Mis dulces secretos sexuales

Tod empezó a muy temprana edad, mi hermano, en mi escuela, al parecer... el sexo me sigue.

Hola mi nombre es Alejandra y gracias a relatos que he leído en esta página, me he animado a relatar las vivencias de mi vida sexual, pues considero que en mi vida se han conjuntado la casualidad y el gusto para darme experiencia poco comunes.

En la actualidad tengo 21 años. Soy morena clara, de cabello ondulado, ojos cafes y pestañas rizadas. Mido 1.68mts. Voy a ser honesta, considero que tengo muy bonito cuerpo. Mis medidas son 93-60-88. Mis piernas están muy bien formadas, pues me encanta bailar y lo practico como un deporte.

La primera vez que supe algo del sexo fue a los once años por las revistas de mi hermano, pero en realidad no entendía que era ni me interesaba. Vivíamos en una casa muy pequeña, así que él y yo compartíamos habitación. Era común vernos en ropa interior o incluso desnudos, así que yo sabía bien como era el pene de un chico, pero no me excitaba ni nada de eso, por ese año.

Yo ya tenía un poco más de 12 años la primera vez que noté que para mi hermano ya no era algo normal verme en ropa interior o desnuda; aunque en esa época mis pechos eran pequeños y mis caderas tal vez ni se notaban mucho. Octavio, mi hermano tenía 15 años. No se por si coincidencia o por naturaleza, pero a mi también se me empezó a hacer más interesante el verlo desnudo, cosa que él facilitaba mucho.

Ya desde hacía tiempo yo sabía que el hacía algo en las noches con su pene, pero nunca me había interesado. Pero ahora permanecía despierta el rato que podía, hasta que él se destapaba y empezaba a tocar su pene. Claro que casi yo no podía ver nada; así que un día me anime a preguntar. Esperé hasta que inició.

¿Qué haces?

Nada duérmete.

Dime por favor.

Nada, hay algo en mis cobijas que me estorba.

Yo me quedé más intrigada que nunca, pues mi hermano es el tipo de persona que no le gusta dejar a alguien con la duda, y por lo menos a mí siempre me trataba de explicar todo lo que le preguntaba. ¿Por qué se negaba en esta ocasión? Cada noche el seguía haciendo lo mismo, pero ahora ya no se destapaba; lo cual hacía más difícil mi observación. No me quedó otro remedió más que animarme a preguntarle que era lo que hacía por las noches.

No es nada. Además no te importa.

Por favor dime.

Eso se convirtió casi en un juego entre nosotros, pero no pasaba de eso, y yo en realidad quería saber; la oportunidad llegó sola. Una vez que estábamos solos en casa, a mí hermano le llegó un paquete con un discman, que le había pedido a mí mamá. Ella ya le había dado el dinero para pagarlo, pero ya se había gastado una parte, así que me pidió dinero. Yo no tenía.

Yo sé donde guarda dinero mi mamá.

¿Dónde?

No te digo.

No estoy jugando.

Yo tampoco.- Le dije quitando la sonrisa de mi cara.

Por favor, yo se lo repongo.

Sólo si me prometes que me dices que es lo que haces en las noches.

Estás loca.

No te digo.

Esto se prolongó mucho tiempo. El caso es que el me prometió que me diría en la noche. Yo le dije donde estaba el dinero, y todo el resto del día estuve impaciente por saber lo que me diría.

En la noche ya solos en nuestra recamara, el me dijo que me diría sólo si le prometía que no le diría a mis papás. Se lo juré.

Se llama masturbarse.

¿Qué es eso?

Es lo que yo hago. Me bajo la pijama y me empiezo a jalar la verga.- Fue la primera vez que supe que se llamaba verga.- Se siente muy rico, pero al final se siente más rico, que es cuando eyaculo.- Me explicó que era eyacular, lo cual me dejó muy intrigada.

Déjame ver como lo haces.

Después de pensarlo larga y concienzudamente mi hermano accedió a dejarme ver, si me esperaba a que lo hiciera en la noche. Yo accedí y empezamos a preparar nuestra ropa para el otro día, y vimos un rato de tele como todas las noches; luego pasó mamá y nos dijo que apagáramos las luces.

Ya en la noche vi que mi hermano se destapaba, se quedó un rato sin hacer nada, pero noté que volteó hacía donde yo estaba. Luego de un rato tomó su verga y empezó a jalarla.

Me dijiste que podría ver como lo haces.- Dije.

Creí que ya estabas dormida.

