recamara!- Le dijo a mi hermano.- Y tú cochina, veté a mi recamara.
Estuvimos medía hora semiencerrados, pues pudimos hablar asomándonos por la ventana, la verdad es que nos moríamos de miedo. Mi hermano estaba preocupadísimo, pero aun así me explicó lo que yo debía decir. "Era la segunda vez que lo hacíamos, él nunca me había tocado la vagina bajo las panties y ninguno de los dos conocía el sexo oral". Luego nos interrumpió el llamado de mi mamá.
¿Desde cuándo hacen estas cochinadas?
Hace dos días.- Dijo mi hermano. Mi mamá me volteó a ver y yo asentí.
No le pienso decir a su papá porque es capaz de ponerte una golpiza a ti Octavio.- Luego me miró de nuevo.- Y a ti no se que te haría, pero tal vez te encerraría en un convento. Pero desde hoy los voy a tener vigilados todo el tiempo. Tu Octavio, te vas a ir a vivir al cuartito de la azotea, y le vas a decir a tu papá que es por que ya no quieres compartir el cuarto con tu hermana. Están castigados. Y sepan que lo que hacen es muy malo, eso no se hace entre hermanos.
¿Por qué les cuento esto? Pues para que sepan que me sentí muy mal, sucia y muy mala, pero aun así mi hermano y yo encontramos pocas, pero algunas ocasiones para estar juntos. O sea que mi deseo sexual venció a lo que me decían. Pero poco después, y creo que debido a eso, nos mudamos a una casa más grande en otro vecindario. Los encuentros entre Octavio y yo se volvieron esporádicos, luego él consiguió novia y todo con él, ceso. Nunca intentó desvirginarme.
Yo cumplí los trece años de edad, aun virgen, aunque ya tenía una gran obsesión por le sexo. En mi nuevo barrió y en mi nueva escuela me volví popular con los chicos, pues ellos sabían que si salían con migo, los dejaba tocarme y hacía más que eso. Pero los chicos de mi edad eran muy torpes, y claro, todos vírgenes. Así que no pasaba de que me masturbaran, los masturbara yo, besos, toqueteos en las tetas y las nalgas, y a dos les di sexo oral. Pero pasó algo que cambiaría todo. Yo salía con un chico que tenía 15 años de edad y parecía más experimentado que los anteriores. Al salir de clases cuando todos se empezaban a ir, nos metíamos atrás de la portería de la cancha de fútbol rápido a fajar.
Yo me senté en la orilla de una bardita con las piernas abiertas, él estaba parado frente a mí, así que con mis piernas lo rodeé, mientras nos besábamos. Daniel, me sacó el suéter y me subió la blusa hasta arriba de las tetas. Yo lo abracé y bajé mis manos a sus nalgas que me encantaban, luego dirigí una a su pene y comencé a sobarlo, a sentir como crecía en mi mano. Mi falda se fue levantando hasta dejar mis piernas al descubierto e imagino que mis bragas también. Le saqué la verga del pantalón y sentí como se presionaba contra mi rajita, que estaba muy húmeda, a pesar de que sus dedos apenas se introducían en mí.
Que sensación tan rica, tener de nuevo dentro de mí unos dedos que si sabían como moverse, otra mano que sabía bien como masajear mis chichis, y una verga grande y mojada entre mis manos. Su dedo me llevó al éxtasis. Decidí corresponder, así que me levanté y después de que me sacó toda la blusa, hice un bulto con esta y mi suéter y me arrodillé frente a él. Lo masturbé unos segundos, luego empecé a besar su glande, con mis deseosos y húmedos labios; lamí su tronco, como lo hacía con Octavio, y empecé a introducirlo a mi boca y dar una rica y tremenda mamada, como tenía tiempo que no lo hacía, estaba dispuesta a hacer que se corriera como nuca y que llenara mi boca de semen para degustarlo, pero a los pocos minutos de mamarlo me di cuenta que él tenía otros planes. Me hizo poner de pie, me bajó las bragas y me dio la vuelta. Me agachó contra la barda en la que antes estaba sentada, así que mi culito estaba entero a su disposición. Por fin llegaba la hora de dejar de ser virgen. Primero sentí su dedo bordeando mi vagina, la cual chorreaba líquido en grandes cantidades, luego empecé a sentir la deliciosa presión de su miembro contra mi raja y mis labios y después una voz ajena.
¿Qué se supone qué hacen ustedes dos?
Nada.- Una vez más esa estupida respuesta. Pero ahora yo estaba casi completamente desnuda.
Vístanse y salgan de aquí de inmediato.
La muchacha que nos encontró, era la orientadora, que tendría unos 22 años de edad. Nos dio un sermón y nos dijo que nos fuéramos, que ella les llamaría a nuestros papás. Yo me fui muy nerviosa y en la tarde cada vez que sonaba el teléfono me moría de los nervios. Así que opté por desconectarlo.