Prendí la lámpara y vi su pene erecto, antes ya lo había visto así, pero esta ocasión sentía algo muy diferente. El se empezó a masturbar y de inmediato cerró los ojos no sé si porque tenía pena, pero se veía que le gustaba mucho por su expresión. Yo como no veía bien me levanté y me fui a sentar a la orilla de su cama. El abrió los ojos al sentir mi que mi peso movió su colchón. Me quiso decir algo, pero luego al verme, hasta yo noté que se quedo impresionado; lo cual seguro se debía a que yo dormía sólo en panties y un pequeño corpiño.

Ya los dos estábamos contentos, pues el se seguía masturbando, pero sin cerrar los ojos y sin quitarme la vista de encima, y yo podía ver con lujo de detalle lo que él hacía. No entendía bien pero me sentía muy bien al verlo, era algo rico. Sentí mucho calor y una extraña pero riquísima sensación entre mis piernas y en mi estomago. Octavio giró un poco, yo creo que para verme mejor, y puso su mano en mi pierna, esa sola sensación fue cien veces mayor a lo que sentía antes, mis bragas se humedecieron por primera vez; pero creo que él sintió algo increíble, porque de inmediato comenzó a eyacular con un tremendo chorro de líquido viscoso, del cual unas pequeñas gotas me salpicaron; fue chistoso tocarlo. Mi hermano me hizo prometer que nadie se enteraría, y nos dormimos.

Al siguiente día no pude dejar de pensar en Octavio, y en lo que me hizo sentir al verlo y al tocarme. Lo pensé tanto que en plena clase empecé a sentir las mismas cosquillas que la noche pasada, pero con una rica comezón que no me dejó concentrarme. Al salir al receso fui al baño, me senté sobre la tasa y me comencé a rascar sobre mis bragas, sentí muy rico y lo hice por un minuto, hasta que se me ocurrió meter mi mano. Mi vagina se sentía muy diferente, húmeda, más suave y un poco dilatada. Comencé la misma operación y el placer fue mil veces mayor. Mi respiración se volvió tan agitada como la de mi hermano, pero lo más increíble fue cuando mi dedo rozó la parte interna de mis labios. No pude reprimir un gemido. Empecé a frotarlo en el mismo punto, y mi vagina se mojó por completo; abrí más las piernas, y al entrar más mi dedo, un enorme placer me invadió y me posesionó. Con una mano me detuve para no caer, pero la otra no la quité de mi vagina hasta que el placer empezó a desaparecer. A los doce tuve mi primer orgasmo, pero si hubiera sabido lo rico que era lo habría hecho desde los once. Sequé mi vagina con un pañuelo limpió y trate de secar un poco mis bragas.

Esa noche mi hermano y yo no esperamos a que nos fueran a apagar la luz. Nos fuimos a dormir como a las nueve y en cuanto Octavio escuchó que mis papás se acostaron se destapó para masturbarse.

¿Te puedo ver otra vez?

Bueno.

Prendí la lámpara, pero esta vez no me levanté de la cama, pues quería tocarme también mientras lo veía; pero la verdad era que aunque él se estuviera masturbando yo sentía mucha pena de decirle que lo había hecho también. Él se la comenzó a jalar y yo metí mi mano en mis bragas.

¿No quieres venir a ver de cerca?

No.- Dije en voz baja, ya sintiendo algo muy rico abajo.

Bueno entonces no te dejo ver.

No seas así, me gusta verte.- Respondí.

Pues la verdad.- Mi hermano hizo una pausa.- La verdad a mí también me gustó verte con tu ropa de dormir, y sentí más rico cuando eyacule al estarte viendo y cuando te toqué la pierna.

A mí también me gustó.

Me levanté y me senté junto a él, pero me tapé de mis braguitas para abajo con su sabana. Él comenzó la tan ansiada masturbación, pero de inmediato metió la mano en la sabana y la puso en mi pierna, pero esta vez la movía un poco de arriba hacía abajo. Yo le sonreí, como indicando que estaba bien, y al mismo tiempo fui bajando mi mano y la metí en mis bragas. No podía hacerlo muy bien, pues tenía las piernas muy cerradas y no quería que mi hermano me viera mover mucho el brazo, y se imaginara lo que yo hacía. Así que fui abriendo las piernas un poco, y cuando vi que cerró los ojos para disfrutar más de mi piel, yo me dispuse a hacer lo mismo. Puse mi dedito en mis labios, ya muy húmedos y me dejé llevar por el placer. Era tan rico lo que estaba sintiendo, con mi mano, con la de mi hermano, estaba vuelta loca. Sólo abrí los ojos cuando sentí que la mano de mi hermano se posó sobre la que yo tenía en mi vagina. Abrí los ojos.

Te estás masturbando.- Yo no dije nada me quedé paralizada.- No te preocupes, no te voy a decir nada yo lo hago frente a ti. Pero me gustaría verte.

Sentí algo raro, y me empecé a rascar, sentí muy rico. Luego me empecé a tocar diferente y me gustó.

Que bien.- Dijo muy emocionado, lo cual yo no esperaba.- Ahora lo podemos hacer juntos siempre, y a ninguno nos debe dar pena porque los dos lo hacemos.

Yo me arrodillé a su lado ya con las piernas abiertas y metí mi mano en mis bragas. Estábamos muy pegados el uno al otro, sólo que él estaba recostado. Comenzó su masturbación y yo la mía. Era algo increíble y riquito que me tenía en las nubes, pero eso no era todo. Octavio de nuevo me tocó las piernas pero esta vez me acariciaba de las rodillas al borde de mi braga, justo cuando llegaba a esa parte y recorría todo el contorno de mi calzoncito, yo sentía que un orgasmo me invadía, o que estaba apunto de hacerlo. Mis manos estaban mojadísimas al igual que mis bragas.

Mi hermano no se conformó con manosearme las piernas, sino que alargo más el brazo y empezó a frotar mis nalgas. Hay que sensación tan deliciosa, y más cuando yo ya tenía mas de la mitad de mi dedito dentro de mi, y moviéndose en ricos círculos que me hacían vibrar por dentro. La mano de mi primer amante regresó a mi pierna y luego a mis bragas pero esta vez la posó sobre mi mano, empezó a imitar los movimientos con los que yo me masturbaba, lo cual fue muy rico, pero luego se abrió camino por la orilla de mi braga, brinqué cuando sentí su dedo junto al mío en mi vagina, el la retiró, pero con mi expresión le dije que quería que tuviera su mano en la rajita de su hermana de doce años.

Quité mi mano y me recosté. Lo primero que él hizo fue sacarme las bragas, ahora tenía toda mi rajita a su disposición. Lo papeles se invirtieron, ahora él estaba arrodillado, acarició mis piernas muy lento mientras se aproximaba a mi vagina. Sus dedos me acariciaron, cien veces mejor y mil veces más rico de lo que yo lo hacía.

Hum!!- No pude reprimir mis gemidos, que brotaban sin que yo me diera cuenta.

¿Sientes muy rico Ale?

Muchísimo.- Suspiré.

Creo que mis gemidos lo excitaron más, pues de inmediato con su otra mano tomo su verga y empezó a jalársela, pero ahora yo tenía una perfecta vista de lo que me había dicho eran sus testículos. Se veían tan suaves y lindos que puse mi manecita bajo de ellos e inocente e inexpertamente los empecé a frotar. Ahora los gemidos eran de ambos, el clímax llegaba para los dos. Un orgasmo, increíblemente mayor que el de mi escuela, me golpeo sin aviso, no fue un orgasmo que empieza a crecer, fue como una ola enorme que llega y araza con todo, sólo dejando el placer de la mano de mi hermano en mi rajita. Al mismo tiempo sentí aumentar los gemidos de Octavio, quien se dejó caer sobre mi y frotó su verga durísima, ahora la sentía pues su movimiento dejó mi mano justo sobre su pene, la frotó contra mi abdomen y sentí los chorros de su leche salir sobre mí. Me abracé a él, pues el placer fue tan intenso que no lo soportaba sola. Así nos quedamos los dos un rato en lo que asimilábamos lo que había pasado.

Que increíble.- Dijo él.

¿Somos novios?- Pregunté.

No. Los hermanos no pueden ser novios.- Luego pareció repensarlo.- Está bien seremos novios, pero en secreto.

Me parece bien.

Se agacho hacía mí y me besó en los labios dulce y tiernamente. Luego tomó mis bragas y con ellas limpió todo su semen de mi abdomen. Me besó de nuevo.

  • Las voy a guardar por siempre así.

Como se imaginaran eso que nos gustó tanto se volvió rutinario, así que les contaré de nuestros encuentros las cosas que más recuerdo para que no se monótono, y espero no aburrirlos. Fue como a la semana de nuestra relación secreta que nos estábamos tocando, aun en ropa interior cuando mi hermano dijo.

Quiero besarte.