Al siguiente día en la escuela me encontraba más nerviosa. Daniel me dijo que a su casa no habían hablado, yo le dije que a la mía tampoco, pero que a las siete desconecté el teléfono por lo cual no estaba segura. Cada uno nos fuimos a nuestro salón a esperar que pasaba. Después del receso entré a clase de Mate, pero una secretaria entró y le dijo al maestro que me solicitaban en orientación. Me moría de los nervios.
Entré a la oficina de Bianca, la orientadora. Me senté frente a ella mirándola a los ojos, con esa tonta actitud retadora de niña de secundaría. Ella me miró de la misma forma.
Hola Alejandra.
Hola.
Supongo que te diste cuenta que no llamé a tus papás.- Eso me tranquilizó.
No lo sabía.- Mentí.
Aun puedo hacerlo.
Puedo decir que no es cierto.
No te van a creer.- Dijo ella, también en actitud retadora.
Claro que si, le van a preguntar por qué no les avisó de inmediato.
Muy simple.- Sonrió.- Les diré que quería dialogar contigo, para hacerte ver que estaba mal lo que hacías, pero que fuiste muy grosera.
No le creerán.
No lo hubiera dicho. Pues de un cajón de su escritorio sacó un papel y me lo dio. Era una foto, en la que aparecía yo con el pene de Daniel en la boca.
Tengo más.
Eso terminó conmigo, que más podía hacer, me había ganado. Mis papás me iban a matar sobretodo después de lo que mi mamá me vio hacer con Octavio. Ya no la miré a los ojos, pues hasta una niña rebelde como yo, sabía que estaba derrotada.
Esto puede estar en secreto, si tú quieres.
Si, si quiero.
Bueno. Dijo mientras se ponía de pie.- Sólo necesito que me hagas un favor.- Tomó una silla y se sentó frente a mí.
¿Qué?
Quiero que me cuentes lo que pasó ayer, todo, detalladamente.
¿Por qué quiere eso? Ya sabe todo lo que pasó usted nos espiaba.
Si, pero quiero oírlo de ti, claro que si no me quieres decir.
Le relaté, como a ustedes, lo que pasó con Daniel, con lujo de detalles, claro porque ella me lo iba pidiendo, pero al fin lo relataba con naturalidad usando las mimas palabras que en este escrito. Ella se movía mucho en su silla, supuse que se estaba excitando.
Si se quiere tocar a mi no me importa, hágalo.- Dije, pues que más me podía hacer.
No.- Se levantó y recargó sus manos en el respaldo de mi silla. Me miró a los ojos.- Quiero que tú te toques y me dejes ver.
¿Qué?
Linda, no me digas que no lo haces porque no te lo voy a creer. Sólo quiero que te toques y me dejes verte, es simple, hazlo como en tu casita.
Pero ¿Por qué?- Yo sentía vergüenza, aunque también mucha curiosidad.
Me gustaría ver como lo haces, no tengas pena, yo lo hago.- Luego se quedó callada unos segundos.- Claro que si no quieres.
Lo haré.
Bien.- Dijo al ver que yo no me movía en absoluto.- Hazlo.
Abrí un poco mis piernas y metí mi mano en mi falda por arriba de la falda, es decir por el resorte.
No linda. Ven.- Jaló una silla y la acercó al escritorio. Yo me levanté y me fui a sentar a donde me dijo.- Ahora levanta tus piernitas y recárgalas aquí.- Señaló una tira de madera del escritorio, así que mis piernas quedaron levantadas y mis rodillas un poco dobladas.- Levanta tu faldita para que pueda ver como metes tu mano en tus panties.
Dude un poco, pero ella me sonrió mientras se sentaba en una silla cerca de mí. Yo llevaba unas panties color crema de lycra, que se transparentan más que las de algodón. Recogí mi falda y dejé todas mis piernas y mis panties al descubierto. Me quité el suéter porque me estorbaba. Me tardé mucho pues tenía mucha pena, pero por fin me decidí. Metí mi mano en mis panties y la dirigí a mi vagina. Me sorprendí, pues ya estaba húmeda, y hasta ese momento no me había sentido excitada. Pero conforme me tocaba más comencé a calentarme, sobre todo porque Bianca me miraba sin quitarme por un segundo un ojo de encima. Pronto la pena y todo se fue, estaba sola masturbándome en mi cuarto, y mi cuerpo enloqueció y comencé a meter mi dedo suavemente en mis labios y a jugar con mi clítoris. Yo sacaba la lengua como siempre y me mojaba los labios, que se me secaban siempre que lo hacía. Bianca se levantó y se acercó a mí.
Eres una nena tan cachonda como yo. ¿Te encanta masturbarte, verdad?
Si.- dije jadeante.