Yo me acerqué a él, pero detuvo dulcemente poniendo un dedo en mi boca.

Quiero besarte tu cochita.- Que era como él le nombraba a mi rajita.- Vas a sentir rico dijo al ver mi indecisión.- Yo accedí, pues todo lo que me enseñaba me encantaba.

Comenzó a masturbarme y de inmediato me mojo, me sacó las bragas, me abrió las piernas sobándolas desde mis muslos hasta mis pies, me sonrió y se acercó. Sentí su aliento en mi rajita, luego sentí su calor y por ultimo la humedad de su lengua entre mis piernas. No me equivoqué al aceptar pues esto era delicioso, su lengua recorría mis labios de arriba abajo, haciendo vibrar mi clítoris. Yo me aferraba a los bordes de la cama para no gritar, sus manos subieron por mi abdomen, llegaron a mi corpiño y lo levantaron para apoderarse de mis pechos. Frotó mis pezones erectos, y antes de que me diera cuenta me tenía en la gloría, nunca me transportó tan rápido a un orgasmo. Solté la cama y me aferré a sus cabellos, pues no quería que se separara de mí hasta que estuve totalmente satisfecha.

¿Te gustó mi amor?

Mucho corazón.- Le respondí. Llevábamos un par de días hablándonos así.

Me tiró en la cama y nos empezamos a besar, me encantaba como aprisionaba mi lengua con la suya, como dejaba caer todo su peso contra mi pequeño cuerpo, me tomaba por las muñecas y no dejaba que me moviera, siempre sin causarme daño o dolor. Yo tomé su verga y lo empecé a masturbar, use ambas manos una para jalársela, y la otra para sobar sus testículos lo que a mi hermano le encantaba.

Quiero que me hagas lo que te hice Amor.

Dime cómo.- Dije sin ninguna duda pues lo complacería en lo que él quisiera.

Primero besas mi verga, luego la lames lentamente hasta mis huevos, y cuando esté bien húmeda te la empiezas a meter a la boca. Luego te mueves de arriba abajo.

Cuando me agaché para besar su pene ya estaba completamente erecto y liquido transparente salía de él. Así que empecé a darle pequeños besos en el tronco, evitando deliberadamente la cabecita. A mi hermano parecía encantarle tanto como a mí me encantó que el lo hiciera. Así que me dispuse a complacerlo y le di un largo y húmedo beso en la cabecita, y me gustó mucho la sensación de su piel. Contra lo que yo pensé el líquido sabía salado y rico, así que empecé a lamerlo sin reparos. Lo hice como el me dijo de arriba abajo y hasta sus testículos, con forme lo hacía me gusto más y comencé a excitarme de nuevo, así que me empecé a tocar mi rajita. Estaba lista, puse mis labios sobre la cabecita, lo abrí y empecé a devorarla. Como no me cupo toda en mi boquita empecé el mete y saca, pero mi hermano me tomó por la cabeza y entre jadeos intensos me indico como hacerlo, yo seguí mamando cada vez mas gustosa y excita.

Así hermanita.- Dijo al tiempo que me empezaba a frotar la chochita con sus ricos y hábiles dedos.

Entre más mamaba más gemía y más líquido inundaba mi boca. Octavio cada vez me marcaba el ritmo más rápido, hasta que me detuvo la cabeza y no me dejo subir. La leche empezó a salir dentro de mi boca, y aunque no quería tuve que tragarla, o gran parte porque mucha se escurrió. Cuando por fin me soltó levanté la cabeza y un chorro de semen me golpeo la cara. La verdad el sabor del semen no me gustó como dicen pero no me supo feo, además ver la cara de placer y satisfacción de mi hermano hizo que valiera la pena. Después me fui acostumbrando a hacerlo y terminó por fascinarme, siempre era yo la que me agachaba para darle sexo oral cuando podía. Con el tiempo nos empezamos a arriesgar. Recuerdo que una vez viajando con mis papás hacía Guadalajara, nosotros íbamos en la parte trasera de la camioneta; yo me hice la dormida y me agaché, le desabotone el pantalón a mi hermano, y saqué su verga durísima. Le di sexo oral como nunca, hasta que termino tremendamente en mi boca, fue muy emocionante. Luego cambiamos de lugar y el me agradeció masturbándome riquísimo. Todo mientras yo veía a nuestros papás por el retrovisor. Y como era lógico un día nos descubrieron, pero se los contaré en mi próximo relato, no pensé que me extendería tanto. Un beso gracias.