Ella se recargó en el respaldo de mi silla, se acercó lentamente y puso sus labios sobre los míos; no lo puedo creer, los labios de otra mujer sobre los míos, y yo los acepté de inmediato, la besé como a Octavio, como a Daniel y otros chicos, pero ella ella me besó como nadie lo había hecho, me encantó, y estaba tan caliente y enloquecida, que la deje hacer lo que seguía.
Antes de seguir les relataré como era Bianca. Piel blanca cabello rubio, un rostro muy bonito, con nariz chica un poco chata, boca chica pero de labios gruesos. Sus pechos serían copa C, además tenía caderas muy pronunciadas y unas piernas que eran la sensación de la mayoría de mis compañeros.
Bueno lo que pasó fue lo siguiente, después de que me besó, me tomó por la cintura, y me levantó la blusa, hasta que me la sacó por completo, quedando sólo en mi sostén que era del mismo color que las bragas. Ella se desabotonó la blusa y quedó en un hermoso sostén de encaje que parecía reventar. Luego con un ligero movimiento de su mano dejó que su falda se resbalara por sus piernas y quedó semidesnuda frente a mí. Por lo visto era su intención que yo quedara igual, pues levantó mis caderas y me sacó la falda, se recargó sobre mí y metió su mano en mis panties. Me gustaría de verdad describir la sensación, la situación. Era mi primera relación lesbica, en mi escuela, podía escuchar como la gente pasaba fuera de la oficina, mi vagina chorreaba líquido y Bianca era una maestra con sus dedos.
¿Por qué? Al principio por curiosidad, pero me encantó; puse una de mis manos sobre sus tetas y empecé a palparlos, pero como los espasmos de placer eran tremendos, empecé a estrujarlos, hasta que levanté el sostén y sus hermosos pechos brincaron hacía mí, con esos lindos y rozados pezones completamente erectos. Los movía en círculos con mis dos manos. Sentí como ella empezó a bajar mis bragas y cerré un poco las piernas. Y pronto mis bragas terminaron en algún lugar lejos de mí. Ella se arrodilló, abrió de nuevo mis piernas, pero en vez de ir directo a mi chochita, comenzó a besar mis piernas desde las rodillas, primero una, luego la otra, una leve beso, una pequeña chupada, así hasta que sentí sus suaves labios sobre mi triángulo ardiente. Su lengua se movió en círculos por mis labios. Me succionó de una forma espectacular, mis jugos se revolvían con su saliva, y sus manos subieron por mi abdomen hasta llegar a mis pechos que pronto quedaron al descubierto. Era una tremenda sensación de libertad y rebeldía por fin conocía a una mujer tan ardiente como yo, no como mis amigas, no como mi mamá o como todas las mujeres que veía supe que no era anormal mi deseo, otra mujer lo sentía y ahora yo estaba siendo llevada al extremo del placer de su mano. El orgasmo llegó, no se si duro mucho o poco, no creció ni bajo de nivel, sólo llegó y se fue, con un largo gemido mío, que fue atenuado por los dedos de Bianca en mi boca, aun con sabor a mis jugos.
Se levantó se sentó en mis piernas y yo sin esperar, metí mis dedos a su chocha, increíblemente de inmediato entraron tres de mis dedos, y trate de hacerlo lo mejor que podía, y creo que no lo hice mal, pues ahora era ella la que reprimía sus gemidos apretándose a mi cuerpo; luego tomó sus magníficos pechos con sus manos y acercó uno a mi boca, el cual fue recibido de inmediato, degustado. Lo lamía chupé y me encantó la sensación, a las dos nos encantó. El encuentro se prolongo casi toda la hora. Lo único que puedo decir es que terminamos obre el escritorio y que yo también chupé su rajita, y esto lo digo completamente segura, es muchísimo mas rico el sabor de los jugos de otra chica, que el del semen, que claro también disfruto mucho. Nos basamos y nos prometimos repetir la experiencia y lo hicimos muchas veces mas, pero se las narraré después.
Eres una nena maravillosa. Ojala yo hubiera sido tan cachonda a tu edad.- Dijo mientras tomaba mis bragas y se las ponía.
Me encantó lo que me hizo.-Dije.
Nena acabamos de tener sexo, dime Bianca.- Me dio sus panties y me las puse. Eso fue increíble, intercambiar algo tan personal.- Dame un beso nena.- Nos abrazamos y sentí sus pechos ardientes pegados a mí. Luego nos terminamos de vestir y me fui.
A la salida ya me encontraba tan cachonda de nuevo de recordar lo pasado con Bianca. Me encontré a Daniel, y le propuse que fuéramos de nuevo a la cancha de fútbol rápido.
Y si nos cachan otra vez.
No creo que tengamos que preocuparnos por eso. Le sonreía y lo tomé de la mano.
Gracias por leerme y por sus comentarios y mails. Pronto les contaré más cosas que me pasaron, y tal vez me anime a contar como perdí por fin la virginidad. Un beso a todos. Mua.